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Alfredo Relaño: «El periodismo ha evolucionado a eso que yo promulgué; lo del Butanito, felizmente, prácticamente ya no existe»

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Alfredo Relaño

Comenzó en Marca gracias a dos entrevistas cuando era apenas un chaval y terminó por convertirse en historia viva del periodismo español. Colaboró en Mundo Deportivo firmando como Antonio Estapé, pasó por Pueblo, Arriba y desembarcó en El País, donde terminó como redactor jefe de Deportes. Porque para hablar de Alfredo Relaño (Madrid, 1951) necesitaríamos un libro entero.

De El País saltó a la cadena SER para ser director de deportes e impulsar El Larguero, donde apostó por José Ramón de la Morena; luego estuvo presente en el grupo fundacional de Canal+ también como director de deportes, lanzó un nuevo modelo de transmisiones y parió programas como un histórico «El día después». Autor de un buen puñado de libros y descubridor de futuros referentes de la comunicación como Antoni Daimiel, Julio Maldonado, Jorge Valdano o el recordado Michael Robinson, nuestro protagonista tuvo su última etapa profesional al frente del diario As, donde su figura sigue estando muy vigente.

 Nos vemos con Alfredo Relaño en una cafetería de Aravaca para compartir un desayuno y dos horas de conversación espléndida con el que, no sin cierto rubor, se reconoce como el periodista deportivo que más ha influido en esta profesión. Y lo cierto es que la charla se nos hizo corta.

¿Cómo es tu día a día después del paso al costado?

Es mejor, mucho más tranquilo. De hecho, ahora estoy pasando la mejor época de mi vida. Todas me han gustado, pero ahora tengo tranquilidad, tengo tiempo y sigo metido en el jaleo, pero me he quedado con lo divertido: escribir y entrar en la radio. Al mismo tiempo me permite fisgar; soy considerado, quedo con los protagonistas del asunto y además tengo muchísimo tiempo para mí. Ten en cuenta que yo hago cada día tres párrafos para As, hago un artículo a la semana para El País y entro en la SER para los partidos del Real Madrid y la selección, que igualmente los vería.

¿No echas de menos el estrés?

La verdad que no. Me fui con sesenta y nueve años, por lo que lo he vivido durante bastante tiempo y lo he disfrutado. No pensé en el tema hasta la muerte de Luis Aragonés, que falleció a los setenta y cinco años, y algo que me dijo un filósofo vallecano al que quiero mucho, Jesús Paredes, un tío muy sabio que trabajó durante mucho tiempo primero con Alfredo Di Stéfano y más tarde con él.

Hablando acerca de que Luis había fallecido joven, éme dijo que «la vida es como un partido de fútbol, con dos tiempos de cuarenta y cinco minutos, pero que según va avanzando la segunda parte por menos de nada sacan tu número y te mandan al archivo». El archivo al que se refería yo lo entendí como el cementerio y esa frase me hizo pensar, pues durante toda la vida no había hecho otra cosa que trabajar y lo único que no conocía era no hacerlo.

Lo hablé en el periódico, lo hablé con Augusto Delkáder -que no estaba en mi línea jerárquica pero era un jefazo de Prisa con el que siempre tuve amistad y confianza- y se lo comenté: «Mira, lo quiero dejar ya dentro de un año». Lo avisé con antelación para que tuvieran tiempo y me estuvieron dando la lata para que no lo hiciera, pero al final recurrí al verbo de Valdano y como un día no me querían hacer caso les expuse: «Cuando dices que te vas, es que ya te has ido». Y así fue.

Además, me marché encantado: me hicieron un traje muy bonito, pues incluso me nombraron presidente de honor, me quedé con un trabajo que me da un porcentaje de los ingresos que tenía antes y ahora tengo tiempo para hacer excursiones con mi mujer, viajecitos y si quiero puedo tirarme tres meses en una casita que tenemos en Oliva. Llevo cinco años y ahora sé lo que es tener tiempo. Una cosa curiosa que me ha sucedido es que antes el tiempo se me pasaba muy rápido, pues según vas siendo más mayor lo que antes te duraba un año luego parece que es un mes.

Sin embargo, ahora me duran más los años. Estoy mejor que nunca y no lo echo en falta. Además, aunque está mal decirlo porque esto lo va a leer también gente joven, con la edad me ha dejado de gustar el tipo de periodismo que hay ahora. No me siento ahí ya.

Cronista, redactor jefe, responsable de deportes en radio y televisión, director de un diario, autor de libros… ¿Cuál es el Relaño del que estás más orgulloso?

Pues fíjate, así periodísticamente, no exactamente de eso sino de otra cosa. Yo lo llamo «El Pipo», que fue un apoderado de toreros e inventor de Manolete, el Cordobés y algunos otros. Lo pensaba cuando lo dejé, y de lo que más orgulloso estoy es de haber dado el primer traje de luces a tíos que han funcionado de cojones. Me hice una lista para mí con todos ellos, entre los que están Valdano y Robinson. Siempre buscando y fomentando la heterodoxia. De la Morena, que era un habla paleta y tal… de eso es de lo que estoy más satisfecho.

Alfredo Relaño

También están por ahí Paco González, Maldini, Daimiel… ¿De cuál de todos estos descubrimientos estás más orgulloso?

No sé cuál te diría, pero desde luego, con el que más me divertí fue con Robinson. Quizá Valdano, porque es el primer futbolista que cuando acaba de jugar no pone un pub, sino que se pone a explicar bien cómo es el fútbol y, sobre todo, reconcilia dos mundos que durante gran parte de mi vida habían desconfiado uno del otro: el deporte y la intelectualidad.

Creo que él hace ese efecto y a mí me gusta haber estado en el origen. No presumo de maestro de ellos, sino de descubridor, de ver ese talento. Hay algo que explicó muy bien Robin en una entrevista que le hicieron. Él llegó después de Valdano y fíjate la diferencia: el castellano que usaba Valdano, que al principio era muy largo, y luego Robin que tenía cuatro palabras y tres eran tacos.

Todo el mundo le advertía «no digas esto», «no hagas tal»… pero yo un día hablé con él y le pedí algo que siempre recordó: «Robin, no hagas caso a nadie. Ni siquiera me hagas caso a mí si un día tengo la mala tentación de darte un consejo. Tú haz lo que eres».

¿Y con cuál de todos has disfrutado más en una sobremesa larga?

Con Robinson. Muchísimo con Valdano también, pero con Robinson porque era muy ingenioso, iba a tumba abierta y eran sobremesas muy golfas: desde comer hasta cenar y luego hasta las tres. La última fue una de esas, ya no le quedaba mucho y no mencionó para nada la enfermedad que tenía.

Era un tema que no aparecía. Cuando le vino esto, a mí me comentó: «Mira, Alfred, sé que esto me va a matar más pronto que tarde, pero no me va a matar cuando esté vivo». Él tenía claro que mientras viviera, lo iba a seguir haciendo como antes. Así lo hizo hasta aquel día después de que jugaran precisamente Atleti y Liverpool, cuando le vino el hachazo, se precipitó todo y ya no estuvo válido a partir de eso.

Tu primera oportunidad te llega siendo un chaval y con una entrevista a un jugador del Real Madrid.

Por aquel entonces estaba en primero de la Escuela Oficial de Periodismo. Tenía un compañero en segundo, Chus Luengo, que curiosamente por aquel entonces estaba en el amateur del Real Madrid, luego hizo una carrerilla más o menos buena y acabó jugando en Osasuna y trabajando en la Cope.

Hubo un seminario de Deportes en segundo, donde no iban más que él y dos o tres más, porque en aquella época todo el mundo quería ser editorialista o corresponsal de guerra; allí estaba Antonio Valencia, una gran firma de Marca que ha sido mi ídolo, e incluso en ocasiones noto cuando escribo que pongo frases enteras suyas porque escribía muy bien y se me quedaban en la cabeza.

Chus le cayó en gracia a Antonio Valencia y este le dijo: «Vete a Marca, te presentas al subdirector Pedro Sardina de mi parte y colaboras». Él me lo contó, pero le daba vergüenza, así que yo le animé y fui con él, aunque como si voy contigo al dentista para darte valor. Cuando llegamos allí, nos recibió Pedro Sardina y nos dijo que lleváramos algo al día siguiente.

Ahora me doy cuenta que fue una manera de mandarnos a paseo, pero yo fui a la Ciudad Deportiva por la mañana, me enteré de que querían ceder a Fermín al Logroñés y le hice una entrevista. Cuando salió me llevé un alegrón y mi padre compró un montón de periódicos.

¿Conservas ese ejemplar?

No, mi madre lo tiró.

Y después, García Remón.

García Remón era de mi barrio y me enteré por un vecino que le habían seleccionado para la sub’21. Él era también compañero mío en el colegio, así que le llamé, le hice una entrevista y mojando aquellos dos días ya empecé en Marca. Hacía los partidos de Tercera y luego los vestuarios de Primera con el Atlético de Madrid, que me gustaba mucho.

Todo con su pase, de gratis… estaba encantado, ¡imagínate! La primera vez fue un Atlético de Madrid B – Talavera por la mañana y luego por la tarde un Atléti-Español en vestuarios. No fue hasta esa época cuando descubrí, después de tantos años yendo al campo como espectador, que los números del Real Madrid eran azul marino, pues desde arriba siempre los había visto negros.

Trabajabas toda la semana y librabas el lunes.

Lo añoro, el día no se me hacía vacío. Me ha gustado mucho el cine y entonces iba mucho. Era un día bastante pacífico y una cosa que me llamó la atención de los lunes es que era cuando iba el chulo con su puta favorita al cine. Tenía una sensación entre placidez y de domingo por la tarde, una impresión curiosa de holganza que no he vuelto a vivir, aunque a partir de cierto momento comencé a escribir también algo para Mundo Deportivo.

Alfredo Relaño

Ahí firmabas como Antonio Estapé. ¿Por qué?

Pues porque a veces hacía una entrevista, por ejemplo, a Amancio y la escribía para Marca y para Mundo Deportivo. Por otra parte, también por mi madre, pues era mi segundo nombre y el apellido de mi madre. Era un apellido catalán y también una forma de honrar a mi madre. Que firmara así en Barcelona era algo que a ella le gustaba mucho.

Pasaste también por la redacción de Pueblo, que muchos la tildaron de salvaje.

Eso me pudo, casi salí con depresión. No es que me putearan, pero vi un mundo para el que no estaba preparado. Debía tener veintiuno o veintidós años, pero era muy inocente; allí había mucho puterío, una whiskería debajo, conspiraban y hablaban mal unos de otros… fue una cara muy fea de la vida.

En El País, Cebrián prohibió que se bebiera en la redacción.

Había un redactor jefe que montaba timbas por la noche y al ser los primeros tiempos y no haber tanta seguridad se coló la mujer de uno de los de talleres con dos chavales -uno de seis y otro de ocho años- hasta el despacho de Cebrián diciendo que a su marido le habían levantado el sueldo de tres meses en una partida de póker y que cómo le iba a dar ella de comer a los críos. Entonces, al final Cebrián acabó con la bebida y las timbas. Terminó hasta con el vino en la comida y no sé si dejó la cerveza.

Algunos nos quisimos hacer periodistas por ese ambiente de las redacciones que se veía en las películas.

Ya no me acordaba, pero el otro día pasé por Relevo y había un silencio espantoso que se me hizo rarísimo. Antes había máquinas, humo, botellas de whisky en la cajonera…

¿Se llegaba a escribir borracho?

No, borracho no llegas a escribir, aunque el otro día le dije que sí a uno y se escandalizó. Borracho, borracho, según lo que llames borracho. No es cierto, aunque sí se bebía mucho.

En tu época en El País, el presidente del Real Madrid, Ramón Mendoza, era uno de los consejeros de Prisa. ¿Le gustaba meter vara?

Sí, metía vara, pero tenía más fair play que Florentino Pérez.

¿Y qué hacía?

Se quejaba, me pedía e incluso una vez me llamó Cebrián. Lo que pasa es que como Cebrián no sabía, yo le envolvía. Por ejemplo, yo me metía con Beenhakker y Cebrián decía Beckenbauer. Es como si hablas con un geólogo, pues te puede convencer de lo que quiera porque no tienes ni idea de geología.

Cuando llevaba menos de un año en deportes, pues venía de ser delegado en Andalucía, Mendoza y yo tuvimos una bronca muy importante, además él se fue creciendo, me dijo que era su periódico, nos acabamos mandando a tomar por culo y colgamos. Pasaron unos diez minutos y me avisó Delkáder -que era el director adjunto- para que fuera a hablar con Cebrián.

La verdad es que iba acojonado, porque Cebrián imponía mucho, y más cuando al sentarme me preguntó: «¿Estás contento?», que es lo que te preguntaban tus padres cuando la habías cagado. Le dije que sí y él me respondió: «Pues más contento te voy a poner yo».

Luego me comentó que el periódico iba muy bien, que yo había hecho un buen trabajo en Sevilla, también desde mi llegada a Madrid y me iba a dar una gratificación. Y allí sacó un talón que correspondía al sueldo de tres meses. Salí estupefacto, pues había subido a la horca y bajé con un talón. Se ve que Mendoza no le había dicho nada y él ya tenía la idea de hablar conmigo esa mañana.

Recuerdas el porqué de la bronca con Mendoza.

No me acuerdo, pero por una cosa menor. Él había hecho algún tipo de manejo con transacciones exteriores para sacar dinero de alguna manera y pagar el fichaje de Hugo Sánchez, Damián se enteró de eso y lo publicó. Tal vez fuera por eso o por un tema de Beenhakker, pues antes de su fichaje los jugadores de la Quinta del Buitre se reunían con el conocimiento y aquiescencia de Molowny una hora antes de los partidos para ponerse de acuerdo en las cosas.

Y lo hacían así sobre todo por Juanito, pues desobedecer a un jefe es una cosa a la que cada uno puede estar tentado y queda hasta bien, pero desobedecer un pacto de los quince o de los veinte, eso ya no se hace. Yo me metí con Beenhakker por interrumpir este tema, pues está el entrenador que controla de lejos o el entrenador que quiere controlar todo.

Creo que fue por eso: Beenhakker se le quejaría y Mendoza me llamó. Él presumía de que era su periódico. Era el tercero, aunque en realidad él decía que era el segundo… y porque no podía decir que era el primero.

En El País eres el padre del sonado cuadernillo de deportes de los lunes, que yo los guardaba como oro en paño y mi madre me los acabó tirando en una mudanza…

¡Qué pena! Ahora te los compraba yo…

Alfredo Relaño

¡Qué recuerdos! Por cierto, ¿cuál es el primer partido de fútbol al que fuiste?

El más remoto es una vez que me llevó mi padre, siendo muy pequeño, a ver un Real Madrid – Milan. Por aquel entonces yo debía tener seis o siete años, sólo me acuerdo de que Miguel Muñoz despejó un balón sobre la línea y preguntar a mi padre si eso valía que lo hiciera un jugador que no fuera portero.

Luego, también me dejó impactado la primera vez que vi un partido por televisión, la final de Copa que ganó el Atlético de Madrid al Real Madrid en 1960. No fue en mi casa, sino en la de un amigo de mi padre que era ingeniero de caminos. En el setenta la tenía todo el mundo, pero tener una televisión en los sesenta era la hostia. Estuvimos tres horas en esa casa, porque se iba a ver la tele.

Primero vimos una película, «Murieron con las botas puestas», luego había un espacio de Diego Baro, que era un héroe interplanetario y después el partido. Unos días antes el Real Madrid había ganado 7-3 al Eintracht y luego 8-1 al Athletic de Bilbao dando la vuelta a un 3-0 en la semifinal de Copa.

Mi hermano, que es siete años mayor y muy madridista, decía: «Siete al Eintracht, ocho al Athletic… a estos les metemos nueve», con ese supremacismo madridista frente al Atleti. Yo tenía de seis a diez años cuando las cinco primeras Copa de Europa del Madrid y no fui consciente de eso, pues era una cosa de los mayores, pero ahí vi que el Atleti le ganó 3-1 a aquel Madrid de Di Stéfano, Puskas y Gento en el Bernabéu y ya pensé «coño, en el fútbol hay algo raro».

Uno es campeón de Europa pero hay otro en su propia ciudad que le gana… desde entonces tengo una intriga con el Atleti. En un tiempo fui bastante anti Atlético, pero nunca del todo y cada vez miro al Atleti con más respeto por ese punto mágico que tiene. Un par de años después de eso, mi padre me hizo socio y abonado del Real Madrid y ahí el primero que vi fue un amistoso de verano ante el Racing de Santander, que ya me dio el chute fulminantemente.

Llegaste a la SER, donde impulsaste El Larguero. Me resulta curioso que Azuara fue el primero que incluyó una cláusula en su contrato para ganar más dinero si el programa lideraba el EGM por delante de García.

El nombre El Larguero, lo puso De la Morena, pero la idea de ponerle a él al frente del programa de la noche fue mía. Y costó, porque ahí había reticencias. Esto no lo he hablado nunca con De la Morena, pero yo no pensaba que fuéramos a adelantar a Butanito. Lo que yo quería era que hubiera un programa de deportes digno en la SER, que había dejado de existir desde tiempo atrás.

Cuando llegué, lo comenzó a hacer Julio César Iglesias como un favor personal a mí porque somos íntimos y él estaba con La Ventana. A él le gustaba mucho el deporte, pero no quería tener líos con el Butanito y sabía que los iba a acabar teniendo, por lo que él aceptó a condición de hacerlo durante únicamente un año.

En ese tiempo, De la Morena estuvo haciendo el local de las tres de la tarde y luego empezó con El Larguero. Años después, yo me había ido a Canal+, aunque seguía colaborando y dando consejos cuando me los pedían, cuando él fichó a Azuara y si es cierto que puso eso que comentas.

Y fue precisamente Azuara el que empezó la práctica de grabarle siempre -aparte de que ya tenía mucho grabado- y cada vez que el Butanito defendía algo que era radicalmente contrario a lo que había defendido antes, lo ponía y lo ponía. El Butanito, al principio lo tomaba a broma y comentaba que cada día hacía dos programas, «el mío y el de estos gamberros», pero luego ya entró. Además, los hermanos pequeños, que siempre quieren lo contrario que el hermano mayor, comenzaron a ponerse del lado de El Larguero. Fue una revolución.

Vaya guerra.

Yo estuve en la barrera, por así decir. O medio en barrera, pues ya no dirigía en la Ser, estaba en Canal+ e iba un par de días a la semana. Pero sí asistí e iba con los míos. Me parecía un exceso por las dos partes.

Barrera, barrera…

Hombre, yo iba con el que iba, claro. De hecho, nosotros aprovechábamos en Canal+ para darle al Butanito. Cada vez que había una pancarta «Butano, enano, debajo del Larguero», nosotros la sacábamos y eso estimulaba que salieran más. Desde Canal+ poníamos balones a José Ramón de la Morena.

Un tiempo antes llegaste a pegar a García.

De eso tampoco estoy orgulloso. Fue así (tira la mano hacia atrás sin llegar a girarse), como el manotazo del jugador al que le agarran. Estábamos en el hotel Reconquista de Oviedo, durante la Vuelta Ciclista a España, y por la mañana me dijo Antonio Rodríguez Valbuena, que es el que hacía el Matinal, que García había estado hablando mal del equipo de la SER.

Cuando bajé, me lo encontré hablando de forma muy jocosa precisamente con el equipo de la SER, pues él había trabajado con ellos. A mí me jodió, por lo que me acerqué y le dije que me parecía mal que estuviera ahí confraternizando cuando por la noche había hecho lo que había hecho.

Él se justificó, yo le dije que era un hipócrita y la conversación llegó a un punto en que le respondí: «Vete a tomar por culo, que no te aguanto», tras lo cual me di la vuelta. En ese momento, él me cogió del hombro y me soltó «eh tú, gilipollas», momento en que me lo quité con la mano y le volé el pitillo. La verdad es que me quedé muy jodido.

Yo estaba reciente, venía de El País y pensaba «El País no me ha traído aquí para que me pegue con el Butanito», así que me llevé a De la Morena y a Lama a un café para quitarle importancia y les comenté que prefería que eso no trascendiera. Recuerdo que Lama me decía: «¡Que no! Que tú le has dado una hostia», así como es él. Yo estaba nervioso, llamé a Delkáder, el jefe de la SER, se lo conté y él me respondió que donde estuviera yo estaría él.

El día iba pasando y ya durante la etapa de la Vuelta me iban diciendo de coche a coche: «¡Vaya hostia!». Encima, por la noche, estábamos cenando todo el equipo en un restaurante y nada más sentarnos el camarero nos trajo seis botellas de champán de parte de la gente de Radio Nacional, que también estaba cenando allí, en agradecimiento por haber pegado al Butanito. Luego, a las doce, yo estaba preocupado por ver que decía García en su programa, pero se la comió y no comentó nada.

Que periodismo tan distinto a este actual de las redes sociales, el big data, el nuevo lenguaje…

Hay épocas en las que parece que el interés se fija más en unas cosas que en otras y con mirada larga te vas quedando con lo que más te gusta a ti. Hubo una época, que marcó el Butanito, en la que lo importante ya no era el juego, sino la política del fútbol e incluso la diplomacia del fútbol: si un directivo se llevaba mal con otro.

A veces se producen extravíos por modas pasajeras. Nunca me he sentado en un campo y el del al lado me ha hablado acerca de si un directivo se llevaba mal con otro. Me han hablado de si Tchouameni vale o no vale o si tiene que jugar otro en su lugar. Últimamente se está dando mucho una mirada de entomólogo, de descifrarlo así… No está mal, pero yo creo que es un poco inútil.

A mí, hubo un tiempo en el que también me gustaba el ajedrez del fútbol: cuando Boskov estuvo en el Madrid yo hablaba mucho de eso, pero al final este es un juego tan sujeto a azares y otras cosas… Como me decía Unai Emery, al que conocí cuando empezaba y siempre me pareció un tío muy interesante: «acumular detalles» como dónde van los córners, jugadas de estrategia… Benito Floro llegó a dar una charla sobre la influencia del saque de banda en el juego ofensivo, pero con todo y con eso, si el que saca de banda se equivoca o el que la recibe no lo hace bien, hay un contrataque y te pueden marcar gol. El gol es un agua bendita que lava todo.

Alfredo Relaño

Esta fiebre del big data está afectando incluso a los entrenadores más clásicos, como Carlo Ancelotti. Allá por enero defendió a Tchouameni señalando que «Sigo convencido de que lo ha hecho bien como central. Eso dicen los datos».

Los datos muchas veces son si has perdido pases o no, pero si los das al de al lado no valen para nada. En este caso, creo que él se refugia en lo que puede porque lo quiere sacar adelante. Pienso que es un fichaje en el que él debió de influir, fue muy caro, es muy complicado darlo por terminado y es un poco compromiso.

Ancelotti ha querido tirar por un camino que no le está saliendo, pues le vi una entrevista muy buena con una periodista de DAZN hace dos o tres años en la que afirmaba que el fútbol estaba cambiando y había que ir a un equipo con más energía. Y ves que él estaba conformando un centro del campo con Tchouameni, Valverde y Camavinga, pero que eso no le ha funcionado.

Con respecto a esto del big data, conocí un tiempo en el que los entrenadores eran demasiado confiados simplemente en el olfato y el vestuario. No sabían más de fútbol que yo. Decía en el As que creía que sabía tanto de fútbol como Maguregui, pero ahora cualquiera de nosotros sabemos mucho menos que cualquier entrenador de Segunda B. ¡Qué luego a lo mejor se pierde!

Recuerdo ahora una declaración bastante tonta del segundo entrenador del Espanyol (Mario Fernández, ndr), que creo que le tocó ese día, en la que daba una perorata increíble con la que yo hice un artículo («Tenemos claro que la génesis de su buen rendimiento pasa por un buen momento con balón. Meten mucha gente interior, tienen dobles ubicaciones en las cuartas alturas. Además de tener mucha acumulación son asimétricos porque la segunda y la cuarta son ubicaciones tendentes más al perfil izquierdo pero la tercera, tendente al perfil derecho, lo que los lleva a progresar con mucha facilidad por los dos perfiles. Son capaces de progresarte con tu orientación y contra tu orientación, con asociación cercana porque tienen pie en la base y asociaciones lejanas porque, ya sabéis, tienen gente como Arbilla que te puede buscar las diagonales y encontrar o el profundo de lado o el profundo de lado contrario fácilmente. El dominio que tienen da paso a muchas cosas. Es un gran equipo, pero se les puede hacer daño, vamos a ganarlos», ndr).

Fue cuando incluso llamaste a Álvaro Benito.

Exacto. Con él hago incluso bromas porque Benito tiene un poco el lenguaje de la escuela de entrenadores, que tampoco está mal, porque el lenguaje evoluciona. Él empezó con el «bloque bajo», «bloque alto», «saltar»… Eso está bien, porque se entiende de primeras, pero claro, todo acaba en esa corrupción, hay periodistas que ya están en eso y a mí me aburre y no creo que a mucha gente le divierta.

Es bueno estar al tanto de esas cosas y calcularlas, pero la misma contemplación del partido desde ese punto de vista es menos divertida. Recuerdo haber visto un partido en mi despacho de Canal+ con Benito Floro, que era un poco un brasas de eso, y cuando él se marchó, Segurola me comentó: «mira el partido como un entomólogo», estos que miran cuántas patitas tienen las moscas y tal.

Es verdad que el fútbol se está perdiendo un poco en el detalle y pasa también el reglamento, donde están haciendo un destrozo. Hace tiempo Valdano me dijo precisamente que el fútbol italiano se había perdido en el detalle. El Calcio era el mejor fútbol, donde querían ir todos los futbolistas, el que más valía en la tele, el que pusimos en Canal+, nos interesaba más que el inglés y en el que estaban todas las figuras, pero es cierto que se perdió en el detalle táctico, etcétera. Ahora está pasando.

Hablé precisamente con Benito Floro hace tiempo y él consideraba que el vídeo de Lleida fue clave para que no siguiera en el Real Madrid más allá de la derrota.

Ahí la cagó, pero él debe de saber que eso no fue espionaje, sino simplemente la cámara, que tenía un micrófono y paseando por el pasillo en el descanso lo grabó. La llevaba Nico Abad, que era uno de los que nosotros llamábamos «los panaderos» junto a Antonino (Daimiel), Maldini y ocasionalmente Vispe. Ellos iban, cogían imágenes a barullo, se tiraban toda la noche, hacían una preselección y luego Robin, Lewin y yo, con algunos más como Carlos Martínez, elegíamos para hacer tres tramos de siete o diez minutos.

¿Te sientes responsable de aquella destitución de Floro, aunque fuera indirectamente?

No. Creo que lo destituyeron porque perdió con el Lleida, el equipo iba mal y era un brasas que no le gustaba a la gente. He tenido buena relación con él, luego mala y buena otra vez, pero como te decía ¿qué le pasa ahí? Pues que si lo dice Maguregui, no pasa nada. Pero como él iba de científico, llevaba las gafas sin necesidad -porque tenía unos cristales sin graduar- para darse más pote, y se presentaba muy por encima de las pasiones catetas que provocaba el fútbol. Esas palabras –«con el pito nos los follamos»- le dejaron muy mal.

Eso es el suicidio del entrenador, porque cuando se habla así a una plantilla, ¿después qué te queda?. ¡Y además en el descanso! Es un poco histérico. Además, a él le deja peor que a ningún otro porque si es una mala bestia como Mourinho te lo esperas, pero este tío que parecía que venía de la NASA.

Nosotros fuimos un poco los descubridores de Benito Floro y sus lanzadores. A mí, Valdano me habló de él después de un partido que Ramón Martínez había visto del Albacete en el campo del Rayo Vallecano. «Me ha dicho Ramón Martínez que juegan de la hostia. Es música», me comentó.

Como no sabía el nombre llamé al director de Radio Albacete, fue él el que me señaló que se trataba de Benito Floro y me habló muy bien de él. Después de eso le fuimos a ver, Julio César Iglesias se hizo muy amigo suyo… y después lo acabó fichando el Real Madrid.

Me comentaron que cuando entrenaba al Albacete hubo una charla de cuatro horas entre Jorge Valdano, Cappa y Benito Floro acerca de la defensa en línea y tú también estuviste presente en un Vips cerca del Santiago Bernabéu.

Sí, nosotros los juntábamos. De hecho, luego cuando el Albacete subió a Primera, dimos su primer partido en casa y fue un poco el equipo de Canal+. Además, hacíamos algo que le costaba mucho a los cámaras: poner una cámara arriba en el fondo para grabar el sistema.

Los cámaras los contratábamos en los sitios, a lo mejor era su primer empleo con veintidós años, y les decíamos: «tienes que poner aquí la cámara y no tienes que tocar nada». Hubo un Albacete –Valladolid que era perfecto: un rectángulo compacto que se movía por todas las partes y parecía una tortuga romana, uniforme cuando se desplazaba.

Eso solo podía verse desde arriba, porque en el momento en que se acercara, se dejaba de observar. Eran él y Maturana, que eso lo hacían muy bien, y por eso hicimos aquel partido.

Alfredo Relaño

Antes del famoso preacuerdo con Maturana que se rompió para que siguiera Radomir Antic, Ramón Mendoza intentó el fichaje de Luis Aragonés. ¿Hubiera sido un buen entrenador para el Real Madrid?

Seguramente sí. Lo que pasa es que el madridismo lo hubiera aceptado mal, pues él tenía un sello muy marcado del Atleti, aunque era un devoto de Di Stéfano. Hace bastantes años, Fernando Olmeda hizo De Cibeles a Neptuno, que era una historia comparada entre Real Madrid y Atleti muy buena.

Ahí podemos ver a (Antonio) Calderón, que era el gerente del Real Madrid, señalando que Bernabéu se enfadó cuando soltaron a Luis. Se fue al Betis junto a un dinero para traer a Isidro, padre de Quique Sánchez Flores, que por aquel entonces era un medio, luego jugó de lateral y aunque estuvo bien no dio tanto de sí en el Real Madrid. ¡Yo he visto jugar a Luis! Lo vi debutar en el Atleti, pues fui dos años al Metropolitano viejo y ahí algo que le comenté muchas veces: le vi meter su primer tiro libre.

¿Lo sería ahora Simeone?

Me hablas de gente que está tan vinculada al Atleti que ahí habría un primer rechazo. Creo que no, aunque tampoco sabemos lo que hubiera hecho Simeone en el Real Madrid. En el Atleti empezó con un equipo en reconstrucción e hizo un modelo muy siderúrgico, de mucho trabajo, mucha defensa, un golito de Godín… eso en el Madrid no hubiera gustado.

Pero tampoco sé si lo hubiera llevado al Real Madrid: en el Atlético lo hizo porque llegó a un equipo en estado de necesidad. Era como una ciudad bombardeada que estaba en reconstrucción. El Atleti no estaba para permitirse lujos. Luego, sin embargo, cuando le han ido trayendo los lujos le ha costado meterlos.

El Madrid tiene una visión más artística y, desde luego, Florentino no lo hubiera traído. A Florentino yo le pongo muchos reproches, pero él tiene un gusto refinado para el fútbol. En su época, excesivamente refinado, pues llegó a pensar en un equipo con Beckham de 2, Totti de mediocentro, Zidane de líbero, Roberto Carlos en la izquierda y por delante todos los galácticos.

Hablamos de Simeone, pero tampoco Guardiola, pues independientemente de esto de Madrid y Barça, ese juego manierista del tikitaka, que a mí me ha gustado, al madridista no le gusta. Le gusta más el juego de ataque, la película del oeste, la rapidez… y además, que el futbolista sea mitad artista y mitad guerrero. Puros violinistas como Xavi e Iniesta, aquí no sé yo.

Tú criticaste mucho a Mourinho.

Sí, Mourinho no me gustaba nada. Y no me gustaba nada por distintos motivos, aunque sobre todo por uno: la mala educación, la mala puesta en escena, ese estilo desafiante. A mí me gusta una buena imagen del fútbol y, al final, el entrenador es el portavoz del club, sale en el telediario dos o tres veces por semana. Ves mucho más a cualquier entrenador que al presidente. Y él, en este sentido, era desastroso. Luego, su fútbol tampoco me gustaba: esas trapacerías de dejar la hierba alta y meter a Pepe en el medio campo a montar bronca… no me gustaba.

Además, creo que dejó un sello feo en el Real Madrid que todavía dura, un victimismo que nunca había tenido. El Madrid siempre había mirado el arbitraje como un tema azaroso en el que mejor no meterse porque se iban a enfadar más; era mejor hablar bien de ellos y ayudarlos en lo que pudieran. Además, el madridismo hacíamos, digamos, burla de las cosas del Atleti y, sobre todo, del Barça, que estaban siempre con eso.

Sin embargo, Mourinho sí lo metió con todo el tema del «¿Por qué?» y esas cosas. Tendría sus razones, fue en la época del Villarato, pero el Madrid nunca lo había hecho, ahora ha quedado y Real Madrid Televisión está haciendo unas cosas que no me gustan nada, porque son ventajistas. Por ejemplo, si a ti te arbitra un árbitro diez temporadas en Primera, lo habrá podido hacer unas cuarenta o cincuenta veces. Pues siete putadas te habrá hecho, pero si esas siete veces las pasas tú otras siete con siete cámaras… Luego, otras siete veces te habrá ido bien y esas las callas. Eso no se puede hacer, pues no es justo ni con la verdad ni con la historia.

Hay casos: fíjate que yo tengo mucha amistad con un árbitro que sí lo ves con la historia es verdad. Se trata de Iturralde, que si haces el promedio de los resultados del Madrid con él es bastante peor en los quince años que arbitró que con la media de todos los demás. Notablemente peor. Además, hacemos bromas con eso: el otro día salió en la radio que su debut fue en el Bernabéu en un Real Madrid 2 – Oviedo 3.

Su abuelo fue árbitro y también le iba mal al Madrid con él, su padre era muy madridista y quiso ser árbitro pero no pudo porque era manco y no le dejaron, e Iturralde no creo que fuera antimadridista, pero era tanta esa cosa de «me hago el valiente« y «en el Bernabéu no me achico», que… Eso te lleva a cómo, sin hacer nada estrepitoso, se puede moderar el campeonato con el arbitraje.

Esta división la hizo muy bien Alfonso Azuara, que clasificaba a los árbitros en halcones y palomas. Eran términos de los que se hablaba mucho en la administración americana y se referían entre los generales que enseguida querían hacer una guerra y los que eran más sosegados en ese aspecto y decían «antes de ir a la guerra vamos a esperar a que haya un motivo».

Entonces, los halcones son los árbitros valientes, echados para adelante que no dudan en expulsar o pitar un penalti. Y las palomas son los cobardes. Lo ideal es que te manden palomas a casa y halcones fuera, pues eso te da cinco puntos al año. Si sucede al contrario, pues te los quitan. Son esas maneras más o menos sutiles de intervenir en el campeonato.

Ahora está Carlo Ancelotti. ¿Cuál es el entrenador ideal para el Real Madrid?

Es por esa línea: un poco de mandar por la convicción, una compenetración con el gusto de la afición, tener una personalidad que no te pone en primer plano… Así ha sido él, Vicente del Bosque o Zidane. Así como del Barcelona, que es la gran comparación, siempre se miden sus épocas por el entrenador -como la de HH (Helenio Herrera, ndr), la de Michels, la de Cruyff o la de Guardiola- en el caso del Real Madrid no es así.

Hablamos del Madrid del Di Stéfano, el yeyé, el de los García, la Quinta del Buitre o de los Galácticos: nunca te hablan del entrenador. Miguel Muñoz estuvo trece años en el Madrid y nadie te habla de la época de Miguel Muñoz. Nadie sabe ni se acuerda de qué entrenadores tenía el Real Madrid cuando ganó las cinco Copas de Europa en blanco y negro.

Volviendo a Canal+, ese inicio de las retransmisiones son también los primeros pasos del Barça de Cruyff y el declive de la Quinta del Buitre. ¿Pudo influir vuestra irrupción en todo este cambio?

A nosotros nos vino bien, pero influir ya no lo creo. Sería muy presuntuoso y creo que simplemente fue una coincidencia buena. Canal+ era un producto madrileño, después de todo, por lo que en Cataluña el fútbol fuera un acicate vino muy bien en todos esos años. Además, nos permitió alabar al Barça con todas las de la ley como lo hacíamos, pues eso se disfrutó mucho.

Todo aquello ha podido quedar pequeño con respecto al Barça de Guardiola, pero en ese momento era increíble: Cruyff llegó a jugar con Eusebio en un lado y Goikoetxea en el otro de laterales y Koeman en el medio nada más, era una virguería. Todos eran jugadores de gran pie que jugaban bien y novedades que valían la pena.

Hubo un tiempo de modernización en general, una especie de flujo periodístico que contrarió el periodo de Butanito, el fútbol era bonito y empezó también una purificación de este deporte. Los estadios en Inglaterra comenzaron a ser con todos sentados, se trató de apartar a la soldadesca, los números allí comenzaron a ser siempre los mismos para identificar a los jugadores, los futbolistas comenzaron a dejar de parecer chavales iletrados como han sido en otra época, se perdió una cierta caspa castrense que había acompañado al fútbol… y todo eso se vio muy bien en Canal+.

Alfredo Relaño

Pero precisamente la Quinta del Buitre de unos años antes podría considerarse como el «preBarça de Cruyff» en cuanto a un primer paso en la modernidad.

Sí, se empalmaron unos cinco años muy buenos de la Quinta del Buitre, los cuatro del Barça de Cruyff y el año de Valdano en el Real Madrid. Fueron diez años enteros en los que se ganaba jugando al fútbol de una manera, digamos, ambiciosa; de ataque. Y luego, desde luego, Canal+ presenta una modernidad y hace por modernizar la imagen del fútbol. Hacíamos unas transmisiones con diez o doce cámaras, yo fui a Francia con Víctor Santamaría para ver cómo lo hacían allí, hablé con el jefe de deportes de Canal+ Francia, que me atendió muy bien, me explicó los fundamentos de lo que hacían y el primer partido en el que estuve fue un Mónaco contra el Marsella.

Además, desde el principio Polanco dijo que empleáramos los medios que hicieran falta, nosotros estuvimos muy atentos en cuanto aparecía una cámara nueva como la Super Slow Motion, probamos también con una vía al lado del campo, que luego con el tiempo se ha dejado de usar porque salieron algunas jugadas bonitas, no daba mucho efecto y los jugadores corren más y no puedes poner el travelling a cuarenta por hora en un momento. Cámaras detrás de la portería, grúas… era un numerazo.

¡Influisteis incluso en las conversaciones en los banquillos!

A Bilardo le metimos el micrófono en el banquillo cuando el famoso «Písalo, písalo». También nos metimos una vez en el vestuario, bajo promesa de hacerlo bien, en un Logroñés – Atlético de Madrid, pues el gerente del Logroñés, que era un chaval joven, quería que le televisáramos un partido.

Que Canal+ te televisara un partido era como tomar la alternativa en Las Ventas. Teníamos alguien en Logroño y le comentamos para que preguntara si nos dejarían hacerlo con la promesa de que íbamos a cuidar lo que saliera. La pena es que salió poco porque era en plena Feria de San Isidro y ahí se emitía El día después más tarde, como a las once y media, después de la película.

Se ve cómo llegan, cómo hablan, las bromas que se hacían… Además, en el descanso, se observa como con el 0-0 llegan cansados, callados, se sientan y el entrenador, que era Aimar, comienza a caminar y, de repente comenzó a planear una jugada en la que dice por dónde debe elaborarse y quién finalizaba. Pues el partido acabó con victoria del Logroñés precisamente con esa jugada.

Luego, el gerente se cagó, le dijo a Aimar que nos había dado permiso, el entrenador me llamó para decirme que no lo pusiéramos y yo le comenté que sí que lo íbamos a hacer, que además él quedaba bien. A él le pareció una profanación, llamó al Butanito y estuvo con él cagándose en mi madre, pero nosotros lo pusimos al día siguiente y merece mucho la pena.

En cierta ocasión, al árbitro Pajares Paz le pusimos un emisor y se oían todas las conversaciones con los jugadores en un Atlético de Madrid – Deportivo de la Coruña. Había una diferencia de trato increíble, pues a los del Atleti les hablaba por su nombre y a los contrarios se refería por el número. Pero lo que más me llamó la atención es lo chivatos que son los jugadores: «Ha sido el siete».

Yo notaba algunas similitudes con aquellas retransmisiones y las que se hicieron en los toros.

Era el mismo realizador. Fiché a Víctor Santamaría nada más llegar a Canal+, cuando cogimos los toros, le pregunté si le gustaban y él me respondió: «Coño, si a mí me enseñó mi abuelo a leer con el Cossío» en relación a aquella súper enciclopedia taurina.

Por aquel entonces, yo tenía una preocupación muy seria con respecto a los toros, pues hay muchos tiempos muertos: que si uno va por las banderillas, va otro, vuelve, deja la espada, la coge… por lo tanto, la idea era captar muchos focos. Por un lado, el palco con famosos para sacarlos; por otro, el público; también detalles como la hombrera de un torero o el vasito de plata puesto encima de la barrera. Todo eso me obsesionaba mucho y fueron muy impactantes. Hubo un hecho curioso, y es que me decían: siempre hay mujeres muy guapas en los toros, sácalas.

¿Eres muy aficionado a los toros?

Cuando era chaval se televisaba bastante y los toreros estaban muy presentes. Empezó la tele en los sesenta, los setenta y tú veías al Viti y aquel dicho de «Puerta, Camino y el Viti» en relación al trío de toreros. Personalmente, no solía ir mucho porque era caro, pero en mi época de El País empecé a ir más con Joaquín Vidal.

Cuando fui delegado de El País en Andalucía, el mundo del toro estaba muy presente en Sevilla, no como en Madrid, que sólo se habla de toros en San Isidro. Allí se habla todos los días porque hay bastante torero, ganadero… no es tanto como el fútbol, pero sí bastante y es difícil pasar un día entero sin asistir a una conversación de toros, por lo que ahí me fue entrando más todo ese tema. En ese tiempo fui rigurosamente a todas las corridas en La Maestranza, la Feria de Sevilla e incluso algunas fuera como en Jerez, también para estar informado.

Además, siempre procuraba tener entradas por si venía alguien de Madrid que no se quedara sin ver los toros. Me fui metiendo mucho en el tema e incluso empecé a leer cosas de toros y recuerdo que encontré un libro de Juan Belmonte, el matador de todos, una biografía sensacional que me habré leído tres o cuatro veces porque me encantó. Ahí estaba yo metido en la plaza, hablando con gente del toro, los que vendían criadillas en el desolladero… me compré muchos libros y leí mucho.

No entiendo de toros, pero sí llegué a conocer bastante bien la historia del toreo y me gustaba. El toreo tiene mucha percha literaria, cosa que no tiene el fútbol. No llego a entender del todo, porque es muy difícil. Tienes que entender la conducta del toro, pues así como en el fútbol Messi y Cristiano van con el mismo balón, que tiene el mismo tamaño y el mismo bote, los toros son distintos, tienen su propio humor y su conducta.

Y la manera de ver una corrida es interpretar lo que el toro está exigiendo o los problemas que está poniendo, algo que es bastante difícil y ahí me quedo muy corto. Saber cuándo un toro es bueno en cuanto sale a la plaza por la pisada que tiene, por el orgullo, la manera que tiene de mirar, en cómo va y viene…

Es curioso, porque un día estaba con Vitorino Martín, que sabía que yo había visto mucho fútbol, y cuando le pregunté por el tema él me respondió: «¿a qué tú si te fijas y ves a un equipo extranjero salir al campo ya sabes quién es el bueno?» Y es cierto que sí. Me acuerdo de ver al Dukla de Praga salir al Bernabéu, fijarme en Masopust según salía y luego supe que había sido Balón de Oro.

Recordé también un día en que vino un amigo argentino al que invité a una final de Copa que jugaba el Athletic Club con el Castellón, donde estaba Vicente del Bosque, y que nada más saltar los equipos al campo me dijo: «¡Che, qué arquerazo ese del Athletic!»… por salir trotando al campo. Pues estos, con los toros, igual.

Alfredo Relaño

Llegas a la dirección de As y el periódico comienza a tomar un matiz abiertamente madridista. ¿No te arrepientes de no haber dado más espacio a otros equipos con el Atlético de Madrid?

No. Era rupturista, pero creo que corresponde al interés de la sociedad. Tiempo atrás, hasta que yo llegué a As, los periódicos madrileños aparte de tratar de parecer neutrales, abrían con el Madrid o el Atleti sólo cuando jugara en casa. Yo dejé de hacer eso y lo hacía siempre con el Madrid, salvo que no jugara el Madrid y lo hiciera el Atleti.

Además, en centrales, mi ecuación era siete del Madrid, cuatro del Atleti, dos del Barça. Además, las cuatro del Atleti, dependiendo del sitio, se modificaban dependiendo de las ediciones para dar más del Betis o del Sevilla, por ejemplo.

Esta dualidad Madrid – Barcelona está muy patente en programas como El Chiringuito, pero de una forma distinta.

Lo que hace Pedrerol yo nunca lo he trabajado, pero tampoco me quiero meter del todo con ello porque tiene aciertos técnicos buenos, escoge los temas muy bien, responde a una cosa que pasa en un país que es dual y tiene casi dos capitales… lo hace a su manera y la verdad que no me quejo.

No es una cosa que a mí se me hubiera ocurrido hacer, he trabajado por otro lado, pero sí he trabajado esa dualidad. Y eso nos fue muy bien para la expansión en América Latina, donde lo último que hice en As fueron unas ediciones digitales en Colombia, Chile, Argentina, México o Estados Unidos donde la sustancia de lo de Europa era el duelo Madrid – Barça, que además llegó a sus máximos en la época de Mourinho y Guardiola, Cristiano y Messi.

Eres quien acuña el término del «villarato».

Ahí me sentí injustamente mal. Luego, con el paso del tiempo, cuando salió lo de Negreira, ya me sentí mejor, pues al final he salido venciendo. En un principio hubo una reacción muy contraria, pues hasta mis mejores amigos pensaron que era un truco periodístico ingenioso. Eso me desagradaba porque yo nunca he hecho nada contra mi conciencia, sinceramente.

Jamás he usado este tipo de cosas, pues siempre se te vuelven en contra. Es verdad que el otro día se lo reclamé a Elías (Israel) e incluso amigos de muchos años como Valdano o Segurola no me creían. Sin embargo, uno que no es tan amigo, como es José Félix Díaz, un día escribió en Marca como un desagravio: «ninguno creímos a Relaño cuando pasó esto y ahora sí». Ahí sentí una gran satisfacción: eso sí había sido así. No es mucho, pero…

¿Llegaste a pensar que incluso podría haber dinero por medio?

Eso es otro nivel. Pensaba que era un agradecimiento de Villar a Laporta por el tema de aquellas elecciones contra Gerardo González, pero nunca pensé algo a este nivel. A los árbitros tampoco tienes que decirles mucho, porque ellos ya saben por dónde va el aire. Y como hablábamos antes, hay muchas formas de influir, como el tema de mandarte halcones en casa o palomas.

Con eso ya lo van viendo. No hace falta que pites un penalti fuera del área, basta con que en las tres jugadas dudosas que hay en un partido falles para un lado para que, por lo menos, si no pasa lo que les gustaría que pasara, no haya sido culpa tuya.

Pasa también en los Mundiales: en estas competiciones nunca se han equivocado contra Alemania, Italia, Brasil o el anfitrión, salvo que alguno de estos tres se haya enfrentado precisamente contra el equipo de casa. A nosotros nos han fastidiado siempre en los Mundiales, menos precisamente en el de España que nos pitaron un penalti fuera del área. Acuérdate de Corea, el codazo de Tassotti a Luis Enrique, el gol de tijereta anulado a Adelardo contra Brasil en 1962 o el de Míchel en México contra Brasil que no dieron… Ya te digo que no se trata de hacer ningún disparate, pero en caso de duda se hace como conviene. Y como en un partido hay un montón de jugadas dudosas…

Quitaste a la chica de As.

Sí, la mantuve un tiempo después de llegar, pero la acabé quitando. La chica del As apareció en su día prácticamente como un elemento progresista, fíjate. Estamos hablando de los últimos años del franquismo, cuando el cuerpo era pecado en sí y esto era un cierto grito de libertad, se asociaba a que hacían deporte -la primera fue Concha Velasco, que decía «contamos contigo», decía los deportes que hacía, saltaba en cama elástica y se tiraba en paracaídas-, pero luego fue degenerando. Aunque era una tradición de As que conservé mucho tiempo, empezamos a tener quejas de instituciones, sobre todo de izquierdas, y finalmente la quité.

Mientras estás en As, pasan siete directores por Marca. ¿Cómo se ve desde la acera de enfrente?

Con cierta satisfacción, porque les íbamos comiendo terreno. Me he llevado bien con todos y con algunos muy bien.

¿También con Eduardo Inda?

Él fue con el que menos trato tuve, pero sí que tuve una relación buena con todos ellos y sin ningún conflicto.

Alfredo Relaño

Hablábamos antes de Ramón Mendoza cuando estabas en El País. Cuando estás en As el presidente del Real Madrid es Florentino Pérez.

Al principio nuestra relación fue medio mala, pero luego muy buena. Él llegó a comer en mi casa, no sé si fue un día de Nochebuena o Nochevieja, junto a mi hermano, los tres matrimonios. Me llevaba bien con él e incluso recuerdo que estábamos un día en un cóctel, en Prisa teníamos la duda acerca de si sacar un periódico nuevo o comprar el As, yo tenía dudas y tanto él como Delkáder me dijeron que era mejor comprar el As. Incluso me dio una visión profesional, pues poner un periódico nuevo, aunque As sólo tuviera 80.000 ejemplares, era complicado.

¿Y él se metía mucho?

Llamaba con todo. Hasta para decirme que por qué Pedro Pablo le había puesto un dos a Figo y por qué no un tres. Pero eso lo hacía en El Mundo y en todos los lados. De muy buenas maneras, pero era muy pesado.

¿Por qué se empieza a romper la relación?

Con Mourinho, sobre todo a partir del día que se puso aquello de: «Tu dedo nos señala el camino». Mourinho, curiosamente, es un tío con el que nunca pudo. Florentino tiene muchos huevos para cualquiera, y es lo bueno que tiene, pues el Madrid va como pasaba con Bernabéu, marcando el paso de la oca.

Sin embargo, con Mourinho se rajaba. A él le gustan los entrenadores que son capataces cabrones, es una pulsión de empresario que tiene. Si ve que los futbolistas están contentos con el capataz, a él le enferma. Sin embargo, sólo le ha ido bien con Del Bosque, Zidane y Ancelotti, que son de ese palo. A partir de ahí empezó la cosa poco a poco hasta que acabamos.

¿Quién dejó de hablar a quién?

Él a mí. Y además me puso una demanda que perdió clamorosamente. La demanda fue por un absurdo, una cosa en la que no tenía la menor razón. Hubo un tiempo en el que corrió la bolilla de que fichaba para conveniencias de ACS. Fue cuando vino James, Navas

Eso lo publicó bastante gente y hubo incluso una pregunta de un socio en una Asamblea del club. En una entrevista de dos dobles páginas en As al economista Gay de Liébana, él mencionaba eso. Pero eso no fue titular en ninguno de los dos días en que se publicó la entrevista, salía por el medio.

Eso, él lo juntó con un artículo mío cuando se fichó a Keylor Navas en el que yo elogiaba al portero y ponía de pasada algo como «más allá de las contratas o no contratas que pueda ofrecer su país de origen, tema tan en boga ahora». Juntó eso con lo otro, dijo que eso era una insidia lanzada por el As y montó una demanda que en primera instancia ganó pero en la Audiencia perdió clamorosamente.

¿Se puede ser madridista pero criticar la labor de Florentino? Porque a ti se te ha tildado de antimadridista.

Será él. Si hablas mal del Gobierno, no es porque estés en contra de España, sino que no te gusta tu Gobierno o algunas cosas de tu Gobierno.

Antes una portada o una columna podían provocar un seísmo, algo que ha cambiado. ¿Qué futuro ves al papel?

Muy malo. Cuando yo llegué, el Marca vendía una media de 500.000 y el As estaba en 85.000 y en el mejor momento conmigo llegamos a 233.000 con Marca todavía por encima de 300.000 aunque había bajado… y ahora me parece que estamos los dos en 40.000.

Es una supervivencia un poco para estar ahí, se compra cada vez menos, todos hemos dado la información gratis en las webs y hay una acumulación de información digital, nuevos blogueros y youtubers, además de extensión en las televisiones, que antes no había.

Cuando empezó Canal+, hace muchos años, era un momento en el que los telediarios prácticamente no tenían deportes: daban alguna noticia y fuera. Por esos mismos años empezaron José Ribagorda y JJ Santos a hacer una cola de deportes consistente que luego copió todo el mundo y ahora los telediarios tienen muchos minutos de deporte.

Con esto te digo que la información circula por todos los lados, es difícil que le cuentes a alguien algo que no sabe. A esto hay que sumar que comprar el periódico es un hábito que se ha perdido cada vez más. Empecé a vivir aquí hace prácticamente treinta años y recuerdo que, al principio, en la urbanización iban los chavales jóvenes a la piscinita con su Marca y algunos con el As.

Ahora, en la generación de mi hijo, que tiene treinta años, ninguno compra nunca un periódico deportivo. Eso se ha ido y yo ahora no sé dónde podría comprar un periódico en esta zona, un quiosco que estaba justo ahí ya está cerrado y no sé si quedará algún sitio abierto en el que hacerlo.

Internet lo cambió todo.

Esto nunca lo he llegado a consumir, me pilló un poco de través y no me convenció mucho. Le vi varias ventajas, pues por ahí puede expresar todos los medios: escrito, hablado, tener relación con la gente, tiene una extensión mucho más allá y puedes meter televisión… pero todo eso siempre lo vi desordenado. Y para mí ha acabado convirtiéndose en una cosa utilitaria para buscar documentos o leer cosas lejanas, pero no me terminé de hacer a ello, por lo que no lo hice con gusto.

Aparte, aparecía cuando yo entré en As y lo urgente era reparar la difusión en papel, que digamos que era la cuestión que hacía sobrevivir la empresa, pues por lo otro no se cobraba. Por otro lado, yo siempre he sentido una desconfianza hacia los datos de difusión, hay unos tíos que ponen unos algoritmos y luego los cambian… nunca se me hizo el cuerpo a eso.

Tampoco es que dejara el periodismo por eso, pero siento una satisfacción en que mi biografía profesional haya coincidido con la época del periodismo que me gustaba. Esta situación de ahora no está produciendo una buena deriva, provoca prácticas que no son buenas como el clickbait para atraer a gente, tratar de poner lo que a la gente le va a gustar más que lo que tú crees que es más profundo o más importante, un cierto desaseo en la ortografía… todo eso me ha provocado que lo mire con una cierta duda, y creo que no está siendo bueno.

Alfredo Relaño

También han cambiado la forma de consumo de la información y los contenidos.

Ahora prima lo rápido, lo de bote pronto, cosas que no están cuidadas e incluso lo que halaga al consumidor y le refuerza en sus fobias o sus filias. Todo va un poco a eso, aunque es cierto que el tiempo al final te va superando, queramos o no las épocas cambian y tenemos el cuerpo más hecho a los tiempos anteriores que a lo que viene: eso es inevitable.

A todas las generaciones les parece peor lo que viene que lo que había, pues no te sientes tan cómodo. Hay una obra de teatro muy buena sobre el tema de los Lehman Brothers que vi en el teatro del Canal y había uno que decía que «envejecer es como irse a vivir al extranjero». Ves que las cosas van siendo un poco distintas, ya no son tus cosas y ya no es el chándal que llevas puesto con el que estás cómodo.

Todo lo de alrededor es un poco distinto, lo miras con curiosidad, pero no te es familiar. Evidentemente, esto es inevitable para cualquiera y es posible que lo que me pasa a mí con el periodismo de nuevas tecnologías sea un poco eso. Pero verdaderamente, observo y veo que no está haciendo ningún bien a la calidad del periodismo y tampoco a su explotación industrial. No hemos sabido cómo cobrar por eso y parece que tan solo The New York Times ha conseguido atinar, invirtiendo mucho, porque tenía un poderío enorme, pero de los medios clásicos, casi todos lo están pasando mal.

Escribes una crónica de la victoria de España en la final del Mundial antes de disputarse.

La tienes que leer: la verdad es que es cojonudo. No la había vuelto a leer y cuando la vi nuevamente me he sentido contento. ¿Sabes por qué la hice? Pensaba que iba a ganar España y quería disfrutar del momento, el pitillo después del polvo. Hombre, si hubiera perdido España no se hubiera podido publicar, pero entonces no hubiera tenido ninguna gana de disfrutar de ninguna sobremesa. Lo dejé hecho antes de irme y únicamente lo sabía el director adjunto, que era Elortegui, y Roncero, al que se lo dije allí.

También hiciste otra muy recordada, la del 12-1 a Malta en 1983. ¿Cómo cambió el periodismo en esos casi 30 años entre las dos piezas?

Muy para bien. Hubo muchos fenómenos. Hay uno muy importante paralelo entre Marca, El día después y El Larguero que es presentar el deporte como una cosa bonita, feliz y con los jugadores convertidos en héroes. Todo eso forma parte de un movimiento de limpieza, espectacularidad y novedad en el que los futbolistas prácticamente comenzaron a transformarse en estrellas de Hollywood, estrellas saliendo con modelos y en nada parecidos a las figuras de antes.

El periodismo, digamos, se hermoseó mucho. En cuanto a que es la representación del espectáculo bonito, un mundo de héroes. Luego, también se futbolizó más, pues la libertad de transmisiones trajo más fútbol, pues si ves el primer número de As, que sale en el ’67, en la portada prácticamente no hay fútbol: estaba Sombrita, que había combatido; Santana, porque habíamos eliminado a Sudáfrica; y abajo hay una llamada con entrevistas a Bernabéu y Calderón.

Precisamente tú entrevistaste a Santiago Bernabéu, le preguntaste si había más putas en ese momento o antes y él te respondió algo así como que siempre había hecho mucho gasto en ese «mercado» y se había puesto a unos precios tremendos.

Sí, todavía la tengo por ahí. Eran cien preguntas en las que repasaba muchos temas. Luego, cuando la he visto, casi me he avergonzado.

Hablábamos de cómo ha cambiado el periodismo, pero el fútbol… hemos pasado de celebrar una clasificación para una Eurocopa a ganar un Mundial y llevarnos la última Eurocopa.

Es mucho mejor ahora. Se juega mucho, más y mejor. Al venir más medios y más interés real al fútbol, más campos de entrenamiento y un largo etcétera, se ha notado el interés que tiene el país por cultivarlo. Somos un país que tiene muy buen tiempo, y sitios con buen clima y dinero hay muy pocos: están España, California y pocos lugares más. Normalmente, cuando hay dinero llueve y hace mal tiempo; pero cuando hay un buen clima, no hay un duro.

España es un lugar favorecido por la creación y dentro de todo lo que ha subido todo el deporte, en el fútbol se ha notado: tenemos muy buenas academias de jugadores, que por cierto el primero que la montó fue el Real Madrid con Santiago Bernabéu, ya que los primeros jugadores de piscifactoría -por mucho que se hable de Lezama- nacieron cuando se creó la ciudad deportiva. Aquellos yeyés con Grosso, Velázquez, De Felipe y Serena. Había cuatro jugadores del Real Madrid campeones de Europa en aquel equipo. También hemos tenido unas grandes selecciones desde hace tiempo: primero fueron sólo las juveniles y luego ha ido cuajando a todas las categorías.

Alfredo Relaño

También el femenino. ¿Lo ves mucho?

No lo consumo por falta de tiempo, pero sí la selección. Me encariñé con la selección que ganó el Mundial porque me pilló con una neumonía doble en Oliva y estuve internado justo lo que duró el evento. Lo estuve viendo, me pareció muy bueno y recuerdo todos los partidos: aquel 4-0 contra Japón, los goles de Olga Carmona en las semifinales y la final, cómo descuelga el balón Cata Coll en el último momento ante Inglaterra… pero si te digo que veo los partidos de liga, te engañaría.

El fútbol femenino lo jaleé mucho desde el As, pues me parecía muy importante y consideraba que era un asalto final de las mujeres al reducto último de la masculinidad. Todavía no son muchas, pero son bastantes más que antes y el porcentaje de fichas ha subido significativamente.

Esto es algo que me parece muy bueno, pues he convivido con tiempos en los que las mujeres que han querido jugar al fútbol lo han pasado muy mal, se las ha llamado «chicazo» y estaba muy mal visto incluso en la propia familia. Mira en los primeros tiempos, la sección femenina, que cuidaba el desarrollo de la mujer y el deporte, lo desaconsejó gravemente: era partidaria del voleibol, la gimnasia o el baloncesto.

Intuyo que no estás a favor de la Superliga.

No le veo ninguna necesidad y me parece que es un deseo de Florentino. Él ha ido haciendo lo que ya hizo Bernabéu.

¿Crees que Florentino Pérez se ha mirado mucho en el espejo de Santiago Bernabéu?

Absolutamente. No ha hecho nada que no hiciera él antes. Bernabéu ya hizo un estadio, un equipo galáctico… aunque también alguna cosa más, pues implantó el baloncesto en España, estuvo en la creación de la Copa de Europa, hizo la ciudad deportiva. Lo que Florentino ha hecho muy bien es poner aquello a limpio, pues después de setenta años había cosas que mejorar.

Lo último con el estadio me parece un alarde innecesario, pienso que no le va a salir bien y creo, con todo lo que nos cuentan, que las cuentas no deben estar saliendo. Por eso tiene que vender ahora el 49% del club a quien sea diciendo que es una manera de que los socios manden más.

Pero ese hipogeo que ha dado forma para hacer cosas, creo que no se ha movido desde las navidades. Tanto que los conciertos no daban dinero y no eran para nada, desde que no se celebran no se ha hecho otra cosa. Ahí se ha hecho una barbaridad tecnológica–faraónica para que eso se pudiera subir y bajar, hacer cuatro cosas al tiempo y tener activado el estadio 365 días al año, pero yo creo que se ha pillado los dedos.

La Superluga fue una idea egoísta que al principio era una liga cerrada para dieciséis, de los cuales fueron solo doce y casi todos se quitaron enseguida. Luego lo fue modificando a otra cosa y él consigue hacer ver que eso existe todavía para no confesar que ha hecho el ridículo.

Dijo Perón que se puede regresar de todo menos del ridículo y él ha hecho un ridículo muy grande con eso. Tiene a ese alemán, que es un muñeco guiñol que sale de vez en cuando del cajón y dice algo cada poco. La Superliga no le interesa a nadie, todos están jugando en otro lado de acuerdo con la UEFA. Busca tíos ahora que quieran ir contigo en vez de con la UEFA.

Es un intento de NBA sin ser NBA.

Lo que sucede es que la NBA nace en un espacio como es un país que tiene otras costumbres, no todas las cuales deban ser imitables. Aquí, los chicos de dieciséis años no tienen un kalashnikov para ir al instituto y ametrallar a siete.  Aquí no hay setenta y cinco millones de personas que voten a Trump. A cada uno le gusta lo que le gusta.

También está el tema de la multipropiedad.

Es un tema que no me gusta. Es difícil luchar contra eso, hay unas cautelas que toma la UEFA pero son fingidas, como por ejemplo que no hay traspaso entre ellos. A Savinho no le ha traspasado el Girona, pero era del Troyes, pasa por ahí y acaba en el Manchester City. El Leipzig y el Salzburgo son del mismo pero funge como si Red Bull no es propietario de uno de ellos sino espónsor aunque pone todo el dinero… son cosas muy complicadas de seguir.

Ya pasaba, y yo había escrito de eso, cuando Jorge Mendes tiene siete jugadores en el Atlético de Madrid y otros siete en otro equipo y se enfrentan, que ha pasado, ¿qué sucede? Pues en esos chicos manda más Mendes que el Atleti o el Galatasaray, pues su vida depende más de él. ¿Y si Mendes te dice que dejes pasar al 7 porque lo quiere vender y a ti entonces te ponen en la Premier? Eso no hay Dios que lo controle.

Sin embargo, mi gran preocupación en este momento no es esa, sino el reglamento, me tiene espantado. Todo este tema de ahora es mano, ahora no… todo esto me disgusta cada vez más y me parece inaplicable. ¿Cuál es la ocasión clara y manifiesta? Pues para Roncero es una y para Gaspart, la contraria.

Siempre que pienso en qué partido me hubiese gustado estar diría aquel entre Inglaterra y Hungría. ¿Tú cuál me dirías?

Inglaterra-Hungría, exactamente, el partido del siglo. De hecho, tengo una entrada que me dio Maldini, la tengo pegada a la pared. Enmarcadita y pegada a la pared.

También me hubiera gustado estar en el Argentina – Inglaterra de México.

Ese lo vi, estuve ahí, pues ese Mundial lo hice yo para El País. Y te diré algo, lo del gol de Maradona no vimos nada, ni que lo metió con la mano. Lo juro. Ni en la sala de prensa ni en ningún lado. Cuando acabó el partido, como lo estaban repitiendo todo el rato, en la rueda de prensa alguien le preguntó, yo estaba allí, y cuando dijeron «ha marcado con la mano» él dijo sí, con la cabeza de Maradona y la mano de Dios.

Alfredo Relaño

Hablando con Pumpido, él me comentaba que nada más ver cómo recibía la pelota del Negro Enrique, sabía que Maradona iba a marcar. ¿Daba esa sensación desde el campo?

Lo cierto es que cuando la cogió en el campo, sí se veía que iba a marcar. Vi aquella arrancada, que se iba yendo e iba a pasar a Burruchaga o a Valdano… pero se los iba quitando y a partir de evitar al tercero ya veías que la jugada la culminaba él.

¿Y tú jugador favorito?

Di Stéfano empatado con Pelé. Le vi jugar dos temporadas completas en el Madrid, nada más, y luego fue al Español. Pero bueno, ya estaba mayor. Sin embargo, sé lo importante que fue porque lo decían todos los compañeros: él hacía de Casemiro, Zidane y Ronaldo el gordito en un solo jugador. Porque él estaba por todo el campo y luego metía un gol por partido. Era un gran goleador.

Tú escribiste aquellas memorias suyas junto a Enrique Ortego: «Gracias vieja». ¿Cómo era él en las distancias cortas?

Muy impaciente. A las buenas muy bueno, a las malas se marchaba; se aburría. En realidad era tímido y se ponía brusco cuando no se sentía cómodo con algo, pero muy ocurrente hablando y buen conversador para hacer una sobremesa desde la comida hasta la cena. Además tenía una memoria prodigiosa, era una delicia. A mí me trató siempre bastante bien, yo creo que por llamarme Alfredo, pues me decía «tocayo». Le debí caer en gracia, siempre me llamaba «tocayo» desde que yo no era nadie, mandaba a todo el mundo a tomar por culo y a mí por lo menos me atendía.

Hablaba con un colega de la profesión sobre ti y me dijo que iba a entrevistar al periodista deportivo que más ha influido en la historia de la profesión en España. ¿Te ves así?

Sí. No me gusta decirlo, pero sí. Además, se lo dije un día a Maldini, pues él comentó en una entrevista que había sido Butanito: él fue el más influyente en un momento dado a la hora de poner o quitar un entrenador. Así que creo que sí, que el que más ha influido he sido yo, pues digamos que el periodismo que se hace ha evolucionado a eso que yo promulgué, mientras que lo del Butanito, felizmente, se ha ido achicando y prácticamente no existe. Ahora ya llega la era digital y eso es otra cosa.

24 Comentarios

  1. Julio César

    Otro, al igual que García y De La Morena, que no tiene abuela. Es increíble que igual que él dio la oportunidad a muy buenos comunicadores (Robinson, Daimiel, Maldini) le dio cancha a otros absolutamente indignos (el propio De La Morena, Roncero, Pedrerol…). Mejor que se jubile del todo.

    • Pues de acuerdo con usted. Es un periodista muy bueno, pero un tanto fatuo, agrandado. No me convence, nunca me gustó del todo. Sabe de fútbol, pero hay otros que saben más de su deporte. Por ejemplo, Antonio Daimiel y el baloncesto.

  2. Empezamos la entrevista con la palabra «costado», palabra omnipresente en cualquier periodista moderno

    • Era justo un guiño por el tema del neolenguaje de la prensa del que hablamos después 🙂

      • Ah, es verdad, no lo habia pillado. Y veo que lo pusiste entre paréntesis, jaja. Deberías hacer un articulo especial. Ahora se llega a oir «saque de costado» en vez de saque de banda, o «cambio de costado » por cambio de lado en el segundo tiempo.

  3. Abel Hasvir

    Es y siempre fue un impresentable, faroleando de que le pegó a García, al que siempre llama por el apodo lo cual demuestra que es un tipo vanidoso, rencoroso y mal educado. En realidad sabe que la deriva horripilante del periodismo deportivo actual es producto de su visión. Triste motivo de orgullo para este señor que no perdona sus contiendas pasadas.

  4. Muy casposo, y encima taurino, penoso personaje este Relato.

  5. Personaje que no ha sabido evolucionar.

  6. Muy casposo, y encima taurino, penoso personaje este Relaño.

  7. Cada vez a más gente nos gusta más el modelo NBA , con 6 campeones diferentes en los últimos 6 años, y mucho control y equilibrio financiero, donde hay que ajustar mucho y hacer las cosas muy bien para tener opciones, y no el deporte europeo, donde todo se reduce, a que los que más pasta tienen fichan a los mejores jugadores de los que menos pasta tienen, y siempre ganan las ligas los mismos 2 o 3 equipos, y el resto están solo para rellenar.

    • Pero si la NBA está inmersa en una crisis de audiencia terrorífica…

    • Quería ver escrito lo que pienso. Es curioso, que el país símbolo del capitalismo, EE UU, de lecciones de Deporte e Igualdad a una Europa decadente, injusta y aburrida también en el Deporte.

  8. Dime de que presumes y te diré de lo que careces.
    Ha tratado con muchos personajes del fútbol pero ha aprendido poco es un medianias.
    García les daba sopas a todos con diferencia.

  9. Presumen de cargarse a García y tuvieron que juntar a un equipo de más de 10 personas para superarle.

  10. Hablar de que si se bebía o se fumaba mucho en las redacciones es una bajeza.

  11. Agustín Serrano

    La entrevista es un ejemplo de extraordinaria eficacia, lo desenmascara por todos lados. Con lo del Madrid y los árbitros es algo amnésico, porque ya el legendario presidente Santiago Bernabéu criticaba a los árbitros públicamente. Que como entidad deportiva el Real Madrid sea, de toda la vida, el rival a batir por cualquier equipo no significa que sea el modelo o el líder en limpieza, honor o conducta ética, pues en eso ni en recibir ayudas, ningún club puede presumir. Y, por otra parte, no llamar por su nombre a un mito (con sus muchos defectos) del periodismo futbolero de este país, es de poca educación y más aún con tantos años pasados. Incluso De La Morena y José María García firmaron la paz hace tiempo. Puedo entender que Relaño, con mucho, la mejor pluma de la prensa futbolística de España, no quiera ni cruzarse con García, que nunca podrá ocultar su comportamiento en aquella época tan salvaje, pero «spamear» lo de Butanito denota una inesperada inmadurez.

  12. Jose Andres

    Alfredo Antonio y de tercero debe ser Narciso, porque el señorito no puede ser más ególatra. En realidad ni ha aportado nada al periodismo (únicamente que escribe muy bien, eso sí), ni ha revolucionado nada (las transmisiones reconoce que se las copió a Canal + Francia), ni ha descubierto a nadie (Robinson ya hizo el mundial 90 con TVE y lo bordó). Profundamente antimadridista a pesar de lo que él y coleguis puedan decir. Un «madridista» al que no le gustaban Mendoza, Florentino, Sanz, Beenhakker, Mourinho, Floro… muchos jugadores, la propia entidad, vamos que muy madridista no se le ve al repugnante éste. En realidad, esa sí ha sido su aportación al periodismo de este país, un ejército de redomados antis como Segurola, De la Morena, Maldonado, Pedrerol, Lama…, pero de eso no presume Alfredete.

  13. Decepción. Siempre me ha caído bien Relaño. A pesar de que haya muchas cosas en las que no opino como él. Pero en un periodismo actual de gritos me parecía un tipo con cierta clase. La entrevista le hace poco bien. Ya hay ciertos temas en los que no está muy elegante pero que se refiera reiteradamente a José María García como Butanito me parece de pésimo gusto por mal que te pueda caer.

  14. De José María García han salido todos los periodistas deportivos de este país incluido la envidia

  15. Paco Rivero

    La entrevista es una delicia y deja a Relaño bastante mal parado por culpa de su ego. No cabe duda que en ese cambio en el que los futbolistas como bien dice pasaron a ser parte un sistema hollywoodiense, los periodistas también se convirtieron en personajes mediáticos y es ahí donde perdieron también la imparcialidad que deberían tener. Creo que al igual que sucede con otros gremios como los cocineros estrellas, los periodistas deportivos creen ser mucho más importantes de lo que son. El maravilloso 12-1 de España a Malta narrado por José Angel de la Casa no hubiera necesitado a nadie más para narrarlo. Es insufrible ver un partido con un narrador, dos ex jugadores, el otro que conoce a los futbolistas de Ruanda y el que te dice cuantos córner saca por partido fulanito y cuantos con la pierna izquierda. Un horror.

  16. Nunca me gustó Relaño y esta entrevista me lo confirma. Antipático, ególatra, insidioso… Recuerdo de sus tiempos en el país una serie de artículos donde pronosticaba la inevitable decadencia del RM y el imparable ascenso del FCB. Semanas más tarde, debutó en Cádiz un tal Emilio Butragueño y el Madrid ganó cinco ligas consecutivas.

  17. William Munny ATM

    A”Butanito” como usted dice no le llega ni a la suela de los zapatos. García sería un mafioso pero era un periodista independiente, y la prensa antideportiva actual no es más que la voz de su amo, Florentino Pérez. Son ustedes un atajo de cobardes pusilánimes al servicio del mandrilismo.

  18. Pingback: Ramón Calderón asumió la presidencia del Real Madrid en 2006 tras unas polémicas elecciones, logrando dos títulos de Liga y enfrentando una constante presión que lo llevó a dimitir en 2009. Abogado de larga trayectoria y aficionado madridista desde

  19. En la sección de Cultura de Abc, hace no muchos lustros, había un personaje que solía llegar después de comer con una kurda de campeonato.

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