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Donadoni: «Contra el Barça en 1994, nos llamaron viejos y agotados; eso era peligroso, salimos estimulados a la máxima potencia»

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Roberto Donadoni (Foto: Cordon Press)
Roberto Donadoni (Foto: Cordon Press)

Fue un «peligro», así ha definido en una entrevista Roberto Donadoni el ambiente que se creó en los días previos a la final de la Champions de 1994 contra el FC Barcelona. Cruyff dijo que el Barça era el favorito porque era más completo, más competitivo y experimentado que el que disputó la final de Wembley en 1992». Futbolísticamente, para el técnico holandés, el juego del Milan no era «nada del otro mundo». Si se miraban los resultados, el Barcelona «parte con ventaja», dijo.

Su rival, el Milan, había hecho un juego «poco lúcido». Les faltaban Baresi y Costacurta, su defensa estaba en cuadro y «el Milan basa su juego en defensa, mientras que nosotros en el ofensivo. Es aquí donde les podemos crear más problemas». En este punto, Bakero se quejó de que estuvieran «llorando» por esas bajas.

El holandés se atrevió con Fabio Capello, manifestó sobre él: «Su problema radicará en poder alinear dos defensas de cierre con garantías, algo que ya veremos si lo consigue, que no juegue Baresi, el organizador de la defensa de su equipo, es algo muy importante para el Barcelona».

Donadoni (Foto: Cordon Press)
Donadoni (Foto: Cordon Press)

Añadió que superarles sería un placer: «El reto de la Liga, el objetivo principal del año, está liquidado. Ahora, solo nos queda poner el punto final, un detalle para redondear una gran temporada. Será un gusto ganar al Milan». Koeman lo tenía claro: «No vamos a fallar».

La euforia tras el penalti de Djukic era evidente. Sin embargo, la historia es conocida. 4-0. Les pasaron por encima. Donadoni sobre todo recuerda que esa noche fue muy especial por un solo motivo: «el ambiente que se había creado». Asume que había bajas, pero eso motivó más a los demás: «Nosotros teníamos algunas ausencias importantes, pero quienes jugaron no hicieron echar de menos en absoluto esas ausencias».

«Habían pintado a nuestro equipo como uno cansado y viejo», eso les hizo «salir con una energía, con un deseo, con unos estímulos que estaban al máximo nivel». Al final, se alegra: «Se tocaron ciertos temas y, claro, eso se vuelve peligroso, después tuvimos un gran éxito».

De la primera que ganó, la de 1989, contra el Steaua de Bucarest en Barcelona, recuerda más el ambiente: «Fue un acontecimiento, nunca habíamos participado antes en una gran competición como la Copa de Europa y habíamos llegado hasta el final y la habíamos ganado… cómo se vivió, después de cómo se ganó, estábamos en Barcelona, con 80.000 aficionados del Milan, fue realmente… todo eso hizo que el rival pareciera  de menor nivel». Y la de 1990, contra el Benfica, se la perdió: «Estaba suspendido, pero por lo que vi fue sufrida, la ganamos con las uñas realmente».

Donadoni (Foto: Cordon Press)
Donadoni (Foto: Cordon Press)

Hubo dos técnicos que marcaron a ese equipo y, en buena medida, las tendencias del fútbol europeo en su momento. El primero fue Arrigo Sacchi, el cual, según cuenta Donadoni, se lo impusieron a la plantilla de forma tajante: «El presidente Berlusconi llegó y se puso a hablar con nosotros claramente, dijo que Sacchi iba a ser el entrenador y si alguien no estaba de acuerdo, que fuera a hablar con él». Con él, hubo un cambio de mentalidad en el club, que prácticamente adoptó la ley marcial: «Sacchi fue un entrenador muy exigente, pero antes de nada se exigía a sí mismo, y por eso luego podía pedirnos tanto a nosotros».

Después llegó Capello, con el que tuvo la conexión especial de los exfutbolistas: «La ventaja de Capello respecto a Sacchi fue que había vivido también lo que es estar en un vestuario como deportista. Tenía otra forma de acercarse a nosotros». Aún así, el legado inicial, las bases, del Milan legendario de esos años fue de Sacchi: «Todavía se vivía mucho de lo que había construido en los años anteriores».

En esos años, a Donadoni se le recuerda por su clase y elegancia en el juego. En cuanto a personalidad, la demostraba solo de esa manera. Luego era un personaje secundario en el plantel de estrellas que fue el calcio en esos años: «Nunca me ha gustado figurar demasiado». Prefería que destacasen los demás: «Era un líder silencioso, daba más valor a las personas que me rodeaban, cuando las personas se acercaban a mí de cierta manera, a veces tendía a protegerme, esto, sí, pudo ser una limitación para mí».

Era más de trabajar, algo que le venía de su padre: «Siempre trabajó mucho y muy duro, así que siempre he dicho que, cuando se acabe mi vida, si he hecho la mitad del esfuerzo que hizo mi padre, ya habré hecho mucho». Sus orígenes de clase trabajadora marcaron su personalidad: «La experiencia de mi familia, entender y saber lo que es hacer sacrificios, lo que significa trabajar duro».

Donadoni (Foto: Cordon Press)
Donadoni (Foto: Cordon Press)

Porque el fútbol no le llegó por capricho ni por elección, sino como la única forma de ocio posible: «Salías de la escuela, ibas a casa, a veces ni siquiera almorzabas, te comías dos bocadillos y te ibas corriendo al campo del oratorio, si no llegabas rápido, te quedabas fuera, esa era nuestra forma de desahogarnos, la única posibilidad que teníamos de divertirnos. A veces jugábamos en la propia calle, en el asfalto, porque no había tanto tráfico como hay hoy, pero eso nos ayudaba a entender lo importante que es en el fútbol no irse al suelo».

Para su desgracia, con la selección nunca pudo equiparar el éxito de su Milan, que fue considerado el mejor equipo de su tiempo y, para muchos, el mejor de todos los tiempos. En Italia 90 fue un drama caer derrotados ante la Argentina de Maradona, todo el país estaba detrás de ellos apoyándoles: «Fue difícil, por un lado sabíamos que no habíamos logrado el objetivo y, por otro, mucha gente se había llevado una decepción».

En el Mundial del 94 estuvieron más cerca, pero fue otro prodigio defensivo, la Brasil de Carlos Alberto Parreira, con la que fueron a penaltis. Él no tiró, pero la selección italiana falló tres: «Cuando llegas a los penaltis, es que ya has estado cerca de obtener un gran resultado, en mi caso, siempre he aceptado lo que sucedió y, a partir de ahí, he seguido adelante».

Luego, cuando le tocó ser seleccionador, se estrelló contra España, un equipo al que le tenían tomada la medida, pero que en esa Eurocopa de 2008 se «rebeló» y logró pasar por penaltis: «La sensación que quedó es que al grupo le faltó agresividad, esa fuerza, esa voluntad». Y lo que se quedó para los anales, es que él cometió un pecado como el de Cruyff que daba inicio a este artículo, cuando dijo antes de los cuartos «España no es lo peor que nos podría haber pasado». Lo fue.

Y venían de ser campeones del mundo en 2006 con Lippi. Esa sombra le pesó a Donadoni: «Sabía perfectamente que era imposible hacerlo mejor, porque a menos que alguien juegue un campeonato intergaláctico, ganar algo más que un mundial es difícil. Era un gran desafío, un gran reto, pero acepté y en unas condiciones en las que probablemente hoy otro tendría dificultades para aceptarlas». Sin embargo, esos sinsabores le han hecho lamentar no haber sido más feliz cuando pudo serlo: «Quizás me equivoqué al no disfrutar plenamente de mis éxitos, pero ese hambre de seguir me permitió durar en el tiempo».

Donadoni (Foto: Cordon Press)
Donadoni (Foto: Cordon Press)

Donadoni también considera que, para que el fútbol italiano vuelva a brillar como antaño, es imprescindible realizar cambios profundos y estructurales en todos los niveles del deporte. Según él, no basta con repetir las mismas fórmulas de siempre; es necesario replantear la formación de los jóvenes, mejorar la relación entre los clubes y la selección, y adoptar un enfoque integral que aborde tanto el desarrollo del talento como la gestión del fútbol en su conjunto.

Este proceso requiere un compromiso real y tangible de todos los actores implicados: entrenadores, jugadores, clubes y federaciones. Donadoni enfatiza que las palabras deben ir acompañadas de acciones concretas, y solo aceptando y adaptándose a esta realidad será posible devolver al fútbol italiano su grandeza y competitividad en el escenario internacional: «Si se comprende y acepta esto, entonces seguramente el fútbol italiano volverá a ser grande».

De todos modos, el fútbol actual le tiene desencantado. Ya no es el mismo que conoció: «Los tiempos son diferentes, son distintos; las cosas cambian, como es normal. El fútbol, al igual que la vida y la sociedad, está en constante evolución. Hay muchos aspectos positivos, pero también hay otros que, claramente, me gustan menos».

«Hoy en día los niños y jóvenes son más afortunados que nosotros en muchos aspectos, pero en otros son menos afortunados. Se tiende demasiado a estructurar todo, y por ello se le cortan un poco las alas a los niños. El aspecto lúdico es fundamental; si lo eliminas, el niño carga con limitaciones».

No por casualidad,  para muchos niños, el fútbol es un estrés, una forma de presión que sufren por las ambiciones de sus padres: «Cuando un niño vuelve a casa y dice: ‘No quiero entrenar más,’ hay que hacerse preguntas. Con demasiada frecuencia se abusa de la palabra talento. Todos tienen habilidades particulares, pero deben orientarse de la manera correcta. El resultado cuenta demasiado, y esto a menudo va en detrimento del desarrollo del jugador».

La receta la tiene clara: «Hoy falta un poco la libertad de jugar, ese sentido de instinto puro. Deberíamos recuperar algo de esa espontaneidad también hoy en día».

 

 

 

3 Comentarios

  1. El Barsa y los culés campeones de todo antes de jugar y en verano jajaja. Que se lo digan a Vidal con el 8-2 o por no ir más lejos que se lo digan a los culés que ya habían ganado la liga en noviembre.

  2. El 4-0 del Milán se quedó hasta corto. Claro, no eran la Sampdoria o el Kaiserlautern.

    • Viejotrueno

      Ese Barcelona había pasado por encima de media europa como una apisonadora, y la Sampdoria era un equipazo que le había ganado el escudetto a un Milan superior al del 94.
      Me hace gracia que para hacer de menos a ese Barcelona se haga de menos a equipos que marcaron una época, es lo que tiene la ignorancia

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