NBA

Nikola Jokic, Joel Embiid y Giannis Antetokounmpo: cuando las anomalías estadísticas definen el MVP de la temporada

Es noticia
Nikola Jokic (Foto: Cordon Press)

Puede que no sea como ganar el campeonato. Pero en la NBA los galardones son importantes. En muchos casos, como estipula su contrato, los jugadores obtienen primas por recibirlos. Y, sobre todo, respeto, prestigio, aplausos. La liga está hecha a partir de valores como estos. Y, cómo no, de números. Los jugadores pasan a la historia por el número de trofeos de MVP que acumulan en sus vitrinas, más que por el número de anillos que poseen. Porque campeones hay muchos. En cambio, el MVP es el privilegio de unos pocos.

Esta temporada, la lucha por el MVP, que premia el mejor desempeño durante la fase regular, es encarnizada. Las estadísticas que han firmado Nikola Jokic (Denver Nuggets), Joel Embiid (Philadelphia 76ers) y Giannis Antetokounmpo (Milwaukee Bucks) han alcanzado cotas históricas. Y, sin embargo, no llegan a explicar la dimensión de una de las competencias más intensas que se recuerdan. A los tres finalistas anunciados por la NBA les respalda el récord de sus respectivos equipos, sus promedios y los hitos que han alcanzado estadísticamente a lo largo de la temporada. A pesar de la insistencia en el debate tóxico, que se ha acentuado en las últimas semanas, su dominio e impacto en el juego están fuera de toda discusión.

Los promedios de Giannis Antetokounmpo no engañan: 31.1 puntos, 11.8 rebotes y 5.7 asistencias por partido son guarismos que no se veían desde Wilt Chamberlain. Y, además, el griego lidera al equipo con mejo rrécord de la liga, con un balance de 56 victorias y 22 derrotas. De recibirlo, este sería su tercer MVP, después de los de 2019 y 2020, año en el que también se llevó el DPOY al mejor jugador defensivo del año. Es un jugador sensacional, un percutor en la zona que acaba siendo mucho más decisivo gracias a su capacidad de pase. Incluso así, es el tercero en discordia en la lucha por el trofeo. Eso no hace más que engrandecer, si eso fuera posible, las extraordinarias temporadas de sus competidores.

Nikola Jokic, a punto de pasar a la historia

Por tercera vez consecutiva, la discusión por el MVP ha acabado centrándose en Nikola Jokic y Joel Embiid. Lo del serbio no tiene nombre. Si en el año 2001, cuando ganó su primer trofeo, su desempeño fue impresionante por las cifras obtenidas y su impacto en el juego, el segundo lo fue todavía más, especialmente teniendo en cuenta las décimas que lo separaban de Embiid en el sprint final. A pesar de que el camerunés había logrado firmar la mejor temporada de su carrera, la dictadura de los números decantó la balanza: Jokic se había convertido en el primer jugador de la historia en anotar 2000 puntos, capturar 1000 rebotes y repartir 500 asistencias en la fase regular, y encima en un equipo plagado de lesiones.

Sin embargo, subir prestaciones no parece ser un problema para él, como ha demostrado en el presente curso. Con promedios de 24.5, 11.8 y 9.8, casi un triple doble, ha conseguido elevar todavía más su eficiencia ofensiva, a un nivel nunca visto hasta ahora, llevando en volandas a los Nuggets a la primera posición de la Conferencia Oeste. Lo del serbio es increíble, decíamos. Porque, en caso de que gane su tercer MVP consecutivo, pasaría a integrar una selecta lista conformada por Bill Russell (1961, 1962, 1963), Wilt Chamberlain (1966, 1967, 1968) y Larry Bird (1984, 1985, 1986). Algo poco probable, porque los cien periodistas deportivos que se encargan de definir el MVP podrían sentir el «cansancio del voto» y evitar elegir a alguien que nunca ha pisado unas finales de la NBA, por muy bueno que sea.

Más allá de las estadísticas, si nos centramos en el juego, Jokic ha llevado al baloncesto a alturas nunca imaginadas. El pívot, de 2.11 metros de altura, es una verdadera triple amenaza: tira, bota y pasa —sobre todo esto último— como si fuera un jugador exterior. Mueve al equipo, y el equipo se mueve con él, en un engranaje perfecto. Da igual en qué lugar de la pista reciba el balón, en el poste bajo o en los codos de la zona, mirando al aro o de espaldas a él, encuentra siempre la mejor opción para hacer anotar o anotar él mismo gracias a su increíble manejo de la pelota. Como dice Andrés Monje, es el «paradigma de un baloncesto donde el músculo principal, y a años luz del resto, siempre es el cerebro».

Joel Embiid, el eterno aspirante

No es necesario descalificar al otro para apreciar su grandeza, ni buscar tantas diferencias donde no media un abismo. Nikola Jokic y Joel Embiid son producto de una época en la que los jugadores de baloncesto son completos técnicamente e imparables físicamente. La evolución del camerunés es una buena prueba de ello. Con 2.13 metros y 127 kilos de peso, entre los más «grandes» de la liga, parecía destinado a dominar desde el poste bajo. Sin embargo, fue sumando a su juego una serie de recursos que lo enriquecieron. Primero, debido su convivencia con Ben Simmons, empezó a tirar triples. Luego, forzado por las dobles y triples defensas, a mejorar su bote y pase. Su coordinación es asombrosa, sobre todo teniendo en cuenta su tamaño. No obstante, donde más destaca frente a Jokic es en aquello que es imposible de medir estadísticamente: una defensa de élite. No solo por sus características físicas, sino también por su instinto asesino. Su sola presencia crea terror en el lado de la cancha que le toca proteger.

La palabra que lo define es «dominante». A estas alturas, ya hemos perdido la cuenta de la cantidad de partidos donde ha anotado más de treinta, cuarenta o cincuenta puntos, en los que se suceden highlights defensivos, triples tras dejar a su par con un paso atrás y suspensiones sobre una pierna… incluso en tiros ganadores sobre la bocina. Los números parecen insuficientes para describir todo lo que ha hecho esta temporada en la pista: 33.1 puntos, 10.2 rebotes y 4.2 asistencias por partido. El máximo anotador de la liga, con un porcentaje del 54.2 % en tiros de campo. El líder de unos Sixers que han acabado en la tercera posición de la difícil Conferencia Este, con un récord de 51-27. Hasta él mismo se pregunta si todo esto será suficiente para ganar, por fin, el MVP.

«Los criterios cambian», declaró Embiid al portal The Athletic, en una entrevista realizada hace algunas semanas. «Si queremos hablar de los tres últimos años, en los que he estado en la carrera por el premio, el primer año no jugué suficientes partidos; el año pasado volví, jugué suficientes partidos, lideré la liga en anotación y, obviamente, Nikola se lo merecía y lo ganó. Pero, de nuevo, ganó como sexto cabeza de serie en el Oeste. Y, entonces, este año estoy liderando la liga en anotación, estoy haciendo todas estas cosas defensivamente… Debería estar el All-Defensive Team también. No me importa, pero cada año sucede algo. Y cuando le añades la analítica, no tiene ningún sentido».

No le falta razón. Como comentábamos en un artículo anterior, esta temporada hemos visto romper un récord tras otro. Muchos de ellos, como la eficiencia ofensiva de los equipos, son producto de un análisis numérico que tiende a sobredimensionar datos vacíos. Y, así, tenemos a Nikola Jokic, Joel Embiid y Giannis Antetokounmpo firmando cifras insólitas en la historia de este deporte. Como jugadores, ya no son ni siquiera anomalías estadísticas: reflejan el calibre de un MVP de nuestra época. Cualquiera de los tres sería el mejor—y lo sería indiscutiblemente— si no fuera por la calidad de la competencia. Y esto, aunque algunos no lo crean, es maravilloso.

Bam Adebayo y Giannis Antetokounmpo (Foto: Cordon Press)

Así que vamos a romper una lanza por Joel Embiid, y también por los extraordinarios jugadores que lo acompañan. Los tres cumplen los requisitos de victorias, impacto y dominio que definen a un MVP. Los tres han roto récords estadísticos esta temporada, y lo seguirán haciendo en las siguientes. El problema es que solo se puede escoger a uno. Con todas las consecuencias que esto conlleva: si ganan Jokic o Embiid, el finalista se quedará fuera del All-NBA First Team, que reconoce al mejor quinteto de la liga, porque la selección restringe posiciones tal como está configurada. ¿Es el momento, entonces, de cambiar algunos criterios en lo que respecta a los premios de la temporada?Sin duda. Pero esto, más bien, sería un tema para otro artículo.

3 Comentarios

  1. Estupendo artículo. Verdaderamente, 3 fueras de serie. Espectacular Giannis, y magnífica su reflexión sobre el fracaso y la exigencia tras caer eliminados, ya viral en Twitter.
    De Jokic, o «Joker», me asombra su frialdad serbia, la capacidad de tomar la decisión adecuada en cada momento. Tengo la sensación de que en 2020 perdió una oportunidad de oro, con la lesión de Murray, de batir a los Lakers en la final del Oeste y enfrentarse a mos Heat en la final de conferencia.

    Joel es un poco bocachancla. Magnífico jugador, dominante como pocos, pero algo»niñato» y egoísta en sus acciones y declaraciones. Yo rompo una lanza por Nikola. Esto es un deporte de equipo y el serbio es el menos egoistaty protagonista de los 3, sin dejar de ser un líder. Y recalcar que solo Giannis tiene un anillo,y que no puedo estar mas en desacuerdo con esta frase de Laura: «Los jugadores pasan a la historia por el número de trofeos de MVP que acumulan en sus vitrinas, más que por el número de anillos que poseen»

    Para nada pienso así. Todos sabemos que Jordan tiene 6 anillos o Kobey 5, y ni sé ni me importa cuántas veces fueron MVPs

  2. Pingback: Aleksandar Djordjevic: «Ivkovic no me seleccionó en el 89 porque con Petrovic y yo juntos hubíeramos necesitado dos balones» - Jot Down Sport

  3. Pingback: La auténtica división del VAR: decir lo que se piensa lo lo que toca - Jot Down Sport

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*