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Tote: «Había partidos en los que Lopera decía que no íbamos a ganar porque la Bruja Lola había puesto unas velas»

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Han pasado diez años del encuentro que tuvimos con Tote. Fue una pieza del Madrid de los Galácticos. Salía cedido y volvía y volvía a salir cedido. Formaba parte del desequilibrio que el analista Javi Roldán encontró en esa plantilla. Sin embargo, su caso era el más complicado de todos los jóvenes que aterrizaron en ese equipo, lo que él tenía por delante no lo ha tenido nadie. En la charla no eludió ninguna pregunta y habló con la visión periférica que da el haber estado allí, en lugares privilegiados, aunque no fuese el protagonista. 

Tote (Madrid, 1978) tuvo una carrera con altibajos. Tuvo sus oportunidades en el Madrid, pero no le quedó otra que hacer las maletas y recorrer la piel de toro. Conoció la sensación de ser «The next big thing» y la de tratar de enmendar su carrera en segunda. Lo que cuenta demuestra algo que ya sabemos o intuimos pero que no se repite a cámara superlenta y llena portadas.

En el fútbol, como en cualquier otro trabajo, no vale solo con ser bueno, también hay que caerle bien al jefe o al amigo del jefe, y viceversa. Además de, sobre todo, tener suerte. Mucha suerte. Y este, el del balón, es un mundo donde no sobran vanidades, ambiciones, amigos de lo ajeno y orgullos ridículos. De todo esto queremos hablar con Tote. Su defensa de que el fútbol debe pertenecer a los futbolistas no deja de tener interesantes extrapolaciones.

Comentabas hace unos minutos cuánto te gusta Madrid.

Tengo madriditis. Sé que culturalmente es malo, porque no se puede ser tan limitado, pero soy muy de Madrid. Me parece que es la ciudad perfecta. Nací en Aluche, un barrio al lado de la Casa de Campo, que es un barrio humilde, pero fui muy feliz, para mí es como si fuera de lujo. Tuve grandes amigos, una infancia muy buena. Así que me considero un privilegiado. Vengo de una familia normal, en Aluche no podía andar por la calle a partir de cierta hora, pero nunca me ha faltado de nada.

¿Cómo empezó el fútbol en tu vida?

En un equipo de mi barrio, el San Bruno, lo había fundado mi padre con unos amigos. Luego se juntó con un club más importante y conocido, que tenía equipo en Tercera, y pasó a ser Los Yébenes-San Bruno. Entré en Benjamines y jugué unos años hasta que, como compartíamos campo con el Atlético de Madrid, me vio José María Ollas y me fichó para los alevines. Él me metió en el fútbol.

Mi padre nunca se dedicó a esto ni nadie de mi alrededor. De hecho, no seguí el fútbol por televisión hasta la etapa de Luis Aragonés con Schuster, Futre y Manolo. Mis primeros recuerdos son la final de Copa contra el Madrid en el Bernabéu, la del 0 a 2. En aquella época mi ídolo era Futre. Iba con un pase todos los domingos al Calderón y fue el jugador que más me marcó por su personalidad, porque era un ganador, me maravilló.

Aunque antes no era como ahora que puedes ver cualquier partido y seguir a cualquier jugador juegue donde juegue. Yo me centraba en el Atlético de Madrid. Y lo que más me duele, lo que me mata, es no tener recuerdos de ver a Maradona. No le vi en su plenitud. Ahora, con más edad y más perspectiva, pienso que fue un jugador inalcanzable.

¿Qué tal tus primeros pasos en la cantera?

Para un niño era espectacular pasar del equipo del barrio al Atlético de Madrid. Fue un salto muy grande. Entrenábamos en el Cotorruelo. Nos daban botas, las Puma de Lobo Carrasco. ¿Sabes lo que era tener tus botas propias en tu cajita para un niño de doce o trece años? Y no recuerdo nada en especial, aparte de que ganamos la Liga, solo que me hice muy del Atlético de Madrid.

Fíjate que en el Real Madrid he estado diez años en la cantera y dos en el primer equipo, pero ir al Calderón me marcó para siempre. Mis sentimientos nunca han cambiado. De hecho, cada vez soy más del Atlético.

Por ahí andaba un tal Raúl.

Raúl jugaba en el Infantil A y yo en el Infantil B. También estaba Cubillo, Miguel Santaelena y muchos más que desgraciadamente no han llegado. No tuve una relación de amistad con Raúl. Nada más allá de entrar juntos al Cotorruelo cuando la gente de San Cristóbal de Los Ángeles venía en el metro y nos encontrábamos.

Éramos unos críos, él un año mayor que yo. Y su fútbol solo lo veía cuando jugaba antes que mi equipo o después, pero con esa edad no te fijas en si alguien destaca. No decías que nadie era un fenómeno. Lo único que el equipo donde jugaba él, que lo entrenaba De Paula, el que dijeron que lo descubrió, hizo récord de goles. Pero en general nosotros jugábamos y no teníamos más pensamiento que terminar, comernos un bocadillo e irnos a casa. Era puro disfrute.

Hasta que Jesús Gil fulmina esas categorías de la cantera.

No sé por qué lo hizo. Era un gasto mínimo comparado con el fichaje de un jugador. Se cargó todo de Cadete para abajo. Dejó los tres juveniles y el Atlético de Madrid B. Una pena muy grande, yo no me quería mover de ahí. Nos dijeron que fue por presupuesto, pero tenía que ser mentira porque la cantera no cuesta un duro. Me molestó bastante.

No obstante, pronto me llamó una persona, Paco de Gracia, a decirme que el Madrid me quería. Me fui con Raúl, el hermano de Alfredo Santaelena, Baena, un lateral izquierdo,y Javier Rey, que era de los mejores amigos de Raúl. Creo que éramos cinco los elegidos.

El Real Madrid, desde el primer día, fue un shock. Si en el Atlético te ibas a hacer una prueba y había cuarenta niños, en el Madrid había quinientos. Era una selva. Pensabas que no te quedabas ahí ni de coña. Si en la prueba llegaba uno mejor que yo me iba fuera, no se casan con nadie.

Y la putada fue que el día antes de mi prueba en el Madrid, un amigo me hizo una zancadilla jugando al fútbol-sala, que era algo que yo compaginaba, cuando acababa un partido me vestía y me iba a jugar otro. Me caí, me di con un bordillo y me rompí un trozo de rótula.

Al día siguiente tenía la rodilla hinchada como un melón. Y aquí es donde yo tengo tanto que agradecerle a Vicente del Bosque, que llegó y me dijo que el Real Madrid asumía mi lesión y me fichaba igual. Fueron ocho o nueve meses de baja. Me dijo: «me da igual la lesión, te vamos a curar, te vas a recuperar y luego veremos». Por eso le tengo tanto cariño. Fue un fenómeno conmigo.

¿Qué recuerdo tienes de Del Bosque como responsable de la cantera del Madrid?

Vicente del Bosque entraba a las nueve de la mañana a la Ciudad Deportiva del Real Madrid y se iba a las diez de la noche. ¡Todos los días de la semana! Él no veía vídeos, veía todos los partidos en directo. Por ejemplo, estaba en la Ciudad Deportiva, cogía un coche y se iba a ver un partido.

Volvía, cogía otra vez el coche y se iba a ver un partido a las cuatro de la tarde a Alcalá de Henares. Otra vez volvía y otra vez cogía el coche para irse a San Fernando porque jugaba un benjamín a las ocho de la tarde. Así estaba de lunes a domingo.

Del Bosque podrá tener sus defectos, como todos, pero que digan que no es madridista me parece una auténtica vergüenza. Se desvivió por el Madrid. Tienes una conversación privada con él y flipas. Te cuenta cosas de gente que no te acuerdas, luego llegas a casa y dices: «¡coño! Es verdad, el pibe este que jugaba en tal sitio».

El caso es que me pusieron al doctor Herrador, me recuperé muy bien, jugué y me quedé. Vicente me dijo que no tenía prisa conmigo. Y otra cosa que luego cumplió, demostrándome que era un hombre de palabra, me dijo: «Vas a jugar en todos los equipos de la cantera del Madrid hasta llegar al primero. No te voy a pasar del Cadete A al Juvenil A, no lo voy a hacer nunca».

Y así fue. No sé por qué quiso tener tanta paciencia conmigo, pero lo hice todo por orden: «Cadete A, Cadete B, Juvenil C, Juvenil B, Juvenil A, Madrid C, Madrid B y primer equipo». No me mintió nunca.

Muchos se estropean por dar un salto más grande de la cuenta en la cantera.

Tenía un compañero que recuerdo que sí, que le pasaron del Cadete al Juvenil, que se saltó dos equipos y murió ahí deportivamente. Luego jugó en equipos de Madrid en Tercera, pero no llegó ni al Real Madrid B. A mí, en cualquier caso, me jodía que mis compañeros saltasen al Juvenil B y yo, con Sestelo y Tena, nos fuéramos al C.

Un día reventé. Porque cuando eres pequeño te crees que eres muy bueno y fui y le dije a Del Bosque, que estaba reunido con los demás entrenadores, que yo no firmaba. Me cogió y me dijo: «piénsalo, vas a ir al C, no al B, pero es lo mejor para ti, te lo digo yo, así que piénsalo». Le hice caso, aunque se quedó loco con que un niño le saltara así. Siempre me trató con respeto y con la verdad por delante. Para mí eso es suficiente, luego al final el que juegas eres tú y si lo haces mal, pues es que no vales.

Recuerdo que hace un par de años jugué en Santander con el Racing. Del Bosque estaba allí y se encontró con mis padres. Fue muy cariñoso con ellos, y no tenía por qué, venía de ser campeón del mundo, pero lo fue. Si te preguntan qué es el Madrid, es eso. Ese trato personal. Algo que no se puede perder y lo está haciendo.

El club ha sido nombrado el mejor del siglo XX, no hace falta que tenga necesidad desesperada de ganar títulos. Ya ha sido el más grande. Pero el trato humano siempre ha sido espectacular y tiene que seguir siéndolo. Hoy por hoy [2013] no veo que lo sea, no reconozco a ese gran club en el que me formé.

Lo bonito de estar en la cantera de un club como el Madrid es que un día te pasa, como nos ocurrió, que apareció Maradona. Estaba comiendo en De María, le apetecía pegar unos tiros a puerta y se vino a la Ciudad Deportiva. Cogió a Tello, que era el portero de mi equipo, el Juvenil B, y le estuvo tirando toda la tarde. Todos nos pusimos en la grada a verlo. Luego se hizo fotos con él. Y, tronco, tenía a uno que le limpiaba el sudor. Un pavo que iba con una toalla detrás quitándole el sudor de la frente. Pero qué talento tenía, madre mía de mi vida…

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Raúl en la cantera fue disparado hacia arriba.

Bueno. Cuidado. Yo le escuché a Raúl una frase, se la dijo a nuestro amigo común Javier Rey, yo estaba delante. Cuando se acababa la temporada, la gente iba cagada porque te decían qué iba a pasar al año siguiente. Eran unos nervios horrorosos, como ir a los exámenes. Los padres lo pasaban fatal también, todos. Te decían que o continuabas o que te ibas. Y en una de estas, en la Ciudad Deportiva de la Castellana, Raúl estaba de Sub 19 y nosotros en el Juvenil B, Javi le preguntó qué tal y contestó: «Estoy cagao, creo que me echan».

No sé por qué lo diría. Lo sentiría. Así que Raúl, estando en la cantera, nos dijo que estaba cagado porque pensaba que lo echaban. Hasta que llega Valdano él pasa una etapa confusa. Luego Ángel Cappa empezó a montar un entrenamiento todos los jueves con una selección de canteranos [Era una costumbre que Ángel Cappa y Ángel Félix ya habían puesto en marcha en Boca Juniors cuando estuvieron con Menotti y de ahí en una temporada salieron jugadores como Diego Latorre, Walter Pico o Soñora, N.d.r] y así descubrieron a Raúl, a Guti, a Álvaro, a García Calvo, a Rivera.

No sé si se volvió a hacer después de Valdano. También me contaron, aunque no sé si será verdad, que Raúl quiso volver al Atlético cuando no estaba bien en la cantera y Miguel Ángel Gil le dijo: «el que se ha ido, no vuelve». Pero esto me lo contaron. Yo no lo sé.

¿Cómo diste el salto?

Era más pequeño que Raúl y todos esos. Con el primero con el que entrené fue con Capello. Luego me iba a ir de vacaciones en verano a Gijón con unos amigos, habíamos alquilado una casa y me llamaron para decirme que Camacho quería que hiciera la pretemporada con el primer equipo. Camacho se fue porque algo quería y no se lo dieron, y vino Hiddink, pero me quedé igualmente.

Para mí aquello fue increíble. Pasar de ver por televisión a esos jugadores, que acababan de ser campeones de Europa en Amsterdam, a la convivencia. No fue el día más feliz de mi vida, pero fue muy bonito. Estaban los grandes, Roberto Carlos, Suker, Redondo… Aunque el trato era, no sé, no era distante, pero por ser joven no iban a estar dándome todo el rato abrazos en la oreja, no sé si me entiendes.

En esto del fútbol hay algo de lo que la gente no se da cuenta: cada uno tiene su estatus y defiende su puesto. No hay más historia. Tú llegas de fuera, de la cantera en mi caso, eres un competidor y ellos van a lo suyo. Cosa que me parece bien. En el comedor si había un sitio me decían que me sentara, pero en el campo iban a lo suyo.

Y me di cuenta fue de que no estaba preparado para luchar con ellos. No estaba preparado mentalmente. Para ser jugador del Real Madrid no hace falta solo jugar bien, hay que tener mucha personalidad y muy desarrollada. Hay que ser un ganador y yo no tenía esa madurez. Raúl en esto tenía la cabeza mejor que todos los demás. Era ganador, atrevido, no se amedrentaba con nadie, a nadie le miraba desde abajo pensando que era más que él.

Así lo logró, ahí está su mérito. Yo no estaba preparado, me faltaban muchas horas de rodaje. Sin embargo, tienes todo esto y luego tienes a Guti, que en un partido de la cantera le sacaron, se regateó a cinco y a puerta vacía chutó fuera a propósito para ir y decirle al entrenador «ahora, la próxima vez no me saques» (risas).

Yo es que era un chico apegado a la familia. Nunca había tenido un solo problema. Siempre tuve todo lo que quise, nunca tuve que buscarme la vida. No es lo mismo uno que ha pasado hambre que uno que ha crecido en la comodidad. A él se le ha agudizado más el ingenio. A estos tíos que llegan a España se les nota la comodidad que no han tenido.

Si desde pequeño no necesitas nada, te compran las zapatillas que quieres, vas a un colegio de puta madre, nunca te falta dinero en el bolsillo, pues te crea una sensación de confort que es lógico —yo no lo critico— que en el mundo del fútbol, con toda la presión que hay, no venga nada bien. Un tío que ha pasado hambre quiere conseguir algo que no tiene, yo ciertas cosas ya las tenía.

No te voy a decir que de gente que esté acomodada y sus padres les hayan dado todo no va a salir jugadores con una gran ambición. Los hay, pero lo lógico es que esos que han pasado carencias de niños tengan algo más que tú no tienes. Eso me ha pasado a mí. Nunca he tenido esas ganas, esa necesidad.

Nunca me he encontrado en una situación en la que tenía que hacer algo o si no me iba a morir de hambre. Jugara bien o mal, siempre tenía a mis padres, sin ser millonario tenía mis necesidades cubiertas, y otros jugadores no. Han tenido que jugar bien para conseguir cosas en la vida. Cuando estás en una carrera tan competitiva esa diferencia se nota mucho. Para mí cada partido no era un examen. Yo iba a… ¡olé! A disfrutar.

Mira a Eto’o, que llegó a Madrid en chanclas y bermudas, con una camiseta de tirantes, no sabía ni dónde aterrizaba ni qué temperatura hacía. Nunca creí que fuera a llegar donde llegó, sí que le veía que iba a ser un buen jugador, le veía condiciones, pero no pensé que fuese a serlo de todo un Barcelona y todo un Inter.

O Congo, que vino de Colombia con un sueño y lo cumplió. Este en cambio era feliz con cualquier cosa. Nunca pensó en su vida que debutaría con el Real Madrid y lo logró, por eso siempre ha sido muy feliz. Y cómo bailaba salsa el hijoputa. El caso es que todos estos iban que si una jugada no les salía, se morían. Me di cuenta claramente en su momento de todo esto y, ahora, con la madurez y la experiencia que tengo, lo sigo viendo más o menos igual.

Aquí hay padres que exigen mucho a sus hijos.

A mí no. Siempre tuve una sonrisa esperándome en casa. Si a mi madre le digo que dejo el fútbol con veinte años me hubiera dicho «pues vale». Siempre me ha respetado. Porque al final eres una persona, coño.

Ahora veo a los niños jugar al fútbol y cómo les gritan sus padres… cómo les hablan… a ellos y al entrenador, que también van a decirle barbaridades… La vida no es eso. Si el fútbol no puede ser, puedes ser un gran médico, un ingeniero, montar un negocio. Que toda tu vida gire en relación a una sola cosa no va conmigo.

Obviamente, me jodía jugar mal. Pero nunca he tenido esa necesidad ni me he impuesto esa presión. Cuando leo entrevistas me hacen gracia los futbolistas que dicen «sueño con ser el mejor jugador del mundo». Y digo ¡qué hijo de puta! ¡Qué confianza! Yo no he soñado eso en la vida. «Sueño con ser el mejor del mundo, sueño con ser Bota de oro».

Pues qué hijos de puta. Yo soñaba con debutar en Primera División, punto. Lo hice un día y dije: «Señor, he cumplido mi sueño, gracias». Y no está nada mal cumplir el sueño de tu vida, eh. Quería jugar un minuto en Primera División y jugué veinticinco en San Sebastián. Y ahora mi sueño es tener un hijo. Porque mi meta en la vida es disfrutar.

En el Bernabéu recuerdo hace años ir el Atlético y el que estaba ahí dándolo todo fue Kiko, y su personalidad no era así. Pero con todo el estadio cantando «Ese gaditano es un gitano». Kiko las pedía todas para él. Le expulsaron, además. Y mientras, Simeone por ahí, discretito.

En esto de los padres, ojalá yo hubiera salido al mío. Tiene un afán ganador, siempre quiere ser el número uno. Era un autodidacta de cojones, en todo. Siempre digo: ay si yo hubiera tenido el carácter de mi padre. ¿Y sabes qué? Lo que me jode es que no lo he tenido nunca y lo estoy sacando ahora.

Ahora juego con la hija de mi mujer y no me gusta perder. Me tienen que decir: «Jorge, por favor, que tiene ocho años». Mira que me jode. Cuando jugaba en Primera salía a divertirme y ahora con una niña de ocho años estoy compitiendo como un cabrón. Fíjate lo que es el ser humano.

Debutas con Toshack.

Jugamos un partido el primer equipo contra el filial. Hice tres goles y jugadas muy buenas así que me subió para entrenar con el primer equipo y terminé debutando. Es curioso porque venía de tener un problema con mi entrenador en Segunda B porque no me sacaba de titular.

Yo era muy rebelde y me cabreé y él decidió apartarme varias semanas. Pero surgió ese partido, me dieron unos minutos excepcionalmente y la partí. Fíjate lo que es el fútbol y lo que es la vida.

Cómo cambió todo en un segundo. A algunos el tren nunca les aparece y a otros les aparece cuarenta veces. Hubo compañeros míos que estaban jugando, pero el que subió fui yo que estaba apartado del equipo. Ya nunca me bajé del tren. Mi carrera siguió.

Sin embargo, no tengo buen recuerdo de Toshack. En el fútbol se suele recordar con cariño al tipo que te ha hecho debutar. Me duele no tener un buen recuerdo de este hombre. No me gusta como persona, no creo en él. Me parece un tipo, no sé, alocado. Sobre todo no me gustó como trató a Albano Bizarri, una persona a la que yo quiero mucho.

En un partido, creo que fue en Vallecas, donde Albano no sé si estuvo bien o mal,  Toshack le faltó al respeto. Para mí, desde ese día está muerto.

Lo más gracioso de subir al primer equipo fue que Redondo pidió que me pusieran en la habitación con él. Karanka me dijo que el argentino siempre se acostaba a las diez y que mucho cuidado con tocar su toalla. Y Fernando, siguiéndole el rollo, cerró toda la habitación a las diez. A una hora a la que yo me levantaba para salir de marcha con la edad que tenía. Pero con Redondo me fui a la cama tan acojonado a las diez que hasta tenía sueño del puro miedo. Me quedé dormido, claro.

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Te vas al Benfica cedido.

Era un club muy grande, me trataron muy bien en la ciudad. También los compañeros. El primer día que llegué me recibió Joao Pinto en el coche y me llevó a comer a Caparica, a un sitio que se llamaba O Barbas, de un menda que era mucho del Benfica. Allí me dijeron que para cualquier cosa que necesitara, ahí estaban ellos. Muy buena gente. Cadete, Porfirio, Robaina, Nuno Gomes, que le llamaban el Príncipe por lo guapete que era, Chano el del Tenerife…

Jugábamos UEFA, pero yo no había demostrado nada, solo había echado un cuarto de hora en el Madrid y me fui a uno de los equipos más grandes de Europa. Un histórico. La experiencia me encantó, pero di con un tipo como Jupp Heynkens del que también tengo muy mal recuerdo. Me parece muy mala persona. Un cobarde, no fue de frente. Vino del Madrid de ganar la Copa de Europa como si la hubiera ganado él solo.

Me hacen mucha gracia esos entrenadores. Vino como demostrando que ahí llegaba un campeón de Europa. Echó a Joao Pinto, que se fue a la Florentina, y era un ídolo en Portugal. De la camada de Couto, Vitor Baía y Figo, era muy respetado y campeón del mundo en juveniles. Se portó muy mal con él, fue un cobarde. También tuvo problemas con Nuno Gomes. Y con Maniche, que lo apartó y lo fichó el Oporto con Mourinho.

Mi problema allí fue que a un chico de barrio que está con su familia, con sus amigos, le sacas de eso y lo pasa mal. A no ser que tengas las cosas muy claras y no, ese no era mi caso. Encima Heynckes me jodió la ilusión. Te imponía hasta los tacos que tenías que ponerte en una bota.

¿Tú te crees me vas a decir a mí con cuántos tacos tengo que jugar? Era un alemán de estos raros. Además no quedó bien con nadie. Hablamos de la suerte, he tenido mucha en mi vida, pero en momentos puntuales he dado con tipos como este que, cuando mejor estaba, me han cortado.

De esa plantilla recuerdo con mucho cariño a Okunowo, que era mi compañero de habitación. Era encantador. Cada segundo lo vivía al máximo. Siempre tenía los ojos muy abiertos, había venido con hambre, y desgraciadamente, sin mucha cultura, sin saber tampoco mucho lo que era el fútbol.

Hablaba castellano un poquito, porque había estado en el Barça, y me contaba cómo le engañaban. Me venía siempre con una hoja donde hacía números y nunca le salían. Le quitaban dinero. No sé exactamente quién, si un representante o algo de eso, pero le estaban estafando. Nunca le cuadraban las cifras al pobre.

Me daba pena. La mujer y los hijos estaban en su país y no podía traerlos. El tío era muy normal y muy cariñoso, pero estaba muy hecho, la vida le hizo ser muy maduro. No lloraba por estar solo, no se preocupaba por las tonterías, siempre iba para delante. Tenía muy claro dónde podía llegar y lo que podía conseguir. No le preocupaba estar en Europa ocho o seis años sin ver a sus hijos porque sabía que trabajaba para ellos, era otra mentalidad. Mentalidad de fuerte.

¿Y Enke?

Me sorprendió mucho que se suicidara. Me llevé un palo… No era con los que más relación tuve porque era muy tímido, muy de estar con su mujer, no era muy sociable. Pero del trato de hablar con él, recuerdo que era muy amable. No sé, me caía bien y nunca me dio la impresión de ser capaz de hacer eso. Por eso nunca sabes cómo es la gente, nunca terminas de conocer a las personas.

Os dio un buen repaso el Celta.

Ese Celta era una maravilla. Nos dieron un baño bien dado. No veas cómo eran los rusos, Mostovoi y Karpin, qué carácter. Es que aunque fueran ganando te seguían insultando, seguían cabreados. Son muy suyos. Yo les decía: «tronco, ya, si vas ganando…»

Hacían un partidazo y estaban como amargados. Qué gente más rara. Makelele, en cambio, te sonreía, te venía a dar la mano, pero estos no. Me sorprendió. Y no fue cosa de ese día, luego he jugado más veces contra ellos en Primera y siempre han sido iguales.

Aquel repaso fue exclusivamente mérito suyo, en Vigo estaban llenos de talento. Revivo, Makelele, Mazinho, Gustavo López, menudo equipazo. Celades. El delantero Turdó, que medía casi dos metros y nos metió dos goles. Para mí es el mejor Celta de la historia, lo que hizo lo hizo por algo.

Mi problema derivado de este partido fue que me llamó José María García para preguntarme qué me había parecido y, te soy sincero, lo que dije no fue para cagarle a Heynckes, si lo dije fue porque era verdad. Comenté que perdimos porque los jugadores de arriba nos quedamos en el banquillo. Íbamos 3-0 y solo sacó defensas.

Pues se montó la de dios, salió en todos los diarios y me apartó del equipo. Aunque si no hubiera sido por esa habría sido por otra. La gente cobarde no se atreve a darte una explicación. Busca que tú te equivoques en una cosa para aprovecharse.

Y luego vuelta al Madrid.

En mi regreso al Madrid hubo un partido de pretemporada que fue clave, en Milán. En San Siro. Le estaban dando un baño a los titulares del Madrid. Entonces salimos los chicos y les metimos cinco. Guti dos, Eto’o y Rivera. El otro fue de Morientes, que yo salí por él.

También estuvo Bizarri de portero. Y ese partido fue el comienzo para muchos. De un encuentro sin sentido, a mí y a Rivera nos sirvió para quedarnos en el primer equipo. A Eto’o para que se le empezara a conocer, que venía cedido del Leganés con muchos altibajos. Para que veas lo que es un partido, cómo te puede cambiar la vida.

Fue un espaldarazo para cada uno en nuestro nivel, todos dimos un saltito. Recuerdo al público de Milán pitándoles en su presentación. Que no era un Milan cualquiera, ahí estaban Maldini, Gattuso, Shevchenko

Ese verano luego perdimos la Supercopa de Europa. Estuve a punto de salir, pero Del Bosque al final sacó a Salgado. Metió Jardel dos goles. Yo ya me había comido a este tío cuando jugaba en el Oporto con Deco. Era espectacular. Tenía tantas carencias técnicas, yo no sé cómo podía dar tanto rendimiento.

Lo veías y decías: este hijo de puta no puede ser jugador de fútbol. Llegaba el minuto noventa y te clavaba dos goles. Era Bota de oro. Cuarenta goles por año, que la liga portuguesa puede ser más floja ¿pero cuarenta, tío? Eso es para privilegiados. Luego tuvo problemas de depresiones por la mujer, según me contaron. A Hagi ya lo conocía de la final de Copa contra el Atlético, que le dio una López por detrás que casi lo mata.

Pero esta Supercopa la gana Jardel él solo, que los metía y también se los fabricaba. Igual que con Boca nos ganó Riquelme, por mucho que digan de Palermo. Ahí vi a Riquelme y me di cuenta de que iba a ser lo que él quisiera, me marcó mucho. De los que más. Él vaciló aquel día, en el buen sentido, pero de reírse, de hacer lo que le da la gana. Hacerle eso al Madrid es de ser muy grande.

De aquella época recuerdo sobre todo que a veces en los entrenamientos nos quedábamos a tirar tiros fuera del área a Bodo Illgner. Se quedaban Hierro, Guti, Figo, Flavio, Roberto Carlos y Paco Jiménez, ayudante de Del Bosque, que tenía una zurdita muy buena, y hacíamos apuestas.

Yo me aposté, no recuerdo, algo, a que le metía diez al alemán, pero además, el que perdía, para empezar, tenía que hacer abdominales delante del otro. Y a Illgner, desde fuera del área, ya era difícil meterle solo uno, porque era un porterazo, imagina clavarle diez. Pues diez le metí.

No sé todavía ni cómo. Fue uno de esos días que estás bendecido y le pegas a un palo y entra por la escuadra del otro… y tiras otra vez y él se queda quieto y palo y entra. Diez seguidos. En los últimos ya con él tirándose con toda su alma. Pero entraron. Así que vino, todo serio, me dio la mano y se puso a hacer abdominales delante de mí. Pim pam, pim pam. Te lo juro.

En septiembre vais a Alemania a jugar contra el Bayer Leverkusen y en el avión, un Boing 757, hay un problema y descendéis dos mil metros en picado.

Joder, el mayor susto de mi vida. Yo soy un cagado de los aviones. Volábamos por encima de la Torre Eiffel, íbamos a Dusseldorf. Eso es para vivirlo. No sacaron las máscaras para no alertar, pero yo vi a las azafatas correr. En una de estas si ves a las azafatas tranquilas, vale. Pero es que las vi corriendo.

Los carros sueltos por el pasillo, cayéndose los zumos. Iván Helguera estaba delante de mí y estaba llorando, le dio un ataque de pánico. Por lo visto tuvimos que bajar en picado para no comernos el queroseno, porque no llegábamos a destino, no sé.

Bajamos como dos mil metros en picado. Eso no lo notas, pero lo que me afectó fue lo de las azafatas, verlas corriendo cuando están acostumbradas a todo y me cagué vivo. Durante el partido jugué con los oídos taponados, estuve así varios días. Y otra vez en Moscú se incendió un motor del avión porque se metió un ave.

Valladolid.

Fue el mejor año futbolístico de mi vida. El sitio me encanta, el vallisoletano es un tipo que no te da un abrazo cuando te ve, pero que cuando te acepta es para toda la vida, como me gusta a mí. No te regalan sonrisas. Ese es el gen de Valladolid y me encantó. El entrenador, Pepe Moré, confió en mí. Joder, me gustaría echar marcha atrás y volver a jugar ahí, en ese mismo escenario con ese mismo equipo, sin nada económico, solo disfrutar los noventa minutos.

Teníamos un equipazo. Turu Flores, Cuauhtémoc Blanco, que es un ídolo en México. Harold Lozano, el colombiano, que estaba de selección. Eusebio en su último año. Ricardo de portero, que fue al mundial de Corea y lo fichó el Manchester, y Bizarri. Los jueves salíamos veinte tíos de cena y de marcha. Era un grupo impresionante, no hubo ningún problema en todo el año.

En mi vida he tenido un equipo que haya salido tanto de juerga. Y no jugábamos bien, jugábamos más que bien. No nos metimos en UEFA porque no tuvimos la ambición de decir vamos a hacer historia. Si hubiésemos querido lo hubiéramos hecho.

No nos preocupábamos, nos divertíamos, que es muy importante, pero no decíamos vamos a ganar los diez partidos que quedan, salíamos a disfrutar y de diez ganamos siete, pero estábamos capacitados para ganar esos diez e ir a Europa.

Eso es lo que te diferencia a un buen jugador de un gran jugador, esos pequeños detalles. Yo me considero el primer culpable. Yo quería divertirme, que el partido no durara noventa, sino cuatrocientos minutos. Pero luego me iba a tomar mi cerveza, mi vino, me perdía…

Qué bueno era Fernando Fernández.

Jugamos juntos en la cantera del Madrid, luego en el Betis también coincidimos. Era tipo Julen Guerrero, con una llegada y una inteligencia… Hacías una jugada y siempre te estaba esperando. Y tenía muchísimo gol.

Y Caminero.

Siempre que hago tertulias de fútbol como esta con mis amigos, digo lo mismo. Hablamos de Figo, de Zidane, de Ronaldo y yo a Caminero le meto en el grupo de esos, me parece de otro mundo, de otro rollo. He tenido la suerte de jugar con él un año y él podía haber llegado donde hubiera querido. Era impresionante, al nivel de los más grandes.

La personalidad ya es otra historia, tenía sus locuras, su forma de ser… Era muy temperamental, quizá muy niño, esa es la palabra. Me hubiera gustado decirle alguna vez «¿tú sabes que eres tan bueno como cualquiera de todos esos?» Yo creo que él no se creía lo que era.

En el Mundial de Estados Unidos marcó las diferencias. Creo que ese torneo fueron Romario, Baggio y él. Igual no se dio cuenta de que tenía que haber dado un paso más adelante, haber ido a un Barça o un Madrid, haber sido cuarenta veces más internacional y haber ganado en lugar de una, cuatro ligas.

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En Valladolid se la devuelves a Heynckes con un hat trick en Bilbao.

Sí y no. Hombre, al final el que la hace la paga, si eres mala persona al final te la van a dar. Si no es ese, es otro. Pero a mí me da igual, para mí lo que fue importante fue San Mamés, un estadio mítico. Eso le contaré a mi hijo, que metí tres y la gente me aplaudió. Eso no pasa en otros campos. En otros sitios marcas y te matan. En quien menos pensé fue en el alemán, luego me lo dijeron y sí que comenté: «Pues oye, además, toma». Pero no marco goles para demostrarle a él nada. Estoy por encima.

Y el pitido fantasma en el Bernabéu…

(Risas) Era un pitido que hacía Harold Lozano ensayado en los entrenamientos. Fuimos al Bernabéu y lo hizo. Hierro me dijo: «nene, quieto que ha pitado». Y yo: «no, no, no» (risas) Creo que el que se paró fue Roberto Carlos. Yo eché a correr hacia Iker y Fernando la empujó. Fue el 1-1.

Mi entrenador se cabreaba cuando lo hacíamos en los entrenamientos, le decía a Harold: «deja ya de hacer el gilipollas». Contra el Sporting en Luarca ya nos había salido igual una vez ¡Y de Luarca al Bernabéu! Es que lo hacía igual que un árbitro. Y no nos sancionaron porque no se pudo demostrar. El árbitro puso en el acta que venía de la grada. Se fueron a comérselo y el hombre dijo: «que yo no he pitado, que es vuestro problema».

Contra el Barça, a Puyol le reventaste la cara.

Fue sin querer. En casa. Él se dio conmigo, se abrió toda la ceja el pobre. Era un balón que yo estaba controlando, se quiso meter y me dio con su cabeza en mi codo. Nunca me ha dicho nada porque sabe que yo no le quise dar. Pero de ese partido lo que sí que fue alucinante para mí fue Xavi.

Rexach me puso a Coco, el italiano que venía del Milan, a marcarme al hombre. Y Moré me había puesto a mí a seguir a Xavi. Entonces yo iba a por Xavi y Coco venía detrás de los dos. Hubo momentos que estábamos los tres corriendo completamente ridículos, parecía una película de Pajares y Esteso.

Pero ojo. Xavi no te hace ochenta metros corriendo a velocidad punta, él corre todo el partido. No es lo mismo tener en la cabeza una esquina e ir para allá, que le pides al cuerpo la carrera y haces el esfuerzo. Lo suyo es todo el rato. Tu cabeza no hace eso.

Xavi te mata corriendo. En la primera parte de este partido, en el minuto treinta, me fui al banquillo y le dije a Moré que no le cubría más. Pasé. No paraba el tío. Once o doce kilómetros por partido, donde de juego real no habrá más de cuarenta o cincuenta minutos. Piensa lo que es eso.

Después de ese año vuelves al Madrid, pero estás a punto de irte al Barça.

Fue través de Juan Carlos, me dijo que Antón Parera quería hablar conmigo y que me hacían un precontrato con el Barcelona. Yo no lo firmé porque ese año me salió muy bien en Valladolid y yo donde quería triunfar era en el Madrid, para estar con mi familia y con mi gente.

A mí me llamó Valdano para felicitarme por mi rendimiento, me dijo que estaban contentos conmigo y que me querían de vuelta en Madrid. Acepté y cometí un error, pensar que era mejor de lo que realmente era. Si piensas esto te equivocas siempre. E irme con Zidane, Ronaldo, Figo, Guti, Morientes, que eran jugadores que habían hecho mucho más que yo y siempre iban a partir de salida, estaban a años luz de mí.

Debí firmar ese precontrato con el Barça porque, entre otras cosas, me resolvía la vida para siempre, económicamente, a mí y a mis futuros hijos. Y porque el Barça en aquellos años no era el Madrid. Ahora el Barça es mejor, futbolísticamente hablando, pero en esa época era más fácil hacerse un hueco en Barcelona antes que en el Madrid.

Incluso rectifiqué en el último momento y cuando quise firmarlo me dijeron que no, que se había pasado el tiempo que me habían dado de plazo. Además, ya era imposible porque en el Barcelona el organigrama cambió. Aunque en realidad todo se debió al tema de Figo, querían vengarse cogiéndole al Madrid un canterano y yo, con el año que había hecho, en ese momento era el más llamativo.

¿Qué tal con Figo?

Le tengo mucho respeto y me llevaba muy bien con él. Era un profesional espectacular, aguantaba la presión de una manera fuera de lo normal. En el Barcelona me pareció un jugador top. En el Madrid estuvo muy bien, pero donde más me gustó fue en el Barça. Tras su fichaje, nunca le temblaron las piernas en Madrid con la que tenía encima, al contrario, y por eso le admiro.

Desde el primer día dijo «el balón para mí». La pedía, la pedía, entrenó como el que más. En la liga que ganó tuvo un porcentaje de mérito altísimo, en los momentos clave pedía el balón siempre.

La época de los Zidanes y Pavones.

Yo no me lo creía. Vino Ronaldo, imagínate, gente que había demostrado mucho, a nivel mundial eran los primeros. Lógicamente, tenían que estar por encima de mí y yo me equivoqué cuando creí que podía luchar con ellos porque mi nivel no era ese y no estaba capacitado para eso. Zidane ese año con nosotros la partió, como hacía siempre.

Pero me he enterado de que cuando lo dejó fue porque era muy exigente consigo mismo y ya no tenía las sensaciones que él quería tener. Pero el año que estuve con él fue un auténtico lujo. De las cosas en mi vida que más aprecio fue entrenar y jugar con él. Zidane era tímido, pero encantador. Muy accesible, siempre podías hablar con él. Sus amigos eran sobre todo Makelele, pero siempre estaba a disposición de cualquiera. Los llamados «galácticos» eran muy normales, igual que Ronaldo.

Un día me reí mucho porque en un entrenamiento le metí un caño a cierto jugador, el mejor túnel que he tirado en mi vida, y vino Zidane a abrazarme descojonado. Yo me moría… y el otro se cabreó mucho, pero fue una risa muy grande. No voy a decir quién fue (risas).

Y luego Ronaldo, que es una debilidad mía, un auténtico fenómeno. Siempre ha entendido la vida y el fútbol como a mí me gusta: disfrutar. Siempre con su sonrisa, no había una preocupación para él. También entrenar con Hierro y Sanchís era otro nivel. Hierro ahora, entrenando con los veteranos, da lecciones. Da unas clases cada vez que juega que madre mía de mi vida, que tiene cuarenta y tantos y se pone a pelotear y es otro mundo.

McManaman ha contado en sus memorias que en el Madrid no se celebraban los títulos como en un club normal, con un fiestón, que todo eran discursos y solemnidades.

Eso vendrá por el día mítico del adiós a Del Bosque y Fernando Hierro. El mal rollo no fue de ese día. Venía de antes. Yo era un niño que no sabía nada, no era tan importante como para saber todo lo que pasaba realmente. Lo viví y te puedo contar que es cierto que no había un clima agradable, pero luego me acuerdo de que fuimos a la discoteca y lo celebramos, yo estuve con McManaman, de hecho, y su mujer.

No fue una celebración típica de un equipo de fútbol que gana una liga, pero en lo personal me lo pasé de puta madre. Lo que ocurrió de verdad solo lo saben los jugadores importantes de la época. Yo era un recién llegado, te podría contar una historia de lo que creo que pasó realmente pero te estaría engañando. Lo peor es que toda la cuestión fue un tema personal, y un error enorme del Real Madrid perder a Hierro y Del Bosque.

Hay un tipo que es el presidente, Florentino, que tuvo un problema personal con esas dos personas y los echó. Eso te demuestra lo que le importa el Real Madrid. Este club está muy por encima de él. Del Bosque y Hierro eran muy importantes, no se podían ir en la vida. Fue todo el capricho de una persona que se creía que el club era suyo. Y él no era nadie comparado con el club, que a lo que tenía que venir era a servirle y punto.

Tote para Jot Down 4

¿Qué pasó con la famosa rabona que hiciste en Huelva?

El primero que salió a defenderme por eso fue Ronaldo. Eso nunca se me va a olvidar. Salí de titular, nos jugábamos la liga. Hacía un calor increíble. En Huelva, imagínate. Fue una jugada que ya me había salido bien en Valladolid, y con el Madrid me la sacó Loren en la línea.

Para mí no hay diferencia entre darle de rabona o de cabeza. Yo lo había hecho siempre. Me sale darle así porque creo que debe hacerse así, otras veces siempre me había salido bien. Tampoco nadie me garantizaba que fuese gol si le doy normal.

Sin embargo, lo que me jode es que ese día hay varios compañeros míos que tienen oportunidades solos delante del portero y las fallan, que no pasa nada y es un juego, pero yo tenía un portero y cuatro debajo del larguero, ellos tenían uno para uno. No es igual. Pero yo acepto que no soy los demás y me tuve que comer la mierda.

Recibí críticas de quien no me importaba tenerlas. Aunque lo mejor, mira, fue que estaba en Di María cenando un día y estaba ahí Ángel Cappa. Pues se levantó de la mesa y vino a darme la mano. Me dijo: «enhorabuena, ese era el recurso que te quedaba, enhorabuena por demostrar personalidad definiendo así en ese momento».

A mí, que me importa lo que piense la gente del fútbol, pues ese detalle fue perfecto. Yo lo tenía que hacer, si no lo hubiera hecho no habría sido yo. Y no lo hice premeditado, fue porque en ese momento me vino así a la cabeza.

¡En mi juego mando yo! ¿no? Joder, si no, pues no me pongas. Pero tampoco creo que haya sido tanto problema, incluso me dio publicidad (risas) He jugado muchos partidos en mi carrera como para preocuparme por una acción de dos segundos. Ni aunque la hubiera metido. No hubiera sido para tanto, ni tanto ni tan poco.

Vas al Betis.

Valdano me propuso renovar en mi último año, pero no quise, deseaba irme. No quería quedarme para engordar el producto para que luego se lo lleve el de siempre. Yo soy de jugar. Deschamps me llamó para ir al Mónaco, pero no lo hice porque me cagaba mucho salir de España.

Además, yo quería jugar en la liga española, no tenía los típicos sueños de ir a Inglaterra ni nada de eso. Tenía Málaga, Celta, que iba a jugar en Champions, mi padre llegó a comer con Horacio Gómez, y al final me fui al Betis porque era una plaza donde gustaban los jugadores creativos y pensé que era bueno para mí.

Allí la verdad es que me divertí jugando. Tuvimos un equipo bonito de ver. Capi, Alfonso, Denilson, Arzu, Assunção, Palermo, Toni Prats de portero, un porterazo, Valera también. Estuve bien hasta que aguanté por las lesiones. Pero estar en un club con Lopera era muy complicado.

Ahí tienes que ser un sumiso. No puedes hablar. Pase lo que pase te tiene que parecer bien. Tienes que ir a corriente. Si vas en contra de la corriente eres un problema y eso me pasó a mí. Era muy parecido a una dictadura. Lopera no había visto un balón en su vida pero ponía el dinero. Con la diferencia, eso sí, de que este ponía su dinero. Lopera salvó al Betis con sus millones, pero hablaba de lo que no tenía ni idea y si dabas tu opinión tenías un problema.

A mí un día me hicieron penalti, dije que no era, que se había equivocado el árbitro, y me vino con que cómo podía decir que no era penalti y se jodió.

Entrenábamos sin luces en la ciudad deportiva por la tarde porque él no quería, me acuerdo que había albero para los coches y queríamos pagar asfalto de cemento de nuestro bolsillo porque cada vez que llovía se ponía imposible, y él no quería. Y era por joder. Era un tipo que no estaba bien, era muy raro. Llegaban partidos que decía que no íbamos a ganar porque la Bruja Lola había puesto unas velas. Nada más llegar me di cuenta de que eso no era para mí.

Y con el entrenador también mal. Víctor Fernández como persona no tenía nada que ver con su fútbol. Le gustaba la calidad, que jugásemos bien. Pero como persona no le tengo ningún respeto. De los mejores entrenadores que he tenido. Pero esto es como todo, puedes saber inglés perfectamente, ocho idiomas, que si ves a uno en el suelo vas y lo pisas.

Puede tener unos conceptos futbolísticos muy buenos, pero era un falso, no iba de cara. Era un entrenador que no iba con los jugadores, iba con el club. Me parece un pelota. No me gusta. Gracias a Dios no me lo encontré nunca más. Es de ese tipo de personas que te utiliza. Que si la cosa sale bien, bien, pero si no, no te hablan.

¿Y Serra Ferrer?

Decirte que es la peor persona que me he encontrado en mi vida es complicado porque he dado con unos cuantos, pero este es de los peores. Es uno de esos acomplejados, envidiosos, gente que no se conforma con nada. Les da igual ser campeones o no, es una pena.

En Huelva en el Trofeo Colombino me mandó al despacho y me pidió que escribiera en una hoja qué quería, como si yo fuera Maradona. Para darme como unos caprichos o algo. Para que pusiera mis preferencias, como si yo fuera especial. Le dije que con que me dijera lo que me tuviera que decir a la cara me valía, pero algo estaba tramando.

Como si yo fuera el príncipe de Zamunda, no sé, no venía a cuento. Me mosqueé. Solo le dije que me hablara a la cara y si había problemas que los comentase con Carmelo del Pozo, que era un hombre del Betis de mi confianza. Él me dijo que sí, y desde ese día, me cambió en el primer tiempo en el trofeo y nunca más volvió a sacarme.

Era mala gente. Mira, un día en un entrenamiento me dieron una patada. Hay veces que el tobillo tarda días en hincharse, pero otras se pone como un globo en cinco minutos. Esta fue de esas y me quise salir. No me podía ni meter la bota. Él estaba al lado en la línea, y cuando cogí la bota con la mano y me iba al vestuario, me cogió y me dijo que adónde iba, que hasta que no lo dijera él yo no saliera del campo.

Y yo: «¿pero no ves cómo tengo el tobillo, retrasado?» Era un tipo raro, siempre buscándote. Y de hecho, mira Laudrup cómo salió del Mallorca, que dijo que si alguien le demostraba que este tío tenía un amigo invitaba a una comida a toda Mallorca entera.

Un día murió un familiar mío y vino a darme la mano. A mí un tío que no me habla no viene a darme la mano. Y él iba diciendo que había ido a darme la mano, pero que yo no quería saber nada de él. A mí un tío que me parece malo no me da la mano, y si no me hablas no vengas a dármela porque se me ha muerto un familiar. Hay muchos tipos así en el fútbol y desgraciadamente me los encuentro yo. Tengo una suerte de cojones, vamos.

Dijiste que hicieron daño tu familia.

Sí, porque tenía un contrato, firmé cinco años, querían que firmase más pero yo no quería, y me apartaron. Tenía firmado un contrato federativo con el Betis y luego uno de derechos de imagen con Tegasa, la empresa de Lopera. Y ese lo firmé con Lopera, que era el dueño, el primer administrador.

Pues a los pocos días le pregunto y me dice que no sabe nada de esa empresa. Y yo: «pero si lo he firmado contigo ¿tú eres tonto?». Y que no había nadie más en el despacho, él, mi padre y yo. Joder. Si al final cuando todos estos están juntos es por algo. Son enfermos.

Cuando fui a rescindir mi contrato había sorteo de la Copa del Rey. A la una de la tarde o así entré en su despacho y tenía en una cristalera al Cristo del Gran Poder y él, que tiene dinero para aburrir, estaba con una radio con cuernos de las del año…. Entré y me dijo «¡calla, calla!» que estaba escuchando el sorteo.

Hasta que dijeron el rival del Betis, no sé cuál era. Salió y empezó a darle besos al manto del Cristo: «¡Dios, Dios, cuánto te quiero!», gritaba. Y sacó una hoja de debajo del manto donde se supone que había escrito el equipo que le iba a tocar.

Coño, pero si acertó.

¡Yo también acierto a veces si el Atleti gana! No, era un loco.

Pasaste por el Málaga.

Caminero me echó una mano con eso. Era secretario técnico del Atlético y habló con Manzano para que me llevase con él a Málaga. Entonces echaron a Manzano de repente y fui a dar con un tal Tapia que era como el hermano gemelo de Serra Ferrer. Pequeñito, con bigote, iguales. Estaba en casa en Sevilla haciendo las maletas, puse Canal Sur y salió hablando el Tapia este.

Y dijo mi madre: «salimos de Málaga y nos metemos en malagón». Nunca se me olvidarán estas palabras de mi madre. Me callé, pero luego fue verdad. Era como el otro. Iguales, almas gemelas. Yo dije «madre mía de mi vida qué mala suerte tengo».

Tengo un recuerdo espectacular, eso sí, de la gente de Málaga, que calentaba y se levantaba el campo aplaudiéndome. Si tengo un pero en mi carrera es no haberles podido dar más a esta afición, pero llegué habiendo estado apartado del equipo en Sevilla, entrenando solo a las cuatro de la tarde. Y al máximo nivel, no puedes estar así. No tenía ritmo.

De ahí, a Segunda, con el Valladolid otra vez.

Fui regalado. Creo que fui de los que menos cobró ese año. El caso es que volví a ser feliz, nada que ver con la primera etapa, el club tenía más problemas, pero ahí volví a ser el que era.

Recuerdas que jugaste contra el Castilla de Diego López, Arbeloa, Filipe Luis…

Era un filial de mucho talento. Mata, Soldado, De la Red, Arbeloa. Diego López. Ganamos 0-3 y estaban todos, también Javi García, Borja Valero, Negredo. Michel tuvo el atrevimiento de ponerlos a todos. Le acusan de descender a ese filial, y es verdad que bajó, pero le dio la oportunidad a los buenos. Eso está ahí. Todos los que jugaron, hoy por hoy, son contrastados en Europa. Michel los sacó del juvenil.

Y por fin al Hércules.

Me fui obligado. Llegué y no me gustó la ciudad. Pero al poco tiempo empecé a ser feliz, tuve feeling con la gente y estuve seis años, pero podía haber estado sesenta.

Apareció tu nombre vinculado al amaño de partidos

No tengo nada que añadir sobre eso a lo que ya he dicho en otras ocasiones. En las conversaciones que salieron yo de lo que hablé fue de primas pero nada que ver con el amaño de partidos. En las grabaciones se ve lo que digo, que le dé el dinero a mis compañeros y que le dé dinero a los equipos que jugaban contra el que iba igual a puntos con nosotros, pero siempre por ganar. Los mensajes están ahí, nada más.

Y el portero que se tiró hacia el otro lado en un gol tuyo

Eso lo dijo el presidente, es cosa de él. Si hace cosas por detrás es su problema, yo no sé nada

¿Te dijo algo Goico, tu entrenador allí, de cuando partió en dos a Maradona?

No me habló de Maradona.

Tote para Jot Down 5

Once de septiembre de 2010. En plena fiesta de la Diada. Sacan una senyera de doscientos cincuenta y dos metros cuadrados en el Camp Nou, cantan Els Segadors con un orfeón y…

Eso de la bandera ni lo recuerdo. Lo que se ha creado leyenda es con que habíamos estudiado al Barcelona. Mentira todo. Esto es un juego y a veces los partidos los pierdes. Si eres el Barça, vale, solo dos en todo el año, pero a nosotros nos tocó uno. Ya está.

En la primera parte ellos nos pudieron meter ocho y lo que pasó fue que nosotros les clavamos dos. A partir de ahí, nosotros pudimos hacer cinco. No hay que quitarle mérito al equipo, que hizo un gran trabajo para lo que eran nuestras características, pero aquello fue suerte. No los estudiamos.

Si no podía nadie con ellos, cómo íbamos a poder nosotros. Me da rabia escuchar que fuimos el anti-Barça. Me hizo ilusión, no todo el mundo puede decir que ha ganado al mejor Barcelona de la historia, pero no hay que exagerar. Ganamos porque tuvimos mucha suerte. Yo jugué media hora.

Esteban Vigo hizo un equipo defensivo, pensado, en serio, para que no nos metieran ocho. También es cierto que el césped del Camp Nou no estaba bien, había alguna calva. Vamos, que ganamos porque dios quiso.

Tuvo más mérito golear al Atlético. Que ahí si que nos quedamos cortos. Jugamos a un nivel altísimo. Para ser un recién ascendido estábamos disparados. Y ellos tenían a Agüero, Forlán, Diego Costa, Thiago, Perea, Filipe Luis, De Gea de portero, los que fueron campeones en Europa con Quique. Sin ser el mejor Atlético de la historia, era tercero o cuarto de España y también le ganó la supercopa al Inter.

Estabais enchufados, tú eras el buque insignia y… triada.

Jugando con el Almería, Crusat salió muy rápido, yo estaba más cerca del balón que él, pero como venía cincuenta metros corriendo, llegué un poco fatigado, le quise hacer un sombrero, pero la pierna no me aguantó el esfuerzo y se me fue.

Ahí mismo me di cuenta de que era grave. ¡Es el sino de mi carrera! La semana siguiente era en el Bernabéu, me apetecía mucho, pero… En momentos clave nunca he podido jugar partidos que he querido. Siempre que me he lesionado ha coincido con Bernabéu, Calderón o Camp Nou. En mi carrera he podido jugar muy poco en estos tres campos. Luego reaparecí en Segunda y jugué quince partidos más pero ya no era yo.

Todo acabó mal otra vez. En el Hércules había gente importante como Trezeget, Valdez o Drenthe que no son niños, que no les puedes engañar. Estos habían visto ya de todo en su carrera y el dueño, el Enrique Ortiz este, se pensó que iba a vacilarles y se lo cargó. Un equipo que había costado tanto, tan bonito, lo echó al traste por no pagar a los jugadores y engañarnos. Nos debe todavía mucho dinero.

Era un tipo muy jodido, metido en la trama Gürtel. Ese equipo tenía mucho futuro para los demás años, se pudo haber montado una especie de Villarreal, para que me entiendas. Pero esta gente no daba más de sí.

Entrenábamos en Benidorm porque en Alicante no podíamos, el campo era una ruina, y un día no pudimos entrar porque no pagaba el alquiler. No teníamos medicamentos. Las duchas, con agua fría. No nos duchábamos, de hecho, y nos íbamos a casa llenos de mierda y barro porque si no nos hubiéramos puesto malos, que era noviembre o diciembre. Era una vergüenza.

Los jugadores del Madrid tuvieron un detalle contigo cuando te lesionaste.

Fue un detallazo. Una tontería porque solo sacaron unas camisetas de apoyo, pero me hizo mucha ilusión sobre todo porque me pilló de sorpresa. No me lo esperaba, estaba en casa con la rodilla escayolada. Ese es el Madrid al que le tengo tanto respeto. Y con Mourinho hay cosas con las que no estoy de acuerdo, pero el trato humano que me dio a mí fue espectacular.

Vivíamos al lado y en un restaurante uno de esos días vino a saludarnos cuando nos íbamos. Me dijo que el Madrid estaba a mi disposición para lo que lo necesitara. Se podía haber hecho el loco, incluso hacer como que no me conocía porque yo no tenía talla mundial, pero lo hizo. Fue un detalle conmigo y con mi familia. A lo mejor igual al haber estado en el Benfica me tenía algo controlado, porque este se lo sabía todo.

Tote para Jot Down 6

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