Ciclismo

Johan Museeuw: «Yo di la cara con mi dopaje, el resto se ha escondido en su caparazón»

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Johan Museeuw (Foto: Cordon Press)
Johan Museeuw en Valsplat (Foto: Cordon Press)

El León de Flandes, Johan Museeuw, es recordado por sus victorias en los años 90 en carreras como la París-Roubaix y el Tour de Flandes, sin embargo, su legado deportivo se vio empañado por su implicación en casos de dopaje, que él mismo reconoció públicamente. En una entrevista en Valsplat, Museeuw ha reflexionado sobre la confesión que cambió su vida y dañó para siempre su reputación: «Estoy orgulloso de haber reconocido el dopaje yo solo, sin arrastrar a nadie más».

Cuando se decidió a hablar estaba desesperado, profundamente deprimido, incluso reconoce que llegó a pensar en quitarse la vida. «Una vez estuve realmente cerca. Estaba con mi coche frente al canal. Tomé la decisión: ‘Ya es suficiente, voy a tirarme con el coche al canal’». Al final, salió del bloqueo hablando. Confesando. En una rueda de prensa en 2007, Museeuw admitió haber utilizado sustancias prohibidas en el último año de su carrera, motivado por el deseo de poner un final en alto a su carrera.

«La segunda parte de mi carrera fue, en realidad, la menos positiva. Tuve que confesar y eso es algo que también forma parte de la historia. Hoy estoy dispuesto a hablar de ello. Al principio es difícil. Te vas a una isla y te quedas allí sentado. Y luego viene todo lo demás. Y con el tiempo la gente se da cuenta: ‘Sí, no fue el único’».

Aunque esa confesión se produjo en el contexto de una investigación judicial en Bélgica sobre varios ciclistas y profesionales del deporte. El tribunal belga lo condenó a una pena de prisión condicional de diez meses y a una multa de 2.500 euros por violar las leyes antidopaje. Otros implicados en el caso recibieron sanciones similares. En entrevistas posteriores, Museeuw ha afirmado que el dopaje era una práctica común en su época: «El dopaje formaba parte de la vida cotidiana para casi todos los corredores de mi generación». 

Miguel Indurain y Johan Museeuw (Foto: Cordon Press)
Miguel Indurain y Johan Museeuw (Foto: Cordon Press)

Eso sí, él mantuvo la omertá. De hecho, se felicita por no haber sido un chivato: «Estoy sobre todo orgulloso de que, en esa historia, lo asumí solo, que no arrastré a nadie más». Sin embargo, cuando se salió del ciclismo, en lugar de liberarse con su confesión, acabó sintiendo que caía al vacío: «Dejando eso de lado, tengo mucho que contar sobre mis dos procesos de rehabilitación, y también sobre el bajón más grande, sobre todo después de retirarme. Son momentos… no es fácil después cuando lo dejas. No es fácil parar, no es fácil encontrar un camino. Y si encima has hecho una confesión así, se vuelve aún más difícil».

De todos modos, advierte de que en esos años era más fácil acabar dopándose que no hacerlo. El entorno les llevaba a todos como un embudo hacia el mismo sitio, la diferencia son los que lo han reconocido, como él, y los que guardan silencio y miran hacia otro lado como tantos héroes del pelotón de aquellos años:

«Sé que en aquel momento era fácil caer. Muy fácil. Era casi lo normal. El cóctel estaba servido encima de la mesa. Pero no todo el mundo lo ha reconocido. Ni mucho menos. Yo di la cara con mi dopaje, pero el resto ha preferido esconderse en su caparazón. Yo no voy a hablar de ellos ahora. Yo asumí lo que hice. Di el paso. Cargué con las consecuencias. Y he pagado por ello»

Johan Museeuw echó a un periodista de su casa por preguntarle por dopaje

Otra cuestión es cómo le sienta volver a hablar de este tema. En esta entrevista, tras repasar toda su carrera, llega al tema. En otras ocasiones, si le preguntan directamente por dopaje, puede estallar:

«…Yo doy entrevistas, hablo con todo el mundo. Pero cuando noto algo… El año pasado aún eché a uno. La segunda pregunta que me hizo —y llevábamos apenas cinco minutos— ya era sobre dopaje. Y la tercera, otra vez sobre dopaje. Estaba en mi casa. Era para un medio flamenco, una especie de pódcast.

Y me levanté, cogí los micrófonos, los saqué al jardín y le dije: ‘Tienes ahora 30 segundos para salir de mi casa y bajar del Kwaremont (la colina donde vivo)’.

Ese hombre se quedó pasmado. Nunca le había pasado algo así. Pero yo le dije: ‘Lo digo en serio. Tu micro está en la mesa del jardín. Tienes 30 segundos, y empiezan ahora’.

El León (Museeuw) estaba furioso. Sé que no fue lo más correcto. Lo sé. Como muchos otros. Pero si vienes a hacerme una entrevista bonita y a los cinco minutos ya vas así, entonces yo también tengo derecho a decirte: ‘Chaval, hasta aquí’. Totalmente justo. Coge tu micro y lárgate».

El Tour de Flandes

En la conversación, Museeuw sobre todo menciona las clásicas flamencas, con especial atención al Tour de Flandes, una de las pruebas más prestigiosas del calendario ciclista. Museeuw, considerado uno de los mejores especialistas en este tipo de carreras, presume de sus resultados: «Yo corrí once veces. Ocho veces terminé en el podio. Y lo gané tres veces».

Johan Museeuw en 2000 en la París-Roubaix (Foto: Cordon Press)
Johan Museeuw en 2000 en la París-Roubaix (Foto: Cordon Press)

No es un resultado modesto, precisamente. De hecho, él mismo se lo pasa por la cara nada menos que a Merckx: «Cuando estoy con Eddy tomando unas copas de Barolo, a veces le suelto: ‘Solo ganaste dos veces el Tour de Flandes, ¿eh?’». Le gusta destacar lo dura que es esa carrera, «incluso para el más grande de todos los tiempos, Flandes fue una carrera difícil».

También hizo referencia a otros campeones recientes como Peter Sagan o Tom Boonen, sobre quienes tenía altas expectativas en su momento. «Cuando Sagan ganó por primera vez, pensé: este puede alcanzar tres victorias. Con Boonen lo creía seguro. Pero ambos se quedaron en una… o en tres».

Anécdotas surrealistas

La parte más divertida de la entrevista es sin duda cuando Museeuw recuerda episodios divertidos de sus años ciclistas. Por ejemplo, el caso de la hipnosis de un compañero que no especifica quién es:

«Tenía un compañero que había ido a ver a un hipnotizador, sí. Quería rendir mejor. Cada vez que escuchaba la palabra ‘choco’, se transformaba. Empezaba a pedalear como un loco. Como si estuviera poseído. Así que un día en carrera le decimos por radio: ‘¡Choco, choco!’ Y se pone a tirar del grupo como si le fuera la vida en ello. Fue una locura. En el coche de equipo nos estábamos muriendo de la risa. Él no sabía que lo hacíamos a propósito».

O el caso de su paternóster, que se lo dio a Tom Boonen

«Después de mi caída, alguien me dio un paternóster. Un rosario. Me dijeron que traía suerte. No soy especialmente religioso, pero lo llevé conmigo durante años. En cada carrera importante lo tenía encima. Cuando me retiré, se lo di a Tom Boonen. Le dije: ‘Ahora es tuyo. Cuídalo bien’. Y Tom lo llevó durante mucho tiempo. En Roubaix, en Flandes… siempre lo tenía. Unos años después, en una boda —creo que la de un excompañero—, Tom se me acercó y me lo devolvió. Me dijo: ‘Ahora es tu turno de quedártelo. El círculo está completo’. Fue un gesto muy bonito. Ese paternóster ha estado presente en muchas cosas. Lo guardo en casa. Ya no lo llevo encima, pero está ahí, como parte de mi historia»

Y las novatadas en el Tour de Francia, que eran de órdago:

«En mis tiempos, si eras nuevo en el equipo, te hacían cosas. Nada grave, pero sí bromas. Te echaban agua por encima mientras dormías, te escondían el sillín, o cambiaban el desarrollo de tu bici justo antes de una crono. En el Tour de Francia, era tradición que el novato pagara las bebidas. Tenías que bajarte en plena etapa, buscar una gasolinera y volver con latas de Coca-Cola para todo el equipo. Si no lo hacías, no eras parte del grupo. Una vez me hicieron llevar una caja de botellas de vidrio en el coche del director durante toda la etapa. Cada vez que pasábamos un bache, sonaban como una orquesta. El director estaba furioso».

Johan Museeuw y Chris Boardman (Foto: Cordon Press)
Johan Museeuw y Chris Boardman (Foto: Cordon Press)

Ahora, sin embargo, todo es más serio. Dice que los ciclistas están más pendientes de los datos, la nutrición y las redes sociales. Es otro del odio eterno al ciclismo moderno, como Geraint Thomas:

«Hoy todo es más profesional, sí, pero también más tenso. Ya no hay espacio para reírse o relajarse. Todo está medido: vatios, nutrición, recuperación, redes sociales. Los corredores jóvenes no se atreven a soltar una broma. Tienen miedo de ser malinterpretados o criticados. Eso hace que el ambiente sea más gris. Echo de menos ese compañerismo. Éramos rivales en la carretera, pero también amigos fuera. Hoy veo mucha distancia entre los corredores»

El ciclismo actual

Sobre los principales equipos del pelotón internacional en este momento, el exciclista se mostró especialmente crítico con el rendimiento de Visma-Lease a Bike, uno de los equipos más laureados de los últimos años. «Visma no tiene un líder visible. No sé quién toma las decisiones ahí ahora mismo. No veo a nadie que levante la voz o dirija el grupo con claridad», afirmó. Para Museeuw, el equipo neerlandés ha perdido estructura interna tras las ausencias de algunos corredores clave y la baja de rendimiento en la primavera.

No cree que sea una cuestión únicamente de resultados, sino de jerarquía interna y cohesión. «No veo a nadie que grite: ‘¡ahora tiramos!’. Nadie que diga: ‘tú haces esto, tú haces lo otro’», añadió. Aunque reconoce que los equipos modernos funcionan con más datos y comunicación técnica, considera que falta algo esencial: el liderazgo sobre el terreno.

En contraste, Museeuw valora positivamente la estructura de escuadras como Lidl-Trek o UAE Team Emirates, a quienes define como «equipos que aún actúan como un bloque». «Trek está creciendo. UAE tiene orden. Hay control, hay una cabeza que piensa y corredores que ejecutan sin dudar».

En medio del dominio individual de estrellas como Van der Poel o Pogacar, el ex corredor flamenco sigue creyendo en el poder del equipo estructurado. «Un equipo con orden, aunque no tenga al mejor del mundo, puede ganar. Pero tiene que tener una cabeza, una voz, un plan».

Museeuw también lamentó la progresiva desaparición de figuras carismáticas en los coches de equipo. «Marijn Zeeman era una figura fuerte. Se le escuchaba, se le respetaba. Ya no hay muchos como él. Se está perdiendo esa figura del director con personalidad», señaló.

El hombre que le hizo campeón

En ese punto, citó al suyo, Patrick Lefevere. «Él me hizo campeón. Y a muchos más», recuerda. «Con Patrick puedes tener discusiones, pero al final siempre estaba un paso por delante. Sabía lo que hacía. Sabía quién eras tú incluso antes que tú mismo».

Estuvieron juntos muchos años y lo que más le marcó de él fue su capacidad única para identificar y desarrollar talento. «Él no solo ganaba carreras. Formaba campeones. Te ponía en el lugar adecuado, con las palabras adecuadas, en el momento justo». En un mundo donde el éxito depende de detalles, Museeuw atribuye a Lefevere la intuición táctica y psicológica que convirtió a equipos como Mapei o Quick-Step en referencias absolutas durante décadas.

Johan Museeuw en el Tour de 1995 (Foto: Cordon Press)
Johan Museeuw en el Tour de 1995 (Foto: Cordon Press)

La reciente retirada de Lefevere de sus funciones ejecutivas en Soudal Quick-Step marca, para Museeuw, el final de una era. «Va a ser difícil encontrar a alguien como él. No se trata solo de gestionar un equipo. Se trata de mantener un bloque unido durante veinte años, con resultados constantes, y con respeto». Para Museeuw, su legado sobrepasa el ámbito deportivo: «Ha sido una figura central en cómo se entiende el ciclismo en Bélgica. Tanto por sus victorias como por su estilo de gestión».

Tuvieron sus más y sus menos, «discutimos, claro. Pero siempre me decía lo que necesitaba escuchar, no lo que yo quería. Eso es dirigir», pero no le puede culpar, porque fue la piedra angular de su carrera: «Patrick no era solo un director. Era el núcleo. El que aguantaba todo. Y ahora que se va, muchos van a notar que ya no está».

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