Opinión

No se debe mezclar política y deporte, sobre todo si tienes ideas progresistas

Es noticia
Héctor Bellerin (Foto: Cordon Press)

«Ojalá seamos conscientes de la importancia que tiene el día de hoy para el futuro. Para cuidar nuestros derechos humanos y seguir creciendo. Os animo a votar, votemos a favor del progreso», publicó en su cuenta de twitter Borja Iglesias. Junto a Héctor Bellerín que escribió en su Instagram el mensaje «Hoy es el día para votar contra el odio y el fascismo. Para votar a favor del progreso, la igualdad, los derechos humanos y lo público. Vota bien» han sido los únicos que se han expresado públicamente en el domingo de elecciones.

El silencio, ya no de los futbolistas, sino entre los deportistas, ha sido mayoritario. La reprobación social, el odio que recibirán en redes, la presión de las marcas que los patrocinan que no quieren líos y los consejos de sus agentes para que no se metan en charcos han contribuido decisivamente para que no abran la boca. Está mal visto posicionarse porque aún persiste el mantra de que no hay que mezclar política y deporte.

Como si eso fuera posible. Como si no fuera política dónde se celebran los grandes acontecimientos deportivos incluidos los Juegos Olímpicos, como si no fuera político que el último Mundial de fútbol se disputara en Qatar y se prohibieran los brazaletes en defensa de la comunidad LGTBI, como si no fuera política la rendición del PGA Tour pactando con el LIV Golf saudí, como si no fuera político que se dispute en Rihad la Supercopa de España y el presidente de la RFEF tenga el cuajo de argumentar que es por el bien de las mujeres, como si no fuera político que Joan Laporta se diera una vuelta por Qatar habiéndose presentado siempre como el adalid de los valores ahora que necesita pasta urgentemente y no sabe de dónde sacarla.

Como si no fuera político que Emmanuel Macron interfiera en la renovación de Mbappé por el PSG mientras recibe en el Elíseo de París al príncipe heredero Mohammed bin Salmán, responsable de haber ordenado el secuestro y asesinato del periodista Jamal Khashoggi.

No son las opiniones políticas, así en general, las que se están penalizando, sino las progresistas en particular. Las que alertan o se preocupan por el auge del neofascismo, las que señalan que el deporte está sirviendo como plataforma para normalizar y lavar la imagen de regímenes autoritarios donde se pasan los derechos humanos por el forro. Esos que inyectan un dineral que no se les acaba -porque para eso tienen gas y petróleo para aburrir- en clubes, competiciones y hasta en publicidad en medios de comunicación ahogados por una crisis que son incapaces de solucionar desde hace años y tan perdidos como para aliarse con youtubers e influencers acríticos con el sistema en el mejor de los casos.

Todo vale y se señala a los disidentes como elementos peligrosos. Que chuten, que salten, que corran, que aceleren, que hagan piruetas, un doble tirabuzón, un revés ajustado a la línea, un Bogey, un mate, pero que no se les ocurra expresar sus dudas e inquietudes porque entonces, no falla, alguien les afeará la conducta al grito de cómo se les ocurre mezclar política con deporte.

7 Comentarios

  1. Vamos a ser valientes, como si no fueron políticas las declaraciones de Rafa Nadal pidiendo un gobierno de derechas cuando no iban a ganar los suyos.

  2. A Ana Peleteiro la masacran en las RRSS cada vez que asoma, por haber tenido esa valentía de posicionarse por el progreso y los derechos de todos.

  3. Les dan a todos (cierto) pero usted cree que «a los suyos mas». Y asi seguimos. Frentismo puro.

    • ROSA ANA DULANTO BANDA

      Tienes razón, aunque también sabemos que a quienes les dan palos por defender los DDHH no son precisamente conservadores, y quienes ningunean, niegan o atacan los DDHH no reciben palos por ser precisamente progresistas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*