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Nadie recuerda a los veteranos que jugamos en equipos como el Esfínter de Milán, Steaua del Grifo o Nottingham Prisa

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Se habla mucho de la vida de los futbolistas cuando dejan de ser futbolistas. Se habla de sus inversiones, de sus negocios, de su preparación y de sus carencias educativas y afectivas. Se habla del vacío que sigue al ruido, una vez te has ido. Se habla de que se acostumbran a ser el centro de atención para justificar sus bailes en TikTok. Se habla de ello todos los días.

Pero se habla poco de la vida de los futbolistas cuando los que dejan de ser futbolistas no han sido profesionales. Se habla poco de nosotros, los que no fuimos lo suficientemente buenos, la gran mayoría. Los que empezamos a jugar a fútbol de niños, fuimos subiendo categorías y al final nos rendimos. Los que llegamos a juveniles y estuvimos un par de años estirando el chicle de mala gana hasta que pensamos que ya no compensaba, y huimos.

No compensaba pasar en invierno tanto frío. No compensaba tanto madrugón dominical para ir a que te partieran la cara por ahí en cualquier partido. No compensaba no poder salir de fiesta, o salir con el freno de mano, o salir a full con remordimientos y medio escondidos. No compensaba perderte partidos del equipo del que eras hincha. No compensaba casi nada, y si compensaba no lo veías.

Ahora lo veo de otra manera, claro, con dos décadas de perspectiva. Por supuesto que compensaba. Ahora me pregunto con pena si algún día volveré a jugar un partido de fútbol «de verdad» (spoiler: NO). Ahora sé lo que molaba formar parte de un equipo. Ahora sé que no era tanto el fútbol, o solo el fútbol, sino el vestuario, las rutinas, las amistades, las botas, el ruido de los tacos, el olor a lejía y el ritual tenso y excitado del día de partido. Ahora lo sé, pero antes ni lo intuía. Antes estaba deseando huir, y ahora mataría por volver un solo día.

Esta temporada está siendo la primera de mi hijo Teo en un equipo «de verdad», y me pasé el verano envidiándolo por ello y repitiéndole lo mismo: «No te imaginas lo que mola tener un equipo, qué bien te lo vas a pasar, es lo mejor, vais a ser súper amigos». Se lo decía en el pueblo, se lo decía en la playa, se lo decía cuando nos sentábamos en los columpios después de chutar unos tiros. Se lo decía tanto que ya al final me dijo «papá, ya lo sé, no me lo digas más, ya me lo has dicho», y aunque lo seguía pensando todos los días, dejé de decírselo.

Ahora, mi mejor momento de la semana es siempre el día que puedo ir a verlo entrenar (a aprender, a esforzarse, a divertirse), y también los días de partido. Nada me gusta más que ver a ese grupito salvaje de niños de 6 años, y observar en silencio cómo se ayudan, cómo se quieren, cómo sacan lo mejor de sí mismos para no fallar a sus amigos y cómo encuentran entre todos la valentía. En el último partido, un compañero de Teo marcó un gol y un padre me dijo «tu hijo está siempre súper feliz», y miré a mi hijo y era verdad. Acababan de celebrarlo entre abrazos y regresaba a su posición súper contento, festejando él solo todavía, con una cara de felicidad que es imposible describirlo.

La felicidad del fútbol es la felicidad de un niño.

Manuel Jabois escribió una vez que no entendía cómo quedaba gente que no fuera del Real Madrid. Le parecía renunciar voluntariamente a la felicidad. Yo entiendo que renunciar a la felicidad fue justamente lo que hice cuando renuncié a seguir en mi equipo, porque renuncié a ser un niño.

Para casos como el mío, existe una especie de salvavidas. Un consuelo nimio. Para nosotros los que huimos del fútbol «de verdad» existen los torneos de las fiestas patronales, las ligas universitarias o las ligas laborales. Juegas contra equipos de la talla del Inter Mitente, el Esfínter de Milán, el Coca Juniors o el Maccabi de Levantar. Ya no es que renuncies a la felicidad: en realidad renuncias a la dignidad. Te buscas en la clasificación entre el Steaua del Grifo, el Nottingham Prisa o el «Esta jornada descansa». Te buscas y te asomas al abismo: es el fútbol una vez te has ido. Con un poco de suerte te lesionas enseguida.

33 Comentarios

  1. Esos nombres son de equipos históricos de Hattrick, quizás reutilizados ahora en.las pachangas, no creo.que esa creatividad fuera pretérita a 2003

    • Huy que no, yo jugaba al fútbol-sala en ligas municipales de Madrid de los 90, pasando un año a Interdistritos (la champions) y tenían esos nombres el 40% de los equipos.

      • Claro que existían antes de 2003. Recuerdo un 3×3 (baloncesto) con un equipo llamado «La organización es una puta mierda». Tras el primer partido, los nombraban por megafonía como «La organización». He jugado en el C.B.Za. He jugado contra Celtics Cortics, y era todo en el siglo pasado…

      • Yo jugaba en el Inter Madrid estaban ,naranja mecánica ,los pingüinos.,chabacanospe .,bar olé ,.orcasur juni.,alcohol viajes.,ECT..

    • Madre de deus, en las pachangas se lleva tirando de nombres payasos desde que existen los torneos de colegio, de pueblo, de uni o cualquier cosa que se le parezca. Antes de Hattrick y antes de cualquier invento digital. Diría que lo de Hattrick fue más bien continuación de tan ilustre tradición.

    • Eso es más viejp que la tos… Recuerdo el Bornos Celtics y los Jiuston de San Roque

    • EL Topedo por Moscu, la Zumoplastika de Speed (en las pachangas de basket) el River Platas (Malos años de heroína los 80), el Machotes United. Uno de los mejores momentos de los campeonatos de institutos o los 24 horas de futbito de barrio era buscar el nombre del equipo, allá por los 80, cuando tenia pelo y la testosterona empezaba a dispararse en cuanto veía algo parecido a un escote…

    • El primer Nottingan Prisa que yo recuerdo es de 1981, asi que echa cuentas.

    • En el campeonato de Futbol Sala que yo organizaba en 1982 en la Universidad Autónoma (120 equipos), ya había un Nottingham Prisa. Que alguien lo haya usado luego no debe sorprender.
      La mente humana busca patrones comunes, pero las camadas de internet se creen que el mundo ha empezado ayer.

      Inscribir a los equipos personalmente (nada de internet ni plataformas) y conocer los nombres de cada equipo era uno de los mejores momentos del año.
      Otros nombres aún quedan en mi recuerdo: «Los Vulvas», «Persita Puig», «Olor a Red»,» STP (Solo Tomamos Pascual), «Ejecutivos Agresivos», y el más largo de todos: «Toda la noche me la paso atravesando pinares» Se quedó en Pinares.

      Eramos un servicio «privatizado» que hacíamos lo que la Universidad no podía por falta de personal, entusiasmo y recursos: cobrábamos por inscripción, pagábamos a los árbitros (si no, no iba ni dios) y sacábamos beneficio al final del torneo. Con la pasta, nos íbamos los 3 de la organización y un adosado de veraneo a Gandía.
      Todo ello con el beneplácito del director de deportes, posteriormente exitoso entrenador de baloncesto femenino.
      Hoy en día nos hubieran echado a la Fiscalía Anticorrupción.

      Y por cierto, ganábamos el campeonato, porque teníamos un equipazo tremendo.

      Ahondando en lo que escribe el autor, si, una de las mejores cosas de mi juventud era formar parte de un equipo. Aparte de la Universidad, sólo jugué en todas las categorías del equipo de mi colegio. Pero cuando me junto con Jose o mi hermano, 40años después aún recordamos como remontamos ese 0-3 que llevábamos en el descanso. El entrenador, de los nervios, y nosotros fumándonos un puro.
      5-3 acabó la cosa.

  2. Esas ligas me dieron la vida durante años. Ahora jugamos la pachanga de los jueves por la noche, y molan tela.

  3. Orgulloso exjugador de los Memphis Gremlins (en fútbol, pero también valía)

  4. Pues el Steaua del Grifo no se, pero el Stiaua d’Asturies, de Oviedo (https://www.futbol-regional.es/sociedad.php?Stiaua_d-Asturies/13459) se tiró 16 añitos en Segunda Regional hasta hace nada, algunos las bromas se las toman muy en serio…

  5. No soy futbolero ni jugué al fútbol de pequeño porque era muy malo pero me encanta el sentimiento trasmitido en el artículo.

  6. Me parto con los nombres, jajajaja

  7. Aston birras, vodka juniors, steaua de beber, paralitic de marsella…

  8. Éramos Los + turbados ya por 1994

  9. Aston Chichas

  10. eres un grande Enrique. Gracias y saludos

  11. Al final del partido, en el vestuario, los comentarios de las jugadas claves del partido. Eso cuando perdíamos, que era lo normal. Curiosamente, cuando ganábamos, no había nada que comentar.
    Luego estaba el pestazo a sudor en el vestuario: ¡¡¡Joder!!!,¡¡¡aquí huele a compañerismo!!!. Y, finalmente, el asalto al bar de las instalaciones con 8-10 tíos sedientos metiéndonos sin piedad una clara de 1/2 litro (casi de un trago) para, seguidamente, pedir el bocata de la cena, regado ya con sus cervezas reglamentarias.
    Eso sí, partidos normalmente de guante blanco: al día siguiente había que ir a currar.
    Y esto también, estoy empezando a mirar residencias.

  12. Yo jugué en el Maccabi de Levantar, de la liga de basket de la Universidad Autónoma de Madrid. Años 80s.

  13. En una liga universitaria participaba el Skroto de Rigan, equipo legendario 🙂

  14. Gran articulo, unha de las mejores sensaciones que he vivido en la vida ha sido ganar un partido y marcar el gol de la victoria.

  15. José Giraldes Burns

    Excelente la narrativa del principio y los comentarios posteriores. Ya tengo 71 años y en mi juventud recuerdo clubes de la Universidad Técnica sede Punta Arenas Magallanes. Los Chulompis…..Los TKG Boys…
    .Los Bastardos….Los Quiero Bailar y Barrabases. Grandes equipos y mejores compañeros y amigos inolvidables del fútbol sala. Atentos saludos.

  16. Gran artículo , que transmite mucho de los sentimientos que hemos tenido durante años
    Y si esos nombres son de antes del 2003 , Muchos años orgulloso de ser capitán de » LOS RESTOS DEL MUNDO»

  17. Yo con 51 tacos todavía me arrastro jugando contra míticos equipos como Aston Birra, Birrareal o Unicaja de kintos. Que grande es el fútbol aficionado!

  18. Así fue, destaco la camaradería en los almuerzos y las amistades forjadas tras tantas batallas deportivas. Amigos para siempre

  19. Pingback: Soy muy malo jugando al fútbol (Manual de autoayuda)

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