Economía

FIFA, 120 años tomando parte siempre por el poderoso y el tirano

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Joao Havelange con Videla (Foto: Cordon Press)

A lo largo de la historia, el fútbol ha sido utilizado como herramienta para viralizar muchas causas políticas, pero también para apuntalar regímenes dictatoriales. Hay multitud de ejemplos del primer caso, como por ejemplo la selección que montó el Frente de Liberación Nacional de Argelia para mostrar al mundo su lucha por la independencia. Sin olvidar a la selección de Euzkadi, que con sus giras por México o la URSS recaudaba fondos para el Gobierno Vasco durante la Guerra Civil o la Democracia Corinthiana, que generó conciencia en los años 80 durante la última fase de la Dictadura militar brasileña.

Pero lo que estamos viviendo actualmente no es eso. Las dictaduras de Oriente Medio utilizan el fútbol como elemento de blanqueamiento. Por ejemplo, Mussolini buscaba mostrar al mundo aquella supuesta perfección del deportista fascista italiano. Llegó a comprar mundiales, pero terminó colgado cabeza abajo por los italianos que no cumplían las características de lo anterior.

Las monarquías absolutistas del Golfo no quieren demostrar ninguna superioridad racial ni física, simplemente, con su perfil bajo, mostrar al mundo una cara amable que tape toda la oscuridad que hay detrás de sus regímenes.

Con este panorama nos encontramos en el verano de 2023. Con equipos punteros de medio mundo perdiendo a sus estrellas porque una de las dictaduras más salvajes de este mundo ha querido superar a sus vecinos y allanar el camino para celebrar más pronto que tarde un Mundial de fútbol. Arabia ha sabido medir los tiempos como nadie. Incluso «dejó» que Qatar actuase de parapeto ante el mundo. Una vez pasado el Mundial de 2022, ya nadie se acuerda de si en Qatar había esclavitud, si se respetaban los derechos de las mujeres o si el país rezumaba racismo en cada rascacielos.

Ese filtro y esa posibilidad de que el mundo occidental rechazase el lado oscuro de las monarquías absolutistas del Golfo recayó en los qataríes. Los mismos que decidieron comprar un equipo de fútbol en la capital de Francia y que ni UEFA ni nadie les pusiera freno para pasarse por el forro una y mil veces las leyes del Fair Play Financiero.

Otro tanto había pasado años antes con la entrada de la casa real de Emiratos Árabes Unidos en el Manchester City. Después de soltar dinero a dolor y comprar clubes por todo el globo terráqueo, aceptamos con normalidad que el actual campeón de la Champions sea propiedad de un estado dictatorial donde se usa a menores extranjeros como jinetes de camellos, donde la disidencia política está penada con la cárcel y donde la población con antepasados africanos no puede acceder a la educación.

Ganaron. Les dimos el poder y lo cogieron ¿Y por qué se lo dimos? Porque la maquinaria del fútbol estaba a punto de colapsar. Los salarios, los traspasos y las comisiones a agentes que actuaban como víboras llevaron al mundo del fútbol a tener que abrir los brazos a todo tipo de inversores. Daba igual de donde viniese ese dinero. Podía ser un oligarca ruso que se dedicaba al tráfico ilegal de armas como la casa real de cualquier tiranía oriental.

Aquí buena parte de culpa tuvo el fútbol inglés. Inglaterra siempre abrió los brazos al dinero más sucio que podamos imaginar. Que si esclavistas con fortunas procedentes de la Sudáfrica del Apartheid, que si aristócratas «blancos» huyendo de la Revolución de Octubre del 17 y, posteriormente, a todo tipo de magnates procedentes de Medio Oriente con ganas inmensas de blanquear el dinero. Vamos que a Marinakis, dueño del Nottingham Forest, le pillaron en 2014 en el puerto de El Pireo un barco con más de 2 toneladas de heroína. Y no pasó nada. Que su padre Miltiadis fuese diputado de Nueva Democracia en los 80 seguro que tuvo algo que ver.

Evangelos Marinakis (Foto: Cordon Press)

Esa necesidad de millones y millones nos llevó a entregar el fútbol a semejantes maulas y con ello blanquear inconscientemente actividades delictivas de todo tipo. Con todo ese trabajo sucio ya de base, Arabia Saudí simplemente tuvo que ejecutar el plan. Primero, asomó la cabeza en la Premier comprando el Newcastle, un histórico en horas bajas que necesitaba como el comer una inyección de ese tipo. Esa gente siempre se aprovecha del resto cuando están en la mierda. Una maniobra muy habitual en determinados movimientos políticos.

Y no pasó nada. Que en 2018 el mismo hombre que compró el club, hubiese ordenado el asesinato de un periodista disidente con el régimen no fue ningún problema. Qué nos importa a nosotros, en Newcastle o en cualquier ciudad europea, los problemas que tengan allí. En el fondo esto es cierto, culpar a la clase obrera de la mierda que está comprando clubes es totalmente injusto.

Y sin querer o queriendo, fuimos normalizando que lo peor de nuestra sociedad fuera haciéndose incluso dueños de nuestros sueños. Nuestra felicidad dependía de ellos. Nos tienen cogidos por los huevos, porque saben que pueden darnos esa «felicidad futbolística» a corto plazo. La dictadura árabe no es tonta, será de las más asesinas de este mundo, pero tonta no es.

Incluso el último movimiento de retirarse de la carrera por el Mundial del 2030 tiene ese componente de prudencia que tanto ha caracterizado a los saudíes en el mundo del fútbol. Ya llegará, pero sin levantar animadversiones. De hecho ahora van a centrar toda su atención en conseguir organizar la Exposición Universal de ese mismo año en Riad.

Lo siguiente será armar una liga potente, pero no con el objetivo primordial de que suba el nivel de los jugadores locales. Esa fórmula quedó descartada ya con las experiencias de Qatar o China. El objetivo no es ese, sino blanquear aún más el régimen ¿Pero cómo va a ser una dictadura tan mala si juega allí Cristiano Ronaldo? Pues eso.

Al punto de que incluso se permite el lujo de tantear fichajes de algunos de los mejores jugadores del planeta que se encuentran en su prime más alto, como Bernardo Silva. Esto no es la liga de Qatar en los 2000 fichando a Hierro o a Batistuta al borde la jubilación. Aquí van con todo y la FIFA actúa como siempre, porque podemos hacer un análisis histórico de todas las ocasiones en las que se tuvo que posicionarse políticamente y FIFA siempre eligió el lado del tirano.

Yo qué se, ¿os imagináis que un país invade a su vecino y se lo anexiona? En marzo del 38, la Alemania Nazi entró en Austria y llevando a cabo el famoso Anschluss convirtió a su antiguo vecino en una provincia alemana llamada Ostmartk. Ese mismo verano se celebró el Mundial en Francia con Alemania como participante de lujo, sin sanción y con los fichajes de jugadores austriacos que habían sido semifinalistas en 1934. Algunos se negaron como fue el caso de la estrella Sindelar, que poco después aparecería muerto misteriosamente en su casa.

Pero no fue ni mucho menos la única cacicada de la FIFA. La fase de clasificación para el Mundial de México 74 contaba con un Play-Off entre dos campeones de grupo de UEFA y CONMEBOL. El día 26 de septiembre de 1973 la URSS recibió en el Estadio Central Lenin de Moscú a la selección chilena. Habían pasado tan solo 15 días del Golpe de Estado de Pinochet organizado y financiado por el presidente norteamericano Nixon. A la FIFA le importó un carajo que el presidente democrático Salvado Allende hubiese muerto y que la nueva junta militar hubiese iniciado una caza contra toda persona afín a ideales democráticos. Porque no solo fueron perseguidos partidos de izquierda, sino también gente cercana a la democracia cristiana.

Tras el empate sin goles en suelo soviético tocaba jugar el 21 de noviembre en el Estadio Nacional de Santiago, que se había convertido desde el golpe militar en el centro de detención y tortura más grande del país. La FIFA realizó una investigación ante las críticas del resto de países, pero que se podía esperar de una organización dirigida por un racista confeso como Stanley Rous. Un tipo que se pasó media vida pidiendo la participación de la Sudáfrica del Apartheid en los mundiales. Algo que tan solo le frenó el interés en contentar al resto de federaciones africanas y así obtener sus votos. Ni siquiera el hecho de que el Apartheid hubiera dado el poder a los holandeses frente a la supremacía británica de años anteriores.

Sheikh Mansour, propietario del Manchester City, junto a su gerente Khaldoon Al Mubarak (Foto: Cordon Press)

Por lo tanto, la FIFA organizó un paripé en el que la presencia de 7.000 presos políticos en los bajos del estadio pasó «desapercibida» para los supuestos investigadores. Aquel día 21 el rival no se presentó ni tampoco se abrieron las grandes alamedas. La selección de Chile saltó al campo sin rival, probablemente obligados para ocultar los más de 3.000 asesinados oficiales  que se cobró la dictadura de Pinochet, unido a los cerca de 50.000 detenidos o torturados. La FIFA dio la victoria a Chile por 2-0 y de paso el billete al Mundial. Sigan, sigan. Total, si había sido cosa de Kissinger no podía ser tan mala idea.

Pero todas estas barrabasadas no terminaron ni mucho menos con la derrota de Stanley Rous en las elecciones a la secretaría general de la FIFA en 1974. Más que nada porque entró el hijo de un traficante de armas como Joao Havelange, afín a la dictadura militar que reinaba en Brasil desde el 64. No le vamos a cargar la culpa de la elección de Argentina como sede del Mundial del 78, ya que tuvo lugar en 1966. Casualmente una semana después del Golpe de Estado contra Arturo Umberto Illia, que dio lugar a la dictadura militar conocida como «Revolución Argentina». Pero si le podemos hacer cómplice de su celebración ya que tan solo dos años antes Videla había dado otro Golpe de Estado.

Perón había muerto en 1974 y su última esposa, la filofascista Isabelita Perón había allanado el camino para otra junta militar. Con su socio, el ministro López Rega dirigió la organización paramilitar Triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que había causado más de mil muertes en solo 3 años. Este caldo de cultivo puso en bandeja el golpe Videla y la creación del Proceso de Reorganización Nacional, que trajo la desaparición de cerca de 30.000 personas, de nuevo con el visto bueno del amigo Kissinger.

¿Y qué hizo la FIFA? Como siempre, nada.

Bueno, realmente sí que hizo. Incluso dejó que el dictador Videla fuese quién entregase la copa de campeón de Passarella. Quizá sea la imagen que mejor muestre lo que verdaderamente es la FIFA Cosas del «Proceso».

Pero ni mucho menos esa postura cercana a las tiranías se quedó ahí anclada en la Guerra Fría como si la Operación Cóndor fuera parte contratante de la FIFA. Tenemos otro caso bien sangrante en la fase de clasificación para el Mundial de 2010. El que ganamos, si.

Corrían tiempos revueltos por Palestina tras las elecciones parlamentarias de 2006, que habían dado la mayoría en el congreso a Hamás. Sí, ese partido político financiado y aupado por Israel y la organización de extrema derecha egipcia Hermanos Musulmanes y convertido en grupo terrorista para disgregar y deslegitimar la causa palestina y la OLP de clara tendencia izquierdista. Su poderío se asentó sobre todo en Gaza, donde las fuerzas de ocupación israelí cometían más atrocidades.

Esto desencadenó una ruptura de relaciones entre Hamás y la Autoridad Palestina, dirigida por Fatah el otrora partido de Yasser Arafat, secular y de izquierda. A raíz de todo esto se sucedieron enfrentamientos entre afines a cada bando por ambas franjas palestinas lo que provocó que el partido de ida de la primera ronda de clasificación para el Mundial se tuviera que celebrar el 8 de octubre de 2007 en suelo qatarí.

Joseph «Sepp» Blatter, suspendido como presidente de la FIFA por presunto fraude y falsificación (Foto: Cordon Press)

La vuelta se debía jugar en Singapur el 28 de octubre ¿Problema? Israel había bloqueado Gaza y no daría pasaportes a ningún jugador para poder abandonar la franja. Esto afectaba a muchos jugadores importantes como el portero Ramzi Saleh o los centrocampistas Ibrahim Al-Suwairki, Ismail Al-Amour y Ahmed Keshkesh.

La Federación Palestina de Fútbol pidió a FIFA reprogramar los partidos hasta que Israel levantase la categoría de zona hostil a Gaza y levantase el bloqueo, incluso de suministros, que sufría la franja desde septiembre de 2007. FIFA pudo posicionarse de cualquier manera. Pudo aplazar el partido, forzar a Israel a destensar la situación con la ayuda del fútbol o cualquier medida que hubiese dado algún tipo de valor a esas soflamas antirracistas e inclusivas que venden en cada Mundial. Porque sí, entre Israel y Palestina no solo hay un problema político si no también un componente de limpieza étnica al más puro estilo Alemania en los años 30 ¿Y qué hizo FIFA? Dar el partido por perdido 3-0 a Palestina. Mismo perro distinto collar. Ya sea Blatter, Havelange o el puñetero Stanley Rous.

Pero no queda ahí la cosa, en esa misma fase de clasificación, pero en Oceanía, pasó algo similar y con anterioridad. Por tanto, había un precedente. La última ronda de clasificación, que fue la OFC Nations Cup, enfrentaba a doble vuelta a Nueva Zelanda, Vanuatu, Nueva Caledonia y Fiji. La primera jornada debería enfrentar a Nueva Zelanda y Fiji en casa de los primeros, el 13 de octubre del mismo año 2007.

A finales de 2006 había tenido lugar un golpe militar en Fiji, el cuarto de su historia desde 1987. El suego del portero, Simione Tamanisau, fue uno de los golpistas que apoyó a Frank Bainimarama en el derrocamiento del gobierno y la posterior persecución a disidentes. Por dicho motivo, las autoridades migratorias de Nueva Zelanda le negaron la visa para entrar en el país ¿Qué hizo la FIFA? Esta vez sí, suspender el partido y programarlo con posterioridad en suelo fijiano. Vamos, que encima Fiji jugó sus dos partidos contra los neozelandeses como local.

Con todo esto podemos ver cómo la FIFA siempre que ha tenido que tomar una decisión importante e intentar cambiar las cosas en el mundo, ha acabado tomando parte siempre del poderoso y del tirano. Por lo tanto, no va a hacer nada para controlar los desvaríos financieros y organizativos que están teniendo lugar actualmente en el fútbol saudí.

No va a hacer nada porque FIFA y UEFA dependen directamente del dinero que llevan insuflando durante la última década desde las monarquías esclavistas del Golfo. No pueden hacer nada porque ya le entregaron nuestro fútbol hace años y porque las comisiones que se darán en las próximas elecciones como sedes mundialistas llenarán los bolsillos de todos los que manejan el deporte.

Porque solo buscan mantener el tren descarrilado de la industria del fútbol el mayor tiempo posible. Hacía años que no había una candidatura tan interesante para un Mundial como la de España y Portugal. Buen clima, buenos estadios, grandes aficiones, buena comunicación con el resto del mundo… Pues ya nos han colado un tercer miembro dentro de la candidatura, que deslegitima totalmente la propuesta de dos países democráticos como España y Portugal.

La designación tendrá que ser con la inclusión de la dictadura marroquí que a la FIFA le importa un pepino si oprime al pueblo saharaui o de si en su país hay garantías democráticas. No olvidemos que FIFA jamás ha hecho nada por facilitar a la República Árabe Saharaui Democrática su acceso al mundo del fútbol y que con ello logren canalizar su lucha y su causa a través del deporte más importante del mundo.

Sería repetitivo seguir enumerando ejemplos para demostrar el racismo y clasismo sistémico que lleva ejerciendo la FIFA prácticamente desde su fundación. De hecho, que la liga saudí provoque una fuga de talentos quizá le debería preocupar más a la UEFA, porque se están llevando a jugadores que aún están en buen momento como Edouard Mendy, Riyadh Mahrez, Fabinho, Roberto Firmino, Jota, N’Golo Kanté, Marcelo Brozovic, Rubén Neves, Kalidou Coulibaly, Sadio Mané, Alex Telles, Malcom, Milinkovic-Savic, Jordan Henderson y los que siguen sonando y faltan por llegar.

Cristiano Ronaldo, con el Al Nassr, en una rueda de prensa en Japón (Foto: Cordon Press)

También hay que remarcar que los futbolistas no buscan trascender en nada. Qué le costaba a Benzema volver a Lyon, jugar allí un par de años y quedar como un señor. Incluso a un multimillonario Cristiano Ronaldo colgar las botas en el Sporting de Portugal o yo que sé, en el Nacional de Madeira.

Al final son líderes, son gente que genera corrientes. Que bonito sería que todos los cracks se retirasen en el equipo que les dio la oportunidad de ser profesionales y así crear una influencia tan grande que el resto de jugadores siguieran el mismo camino y que mismamente Iniesta se dejase de andar por el mundo y se pusiera una última vez la puta camiseta del Albacete. Ese gesto generaría más albacetistas que cualquier ascenso.

Pero no, ellos son parte importante de que el mundo del fútbol se haya convertido en todo lo que no queríamos que se convirtiese. Y por mucho que se tense la cuerda, nada va a cambiar. Prueba de ello es su capacidad de veto para impedir que nadie, ningún país, pueda reivindicar los derechos LGTB en los grandes torneos masculinos o femeninos. No soy aceleracionista, ni en el fútbol ni en nada, así que no creo que esto lleve a que la burbuja acabe reventando a corto plazo y el fútbol volviendo al punto de partida, al menos a los años 80.

Si alguien puede cambiar esto son los propios jugadores, pero viendo el rumbo que lleva la sociedad capitalista en general dudo mucho que haya algún jugador que decida cambiar las normas. Ojalá vuelva un fútbol donde los clubes puedan retener a sus estrellas frente a los cocos del mercado. Y que, a poder ser, no se deba a que sea propiedad de un caco con dinero de sobra para bañarlos en oro, sino porque las cosas hayan cambiado de verdad, los clubes tengan independencia económica y el dinero no sea el único punto importante en la decisión de un futbolista.

En este mundo neoliberal que vivimos, nadie más que la pelota podría cambiar tanto las cosas, pero de momento seguimos jodidos, porque como ya dije antes siguen siendo los dueños de nuestros sueños. Y con ese poder van a seguir haciendo lo que quieran. No hay nada en este mundo tan valioso como controlar la ilusión de la gente. Por tanto, el presente es de lucha, el futuro…veremos.

4 Comentarios

  1. Gracias, Manuel, por este maravilloso artículo. Tan, tan necesario.
    Saber es poder. Nunca dejemos de luchar!

  2. Pingback: Cuando yo era joven todo esto era campo y había pretemporadas

  3. Interesantísimo artículo Manuel! Un análisis concienzudo de la mafia que controla el fútbol. Controlando el fútbol se controlan las corrientes de pensamiento y se domina a las masas. Ánimo y sigue con estos artículos muy esclarecedores y que tendrán influencia seguro. Un placer leerte.

  4. Pingback: Las selecciones de Israel y Palestina, su conflicto alrededor del balón desde 1928

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