Análisis táctico

De Helgueras y Mbappés… ¿Quién falló en la configuración de «Los Galácticos»?

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Helguera, junto a Raúl y Morientes, celebra la Copa de Europa de 2000 ante el Valencia (Foto: Cordon Press)

A propósito de la llegada de Mbappé al Real Madrid, en un acto reciente de LaLiga y DAZN, dijo Helguera que hay que tener cuidado con la confección de los equipos, ya que en el Madrid de los galácticos «falló el equilibrio. Muchos jugadores hacia arriba y luego el ida y vuelta no era tan fácil. Yo, que era defensa, con esos jugadores, sufría para defender». Clásico asunto en la historia del pensamiento, lo de que la culpa es del otro.

No obstante, la opinión de Helguera es también la memoria general sobre el fracaso de aquel equipo. Aún hoy, no es extraño escuchar que el Madrid encuadrado entre 2002 y 2006 es el claro ejemplo de que juntar estrellas no significa ser un buen equipo. Sin embargo, también podría ser que el Madrid de los galácticos no fracasara por los galácticos, sino que la causa principal estuviera en el resto de titulares, concretamente los encargados de las labores de contención, entre quienes se cuenta el propio Helguera.

Para argumentarlo, puede ser tomado como referencia un caso contemporáneo a aquel Madrid: los equipos dirigidos por Bianchi. Relacionado con la afirmación de Helguera, en una entrevista para El Confidencial, Zahinos, centrocampista titular del Atleti de Bianchi, explicó que «la idea del técnico era hacer un juego partido: los cuatro defensas más los dos pivotes para defender y los cuatro de arriba con libertad para atacar. Cuando uno de los laterales se incorporaba, los otros tres defensas debían quedarse. También uno de los centrocampistas, que solía ser yo. Él pensaba que con una línea de cuatro más dos se podía defender lo suficientemente bien como para que el resto tuviese libertad en la parcela ofensiva».

Esa idea fue con la que Bianchi consiguió varios títulos intercontinentales inmediatos a su llegada a la Liga en 2005. Con la que su Boca derrotó al Madrid y al Milan campeones de Europa. Y también fue la que los técnicos que dirigieron al Madrid de los galácticos pretendieron llevar a cabo. Entonces, es posible preguntarse si fue el equilibrio entendido de manera que «cuidado con muchos para atacar y sólo unos pocos para defender», referido por Helguera como algo insostenible, lo que no funcionó. O si quizá aquel Madrid tuviera, en realidad, otra clase de desequilibrio que lo imposibilitara.

Zidanes y un banquillo de pavones

Tras los fichajes impactantes de Figo en 2000 y Zidane al año siguiente, se veía que la política de Florentino Pérez iba a reportar éxitos pero también costaría mucho dinero. «Florentino tuvo claro que el Madrid era un equipo para genios», recordó para el documental Pavones el entonces director deportivo Valdano, refiriéndose a los galácticos.

Figo (Foto: Cordon Press)

Una vez conseguida la Champions en 2002, desde el club surgió un concepto enfocado a construir algo dominante sin descompensar la economía. Fue denominado Zidanes y pavones. El presidente lo sintetizó así, en una asamblea de 2003: «Tenemos un proyecto deportivo estable y profesionalizado, basado en dos pilares: la incorporación de grandes jugadores y nuestra cantera».

No cabe duda de que era ilusionante imaginar un Madrid conformado exclusivamente por los más grandes talentos, de un lado, y la más sincera identificación, del otro. Sin embargo, por bien que sonara, aquel proyecto tuvo deficiencias de base que acabaron por condenarlo.

La primera fue que la plantilla del Madrid, tal y como expresó Solari en El País, eliminaría «la clase media, el tejido de sostén de los equipos que juegan tres torneos al año». Solari, como Helguera, McManaman o Morientes, eran clase media de calidad, futbolistas ideales para tener mucha participación en ese equipo sin llegar a ser titulares de jerarquía.

Al respecto, Valdano contó en ESPN que le gustaba «Márquez, pero en aquel momento la cartera no daba para defensas. Sólo contratábamos galácticos, y esos juegan de mitad de campo hacia delante». La galaxia era ofensiva y, dentro de ello, también restrictiva. Así se demostró en 2004, cuando el fichaje del Barça Davids, mediocampista que había sido fijo en las alineaciones de dos de los mejores equipos de Europa durante una década, fue calificado por el propio Valdano como «un jugador de brega, un luchador del centro del campo. Pero no es un galáctico porque no tiene la calidad suficiente para colocarlo en un lugar reservado, en el que si ubicaría, por ejemplo, a Ronaldinho».

En segundo lugar, el término pavones supuso que los canteranos, por el mero hecho de serlo, tendrían muchas oportunidades de jugar en el primer equipo. En enero de 2003, dijo Valdano que «esperamos subir quince jugadores de la cantera para el final de la temporada que viene».

No es difícil de entender que, marcándose ese tipo de objetivos desproporcionados, el que pretende convertirse en mejor equipo del mundo acabe por formar plantillas anticompetitivas. Promocionaron así muchos jóvenes, a la estela de Pavón. El banquillo lo ocuparon jugadores como Borja, Rubén, Miñambres, Núñez o Portillo, que disfrutaron incluso de algunas titularidades.

«La venta de Solari al Inter entra dentro del proyecto de Zidanes y pavones. Solari está por detrás de Zidane y corta la proyección de nuestro internacional Raúl Bravo», explicaba Valdano. El equipo se deshizo de relevos tan válidos como Morientes, «a quien Portillo resta protagonismo», según el director deportivo, y así debilitó la rotación.

Como evocó Valdano años después, conceptualizar ese proyecto de tal manera supuso que hubiera un abismo «entre las estrellas de la plantilla titular y los jugadores del banquillo». Pero el problema fundamental estuvo en lo que aquello supuso para las alineaciones titulares.

Se va Hierro y Helguera gana peso

Veterano y en trifulca con la directiva, el zaguero eterno Hierro marchó a la Premier en 2003. Aseguró entonces Valdano que no tenían «pensado fichar a ningún central. La primera oportunidad irá para los chicos de la Ciudad Deportiva y, si no cumplen, se pensará en soluciones alternativas».

Raúl Bravo (Foto: Cordon Press)

Ese mismo mercado salieron Makélélé y Flavio Conceição, centrocampistas de altísimo nivel titulares en aquel momento, firmándose sólo a Beckham para adecuarlo a una zona de volantes en la que, a causa de las bajas, se mantuvo el joven Cambiasso.

Comenzó una campaña 2003/04 donde ya no estaba Hierro y Queiroz dejó pronto de confiar en Cambiasso, entonces Helguera adquirió galones que por dimensión futbolística no le correspondían. Ahora, si Helguera ejercía como zaguero, no era el acompañante funcional de Hierro, a resguardo tanto del malagueño como de los internacionales Conceiçao y Makélélé.

Toda vez que, cuando actuaba de primer volante, tras él se ubicaba una pareja compuesta por Raúl Bravo, Pavón o Mejía. «Estoy convencido de que la situación me benefició», reflexiona Pavón, para El Periódico de España. Su tándem con Raúl Bravo, impelido por las circunstancias, se volvió casi indiscutible.

Ese fue el primer Madrid con Helguera como referente de una estructura defensiva que trataba de ser la mejor de Europa. El equipo donde fueron verdaderamente importantes los pavones, canteranos cuyas trayectorias, hoy se conoce, demuestran que nunca tuvieron nivel suficiente para el rol titular que les tocó ejecutar.

«Ganamos la Liga y nos quedamos fuera de la final de Champions porque fallamos un penalti en Turín. Se prescindió de Vicente y de Fernando (…) y a partir de entonces el equipo empeoró muchísimo en resultados», recuerda Pavón en la citada entrevista, incidiendo en lo importante. Un Madrid que, alineándose los mismos galácticos (Roberto Carlos, Zidane, Figo, Raúl y Ronaldo) que habían ganado Liga, Supercopa de Europa y Copa Intercontinental pocos meses atrás, sólo alzó la Supercopa de España.

El desequilibrado Madrid galáctico

Tras la caída, se habló mucho del ego de la estrella, argumento habitual cuando no se alcanzan las razones futbolísticas. Sin embargo, Pavón asegura que todos los galácticos «eran grandes compañeros, muy majos. Lo más importante era que en ese vestuario no había gente conflictiva».

A diferencia de la crítica, Valdano analizó la situación correctamente y se la transmitió a Florentino. Juntos vieron que el problema no estaba en la vanidad. Tampoco en el equilibrio según lo entiende el afectado Helguera. Detectaron que el centro de zaga y la posición de pivote se mostraban impropias para la élite.

Pavón (Foto: Cordon Press)

Que igual que los muchos atacantes eran grandes y complementarios futbolistas (comprueben ustedes las complementariedades de Beckham para Raúl, este para Zidane o Ronaldo, Roberto Carlos para Zidane, etcétera, que eso da para otro artículo, ¡son magníficas!), también tendría que serlo el resto.

No había que prescindir de los mejores futbolistas ofensivos del momento, recapacitaron, sino invertir en defensores que ganaran los duelos a ras de césped, bloquearan los centros laterales (lo que no hizo Helguera en la derrota de la final copera contra el Zaragoza, ni en numerosas ocasiones) o los despejaran (lo que no consiguió hacer Mejía ante Morientes en la eliminatoria perdida contra el Monaco), se posicionaran bien y causaran impresión a los delanteros rivales. Defensores centrales que permitieran un armazón serio en esa forma de tres más uno usada por Queiroz, Remón y Luxemburgo, evitando que cada contraataque rival acabase en una clara ocasión de gol. ¡Lo que aquel equipo necesitaba era un equilibrio de niveles!

«Si el canterano que entra no es mejor que el jugador que sale, no tienen por qué jugar canteranos. En el Madrid tienen que jugar los mejores», reflexión el canterano Núñez en el mencionado documental. Valdano y Florentino concluyeron que así, sin futbolistas de altura en cada sector del campo, no había manera de ganar títulos. Por lo que dejaron a un lado su equivocado invento y acudieron al mercado para intentar solucionarlo.

Sin Vieira ni Woodgate se agota la idea

Además del galáctico Owen para competir a Raúl un puesto en la delantera, el Madrid firmó a Samuel y Woodgate como zagueros. Estuvo a minutos de cerrar a Vieira, otro galáctico al estilo de Davids, pero el francés se decantó por mantenerse en el Arsenal. «Tuve la oportunidad de fichar por el Madrid, pero no me decidí», recordó en Fiebre Maldini. Valdano se quedó a las puertas de conseguir a Vieira y probablemente ahí cambió la historia: de un Madrid campeón a uno que se desintegra.

Sin el destacado pivote ni alternativa que lo igualara, el equipo volvió a empezar la temporada con una confección defectuosa, incrementándose los inconvenientes al lesionarse Woodgate de gravedad y dimitir Camacho. Luxemburgo llegó en diciembre y matizó la propuesta de Remón. «Mi equipo siempre empieza en rombo, pero luego se convierte en un 4-2-2-2 en ataque. También se ve el dibujo 3-4-3, porque un lateral se incorpora arriba», expuso. Sobre esa estructura, pidió a los jugadores de última línea que no se adelantasen demasiado y así aprovechó más a Samuel, central tan contundente como lento, y el equipo encadenó victorias ligueras.

Makelele (Foto: Cordon Press)

No obstante, el brasileño exigía que le ficharan a un volante que diera verdadero equilibrio -ya saben, de calidades-. Pero hubo de conformarse con otorgar minutos a un inapropiado Guti, al canterano Borja y a Gravesen, futbolista mediocre que llegó en invierno para hacerse con la titularidad. Al Madrid sólo le dio para ser segundo en una Liga dominada por el Barça de Rijkaard, que ya se postulaba como futuro campeón de Europa.

El Madrid se desgalactiza

Después de dos cursos sin resultados, desde 2005 los galácticos marcharon. Primero fueron Figo, Owen y Samuel, señalado por muchos. Sin ellos persistieron los problemas, habida cuenta de que el único refuerzo para los tres puestos marcados fue Pablo García, otro mediocentro limitado.

Con dos galácticos menos y los implicados Baptista y Robinho en sus lugares, curiosamente el Madrid volvió a acabar la temporada en blanco. En 2006 se despidieron Zidane y Ronaldo, justo el año en que el equipo se reforzó con Cannavaro y Emerson para el frente defensivo. Acababa así un equipo que tuvo todo para ser legendario pero malinterpretarlo lo destrozó, llevándose consigo al presidente.

Mbappé no será el problema

En La pasión según Valdano. Reportaje al fútbol, el hoy comentarista deportivo contó que «lo peor fue cuidar que el proceso de transformación no afectara a valores esenciales. Si el núcleo del fútbol es siempre el mismo y los márgenes se han ensanchado, es muy importante marcar bien las fronteras. El problema es cuando el negocio pisa la cancha y empieza a provocar distorsiones».

Esa esencia del fútbol a la que se refiere Valdano dicta que tan importante es el nivel de los atacantes como el de los defensores. En su desatención estuvo la distorsión fundamental de aquel Real Madrid. Para su siguiente proyecto junto a Florentino, esta vez como director general, Valdano contrató a Cristiano Ronaldo o Benzema pero también a Xabi Alonso o Carvalho. Y fue el inicio del equipo más ganador de la historia.

Pablo García (Foto: Cordon Press)

Diga lo que diga Helguera, hoy el merengue puede estar tranquilo con la futura unión de Mbappé, Vinicius y Rodrygo, ya que atrás el Madrid dispone de Militao, Rudigër, Alaba o Tchouaméni. Sólo habrá de preocuparse cuando la marcha de Kroos o Modric quiera ser cubierta de manera que no sea fichando en su lugar a otros grandes futbolistas creativos, dignos acompañantes de Valverde, Bellingham y el resto de galácticos. Algo que no parece que esta vez, con el astuto Florentino ya escarmentado, vaya a suceder.

5 Comentarios

  1. Bueno, entonces hubo equipos mejores, el Barça y sobre todo el Valencia. Parece que el artículo hecha toda la culpa a Helguera, cuando el verdadero culpable es el tal Valdano, un tipo que con su lenguaje ha engatusado a muchos pero al que se le ven las costuras por todos lados…no tiene ni p.i. de fútbol, cosa que demostró con creces como entrenador.

  2. Este artículo se me ha quedado pegajoso en las pupilas, tal es el exceso de azúcar que exuda la
    hagiografía que se marca el Sr. Roldán: de haberlo leído en tiempos de papel, la revista se me habría caído literalmente de las manos tras el shock hipoglucémico.
    Resumiendo, que es gerundio: Helguera es un «tuercebotas» que no ha asumido que el fracaso en títulos de los «Galácticos» se debe fundamentalmente a su falta de talento, al igual que todas las «medianías» de la cantera que subieron por aquel entonces, y básicamente, la nómina de galácticos era irreprochable, muy buenos profesionales, grandes compañeros y mejores personas.
    La planificación deportiva fue irreprochable y fue el pusilánime de Vieira quién impidió que el firmamento brillara como merecía aquella Galaxia.
    Ah, y como dijo el inefable Butragueño, el señor Florentino Pérez es un ser superior (esto es algo que ya teníamos claro todos los ciudadanos de bien de este país, pero nunca está de más un imprescindible artículo como éste para refrendarlo).

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  4. Menudo esperpento de artículo… largaron a Del Bosque y fue como quitar el tapón de la bañera.

    Floren lo entendió tarde, pero lo entendió. Anceloti, Zidane, Zidane, Anceloti. Cuatro Del Bosques, con esos ha ganado, el resto un ridículo tras otro.

    Vicente, su estilo, eso es lo que funciona en el Madrid. No hay más.

  5. Cada equipo tiene su «entrenador tipo» que encaja a la perfección. En el Madrid son los «ex-jugadores de élite conciliadores» (M. Muñoz, Del Bosque, Zidane, Ancelotti). En el Atlético por ejemplo parece que funcionan mejor los entrenadores con carácter más volcánico) tipo Luis Aragonés o el Cholo.
    Por eso creo que Xabi Alonso al Madrid y Klopp al Atleti funcionaría mil veces mejor que al revés.
    El Barsa por otro lado parece que sólo funciona con entrenadores del «estilo Barsa», holandeses o españoles. Arteta por ejemplo, creo que encajaría muy bien.

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