Ciclismo

Saudíes y petrodólares: Sobre los nuevos patrocinadores del ciclismo

Es noticia

Le dicen NEOM.
NEOM.
NEOM es algo que aun no existe, una ciudad futura (y futurista) situada en el noroeste de Arabia Saudí, casi en el golfo de Aqaba. Cerquita del trifinio entre el reino de Saúd, Egipto y Jordania, para entendernos. Es… bueno, resulta difícil saber qué es, más allá de un gigantesco cliché publicitario. ¿Teoría? Doce mil kilómetros cuadrados en el litoral del Mar Rojo. Surgida desde la más absoluta nada. Y futurista, mogollón de futurista, futurista en plan loquísimo. Taxis voladores autónomos. Un complejo turístico para saudíes que ya no acudirán hasta la Riviera Francesa. Justo enfrente… isla poblada con animales… bueno, con robots, en realidad. Es que es difícil, lo de traerse dinosaurios, y allí quieren un Jurassic Park. Así que tricerátops et al. Animatrones, a escala uno-uno.

¿Han enarcado lo suficiente sus cejas? Esperen, que tenemos más. Toda su energía proviene del sol. Y hay que abastecer temas, eh. Muy cerca, montañas con nieve artificial. Y una luna artificial, una luna llena, estoy cansado de que solo tengamos luna llena de mes en mes. Y la playa… esa playa… la arena, que brille, me gustan las cosas brillantes. Y aquí pondremos la lanzadera, para que se hagan viajecillos turísticos al espacio. Y también irá un puente, un puente que comunica con Egipto. Y un millón de robots, para que no doble usted el espinazo, simpático plutócrata.

Allí regirá la ley islámica, pero no el wahabismo. Vamos, que las mujeres no deben cubrirse cabellos y carnes, y se puede beber alcohol. Eso sí, todo lo que suceda en la ciudad estará grabado. Veinticuatro horas al día, hasta el rincón menos sospechoso. Así podemos actuar con rapidez y eficacia contra los delincuentes. Si es que hay…

Mohamed bin Salman junto al rey Felipe VI y la reina Letizia (Foto: Cordon Press)

NEOM es el sueño máximo de Mohamed bin Salman, príncipe saudí y mandamucho (mandatodo) en aquella monarquía actualmente. Sí, sí, el mismo Mohamed bin Salman del «caso Khashoggi», para entendernos. Él se ha comprometido a meter unos 500.000 millones de dólares para que ese NEOM comience su andadura. Vuelva a leer. Medio millón de millones. De dólares. Ay. (Todos los datos que se presentan están extractados del maravilloso Sangre y Petróleo, escrito por Bradley Hope y Justin Scheck, traducido por Àlex Guàrdia Berdiell y recientemente publicado en Península. No se lo pierdan, porque es cruel y apasionante… y verídico).

Parte de esa pasta se va en publi. Positiva y, a veces, refractaria ante la negativa. Vamos, eliminar cagadas, cuestiones insidiosas, esos momentos en que se te calienta bocuca. Masayoshi Son, inversor vinculado inicialmente al proyecto, dijo que construiría otras dos Mecas en Arabia… Otras dos Mecas. Eso, vaya usted a saber razones, molestó bastante en el mundo islámico.

Pero bueno, a lo que nos interesa (nos interesa todo, pero me entienden), que esto de NEOM entra en el ciclismo. Al menos está el runrún, que no es poco. Para quedarse con la estructura que hoy maneja Jumbo. ¿Pocas palabras? El mejor equipo el planeta. Así, sin ambages. Favoritos donde corren, actual vencedor del Tour (y veremos 2023), actual vencedor del Giro, arsenal casi ilimitado. Escuadra carísima, pero claro… vuelvan a las cifras que manejamos antes…

No es el único patrocinador que viene de esa geografía. Tenemos Emiratos Árabes Unidos, tenemos Bahréin, tenemos al Jayco AlUla. Sumen los acuerdos puntuales (aquí cerquita hay) y verán que el asunto tiene espesor. En 2024 casi la cuarta parte de los equipos ciclistas en el World Tour estaría concentrada allí…

Esta situación trae algunos problemas. Los hay más evidentes, otros pasan casi desapercibidos. Como gozamos aquí con un cinismo inigualable vamos a pasar de contarles cosas sobre sportwashing y similares. Servidor no escribió nada sobre el último Mundial de fútbol, y se tienta bastante a la hora de poner nombres (salvo situación imposible de soslayar, como el párrafo anterior), así que intentaremos no hacer más juego. El sportwashing tiene un componente positivo (resulta amable y, por lo general, poco dañino… diplomacia en lycra), pero si se te va de las manos… terminas por blanquear.

Coche del Jumbo-Visma (Foto: Cordon Press)

Pero, al margen de eso… bueno, pues también tenemos cosas que merece la pena, al menos, discutir. Como el que haya dos conjuntos con patrocinio similar. Vamos, que el mismo sitio aparezca en maillots de más de un conjunto. Aun no pasa (aun no pasa de forma evidente) pero la tendencia es la que es. Claro que eso también ocurre en el fútbol, donde el pecho de clubes y corporaciones parece fotocopia, porque siempre son las mismas letras, los mismos mensajes.

En ciclismo se invierte menos pasta, porque con una escuadra media de balompié te haces la Molteni, pero, precisamente por ello, la concentración de capitales tiene más peligro. Lo de poner todas las reinas sobre bicis iguales trae rendimientos jugosetes, pero también acaba con la competitividad, con el interés, con el futuro. Lo vimos hace una década, con SKY, y podríamos verlo ahora, multiplicado por… bueno, por lo que quieran quienes aflojan panoja. Porque, cuando no hay límites, los límites vienen desde fuera, desde negociadores y representantes. Y si entiendes el equipo como un juguete privado pues… hiperinflación, caprichos sobre este o aquel spriter, subida de precios… Y todo a peor, año tras año.

Porque ahí está el quid de la cuestión. En el futuro. Yo no tengo dudas de que los patrocinadores sean locos del ciclismo (en el plano personal) o tiburones de las finanzas (en el aspecto de marketing), pero me asusta que, en ambos casos, este interés sea pasajero. Vamos, que cuando el impulsor de turno cambie los pedales por la petanca se retire alegremente de este negocio (y el chavaluco aquel del periódico pueda abandonar la escuela porque la petanca da para vivir). Y, tras el primer impulsor, caigan los que son como él, porque entonces los de marketing dirán que nanai, que esto no renta, que estábamos por ser como los otros, por no quedarnos atrás. Y, al final, nos veremos en bragucas, con «Talleres Joseluis, arreglo de pinchazos», como sponsor principal. Que así se hizo antes, oigan, pero igual ahora es más difícil sacar adelante el circo.

Y, por qué no decirlo… el tema de la identidad, de la identificación. Que aquí, con las bicis, importa un poco menos, porque (salvo excepciones tipo Euskaltel) no existen fans de equipos, sino de ciclistas. Y, más frecuentemente, fans que no son de ciclistas ni de equipos, sino de las bicis, que es lo sano y lo normal, porque lo otro… Pero bueno, que algo puede haber, una cierta desafección, una idea rara en los chavales que empiezan, una identificación difícil. Miren lo que pasó con el United, por volver al fútbol, que hasta unos cuantos socios crearon otro club nuevo, más afín a sus tradiciones.

(Ah, con el Atlético de Madrid ocurre también… busquen, busquen).

No es poner puertas al campo, no es la venda antes de la herida. Tampoco es disfrazarse de abuelo Simpson diciendo que la hierba está afilada y que las nubes nunca tienen razón. El mundo es el que es, y la modernidad arrastra incluso a los que llevamos maillot del Kas. Pero la reflexión sobre estos nuevos patrocinadores no sobra, creo yo.

Especialmente porque, sí… hablamos de más que bicis, balones o canastas. De mucho más. Y mucho peor.

 

 

2 Comentarios

  1. Creo que faltó mencionar a un equipo de la región que su país tiene tanto, o más, razones de lavar su imagen: Israel. Que ya sé que se sienten europeos y hasta juegan en la UEFA en el fútbol, pero que son más vecinos de los saudíes y emiratíes que de los franceses o españoles.

  2. Pingback: No se debe mezclar política y deporte, sobre todo si tienes ideas progresistas

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