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Autobombo y picaresca, la fórmula del éxito

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Resoplando, Mbappe (Foto: Cordon Press)

No tengo muy claro que la audiencia sea uno de los factores que empujan a un espectador a elegir un programa o una cadena. No me sentaré a ver algo sólo porque pueda presumir de share –a veces se presume de unos shares ridículos, además– ni dejaré de escucharlo porque la última oleada del Estudio General de Medios no le haya sonreído. Aun así, los medios dedican un gran esfuerzo al autobombo, a hacernos creen que, cuando el ciudadano recurre a ellos para que le iluminen, por algo será.

Hace unos días, en una de estas piezas promocionales, La Sexta recapitulaba sus hitos informativos de julio, que resumía más o menos de la siguiente manera: «Te hemos contado unas elecciones generales y te hemos vuelto a contar el fichaje del año». Lo segundo, con imágenes de Josep Pedrerol en Jugones, se refería, por supuesto, al presunto fichaje de Mbappé. «El fichaje del año», aunque no especificaban de cuál. Y no tenían reparo en admitir la insistencia con que nos vienen martilleando el tema. En ese «te hemos vuelto a contar» latía incluso cierto orgullo de pionero.

Si están hartos del tema Mbappé, no teman, porque aún queda lo peor. Sea cual sea el desenlace, de aquí al 31 de agosto la bola seguirá engordando hasta explotar. No esperen, por supuesto, que nuestros incisivos periodistas deportivos hayan aprendido nada después de los pinchazos con el delantero francés durante los dos últimos veranos. Basta escuchar las excusas a las que se agarraban hace poco más de un año los tertulianos de El chiringuito para no admitir su fracaso cuando Mbappé renovó con el Paris Saint-Germain. Ellos lo habían hecho todo bien, nos lo habían ido contando todo perfectamente «a día de hoy» y la única culpa era del jugador, un ser humano despreciable. Como para esperar ahora algo distinto.

En ocasiones roza el fraude, si no lo pisa de lleno, esta carrera por acaparar la atención del aficionado, por hacerle creer que hay novedades, avances, donde sólo hay necesidad de rellenar horas y horas. Como la vidente que da coba al pichón que ha llamado a su teléfono de tarificación especial para que le digan cómo le va a ir en el amor y el trabajo. Y en el mundo de la picaresca, las apariencias son muy importantes. Si en el timo de la estampita hay que hacerse pasar por tonto, aquí sucede lo contrario. En todo momento tiene que parecer que estamos al cabo de la calle de todo, que no se nos escapa nada, que nuestro teléfono echa humo, al habla con las fuentes más relevantes del mercado —al que para darnos importancia llamaremos mercato.

En El Golazo de Gol, el interminable programa en las sobremesas de Gol Play, han dado un paso más en ese énfasis y despliegan reporteros por encima de sus posibilidades. Por supuesto, cuentan habitualmente con sus enviados a Valdebebas y a Sant Joan Despí, donde entrenan Real Madrid y FC Barcelona. Da igual que en ocasiones sea sólo para contar algo que ya hemos podido leer todos en la web del club, el caso es estar y sobre todo que se vea. Los medios insisten en fórmulas de otros tiempos, cuando los clubes les abrían las puertas. Pero en El golazo, como decía, han ido un poco más allá. En ocasiones, los presentadores conectan con un reportero desplazado, nada más y nada menos, que a… ¡la puerta de las instalaciones de Mediapro! Sí, en efecto: un reportero y un cámara cruzan los tornos de acceso de su centro de trabajo y graban una entradilla desde el complejo conocido como Ciudad de la Imagen, sito en el término municipal de Pozuelo de Alarcón (Madrid). Si el tiro de cámara es lo suficientemente reducido, puede hacernos pensar que nos está contando una noticia relacionada con la Real Sociedad desde San Sebastián o el último fichaje del Al-Hilal desde el mismísimo corazón de Arabia. Cualquier cosa por el reporterismo, o al menos por aparentarlo. Como diría uno de los rostros más conocidos de la cadena, Felipe del Campo: ¡periodismo deportivo en vena!

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