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Lorenzo Sanz Durán: «Conocí a Pedro Sánchez en 1990 en un campamento de baloncesto en EEUU, era un poco chuleta»

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Lorenzo Sanz Durán (Madrid, 16 de junio de 1971) abre con amabilidad la puerta de su unifamiliar en El Plantío, el escogido barrio de Moncloa-Aravaca en el que vive entre recuerdos de su vida profesional y personal y varios retratos de su padre, Lorenzo Sanz Mancebo. Ambos están unidos por un hilo aún más fuerte incluso de la paternidad. El fallecimiento del ex presidente del Real Madrid (1995-2000) en los albores del covid (marzo de 2020) dejó a «Sanz junior», como se le conoció durante años, sumido en una pena que todavía no se ha terminado de sacudir. Pero la intenta combatir a base de recuerdos en positivo y mucha gracia para contar las cosas que vivió y vive estando en primera línea del madridismo, ahora trabajando en su televisión oficial. Fue jugador de ACB de muy pocos minutos, fácil diana para bromas y acusaciones de nepotismo (1996-1998) y, justo a continuación, fugaz pero exitoso director de la sección de baloncesto (1998-2000). «Venga, vamos, que hay Champions esta tarde», suelta, apremiando el inicio de la entrevista. Y, pese a ello, no mira la hora ni una sola vez mientras responde a absolutamente todo. Es su momento para reivindicar su figura y la de su padre, casi como si fuesen uno.

Empecemos por el final. ¿Qué hace ahora, aparte de ejercer como comentarista de baloncesto en Real Madrid TV?

Ahí llevo ya siete años, pero también comento desde hace tres para Movistar las carreras de caballos en el hipódromo de La Zarzuela con José Félix Díaz. Hacemos el programa entre los dos y muy bien. Siempre me ha interesado también ese mundo. Mi padre tenía una cuadra hace muchos años y siempre he estado cerca y manejo bastante. Necesitaban a alguien que supiera hablar, que tuviera buena imagen, que supiera de caballos… y que cobrara muy poco. «Me ha tocado», pensé.

Le gusta el mundo de los medios, ¿no?

Pues no lo esperaba, la verdad. Estudié Empresariales en Estados Unidos y nunca toqué el mundo de la comunicación, pero empecé a tener mucha relación primero como jugador del Real Madrid y luego como director de la sección. Lo he vivido mucho. Hace siete años se me planteó la posibilidad de probar en Real Madrid Televisión y es verdad que al principio cuesta un poco, pero después he visto que no se me da mal.

¿Con qué periodistas se identifica?

Yo no dejo de ser un comentarista y ellos son profesionales que han hecho su carrera. Me encanta Siro López, que tiene unas tablas que alucinas, es la hostia. Oyes a Paco González y te quedas flipado. Por supuesto, también a José Félix, al que se le puede conocer más de Marca y El Chiringuito, pero que también ha estado mucho en el mundo de la hípica.

A los ex deportistas se les suele reprochar que no se mojan del todo criticando quienes ahora lo son…

A mí lo que me cuesta es criticar al Madrid y más en el medio en el que estamos, pero después, tanto Siro como yo, si vemos que un árbitro se ha equivocado a nuestro favor, lo decimos y no pasa nada. Hay gente la que le extraña. Tampoco pasa nada por decir cosas como que Sergio Rodríguez no está defendiendo un pimiento. El equipo lo nota a veces porque los rivales le buscan cuando atacan y él sufre. Pero para eso está Chus [Mateo] para taparlo. Mira la defensa zonal que puso en la final de la último Euroliga. El «Chacho» nos la ganó la Euroliga y todos a callar.

Por cierto, ¿le trató bien la prensa cuando fue primero jugador y luego coordinador de la sección de baloncesto del Real Madrid?

En general, siempre bien. Se respetaba la figura de mi padre. Quizás sí que decían por detrás o veladamente que yo estaba ahí por ser el hijo del presidente. Ahora con las redes sociales pasa mucho más. Algunos me llaman «niño de papá». Pues muy bien.

Es que tiene usted pinta de que le resbala un poco todo.

Sí. Digamos que tengo la luz pagada. Que digan eso de «niño de papá» es lo más fácil que tienen para meterse conmigo. Meh.

¿Qué hubiese dicho el comentarista Lorenzo Sanz sobre el jugador Lorenzo Sanz?

Al jugador Lorenzo Sanz no se le vio mucho para poder opinar. Quizás que agitaba la toalla de la hostia y que hacía unas ruedas de calentamiento increíbles, de NBA. No jugué mucho en el Madrid. Si ese comentarista me hubiese visto los tres años anteriores en los filiales del Real Madrid, Las Rozas y Canoe, sí hubiese dicho que merecía una oportunidad porque lo hice muy bien. Hubiese dicho que menudo jugador venía desde abajo. Tengo el respeto de mis compañeros de aquella época. Pero ningún periodista venía a los partidos.

¿Y sobre el director de la sección Lorenzo Sanz? ¿Qué hubiese dicho?

Lo primero, que estaba ahí por lo que estaba: si mi padre no hubiese sido el presidente, nunca hubiese llegado ahí. Pero viendo como salió todo, lo hice bastante bien. El comentarista diría que hice una pequeña revolución en la sección, un poco a imagen y semejanza de lo que hizo mi padre en el club cuando llegó a la presidencia. Él fichó a Fabio Capello y yo a otro italiano, Sergio Scariolo. Él trajo a varias estrellas como Davor Suker, Pedja Mijatovic y Clarence Seedorf y yo a Sasha Djordjevic.

Está hablando de su segunda temporada al frente de la sección, la 1999-2000.

De la primera no me considero responsable, ya que entré en noviembre o diciembre, ya con todo empezado. Mi padre me lo propuso cuando volví de la luna de miel tras casarme. Y le dije sí, cuando ya se había fichado a Clifford Luyk como entrenador y a todo este equipo que teníamos con Tanoka Beard y Bobby Martin que… Caímos contra el Caja San Fernando en cuartos de final con un triple de Nacho Romero, que había sido mi compañero en Las Rozas y buen amiguete. Mi proyecto empieza ese verano.

¿Es cierto que de niño le gustaba mucho más el fútbol y que jugaba de delantero?

Sí, pero por aquel entonces no se llevaban los delanteros con la planta que tenía yo. Hice dos pruebas en el Madrid siendo mi padre vicepresidente y me mandaron para casa. Estos últimos años sí han estado de moda: Ibrahimovic, Haaland… De haber caído en esta época, yo hubiese acabado siendo futbolista.

Hoy en día parece impensable lo que cuenta de que empezó con el baloncesto a los 16 años…

La primera vez que toqué un balón de baloncesto en mi vida fue con esa edad, en una pista de minibasket de mi colegio. Me enamoré. Tengo la suerte de estar bien dotado físicamente. Soy un privilegiado. Con 1,98, salto, corro… Con esas cualidades se me daba muy bien a pesar de haber empezado ese mismo año. Pronto acabé en el Madrid, que me cedió al Estudio, pero volví al junior con Juan Aísa, Tomás González e Isma Santos. Un equipo muy majo, pero perdimos la final del Campeonato de España contra el Baskonia de Marcelo Nicola. Tengo que decir que mi padre nunca se metió en el tema deportivo de sus hijos y menos en el baloncesto, de lo que no entendía. Vino a verme un par de veces en el Canoe.

Y se marcha a Estados Unidos a estudiar y jugar con la universidad de Lafayette, en Pennsylvania (1991-93).

Ya había estado en el país los dos veranos anteriores, en campamentos enfocados hacia el baloncesto, uno en Boston y otro en Montclair State, en el estado de Jersey. En este último, por cierto, coincidí con Pedro Sánchez y su hermano David. Él estaba en el Estudiantes y era un poco chuleta. Recuerdo que en el avión nos sentamos al lado y estuvimos todo el mes juntos. Luego no me lo volví a encontrar hasta que muchos años después me vio en un Carrefour en Majadahonda. Me llamó por detrás: «¡Loren!». Todavía no era nadie, pero al tiempo le nombraron secretario general del PSOE.

En aquel campamento me vio el entrenador de Lafayette y le debí gustar porque me escribía cartas y me llamaba por teléfono para que me fuese con ellos durante la temporada siguiente. Finalmente le dije que sí y fui a la aventura. Fue una experiencia increíble. La universidad tenía un nivel muy alto académicamente.

Sus otros dos hermanos, Fernando y Paco, sí llegaron a jugar profesionalmente, con mucho más éxito el primero…

De lo único que se hablaba en casa era del Madrid. Me he criado yendo al Bernabéu desde muy niño. Mis hermanos jugaban al fútbol y Fernando tuvo el mismo sambenito que yo. Vio que no lo aguantaba y cogió la oferta del Málaga, donde se hizo un hombre como jugador. Sin embargo a Paco no le salieron bien las cesiones al Oviedo, al Racing, al Mallorca…

«No le salieron bien» seguramente es una forma educada de decirlo. En los cinco años que pasó en esos tres equipos jugó ocho partidos (227 minutos).

Joder, no todo el mundo triunfa. Era Primera División y jugaba más por la noche. Y de hecho sigue ahí y le va muy bien: uno de sus negocios es Serrano 41, una de las mejores discotecas de Madrid. Es un tío que tiene don de gentes y allá donde va cae bien. El fútbol no le dio la recompensa que quizás esperaba, pero se la dio por otro lado.

Vayamos con usted y su carrera en las pistas. Suele decir que, aunque en su puesto jugase gente como Alberto Herreros, Dejan Bodiroga, Mike Smith y Alberto Angulo, no se sentía inferior a ellos…

Cuando subí al primer equipo me comía el mundo. Tenía una confianza en mí mismo de la hostia. Era un avión. Pensé: «a estos cuatro me los meriendo». La cruda realidad fue que estamos hablando de lo mejorcito que había y que no llegué. Pero había que tener esa confianza para intentar triunfar. Más que prepotencia, porque yo he sido humilde toda mi vida, era inconsciencia y ambición. Con distancia sí que veo que eran mejores, pero también no había tanta diferencia.

Ese entrenador en su primera temporada (96-97) era Zeljko Obradovic. ¿Es tan duro como dicen? ¿Los jugadores le quieren o le temen?

Es un tío muy cercano, muy duro y muy directo. Conmigo empezó muy mal, diciendo «yo no he pedido a este tío, que encima es el hijo del presidente, y me lo han encasquetado». Y se quedó tan ancho. Pero luego me vio entrenando, cómo hacía todo lo que podía, y me dio algunos minutos residuales. ¿Qué tiene? Más que la preparación de partidos, una velocidad en el campo para ver las cosas antes que nadie y cambiarlas. Eso solo se lo he visto a él. Por ejemplo, Pablo Laso, al que admiro muchísimo y ha sido historia del Madrid, a veces no lo tenía. Hace poco jugamos los veteranos en Belgrado y me pasé por el vestuario para darle un abrazo a Zeljko. Con casi todos los que nos ha tenido como jugador se lleva bien.

¿Tiene una posible explicación?

Le iba la fiesta… Eso lo sabe todo el mundo. Te lo encontrabas por algún garito con su botella de Chivas cuando entrenaba aquí, te decía: «vente para acá» y pasabas un rato de la hostia con él. Supongo que ahora se habrá calmado porque al final todo el mundo se calma.

En su segunda y última temporada (97-98) empezó en el banquillo Miguel Ángel Martín, pero no terminó, siendo sustituido por Tirso Lorente. Un año turbulento…

A Tirso le quería muchísimo. Fue mi entrenador en el Canoe, donde me sacaba 30 y tantos minutos por partidos. Creí que me podía ir mejor con él, pero tampoco fue así y pensé «esto no es para mí». Miguel Ángel había sido director de la sección y cuando Zeljko se fue le pusieron a él porque no tenían otra salida. No se le respetó igual. No tenía el control del equipo y se le fue de las manos: las movidas con Joe Arlauckas y Mike Smith

Cierto. Smith, que tenía fama de ser muy educado y obediente, se negó a salir en un partido…

Le dijo: «sal» y él: «no». Y no salió. Yo estaba a su lado en el banquillo, flipando.

Mucha gente se sigue preguntando por qué Bodiroga no funcionó del todo en aquel equipo, o al menos no al nivel que lo hizo más tarde en el Barcelona…

Era buenísimo. Ya era el mejor de Europa, pero no había química con los Albertos, con Arlauckas. No había mal rollo, pero tampoco bueno.

Usted también pinchó en el concurso de mates de 1997…

Eso amplió mi leyenda (risas). «Guárdate los mates buenos para la final», me dije a mí mismo. Repito: inconsciencia y confianza en mí mismo desmesurada, no prepotencia. Hablando de Mike Smith, después de los entrenamientos pegábamos unas exhibiciones de mates tremendas. Pues nada: en la primera ronda del concurso me salió uno sencillito y en el otro tuve que forzar y lo fallé, quedando eliminado. Encima llegué lesionado, pero no se lo dije a nadie para que no sonase a excusa. Cuando presentaron a los participantes yo todavía estaba en el vestuario calentando la espalda porque estaba tenso como una regla.

Asegura que tuvo ofertas de equipos ACB como Fuenlabrada, Valladolid y Cáceres. ¿Se precipitó al dejar el baloncesto con 27 años?

A veces sí y otras no. El Madrid para mí lo era todo y el tema de que tampoco jugase con Tirso fue clave. No me vi siguiendo en baloncesto, pese a que estaba intacto físicamente. Me casé y me pregunté qué iba hacer dos años en un sitio y luego en otro y luego en otro. Ya sé que es lo habitual en un profesional del baloncesto, pero no me vi. Se me fue la ilusión. La gente se quedó con que yo había jugado en el Madrid porque era hijo de quien era y luego nada, pero también pienso: ¿a quién le tengo que demostrar yo nada? Además, salió el tema de dirigir la sección y eso me llenaba más que jugar.

Pues se le suele ver muy activo jugando con los veteranos…

Me ha rellenado muy bien el tiempo, sí, recuperar mi espacio. En concreto de los 40 a los 50 me lo he pasado pipa, cuando todavía estaba muy bien físicamente. Solemos darles para el pelo a los veteranos del Barça, por cierto.

Dio de lleno aceptando la oferta de su padre de dirigir la sección… sin cobrar un duro.

Por eso digo que estuvo bien lo de dejar de jugar tan pronto. Salió todo fenomenal. No había nada en la sección. Ni jefe de prensa, que fichamos a Marcos Beltrá. Se puso la semillita para cosas que todavía siguen hoy en día. Pero claro: si no llegamos a ganar aquel quinto partido en el Palau hubiese sido una mierda, claro.

¿Le costó pasar a ser el jefe de quienes hasta hace nada habían sido sus compañeros?

Sí. Fue lo más difícil. Alberto Herreros y Alberto Angulo eran mis amigos. En los viajes estábamos siempre jugando a la pocha. Con Herreros no salía mucho, pero con Angulo sí porque éramos casi los únicos solteros del equipo. Pasé a ser su jefe y eso se tuvo que cortar, lamentablemente, porque te puedes llevar bien, pero no puedes ser su colega. No tuvimos ni que hablar de ello. Más tarde retomamos todo y salimos a tomar una copa si hace falta.

Como ha comentado antes, se encontró a un Madrid con Luyk en el banquillo y Tanoka Beard en la pista…

No fueron mis decisiones. Unos meses después me tocó cortar a Clifford y le hice jefe de ojeadores, que no había tampoco. Pensé que el entrenador idóneo era Scariolo. Tanoka también fue fuera: era un grandísimo jugador, pero también muy egoísta y tenía un agente que era un coñazo. Es lo que pasa a veces, incluso ahora. Con Facundo Campazzo la situación se ha arreglado cuando ha cambiado de representante. ¿Qué narices hacía en el Estrella Roja?

Presumirá de ella toda la vida, pero en «su liga» ganada en el Palau la situación llegó a ser muy difícil durante buena parte del año…

Incorporar a Scariolo fue la base fundamental y todos los fichajes se consensuaron con él, mano a mano, incluyendo los que nos salieron mal al principio: Keith Jennings, Mikkel Larsen y Hansi Gnad. Sasha Djordjevic era un objetivo desde el principio porque estaba sin equipo tras no renovar en el Barça, pero su agente pedía una cifra astronómica que no podíamos alcanzar. No encontró a nadie que se lo diese y cuando empezó la temporada sin equipo cambió de opinión y se bajaron del burro con las cifras. Fuimos a por ello.

El «fuego» que tenía en su interior tras no seguir como azulgrana pareció decisivo…

Eso pesó mucho, desde luego, con el gen ganador que tenía y la espinita clavada de no renovar. Su llegada fue un punto de inflexión, aunque también traer a Mijail Mijailov, que había sido compañero mío en su anterior etapa en el Madrid.

¿Cree que Scariolo se ha humanizado estos años, que ya no es percibido como el italiano arrogante que usted fichó procedente del Baskonia?

Totalmente. Vas evolucionando a lo largo de tu vida. Sergio era un tío… Tuvimos varios encontronazos. Recuerdo un partido en el que perdemos de forma apretada y yo bajo a su despacho. «¿Por qué no has pedido tiempo? Estaba claro para pensar la jugada que teníamos que hacer», le dije. «¿Cómo me vas a decir tú lo que tengo que hacer?», me respondió. Salí y pegué un portazo, tarifando. A la hora me llamó: «puede ser que tengas razón». Era un tío muy temperamental al que no se le podía decir nada. Ahora parece alguien mucho más… Te das cuenta en cómo trata a sus jugadores. También ha ganado muchísimo con la selección durante este tiempo. Es muy inteligente. Yo le admiro mucho porque ha hecho cosas increíbles.

Pero llega el verano de 2000 y Florentino Pérez le gana las elecciones a su padre. ¿Cómo recuerda aquel día?

Fue algo muy triste. Mi padre había conseguido un gran número de votos por correo y pensó que ya había ganado las elecciones gracias a eso, pero a continuación se supo que Florentino tenía muchos más.

Ganar la séptima Copa de Europa en fútbol tras 32 años en 1998 y la octava unos meses antes de las elecciones no fue suficiente…

Mi padre nunca lo superó, con todo lo que le había dado al madridismo, todo lo que había trabajado. Se sentía traicionado por sus socios. Había mucho más: Florentino usó sus armas: el fichaje de Luis Figo, todas las empresas que controlaban sus directivos… Se le dio la mano y se aceptó la derrota, pero mi padre nunca lo digirió. Estuvo muchos años fastidiado y estuvo buscando la manera de volver. Se presentó a las siguientes elecciones, pero se estaba dando con un muro. Al final, Florentino hizo más o menos lo mismo: sacó un dineral por la Ciudad Deportiva antigua y con eso supo ver que el modelo de negocio era fichar a grandes jugadores, nada de medianías. Y a pesar de eso, le costaba ganar: ganó la novena Copa de Europa a rebufo del equipo que mi padre había dejado, añadiéndole a Figo y Zidane, pero hasta la décima pasaron años y años y luego ganó tres más casi de una tacada. En eso los madridistas nos hemos beneficiado. Mi padre puso al club en la plataforma de salida y con Florentino salió el cohete.

Hablemos pues de su padre y de sus cinco años como presidente (1995-2000). ¿Cuál cree que es su legado en el Real Madrid?

Todo el mundo tiene claro que fue el precursor de pasar del blanco y negro al color, del siglo XIX al XX. Fue el primero en renovar el club no solo a nivel deportivo, sino de limpiar del club a toda esa gente que no sabía ni tocar un ordenador. Sacó adelante Real Madrid Televisión y la fundación. Todo lo que hay ahora está puesto a un nivel increíble, pero lo inició mi padre. La mala suerte para él fue que el madridismo pensó en otro hombre para seguir ese proyecto y ese hombre lo ha hecho increíble.

De un origen humilde, Lorenzo Sanz cumplía el arquetipo de «hombre hecho a sí mismo», ¿no?

Empezó de la nada. Se crió en Carabanchel como el hijo mayor de diez hermanos. Con 15 años ya ayudaba en casa trabajando primero en un bar y luego en una peluquería porque no se llegaba.

Usted no parece haberse sacado la tristeza por su muerte, en plena eclosión de la pandemia (21 de marzo del 2020), a los 76 años…

De todos sus hijos, fui el que más estuvo a su lado en sus últimos 15 años, trabajando con él. No es que fuese su favorito porque cada hijo tenía su vida, pero yo la hice un poco al amparo de mi padre, primero con el baloncesto y luego en la empresa. Sí que noto su falta y me siento obligado a defender su figura por él y porque es lo que siento. Me quitaron diez años de su vida.

¿Cómo fueron sus últimos días?

Fue de los primeros en morir de covid-19 en España, de los que nos enseñó que se nos venía encima algo muy gordo. Estaba físicamente perfecto excepto que era hipertenso y empezaba a tener un riñón fastidiadito. El covid se le agarró ahí, lo que al parecer era bastante habitual. Fue al hospital porque tosía, pero por su propio pie y pensando que sería una cosa rápida. Cuando tuvo que quedarse ingresado nos extrañó a todos. El médico me llamaba a mí y en apenas dos o tres días empezó a decirme que «esto es lo que hay». Fue una semana muy dura.

Lo inesperado fue que, tras derrotar a su padre, Florentino le llamase a su despacho y le ofreciese seguir siendo el director de la sección. ¿Por qué no aceptó?

No me parecía ético. Pensé que era una forma de tener a favor a la parte del madridismo que estaba con Lorenzo Sanz porque su hijo seguía dentro. Tampoco tenía a nadie para la sección. Mi padre, como en todo, no se metió en lo que tenía o no tenía que hacer. Con los años pensé que no hubiese pasado nada por continuar. Mi cuñado, Michel Salgado [casado con Malula Sanz], siguió en la plantilla de fútbol con toda normalidad.

El caso es que tras su marcha, en los siguientes 14 años el Real Madrid solo ganó dos Ligas ACB, ninguna Copa del Rey y por supuesto ninguna Euroliga…

No tenían a nadie y Scariolo se hizo con el puesto de director de la sección aparte de continuar con el de entrenador. Estaba bajo la supervisión de Jorge Valdano, que era el director general del club, pero que sabe de baloncesto lo mismo que yo de rugby. Las cosas no salieron bien. Me dolió porque se necesitaba una figura que comandase y el Madrid no la tenía y fue dando tumbos. Estuvieron Mario Pesquera, Lolo Sainz… pero no acabaron de encontrar el sitio hasta que aparecieron Pablo Laso y Juan Carlos Sánchez, que fueron los que hicieron que cambiase el rumbo de la sección. La época de ahora es gloriosa.

…Y entonces apareció Pablo Laso, al que también tuvo de compañero. ¿Qué opina de su figura?

Ha hecho un trabajo espectacular, con los españoles, con los extranjeros, dando siempre con la tecla. Quizás no ha sido el más brillante como entrenador, pero tenía una serie de componentes muy importantes: sabía lidiar con la prensa, con los jugadores, en los partidos… Hemos ganado todo y más durante diez años.

¿Cómo vio su salida, ya con cierta distancia?

Mala para él y mala para el Madrid. Se puso bruto. Yo estoy seguro de que si hace lo que pedía el Madrid, que era que estuviese un año sin entrenar como finalmente estuvo, pues…

Algo influiría su mala relación, conocida por todos, con Juan Carlos Sánchez, el actual director de la sección…

No debían llevarse bien, no. Para acabar así tiene que haber algo más. Pero habiendo un problema médico por medio… Para el Madrid también debió ser complicado perder una figura como la de Laso. La temporada pasada, si no se gana la Euroliga de aquella manera, hubiera sido un año chungo. Es el mejor título posible. Pero ahora Pablo dirigiendo al Bayern de Múnich se va a dar cuenta de que el Madrid es mucho Madrid y no creo que gane la mitad de lo que ganó aquí. Perdieron los dos y eso es malo. Debían haber llegado a un punto de acuerdo.

Usted también fichó a Chus Mateo como asistente de Scariolo en su día. Ya ha expresado su admiración por él en más de una ocasión…

Le puse cuando nadie le conocía y tenía mucha confianza en él. Se sabía que la sombra de Pablo, fuese quien fuese su sustituto, iba a ser muy alargada, fuese Chus Mateo o fuese Perico el de los palotes. ¿Cómo no iba a aceptar lidiar con ese toro? Lo ha hecho tan bien que ha ganado una Euroliga. Ya está. Ahora, que se ha quitado esa sombra, tiene su reválida auténtica.

No se sabe demasiado de él a nivel personal…

Eso es lo mejor que puede hacer: que no se sepa nada. Y más en el Madrid. Es una persona de segundo plano, muy callada, con mucho trabajo a sus espaldas. Un grandísimo entrenador, muy competente, como ha demostrado todos estos años tanto como primero como ayudante. Quizás no es muy conocido fuera del baloncesto, pero es un tío excelente. La jugada ha salido bien.

Edy Tavares termina contrato en 2024 y no ha renovado aún. ¿Echaría el resto por él?

Es un jugador diferencial. Sin Tavares somos un equipo y con Tavares, otro. Se ganó una buena renovación hace unos años y ahora estamos en las mismas. Si yo fuera director de la sección apretaría para tenerle, pero hay muchos componentes porque tampoco puedes hipotecar todo a un jugador. Ojalá renueve.

¿Sergio Llull, Rudy Fernández y el «Chacho» Rodríguez se han ganado el derecho a estar en el club hasta que ellos quieran?

Cada vez que salen siguen aportando al equipo. Ellos mismos serán conscientes cuando ya no puedan ayudar al equipo, como ya le pasó a Felipe Reyes en su último año antes de retirarse. Mejor eso que ir dando tumbos por la pista. Es muy difícil decidir cuándo retirarse y más cuando se gana el dineral que se gana siendo jugador y que luego hace mucho frío. Juan Carlos Navarro es uno de los mejores jugadores de la historia y en su último año costaba identificarle.

 

11 Comentarios

  1. Un poquito prepotente

  2. Ostia Felipe Reyes los últimos tres años no jugaba ni en los entrenamientos el tío. Caemuy bien Felipon pero era un drama deportivo

  3. Fernando Valdemoro

    Chuleta Pedro Sánchez…. Tu no ¿verdad? Se te ve muy cercano y humilde…. Ay estos pijitos vintage….

  4. Sin su padre ni siquiera hubiera jugado en el Madrid. Pones en Google «niño de Papá» y sale su foto.Lo mismo que su hermano Paco. Fuera del Madrid ni para un autonómica ¿Cuestionando a un entrenador ( Scariolo)tu que fuiste un enchufado? Te retiraste con 27 porque sin papá no eres nada. Afortunadamente papá tenía «familias» jaja. Saludos

  5. Santiago. Francisco

    Y porque Lorenzo Sanz dice que Pedro Sánchez era un poco chuleta acaso el niño de papá no aguanta que alguien con menos medios que él pueda estar en usa en la universidad haztelo mirar tonto bueno y el idiota este del hijo de Lorente de Sanz quién pasa que él no era el otro era más chulo que él y no aguantaba que uh una gente con menos medios que él estudiase en Estados Unidos la universidad que se lo haga a mirar el idiota a este

  6. Pingback: Un antiguo rival de Pedro Sánchez recuerda su etapa como jugador de baloncesto: «Era un poco chuleta» - torrevieja news today

  7. Gran tipo Lorenzo Sanz sr y este Lorenzo Jr.
    Es indudable que los Sanz tienen un hueco en la historia del Real Madrid.
    Muy interesante todo lo que cuenta.

  8. no dice nada de todo lo que dejó su padre de pagar a sus empleados, a Hacienda, a la seguridad social a proveedores de forma profesional y particular, y de que vive su madre que debía también varios millones de euros y les echaron del chalet donde vivían.

  9. Para que alguien pinché en la noticia y lea las tonteridas de «Junior», tenéis que vender que Pedro Sánchez ya era chulito, cuando jugaba al basket. Muy triste. Lo dice un tipo, que sacaba brillo a los balones en los entrenamientos del Madri$$$. Manda güevos!!!!!!

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