Segunda B

Chili y la Gimnástica de Torrelavega: una historia de malditismo, Segunda B, barro y obreros del gol

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Chili celebra un gol con la Gimnástica de Torrelavega (Foto: Tinta Amarilla / Ruiz de Villa)

París, 7 de mayo de 1968. Las barricadas y los enfrentamientos asolan la ciudad de la luz un día después del juicio contra Daniel Cohn-Bendit y los otros 7 de Nanterre. Mientras, una ambulancia las sortea a toda prisa. Dentro no va ningún líder estudiantil herido, sino una emigrante española a punto de dar a luz.

Un día después, nace nuestro protagonista, Vicente Allende Barreda, en el seno de una familia de clase obrera llegada al extrarradio de la capital francesa en 1962. Esos días, las revueltas estudiantiles no cesaban y llegaron a su cima el día 10 en el Barrio Latino. Desde La Sorbona, los Alain Krivine y Jacques Sauvageot seguían agitando a las masas junto a Cohn-Bendit, las tanquetas policiales respondían y el día 13 llegó la definitiva huelga general de trabajadores.

Con este panorama, Vicente se va con su abuela a los 15 días de vida a Torrelavega, donde hubiera nacido si España no estuviese como estaba.

Chili, de niño, en la playa.

Allí, el niño comienza una relación inseparable con la pelota. En las calles de la barriada donde vive junto a su abuela recibe el apodo de «Chili» mientras descose el balón junto a sus amigos con porterías ficticias formadas por dos simples sudaderas. Luego comienza a jugar a futbito en el Colegio Público Ramón Menéndez Pidal, a la vez que lo alterna jugando a fútbol 11 en la Peña Madridista Besaya de Riocorvo junto a su mecenas, Joaquín Herrera. Quinín, como era conocido en el mundo del fútbol, fue pieza fundamental para que Chili ahogara en la pelota todas las penurias de una infancia difícil.

El pequeño Vicente no crece con la misma velocidad que el resto de los jóvenes de Torrelavega y por ello es rechazado en varios clubes de categoría infantil. En los 80 y 90 estaba de moda fichar solo jugadores altos. Así llegamos a 1982, cuando Chili termina octavo de EGB y obtiene el graduado escolar. Con tan solo 14 años decide dejar los estudios y pelear por su gran objetivo: ser un obrero del gol.

Esa negativa a ficharlo por parte de distintos clubes de la zona no frena el ímpetu de un hijo de emigrantes en una ciudad que comienza a recibir los primeros golpes de la desindustrialización. Durante dos temporadas alterna torneos de adultos no federados de fútbol sala y ligas de bares de fútbol 11.

No deja de ser la comidilla del barrio, que ven a un renacuajo de 14 años que ni estudia ni trabaja y cree que con el fútbol podrá esquivar el principal peligro de los barrios obreros españoles de los años 80: el caballo.

Chili, en el CP Ramón Menéndez Pidal.

A Chili le da igual, ni siquiera las barricadas le impidieron nacer aquel 8 de mayo del 68.

Vuelve al fútbol federado en 1984 tras fichar por el Alumpeña, un filial de la Gimnástica de Torrelavega. Tocaba volver a demostrar y callar ciertas bocas. Fácil para Chili, ascenso a primera juvenil y Pichichi. Ahora sí que sí, la puerta de la Gimnástica, principal equipo de la ciudad, se abre para siempre.

¿Y qué pasa? Pues que a Chili se le caen los goles y lanza al juvenil gimnástico a Liga Nacional, donde posteriormente se vivirán derbis a cara de perro contra la Sniace, el equipo de la histórica fábrica de celulosa que dio vida durante décadas a la ciudad y que murió definitivamente en febrero de 2020.

Ese ascenso a Liga Nacional le supo a poco, así que tras finalizar la liga en abril se fue al San Martín de la Arena de Regional Preferente para jugar la última fase de la temporada. Dan igual los 18 años, el gol se tiene o no se tiene y a Chili le sobraba. Se calza 11 tantos en las últimas 9 jornadas y los de Suances ascienden a Tercera.

Chili en la Peña Madridista Besaya de Riocorvo.

Con ese currículum la Gimnástica no tiene más narices que darle una oportunidad en el primer equipo que competía por aquel entonces en Tercera y por fin llega el tren que tanto tiempo llevaba buscando Chili. Aun partiendo como quinto delantero, pronto demuestra que aquel zurdo de uno sesenta y pico tiene mucho fútbol. Pese a todo, otras 28 bolas y un ascenso a Segunda B por la vía rápida. Así, de bienvenida.

Aquella temporada llegó por fin el primer sueldo de su vida, 10.000 pelas al mes. La vida de Chili nunca fue de lujos, pero los Levi’s etiqueta roja eran la moda a finales de los 80 y todo Dios tenía unos. Tras una dura negociación consigo mismo, pudo comprarse sus primeros vaqueros de marca con 18 palos y con 5 pesetas de vuelta.

La historia comienza a ser idílica, pero no. La siguiente temporada, la del debut en 2ªB, Chili acaba enfrentado a la directiva y al entrenador y con un solo gol en liga en su haber decide abandonar el club en el mes de abril. La Gimnástica desciende a Tercera y toca volver a empezar. Aquel verano del 88 recibe rápidamente la llamada del Langreo para seguir en Segunda B. Chili se va a Asturias a hacer la pretemporada, pero…algo pasa. Un tío de su carácter ve que algo no encaja y no está a gusto. Ni corto ni perezoso, rompe con el Langreo y decide firmar por el Ribadedeva de la Regional Preferente Asturiana. Baja dos categorías del tirón sin problemas.

Si fuese inglés ya tendría en este punto de su carrera hasta dos libros, pero tranquilos que no queda ahí la cosa.

Chili rompe todos los registros y con 35 goles logra el primer ascenso a Tercera de la historia del club y el Pichichi, superando en 14 goles al segundo máximo goleador. Fue un año especial, viajando dos veces a la semana en coches desde Torrelavega a Colombres junto al grueso de la plantilla, que procedía de Cantabria.

Vuelve a Tercera en 1989 pero… con el Santoña. Fue un año duro ya que empiezan a llegar las primeras lesiones de rodillas que marcarían su carrera. Por aquella época, el Santoña solía disputar un partido anual frente a los presos de la cárcel de El Dueso. Ese día Chili llega al recinto penitenciario junto al resto de sus compañeros, tras ir pasando distintos controles y una vez que entra en contacto con los reclusos llega la sorpresa.

Se empieza a oír un run run cada vez más numeroso: «Chili, Chili, Chili». No, no había llegado Maradona ni Pelé, simplemente había llegado Vicente, el chaval del barrio de Covadonga donde las drogas, la delincuencia y la falta de futuro había llevado a muchos amigos de su infancia a cumplir condena en aquel penal de El Dueso. La sorpresa también fue para los presos, que creían que Chili había corrido su misma suerte.

Volviendo al fútbol, el Santoña rozó el ascenso y Chili pese a sus rodillas logró 15 goles en 27 partidos.

Durante esta época de finales de los 80 juega asiduamente distintos torneos de fútbol sala, incipiente en aquella época, junto a Quique Setién, los hermanos Engonga y otros grandes futbolistas cántabros. El más destacado siempre era Chili, cosechando varios pichichis del prestigioso torneo «Las 24 horas de Cabezón de la Sal». No era casualidad, su altura, buen golpe con la zurda y un tren inferior fuerte hacía que tuviera unas condiciones idóneas para el futsal.

Jugando al futsal con el otro Engonga.

No en vano, el Caja Segovia pica a la puerta de Chili para ficharlo. La Liga Nacional de Fútbol Sala está en pleno crecimiento pero él prefiere el barro. Se va a Laredo con el ascenso entre ceja y ceja y el aliciente de la recién estrenada liguilla de ascenso a Segunda B. Algún día hablaremos de la liguilla, de la bendita liguilla…

Chili se la saca, marca 25 goles, forma una dupla diabólica con Julio Engonga y el «Charles» se mete en la pelea por subir. En esas situaciones es cuando se ven a los grandes delanteros. Está el que marca mil goles durante todo el año pero cuando llega primavera le tiemblan las piernas y Chili que marca otros 8 goles en la liguilla, más que el resto de equipos pero insuficientes para lograr el ansiado ascenso.

Pese a sus reticencias de abandonar Cantabria y dejar a su abuela sola, Chili acepta la oferta del Andorra de Segunda B. Toca volver a demostrar, no va en el ADN de Chili esconderse metiendo goles en equipos punteros de la tercera cántabra.

El cambio de país y de categoría no influyen en alguien que resuelve cualquier problema, incluso personal, con goles. Sí, Chili marca 19 goles y acaba máximo goleador del Grupo 2 de la Segunda B en 1992.

Y ahora sí, llega por fin el verano de 1992. Aquel periodo estival histórico en nuestro país.  Los Juegos Olímpicos, la Exposición Universal y… la llamada del Racing de Santander para fichar a Chili. Pocos en el barrio de Covadonga se imaginaban que el destino de Chili estaba más cercano a El Sardinero que a El Dueso.

No hay plaza grande para Chili, ni siquiera debutar en Segunda División. Pasan 13 jornadas, el de Torrelavega suma ya 6 goles y el Racing marcha a paso fuerte rumbo a Primera. Las malditas rodillas vuelven a dar un aviso en diciembre que le mandan a la enfermería hasta mayo, cuando el Racing logra el ascenso en la promoción. Pese a la lesión, el recién llegado Jabo Irureta cuenta con él para Primera División la siguiente temporada.

Sin embargo, Jabo no le da bola, pero se presenta una oportunidad de oro. Un domingo invernal de 1994 el Racing se concentra en Puente Viesgo, como era habitual, pero surge un problema bien gordo. El autocar del Racing que debe llegar al Balneario a mediodía tiene una avería mecánica. Irureta echa humo. Chili se ríe. Irureta arde. Con la picardía adquirida en aquellos campos de barro, Chili lanza una propuesta al bueno de Jabo: «Yo te soluciono el problema si juego de titular con el 9». El técnico irundarra accede.

Chili, enfundado con el chándal del Racing, se planta en medio de la carretera que baja del puerto de El Escudo y corta el tráfico. Sin miramientos empieza a ofrecer entradas para el partido de esa tarde a todo aquel que lleve a jugadores del Racing hasta el Sardinero en aquellos escasos 25 minutos que les separan del estadio. Pero Irureta no cumple su parte del trato. El Racing llega a tiempo al estadio, pero Chili le toca chupar banqueta.

Esa temporada por fin debuta como titular en la jornada 31 y marca un doblete a Osasuna.

Chili junto a Predrag Spasić

De hecho, se da un caso que da aún más épica a toda la historia ya que se convierte en el único jugador que marca dos goles en Primera y nunca más vuelve a ser titular.

Las rodillas vuelven a aparecer y le dejan en el dique seco prácticamente toda la temporada 94-95, la de la confirmación. Pero vamos, un tipo como él no podía tirar la toalla tan pronto. Además esta vez la apuesta es arriesgada. Chili se va lejos de casa, concretamente a Las Palmas que busca salir del pozo de 2ªB después de 4 años.

Esta vez sí se dispone de todos los ingredientes necesarios. Con Valerón en la mediapunta y compartiendo ataque con Orlando y Eloy, a Chili le sale todo sobre ruedas sumando ya 15 goles en marzo. Aunque llega el primer encontronazo cuando Pacuco Rosales lo manda al banquillo para no cobrar la prima de 20 goles. Eran otros tiempos y además Vicente era un tío temperamental.

Chili vuelve, llega a los 17 goles y marca otros 2 más en la liguilla que culmina con aquel famoso ascenso en Elche. Le queda un año más de contrato en las islas y un regreso a Segunda al que llega en buen momento individual. Pero…Chili siempre fue un tío de principios. Su abuela, ya mayor, requiere más ayuda y es por lo que empieza a buscar un destino más cerca de Cantabria. Llega a un acuerdo con la UD para rescindir y firma por el Racing de Ferrol.

Con el Racing de Santander, contra la Real Sociedad. Detrás de Chili, Radchenko, Juan Antonio Larrañaga y Loren.

Parecía una apuesta segura, ya que firma por el subcampeón de Segunda B del año anterior con gente como Rafa, Javi Prendes, Maqueda, Fran Nogueira… Pero las cosas no salen, vuelven las lesiones y el equipo no acaba de arrancar llegando a tener tres entrenadores.

Esos no fueron los únicos contratiempos. Chili había firmado por contrato que la Navidad la pasaría en Torrelavega junto a su abuela, aprovechando además la lesión que le mantuvo en barbecho hasta marzo. Los malos resultados hicieron que Tomé quisiera a toda la plantilla en Ferrol durante las fiestas. El carácter de Chili tuvo que ser apaciguado por el mismo Isidro Silveira, histórico presidente ferrolano, y por supuesto, respetando las condiciones del contrato. A la vuelta Chili recuperó el ritmo y sumó 12 goles que fueron insuficientes para llegar a la liguilla.

Pero Torrelavega llamaba a gritos. La espina clavada. Aquella salida por la puerta de atrás en 1988. El Malecón esperaba. Y se dio porque a veces las historias, por dramáticas que sean, siguen el curso que cualquier espectador desea. La Gimnástica se estaba asentando en Segunda B y Chili quería volver a casa. Su barrio también esperaba para ver de vuelta a Vicente Allende, que coleccionaba cuatro ascensos, había jugado en Primera y vivía dignamente del fútbol.

Chili marca con la GImástica.

Eso sí, había que volver a ganarse el respeto y tocaba partirse el lomo en el grupo vasco. La élite de verdad. Tardes invernales de domingo goleando por los barrizales del norte de España. Porque sí, ni El Malecón se libraba de convertirse en un lodazal cuando llegaban las primeras lluvias de otoño. Pero incluso ahí, Chili se hacía grande aunque no llegase ni al metro setenta.  Carta de presentación y 22 goles en liga. Puerta abajo. La gente iba a ver a Chili.

La siguiente temporada, 98-99, es la de confirmación del club en la categoría. Pero…las cosas empiezan de pena y la Gimnástica come las uvas en penúltima posición. El equipo despierta en la 2ª vuelta, tras haber hecho varios refuerzos en el mercado invernal, y Chili logra 6 goles vitales que valen 15 puntos, para salir del pozo definitivamente a partir de marzo. Fue un año duro y una Gimnástica que le costaba marcar pese a maquillar la temporada y terminar en 8ª posición, a solo 9 puntos del descenso. Chili terminó la liga con 10 goles.

Y por fin llega el verano de 1999, la temporada de las temporadas. El contexto soñado. Para el banquillo se ficha a Carlos Terrazas del Bilbao Athletic y se rodea a Chili de escuderos de lujo como Juanjo, Nando o Bidaurrazaga. La Gimnástica entra en puesto de ascenso en la jornada 7 gracias a un solitario gol de Chili en el Stadium Gal de Irún. Curiosamente a esas horas, Óscar Freire, su vecino del barrio de Covadonga, se estaba proclamando campeón del mundo de ciclismo en ruta en Verona.

El Malecón se convirtió en un fortín aquella temporada 99-00, con un bagaje de 17 victorias y 2 empates. Era un ritual ir a ver a la Gimnástica y saber que ese día Chili, pese al barro y las patadas, iba a marcar un gol, incluyendo dos pokers para el recuerdo a Bermeo y Binéfar. Los de Torrelavega cogieron el liderato en la jornada 21 y no lo soltaron hasta el final. No era todo jauja, evidentemente. Chili se salió pese a que su relación con el entrenador vasco estuvo rota prácticamente toda la temporada.

Chili en Ferrol.

Eso a Chili le importó bien poco y marcó la friolera de 31 goles en 32 partidos de liga. Nadie en el fútbol profesional español igualó esa cifra, de hecho tendríamos que rebuscar en la Tercera División balear para encontrar los 35 goles de Loren Araque aquel año con el Atlético Baleares. Para dar más contexto a la cifra, tuvieron que pasar 17 años para que alguien superase esos 31 goles en Segunda B y fue nada más y nada menos que Borja Iglesias, actual delantero del Betis, que anotó 32 con el Celta B. Imposible no matizar que Borja hizo 8 desde los once metros, mientras que Chili tenía prohibido tirarlos. Terrazas quería subir pese a Chili. Y así fue que lo dejó en el banquillo 6 jornadas sin jugar un minuto.

La primavera agonizaba y antes de que llegase el verano los clubes españoles semiprofesionales tenían que decidir su futuro en aquellas eternas liguillas de ascenso. Sí, aquellas promociones que alimentaron durante años la existencia de maletines ya que muchos equipos se quedaban sin opciones de ascenso a falta de dos o tres partidos. No importaba eso, la Gimnástica era campeona y tenía que subir. Punto.

El grupo llegó comprimido a falta de 2 jornadas con la Gimnástica y el Jaén liderando con 6 puntos y el Ourense y Gramanet presionando con 4. La expedición puso rumbo a Santa Coloma pero con una parada intermedia en Logroño. La parada, la puta parada que lo cambió todo.

El calor de junio incomodaba viajar en autocar con traje y corbata. Chili paseaba tranquilamente por aquella estación de servicio con bermudas y chanclas pensando seguramente cómo deshacerse de dos torres como Rodri y Cámara. Después de tantas jornadas Terrazas encontró el momento clave para imponer su autoridad en aquel desencuentro eterno que llevaba con Chili. El técnico vasco le ordena que tiene que llevar el uniforme oficial y Chili desacredita esa autoridad ya que eso es cuestión del jefe de expedición. Duelo al sol en una mañana de junio. Terrazas asume el reto.

Chili no se tuvo que quitar las chanclas, pero tampoco se tuvo que poner las botas para calentar. Terrazas se tomaba su revancha personal sin tener mucho en cuenta lo que se jugaba la Gimnástica. Bidaurrazaga sería el elegido para acompañar a Juanjo en el ataque.

La Grama ganaba pronto 2-0 pero ni eso, ni que el Jaén estaba palmando en casa contra el Ourense al son taurino del yugoslavo Ivan Djurdjevic, hicieron cambiar a Terrazas de opinión. Chili no jugó ni un solo minuto y la Gimnástica perdió la oportunidad de oro de depender de sí misma para la última jornada y encomendarlo todo a El Malecón.

Chili en el Camp Nou.

El pulso no podía durar más y Chili tenía que jugar la última jornada sí o sí. El rival era de nuevo la Grama. En el minuto 82, Chili marcaría el trigésimo tercer tanto de la temporada para casi sentenciar el triunfo. En aquel momento el empate sin goles de Ourense y Jaén daba el ansiado ascenso a Segunda a la Gimnástica después de 34 años. Pero lo que parecía el final soñado se acabó jodiendo, ya que tan solo 4 minutos después Rubinos Pérez concedió un penalti al Jaén en O Couto que daba el ascenso a los andaluces.

Ni los intentos finales por recuperar el golaverage con el 3-1 de Ipiña en el descuento fueron suficientes. La Gimnástica seguía en Segunda B, El Malecón había acariciado más que nunca su vuelta a la LFP y Terrazas tirándose de los pelos, o no, por haber dejado a Chili en la banqueta aquella tarde fatídica del 18 de junio.

Terrazas se fue en verano a Burgos, pero Chili siguió. Esta temporada contará además con la ayuda de un joven Mario Bermejo llegado desde el Éibar. El equipo tonteaba con la zona alta de la tabla mientras centraba su mente en el nuevo aliciente de la temporada. La Copa del Rey. De aquella todavía se le podía llamar la competición del KO y el runrún era donde quedarían eliminados este año el Madrid y el Barcelona. Entre tanto las rodillas volvían a dejar a Chili inactivo durante tres meses pese a un arranque tremendo de temporada con 5 goles en las 3 primeras jornadas.

La Gimnástica se cargó a un primera como el Euroalavés y el Madrid se fue para casa a las primeras de cambio en el Salto del Caballo pese a que Flavio Conceicao tenía esperanzas de remontar en la vuelta. Chili volvió por sus fueros y metió a la Gimnástica en octavos con un doblete frente a Las Palmas.

Y sí, llegó el coco en el sorteo. Esta vez a doble vuelta contra el FC Barcelona. ¿Sería Torrelavega el «angolazo» del Barça? Al final un solitario gol de Rivaldo en la ida borró el sueño de una Gimnástica que sacó un 0-0 cojonudo en su visita al Nou Camp. Era enero y encima estaban a solo 3 puntos de la liguilla. El hundimiento fue tan grande que si dura un poco más la temporada pelean el descenso. Chili cerró el año con 9 goles en liga, de nuevo lastrado por las lesiones.

Los dolores infernales en las rodillas no se fueron en la siguiente temporada, la 2001-2002, y al final los goles de Chili marcaban el rumbo de la Gimnástica. Se volvió a perder muchos partidos, el equipo se salvó del descenso directo en la última jornada y tuvo que jugar la promoción.

Las lesiones paraban los goles de Chili mejor que ninguna defensa a la par que Torrelavega se iba apagando como uno de los focos industriales más importantes del norte de España y los impagos se volvían comunes en la Gimnástica. El deterioro, evidentemente venía de lejos, al igual que el de las rodillas de Chili.

Comienza la 2002-2003 de baja en baja intentando buscar una invalidez que le pueda retirar dignamente de los terrenos. Las lesiones fueron lastrando su trayectoria hasta truncarla del todo en el momento álgido de su carrera. Aún le daría tiempo a marcar un gol al Racing B en El Sardinero.

El cuerpo dice basta en la jornada 27 en una tarde de invierno. Aquel 9 de marzo de 2003 Chili saltó a El Malecón en el minuto 69 para intentar remontar un 0-1 del Real Unión. La Gimnástica perdió y Torrelavega no vería nunca más los goles de Chili. Seguramente no fue la despedida soñada, pero Chili no era un tío de grandes celebraciones. Se fue como llegó, sin querer demasiado protagonismo.

Con las botas colgadas, comenzó otro partido importante pero contra la Justicia. Más de 18 meses de baja con exhaustivos exámenes del tribunal médico para lograr la incapacidad provocada por las lesiones de rodillas. Chili no lo logra en primera instancia pero sigue peleando, como toda su vida, y consigue la incapacidad permanente total en el Tribunal Superior de Justicia de Santander. Con escasos 34 años Chili se jubila, literal. Nunca más volvió a El Malecón pese a seguir siendo socio del club desde 1986.

La Gimnástica, en el Camp Nou. Alberto Ateca, Íñigo Uribarri, Carlos Docando, Antonio Fernando, Diego Camacho y Gonzalo; Mario Bermejo, Chili, Geli, Juanjo y Bastida.

Desde entonces la Gimnástica nunca más ha peleado un ascenso a Segunda División. De hecho, la siguiente temporada bajó a Tercera, donde ha jugado 11 temporadas en los últimos 18 años. Llegarían otros delanteros pero nadie ha podido superar a Chili como máximo goleador de la historia del club con 147 goles.

Si no llega a ser por las lesiones estaríamos hablando aún de cifras más altas. En esa época era común retirarse cerca de la cuarentena. Y no solo eso, si no aquellas maltrechas rodillas que le fueron puteando cuando estaba en activo. Quién sabe qué hubiera pasado si llega a aceptar la megaoferta del Ceuta en aquel verano de 2000. Haber juntado a Platero, Silas y Paulino. Casi nada. Y quizá haber dejado a Terrazas sin ascenso con el Burgos a modo de venganza fría. Pero bueno eso es ficción y solo lo podemos recrear en el PC Fútbol.

Nada en la vida de Chili fue fácil. Ya desde aquel Mayo del 68 parisino cuando los piquetes estudiantiles que luchaban contra los últimos coletazos del antiguo régimen y de paso comprobaban si las ambulancias realmente llevaban pacientes o no. Quién sabe si el propio Cohn Bendit le dio la bendición a Chili, asintiendo con la cabeza a sus camaradas para dejar libre el paso al vehículo. Todo aquello influyó directa o indirectamente en su carácter, como bien le recordaban a menudo en su familia.

Aquellas decisiones maduras, pero a las que todo el mundo le parecerían inmaduras. Pasar de Segunda B a la Regional Asturiana o rechazar ofertas de superior categoría para estar cerca de su abuela. Y es que al poco de su retirada, en 2005, se fue su abuela. Su gran flotador junto a la pelota. Chili toma todas y cada una de sus decisiones concienzudamente en base a sus principios. Nunca tuvo que rendir cuentas a nadie.

Ojalá El Malecón se vuelva a engalanar como en aquellas tardes de domingo de principios del Siglo XXI y algún espontáneo grite aquel famoso: «Venancio, saca a Chili».

7 Comentarios

  1. Pingback: una historia de malditismo, Segunda B, barro y obreros del gol

  2. Grande muy grande Chili y yo que le conocí bien también una grandisima persona,se merece un gran homenaje, un abrazo para ese pequeño gran tio

  3. Errata: El Andorra en el que jugó Chili no es el del principado sino el de Teruel, un habitual de tercera y Segunda B esos años. Así que no cambió de pais.

    • Buenas,

      No, Chili jugó en el FC Andorra de Andorra la Vella en la temporada 91-92 junto a míticos internacionales andorranos como Lucendo o Emiliano.

      De hecho aquella temporada el Andorra CF, de Teruel, estaba en Tercera y no en Segunda B.

      Un saludo!

  4. Gran goleador y buena persona. Fiel a sus principios. Hecho a sí mismo. Creo que un ejemplo para la juventud actual. Un abrazo fuerte de un admirador

  5. Siempre es un placer leerte, Manuel. Viva el fútbol de barro!

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