Entrevistas Perfiles

Oscar Schmidt: «Maradona venía a ver mis partidos, luego salíamos juntos a comer»

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Han pasado 20 años desde que Oscar Schmidt anunciara su retirada de las canchas de baloncesto. Con 45 años y casi 50.000 puntos anotados (el máximo anotador de todos los tiempos), el brasileño puso fin a lo que más le gustaba y mejor hacía, jugar al baloncesto. Fue difícil despedirse de la práctica profesional de este deporte. A Oscar le hubiese gustado jugar para siempre porque amaba el baloncesto. Su pasión por el mundo de la canasta la demostraba día a día, por eso llegaba el primero y se iba el último de los entrenamientos. Trabajo y más trabajo. No era casualidad que metiese tantos puntos, más que nadie a lo largo de sus casi tres décadas como profesional. Oscar Schmidt es, sin duda, una de las figuras más destacas de la historia del baloncesto. Se ha convertido en uno de esos jugadores que han dejado huella, una huella muy alargada, por cierto. Y no solo en su país. El brasileño es una leyenda a nivel mundial, a pesar de no haber jugado nunca en la NBA. Lo que se perdieron los americanos… Pero no hay mal que por bien no venga. Su renuncia a la mejor liga del mundo nos permitió disfrutar de él más de cerca. Inolvidables sus partidos con la selección brasileña, con la que disputó cinco Juegos Olímpicos. Muchos tenemos grabados a fuego los enfrentamientos contra la selección española, y es que Oscar era un martillo pilón, un auténtico dolor de muelas para los españoles. Y qué decir de la mítica final de la Recopa de Europa entre Real Madrid y Snaidero Caserta. Aquel día, Drazen Petrovic se fue hasta los 62 puntos, pero Oscar (que jugaba en el Caserta) no se quedó atrás, y anotó 44. Cuánta suerte tuvieron en Valladolid aquellos dos años que jugó en el Fórum. Y qué poquito faltó para haberlo visto vestido de blanco. Ahora, a punto de cumplir 65 años (lo podrá celebrar el próximo 16 de febrero), Oscar se encuentra bien de salud y se dedica a dar conferencias para empresas. El pasado mes de octubre visitó nuestro país para ingresar en la segunda promoción del Hall of Fame del baloncesto español. En compañía de Mike Hansen, su compañero de habitación en el Fórum de Valladolid, nos atiende muy amablemente desde Brasil, vía zoom, durante casi una hora.

Eres un ídolo en tu país, pero también aquí en España y supongo que en Italia. Máximo anotador de la historia, miembro de Hall of Fame y uno de los mejores tiradores de todos los tiempos, para muchos el mejor. En definitiva, eres un jugador que has dejado huella. ¿Sientes el cariño y la admiración de la gente en el día a día?

Hombre, yo no entiendo por qué le gusto tanto a la gente en España, me pasa igual en Puerto Rico. Le gusto mucho a la gente en Puerto Rico, pero en España también, es una cosa increíble, mucho más que en otros países, y eso me encanta. Es una cosa impresionante de bella.

¿Cuál es la clave para haber jugado hasta los 45 años a tan alto nivel?

No lesionarme, esta es la clave (risas). Si me lesiono, no juego.

¿Te cuidabas mucho físicamente?

Me cuidaba, pero tengo un físico privilegiado que me permitía siempre poder jugar.

[Mike Hansen: El secreto de Oscar es que trabajaba y le encantaba, llegaba el primero a la cancha y se iba el último. Además, bebía dos litros de coca cola todos los días. Ese es el secreto de Oscar (risas)]

Uno de los secretos.

¿Qué es lo que más echas de menos del baloncesto?

Echo mucho de menos a la nacional brasileña, éramos un equipo increíble. Todos sabíamos lo que teníamos que hacer. Tuvimos cuatro o cinco años espectaculares en los que ganamos casi todo. Y no ganamos la Olimpiada (Juegos Olímpicos Seúl) porque yo fallé el último tiro contra la Unión Soviética; si no, hubiéramos ganado también unos Juegos Olímpicos. Es así, echo mucho de menos a la nacional brasileña.

Un año antes, ganáis a Estados Unidos en los Panamericanos del 87 con una remontada histórica y un partidazo tuyo.

Eso mismo (risas).

¿Cómo fue aquello? Supongo que sería precioso ganar a los americanos en su propio campo, en Indianápolis.

Sí, sin duda. Fue impresionante. Habíamos ganado ya un Mundial de clubs en Sao Paulo contra el Bosna Sarajevo, que era el campeón de Europa y estaba entrenado por Tanjevic. Y nosotros les ganamos en la final, eso fue también un momento increíble. En Europa tuve momentos lindos y bellos, pero nunca como estos dos. Era más bello porque era mi país.

Brasil – España de 1992

Muchos te consideran el líder que todos querrían tener en sus equipos.

Entrenaba mucho. Como dice Mike Hansen, entrenaba algo increíble, por lo menos 1000 triples al día. Tirando yo solo. Duele la cabeza hacer esto, 1000 tiros al día. Y luego inventé una cosa que consistía en que después de haber hecho estos 1000 tiros, 500 por la mañana y 500 por la noche, tenía que meter 20 triples seguidos sin fallo, y por lo general lo conseguía como máximo al tercer intento. Me acuerdo de que a veces me quedaba en el 17 o 18. Una vez me quedé casi dos horas para hacer los 20 seguidos. Además, cuando alcanzaba el 20, continuaba. ¿Sabes hasta dónde llegué una vez?

¿Hasta dónde?

90 sin fallar, triples. Me acuerdo de que cuando me estaban pasando el balón, mis compañeros del Flamengo estaban todos sentados y pendientes de mí. Recuerdo que pedían silencio, y decían alucinados: «Lleva 60». Y yo les decía: «Estoy aquí tirando solo y vosotros estáis allí…. ¡Tendríais que estar todos aquí!». (Risas).

¿Ibas cambiando las posiciones?

Sí, iba cambiando hasta que me quedaba en una que yo vi que era buena, y me quedaba allí hasta que fallase.

¿Y cuál era esa posición?

El centro. Esta vez fue en el centro.

Impresionante. 90 triples sin fallo.

Por eso metía muchos (risas).

Te resulta familiar todo esto que está contando Oscar, ¿no, Mike?

Mike Hansen: No sé si Oscar se acuerda. En aquella ocasión no hizo 90, pero sí 68 o 70. Habíamos ido a Vitoria a jugar contra el TAU. Después de entrenar, Oscar se pone a tirar con Pepe Catalina cogiendo los rebotes. Pase, pase, pum, pum. Y como acaba de contar, todos estábamos estirando en vez de tirar. Y empezamos a contar. Recuerdo que le preguntamos a Pepe: «¿Cuántas lleva?». «Lleva ya 35», nos dijo. Y Oscar sigue metiendo. Nuestro entrenador era Wayne Brabender, un maniático de llegar puntual a los sitios. «¡Venga chicos, vamos. Oscar vamos!», nos dijo. «No, que está en racha», fue nuestra respuesta. Pum, pum. 57, 58,… Wayne estaba nervioso ya: «¡Venga, que nos tenemos que ir a cenar, chicos!» Y Oscar a lo suyo. Y ya empezamos todos a intentar distraerle para que fallase. Y nada, seguía y seguía. Y cuando llevaba 68 o 70, falló, y se cabreó con nosotros. «Me teníais que haber animado, no molestarme», nos dijo. A lo mejor ese día, hubiese metido las mismas o más que aquel día con el Flamengo, y su recuerdo hubiese sido con el Fórum.

Mike Hansen: ¿Te acuerdas, Oscar?

(Risas). Me acuerdo. Y cuando fuimos a Málaga, la peña quería que yo defendiera. Para defender bien hay que hacer puños, codazos, etc. Tuve que hablar con los chicos de la televisión: «No miréis lo que hago en ataque, mirad lo que hago en defensa». Ese día metí 8/8 en triples. Enchufé 47 puntos. (Risas). Y ganamos el partido en el Ciudad Jardín de Málaga.

Has tenido durante muchos años el récord de la ACB de triples en un partido, con 11 anotados. ¿Recuerdas si metiste más en Italia o Brasil?

Sí, puede ser que sí, no me acuerdo bien, pero sí me acuerdo de cuando no fallé ninguno, como este partido de Málaga en el que metí 8/8.

¿Cómo está ahora el baloncesto en tu país?

Está mejor. Salimos segundos de la Copa América, podíamos haber ganado ese partido contra Argentina. Jugamos bien, perdimos por dos puntos, tuvimos el balón para ganar el partido y fallamos. Creo que el baloncesto en Brasil está mejorando mucho. Tenemos un presidente diferente. Creo que volveremos a hacer cosas buenas, quizá no grandes títulos, pero sí jugar bien y querer todos lo mismo. Soy muy optimista.

¿Cómo llegó el baloncesto a tu vida en un país donde el fútbol es como una religión?

Y era mi preferencia también (risas), aunque no andaba muy acertado porque era muy grande y las personas casi podían pasar por debajo de mí. Hoy tengo un equipo de fútbol, un equipazo. Es muy raro que perdamos porque son todos atletas de fútbol profesional, todos menos yo. Pero yo tengo la camiseta, tengo la pelota, tengo todo…Y hay que pasarme el balón a mí.

¿Y de qué juegas?

Juego de delantero, como Ronaldo, haciendo goles.

Oscar se postra ante Larry Bird

Has estado hablando de tu tiro, uno de los mejores que se han visto nunca. ¿Cómo se va creando este fantástico tiro a canasta? ¿Se nace con esa habilidad o son horas y horas de entrenamiento?

Mucho entrenamiento, seguro. Creo que el entrenamiento es la parte más importante de la carrera de una persona, porque si no entrenas, no la vas a meter, pero si entrenas vas a meter muchas. Esto me lo dijo mi primer técnico. Empecé a jugar porque el entrenador de la Unidad de Enseñanza de los Salesianos, que era el colegio donde yo estudiaba, era también el profesor de Educación Física de mi escuela. Un día me dijo: «Oscar, ya sé que a ti no te gusta el baloncesto, pero yo soy el entrenador, te podías pasar por allí a tirar y a lo mejor te gusta y cambias de idea. Son todos los días». Llegué allí y el entrenador de mi categoría era un chico japonés que hacía unos ejercicios diferentes. Él ponía una hilera de piedras en el suelo y yo tenía que ir driblando con el balón y cogiendo las piedras. Puede parecer fácil, pero para un chico que no tenía ninguna coordinación extra era terrible. Luego cambiaba el ejercicio, ponía unas sillas con unas cuerdas y yo tenía que pasar por encima y por debajo de las cuerdas. Un día estaba tirando y me dijo: «Oscar, ¿tú ves la canasta?». Le dije que no. Me comentó: «Alza el balón». «Ahora lo veo», le contesté. «Tira así», me dijo. Yo: «Pero no puedo tirar así». «¿Por qué no, Oscar?», me preguntó. Mi respuesta fue: «Porque así no voy a meter ninguna». Él me dijo: «Empieza de la manera justa, que un día vas a meter muchas». Este chico murió el año pasado. Para el baloncesto brasileño este chico era una cosa tremenda. Yo he jugado con él de adulto en la Unidad de Enseñanza.

Llegas a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles habiendo sido elegido por los Nets en el Draft del 84. Sin embargo, te seleccionaron muy tarde, algo poco entendible.

Llegué allí ofendido. Me escogieron en sexta ronda, en la posición 131, o sea, antes de mí había 130 jugadores. Llegué allí para demostrar que sabía jugar al baloncesto. Le dije al entrenador: «Coach, aquí a un punto por minuto. Si me das 20 minutos te doy 20 puntos. Si tú me das más de 30 minutos te puedo dar 60 puntos». Así, bien arrogante, porque yo soy así. Fue una semana de entrenamientos y con partidos contra los rookies. Fueron cinco partidos en los que me dieron 25 minutos por encuentro. Y llegué a 25 puntos por partido. «Oh, este chico no puede salir. Tenemos que darle lo mejor que tenemos», decían. Pero era un contrato que no podía firmar. No quería porque, en aquella época, si jugabas un partido allí ya no podías jugar con la selección. No quería perder mi condición de amateur, por lo de la regla FIBA. No jugué en la NBA por la selección.

En cualquier caso, se quedaron alucinados contigo. Jugaste también contra Charles Barkley en algunos de esos cinco partidos.

Dos veces contra Charles Barkley. No sé cuántos metí, creo que 30 puntos.

¿Era muy dura la competencia en el Campus de los Nets en Princeton? ¿Cómo era competir en un campus donde muchos de los jugadores se estaban jugando su futuro?

Era duro, muy duro. Era duro de verdad. Y allí estaban todos los chicos que jugaban en Italia contra mí. Estaban todos allí y el único que no quería jugar en la NBA era yo (risas). Fue muy bueno este pasaje. Me preguntaban que por qué no quería jugar y yo les decía que tan solo quería saber si era capaz de jugar en la NBA. Ahora ya lo sé, soy capaz. Fue así, por la selección.

¿Insistieron mucho los Nets para que ficharas por ellos?

Claro, seguro, pero mi vida estaba bien. Jugaba en Italia y en la selección, ¿para qué iba a jugar allí si no me iban a sacar porque tenía que demostrar que era lo suficientemente bueno? Además, luego no podía jugar con la selección. La selección para mí era la cosa más importante.

¿Hasta dónde piensas que hubieses llegado jugando en la NBA?

¿Tú crees que se me iba a dar mal? Podría haber jugado en la NBA al mismo nivel que en Europa.

No tengo dudas, un jugador de 30 puntos por partido, al igual que lo eras en Europa.

Eso es. Iba a hacer en Estados Unidos los mismos 30 puntos que hacía en Europa. Además, con los americanos es más fácil porque son muy obedientes. Hacía una finta y saltaban (risas). En esta época no había europeos, yo era la novedad, ¿entiendes? Iba a matar. Luego, en los Juegos Olímpicos del 92 se abrieron porque nosotros les ganamos en Indianapolis, en los Panamericanos, no pienses que cambiaron por otro motivo. «Tenemos que poner nuestros mejores jugadores, si no, no vamos a ganar más», decían. Aquel día escuché por lo menos cinco veces el himno americano antes del partido, el de Brasil ninguna porque no había, no lo tenían preparado. No sabían lo que era. Se reían. Y los ganamos con categoría.

En esa victoria, en 1987, remontasteis una desventaja de 16 puntos gracias a una exhibición tuya. 46 puntos, 35 de ellos en la segunda mitad.

Eso es.

Mike, tú que te formaste en una universidad norteamericana, ¿cómo veías el futuro de Oscar en la NBA?

Mike Hansen: Yo he jugado cuatro años en Estados Unidos, en LSU, que era una universidad muy potente. Y no tengo ninguna duda, pero ninguna, de que Oscar hubiese sido un All Star en la NBA y un jugador muy importante porque había muy pocos jugadores de su estatura, pues Oscar es grande, alto y fuerte, que armaran y tiraran como él. Podía coger el balón arriba y tirar sin bajarlo. Le podías poner manos, gente colgándose, daba igual. Eso en la NBA de aquel entonces era oro puro. No fue por el amor por su país y eso es algo que la gente debería saber. Podía haber sido una grandísima estrella de la NBA, sin ninguna duda, pero tenía un amor, que era su país, y eso es muy respetable por tu parte, Oscar.

Oscar: Gracias, gracias. Tú eres mi compañero de habitación (risas).

Estudiantes – Valladolid de 1994

Mike Hansen: Yo he tenido la suerte de jugar con grandes como Saquille O’Neal, Chris Jackson (que luego fue Abdul-Rauf), Herreros o Cvjeticanin. Pero cuando llegué al Fórum y fui compañero de Oscar, incluso de habitación, yo era joven y Oscar era ya una leyenda, todo ese año aprendí muchísimo. Me decía: «Mira, Mike. Tú no puedes venir a Europa y solo hacer caso a los entrenadores. Tú eres un base que tienes que tirar, no eres para mandar y eso». Al principio, yo quería agradar a los entrenadores, pero cuando Oscar me dijo eso, tenía razón. Desde entonces, fui siempre un anotador. Eso fue clave para mi carrera. Jugué muchísimos años y empecé a ser un jugador de tirar, y eso es gracias a Oscar, porque si hubiese escuchado a todos los entrenadores, a lo mejor no hubiese jugado muchos años. Y Oscar me dijo: «Mike, tú tira. Si metes, vas a jugar muchos años a esto». Ese fue su consejo. Además, vi que él llegaba el primero y se iba el último, y nos contagió a todos los jóvenes, que éramos muchos, Bento, Jacobo Odriozola, Lalo, yo, y nos picábamos y al final también nos quedábamos a tirar. Para nosotros fue un espejo, un líder, una persona que con la edad que tenía y todo lo que había hecho, era increíble ver su pasión en los entrenamientos. Hay una anécdota muy buena. No sé dónde íbamos a jugar, y creo que Anicet le dijo a Oscar que ya no podía hacer mates, que estaba mayor para esas cosas. Y después del entrenamiento se pone Oscar a hacer mates a dos manos, uno tras otro. «¿Qué estoy viejo?», dijo. Otro y otro. Eso sí, al día siguiente llegó con unas agujetas… Ese es Oscar, amaba todo, le retabas y él, como un niño, entraba y competía en todo momento. La verdad, Oscar, tengo mucha suerte de ser amigo tuyo, pero sobre todo de haber aprendido un año entero contigo como compañero de habitación, eso es oro puro. Muchas gracias, amigo. Te quiero mucho por eso.

Oscar: De nada. Es muy bonito oír de un jugador estas palabras. Gracias.

¿Cómo fue tu experiencia en Italia? Llegas a un equipo modesto, el Caserta, que estaba en la segunda división, y lo haces campeón de Copa. También jugáis la final de la potente liga italiana y la final de la Copa Korac (86/87). Se comparaba el fenómeno Oscar con el fenómeno Maradona.

Maradona venía a ver mis partidos. Luego salíamos juntos a comer. Era mucha competición, el juego en Italia era duro, muy duro, no era algo tranquilo. Para jugar bien había que llegar bien, si no, no jugabas. Había muchos buenos defensores. Si no estabas preparado, no jugabas bien, esa es la verdad. En España también, fue creciendo. Cuando llegué a vuestro país todavía no era tan fuerte como es ahora. Fue muy bueno mi pasaje por Italia, es muy bella y conocí ciudades increíbles. Fui joven y volví con dos hijos, hablando cuatro idiomas y jugando mucho mejor. Fue muy bueno jugar en Europa porque además ayudé a la selección a ganar títulos, y esto es lo más importante que hay para un chaval. Me sigo considerando un chaval.

En España recordamos mucho el partido de la Recopa del 89 contra el Madrid.

¿Hay que hablar de ese partido?

¿Pasamos página, Oscar?

Pasa página. Nunca había visto a ningún jugador hacer 60 puntos, solo yo los hacía. Y este Petrovic llegó a meter 62 (risas). No podían perder, pero yo he hecho el cálculo de cuando Gentile roba el balón a Petrovic, y es falta. Habré hecho ese cálculo más de diez veces, y en todas las veces Gentile tenía que haber tirado 1+1 con 0 segundos. Los tiros libres con 0 segundos, porque con 0 segundos todavía vale. Entonces, yo creo que nos robaron un poquito.

Eran otros tiempos y pasaban esas cosas.

Pasaban…

Se habló mucho del posible interés del Real Madrid. ¿Es verdad que estuvieron a punto de ficharte?

Tengo en mi sala de trofeos estantes llenos de copas y un contrato de tres años firmado por el presidente del Real Madrid. Lo que pasa, es que el dueño del Casertano quería que me fuese. «Ven a mi oficina, Oscar, quiero hablar contigo», me dijo. Todo el mundo hablaba mucho del Real Madrid. Llegué allí, y tuve que esperar mucho para hablar con él, cuarenta minutos. Cuando entré, me dijo: «Oscar, ¿qué historia es esa del Real Madrid?». Le contesté: «Tengo este contrato aquí, señor». Él, sin mirar el contrato, me dijo: «¿Cuántos años son?». «Tres años», le contesté. Y él: «Yo te doy cuatro. ¿Está bien?». «Está bien», le contesté. Esta fue la charla que tuvimos (risas). Este hombre era una cosa increíble. Y me quedé ahí cuatro años más. También recuerdo que cuando Lolo Sainz era el entrenador de la selección española siempre que nos encontrábamos me decía: «Tú no vas al Mundial, ¿eh?». «No, yo no voy, Lolo», le decía (risas).

¿Cómo surge tu fichaje por el Fórum Valladolid?

Después de Caserta fui a Pavia por tres años. No podía jugar en la Serie A, ¿no sabías esto? Cuando salí de Caserta, la primera cosa que dijo Caserta fue: «Él no puede jugar en la Serie A». Tenían miedo de jugar contra mí, miedo puro. Entonces tuve que ir a la Serie A-2. Me fichó Pavia, estuvimos un año allí y llegamos a la Serie A. En muchos momentos no fue fácil, había que entrenar mucho para probar, siempre probando, pero al final lograba jugar bien. A la presidenta del equipo, que era una señora, se le acabó el dinero, así que tuvo que venderme, y Valladolid fue el que más dinero dio.

Forum Valladolid – Real Madrid de 1994

¿Qué recuerdas de tu etapa en Valladolid?

Hombre, primero que fue una cosa increíble, tuve una recepción fantástica. El presidente del equipo hizo y me dijo cosas increíbles. Y fui allí a jugar con los chavales, como dice Mike. Fue muy bueno mi pasaje por allí. Tengo mucha nostalgia de todo, de Mike, de Anicet, de Lalo, de todos los jugadores que jugaron allí, del entrenador también. Valladolid marca, esa es la verdad. Me hace falta Valladolid.

¿Cuándo fue la última vez que estuviste en Valladolid?

Un día que me hicieron una fiesta allí. Jugaba con el Flamengo y fuimos de viaje y luego me hicieron un homenaje en el pabellón de Valladolid. Me dieron regalos, ropas, etc. Fue lindo. Todo el equipo viejo como Mike estaba allí.

¿Cómo era tu vida en Valladolid al margen del baloncesto? ¿Qué te gustaba hacer?

Me gustaba el Corte Inglés, por supuesto. El Corte Inglés es lo mejor que hay en España. Había un restaurante en el último piso del Corte Inglés que era increíble… La carne, me gustaban también las tortillas, claro. Por eso me quedé dos años, porque tenía el Corte Inglés. Mi mujer ama el Corte Inglés (risas).

¿Es verdad que te encantaba Chiquito de la Calzada?

¡Ahhhh! Esto es lo mejor de España. En lugar del Corte Inglés vamos a por Chiquito. (Risas). A Anicet y a mí nos gustaba mucho Chiquito. Un día grabamos una cinta imitándolo, 180 minutos de Chiquito. Se me daba bien imitar a Chiquito, aunque ahora ya no me acuerdo mucho. Éramos dos amantes de Chiquito. Anicet te lo puede decir. Yo amaba a Chiquito.

¿Qué decían tus rivales cuando se enfrentaban a ti? Supongo que muchas veces se desquiciarían por no encontrar la manera de pararte.

Esto no era asunto mío. Yo jugaba. Ellos eran los que tenían que marcarme (risas). Tengo muchas anécdotas. Siempre fui un niño cuando jugaba al baloncesto, toda mi vida. Me sigo considerando un niño, pero a gente me mira así como si fuera un Dios. Esto es increíble. No he hecho más que jugar al baloncesto y la gente me mira diciéndome cosas como: «¡Vi el partido que ganamos en Estados Unidos!». Increíble, es una cosa increíble. He defendido a mi selección por 20 años y a lo mejor por esto me aman, seguro que por esto.

Mike Hansen: Para que la gente vea lo humilde que es Oscar os voy a contar algo. Darrell Armstrong fue el máximo anotador de la ACB en la temporada 94/95, pero se lo debería agradecer a Oscar porque él le prometió a Wayne, nuestro entrenador, que no iba a ser el máximo anotador. Si él hubiese querido, hubiese sido el máximo anotador de calle. El mejor defensor de Oscar esa temporada fue Wayne Brabender [Risas de Oscar]. Si no, Oscar hubiese estado en los 30 y pico puntos de la temporada anterior, muchos de ellos sin despeinarse. Creo que Armstrong estuvo en los veintitantos. Y después hay otro momento muy bonito. Cuando Oscar ya no seguía con nosotros se hizo un partido homenaje como despedida, y al final del partido, Oscar recibe un balón detrás de la canasta y mete una muy parecida a la que hizo Larry Bird. La tira por encima del tablero y entra limpia. En aquel momento, Oscar ya se va del partido saludando a todo el pabellón que se vino encima. Aquel día se salió. Es la mejor forma de terminar, con esa canasta. Precioso.

Forum Valladolid – Estudiantes de 1994

¿Cuál ha sido el rival que mejor te ha defendido?, si es que hay alguno.

En cada equipo había un gran defensor que me marcaba o intentaba marcarme (risas). Entonces, es difícil decir uno. Diría que Scottie Pippen, por decir uno, cuando jugué contra la selección americana. Hice 25 puntos contra él (risas).

¿Quieres mandar algún mensaje a la afición española que tanto te sigue admirando?

Gracias a la afición española porque me aman. Yo no tengo palabras para decir a la afición lo que siento por ellos porque siempre me amaban, aun como adversario me amaban, era una cosa tremenda. Creo que porque con la selección de Brasil ganamos mucho contra España, por eso (risas).

Muchas gracias, Oscar. Ha sido un placer y un sueño hecho realidad charlar contigo.

Gracias a ustedes, y a Mike. Él es humilde.

Muchas gracias a Iván Rodríguez (La Magia del Basket) e Isabel Ortiz.

Oscar Schmidt en el Zoom de esta entrevista

16 Comentarios

  1. Anicet Lavodrama está pidiendo a gritos una entrevista.

  2. Llevaba mucho tiempo esperando una entrevista a Óscar Schmidt. Muchas gracias. Vaya pasada de entrevista. Esperando más.

  3. Javier, te sigo desde hace tiempo y me pareces un gran profesional del mundo del baloncesto, me gusta la frescura que das a tus trabajos.

  4. Extraordinaria entrevista Javier. Da gusto conocer tanta anécdota acerca de este mito que era Óscar.Deseando leer la siguiente.

  5. Me ha encantado la entrevista. Sin duda consigues lo que otros no pueden. Los grandes del baloncesto confían en tí por tu buen trato y profesionalidad. Enhorabuena Javier.

  6. José Agustín García Talavera

    Excelente entrevista realizada por un magnífico informador baloncestista (Javier Balmaseda) a un formidable jugador (Óscar Smichdt Becerra).
    Chapó.
    Me ha gustado el contenido completo del artículo, especialmente lo relacionado con los recuerdos de la Final europea de 1989 en la que ganó el Real Madrid en la prórroga con 62 puntos de Drazen Petrovic.
    Reitero: enhorabuena por la brillante entrevista.

  7. Excelente entrevista. Gran entrevistador para un entrevistado de altura. Felicidades a los dos

  8. Gran entrevista a toda una leyenda del baloncesto ACB, enhorabuena 👏 👏👏👏

  9. Agradecer a Jot Down, la oportunidad de poder leer este reportaje, de volver a recordar los buenos tiempos del baloncesto de mi época de chaval. Muy buenos momentos delante de la tele viendo la forma de jugar de Oscar D. B. Schmidt, a pesar de su altura. Para mí, es uno de los mejores tiradores de exterior junto a Larry Bird.
    Agradecer también el amplio reportaje, ya que a la vez que Javier B. G. y Oscar DB. Schmidt iban hablando de las etapas del jugador durante toda su carrera profesional, yo iba recordando momentos de mi vida. Curiosamente, este verano me hice con el número 14 de la camiseta de baloncesto de Brasil.
    Lo dicho, muchas gracias Javier Balmaseda y muchas gracias Jot Down por este gran rato que me habéis hecho pasar.

  10. Increíble entrevista, vaya nivelazo traer a Jot Down a un mito del baloncesto como Óscar Schmidt. Enhorabuena Javier.

  11. Qué maravilla de entrevista. Enhorabuena. Sólo un detalle, por si fuera posible. Molaría mucho ver algún fragmento de la entrevista en formato vídeo. Son leyendas del baloncesto y verlos hablar en castellano tendría un valor añadido. Ojalá lo podáis hacer con otras entrevistas a jugadores de otros países. En cualquier caso, muchas gracias. Me ha encantado leer a Óscar por aquí.

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  14. Da gusto leer entrevistas así. Oscar era inalcanzable. El mejor.

  15. El vídeo que hay que ver es el de Óscar y lavodrama 3 horas imitando a chiquito

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