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Andre Agassi: «¿Sabes cuál era la única debilidad de Rafa Nadal? Le rompí el servicio porque le di una patada a su botella de agua»

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Andre Agassi (Andy Roddick's Served Media)
Andre Agassi (Andy Roddick’s Served Media)

El podcast de Andy Roddick ha contado con Andre Agassi en su última entrega. Ha sido un encuentro muy divertido en el que el estadounidense ha ido repasando a todos los rivales a los que se ha enfrentado a lo largo de su carrera. En el caso de Rafa Nadal, ha aludido a sus famosas rutinas y a la única posibilidad que se le ocurrió para vencerle cuando, pudo comprobar en sus carnes que estaba ante un monstruo del tenis. El diálogo ha sido para partirse de risa:

-¿Sabes cuál es su debilidad, verdad?
-Dime.
-La única forma en que le rompí el servicio en ese partido fue pateando su botella de agua.

-¿De verdad hiciste eso?
– Sí, la derribé.

-Oh, siempre quise hacer eso.
– No quería provocarle. Solo quería ver cómo reaccionaba.

– ¿Simplemente te acercaste y la tiraste?
-Así, así, así.

-Él iba andando hacia su lado, empieza con lo de la cinta, los ojos, la nariz… hace toda su rutina, la que ha hecho un millón de veces.
-Y justo antes de sacar, sus ojos miran la botella de agua. Y no estaba colocada perfectamente.

-Estaba fuera de su sitio.

-Entonces, le rompí el servicio en ese juego.

-Pero no duró mucho…
-Fue un apaño a corto plazo.

También relata una escena que presenció en el vestuario de Roland Garros que le dejó a cuadros. Según cuenta, estaba preparándose para el partido cuando observó a un joven de unos 17 años forcejeando contra una taquilla que no se abría. En lugar de decírselo a alguien, Nadal descargó un puñetazo seco sobre la taquilla, que cedió con el golpe. Y gritó «¡Vamos!». No se lo podía creer: «pensé: ‘este tipo hace la guerra con todo, incluso con su taquilla».

Ese show era solo una metáfora de lo que se iba a encontrar después: «Dije: ‘no puedo vencer a este tipo. Es demasiado bueno’. Y luego lo demostró… 14 veces». En su cabeza, pensaba que un zurdo como Rafa, con tanto efecto liftado, podría ser explotado si se atacaba su derecha. Pero pronto descubrió lo contrario. «Le pegué un revés cruzado y él lanzó esa cosa al aire, donde aterrizó en la línea de servicio. Si no me levanto sobre esa pelota, tengo que retroceder, de lo contrario va muy por encima de mi cabeza».

Nadal y Agassi en 2015 (Foto: Cordon Press)
Nadal y Agassi en 2015 (Foto: Cordon Press)

En segundos, se encontró con un golpe a los pies y un globo perfecto: «Cuando rebotó y gritó ‘¡Vamos!’, supe que era demasiado bueno. Tengo que respetarlo». Desde entonces, se limitó a ser un espectador de su carrera, algo que duró también mucho más de lo que se esperaba: «Pensé que no pasaría de los 27 años con ese estilo de juego. Me equivoqué».

Alcaraz, la nave espacial para Agassi

Y ahora toca su sucesor, Carlos Alcaraz. Para Agassi, representa una nueva dimensión en la evolución del tenis. Lo que más le impresiona no es solo su talento, sino cómo traslada sus cualidades físicas a distintas superficies sin pérdida de intensidad. «La mayoría de los jugadores rápidos pierden un cinco por ciento de velocidad en tierra o hierba, porque se resbalan y se frenan. Pero él no. Él vuela como un platillo volante, no como un caza F-15».

Le alucina no solo su velocidad, sino que no tiene miedo, «puede lanzarse a por una dejada tardía en Wimbledon sin miedo a lesionarse». Agassi también destaca la manera en que Alcaraz golpea la bola. No se trata únicamente de potencia, sino de un golpe con peso y forma, algo que va más allá de la fuerza bruta. «La forma en que golpea la pelota atraviesa la cancha, no simplemente la recorre».

Si tiene que compararlo con el polémico Jannik Sinner, le cuesta. El italiano, dice, ha alcanzado ya un nivel técnico y táctico casi perfecto, «parece software puro: input, output. Cada punto lo juega con cortes del 85 % que parecen derechazos». En cambio, ve en Alcaraz un estilo impredecible, más visceral. «Alcaraz es un artista», dice con admiración, aunque añade que esa forma de jugar exige un esfuerzo emocional que quizá no sea sostenible en el tiempo. «No sé si se puede jugar así durante quince años, pero también me equivoqué con Rafa».

Cuando le preguntan con quién se quedaría a largo plazo, Agassi puntualiza: «Elegiría a Sinner si tuviera que apostar por la longevidad», pero también reconoce que «Alcaraz tiene un techo más alto», una posibilidad de trascendencia aún mayor si logra mantener la salud física y el foco emocional.

Djokovic, el mejor de todos los tiempos

Para Andre Agassi, Novak Djokovic es, sencillamente, el mejor defensor que ha visto jamás en una pista de tenis. El tenista que, en sus propias palabras, vino a romper la «historia de Hollywood» de Nadal y Federer, para Agassi: «Es el mejor defensor de todos los tiempos. Y si quiere, puede ser también el mejor atacante», asegura sin dudarlo. La admiración de Agassi no es solo táctica, sino también emocional. Para él, Djokovic es un ajedrecista con piernas, un estratega que ha aprendido a adaptarse y dominar cada variante del tenis moderno. «Puede ser el mejor en todo, si quiere», repite.

En su tono se percibe también una cierta fascinación resignada: sabe que Djokovic es una anomalía incluso entre los mejores. No necesita añadir anécdotas ni adornos, porque su valoración se apoya en lo esencial. Y en eso, para Agassi, Djokovic no tiene rival.

Por otro lado, para Agassi, enfrentarse a Roger Federer fue un cambio de paradigma. Por primera vez en su carrera sintió que su mejor golpe no era suficiente. «Con Federer me pasó algo que nunca antes: di mi mejor derecha, perfecta, y él devolvió una mejor. Entonces lo intenté de nuevo y volvió a ser mejor. Me dije: ‘esto no está bien’».

Sampras, Federer, Agassi y Nadal (Foto: Cordon Press)
Sampras, Federer, Agassi y Nadal (Foto: Cordon Press)

Con Pete Sampras la relación fue diferente: más directa, más personal, y también más dolorosa. «Tenía el saque más grande del deporte, y eso cambiaba todo», recuerda Agassi. Se enfrentaron en innumerables ocasiones y, aunque Agassi sentía que podía dominar en el peloteo, Sampras encontraba siempre el modo de neutralizarlo. «Era el jugador más ‘clutch’ que enfrenté. En los momentos importantes, siempre aparecía».

En las grandes ocasiones, Sampras se crecía «Su segundo saque era como un primer saque. Cuando llegaba el 30 iguales, el 5-5 o un punto de quiebre, sacaba aún mejor. Lo sabías, y no podías hacer nada». Tenían estilos opuestos, pero su rivalidad marcó una era: «Con él aprendí que no basta con jugar bien; hay que saber cuándo ser mejor que el otro».

Agassi en el infierno de las drogas

En 1997, Andre Agassi vivió el año más oscuro de su carrera, un descenso personal y deportivo que lo llevó al límite. Cayó hasta el puesto 141 del ranking mundial y, perdido en una espiral de desesperación, comenzó a consumir metanfetaminas. «Estaba tan lejos de mí mismo que ya no me reconocía», confesó años después. El tenis, que nunca había elegido amar, se le había vuelto ajeno; lo veía desde fuera, como si ya no formara parte de su vida. En esa etapa, dejó de entrenar, abandonó los torneos y se refugió en una rutina tóxica que retroalimentaba su desconexión.

Sin embargo, algo se quebró dentro de él. Un día cualquiera tuvo lo que llama una epifanía. «Me miré al espejo y supe que tenía que reconstruirme desde cero». Decidió volver al circuito, esta vez sin promesas de gloria, sin certezas. Volvió a jugar torneos menores, a dormir en moteles, a ganar partidos sin cámaras. Lo hizo por necesidad, no por ambición. Y en esa humildad reencontró un propósito. «Empecé a luchar por cosas que estaban fuera de mí, no por trofeos».

Todo esto explica por qué Agassi llegó a Roland Garros en 1999 sin expectativas reales. Su forma física era precaria y su ánimo, aún más. «No tenía ninguna intención seria de competir. No me sentía parte del torneo», reconoce.

Andre Agassi recibe protección solar (Foto: Cordon Press)
Andre Agassi recibe protección solar (Foto: Cordon Press)

Sin embargo, es historia que se fue viniendo arriba en cada partido. Cada partido parecía el último: sets perdidos, remontadas al límite, rivales que lo llevaban al borde. El nerviosismo lo acompañó constantemente, pero también lo hizo Brad Gilbert, su entrenador, quien supo encontrar las palabras precisas en los momentos clave. «Hubo un día en que me salvó la lluvia», cuenta Agassi.

En la final se enfrentó a Andrei Medvedev, un jugador al que, días antes, él mismo había animado a no dejar el tenis. «Le dije que no se rindiera, que tenía mucho por dar. Luego nos vimos en la final». Medvedev ganó los dos primeros sets con claridad, pero Agassi remontó y se impuso en cinco. Con esa victoria completó el «Career Grand Slam», al ganar los cuatro grandes torneos en diferentes superficies, un logro reservado a los más grandes. Pero, más allá del título, lo que Roland Garros 1999 selló fue su reconciliación con el juego y consigo mismo.

 

7 Comentarios

  1. Hector Mantilla

    Entendí el valor humano de Agassi. Se que todos tenemos un momento cero y que empezar hacer lo que uno ama, te hace crecer más fuerte. Gracias Andre Agassi.

  2. Oscar Sanchez

    Mi eterno admiración y respeto por Agassi, sus confrontaciones con Sampras siempre fueron muy exquisitas e imperdibles. Haberse casado con Stefy Graf fue también un gran triunfo.

  3. Aurora Fernández

    Empecé a amar el tenis viendo los partidos entre Sampras y Agassi, no conocía esta historia de lucha, caída y triunfo personal de André, ahora lo admiro aún más, qué gran ejemplo.

  4. Cuando nació mi primer sobrino, le pusieron el nombre de su entrenador, » Nick «, Bollettieri. Agassi estaba en la cumbre y visitaba Perú .

  5. Carmen Sabater

    Siempre se le recordará. Una gran persona y un gran deportista.

  6. Si fue grande como tenista, ha demostrado que como persona es enorme.
    Un gran ejemplo para todos. Gracias.

  7. Comparto la opinión de Aurora Fernández, solamente me gustaban los deportes colectivos, béisbol, Fútbol, Basquetbol, pero desde que ví jugando a Agassi, como peleaba y le llegaba a todas las super devoluciones de Sampras, me enamoré de ese juego. Es más, mi admiración por Agassi era tal, que cuando decidió raparse la cabeza, yo también lo hice y hasta la fecha lo sigo haciendo.

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