Una de las primera entrevistas que realizamos en Jot Down fue a José María García, el periodista deportivo más recordado de los 80 y 90. Su singular estilo marcó una época, las parodias humorísticas multiplicaron su alcance y, con el paso de los años, se ha convertido en un icono de la cultura popular. Tanto es así, que ha pasado por varios programas que han explotado contenidos nostálgicos para subir la audiencia y, ahora, tiene una miniserie documental que está siendo aclamada. En aquella época, seguía reuniendo todas las características del mito, pero ni siquiera había salido aún la biografía de Vicente Ferrer. EJ Rodríguez se encontró con él en 2012 y este fue el resultado:
Fue uno de los contados personajes de los que se puede afirmar que contribuyeron a redefinir la información deportiva y la radio española en general. Atravesó diversas etapas en su larga trayectoria periodística, pero es especialmente recordado por su programa nocturno Supergarcía —lo convirtió en un fenómeno de masas—, que le ayudó a cosechar férreas lealtades y enemistades furibundas, donde amalgamó un peculiar repertorio de vocablos y frases hechas que pasaban rápidamente al acervo popular y con el que dejó un considerable poso en la memoria colectiva de como mínimo un par de generaciones de oyentes. El periodista nos atendió amablemente en el hotel Hesperia Emperatriz de Madrid, donde pudimos comprobar que pese a sus años de retiro sigue siendo, como suele decirse, «genio y figura». Con ustedes, José María García.
Has declarado en varias ocasiones tu intención de volver a la radio pero que ninguna de las ofertas ha cuajado o te ha convencido, y que no era problema de dinero, ¿qué es lo que ha faltado?
Pues, simplemente, la situación en este momento de los medios de comunicación no es que sea dramática: es tétrica. Si yo vuelvo como quiero, tengo que ponerme en el medio de un río. Y claro, para que la corriente no te lleve tienes que tener los anclajes que te faculten para seguir siendo como eras: plural, independiente, claro y sincero. En este momento el periodismo ha retrocedido tremendamente. Cada día hay menos investigación —salvo la excepción que confirma la regla—, cada día hay menos denuncia. ¿Por qué? Porque el periodismo de investigación no sólo es el más peligroso, sino también el más costoso. Cada día hay menos rigor. Durante muchísimos años esta profesión se regía por una máxima: para que una noticia sea noticia, tiene que estar suficientemente contrastada. Eso lo hemos cambiado por «no permitas que la realidad te estropee una noticia».
¿Deduzco de tus palabras que ninguna empresa te garantiza la independencia que necesitas?
No, si no es que no me la garantice… yo, cuando hablo con una empresa, no tengo que hablar de independencia. Porque eso se da por supuesto. Lo que pasa es que he analizado y he estudiado… y no he tenido ni que decir que no. No he seguido hablando porque no reunían las condiciones mínimas exigidas. No hemos llegado ni a hablar de un euro.
Entiendo también de lo que comentas que crees que ha involucionado la información deportiva.
Ha involucionado. Lo primero que tiene que ser un periodista, es plural. Independiente. Por ejemplo, en la tertulia de Punto Pelota había un genuino representante del forofismo que salía con una bufanda o con un anorak del Madrid y que va a todas las peñas… si eso es periodismo, que venga Dios y lo vea.
Entonces, ¿por qué se hace? ¿Porque es rentable?
Porque no se busca la independencia, se busca el circo.
¿Para ganar espectadores?
Sí. Para ganar espectadores momentáneamente… y para perderlos a la larga.
¿El espectador puede llegar a cansarse?
Ya se está cansando, clarísimamente. Sólo hay que mirar las audiencias para ver que se está aburriendo y piensa que es detestable. La imagen del periodista queda por los suelos.
¿Qué le recomendarías a una persona que quisiera empezar a dedicarse al periodismo?
Que volase hacia América.
Directamente.
Directamente.
¿Qué es lo que más echas de menos de hacer un programa diario de radio?
Mira, podría haber tenido al principio algún temor. Dimití porque soy un hombre de empresa, pero lo que no soporto son los caprichos de los empresarios. Me equivoqué cuando di el paso de dejar la Cope —donde me ofrecían quince años de contrato— por montar un imperio con Telefónica. Avisé al presidente de que no íbamos a ser amanuenses. Y a los tres meses me di cuenta de que me había equivocado gravísimamente. Porque José María Aznar es, después de Franco, el mayor dictador que yo he conocido. Al punto de —siendo yo responsable de la información deportiva de Antena 3 TV, Vía Digital y Onda Cero— levantar un vídeo faltando tres minutos para iniciar el telediario. Censura pura y dura. Lo digo sin rubor, lo puedo demostrar y lo repito: después de Franco, el mayor dictador sobre la prensa española ha sido José Mª Aznar.
Bueno, a veces cuentas la historia de que Aznar pidió personalmente la cabeza de Antonio Herrero, ¿es eso cierto?
Sí. Con un matiz: quien me pide directamente a mí la cabeza de Antonio Herrero es Miguel Ángel Rodríguez, por entonces portavoz del PP. Pero a los tres meses. Y yo digo «pero qué barbaridad estás diciendo, si Antonio Herrero es el hombre que sin ser del PP más ha ayudado al PP». Porque era un periodista de raza, un periodista con mayúsculas, por la persistencia en su denuncia: Filesa, los GAL, etc. Periodista por encima de todo. José Mª Aznar pidió personalmente la cabeza de Antonio Herrero a Luis Herrero y a Federico Jiménez Losantos. Con algo muchísimo más grave: se los lleva a cenar un viernes por la noche y les dice que no pueden seguir con Antonio Herrero —eso lo cuenta muy claramente Federico en su libro— y el sábado por la mañana, se ahoga Antonio Herrero. Nada tiene que ver, evidentemente: lo de Antonio fue un accidente, una casualidad, no motivado por nadie y está demostrado. Pero Aznar, horas antes, pide su cabeza. A mí lo que me indigna es que no tenga ni el valor de ir al funeral ni al entierro.
Este tipo de presiones, ¿se daban a menudo por parte de los poderes políticos, deportivos o de otra índole?
Yo no porque era muy fácil: cuando tenía una presión, me iba. Tuve una —después de diez años ayudándome en la Cadena Ser con Hora 25— por parte de Pío Cabanillas, y me fui. Y me despedí a la francesa: «señoras y señores, como habrán advertido, esta noche del señor Cabanillas…»
«…ni pío» (risas)
Y me fui a Antena 3 porque no quería trabajar para Polanco, para el imperio del monopolio. Después me fui de la Cope para montar un grupo que pudiese luchar en igualdad de condiciones con El País. Y me fui de ese grupo, de Telefónica, por la censura de don José Mª Aznar.
Has citado a tus antiguos compañeros Luis Herrero y Federico Jiménez Losantos. Te has mostrado muy, muy crítico con la evolución de ambos.
Ahora me llevo bien con ellos, pero creo que hemos perdido dos figuras del periodismo. Han dejado de ser periodistas plurales para inclinarse totalmente. Primero fue Luis, cuando abandonó el periodismo por la política… error gravísimo. Ha retornado, pero ya no en las mismas condiciones de independencia. Y luego Federico, que con el talento que tiene y lo buenísima gente que es me da la sensación de que está absolutamente equivocado y que en este momento está navegando a la deriva. Pero ojo, es una persona tan honesta que está haciendo lo que él cree que debe hacer. No lo hace por dinero, no lo hace por ningún interés.
Volviendo a la radio, ¿cuáles rememoras como los mejores o peores momentos?
Hay muchos momentos, sería imposible… hombre, fuera de la información deportiva tengo que significar la matanza de la Plaza de Tlatelolco, en los Juegos Olímpicos de México, donde conseguí dos exclusivas mundiales. La noche del 23-F. O uno de los últimos programas, donde arreglé una huelga de Iberia. La etapa que con más cariño recuerdo, inolvidable —y que además nunca volverá— es la de Antena 3 Radio. Y muy penosa la última de la Cope.
Precisamente de aquella noche del 23-F, en la que estuviste radiando el golpe de estado, te quería preguntar: ¿qué recuerdas de un momento tan complicado?
Que rápidamente me di cuenta de lo que nos estábamos jugando todos los españoles y que por esa audiencia supermillonaria tenías que ser absolutamente veraz. Comedido, pero no mentiroso.
¿Llegaste a considerar en algún momento la idea de que si triunfaba el golpe militar te podías haber metido en serios problemas, o en ese momento no lo pensaste?
No, no… si lo piensas, te vas. Porque además yo estaba allí por voluntad propia y después de salvar muchísimas dificultades.
¿Es cierto que antes de la Transición los periodistas utilizabais la crónica futbolística como una forma sutil de criticar al franquismo, al régimen?
No, lo que pasa es que yo siempre he utilizado un poco el deporte como protesta para la crítica política.
Por cierto, ¿crees que es cierta la crítica que se te hace a veces de que al principio reprobabas el que los medios tuviesen excesivo poder, pero que al final tú mismo caíste en esa tentación?
Es posible.
¿Es difícil para un periodista estar al frente durante muchos años y mantener la esencia?
No, yo eso lo he conseguido. He cometido algún error, obviamente, pero he conseguido hasta el final mantener mi esencia. Y la esencia era la independencia.
El programa Supergarcía, opinan muchos, marcó un cambio en la forma de hacer radio en España. Este cambio, ¿fue producto del día a día, fue algo planificado, te inspiraste en algo en concreto…?
Hombre, nada es producto de la casualidad, pero es verdad que desde una idea mínimamente preconcebida el programa fue haciéndose día a día, porque era hijo de la rabiosa actualidad. Luego ya tenía lo que aporta el autor: los silencios intencionados, las muletillas, la utilización de ese vocabulario tan particular: «lametraserillos», «abrazafarolas»…
(risas) Precisamente tenía una curiosidad y quería preguntarte si aquellos silencios que hacías a veces al principio del programa, justo al terminar la sintonía, eran siempre premeditados.
Tienes que ser absolutamente natural. Y es lo que requería. A mí lo que me llama la atención, por ejemplo, es cuando estoy viendo un telediario y el presentador o la presentadora utilizan la misma entonación para hablar de una catástrofe que para hablar de un éxito.
Crees que falta naturalidad en los comunicadores.
Creo que lo que falta es haberlo mamado.
¿Piensas que en aquella etapa hubo algún personaje con el que fuiste demasiado duro, o por el contrario con el que fuiste demasiado blando?
De las dos cosas hubo. De lo único de lo que no me arrepiento es de que he procurado ser inflexible con los de arriba y generoso con los de abajo.
También hay mucha gente —sobre todo de mi generación— que tiene asociados sus años de infancia o adolescencia al doble programa nocturno Supergarcía–Polvo de Estrellas, un tándem particular en la historia de la radio.
Me hace muchísima gracia cuando ahora me paran por la calle y me dicen «yo escuchaba Supergarcía haciendo la carrera»… y ahora ya es un talludo abogado o ingeniero.
¿Te ha perdonado ya Carlos Pumares los minutos que le quitabas cuando alargabas el programa?
¡Sí! Pumares es un tipo singular pero, en aquellos momentos, encantador.
Otra cosa que se recuerda bastante son tus retransmisiones en vivo de las grandes vueltas ciclistas, ¿por qué te gustaba tanto desplazarte para radiarlas personalmente?
Como homenaje a los ciclistas. Para mí es el deporte más duro. Creo que la Vuelta Ciclista a España creció conmigo… no me quiero colgar ninguna medalla y simplemente recuerdo que hace años —las cosas ya iban mal en la Vuelta— hubo una reunión, y todos llegaron a la conclusión de que faltaban las retransmisiones en directo que hacíamos nosotros. El «¡Pino, Pino, Pino!» de toda la vida, el helicóptero y todas estas cosas. Para mí, la Vuelta era una carga pesadísima. He llegado a montar —en un solo día— en avión, coche, moto, tren y helicóptero. Y a tener maletas en siete sitios diferentes, porque tenía que hacer el programa diario, tenía que hacer la Vuelta, tenía que hacer la Copa de Europa y, los fines de semana, la Liga.
¿Hay algún peso que te alegra haberte quitado de encima al abandonar la radio?
Poder ver más a mis hijos, poder hacer vida familiar.
¿A qué crees que te hubieras dedicado de no haber sido periodista?
Ni puñetera idea. Yo con doce años —en el colegio Maravillas, donde se editaba la revista Perseverancia— decidí lo que quería ser: contador de cosas. Y siendo mucho más limitado que otros muchos pude ganar precisamente por la perseverancia. Yo encendía y apagaba la luz todos los días.
No te imaginas a José Mª García en cualquier otra profesión.
Difícil.
¿Qué opinas del boicot al que algunos medio someten al boxeo?
No creo que sea boicot, el problema es que el boxeo ha desaparecido. No hay boxeo, luego el medio no puede hablar de una cosa que no existe.
Pero por ejemplo en el libro de estilo de El País sí tienen establecido que no se habla de boxeo.
Ya, pero bueno, esos son los grandes contrasentidos del imperio del monopolio: en El País tienen esto, y en Canal+, que era de la misma empresa, daban boxeo a diestro y siniestro. El contrasentido de quien ha sido un buen periodista y es un pésimo empresario, Juan Luis Cebrián.
Te lo preguntaba porque el boxeo es un deporte que tiene un poso cultural muy importante, mucha historia…
Es un deporte noble, para valientes, pero noble. Lo que pasa es que la calidad de vida… el boxeo se correspondía, por su dureza, con la parte más baja de la sociedad. Claro, en tiempos próximos eso desapareció, y desapareció el boxeo.
¿Qué cambió en España para que llegásemos a ser campeones del mundo de fútbol?
Única y exclusivamente que, a pesar de los políticos y de los directivos, las escuelas de los clubes empezaron a trabajar. Han ido saliendo chicos, tuvimos la fortuna de encontrar un hombre como Luis Aragonés —un maestro ya muy experimentado— que consiguió armar un bloque fenomenal. Y luego la inmensa fortuna de un hombre muy, muy inteligente, Vicente del Bosque, que en lugar de hacer lo que es habitual en España («como llego yo, todo fuera») supo mantenerlo casi todo, con leves retoques.
¿Es cierto que los palcos de los grandes estadios de fútbol son lugares para hacer negocios, independientemente de lo que ocurre sobre el césped?
Han sido, son, y seguirán siendo.
Un poco de historia alternativa: ¿qué hubiera pasado si los clubes de fútbol hubiesen tenido que pagar su deuda histórica?
No, si el problema no es qué hubiese ocurrido, el problema es que el PSOE cometió un error tremendo, un pecado mortal: hacer unas sociedades anónimas para controlar el fútbol y —como no se atrevieron a hacerlo con el Madrid, con el Barcelona, con el Athletic de Bilbao, por motivos políticos— han creado una Liga que está manipulada. Porque hay dieciséis sociedades anónimas deportivas con su legislación y cuatro sociedades deportivas que tienen una legislación totalmente diferente.
¿Qué pasaría si José Mourinho tuviese el mismo comportamiento que muestra, pero en vez de entrenador de fútbol fuese líder de un partido político?
Mourinho no puede ser líder de un partido político porque no tiene la formación mínima exigida, y eso que el rasero no está muy elevado. Mourinho es lo que es.
¿Qué es?
Un buen entrenador y un pésimo comunicador.
Por cierto, ¿qué pasaría en España si durante un año no se jugase la liga de fútbol?
No pasaría nada. No hay nada ni nadie imprescindible.
Ahora me gustaría preguntarte tu opinión sobre una serie de personajes, algunos son antiguos colaboradores tuyos, otros son personajes de diversos ámbitos. Empezando por Gaspar Rosety.
Prefiero no opinar.
Julia Otero.
Me gusta. Creo que es una profesional con agallas. Y con conocimiento.
Andrés Montes.
Como ya no está con nosotros, mi recuerdo, mi cariño y mi oración.
Luis del Olmo.
Ha sido uno de los grandes.
Carlos Herrera.
Presente y futuro. Número uno.
Felipe González.
Un ídolo caído, que sucumbió —como la gran mayoría de los mortales— ante el lujo y las mujeres.
¿…ante el lujo y las mujeres?
(asiente)
(risas) Adolfo Suárez.
Qué pena que está, pero que no está. Nadie le puede negar el papel importantísimo que hizo en la Transición.
Lance Armstrong.
Con trampa o sin ella, un grande.
Sandro Rosell.
Me gusta. Un buen, buen, buen presidente.
Mike Tyson.
Un desheredado de la fortuna.
Alberto Contador.
Fuerza, fe y ganas.
José Manuel Estrada.
Muy buen chico.
Pedro Ruiz.
Un genio traspapelado.
¿Qué significa eso?
Que lo noto enfadado con el mundo.
¿Por qué?
…no lo sé.
Esperanza Aguirre.
Un mal ejemplo de política.
Luis María Anson.
Fue uno de los grandes y me da pena ver en qué se ha convertido.
¿En qué se ha convertido?
Se ha convertido… [piensa la palabra durante un rato, N. del R.] …en un abrazafarolas.
(risas) Iñaki Urdangarín.
España no merecía esto.
Por último, ¿qué sentías en la época de Supergarcía, cuando te imitaban tan a menudo los humoristas?
Siempre he dicho lo mismo: de mis imitadores… son mis defectos.
Bueno, el supergarcia de siempre pero con mala memoria. Hace unos pocos años decía que a jimenez losantos le había perdido el respeto pero no el cariño y ahora nos dice que hace lo que él cree que debe hacerse y no por dinero. Un comestiercol de Abascal ahora y concubio libidinoso de Aznar y Ribera antaño que pierde toda credibilidad en cuanto abre el hocico y emponzoña la atmosfera. Teruel existe, y desde luego mucho más feliz cuando ese abrazafarolas no aparece por allí
Ni falta que fa
Tanto en el documental de Movistar+ (Supergarcía) como en las entrevistas de estos últimos tiempos, no sé si derivadas del documental, se rehuyen o al menos no se profundiza en dos temas:
-El no nombrar,no ya en Vuelta sino también en el Tour al equipo Reynolds, mentándolo como el equipo navarro
-El apoyo y la campaña para que Jesús Gil lograra la presidencia del Atlético de Madrid, Se ha escrito que fue consecuencia de la ayuda de Jesús Gil al padre de JMG en asunto un tanto feo.
Una vez mas, el periodismo deportivo , como se ha publicado en este medio, pasa de puntillas en determinados asuntos.
Señor García,en esta vida ha nadie llames mocoso si tú usted narices ?🤦 Cuando una persona como la vuestra que era el rey / .. de la radio ,no le vaya a pasar como a muchos,ej J.L. Moreno.
En Fin
Lamentable que un medio como este publique comentarios en alemán.
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Creo que con jimene lo santo se equivoca .al final a sucumbido al sobornos de los políticos y además de lo peor que puede tener un país se pasa la mañana alabando a vox .lo que hace el dinero y el poder .
José Maria García, un Crack, un grande de la comunicación deportiva.
Tantas veces…se quedó corto..en la denuncia de desmadres y pufos…
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