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Periodistas y recaderos

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Arbeloa y Torres (Foto: MEGA)

Vinícius Junior podrá ser titular esta noche ante el Manchester City, tal y como nos han contado en las últimas horas los enviados especiales a la madre de todas las batallas. Ayer nos sobresaltó un relámpago de duda. Según publicó Ramón Álvarez de Mon, abogado madridista metido a informador desde hace algunos años, el extremo brasileño llegaba al partido «tocado», término que sin duda confirma que la metamorfosis profesional de Ramón va por buen camino. Para asegurarse el sobresaliente en lenguaje deportivo sólo le faltó añadir que, pese a todo, Vini iba a «ser de la partida».

Poco después, al conocer que Vinícius estaba en perfectas condiciones, Ramón perdió todos los puntos que acababa de sumar para su incipiente carnet de periodista. No por su error sino por disculparse. Achacó la desinformación a su fuente, en singular, con lo que de pronto volvió a recortar distancias con el gremio. Mientras Ramón hacía la goma cual Zenon Jaskula ascendiendo el Galibier, me venía a la cabeza cómo hace unos meses, en estas mismas páginas, Miguel Ángel Uriondo le tomaba como ejemplo para instruirnos en la diferencia entre ser periodista y ser recadero. Y creo que, cuanto más hacen los recaderos por aproximarse a los periodistas, menos hacen los periodistas por alejarse de los recaderos.

Los recaderos más peligrosos no son abogados: tienen licenciatura en Periodismo, por bajo que cotice el título, se organizan en redacciones y suelen presumir de ejercer un oficio cuyos conceptos básicos a menudo desconocen. Yo he escuchado a José Ramón de la Morena, que se hizo millonario gracias al periodismo deportivo, demostrar en directo en El transistor que no sabía lo que era contrastar una noticia. Una vez que Sergio Ramos le reprochó no haberle llamado para conocer su versión, contestó «Hombre, Sergio, contrastado está», pero sin concretar con quién. Yo he escuchado a un periodista —cuyo nombre hoy prefiero obviar— sostener que basta con que el presidente del Real Madrid te cuente algo para poder trasladarlo tal cual a la audiencia, sin necesidad de comprobar nada. Yo he presenciado en El chiringuito una discusión acerca de qué es el off the record, y resulta que apenas uno de los allí presentes —lo mismo jóvenes reporteros incisivos que veteranos opinadores premium— era capaz de explicárselo correctamente al resto.

Si a esta ignorancia supina de la que ni siquiera son conscientes le sumamos los colores —más por cuestiones de nicho que de forofismo—, la mezcla es explosiva. Tal y como lo conciben, el trabajo de estos tipos no consiste en enterarse de lo que pasa y contárselo a la gente, como cabría esperar, sino en alinearse en un bando y decir lo que un segmento de la audiencia quiere oír. Este fin de semana, el rifirrafe entre Álvaro Arbeloa y Fernando Torres volcó en los programas deportivos un enorme bote de salsa y resultaba imposible distinguir a simple vista si los que chapoteaban eran periodistas o aficionados. La escena, con su sucesión de insultos y gestos barriobajeros, avergüenza a cualquiera. Para los recaderos, en cambio, se trataba sólo de exculpar al suyo y de condenar al de enfrente, como cualquier aficionado medio que tuitea con un avatar de Mourinho o del Cholo. Apenas les diferencia un detalle: la posibilidad de llamar al club y anotar el recado. El resultado, en cualquier caso, es el mismo.

4 Comentarios

  1. Todo mi apoyo a las fuentes que siempre llevan la culpa de todo, aunque he de reconocer que personalmente dudo de su existencia, cuando oigo «mis fuentes me dicen que» mi cabeza traduce «yo pienso que» y mis fuentes me dicen que estoy en lo correcto jeje.

  2. El periodismo deportivo es al periodismo lo que la música militar es a la música.

  3. Esto aclara algo la catadura y naturaleza de algunos periodistas deportivos: https://www.eldebate.com/obituarios/20230123/jose-manuel-cuellar-campoy_88192.html

  4. Keyser, espero que sea ironía porque Cuéllar y José eran simples machitos chulos de la época y como periodistas, recaderos del Real Madrid.

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