
Es difícil que haya alguien más romano que Francesco Totti. Lo demostró con los hechos, veinticinco temporadas, de los dieciséis a los cuarenta años, en el club de la capital italiana. En una reciente entrevista ha vuelto a subrayarlo: «Roma no es solo una ciudad, es un amor, es un modo de vivir, es mi casa, mi familia, mi todo».
Desde su primera aparición con la camiseta giallorossa, tuvo claro que el fútbol para él no era solo un deporte, sino una proyección de su identidad romana. Totti no fue futbolista, fue un romano que jugaba al fútbol, que es muy distinto.
En su mejor momento, le llegó la tentación del Real Madrid. Se le ofrecía formar parte del plantel de los Galácticos. En aquel entonces, el club madrileño presumía de reunir a los mejores jugadores del mundo, pero hoy cabe preguntarse si Totti echó de menos al Madrid siguiendo en Roma o fue el Madrid, a la vista de los resultados «galácticos», quien lo hizo con más dolor.
En otra vida, tal vez, pero Totti no cedió: «Tuve la suerte de poder ir al Real Madrid, pero elegí quedarme. Mi corazón estaba aquí. Nunca podría haber sido feliz lejos de Roma». Para él, el amor por la Roma era más grande que los títulos o los trofeos. «Es fácil amar algo cuando todo va bien», dijo una vez. «Pero amar cuando hay dificultades, eso es lo que hace que algo sea real. Y mi amor por la Roma es real».
Prueba de ello es lo que supuso para los aficionados locales, era más que un ídolo. En una ocasión, revela que fue a la cárcel en un acto benéfico y no se podía creer lo que encontró: «un chico había cumplido su pena y le quedaba casi una semana. Supo que iba a visitarlos y no quiso salir ese día, decidió esperar una semana más para saludarme y abrazarme. No pensaba que dijera la verdad, pero luego supimos que era completamente cierto. Le dije: ‘Estás loco. Después de todos los años que has estado ahí dentro, esperaste una semana más solo para conocerme».
Era consciente de los sacrificios que significaban quedarse en un equipo que no siempre podía ofrecerle la gloria que merecía, pero que le daba algo más importante: pertenencia. «Jugar para Roma no era solo un sueño, era un deber, un placer. Es mi orgullo haber llevado siempre esta camiseta». Totti se quedó, siendo fiel a su ciudad y a su equipo, incluso cuando eso significaba renunciar a trofeos importantes como la Champions League. «Lo único que me falta es una Champions con la Roma», admitió en una ocasión. «Pero sabía que era difícil, y aún así no cambiaría nada de lo que hice».

Ahora no le gusta lo que ve. Si él ya vivió en un fútbol en el que primaba el dinero, ahora que lo domina absolutamente todo, se deprime: «Ya no existen banderas. Las banderas se han acabado. Tal vez solo quede el asta. Cada uno tiene su manera de vivir la pasión, pero yo tuve una idea: la de quedarme con una única camiseta, vestir una única camiseta. Esta, para mí, fue la victoria más importante de mi carrera, también porque no era fácil jugar todos estos años en un equipo al que siempre he apoyado».
Por eso su último día vestido de corto fue tan sumamente duro y emotivo. Fue un momento que marcó el final de una era en el fútbol. «Era mi última vuelta al campo, la última vez que vestiría esta camiseta, y no sabía cómo afrontarlo». Al menos le quedó el recuerdo de su época de plenitud, entre 2001 y 2014 nada menos: «Todo parecía fluir en el campo; estaba libre de cabeza y me salía casi todo».
En el resto de la entrevista, recuerda anécdotas con figuras como Alessandro Del Piero y Marco Materazzi, quienes, entre bromas y rivalidades, marcaron su vida futbolística. «Materazzi siempre encuentra la manera de meterse contigo, incluso por teléfono». Aunque cuando habla de Del Piero, las bromas las hacía él: «Venía vestido elegantísimo, con chaqueta y corbata. Le dije de broma que parecía un conductor de tranvía, pero fue de risas. Todos nos echamos a reír, pero es que era verdad que parecía un conductor del tranvía».
No obstante, su calidad como futbolista no admite bromas de ninguna clase. Dice Totti: «¿Del Piero o Dybala? Difícil. Pero Del Piero. ¿Del Piero o Vinicius? Del Piero». Pero la serie sigue: ¿Del Piero o Roberto Baggio? Roberto Baggio» Y con un final en alto: «¿Baggio o Maradona? Maradona. ¿Maradona o Ronaldinho? Maradona. ¿Maradona o Zidane? Maradona. ¿Maradona o Messi? Maradona». Los motivos son obvios: «Para mí, él es la historia del fútbol, ha sido el fútbol y lo será para siempre».
A continuación le plantean que imagine al jugador perfecto: «¿Pierna derecha? Ronaldo ¿Pierna izquierda? Maradona. ¿Juego aéreo? Toni ¿Velocidad? Ronaldo, el Fenómeno ¿Dribbling? Messi ¿Físico? Bellingham ¿Visión de juego? Totti ¿Acrobacia? Ronaldo».

En cambio, las risas se acaban cuando le recuerdan el incidente que tuvo con Balotelli. Le persiguió en una jugada y, a la altura del área, le pegó una patada por detrás a la altura de la rodilla. «Inconcebible, inconcebible», decía el locutor. Totti ahora se avergüenza, «Si pudiera volver atrás, no repetiría un gesto tan feo como la patada a Balotelli, porque son cosas que no se pueden hacer. Somos todos compañeros, somos todos profesionales, y un gesto así es feo, especialmente por lo que enseña a los jóvenes que quieren ser futbolistas. El respeto, el espíritu competitivo hacia el jugador rival, es fundamental. Ese gesto fue muy feo y no lo volvería a hacer nunca». Sin embargo, luego matiza: «Pero él también sabe el motivo por el que lo hice».
Por el contrario, como compañeros fraternales, cita Daniele De Rossi, compañero de equipo y amigo íntimo, con quien compartió la misma pasión: «Es uno de mis amigos más importantes, un chico de oro que ama la Roma tanto como yo».
Como entrenadores, señala de que ha tenido más de una decena a lo largo de su carrera y no sabría quedarse con uno. Si acaso, cita a Zdeněk Zeman: «es uno de los entrenadores más importantes. Me formó tanto físicamente como tácticamente. Me hizo correr muchísimo, demasiado».

Una entrevista en la que, al menos, no ha derramado lágrimas. Porque en Sky Sport, declaraba hace dos meses: «Cuando hablamos de Roma siempre me emociono, es algo instintivo. Estoy feliz porque lo antepongo a todo y a todos y cada vez que hablamos de aficionados para mí es algo grande y diferente de todo lo demás».
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