Ciclismo

El ciclista profesional del futuro deberá engordar

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Soren Waerenskjold (Foto: Cordon Press)
Soren Waerenskjold (Foto: Cordon Press)

Hay que olvidarse de la imagen del clásico ciclista con los pómulos hundidos. La revista Velo traía esta semana una entrevista al entrenador de Uno-X Mobility, Olav Aleksander Bu, que declaraba que, con la revolución basada en la nutrición que está experimentando el ciclismo, los nuevos parámetros para alcanzar el máximo rendimiento van a conducir a un aumento de la masa corporal. Lejos quedan los tiempos en los que Fabio Parra, como comentaba en esta publicación, se daba cuenta de lo que era la EPO cuando veía cómo subían los puertos los ciclistas más fuertes y pesados.

Se ponía como ejemplo a Jonas Abrahamsen, de 80 kilos, y a Søren Waerenskjold, de 93 kg. Su preparador le dijo a la revista: «Creo que todos los avances en nutrición de los últimos años harán que el peso de los ciclistas aumente y eso también mejorará los vatios por kilo».

Se trata de la relación coste/beneficio: «Alimentarse adecuadamente favorece muchas adaptaciones que promueven y sustentan el crecimiento y ese aumento de potencia puede ser mucho más beneficioso que cualquier problema de masa extra». En el caso de Abrahamsen, es conocido que el año pasado ganó 20 kilos y aumentó su potencia de 900 vatios a casi 1500.

Sin embargo, desde hace décadas se había adoptado la máxima de que el ciclista ideal tenía un cuerpo muy delgado, brazos finos y muslos musculosos. Lo normal era que los escaladores fuesen los más delgados, y los contrarrelojistas y sprinters se podían permitir más músculo.

Cómo han evolucionado los ciclistas

Un análisis de los datos antropométricos de los ciclistas del Tour desde 1990 muestra que los ganadores han ido siendo cada vez más mayores, con una edad media que ronda los 28 años. La estatura, en cambio, se ha mantenido estable, con una media de entre 1.80 y 1.82 metros. En la década pasada, Wiggins, con 1,90 y Froome, con 1,86, marcaron picos, pero ahora Pogacar tiene 1,76 y Vingegaard, 1,75. Y con el peso ha sucedido lo mismo. Desde 1990, ha ido descendiendo una media de 5 kilos sin cambio en la estatura, y el índice de masa corporal (IMC), igual. Dos casos de tiempos diferentes, como Wiggins y Ocaña, tuvieron un IMC de 19.1.

Van der Poel al final de la contrarreloj de Verona en el Giro de 2022, sin miedo a engordar (Foto: Instagram)
Van der Poel al final de la contrarreloj de Verona en el Giro de 2022 (Foto: Instagram)

Lo curioso es que los ciclistas más exitosos han solido estar en los extremos, o pesaban muy poco o estaban en el rango más alto. Aun así, la tendencia entre 2005 hasta 2023 ha sido a un ligero pero constante descenso del IMC en los ciclistas profesionales de primer nivel. A principios de siglo, la media estaba en 21,4 puntos de IMC y, en 2023, andaba por 20,9. Es un leve descenso, pero en el deporte profesional cada número, por pequeño que sea, puede marcar la diferencia. Es la conocida suma de ganancias marginales. En este caso, es sabido que desde los años 10 hubo un auge de aplicaciones móviles para controlar la dieta de los ciclistas y una mayor preocupación por el ratio de potencia/peso.

La idea era que un cuerpo más ligero requiere menos energía para moverse, por  eso se pensaba que ofrecía mayor resistencia, velocidad y eficacia, especialmente en subidas. La obsesión siempre ha sido perder peso sin perder masa muscular. Véanse como ejemplo los casos de ciclistas profesionales que daban positivo por clembuterol, su objetivo era conseguir una termogénesis (aumento de la temperatura corporal basal), acelerar el metabolismo, perder grasa por tanto y añadir, además, un efecto anabólico, que ayuda a mantener y ganar masa muscular.

Por ejemplo, un estudio realizado recientemente, en esta década, con 46 ciclistas de diferentes características y categorías dio como resultado que cuanto más bajo es el peso corporal, el porcentaje de grasa y las medidas corporales (como los pliegues de grasa en la piel o los perímetros de cintura y cadera), mejor tienden a ser los resultados en pruebas físicas como el VO₂max (la capacidad máxima del cuerpo para consumir oxígeno) y el RCP, que mide el rendimiento del ciclista. Es decir, menos grasa y menos peso suelen estar relacionados con un mejor estado físico.

Aumentar la potencia sin que el aumento de la masa muscular perjudique el rendimiento

No obstante, otra investigación que comparó a profesionales con sub-23 y juniors, encontró que los profesionales tenían menos grasa corporal y mayor masa muscular. Las últimas tendencias muestran que se puede adquirir potencia sin que el aumento de masa muscular perjudique al rendimiento. Si siempre se ha pensado que el mayor peso corporal, aunque fuese debido a la musculatura, afectaba negativamente a la relación entre potencia y peso, la aerodinámica y el rendimiento en las subidas, ahora se ha demostrado que un desarrollo muscular adecuado puede mejorar factores importantes como la eficiencia energética, la capacidad de aceleración y la resistencia, sin que eso comprometa la velocidad ni el rendimiento en etapas exigentes.

Por eso, la revista Velo señala que ya no son tan frecuentes las mesas con comidas «miserables», sino que hay arroz en raciones generosas y, en la carretera, se ingieren bebidas con carbohidratos. En equipo Uno-X, según la prensa noruega, se prefiere que los ciclistas coman bien, aunque pesen más que sus rivales. El mencionado caso de Abrahamsen es el más llamativo. Dice que considera normal y saludable comer dulces cuando el cuerpo lo necesita. En su caso, en entrenamientos ha llegado a quemar más de 10.000 calorías en un solo día. A su equipo no le importa que luego coma bollos y galletas. Su compañero Wærenskjold está en la misma línea: «No se puede subir una cuesta comiendo brócoli».

 Jonas Abrahamsen (Foto: Cordon Press)
Jonas Abrahamsen (Foto: Cordon Press)

Para el ciclista noruego, antes era un suplicio entrenar sin haber comido lo suficiente. Pensaba que el hambre le hacía bien, que era el secreto del éxito, la clave por la cual el entrenamiento era más efectivo, pero ahora cree que no funciona. Si come más, se recupera antes y mejor. La clave no es comer menos, sino comer bien. Algo que se ha repetido mucho últimamente para explicar el éxito de Pogacar y Van der Poel. Se sabe que están ingiriendo el doble de carbohidratos (entre 100 y 120 gramos) de lo que era normal antiguamente, es el equivalente a una lata de Coca-Cola cada veinte minutos o dos tazas de arroz cocido por hora.

La revolución de los carbohidratos

De hecho, para el entrenador del Astana-Qazaqstan, Vasilis Anastopoulos, «la capacidad para tolerar los carbohidratos se está convirtiendo en uno de los factores más importantes para ganar o perder». Una línea de scouting que, como se confirme, pondrá de relieve los nuevos avances en genómica aplicada. De todos modos, los ciclistas llevan consumiendo carbohidratos desde el origen de los tiempos, lo que ha cambiado es la forma de hacerlo a través de hidrogel, una presentación que proviene de la ciencia espacial, cuyo logro más importante es que han eliminado las molestias gastrointestinales.

Siguen realizándose entrenamientos controlados en ayunas para quemar grasa, pero la tendencia actual más marcada es que cuanto más se coma, mejor se recupera, lo que supone trazar un círculo. Los ciclistas que ingieren más carbohidratos pueden entrenar con mayor intensidad y recuperarse mejor, lo que les permite correr más rápido. Sin embargo, esa misma intensidad exige más combustible, así que deben seguir comiendo más para sostenerla. Este proceso, cada vez más optimizado por científicos y marcas de nutrición, aún no ha alcanzado su límite, y todo apunta a que los atletas seguirán empujando ese umbral de carbohidratos cada vez más alto.

De ahí la hipótesis de Bu: subir unos kilos puede beneficiar el rendimiento de algunos deportistas de elite. Ya no hay miedo a engordar. A partir de su trabajo con triatletas, ha observado que al aumentar ligeramente el peso, también subía el VO₂max, lo que mejora la potencia bruta. En ciclismo, alguien más pesado pero con gran VO2 máx. puede sacar ventaja. Sin embargo, hay un límite: en pendientes muy duras, la gravedad sigue ganando, y los escaladores ligeros como Vingegaard siguen siendo los reyes. El reto, entonces, no es sólo pesar poco, sino encontrar el equilibrio ideal entre peso, masa muscular, potencia y capacidad de recuperación. Pero sea como fuere, el mito del peso ideal ha sido derribado. Aunque siempre haya quien tome caminos más expeditivos, como Mads Pedersen y su gusto por bajarse los Monster de un trago.

 

Un comentario

  1. Habláis continuamente de engordar, pero no es adecuado el término. Se haba de ciclistas más pesados, pero por tener más masa muscular. A esto no se le llama engordar. Pero claro, sin «engordar»el artículo no tiene tanto clickbait

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