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Michael Jordan: un genio en la cancha y en los casinos

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Michael JORDAN, jugador de Baloncesto de USA, escolta de los Wizards, descansa. Detroit Pistons – Washington Wizards / NBA 2002. Auburn Hills Arena en Detroit, MI. (USA). 04-11-2001. 

Nacido en Brooklyn el 17 de febrero de 1963, Michael Jeffrey Jordan es una de las mayores estrellas del baloncesto. Con dos medallas de oro olímpicas, cinco veces elegido como el jugador más valioso del año de la NBA y el mérito de llevar a los Chicago Bulls a seis campeonatos de la NBA, estamos ante uno de los mejores jugadores de basket de la historia. Sin embargo, su interés no siempre estuvo puesto en la canasta, siendo el béisbol el primer deporte que practicó de niño. Fue ya una vez en Wilmington, Carolina del Norte, (lugar al que se mudó la familia en busca de una calma imposible de conseguir en Nueva York) cuando el joven Jordan tomó a su hermano mayor de ejemplo y decidió darle una oportunidad al baloncesto.

En 1978, con tan solo 15 años, vestiría por primera vez el número 23, representando a la escuela en la que estaba recibiendo su educación secundaria, la Laney High School. Tardó poco en demostrar su talento y ayudar a su equipo a ganar el campeonato de la NCAA en el 82, tras haber conseguido una beca deportiva en la Universidad de Carolina del Norte.

Tan solo dos años después, poco antes de formar parte de los Chicago Bulls, ya estaba representando a los Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, haciéndose con un promedio de 17.1 puntos por juego. Los Juegos de Barcelona del 92 serían los segundos en los que participaría, unido a otros portentos como Larry Bird o Magic Johnson.

En este mismo año, con dos medallas olímpicas a sus espaldas, es cuando Jordan confiesa por primera vez su amor por el póker y la ruleta. El famoso juego de azar al que a día de hoy juegan millones de personas gracias a plataformas como askgamblers.com no contaba en ese momento con la aceptación social actual. Así, no fueron pocas las noticias en los 90 centradas en la afición del deportista por los juegos de casino. Los medios no desaprovechaban la oportunidad para hacerse eco de los relatos en los que estaba envuelto el deportista, como la vez que perdió 5 millones de dólares jugando a los dados o aquella otra en la que provocó un escándalo en el casino de Atlantic City en el 93.

Así, el chico de Brooklyn que se había hecho famoso por sus seis campeonatos de la NBA, pronto fue vinculado a todo tipo de historias alrededor del juego. Tan es así que un jugador en rehabilitación llamado Richard Esquinas llegó a publicar un libro llamado “Michael and me: our gambling addiction… My cry for help!”, en el que acusaba a la estrella de baloncesto de deberle un total de 1,25 millones de dólares en apuestas en partidos de golf. El escándalo no acabó ahí, sino que provocó una investigación por parte de la NBA dirigida por el exjuez federal Frederick Lacey. Finalmente, aquel mismo año Jordan anunciaría su retiro, afirmando que “ya no tenía más ganas de jugar”.

Le duró poco aquella desgana, ya que en 1995 volvería al terreno de juego. No obstante, fueron muchas las teorías especulativas que se centraban en que la vuelta de Jordan a la NBA no era más que una estrategia para lograr limpiar su reputación como aficionado a los juegos de azar. Eso sí, en todo momento Jordan siempre dejó claro que su problema no era con el juego, “sino un problema de competencia”. Esa misma competitividad que le caracterizaba en la cancha era la que le animaba a pasar horas jugando al blackjack.

Precisamente, en el libro Michael Jordan: The Life de Roland Lazenby queda plasmada la personalidad del atleta a través de un suceso ocurrido en el casino de Connecticut. Según Lazenby, Jordan perdió 500 mil dólares jugando, pero, lejos de retirarse, prometió no abandonar el casino hasta recuperar todo su dinero. Finalmente, tras toda una noche jugando, logró hacerse con un millón de dólares. Claro está que no siempre tuvo suerte, aunque con un patrimonio como el suyo las pérdidas que acumuló en el juego a lo largo de los años no lograron llevarle a la bancarrota.

No corrieron la misma suerte otros jugadores de la NBA aficionados al juego, como Charles Barkley, amante de Las Vegas con pérdidas que superaron los 15 millones de dólares, o Antoine Walker, compañero de Michael Jordan en las jugadas de póker y conocido por las grandes deudas que acumuló a lo largo de los años.

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