Opinión

Laporta, los traidores, los chivatos y el escándalo Negreira que ensucia no sólo al Barça, sino al fútbol español

Es noticia
Laporta en el palco del Stadi Johan Cruyff asistiendo a un partido de la Liga F el 25 de marzo de 2023

Hace una semana en el Clásico disputado en el Camp Nou el árbitro De Burgos Bengoetxea interpretó que Nacho no había hecho falta a Rapinha y resonó un cántico en el estadio: «Así, así, así gana el Madrid». Tiene su guasa teniendo en cuenta que el Barça ha sido denunciado por pagar un sueldo al vicepresidente técnico de los árbitros para vaya usted a saber qué. El Real Madrid no ganó, por cierto, y el gol anulado a Asensio alimentó encendidos comentarios durante días a pesar de que en las imágenes se aprecia que, efectivamente, fue en fuera de juego. Con la frase de así es el fútbol acompañada de un leve encogimiento de hombros se supone que está todo explicado. Pero no. No debería, al menos.

Ha transcurrido casi un mes y medio desde que el programa Què t’hi jugues de la Cadena SER adelantó la noticia y desde entonces no ha pasado un día sin novedades al respecto. La Fiscalía ha denunciado, que no acusado, al Barça, y el Real Madrid, LaLiga, el Consejo Superior de Deportes y la Federación española de Fútbol se han personado en la causa. Por si fuera poco, la UEFA ha abierto una investigación y planea la sombra de una sanción que dejaría al equipo fuera de las competiciones europeas. El escándalo es mayúsculo y desde el club no se ha dado ni una sola explicación más allá de las bravuconadas de un Laporta populista que vocifera una campaña del mundo mundial en contra del Barça en general y de su persona en particular. Con el victimismo por bandera y amparándose en teorías conspiranoicas, la crisis reputacional de la institución puede afectar incluso a los inversores que han arrugado la nariz para poner la pasta en el Espai Barça. No se han retirado, pero esperan una aclaración que no llega.

Durante 17 años cuatro presidentes, uno detrás de otro, pagaron siete millones de euros a Enríquez Negreira. Es un hecho. Y que el Barça ha renunciado a explicar por qué y para qué, también. Lo hicieron además escondiéndoselo a los socios; no se sabe tampoco en qué partida estaban los pagos que se hicieron bajo el radar. Y a pesar de todo lo habido y por haber, hace una semana, cuando el Real Madrid visitó el Camp Nou, la grada ante una decisión arbitral discutible coreó el cántico de «así, así, así gana el Madrid» justo antes de que perdiera.

Paralelamente, el panorama mediático ante la crisis de credibilidad ya no sólo del Barça, sino del fútbol español, también es digno de estudio. Periodistas defendiendo sus colores con el paraguas del «y tú más» sin rubor, profesionales argumentando que si el club no ha dicho nada será por algo mientras que otros repasan cada decisión arbitral intentando empañar los logros de un equipo de leyenda como el de Guardiola con toda la jeta. Un guirigay en el que el objetivo final parece ser quién grita más y está históricamente más ofendido.

A todo esto, no hay que menospreciar las campañas en redes sociales para apuntar y atosigar a los periodistas que informan o cuestionan desde sus programas o columnas de opinión la gestión que está haciendo Joan Laporta del escándalo. Fanáticos sin complejos que de manera agresiva señalan a los que consideran como traidores a la causa y animan a los de su secta a no desfallecer en el acoso. La presión es tal que hay profesionales que se han sentido obligados a justificar públicamente por qué han dado una noticia intentando aplacar así el rugido de la marabunta. Sin éxito, claro, porque el ejército de hiperventilados no atiende a razones, sólo a consignas. El conmigo o contra mí de toda la vida.

El club presidido por Joan Laporta no sólo no es ajeno a este movimiento, sino que lo fomenta. Sin ir más lejos, el pasado miércoles anunció que quería «implicar» a los socios del club para que envíen en un e-mail, que tienen previsto habilitar, informaciones que se publiquen en medios que puedan ser analizadas después por el propio Barça para una posterior demanda. Chivatos sin fronteras en un contenedor de mugre. Para eso está quedando el club de los valores.

La deriva es evidente, pero para una masa social que se movilizaba por asuntos mucho menos cruciales, resulta que ahora se apaña con los 12 puntos al Madrid y el van a por nosotros como respuesta a todo. Da vergüenza ajena, pero mientras los periodistas sigan pidiendo disculpas por dar una noticia al mismo tiempo que hordas de exaltados a los que no les importa que su presidente, su institución, no dé explicaciones a por qué y para qué se pagó un pastizal al vicepresidente del Comité Técnico de los Árbitros y anime a la persecución de los «delatores», la única conclusión posible es que algo va rematadamente mal. En el Barça en particular y en el fútbol español en general.

7 Comentarios

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