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Yo te creo, Karim Benzema

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Karim Benzema (Foto: Cordon Press)

Este domingo, en cuanto el Real Madrid anunció la marcha de Karim Benzema, miles de aficionados inundaron las redes con críticas al periódico —Marca— y al periodista —Pablo Polo— que apenas tres días antes habían anunciado en primicia todo lo contrario: que Benzema se quedaba. La primera pregunta quizá sea si las redes pueden inundarse y arder al mismo tiempo. La segunda, bastante menos estúpida, es por qué la primera reacción fue señalar al medio que había ofrecido una información incorrecta y no al futbolista que había vacilado a todos.

El pasado jueves, unas horas antes de ese scoop, Marca —precisamente— había entregado a Benzema el Marca Leyenda, una distintición concebida sólo para los más grandes —los primeros galardonados fueron Michael Jordan, Pelé y Michael Doohan— y que durante el negro paréntesis de Eduardo Inda al frente del diario abrió la mano a cualquiera que asegurara un par de buenas páginas para lucimiento fotográfico del director —mención especial a Luca Cordero di Montezemolo—. «Internet no es la realidad», respondió Benzema cuando el presentador del acto, Miguel Quintana, le preguntó por las especulaciones que situaban su futuro en Arabia Saudí. A todos nos gustó la frase, pero resultó ser tan fiable como la red de redes.

Ya sabíamos que los aficionados conceden credibilidad instantánea y absoluta a cualquier deportista que desmienta a un medio de comunicación. Ahora también sabemos que están dispuestos a pasar por alto sus mentiras y medias verdades. Cuando Benzema dio a entender en público —y seguramente ratificó en privado— que se quedaba, los palos fueron para los periodistas que ya le situaban en Arabia. Cuando anunció que hacía la maleta, los palos fueron para los periodistas que decían que se quedaba. Nunca para él.

Que no se entienda esto como una defensa del maltratado periodista, pobrecito. Al contrario, es consecuencia directa y lógica de tantos años de abusos, que han despojado a la prensa deportiva de la menor credibilidad. Y los medios no son creíbles, fundamentalmente, porque manejan mucha menos información de la que precisan para mantener en pie su tenderete. Aunque en el fondo sea triste, tiene cierta gracia ver a todos publicando lo mismo, detrás del primero, sin saber muy bien qué están haciendo.

Ignoro qué le pasó a Pablo Polo, aunque alguno de sus compañeros ha señalado a Benzema como responsable directo de la intoxicación. No sería la primera vez que un futbolista se la clava a un reportero —supuestamente— amigo. Ahí tienen el Caso Figo, documental de Netflix incluido, en el que Toni Frieros explica cómo el futbolista portugués le dejó vendido en el verano de 2000. Aquella vez, al menos, era la cara de Figo la que aparecía en portada de Sport negando su fuga al Bernabéu y sosteniendo unos entrecomillados que no podían ser más falsos.

Ahora, en tiempos de bunkerización, lo habitual es que el futbolista filtre y el periodista escriba. Y si el texto oculta la fuente —en singular, claro—, el único que corre el riesgo de quedar retratado es el periodista, expuesto por su acto de fe. Les contaré una cosa: en el gremio periodístico, esto está bien visto. No me refiero a que se considere un mal menor o una práctica medianamente válida sino perfecta. Si una persona de tu confianza te cuenta algo, eso se publica. Que sea una parte interesada, por lo visto, no importa demasiado.

Luego en público, eso sí, hay que mantener el discurso de la información contrastada por dos o tres fuentes, exigencia que, como todo periodista sabe, echa por tierra la publicación de casi cualquier noticia que llegue a tus oídos; normalmente, lo que una parte quiere airear es lo que otra quiere mantener oculto. En la actual sequía informativa, contrastar es un lujo que nadie puede permitirse. De ahí la proliferación y alta cotización en el gremio de los periodistas de cámara, cuyo gran mérito es ganarse la confianza de una estrella y conseguir que él, su agente o su hermano les cojan el teléfono. Y eso no se consigue con críticas feroces, precisamente.

5 Comentarios

  1. Muy en desacuerdo con eso de los palos solo al periodista. Estos días le han dado incontables palos a Benzema desde toda la prensa. Primero decían que se iba, luego que se quedaba para al final desdecirse e informar de que finalmente se iba. Lo cual demuestra que no tienen ni idea y que no contrastan las noticias, nada nuevo.

    Lo de que Benzema haya dicho en privado que se quedaba es supuesta información de los periodistas que a saber cómo la han contrastado. La frase «Internet no es la realidad» también puede suponer que en ese momento Benzema no tuviera la decisión tomada y lo hiciera 1-2 días después.

  2. Pingback: 22 razones por las que el madridismo nunca olvidará a Benzema

  3. La actual prensa deportiva es pura bazofia (salvemos las excepciones de rigor). La digital es pura bazofia podrida.

  4. Pedir cuentas a Benzema por no decir verdades es como pedírselas a Pablo Polo por no meter goles.

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