
Después de firmar en 2024 la temporada más apabullante de todos los tiempos, incluso más que algunas de Merckx, Tadej Pogačar se enfrenta al desafío de mantener una dominancia con pocos antecedentes en el ciclismo moderno. El hombre que todo lo puede ganar, el que se atreve con las clásicas más complicadas y las vueltas de tres semanas, ahora mismo nada más que tiene como rival a su propia leyenda y lucha solo contra la historia.
Por estas circunstancias insólitas, posiblemente, la pregunta más pertinente que se le puede hacer al esloveno es si se ve reflejado en Merckx o si cree que lo va a dejar atrás. Así lo ha hecho James Spender en el podcast de Cyclist Magazine, que le ha dicho que si mantiene su ritmo actual de victorias, teniendo en cuenta que Merckx se retiró con 33 años y el esloveno tiene 26, en ocho años podría igualar su récord de 64 victorias en grandes vueltas si mantiene su ritmo actual, de 4,3 al año, la media que lleva desde el año 2019.
Sin embargo, a Pogačar eso del GOAT (Greatest of all time, el mejor de todos los tiempos) le importa poco y tampoco le gusta comparar a los ciclistas de diferentes eras, porque considera que no tiene mucho sentido: «Es halagador, pero no sé… siempre hay gente discutiendo quién es el mejor de todos los tiempos, cuando en realidad no se puede comparar entre diferentes épocas que están comprendidas en más de cien años. Tal vez se podría mirar en las últimas décadas, pero no se puede medir quién es el mejor de un siglo entero».

Tampoco se ve capaz de cumplir el vaticinio del presentador y hacerse con sus marcas: «Superar los récords de Merckx ahora creo que es casi imposible, pero nunca se sabe. Al menos estoy feliz de estar en lo más alto de la tabla de clasificación de la UCI durante los últimos cuatro años. Solo intento hacer lo mío, no voy pensando en quién es el mejor o deja de serlo».
Besar el santo en el Giro
Entretanto, van llegando grandes hitos, como su victoria en el Giro de Italia de 2024 en la que era su primera participación. Y de qué manera, vestido de rosa desde la segunda etapa hasta el final con una ventaja de 9 minutos y 57 segundos. La mayor registrada en un Giro en los últimos 59 años. Y un mes después, cayó el Tour con una ventaja de casi siete minutos sobre Jonas Vigegaard.
Pese a unos éxitos tan escandalosos, Pogačar no se conmueve. Dice: «Sabía después del Giro que estaba en buena forma y me sentía cómodo en la bicicleta este año. Cada año me preparo al 100%, pero este año todo salió sin problemas».
Esta vez quien vino a la mente fue Marco Pantani, de hecho, también surgieron especulaciones de todo tipo sobre su rendimiento, pero él lo achaca todo a cambios técnicos: «Este año he cambiado algunas cosas, como el sillín, he usado bielas más cortas y he trabajado más mi forma física fuera de la bicicleta».
Batir a Vingegaard
Una de las motivaciones para llevar a cabo todos esos cambios fueron los éxitos de su gran rival, Jonas Vingegaard, que le superó en los Tour de 2022 y 2023, donde el esloveno solo pudo ser segundo. En esos dos años vio cómo peligraba su hegemonía y tuvo que poner en práctica cambios revolucionarios en su entrenamiento, preparación física y configuración de la bicicleta.

Durante ese periodo, si se dedicó a algo fue a identificar sus puntos débiles: «Sabía lo que estaba mal en 2022 y 2023, fueron muchos los factores que hicieron que las cosas no fueran fluidas. Este año, en cambio, todo ha salido bien. He cambiado algunas cosas, he trabajado más mi físico y mi estilo de vida». De hecho, cree que ha mejorado él, no que su rival estuviera en crisis: «No creo que Vingegaard hubiera ido al Tour si no estuviera en la mejor forma posible, especialmente en un equipo como Jumbo, que lo planifica todo perfectamente».
Lo bueno de esta rivalidad, explica, es que quien se beneficia es el ciclismo en general. La prueba es todo lo que ha contado, ha tenido que esforzarse mucho más, ir más allá, para poder superar el listón que le había impuesto: «Es bueno tener rivales así, nos obliga a superarnos, a encontrar nuevas maneras de vencer y a entrenar más duro. Nuestra rivalidad nos beneficia a ambos, igual que la de Van der Poel y Van Aert, que son muy importantes para la imagen del ciclismo, crean mucha atención y nos motivan a todos para mejorar».
A veces, la rivalidad crea incluso afectos: «Mark Cavendish y yo nos llevamos muy bien, lo considero un amigo, casi un mentor, siempre tiene grandes consejos». De hecho, cree que si un ciclista odiase a otro, sería un problema: «Si no soportara a alguien del pelotón, me molestaría más a mí que a esa persona, sería mi pérdida».
En todo caso, opina que en el pelotón ya no hay un ambiente tenso como pudo notarse años atrás, cuando los nervios estaban a flor de piel: «No hay mucho odio en el pelotón profesional. Hay mucho respeto, lo cual es bueno. La competición debe ser como cuando éramos niños y competíamos con nuestros amigos o hermanos. Al final, debemos recordar que esto es un juego».
Grava y adoquines
Y como mejor se lo pasa en este juego, es cuando cambian las superficies. Le encantan las de grava y adoquines: «Prefiero mucho más una etapa de grava o adoquines que una etapa con vientos cruzados de 30 kilómetros por hora durante todo el día, eso es el mayor caos. Pero este tipo de etapas le dan un poco de dinamismo al ciclismo moderno, pueden ser frustrantes si tienes mala suerte, pero son parte del deporte. Están tratando de hacer el ciclismo más interesante con estas etapas y creo que es una forma de hacer el deporte más atractivo».

A la hora de ganar, también valora la emoción, la del público y la suya propia: «En términos de adrenalina, siempre pondría una victoria en sprint por encima de una llegada en solitario. Cuando cruzas la línea en un sprint, la emoción y la adrenalina están al máximo. Todo sucede por instinto y las emociones son intensas, es como si todo saliera de ti en un segundo. Por el contrario, cuando ves a 10 o 20 kilómetros de la meta que vas a ganar, es diferente, está bien, pero no tienes la misma adrenalina porque ya lo has anticipado. Al cruzar la línea, sientes más alivio y felicidad, no es tan explosivo como en un sprint».
La dieta de Tadej Pogačar
Sobre la nutrición, que hay quienes consideran que está siendo la clave para los resultados que está consiguiendo esta generación de ciclistas, Pogačar ha detallado todo lo que ingiere: «Normalmente, desayuno papilla de arroz o de avena, una tortilla, pan fresco y a veces pancakes. En una etapa dura del Tour necesitas alrededor de 120 gramos de carbohidratos por hora, yo tomo una botella con 60 gramos y dos geles de 30 gramos cada 30 minutos. Y cuando hace calor tenemos helados de tipo Calippo, pero con bebida deportiva. Si hace frío, un pequeño refresco puede ser muy agradable».
En cuanto a la concentración, pone por delante mantener rutinas claras que le permitan descansar: «Los viajes en autobús son tranquilos, escuchas música o hablas con tus compañeros. Luego, en la reunión, revisamos todo: el recorrido, las tareas, dónde están los avituallamientos». Es más, cuando va líder, surge un problema más, establecer sus propios horarios: «Cuando llevas el maillot amarillo, normalmente sueles tener un retraso de una hora después de la meta por las entrevistas, la ceremonia y los controles de dopaje».
Psicólogos y salud mental
Otra de esas ventajas que vienen de la preparación ha explicado que es la relativa a la salud mental. Para pruebas de tres semanas, considera que hay que tener una solidez mental que solo se puede conseguir con asistencia de profesionales: «Creo que muchos ciclistas necesitarían apoyo mental, la preparación psicológica debería ser bastante importante en el ciclismo actual».

Sin embargo, parece que en el mundo del ciclismo todavía hay cierta reticencia a trabajar con psicólogos, pero no por prejuicios, sino por miedo a filtraciones: «Muchos ciclistas piensan que si hablan con un psicólogo del equipo, la información llegará al jefe o a alguien más». En su caso, no obstante, es más fácil, porque su psicóloga es Urska Zigart, su pareja: «Es mi mayor apoyo mental, tenerla cerca es suficiente para mí». Con todo, el ejercicio mental más importante, para él, es relativizar: «Siempre intento ver el ciclismo como un juego. Tenemos que estar felices de que nos paguen bien por competir y ganar carreras».
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