Historia del ciclismo

Geraint Thomas, odio eterno al ciclismo moderno: «No necesitas una app para saber que has dormido mal»

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Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)
Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)

Nos dejará al final de esta temporada, tras una carrera profesional de 19 años. Geraint Thomas se llevó en el Tour de Francia de 2018 y dos medallas de oro olímpicas, entre otros títulos, pero también cierto cansancio. La llegada de la tecnología al ciclismo, así como el uso de big data, no le seduce y se muestra irónico con las métricas y algoritmos que invaden aspectos ordinarios del día a día de los ciclistas.

En una entrevista en Performance People ha mostrado esta visión crítica con los excesos de la monitorización del rendimiento, que a su juicio pueden llegar a ser excesivas: «Hoy los ciclistas jóvenes están rodeados de datos desde que empiezan: potenciómetros, análisis de sueño, control de recuperación, nutrición medida al milímetro… Pero a veces se pierde lo esencial. Si has dormido mal, lo sabes. Lo sientes. Tu cuerpo te lo dice. No hace falta que una app te lo confirme».

Y apuesta por la ignorancia del ciclista. A veces es mejor no saber. Dedicarse a pedalear y hacer lo que le digan, pero sin manejar las variables ni desvelarse por ellas: «No me interesa obsesionarme con detalles que no puedo controlar. Mi trabajo es montar en bici, hacer los esfuerzos cuando tocan, comer bien, dormir. Lo demás que lo gestionen los expertos del equipo. Yo no necesito saber cada variable. Sólo necesito estar bien y ser constante».

Geraint Thomas a la sombra de Chris Froome

Sobre su carrera, Thomas recuerda especialmente sus años como compañero de Chris Froome, a quien admira, pero con quien también tuvo cierta rivalidad dentro del mismo equipo, el Sky: «Yo quería quitarle la corona, por así decirlo, y él quería mantenerla, y eso nos empujaba a los dos a mejorar constantemente».

Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)
Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)

Al final, cuando entrenaban en Mónaco, lo que hacían era emplear ese pique para prepararse mejor ambos. Era una sinergia que les beneficiaba. Aun así, los roles siempre estuvieron bastante claros: «Froome era como el delantero que metía los goles, el que se lleva la gloria». Eso le suponía muchas veces ser él quien ponía el sudor: «Hubo otros días, como los de viento, en los que tomaba el viento en el llano. Algunos de los otros compañeros tuvieron días malos. Yo asumí otros roles también y, básicamente, hice mucho trabajo, gastando energía extra que Froome y los demás que peleaban por la general no estaban gastando».

Al final, se sintió al lado de un maestro: «Aprendí mucho de Froome, para ser honesto. Algunas de las cosas que pasaban a su alrededor… la forma en que él lidiaba con eso… aprendí mucho». Pero al final tuvo que tomar una decisión y estaba bastante clara: «En 2015 estaba en el Tour de Francia y al llegar a la etapa 19 todavía era cuarto en la general… La etapa 19 fue el día en que reventé, de verdad. Todo me pasó factura. Perdí un montón de tiempo (…) Ese fue el momento en que pensé: ¿y si realmente me cuido a mí mismo aquí y no ayudo tanto a Froome? Quizá podría ganar el Tour algún día (…) Si tuviera a alguien delante cubriéndome del viento todo el día, y si yo fuera uno de los corredores protegidos que va por la victoria… ¿qué podría lograr?».

Los errores de 2016

Antes de dar el paso, tomó decisiones equivocadas. La que más lamenta fue su falta de preparación para el año siguiente: «En 2016 iba a compartir el liderazgo del equipo, pero bajé demasiado de peso y lo hice de forma incorrecta, muy rápido. Llegué al Tour sin energía. No tenía potencia. Así que ese año fue un desastre».

No solo hubo errores tácticos, también en cuanto a la preparación física. Uno de los tabús que saltaron por los aires fue el del peso de los ciclistas: «Pero aprendí mucho. Supe cuál era mi peso ideal y decidí no empujar más. Como atleta, siempre quieres más. Yo pensaba: ‘si el año pasado estaba en 68,5 kilos, este año si bajo a 68 o incluso a 67, voy a volar’. Pero no funciona así».

Ganar el Tour es como un buen golpe en toda la cara

La estrategia que decidió seguir en lo sucesivo no pudo ser más acertada. Acabó subido a lo alto del cajón. Una experiencia, aquel día, que recuerda como si le hubiesen golpeado en plena cara: «Entonces crucé la línea y gané. Y de repente había ganado el Tour y simplemente… me puse a llorar en la televisión internacional, porque me golpeó como una tonelada de ladrillos».

Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)
Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)

Una victoria que tuvo algo de sabor a venganza, porque hubo momentos en los que no se le respaldó tanto como merecía, o eso pensaba él: «Había escrito un libro y, mientras lo revisaba, me di cuenta de que repetía mucho una frase: ‘quiero demostrarle a ese tipo que se equivoca’. Creo que, sin saberlo, ese deseo de demostrar lo contrario a quienes no creían en mí me había impulsado. Pero ganar el Tour… fue algo increíble».

Especialmente, porque ni él mismo creía que alguna vez en su vida sería capaz de una hazaña así: «Cuando empecé, solo soñaba con poder correr el Tour alguna vez. En 2007 fue mi primera vez, y luché para terminarlo. Nadie esperaba que acabara. Cada día era un sufrimiento. Y jamás en un millón de años pensé que llegaría a ser competitivo en el Tour».

La trascendencia pública de su logro alcanzó incluso el otro lado del Atlántico. En Los Ángeles, un desconocido lo identificó desde su coche: «’¡Quién te crees que eres, Geraint Thomas! ¡Hostia puta, Geraint Thomas!’», gritó cuando lo reconoció. Además, en su Gales natal, el recibimiento fue monumental: edificios iluminados de amarillo, desfiles, calles llenas de gente celebrando como si él fuera un equipo entero. «Ver a tanta gente feliz por mi victoria… fue una locura».

La soledad del corredor de fondo

Sin embargo, una de las partes más emotivas de la entrevista es cuando reconoce que no le gustó la fiesta tras su victoria del Tour. Pasar por medios de comunicación varias veces al día, los homenajes, los fans, todo eso le acabó agobiando, porque donde él se sentía verdaderamente a gusto era, simplemente, sobre ruedas: «Ya por diciembre, después de toda la locura de haber ganado el Tour, pensaba: quiero volver a mi bicicleta, dejar atrás todo esto. Solo quiero estar cansado por entrenar, no por noches largas y viajes. Quiero volver a esa vida monótona de entrenar a las nueve y media, volver pasadas las tres, comer ensalada y pescado… esa rutina».

Terminó comprendiendo muchas cosas tras esa victoria, pero la fundamental fue que la carretera era su patria: «Puede sonar raro, pero echas de menos esa monotonía. Es como que necesitas volver a lo que conoces, a lo que te estructura el día».

Fuera las redes sociales

Los grandes años de profesional de Thomas coincidieron con el auge de las redes sociales. Si fue pionero en algo fue en darse cuenta de que la adicción al móvil es contraproducente y que escuchar todo lo que se dice ahí sobre uno, solo puede conducir a la frustración: «A estas alturas, y especialmente con las redes sociales, estoy en ellas, pero no realmente… quiero decir, publico cosas, pero no leo nada. Porque puedes acabar en una madriguera. Nueve personas pueden decir algo súper positivo, pero es ese uno que dice algo negativo lo que se te queda».

Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)
Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)

En lugar de asimilar las críticas negativas y los insultos, prefiere leer otras cosas que no puedan ser tan hirientes: «Piensas: ¿por qué me molesta esto si ni siquiera iría a preguntarle consejo a ese tipo por la calle? Pero te afecta igual. Así que, para mí, no vale la pena».

Al final es una cuestión de negatividad. Necesita tener un ambiente alrededor que le dé moral y buen humor. En las redes, lo normal es que las frustraciones ajenas acaben afectándole a uno y, a medio plazo, agriándole el carácter y la propia percepción sobre sí mismo y la autoestima: «Aun así, algo siempre termina filtrándose. Siempre oyes algo: ‘fulano ha dicho que nunca ganarás el Tour’… y claro que eso alimenta el fuego. Pero intento no meterme en eso. Porque es una distracción, y no es positivo. Solo quieres tener a gente positiva a tu alrededor, todo el tiempo».

La retirada

Por último, a punto de cumplir dos décadas como ciclista profesional, Geraint Thomas ha decidido poner punto final. «He estado 19 años como profesional y el próximo serán 20, pero estoy bastante seguro de que voy a parar. Ya siento que estoy cerca del final de mi carrera. Así que sí, creo que este va a ser el último año».

Ahora Thomas se plantea objetivos sencillos pero de gran valor para él: «Quiero ir al Tour una vez más. Ganar una etapa en mi último año sería realmente bueno. Pero también quiero ser competitivo durante todo el año y compartir mi experiencia con los chicos jóvenes. Este deporte cada vez es más joven, así que me gustaría liderar con el ejemplo y ayudarles en carrera».

No se trata ya de subir al podio en París, sino de ocupar otro rol, más discreto pero igual de necesario, el de los curritos del pelotón: «Empecé como gregario, luego fui líder en algunas carreras, llegué a la cima… y ahora creo que me toca volver a bajar un poco y ayudar a los chicos. Me veo un poco como un centrocampista que reparte juego, si lo comparamos con el fútbol».

Ese cambio de rol no le preocupa. Para un adicto a la carretera como él, si hay un problema, será el que llegue cuando se baje de la bici: «No diría que me preocupo, pero soy consciente de que necesito pensar en qué haré después. Aún no tengo nada decidido. Cuanto más se acerca el final, más te planteas: ‘¿y ahora qué?’.También me emociona. Habiendo hecho esto durante casi 20 años, empezar algo nuevo es ilusionante. Sé que, si no empiezo algo, me aburriré enseguida. Puedes llevar a los niños al colegio… ¿y después qué? ¿Estar en casa todo el día?»

Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)
Geraint Thomas (Foto: Cordon Press)

Con humor galés, recuerda que incluso durante un confinamiento por covid fue incapaz de quedarse quieto: «Empecé a ordenar la casa y mi mujer me decía: ‘¡Quédate en una sola habitación!’ Así que sé que voy a tener que hacer algo. Algo que me mantenga activo».

 

 

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