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Prieto: «Soy muy partidario del VAR, hoy se manga, pero de una manera más discreta»

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Nunca sabremos qué habría de José Miguel Prieto Castillo (Albacete-1971) si las lesiones le hubieran respetado. Un futbolista que cuando todavía no podía votar ya era titular indiscutible en esa Segunda B tan potente de los años 80 del siglo pasado. Durante una interesante charla de más de una hora repasa una trayectoria que tuvo que cortar de raíz a los 31 años. Una carrera a la que le falta una olimpiada (la de 1992) que tenía que haber jugado, una internacionalidad absoluta con España de la que tan partidario era Javier Clemente… y más partidos con su Sevilla del alma. Un compañero de Maradona, Simeone, Suker en el vestuario del cuadro nervionense, convertido en alma mater de un equipo de baloncesto femenino sevillano de la LF2 y padre de una de los jugadores patrias más prometedoras de nuestro deporte de la canasta.

¿Qué habría sido de tu carrera sin tantas lesiones?

Es una pregunta muy compleja, muy compleja. La percepción que yo tengo es que en el momento en el que yo me lesiono por primera vez, porque yo me lesiono con 19 años en la Sub-21, estaba para dar el salto a la absoluta. Ahí, para mí, hay un antes y un después. Cuando vuelvo a recaer, estando convocado para la olímpica, me pierdo la oportunidad de formar parte de un equipo campeón (Oro en Barcelona 92). Hay una sensación de no haber disfrutado de una situación muy importante en mi vida, que me la perdí por una lesión. Luego, no sé hasta dónde me hubiera dado el nivel deportivo. Lo que sí creo es que el perfil de centrales que en ese momento había, que era muy bueno, porque había centrales de muchísimo nivel, no me habría impedido rendir a un gran nivel. Estuve muy lastrado por las lesiones y eso me impidió dar todo de mí.

Hablamos de un futbolista que con 17 años está jugando en una Segunda B ochentera, que era una categoría durísima…

Era muy, muy complicado, y con 17 años era titular en el Albacete. Siendo juvenil, era titular en una categoría que nada tiene que ver con la actual. Además, con un componente más. La gente a mí me ha conocido de central y de central derecho, pero yo en categorías inferiores jugaba de delantero centro, interior derecha, de mediocentro. Fue Pepe Carcelén, en el Albacete, quien me hace jugar en ese equipo. Luego Julián Rubio me mantiene. Me eduqué deportivamente en ese contexto. No era fácil ganar un duelo, ni ningún partido. Mi carácter deportivo se formó en ese tipo de circunstancias, en una competición muy complicada, era complicado hasta llegar a los campos.

Sí, sí, sí, claro, años 80…

Yo tengo en mi recuerdo el primer año que llegué a Sevilla, que fuimos a jugar a Jaén. Estaba compaginando el primer equipo con Segunda B, con el equipo del Sevilla Atlético que lo llevaba José Ángel Moreno. Era una generación de jugadores muy buena, con aspiraciones de ascenso a Segunda. Con Monchi de portero, Domingo Serrano, Chuti Andrades que ya había dado el salto al primer equipo, Manolo Sousa, Libra… Un montón de gente muy buena. Recuerdo que hubo una expulsión y tardamos cuatro horas en salir de los vestuarios. Nos apedrearon, nos tiraron piedras de 20 centímetros. Lo dicho, otra Liga.

Por cercanía geográfica, igual hubieses tenido más opciones en la zona del Levante o en Madrid. Pero siendo un crío, te decantas por el Sevilla.

Soy internacional Sub-15, Sub-16, juego en Segunda B y llamo la atención. Tengo ofertas del Valencia, del At. Madrid, del Barcelona y del Sevilla. Hice una especie de gira para conocer todos los lugares que querían ficharme. En Sevilla me viene a ver Pablo Blanco y el difunto Juan Arza, una persona que me enamoró desde un primer momento por su personalidad. Me enseñan la ciudad deportiva y le dije a mi padre que se olvidara de otros sitios, que nos quedábamos en Sevilla. No le di una oportunidad a los otros equipos que se habían interesado. Era un club al que ya había visto en Primera, vi las posibilidades que tenía. Su propuesta me encantó.

Apostaste por el Sevilla sin tener el futuro asegurado.

Lo dejé todo por ser futbolista profesional cuando estaba estudiando BUP. Te puedo decir que tuve la suerte de tener a unos padres que nunca me protegieron, algo que les tendré que agradecer siempre. Vengo de una familia de cuatro hermanos, uno de ellos muere cuando era un niño, y nunca me sobreprotegieron, al contrario. Querían que su hijo se ganara la vida de una manera digna. Por eso cuando me surgió la oportunidad de ser futbolista profesional no se opusieron. Aunque en ese momento, con esa edad, no tenía plan b. Mi único plan era jugar y entrenar. Fútbol, fútbol y después fútbol. Les agradezco que nunca me pusieran una traba. Recuerdo que mi primer sueldo en el Sevilla fueron 75.000 pesetas al mes. Mi padre, un trabajador que había tenido un negocio familiar toda la vida, me dijo que era un buen dinero.

Llegas para estar a caballo con el primer equipo y el filial y compartes vestuario con Dassaev, Vicente Cantatore, Polster…

Y con Pepe Salguero, Francisco, Luis de la Fuente, Pablo Bengoechea, Manolo Jiménez, Rafa Paz… Fue un choque brutal porque todos eran futbolistas de nivel muy alto. De joven era muy inconsciente, no valoraba en exceso las dificultades. Las afrontaba con naturalidad. Puedes meter la pata, pero no tardé en integrarme en ese grupo. Mi manera de ser me abrió muchas puertas. También me acuerdo de Manolo Zúñiga, que me ayudó mucho. Era un grupo de hombres muy buenos, de muy buenas personas.

Posiblemente ese carácter te sirve para debutar, usando un símil taurino, con picadores ante el Tenerife de un tal Rommel Fernández con apenas 18 años. Uno de los mejores delanteros de los últimos 80 del siglo pasado.

Recuerdo que cuando llegó hago la pretemporada en el primer equipo y Cantatore me pone de titular desde el principio. Incluso desbancando a todo un fichaje como era Mino. Pero tengo la desgracia de tener una fractura de escafoides. Tardo un tiempo, vuelvo al filial porque el primer equipo está funcionando muy bien. Por eso, el debut fue toda una sorpresa para mí. Tengo muchos recuerdos de lo sucedido. Sobre todo, de lo que me hicieron mis compañeros por haber debutado. Vamos la típica novatada que había que pasar en este tipo de circunstancias.

Nunca olvidaré mi duelo con Rommel porque hasta la fecha nunca me había enfrentado a un delantero que tuviera unas mejores condiciones físicas que las mías. Hasta ese día, siempre era mejor físicamente que mis rivales. Lo primero que hizo fue darme un golpe y abrirme la cabeza. Me remató dos veces en los primeros cinco minutos, pero salí del partido con una sensación muy positiva. Además, ganamos gracias a un penalti que para Dassaev en el descuento.

Os metéis en Europa, pero la siguiente es una temporada muy rara. En Liga el equipo no funciona, el incidente de Polster en Atotxa, os elimina el Torpedo de Moscú, te lesionas…

Y eso que se pusieron las bases para que el equipo tuviera continuidad. Viene Zamorano, Unzue… Pensábamos que daríamos un paso, pero todo se rompe de manera abrupta. Creo que el grupo no fue capaz de dar un paso adelante para, por ejemplo, pelear por un título. En la eliminación europea, no están acertados Domingo Serrano y Juan Carlos Unzue. Además, en el partido de vuelta el campo se pone impracticable. La única opción que teníamos de remontar era jugar en un campo en buenas condiciones. Fue un año muy complicado, encima me vuelvo a lesionar en la previa de jugar un Mundial Sub-19.

Las inoportunas lesiones.

Me lesiono en Portugal a las puertas de un Mundial. Me pierdo un Mundial y la opción de ser olímpico en Barcelona 92. Todo aquello no fue sencillo, una época en la que los deportistas que se lesionan se auto-gestionaban. Esa lesión me pilla haciendo la mili. Me traen en ambulancia desde Portugal y cuando llego a Sevilla un teniente coronel me dice que me opera él. Me encierran en el Hospital Militar para operarme. Esto es algo que no he contado nunca. Me tiro de la cama, me niego. El club intercede y al final me opera el doctor Guillén en Madrid. Con 19 años, la rehabilitación corre por mi cuenta, solo en una habitación.

Con Espárrago las cosas no funcionan y llega el 92. Bilardo, Simeone, Maradona.

El 92 da para escribir un libro. Con Espárrago juego, pero no era un jugador importante es sus esquemas. Tenía un grupo fuerte y no estaba dentro de ese grupo. Es un momento en el que me llegan ofertas para irme. Pero me quedo porque viene Bilardo y hay un proyecto de club. Para mí, Bilardo es muy importante. Me da la titularidad desde su llegada al Sevilla y me convierte en jugador de Primera división. Hasta ese momento, era únicamente un proyecto de futbolista de Primera.

Es un año en el que Sevilla se convierte en el epicentro del fútbol mundial. Recorréis el mundo. Los resultados no llegaron, pero las experiencias, las sensaciones fueron inolvidables, ¿no?

Mira, hace unos días estuve cenando con el Cholo, con el que mantengo una buena relación, y con su mujer. Nos pegamos hablando un montón de tiempo de ese año. Llegó en el 92, pero luego se queda el primer año de Luis Aragonés. Fue un máster para todos. Nos convirtió en gente más preparada, vivimos experiencias que no volveremos a vivir. Encima, Maradona. En el contexto del fútbol mundial en ese momento, contar con Maradona era muy difícil. Porque Messi puede irse al PSG, Cristiano Ronaldo a Arabia, pero lo que Maradona protagonizó en ese momento es muy difícil que se vuelva a repetir.

De Maradona podemos decir muchas cosas, pero todos sus compañeros hablan de un jugador que, sobre todo, un gran compañero.

Diego fue un compañero excepcional, pero excepcional. De Maradona recordamos sus imágenes enfrentándose a la prensa, sus conocidas adicciones, sus complejas circunstancias vitales. Pero todo eso nada tiene que ver con el compañero que nosotros conocimos. Era un verdadero apasionado del fútbol, conocía a todo el mundo, cómo jugaban los equipos a los que nos enfrentábamos. Un compañero espectacular, espectacular. He conocido a futbolistas endiosados que tratan a la gente muy mal. Pero el comportamiento de Diego fue espectacular con todo el mundo. Trataba a todo el mundo por igual, desde la persona que cortaba el césped hasta los directivos.

Son años en los que se os mira muy mal desde latitudes deportivas capitalinas.

Fuimos una consecuencia de Bilardo. Carlos (Bilardo) venía de ser campeón del mundo, con un estilo muy definido, y en España hay un gran debate entre los partidarios del menotismo y el bilardismo. Además, nos convertimos en un rival peligroso. No es que le pudiésemos competir el título de Liga al Madrid, pero se recuerda que Maradona hizo lo que hizo con el Nápoles. Un equipo al que de la nada convierte en campeón. Además, somos un grupo aguerrido, al que es difícil ganar. Recuerdo que en todas las retransmisiones se focaliza mucho nuestra agresividad. Es injusto, porque ese equipo tenía muchas cosas. Virtudes que no se valoraban. Éramos muy sólidos, la gente se sintió muy reconocida con ese estilo.

El fracaso deportivo del 92 provoca que llegué otro entrenador muy particular, Luis Aragonés.

En esos años, los jugadores no le decían no al Barcelona y al Madrid. Te pagaban diez ves más de tu sueldo en otro club. Para nosotros, ser campeones de Liga era entrar en la Copa de la UEFA. Hay que recordar lo complicado que era jugar en Europa entonces. Eran años en los que el Madrid y el Barcelona campaban a sus anchas. Con Luis volvemos a Europa con un equipo muy bueno. Aportó esa sapiencia que únicamente podía aportar un entrenador de su experiencia. Aquí hizo muy bien las cosas. Rendimos muy bien esos dos años, aunque de nuevo pienso que se escapó la opción de ganar un título.

¿Cómo era personalmente?

Cuando llega, le dicen que hay un grupo de gente que apoyaba a Maradona y que era conflictiva. Piensa que soy uno de ellos y no confía en mí. Por eso ficha a Patxi Ferreira. Tengo un año en el que juego muy poco, algo que gestiono muy mal. Sufrí mucho. Tuve un par de encontronazos muy fuertes con Luis, muy serios. Aquello me sirvió para enfrentarme a la realidad del fútbol. Saber cuánto cuesta cada minuto que tienes. Sin embargo, con Luis podías tener un enfrentamiento, pero no era rencoroso. Te defendía e iba a muerte contigo si eras uno de los suyos. El segundo año ya fui titular, jugando muchísimo.

Un Sevilla sólido atrás y con gente de mucha calidad arriba: Moya, Suker…

Era un equipo muy definido, fue la primera vez que jugué con línea de tres. Soler y Rafa Paz en las bandas, Marcos y Simeone por el centro, con Unzue en un gran momento. Ganarnos era muy difícil. Es verdad que en casa nos costaba bastante sacar los partidos adelante, pero fuera creo que ganamos unos once encuentros. Algo que el Sevilla no ha vuelto a repetir en su historia.

¿Qué me dices de Suker?

Con Dassaev y Polster mi relación es la de un chaval que empieza y que comparte vestuario con dos veteranos. Pero con Suker la relación era más de igual a igual. Era una estrella, los demás trabajábamos para él. Éramos el portero y nueve jugadores que corríamos como salvajes para que tuviera una o dos ocasiones de gol y metiera al menos una. Esa temporada fui el segundo mejor asistente. Balón largo a Suker y para dentro.

Volviendo a lo personal, son momentos en los que con Clemente rozas la internacional absoluta.

Era el capitán de la sub-21, donde completé un ciclo completo de cuatro años. Javi (Clemente) me intentó llevar en tres ocasiones, pero las lesiones no lo hicieron posible. Son circunstancias que marcan tu personalidad con el paso de los años.

Llegamos al famoso agosto del 95, la fecha de vuestro descenso administrativo a Segunda B.

No habíamos cobrado nada del año anterior, todo se cobraba por esas fechas. Y el descenso paraliza los cobros. Se podían romper los contratos. El club, pese a que todo se solucionó, comenzó a ser vulnerable. Ahí se sentaron las bases para el descenso de 1997. Fue el comienzo de un año muy complejo en el que tuvimos de todo. Hasta un chamán. Curiosamente, deportivamente hablando, fue mi mejor año.

Del descenso administrativo os salva la gran cantidad de sevillistas que se echan a la calle.

En un principio nos dijeron que no pasaría nada, que todo se arreglaría, pero si la afición no se hubiera movido, nos habríamos comido el marrón del descenso. Obligó a que se produjera un movimiento político que nos devolvió a Primera. Fueron días complicados, porque el descenso rompía los contratos que teníamos. Nos llegaban propuestas de otros clubs, yo me pegué más de 20 días durmiendo muy mal.

Tras salvaros en el 96, el equipo acaba bajando en el 97.

Un año de tres entrenadores, una mala planificación. Viene Camacho, muchos fichajes no funcionan, hay un cambio generacional. Tuve ofertas, pero me quedé. Era capitán con 24 años. Recuerdo que me lesiono, me opero para estar bien en pretemporada, pero tengo un virus de quirófano y me pego seis meses sin jugar. La base no era mala, pero cuando fallan los centrales no hay solidez atrás. Tenían que haber venido dos centrales… Camacho no supo gestionar una situación que desconocía. Julián Rubio cogió al equipo tarde, apostó por muchos canteranos, pero ya era tarde. Ya con él, logramos empatar en derbi que perdíamos 3-1 a poco del final. Empatamos y Unzue sacó una pelota que algunos pensaron había entrado.

Tres entrenadores, con Bilardo apenas cuatro partidos en el banquillo.

Le obligaron a volver, pero fue honesto cuando decidió marcharse.

El equipo desciende en Oviedo tras perder un partido que tenía que ganar.

El Sporting, que también peleaba por no bajar, le había ganado al Betis en unas condiciones muy especiales. Un 0-1 que todo el mundo recuerda por cómo se jugó. Esa victoria nos obligaba a ganar. Tuvimos muchas ocasiones, hicimos un buen partido, pero acabamos perdiendo en el último minuto cuando el equipo atacaba a la desesperada. Me sentí culpable de ese descenso y por eso me quedé al año siguiente. Otros abandonaron el barco.

Para Segunda se confecciona una plantilla con muchos extranjeros, con Julián Rubio en el banquillo, pero la cosa no funciona.

Casi a mitad de temporada sabemos que no vamos a subir. Comenzamos barriendo, pero todo se rompe la noche de la famosa eliminación copera ante el Isla Cristina. Los roles de aquel equipo no estaban definidos. Había un caldo de cultivo para que las cosas no salieran bien.

Vicente Miera, Castro Santos… pero al final es Marcos Alonso el que logra que el equipo suba cuando parecía casi inevitable un nuevo año en Segunda.

Llega y las opciones de subir son escasas. Era un equipo con muy buenos nacionales, más los uruguayos (Tabaré Silva y Nico Olivera) y un desconocido «Profe» Ortega. Subimos tras ganarle al Villarreal en una promoción en la pocos pensaban podríamos sacar adelante. Era el Villarreal de Albelda, Palop, Moisés… El equipo empieza a ganar e incluso hubiera subido directamente de no haber perdido en casa del Numancia. Recuerdo que al final los equipos que se medían a nosotros tenían primas por ganarnos… procedentes de un equipo de Primera.

Marcos da con la tecla y Tsartas y Olivera no paran de meter goles.

Se hicieron con el control ofensivo del equipo. Nos convertimos en un equipo muy sólido, que va cogiendo confianza con las victorias. La de Marcos fue una apuesta personal que salió bien cuando las cosas en el club tampoco estaban demasiado bien. Era un Sevilla con muchas turbulencias.

Un entrenador que nos dejó recientemente.

En el Sevilla aportó muchísimo. Llegó en un momento complicado, convulso. Aportó serenidad y tranquilidad a la plantilla para que se centrara en el ascenso. Fue un año especial y muy bonito para todos. Fue un hombre muy honesto con todo el mundo. Una de las cosas que le hacía peculiar era que no dependía del fútbol para vivir. Hacía lo que necesitaba y lo que su conciencia le permitía. Eso le generó una libertad a la hora de la toma de decisiones que otras personas no tienen. En lo personal, me aportó. Era el capitán del equipo, hubo momentos duros y siempre encontré su apoyo como persona.

Ya de vuelta a Primera, la planificación deja bastante que desear y el descenso es una realidad cuando queda mucha Liga.

Era un proyecto, digamos, raro. Pero no hay que olvidar que perdimos muchos partidos jugando muy bien. Eso te va mermando. Recuerdo un partido ante el Athletic de Bilbao que habríamos ganado de haber existido el VAR (hubiera dado por válido un gol anulado a Juan Carlos). Pasaron cosas extrañas y el equipo sufrió mucho. Descendimos de manera merecida, no fuimos capaces de mantener al equipo en Primera.

Esa temporada debuta José Antonio Reyes.

El día de su debut en Zaragoza, estaba allí. Era un jugador diferente por su talento, su velocidad, su falta de miedo y unas condiciones físicas portentosas. Para el fútbol fue muy importante, igual no tanto a nivel mundial. Siempre estuvo rodeados de títulos en todos los equipos en los que estuvo. El Real Madrid, el Arsenal, el At. Madrid, el Sevilla… La duda es saber hasta dónde podría haber llegado de ser más obstinado y más trabajador.

El descenso coincide con un Sevilla sin un duro. Una circunstancia que marca una especie de refundación en los albores del presente siglo.

Si aquello sale mal igual no estamos hablando ahora. Me lesiono, acabo contrato y el club me hace una oferta muy a la baja… que acabo aceptando. Me hacen una oferta para irme y decido quedarme. Lo hablo con mi mujer, con mi familia y decido quedarme. Fue una decisión poco racional. Me quedo. Influye que venga Caparrós, que esté en la presidencia Roberto Alés, el presidente más importante que ha tenido el Sevilla en este tiempo. Hay un partido que provoca el despegue definitivo de ese equipo: Una derrota en Jaén. Al partido siguiente, Caparrós hace varios cambios y comienzo a formar pareja con Pablo Alfaro. Todo aquello fue una reafirmación personal porque hay que recordar que estaban ese año en Segunda el At. Madrid, el Betis, el Tenerife… Hay una gran conexión entre el club, los jugadores y la afición. Por ejemplo, le ganamos al Betis en su campo con uno menos. Se comienza a construir la base de lo que sería el Sevilla años más tarde. Casquero, Taira, David Castedo, Héctor, que era un cañón en la banda derecha… Era un equipo muy bonito, muy sólido. Y Caparrós y Monchi, por los que casi nadie daba un duro cuando el club les otorgó tanta responsabilidad.

Al igual que te sucede con Bilardo, con Caparrós se os tachaba de muy duros. Tú, Pablo Alfaro, Javi Navarro…

Nos convertimos en el equipo menos goleado. Juego mucho y tengo ofertas de equipos de Primera. Se habla mucho, pero al final quieres tener a centrales de ese corte.

Ya en Primera, de nuevo las lesiones y el adiós con 31 años. Recuerdo que no ocultaste en su momento que tu forma de salir del club no te gustó demasiado.

No, pero no le guardo ningún rencor a los que tomaron la decisión en ese momento. Llevaba 14 temporadas en el primer equipo, las mismas que sumó Juan Arza. Le tenía que decir adiós a mi club, estuve mucho tiempo enfadado. Era un momento en el que el club tenía que tomar decisiones y pensaron que no tenía que seguir. A Monchi y a Del Nido no les guardo rencor, aunque el calentón del momento es el calentón. Recuerdo que, tras la retirada, tras dejar a los niños en el cole, me dirigí un día a la ciudad deportiva y en la puerta me preguntaron qué hacía… Lo hice de manera mecánica, era lo que había hecho a diario los últimos 14 años. Me hinché a llorar en la puerta de la ciudad deportiva. Tengo 51 años y todavía conservo el cariño de la gente, la que me para por la calle y no se olvida de mí. A los que tomaron esa decisión les agradezco que la tomaran en ese momento.

Volviendo a un momento a tus últimos años en el Sevilla, es recordado un incidente en Portugal que te obliga a salir por una ventana de un estadio.

En el Sevilla de nuestros días eso no habría sucedido. Recuerdo que estábamos jugando en Portugal, al final se genera una trifulca en el túnel de vestuarios, golpeo al colegiado de manera involuntaria… Todos decidimos que abandone el campo de esa manera. La pena fue que Antena 3 dio las imágenes y todo se magnificó. Un Sevilla que cuida tanto la imagen hoy no habría permitido una situación de ese tipo. Pedí disculpas y todo se arregló.

Una curiosidad, ¿llegaste a coincidir con Sergio Ramos?

Estaba en el juvenil cuando me retiro y lo suben al primer equipo cuando me lesiono. Pronto nos dimos cuenta de que sería un jugador diferente. A diferencia de José Antonio Reyes, su cabeza y su constancia le ha dado para conseguir todo lo que ha conseguido. Es uno de los mejores centrales de la historia del fútbol español y mundial.

Por cierto, ¿mantiene una sanción de cuatro partidos en Europa de la temporada 95/96?

Una pena que me pierda el próximo partido europeo del Sevilla (risas). Es algo que no prescribe. Me expulsaron ante el Barcelona, por una entrada a Figo con el campo muy mojado. Fue por doble amarilla, una expulsión excesiva. Incluso con uno menos tuvimos opciones de eliminarles en su estadio.

¿Qué piensas del VAR?

Soy muy partidario del VAR. Ha habido tantos mangazos indecentes durante mi vida profesional que hoy no serían tan evidentes. Hoy se manga, pero de una manera más discreta. Antes no se pitaban balones que salían del campo, fueras de juego muy claros. El VAR ha venido para ayudar a todos.

Una herramienta que cambia la manera de ser de los centrales.

A los centrales no les cambia el VAR, los cambian las retransmisiones de televisión. Los centrales no eran igual cuando comencé mi carrera y cuando la terminé. Yo me tuve que adaptar a esas variaciones. Cambios que han cambiado a los centrales. No te hablo de la idea, sí de las marcas, los duelos, de la manera de sacar la pelota jugada.

Te retiras, encauzas tu vida y una de tus nuevas ocupaciones es la de ser comentarista.

Hay gente que se enfada mucho, pero trato de ser lo más justo posible en mis comentarios. En Canal Sur, en Antena 3, en Castilla-La Mancha TV junto a José Ángel de la Casa, al que considero un padre, una persona que ayudó mucho, ahora en la Cope. Muchos pensaban que en mis inicios no hablaba bien del Sevilla por rencor. Pero siempre he dicho que he tratado de ser justo en todos estos años. Justo con el Sevilla, tanto si las cosas se hacen bien o se hace mal.

También te sacaste el título de entrenador.

Me lo saqué en 2003 y me llevé diez años trabajando en la formación de niños. Pero paralelamente acabo mis estudios de Psicología y me formo como psicólogo deportivo. Es lo que llevo haciendo los últimos cinco años, ayudando a deportistas y a grupos de trabajo. Es algo que me llena más que ser entrenador. La faceta de psicólogo me apasiona.

Y de exfutbolista, a alma mater del mejor equipo de baloncesto femenino de Sevilla.

Llego al baloncesto por mis hijos. Tengo una hija que comienza a jugar y se tiene que ir con 15 años de Sevilla porque en esta bendita sociedad no hay un equipo potente. Es cuando un grupo de personas nos juntamos y fundamos el Club Baloncesto Sevilla Femenino hace seis años. Es mi particular ONG, soy su gerente y en el club invierto muchas horas. Trato de devolver todo lo que a mí me ha dado el mundo del deporte. No es un proyecto sencillo. El fútbol lo acapara todo y encima hay mucha diferencia entre el deporte masculino y el femenino. Tenemos a 100 mujeres trabajando con nosotros, sin apenas subvenciones.

Tu hija, Alba Prieto, hizo historia firmando un triple doble.

Es una chica excepcional, estoy muy orgulloso de ella, es mucho más pausada que yo. Es muy competitiva y tiene más talento que yo. Estoy muy orgulloso de mis tres hijos, de tener la familia que tengo. Y de Rosana, mi esposa, una extraordinaria compañera de viaje. Es la presidenta de un club que intento que no dependa tanto de mí. Cada día trato de delegar más.

Vayamos acabando. Dime dos jugadores y dos entrenadores que te hayan marcado.

Es una pregunta compleja. Te la voy a cambiar, te voy a decir tres y tres. De entrenadores, a Pepe Carcelén, a Bilardo y a Luis Aragonés. Y de jugadores, A Domingo Serrano por ser como un hermano, a Rafa Paz por ser mi compañero durante mucho tiempo y Juan Carlos Unzue por todo lo que me está enseñando a través de su enfermedad.

Sin querer, me has robado el protagonista de mi última pregunta.

No éramos íntimos, pero todo lo que le sucede me ha permitido ver la vida de otra manera. Es un palo cuando me entero de lo suyo. Algo que nunca esperas para alguien que se cuida tanto. Pero la ELA es una lotería, le puede tocar a cualquiera. Su enfermedad nos ha unido a todos los que fuimos sus compañeros. Formamos un grupo de chat con un nombre muy particular. Nos juntamos cada vez que viene por aquí. Algo que igual en otras circunstancias no se habría dado. Es una persona excepcional, se merece un reconocimiento. Tiene la oportunidad de difundir un mensaje que igual otros con su enfermedad no pueden difundir.

4 Comments

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  3. Gran central, condicionado p0r las lesiones…

  4. Es de agradecer que este medio se preocupe por la fotografía. Les felicito!

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