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Juan Manuel ‘Piti’ Hurtado: «La petición de imparcialidad desde la más absoluta… bufanda… es cómica»

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'Piti' Hurtado

Juan Manuel ‘Piti’ Hurtado (Cáceres, 24-5-1974) aparece sonriente, aunque algo tenso todavía, en el restaurante Paipái, en la madrileña plaza de Perú. El dueño, Fernando Ruiz, con el que tiene confianza porque es otro loco del baloncesto, nos abre antes de la hora el comedor para que podamos charlar y hacer las fotos tranquilamente.

Y entonces sucede. La conversación entre dos viejos amigos que a veces las han tenido tiesas en el pasado va fluyendo con fascinante facilidad a medida que aquello se llena de gente un lunes cualquiera a mediodía. Tanta facilidad que me acabo temiendo que nos conocemos demasiado bien para los estándares de una charla publicable. Suelo seguir el manual: evitar tanto la primera persona como el tuteo en las entrevistas, pero esta vez me va a ser imposible y me resigno.

Al lío. Comida fusión con un personaje de fusión: en primerísima fila de los analistas televisivos de baloncesto en España (viaje de ida y vuelta a Movistar+ tras inaugurar DAZN) dentro de una carrera como entrenador que seguramente ya nunca vaya a estar a esa misma altura, aunque sí contenga el exotismo de escenarios como México, Japón y Venezuela. En esa paradoja algo cruel se mueve un tipo con muchísimas aristas. Desentrañarlas todas va a ser complicado, pero hay que intentarlo. Con él siempre es así.

Tú y yo hasta compartimos pupitre tres años en el Colegio San Antonio, de Cáceres, a principios de los años 90. ¿Qué queda de ti de aquella época? Te gustaban más los cantautores que el grunge.

Pues uno siempre quiere creer que queda mucho, pero supongo que no tanto. Queda uno que ya veía el baloncesto como una cosa de mucha satisfacción. Queda la música, los amigos del 74, del 73, del 75, las listas de Spotify que reconvirtieron las casetes. Y… algo de ilusión, aunque no voy a decir tanta. La otra parte de ilusión que ya no queda se ha reconvertido en algo que no sé si llamar seguridad o calma.

Competíamos por ser el gracioso de la clase y solías ganar tú. Y también se te daban mucho mejor las chicas.

No tengo yo el recuerdo de que lo de gustar fuera algo intrínseco, aunque sí me hubiera encantado, claro. Sí lo es el humor. Quizá por familia y luego por amistades, por los campamentos, digamos que la parte irónica o la parte cáustica siempre ha existido dentro de mí.

Solías ser el último descartado para entrar en el equipo «A» y el mejor del equipo «B»… Yo ni me presentaba a las pruebas, si vas a contraatacar con eso.

Digamos que uno tiene que encontrar la parte positiva a lo que son los pequeños traumas de la vida. Que no te quieran, pues… Creía que era igual o mejor que algunos que entraban en el «A». Luego sí que encuentras la respuesta cuando empiezas a ver muchos procesos de selección, ya sean laborales o deportivos. Eso es una fuerza que queda dentro de ti y a la gente que tiene el talento, para que todo le vaya muy rodado, hay un momento en la vida como que luchar tampoco es una cosa natural.

Eso de que seas el último descartado es como decir: «no soy tan malo porque no soy de los primeros a los que echaron, pero no soy lo suficientemente bueno». Hay mucha gente que jugaba mejor que yo que luego el baloncesto lo han mirado pasar. Yo me he querido meter dentro y por una parte lo he conseguido.

Te recuerdo como un chaval no muy alto, pero sí fibroso, musculoso, del que se decía que hacía pesas aunque no se recomendase a esas edades para no retrasar el crecimiento…

Quizás cuando el baloncesto me dio el disgusto de no estar en el equipo que yo quería pues empecé a hacer un poco más pesas. La constitución era propia, eh. Mi hijo mayor es un poco como era yo, pero en guapo e inteligente.

Ya entrenabas a niños entonces…

Sí recuerdo quién me puso a entrenar, pero no sé por qué me salió natural hablarles a otros siendo yo tímido. Creo que lo soy en otros aspectos de la vida, pero delante de un grupo lo que más me pesó fue la más absoluta inconsciencia, porque hoy en día educar implica una responsabilidad tan grande que necesitas una serie de cursos para cualquier materia.

Entonces solo era «ponte delante de estos diez o doce chavales». Hubo una inconsciencia de quien me puso ahí y más grande la mía porque entiendo que a algunos chicos de los que yo entrené cuando tenía 15, 16 o 17 años les aportaría, pero seguramente a muchos no les haría bien.

'Piti' Hurtado

Eras de los Lakers. Todos éramos de los Lakers, pero parece que hoy en día había más seguidores de los Celtics.

Las primeras retransmisiones de partidos de la final coinciden en la temporada 87-88, que es cuando los Lakers consiguen la primera vez repetir título. Entonces lo más bonito era ver a Magic y a Kareem. Boston ya estaba en la parte final de aquella generación y eran los «malos». Muchos nos hicimos de los Lakers por esa razón.

Y te ganabas unos duros pintando las líneas de las canchas en el cole

Más o menos terminaba el curso aprobando bien y entonces el fraile de turno decía que necesitaba a alguien que se dedicase al baloncesto, que no importaba si jugaba mal o bien, pero sí que tuviese un cierto compromiso. Yo nunca he ido de niño terrible y si me llamaron para entrenar o para pintar las líneas era porque creían que tenía un punto de responsabilidad.

Era muy divertido decir que donde jugábamos durante todo el año lo repintábamos nosotros mismos en verano. Es curioso porque con el tiempo en la edición de vídeo he estado «pintando líneas» también. Todo se repite de alguna forma. Encuentras patrones en tu vida si miras atrás.

También se te recuerda porque participabas muy activamente en la Asociación de Amigos Francisco de Asís, sobre todo en sus campamentos y otras actividades al mando de un fraile con mucho carisma, el padre Pacífico Martínez Ugidos…

El franciscanismo a quien pone en el centro es al hombre y a la mujer. A la creación, digamos. Es el problema que tiene Francisco de Asís en su día con el Vaticano. Parecía una escisión, aunque luego lo arreglaron. Pacífico parecía alguien muy rebelde también, pero siguió dentro del sistema.

Dicen que fue la primera persona que consiguió montar un campamento mixto en España en los 60 y en los 70. No se permitía. Las madres del Opus de aquella capital de provincia decían que todos los embarazos no deseados salían de aquel campamento. Todo era la OJE y demás, donde no se mezclaban chicos con chicas.

Tengo un buen recuerdo de ese cura. Hay mucha gente que hoy en día piensa de otra forma de aquella educación, pero creo que nos dio la libertad suficiente, una libertad con alguien que estaba de red por si pasaba algo importante y que nos dio responsabilidades muy pronto, muy jóvenes.

Recuerdo que con 18 años fui el jefe de campamento de un grupo de 350 personas mayores o menores que yo. ¿Realmente yo mandaba? Creo que no, que estaba él de red, pero sí que te parecía que tenías la responsabilidad de llevar un grupo adelante. Igual un poco de inconsciencia y otro poco de ver cosas en las personas que no ves. Por eso hoy en día, cuando tardamos tanto en madurar, creo que no tenemos la libertad de decir «estoy viendo algo en ti, yo estoy aquí de red. Tira para adelante, que estaré por ti». Fue el mejor «director deportivo» o «directivo» que he tenido.

¿Te gusta este discurso carca de que la juventud de hoy no vale para nada? Tienes hijos que empiezan a ser mayores…

No participo de eso porque creo que, obviamente, han cambiado muchas cosas, pero el ser humano lo que necesita es no salvarse a la primera. El adolescente no necesita que le salven a la primera, pero sí necesita un padre por si pasa algo un poco más importante. ¿Cuál es el problema? Que saltamos muy pronto, que nuestro nivel de frustración es alto. Los padres atacan a profesores y a entrenadores. Y viceversa.

Yo creo que el joven necesita unos referentes y esos referentes tienen que seguir siendo sus educadores, sus profesores, sus entrenadores y que ellos vean en los jóvenes no lo que son actualmente, que está muy bien disfrutar del presente, sino en lo que se pueden convertir. La gente del mañana, que decía Pablo Guerrero.

Seguro que te lo han preguntado muchas veces, pero… ¿cómo te pusieron lo de «Piti»?

Desde que empecé las retransmisiones en NBA me preguntan eso, vía redes sociales y demás. Y siempre digo que lo voy a contar al final de la temporada.

Pero era un rollo de unos muñecos llamados «Pitirolos» que te gustaban de pequeño, ¿no?

Lo habrás escuchado en algún bar, pero no lo habrás escuchado públicamente.

'Piti' Hurtado

¿Te gusta? Recuerdo que en una época ponías el acento en que se te llamase «Manuel Hurtado», pero al final «Piti» es tu marca…

Me parecía que profesionalmente me iba a ir mejor con un nombre de verdad. Pero la fuerza de la realidad… Entonces supongo que creía en las «marcas personales». Ya me parece simplemente otro engaño.

Tu padre falleció este verano. Era impresionante lo parecidos que erais físicamente. ¿También humanamente?

Mi parte consciente quiere decir que no, que soy muy diferente a como era mi padre, pero claro, todos estos meses de profunda reflexión, cuando pierdes a alguien querido, hacen que te choques con la evidencia de que una buena parte de cómo soy yo viene de él: la parte irónica, la de querer estar con gente, la de disfrutar… tiene que ver con Manolo Hurtado, sí. Él no expresaba los sentimientos, como ha sido el hombre, digamos, de esa generación. Ya estando muy malito, a días de morir, me habló claro sobre lo que creía de mí, conversaciones que debíamos tener y que no siempre tienes la suerte o el tiempo de mantenerlas.

Era un gran personaje. A tu madre, Isabel, la conocí menos… ¿Qué te aportó?

[Silencio] No pensé que fueses a profundizar tanto, joder. Mi madre era una persona que leía, no mucho, pero leía. Había libros en casa de todo tipo de temáticas y orientaciones políticas. A ella y a mi abuela les iba la novela de Rafael Pérez y Pérez. Todo muy controlado, no estudiaron carrera.

Pero tenía un gusto por las palabras, por los apodos, por… No sé expresarlo, la verdad. Era totalmente al revés que mi padre: expresaba mucho los sentimientos. Entonces mi padre siempre decía que yo era más Pérez [apellido de la familia de la madre], porque quizás tenía la lágrima o el sentimiento más a flor de piel. Creo que mi sentimiento y mi forma de querer es más de mi madre.

Retomamos tu trayectoria a través del baloncesto. A muchos cacereños nos cambió la vida el increíble ascenso del equipo de la ciudad a la Liga ACB en 1992…

Diría que antes del ascenso, al crecer en un cole de baloncesto como era el nuestro, el baloncesto era la modernidad, el deporte a color. Y el fútbol, pues la bronca, el mal rollo. En esto último no hemos cambiado tanto y huyo de eso.

Es verdad que el ascenso del Cáceres fue muy explosivo, pero yo recuerdo cosas como… las zapatillas que llevaban los mayores, las Adidas Europa, las Top Ten o que viniera un equipo de La Roche-sur-Yon a jugar contra el San Antonio y se pusiera el himno de España. También las visitas de Wayne Brabender y Juan Antonio Corbalán, algún amistoso de equipos ACB… El ascenso es cuando tenemos 17, pero desde los 12 o los 13 el baloncesto ya era mucho en mi vida y en la gente que tenía alrededor.

De hecho, tengo la sensación de que era un escape. Soy de una familia nivel medio de Cáceres, donde mi madre trabajaba en una tienda de ropa y mi padre en un almacén de farmacia… El deporte no era un tangencial. Y lo normal hubiera sido ponerse un polo de Lacoste de la tienda de mi madre y hacer lo que hacía todo el mundo.

El baloncesto de repente era como una vía de escape o por lo menos me parecía hacer algo diferente a lo que hacía toda mi familia. El año del ascenso es muy paradigmático porque fue vivir una explosión colectiva, sentirte miembro de algo que al principio eran 1.500 personas y acabó siendo toda la ciudad. Todo el mundo sintiendo e insultando como si fuéramos uno solo. Se insultaba de una forma que ahora no se podría. Menos mal.

Tu papel en esos primeros tiempos del Cáceres en la máxima categoría fue cogiendo las estadísticas oficiales a pie de pista. ¿Qué vio desde tan cerca?

Septiembre de 1992. Carlos Bohigas, con el que había jugado, me llamó para formar parte del equipo de estadísticos y estuve a muy pocos metros de entrenadores como Lolo Sainz, Aíto, Manel Comas… Es curioso porque esto se me vuelve a repetir cuando estos dos últimos años hice la serie de entrevistas de The Coaching Experience en DAZN con tipos tan importantes en lo mío y con los que me siento, pero ahora la mayoría de ellos saben quién soy yo.

Entonces te quedas como diciendo: ¿qué ha pasado entre medias cuando no le he ganado absolutamente a nadie? Estoy bastante satisfecho de los contenidos más profundos deportivos en los que he participado en una época en la que la gente se aburre a los cinco segundos de un reel o de lo que te quiere contar el que tienes delante.

'Piti' Hurtado

Seguías entrenando entonces…

Tuve algún año de paréntesis, pero estoy más o menos vinculado siempre al baloncesto de una forma o de otra como ayudante o primer entrenador de equipos de cantera.

Empezaste Derecho y siempre cuentas que te quedan tres asignaturas para acabar.

Hasta antes de que muriera mi padre creía que daba igual. Y ahora, pensando en la vida, no es así, por el ejemplo que terminas dando. Mi padre empezó Químicas de joven y no terminó. Sí acabó Empresariales cuando mi hermana y yo éramos pequeños y luego Derecho con 50 y tantos años.

Hasta estudió conmigo. Soy un caso único a nivel mundial porque he copiado de mi padre en exámenes en los que él iba mejor preparado que yo. No me da remordimiento no terminar, pero si en algún momento logro encontrar un espacio suficiente de tiempo, que es lo que menos creo que tengo, pues sería para considerarlo. Por cierto, odio la expresión «no me da la vida», tan de moda en algunas personas hoy en día. La vida te da, tú eliges a qué dedicas tu día.

Hay otro momento clave: consigues un puesto como delegado en el primer equipo con Luis Casimiro…

En esa época hay dos personas importantes para mí, y muy peculiares. Una vive todavía, Agusti Valiente, que es el entrenador de siempre, con mucho carisma, de los equipos de Cáceres, y ve en mí una persona que puede entrenar. Llegó a montar una precandidatura para ser presidente de la Federación Española en los años 80.

Y luego está César García, que era un hombre del Renacimiento: poeta, jefe de policía, presidente del club… Muy divertido también. Vivíamos en el mismo edificio y fue quien me dio el puesto de delegado. Pasa ese tren en marcha y me subo. Es verdad que el Cáceres ya iba un poco en cuesta abajo a nivel económico, pero todavía son años muy divertidos de ver la élite muy de cerca. Luis Casimiro me trató muy bien, aunque solo estuvo con nosotros una temporada.

Con Manolo Flores pasé menos tiempo, pero vi un gran tipo, aunque en su segunda época en el Cáceres ya era muy diferente todo. Puro corazón. Por él entró Alfred Julbe, muy distinto, que vio en mí algo más que un delegado. Fue muy enriquecedor.

Julbe te nombra ayudante y siempre se dice influyó mucho en ti. Quizás demasiado.

Para mí es una riqueza conocerlo. Ese sambenito que se le cuelga a él de un poco maldito parece que lo tengo que llevar también encima. Pero realmente fue un maestro en su día, un amigo y alguien que me ha beneficiado mucho más que me ha perjudicado. Es una persona con una visión táctica y técnica del juego, para mí, de los mejores

¿Qué es lo que pasa? Conozco a mucha gente que ha llegado a la élite sin la capacidad de Alfredo. Hoy en día el entrenador necesita ser muchas más cosas aparte de ser una gran mente técnico-táctica. Debe ser un gestor de personas que por delante lleve la capacidad de llegarle bien al lobby de agentes, de general managers y prensa. Muchas horas de teléfono móvil entre ellos en una época en la que ya el resto de la población apenas usa las llamadas.

Se os vinculó tanto a Alfredo y a ti que cuando el Cáceres prescinde de él al cambiar el presidente, al mismo tiempo también sales tú, teniendo ambos contrato en vigor…

Estoy todavía esperando que me expliquen esa. Yo era un tipo que en la cantera lo hice todo: el mini, el infantil, el cadete, tuve los mejores registros… Luego soy estadístico, llego al primer equipo y soy delegado, segundo entrenador… ¿Cuál es el tema? Que hay un momento en el que a alguien no le cae bien Julbe. Y les resulta sencillo hacerme caer a mí también.

'Piti' Hurtado

Te vas unos meses a la Universidad de Utah. ¿Qué aprendiste allí?

Voy un poco como observador. No tengo un cargo en el equipo de la universidad, pero sí que empiezo a ver el baloncesto universitario después de haber conocido el europeo, aunque fuese ligeramente porque había participado en la Copa Korac con el Cáceres.

Es otro mundo totalmente distinto. Crees que Cáceres es el centro del mundo y de repente te das cuenta de que eso no es así y que te tienes que reciclar. Estaba Raül López en los Jazz, me acerco a saludarle y le doy mis credenciales, pero no me hace ni caso [risas]. Estaba recuperándose de una de sus lesiones de rodilla.

Para un chico de 25 o 26 años tampoco creo que Utah guardase muchos placeres…

Iba muy centrado en el baloncesto y tampoco fue demasiado tiempo. Estuvo bien. Conocí a Rick Majerus, un entrenador quizás de segunda fila a nivel NCAA tras los Bobby Knight y compañía a los que admirábamos en la época de Díaz-Miguel y a los que luego hemos puesto todos los asteriscos del mundo por su comportamiento casi acosador.

Majerus era omnímodo, capaz de preguntar en un entrenamiento quién estaba sentado en la grada y mandarlo diez filas más arriba. Y yo allí intentando no estorbar.

Aprovecho para colar la clásica pregunta sobre qué tipo de entrenador prefieres, si el autoritario o el negociador.

Para mí, el modelo mixto. Hay un momento en el que sabes que hay alguien que te va a exigir y que en esa exigencia te tienes que quedar con el qué y no con el cómo, pero que es una persona que si te está exigiendo es porque realmente te quiere. Lo hace de una forma un poco diferente a lo que te querría una madre, pero te está pidiendo bastante.

Y eso hay que vivirlo y hay gente a la que le cuesta. También hay unas líneas verbales y físicas que creo que no hay que traspasar. Que un día te levanten la voz no tiene que ser un problema. Otra cosa es que te la levanten constantemente, a todas horas. Y con insultos.

¿Ya tenías claro que querías ser entrenador profesional? Tu primer trabajo fuera de Cáceres fue en Mérida, en Liga EBA, con varios de los chicos que habías tenido en categorías de formación…

Creía que como entrenador de profesionales se me iba a dar igual que en cantera, donde me había ido muy bien y había conseguido con equipos muy pequeños llegar a buenos resultados. Y no se da igual de fácil. En Mérida son dos buenas temporadas, nos quedamos cerca del playoff. Carreteras secundarias del baloncesto, muchos amigos en esos caminos. Y supongo que algún enemigo que con el tiempo vas olvidando.

Sueles citar como ejemplo a Nick Nurse, que fue un jugador oscurísimo y que como entrenador tuvo que irse a la floja liga inglesa para ganarse la vida, pero que acabó ganando el anillo con los Raptors.

No es mi ídolo, pero me parece que es un camino tan válido como el que termina de jugar y le dan un equipo porque tiene una red de contactos excelente. Lo que nunca llegaremos a valorar lo suficiente los que no hemos jugado a nivel profesional es que el vínculo fraternal que se da en los vestuarios entre los jugadores luego continúa porque ellos tienen unas vivencias, ya sea en la pista o incluso en la noche, que les unen muchísimo.

Han vivido juntos, han dormido juntos, han sufrido juntos. La gente que consigue ese vínculo y ha jugado muchos años luego tiene más personas en las que puede confiar y que pueden confiar en él.

'Piti' Hurtado

Entonces, ¿el exjugador sigue siendo jugador cuando ejerce de entrenador, de director deportivo o incluso de comentarista?

Cuando un chico llega a los 17 o 18 años a un vestuario profesional de repente tiene que cambiar mentalmente. El que es capaz de quedarse ahí, la madera que tiene es la de alguien que está por un lado compitiendo por el puesto con el que está al lado y por otro lado teniendo que darse la mano con el mismo para ser mejores como equipo.

Es todo el rato luchar por un trocito de terreno muy pequeño, ya sea en las relaciones personales o en todo. Se convierten en depredadores. Lo importante es el siguiente contrato. Y lo he visto en jugadores que son grandes leyendas del baloncesto que han ganado Copas de Europa con los que te preguntas cosas.

¿Por qué fulano no se habla con Lolo Sainz? Porque Lolo fue el que decidió que ya no siguiera en el club. ¿En serio que después de 25 años no ponen en perspectiva todo? Habrá un momento en el que lo hagan, pero… ¿por qué? Porque siguen siendo jugadores profesionales con 75 años.

Buena digresión, pero sigamos. Julbe vuelve a aparecer en tu vida llamándote para ser su ayudante en Zaragoza, pero el objetivo de subir a ACB no se cumple. ¿Tanta presión había en los inicios de un proyecto que ahora parece muy asentado?

Era un equipo de LEB Oro que tenía un gran presupuesto y que fue un impacto para la competición porque tenía su pabellón lleno con más de 10.000 espectadores, un club con un nombre y un patrocinador mítico como CAI. Recuerdo una pancarta en Plasencia que ponía «Puto dinero» cuando fuimos a jugar allí. En España tener mucho presupuesto o tener mucho talento, cuando vas por categorías menores, es un peso que te lo señalan. Los jugones que tiran mucho o que son muy virgueros no están bien tratados. La consigna es defenderles al borde del riesgo físico. Así somos…

Todo lo que no fuera cada año ascender pues se consideraba fracaso… Y luego está el carácter maño, como pasa con el carácter valenciano: son ciudades donde se ha vivido la gloria no continuadamente, pero sí puntualmente. Cuando pones el listón ahí tienes que intentar hacerlo valer.

Por otro lado, son magníficos porque dan un gran apoyo, pero tú notas por la calle lo que pasa. Fue una experiencia chula. La verdad es que había una serie de jugadores ahí que Julbe en ese caso consiguió hacer rendir como Mario Fernández, que ahora es director deportivo del Barça, Oliver Arteaga y José Ángel Antelo, que en la parte deportiva pues tuvo una carrera también, eh. Nadie se acuerda con lo de ahora, que, por otra parte, no nos lo esperábamos. Fue muy entretenido el CAI Zaragoza.

Lo de perder el ascenso en el quinto partido en casa en la temporada 2005-06 ante el Murcia debió ser muy duro…

¡En la prórroga! Posteriormente he entrenado al hijo de uno de los dos árbitros de aquel partido, que fueron Germán Morales y Miguel Ángel Garmendia. Las cosas hay que ponerlas en perspectiva. Aquello pasó. Nosotros creemos que había una serie de decisiones que se podían haber tomado de otra forma, pero claro, al final es el árbitro el que las toma.

Tu primer contacto con el análisis digamos público de baloncesto a través de las nuevas tecnologías es un videoblog llamado «PizaRisas», mezcla de baloncesto y humor. ¿2006, quizás?

A ver, antes te voy a recordar una cosa. En aquel 2006, Julbe decidió motu proprio comunicándole al presidente Javier Loriente y al GM Alberto García Chapuli que no continuaría si no subía porque tenían un vínculo muy grande y él no quería hacerle pasar un año difícil a Loriente. No subimos, pero el club me dijo que estaba contento conmigo y que les interesaba que siguiese como ayudante de quien viniera a entrenar.

Pero Chápuli apostó por Chus Mateo y, como era la primera vez que ejercía de primer entrenador, le dieron la oportunidad de traerse un ayudante suyo. De esto me entero en mitad de mi viaje de novios en Cancún, en una época en la que no era tan fácil como ahora estar conectado. Se me hace muy tarde en verano y no consigo equipo. Entonces me genera una frustración porque yo creo que voy a tener una posibilidad de poder entrenar, pero no la tengo.

La temporada anterior Julbe me dio mucha libertad para editar vídeos como me diera la gana. Él no se metía. Recuerdo a Alberto Angulo pegado a mí diciéndome «oye, ¿cómo se hace esto?» y demás. Eran sus últimos años como jugador. Salí con un montón de aprendizaje, buscándomelo yo sin que nadie me enseñase.

Y con ese conocimiento y esa libertad que alguien te da, pero estando él de red si te equivocas. Me pareció que tenía la capacidad de decirle al mundo «yo sé hacer esto» y publicar cosas para decir «estoy disponible». ¿Cuál es el problema? Que yo en ese momento no me doy cuenta de que en los círculos de poder del baloncesto se valora más la discreción que el conocimiento, entonces y ahora. Empiezo a publicar cosas en PizaRisas, algunas divertidas y otras con un carácter más táctico. Eso le empieza a gustar mucho a la prensa nacional y al gran público y al pequeño público del baloncesto. Creo que le gustó poco a los órganos de decisión de los clubes.

Suena a queja…

Es una evidencia, pero funciona así. Si en ese momento me hubiera dado cuenta, pues lo mismo solo tenía que haber mandado los vídeos directamente a los directores deportivos o a los entrenadores para crear un vínculo directo. Creía que eso me iba a dar la oportunidad de poder entrenar fácilmente y no fue así.

Pero aquella experiencia y tenacidad me ha permitido editar vídeos y análisis que me han contratado para proyectarlos antes de finales de Eurobasket de selecciones o en vestuarios de equipos europeos de Euroliga antes de partidos de playoffs. Hay muchos ayudantes que no saben de vídeo o simplemente editan a nivel muy básico. Y hay momentos que necesitas un conocimiento táctico mezclado con una sensibilidad audiovisual que creo que puedo aportar.

'Piti' Hurtado

Ni te imaginabas que te ibas a acabar ganando la vida en los medios…

Para nada. Siempre me han interesado, pero por familia y demás. Cada año que termino en los medios me parece que estoy en una pasantía, en una excedencia, que ya volveré a entrenar, que no soy un comunicador. Cuando acabé la temporada pasada en DAZN pensé que todo eso se había acabado y me cogí un equipo cadete, pero me llamó Movistar+.

En 2007 eres clave en la refundación del Cáceres, ya que el anterior club que había desaparecido, primero como director general y luego como entrenador. Supongo que por un lado te llena de orgullo, pero me da que no es una etapa que te guste recordar demasiado. Recuerdo que se te agrió un poco en carácter, qué quieres que te diga…

Cuando se acabó, fui un poco más negativo porque hay un momento que fue un interruptus total con la directiva, con la que íbamos muy juntos y de repente, no, no había nada. Pero yo creo que es una gran enseñanza vital: lo mismo que en la primera época con el Cáceres no eras imprescindible y por joven creías que sí, en la segunda época es un poco parecido, pero con unos modos mejores.

Sí es cierto que los directivos no tenían la idea de refundar el Cáceres y soy yo, y no lo van a contar y no le van a dar más importancia, el que sienta en una mesa a la alcaldesa, Carmen Heras, a los directivos y a los clubs que había en la ciudad. Y de ahí intentamos que todo el mundo tenga un papel.

Creo que sale muy bien, mirado después de 15 años, que siga habiendo baloncesto profesional allí para el aficionado y para el deporte local. Evidentemente hay gente que entra y que sale; ellos querían que yo me quedara dentro, pero a mí me parece que cumplí una etapa y que está todo bien. Por el camino hubo grandes momentos.

Triunfar o fracasar no es lo mismo en casa que fuera…

Acertamos en un montón de cosas y nos equivocamos en otras, pero soy un poco inocente a la hora de sentarme a negociar con los directivos, que son gente de empresa. Y en eso me ganaban. El buen directivo es el que es capaz de absorber a una persona en crecimiento cuando no vienen los buenos resultados.

Salgo del equipo con un balance 3-5 y habiendo perdido contra los dos mejores equipos de la competición, los que luego ascenderían. A partir de ahí, pues nada, ningún reproche. Se terminó. Yo creo que fue muy interesante y que hubo momentos en los que disfrutamos un montón.

El 13 de noviembre de 2009 pierdes en Menorca por 93-75. No has vuelto a ser entrenador en ningún partido profesional en España… No sé si es un dato sacado demasiado en plan cabrón…

No. Para nada. Luego el tiempo demuestra que solo es una derrota más. Es más la sensación. Era una época donde había barra libre a la hora de hablar en internet de la gente. Actualmente tienes que poner un número de teléfono, un correo electrónico… Entonces cualquiera podía poner lo que quisiese no solo en los foros, sino en los comentarios de los periódicos, en los blogs…

Y se podía decir cualquier cosa de cualquier persona, ya fueran un recién nacido, ya fuera quien sea. Podías cagarte en todo. Y los directivos eran personas que han vivido de licitaciones, de contratas públicas y no querían que nadie les cogiera inquina local, que hubiera una mala imagen que les llegara a ellos. Y era muy fácil.

Hoy sigue existiendo odio en internet, pero ya no hay tanta barra libre, necesitas loguearte de alguna forma. Después de un partido, un directivo me dijo que había cien comentarios en un periódico local y yo le dije: «¿es una persona o son cien?». No me respondió. Pero ya veía que el amor se había roto, que no había más. Les dije: «si me apoyáis, sigo. Si no, pues nada».

Y entonces se repite la historia, como cuando se fue a Utah, y eso te obliga a abrirte a más cosas.

A coger cosas en la mochila, como montar baloncestos, a hacer campus de verano, a reinventarte, a moverte. Lo mejor de ese momento es que Cáceres ya no es el sitio donde estar obligatoriamente. Es tu ciudad, donde has nacido, donde tienes las raíces, pero ya está, ya se ha terminado, no pasa nada.

Una pregunta sobre cada uno de los países en los que trabajaste a partir de entonces, primero en México con los equipos de formación de los Soles de Mexicali…

Es una cultura genial, pero estuve muy pendiente de volverme para el nacimiento de mi hijo Miguel, porque mi mujer estaba muy embarazada. Mexicali es frontera con Estados Unidos y todos los fines de semana iba allí a ver cómo funcionaban universidades e institutos porque jugábamos muchos amistosos contra ellos.

'Piti' Hurtado

A Japón, fichado por el Levanga Hokkaido, sí te llevaste a toda la familia…

Me partió un poco por la mitad porque fue una realidad cultural absolutamente distinta. Los tres primeros meses no sé dónde estoy. Intento trabajar de la forma que yo sé y luego ya empiezo a acomodarme un poco, pero tenía que saber cómo trabajaban ellos. Mucha gente me habla del exotismo de Japón. Y entonces yo empiezo a hablar del exotismo de la irresponsabilidad que tenemos. En el deporte profesional en España a la hora de cumplir pagos… bueno.

Allí a nivel laboral un diez. Una gente fantástica y una temporada también muy triunfadora como un equipo que estaba abajo y lo pasamos muy bien. Familiarmente es un disfrute total porque con un nivel económico aceptable se vive muy bien. Y se conoce un país y una sociedad muy interesante y también muy sensible.

¿Y Venezuela con los Guaiqueríes de Margarita?

Llegamos a semifinales de liga, donde nos eliminó el campeón, Marinos de Anzoategui. ¿Venezuela en sí? En España decimos «lo que pasa en este país, no pasa en ningún sitio», pero llegas allí y te das cuenta de que las frases hechas no valen absolutamente nada. Claro, lo que pasa en un sitio pasa en un sitio, pero ya está, no hay más, o sea, la comparación no va a ningún lado, y vivimos en un país que es extraordinario. Que sí, que hay una lucha diaria por ser mejores y demás, pero eso nos está llevando a ser menos alegres, claro.

¿Tú también? ¿Al gracioso de la clase?

Sí, sí. Por mantener el estatus, te hace relajarte menos y ser menos alegre, o sea, darte menos tiempo para quedar con los amigos y desbarrar un poco, ¿no? Y no debería ser así.

Cuando vuelve de Venezuela desembarca definitivamente en los medios…

Hay una mezcla de gente a la que le va gustando lo que hago y las redes sociales ayudan mucho porque te acercan a personas de las que estás muy separado. LaSexta se queda con el baloncesto de selecciones y Marca Televisión también me llama para hacer Euroliga. Y bueno, como te pasa a ti, desde pequeños hemos estado escuchando baloncesto en la tele y te parece que hay un momento en el que este señor no se está enterando de lo que pasa.

Entonces te parece que tú lo puedes hacer mejor. Seguramente ahora, después de tantos cientos de partidos, habrá varios chavales diciendo lo mismo de mí. Pero entonces acepto el reto creyendo que lo puedo hacer bien porque no solo quiero comentar el partido, sino que quiero añadirle alguna pieza mía. O sea, quiero enriquecer la retransmisión. Luego te das cuenta de que a nivel técnico es muy difícil hacerlo continuamente porque lleva muchas cosas cuando las teles tienen una estructura grande. Pero sí, me llama la atención lo visual o más bien lo audiovisual.

¿Te acuerdas si estabas nervioso en el primer partido en directo?

No especialmente. Nunca he tenido un respeto máximo a los micrófonos. Creo que más importante que sacarte una carrera, dos o tres, que está muy bien, es lo que hayas ido leyendo. Cuando ves a gente de tu familia leyendo revistas, periódicos, libros, como mi hermana mayor, María, que no paraba ni ha parado de leer, pues eso te marca y entonces eso te da un bagaje de que luego eres capaz a priori de controlar más lo que vas a decir.

Si eres exjugador, haber jugado y vivido esas experiencias es importante como comentarista, pero creo que el control de lo que dices sin ser demasiado aburrido y sin llegar a creerte demasiado gracioso es lo complejo.

No lo has inventado tú, pero cuelas muchas referencias pop en tus comentarios…

Me gusta mucho porque te hace conectar con el espectador, te hace conectar más allá de hablar del pick and roll o de cómo se defiende cada ataque. Sería un coñazo inmenso. Hay gente que me reprocha lo otro, que me pongo a hablar demasiado de la vida de los jugadores… Ya. Pues el equilibrio hay que encontrarlo, lo seguiré buscando. Poder hablar de que tal canción o tal libro le gusta un jugador le dignifica. No todos son unos brutos depredadores y, sobre todo, a mí me ha aportado cuando lo ha hecho gente como Andrés Montes u otros comentaristas.

'Piti' Hurtado

Cuando te fichó Movistar+ la primera vez fue como llegar al Madrid o al Barça…

Entre medias sí que había editado vídeos y escrito para Gigantes del Basket, Sport y varios medios más. Obviamente, es una cosa más grande porque yo acababa de terminar en Venezuela. Me lo planteo como una profesión, no como «estoy aquí, yo me sigo moviendo, como un segundo plato, y en nada que me llamen para llevar a un equipo a estos les doy boleto», que sería lo normal del comentarista cuando es entrenador.

Eso te hace estar con el freno de mano echado constantemente. No te voy a decir que soy un kamikaze, porque no lo soy, pero sí que me parece que es muy importante el dinero que te pagan y la oportunidad que te dan para que tú no devuelvas con profesionalidad lo máximo que puedas. Y compromiso a temporada completa.

Pero es lo de siempre contigo: cuanto mejor te va como comentarista, más te alejas del banquillo, que era tu vocación… ¿Cómo lo digieres?

Mal, pero lo que pasa es que en el día a día aunque me toque comentar un partido que vaya a verlo poca gente, el que lo haga merece el mismo respeto que en un Madrid-Barcelona y me parece que hay que trabajarlo. Me han dicho amigos agentes y gente de baloncesto «¿por qué piensas todavía en entrenar si esto se te da fenomenal?». No terminan la frase: me están diciendo que entrenar no se me da tan bien o se me da mal. Yo ya veo el subtexto que hay en esas frases, pero bueno…

¿Estás vacunado de eso? ¿De que… se te dé aparentemente mejor una cosa que te gusta menos que entrenar y que también está centrada en el baloncesto?

Es como si ya tuviera la segunda vacuna, necesito una tercera todavía para terminar de decir «bueno, pues ya está». Nadie ha llegado y ha dicho «es que este tío si tiene este conocimiento, ¿por qué no puede ser bueno para estar en un cuerpo técnico de alto nivel?».

Noto el respeto de mucha gente del baloncesto cuando se acerca y me pregunto: «¿puedes hacerlo como esta persona?». No te digo como primer entrenador de un equipo de superélite, porque es muy complicado si no tienes un bagaje previo, pero poder ayudar a un club de élite, pues igual sí puedo.

Pero también te perjudica la fama. Ser más conocido que un hipotético entrenador de la Liga ACB que fuese tu jefe sería raro…

Por el tema de antes que te decía. Al final se confunde conocimiento público con lealtad. Si pongo un tuit diciendo que no me ha gustado la defensa del Milán o la del Barça, no estoy faltando el respeto a nadie. El peso de los elogios y de las críticas es… porque antes he dicho mil veces que me ha gustado mucho cómo lo han hecho. Lo que pasa es que la crítica es absolutamente… El problema que tenemos en la sociedad occidental es que la crítica educada tampoco se valora, cuando es la que te hace crecer.

¿Ahora nos entiendes mejor a los periodistas?

Sí. Entiendo al periodista que no es susceptible, igual que entiendo al árbitro que no es susceptible. Entiendo al periodista que es capaz de hablar y escuchar a la otra parte sin prejuzgar, lo mismo que entiendo al árbitro que es capaz de acercarse y explicarte, o al árbitro que es capaz de decirte «ostras, pues en esa quizá me he equivocado».

¿Es duro hacer retransmisiones nocturnas de NBA?

No solo a nivel vital, familiar y hasta nutricional, sino a nivel laboral. Es por la mañana cuando se toman las decisiones. Por la noche solamente te defiende tu propio trabajo, no te defiende otra cosa, porque no vas a poder estar haciendo ningún pasillo. Eso lo explicaba muy bien Antoni Daimiel en su libro, El sueño de mi desvelo.

'Piti' Hurtado

¿Antoni es el mejor del periodismo baloncestístico nacional?

Es el que tiene un mayor prestigio, el de mayor equilibrio entre conocimiento y capacidad lingüística.

¿Qué tal hubieses funcionado tú con Andrés Montes?

No lo sé. He tenido la oportunidad durante los últimos años de trabajar diría que con el 90% de los narradores de baloncesto profesionales en España entre los que trabajan en Barcelona y Madrid. Montes tenía un estilo muy particular, muy NBA, de poder hablar de todo y sin cortapisas, más allá de que esté jugando un español con el que se intenta no pisar determinadas líneas.

Al principio yo pensaba que lo chulo era hacer parejas, que hubiera buena sintonía, pero luego me he dado cuenta que las empresas les importa más un poco el planning, tenerlo bien cerrado. Y llegas a la conclusión de que tienes que ser flexible para trabajar con todo tipo de narrador, ya sea de un estilo, de otro, una personalidad, de otra… Para mí el buen narrador es el que escucha al comentarista. Y el buen comentarista es el que es capaz de adaptarse al ritmo del narrador. Es lo que intento.

¿Por qué te fuiste a DAZN? ¿Mejor ser cabeza de ratón que cola de león, pensaste?

Sobre todo veo una apuesta por el baloncesto muy fuerte: se quedaron con el Mundial y las competiciones europeas y la promesa inicial es «vamos a por todo, a por la NBA». Mi intención primera es quedarme en Movistar+ porque estoy fenomenal a nivel personal y disponemos de unos medios increíbles para hacer cosas.

Hasta conseguimos que la tele americana nos dé bola con secciones del programa Generación NBA. Iba muy bien todo. Pero esta gente inglesa de DAZN lo que me ofrecen inicialmente pues está muy bien y sobre todo empezar algo nuevo y poder intervenir en más cosas. Finalmente doy el paso, pero la apuesta por el baloncesto…

Es verdad que la primera temporada ya es la pandemia y el evento en directo sufre ahí. Me fui con muy buena sensación de DAZN. Unos años muy chulos con contenidos donde me dejaron libertad. Hemos hecho un grupo de trabajo que todavía mantenemos relación, una serie de periodistas muy buenos.

Dicen los gourmets del baloncesto que la Euroliga es la mejor competición del mundo, que el auténtico baloncesto está ahí y que entonces los partidos se juega algo y se defiende, que en la NBA solo se ponen a ello en los playoffs…

Siempre ese tipo de expresiones categóricas las hace la gente que no consume lo otro. «Lo mío es lo mejor, ¿eh?». Evidentemente, tú quieres trabajar en el sitio donde mejor se te valore económicamente y donde tengas más proyección. Eso es la NBA, no hay ninguna duda.

A partir de ahí, la Euroliga tiene un montón de alicientes. Me parece muy curioso que si te gusta el baloncesto renuncies a una cosa o a otra. Si el parámetro es el juego colectivo, claro que la Euroliga tiene momentos en los cuales se juega mejor, pero es que tendemos a ir jugando peor colectivamente porque se entrena menos y porque cada vez hay más jugadores que necesitan mucho balón.

Aquí los entrenadores todavía tienen mucho mando sobre lo que pasa en el juego y en la NBA, menos, pero eso no significa que sea peor competición, para nada. Renunciar a una de las dos mejores competiciones que hay me parece una estupidez.

Lo peor de tu trabajo debe ser verse a veces salpicado por el binomio Real Madrid-Barcelona y que te caiga de todo en las redes por si has celebrado más o menos una acción de uno de los dos…

Si quieres estar en los mejores partidos es imposible escapar a eso. Lo que pasa es que la crítica exacerbada, sin razonamiento, de que te hayas equivocado tiene una parte de elogio. Recuerdo este año haber ido a Estambul a un Fenerbahce-Real Madrid y en el calentamiento había una serie de aficionados que no hacían más que insultar en inglés a Llull y a Rudy Fernández, sobre todo diciéndoles que se retiraran.

Yo solo estaba viendo respeto en eso porque no lo hacían con otros jugadores. Ellos ni miraban. En el sitio donde más te odian deportivamente es donde más te están respetando, donde más tiempo gastan en ti es donde más has impactado pero en positivo.

Me gusta una frase tuya sobre que los que más te piden que seas imparcial son los más parciales…

La petición de imparcialidad desde la más absoluta… bufanda… es cómica. Recuerdo a un señor muy bien vestido en el Restaurante de Berlanga, al lado del Retiro, un sitio de arroces. Yo me senté en la terraza esperando que vinieran unos amigos y el tipo me ve y dice: «¿tú eres Piti Hurtado, ¿no?». Y yo: «eh… sí». Y él: «por qué eres tan antimadridista?». Entonces le miro y digo: «hombre, ¿le parece a usted el momento…?».

Un amigo que iba con él se da cuenta e intenta como regular un poco. Al rato se levanta cuando estamos comiendo, se disculpa por la pregunta y me dice: «¿por qué defendéis tanto a Pablo Laso?». Le respondí: «bueno, yo lo que veo es cierta contradicción entre tus preguntas. Si lo que quieres es que yo opine exactamente como tú piensas, ahí tenemos un problema».

¿Te sorprendió que Movistar+ te volviese a llamar este verano? Eres prácticamente el único al que «rescata» de DAZN…

Sí, agradablemente, aunque es verdad que dejé allí muchísimos amigos y proyectos por hacer que espero que volvamos a ellos… Yo estaba como pensando en otra vida, pero me llaman y me dan un papel, un espacio. Lo valoro un montón. Es verdad que es solo Euroliga, pero es un espacio muy agradable y un grupo de trabajo fenomenal. Y es una cobertura buena a la competición. Estaba pensando en hacer otra cosa, pero no encontré razones para decir que no.

'Piti' Hurtado

En este tiempo también publicaste un libro que funcionó muy bien junto a Antonio Pacheco, La Pitipedia.

Era un producto muy cuidado no solo en texto, sino visualmente y tuve la suerte de tener como compañero de proyecto a Pach, para mí es un fenómeno, un tío muy infrautilizado por los medios nacionales, una persona de una capacidad impresionante. Él pensó en un proyecto que en los contenidos se pudieran leer durante mucho tiempo.

Lo he disfrutado mucho y Pach tiene mucho que ver en eso. Entendí que él sabía más de lo que es poner un producto en el mercado y lo hizo. Le conocí en Twitter, para los que creen que ahí solamente hay odio.

¿Entrenas a uno de tus hijos en Tres Cantos, no?

Sí, al mayor, Manuel, aunque Miguel también juega. Durante los veranos entreno a todos los niños y niñas posibles en los turnos de los Campux que organizamos en la comarca de La Vera, al norte de Cáceres. Es un club de cantera que intenta trabajar lo mejor posible. Hay algunos que tienen por norma que un padre no pueda entrenar a su hijo, que se generan una serie de problemas.

Entonces mi argumento es que soy entrenador mucho antes que padre, que tengo más experiencia como entrenador que como padre y que creo que puedo aportar cosas. Hay momentos en los cuales te subes al coche y no puedes tener una conversación normal con tu hijo. Hay unos minutos de algo más de silencio porque es un adolescente al lado.

Entonces aprender a convivir también en esos momentos, porque yo creo que a él le ayuda a madurar y a mí también me ayuda a relacionarme con él. Siempre el proyecto es pasar más tiempo con tus hijos. ¿Cómo se consigue eso? Porque yo veo que en Madrid, en el día a día, el que tiene unos horarios leoninos, llega el sábado y entonces quiere estar tanto con sus hijos que en la grada quiere estar en la cancha.

Yo puedo hacerlo de una forma en la cual pueda ayudar a él y a sus amigos entre semana. Son un grupo muy compacto. Me conocen mucho porque los veranos los pasan en los campus y estoy intentando aportarles, pero sobre todo es lo que ellos me aportan a mí.

Siempre abogas por la figura de un coordinador interno para llevar las relaciones entre los padres, el club, los jugadores…

Suena idealista, pero por ejemplo en Noruega, que es un país muy pequeño, tienen una ley del deporte donde es muy importante la figura como una especie de defensor del jugador o de la familia, que media, y es obligatoria. Es muy interesante porque necesitamos gente que tenga la visión del padre, pero que tenga también la visión del entrenador, que acerquemos esas posturas.

Tú me has visto dirigir partidos y ponerme nervioso con los árbitros, como le pasa al cien por cien de los entrenadores, pero como comentarista me gusta entender por qué se pitan determinadas jugadas que el aficionado no entiende, porque como ha perjudicado a mi equipo, no entiendo absolutamente nada.

Bueno, el árbitro ha pitado esto porque el reglamento dice esto y porque creo que ha entendido esto. No estoy diciendo que tenga la razón, estoy diciendo que quiero entenderlo, y entonces en este caso yo creo que tenemos que intentar entender al padre de familia que se siente con poca información, pero también tenemos que entender al entrenador que se siente muy abrumado por un montón de padres que vienen a él con distintas situaciones.

La última, que ya traen la comida. ¿Dónde te ves dentro de cinco años? ¿Crees que te podrás meter en esa «rueda de entrenadores» que tanto parece que te fastidia?

Lo que he entendido es que hay entrenadores mucho mejores que yo y que hay entrenadores que han sabido moverse muy bien. Y eso es una virtud: la parte social o la parte de relaciones laborales es una virtud que no nos la enseñan los cursos de entrenador, pero debían hacerlo si queremos progresar. Y no me veo en ningún sitio, la verdad.

Me encantaría tener un proyecto de un club propio, pero esto es algo muy idealizado. Por ejemplo, me gusta mucho lo que está haciendo Berni Rodríguez, con el cual tuve la oportunidad de trabajar este tiempo en DAZN. Es decir, como una academia de club que no tenga el interés de becar rápidamente a jugadores de fuera, africanos, para ganar, sino que dé el acceso al baloncesto a jugadores que jueguen bien, que jueguen regular y que sea muy inclusiva en todos los aspectos.

Nosotros hemos empezado en los campus de verano a tener este tipo de grupos y queremos ir un poco en esa línea porque me parece que al final, cuando van pasando años, te das cuenta que el baloncesto te ha dado tanto, que tú tienes que seguir metido ahí. Y devolver lo que puedas.

Te mentí. No era la última. El baloncesto sabemos hacia dónde va: que haya posiciones tan rígidas y mucho tiro lejano y cercano, sin media distancia. Pero… ¿la televisión en general hacia dónde va? Se dice que los chavales cada vez la ven menos…

No, yo creo que cada vez ven más televisión, pero con el móvil, como todos, lo que nos llega inmediato. La dopamina es… No soy muy de prohibir, pero abogo por no permitir el teléfono en reuniones, en instituciones educativas… Te diría que casi a nivel laboral en determinados ambientes porque nos mata la creatividad, nos mata la concentración.

Y creo que ver la tele con un móvil delante los hace capaces de ver muchas cosas, pero creo que no se fijan exactamente y nosotros tampoco. En los Campux no permitimos los móviles durante tres semanas. El siguiente paso es que los monitores y entrenadores tampoco los lleven. Mi mujer, Mónica, es una crack en esto y, bueno, en muchas más cosas [risas].

Es docente por vocación, profesora en un instituto de enseñanza secundaria y ve a diario la falta de concentración que tenemos todos. Es una pelea de la que no hay que rendirse, no bajar la mirada.

Nadie sabe hacia dónde va la tele porque nadie sabe audiovisualmente hacia dónde va la sociedad. Y los jefes de contenido tienen a diario un reto brutal de no saber exactamente, con una audiencia muy atomizada, qué es lo que más va a interesar. Miran mucho los números, pero ¿cómo de reales son los números respecto a lo que está pasando ahí fuera? Lo veo supercomplejo.

7 Comentarios

  1. Antimadridista de manual, rancio y casposo. Cuando un equipo extranjero juega contra el Real Madrid, sus halagos al otro equipo son hasta ridículos y en cambio cuando juega otro equipo español, se pone la bufanda de ese equipo incondicionalmente. En fin, qué esperar de alguien que ha escrito en Sport, trabajado en DAZN y actualmente en Vomistar.

    • Lo que pasa es que los madridistas estais tan acostumbrados a que os «doren la píldora» que cuando hay un comentarista objetivo os pensais que os van a la contra.

    • Es difícil (y meritorio) concentrar más estupideces en un un párrafo de cuatro líneas. Lo cierto es que, sin pretenderlo, te has erigido en un buen epítome de lo que los chavales de ahora llaman «un cuñao de manual».

  2. “Motu proprio”, sin el “de” delante

  3. Hacía mucho que no me leía una de estas entrevistas extensas de jotdown. Grande Piti! Te echamos de menos en la NBA.

  4. “Debe ser un gestor de personas que por delante lleve la capacidad de llegarle bien al lobby de agentes, de general managers y prensa. Muchas horas de teléfono móvil entre ellos en una época en la que ya el resto de la población apenas usa las llamadas.”

    Es muy muy importante que se cuente esta verdad. Por qué un entrenadorazo como Pedro Martínez nunca ha tenido una oportunidad en Barsa o Madrid? Grimau?? Grimau????????? Jajajaja

    Pues eso… gracias Piti!

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