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Juan Manuel Botella: «Nadie sabe qué supone, en este mundo de TikTok, redes y gps, lo difícil que era ser corredor en los ochenta»

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Hay un brillo mediterráneo, una luminosa barrera que nunca da descanso a las retinas. Nos recibe esa luz cegadora, ambarina, reconocible tanto en invierno como verano, igual que recibe a los corredores populares de todo el mundo en decenas de ocasiones a lo largo del calendario deportivo. El asunto es que Valencia es El Dorado para muchos atletas, tanto profesionales como recreativos. Apodada desde no hace mucho la Ciudad del Running, es la ciudad donde mejor se corre en maratones, pero también por parques, avenidas y playas.

Juan Manuel Botella (Valencia, 1972) tiene una misión en este escenario: capitanear desde 2015 las naves del Maratón y Medio Maratón de Valencia. El director de carrera que, si tuviera que elegir, siempre diría que primero siempre va su pasión por el atletismo. De hecho, nos vemos una tarde de febrero porque ha asistido por la mañana al campeonato autonómico sub-14.

El atletismo, el deporte rey. Pero hay que ver la guerra que da en ocasiones. ¿Recuerdas aquellos años de competir de chaval?

Empecé en el atletismo en marzo de 1985. Nos habíamos mudado de casa, empecé a entrenar con mis hermanos,  dando vueltas a una manzana que queda muy cerca del estadio del Turia, en el tramo III del cauce nuevo. Y luego tengo el nítido recuerdo un 16 de julio de 1985 en el que la televisión conectó con el meeting Nikaia de Niza en el que Steve Cram se adelantó unas centésimas a Said Aouita y fue el primer hombre que bajó de 3:30 en 1.500, con Jose Luis González tercero y batiendo el récord de España con 3:30.92. Entonces vi claro aquello. Estaba saliendo en esos días un par de veces o tres a correr con mis hermanos, pues ya está: yo sería el próximo, batiría récords mundiales como hacía esta gente. Ahí me enamoré por completo del atletismo.

Llegas a esta aventura, por lo tanto, desde la práctica. Pero diste algún rodeo previo trabajando primero en el mundo de la comunicación. Aquí te encuentras una especie de paraíso.

Creo que he tenido una oportunidad única; nunca daré lo suficiente las gracias por haber dado sentido a esto. Estudié periodismo, estuve en periódicos, incluso trabajando en campañas electorales, en comunicación corporativa, pero es muy difícil creer que te dedicarás a algo que va con tu pasión. Yo soy honesto: organizar el maratón o medio maratón de Valencia no es estar el cien por cien de tu tiempo con el atletismo. Estoy la mayoría del mismo con un Excel: el noventa por cierto no tiene que ver ni con marcas, ni atletas ni récords, sino cosas relacionadas con los relojes de cronometraje, con las hipotecas, la logística, seguridad o dispositivos médicos de la carrera, finanzas, contabilidad, permisos, gestionar un equipo humano.. pero claro, el otro diez por ciento es atletismo del mejor, y le da sentido a todo lo demás.

¿Tú también coleccionabas pósters de carreras de niño?

Tengo dorsales, posters, revistas, folletos infames maquetados de modo disparatado, sin sentido, de los años ochenta, que eran carreras de barrio y cuyos organizadores se llevó la memoria de los tiempos. De adolescente tenía un cajón junto a mi cama donde metía todo aquello. Luego fueron dos cajones, tres; como cualquier chaval sacaba aquellas reliquias como si tuviera algo maravilloso que le daba sentido a mi vida. A ver, no quiero parecer miembro de una secta pero…

Si te llegan a decir que terminarás trabajando para los de aquel póster de la barraca con las letras redondeadas, gordotas, y con la A mayúscula simulando el tejado de una casa de la huerta…

Imposible ni concebirlo. A veces iba a casa de mi primo, que participó en el maratón de 1981 y se retiró. Y tenía un póster de aquella edición y si yo dormía en su casa, con el sol se iba iluminando, pinchado en la pared y lo miraba, fíjate. En casa tenía en mi habitación uno de aquella llegada de Cram y Aouita tirándose sobre la línea meta, y me recordaban constantemente cómo empezó todo.

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En cierto sentido nosotros somos los herederos de una fundación épica, la del primer maratón. Quien tendría que estar aquí es el fallecido Toni Lastra. Cómo debió ser vivir aquel torbellino y verle trabajar para los primeros maratones.

Toni Lastra y todas las personas que le rodearon para organizar el primer maratón en 1980 y principios del 81 eran gente excepcional. Sin ellos no existiría el maratón de hoy día ni siquiera el maratón en su modo actual. Montaron un maratón absolutamente artesanal, con una pancarta tirada de un árbol a otro. Donde los avituallamientos eran la mesa de camping que te traías de casa porque no había dinero, hecho con esfuerzo, generosidad, hecho con tiempo hipotecado a su tiempo libre y al de su familia. Por la mañana les decía a sus hijos «va, sois voluntarios en el maratón de Valencia». Luego, su figura es la más icónica. Una especie del hombre del Renacimiento del running. Corredor, escritor, organizador, pionero de viajes de turismo deportivo, y se las veía y enfrentaba a policía local, a los alcaldes de su momento, para convencerles de un disparate que era un maratón que se debía hacer dentro de la ciudad y no en El Saler o Pinedo, que era donde se lo querían desplazar. Creo que el añorado Toni Lastra tiene muchísimas cosas para contar. Todos tenemos un complejo de Moisés con él; todos tenemos la idea de haber hablado con él como momento iniciático, como cuando Moisés hablaba con una zarza y pensando que era el mismo Dios.

No os habéis planteado que el circuito del maratón tenga un arco conmemorativo del bar donde se fundó la SD Correcaminos.

Esa cafetería ha pasado luego por muchas manos. Entonces se llamaba cafetería Danubio, pero la nueva propiedad quitó una plaquita que teníamos allí. Pero que volveremos a ponerla. Es nuestra placa Guadiana: se puso en los ochenta y en los noventa se quitó, pero es una idea, desde luego. Es verdad que pilla un poco a desmano de un kilómetro determinado del maratón.

Sin duda, esa base de club tiene que aportar un carácter especial a una carrera de las dimensiones que ha ido alcanzando. Los eventos de club molan mucho cuando hay un espíritu casero, de asociación.

Era un grupo de amigos que se entusiasmó a la vez con las cosas que aparecían del running. Tuvieron vivencias más allá de eso: como organizadores, compañeros de viaje y de club, hasta fueron rivales. Sus familias compartían esa vida todo el año y esta era su obra común, el club. Se nota mucho. Es una generación de amigos y luego, por un hecho biológico, van desapareciendo sus fundadores y es lógico que todo evolucione. Pero su sello está ahí. Todo lo que hay ahora no tendría sentido, somos sus eternos deudores. Cosas que aprender de ellos y recordarles. Nadie sabe qué supone, en este mundo de tik tok, redes y gps, lo difícil que era ser corredor en los ochenta. Y eso que en teoría ya había un boom. Era impensable que aprovecharas un resquicio para salir a correr de noche, pues imagina para organizar una carrera. Esa gente eran casi unos iconoclastas.

Desde fuera vemos con envidia una facilidad especial que se percibe en Valencia: se generan determinados espacios de asociación que hacen que las cosas casi siempre funcionen. No sé si bien o mal, pero sí con agilidad. Y me refiero a las fallas y las asociaciones vecinales.

Es la clave: lo más parecido a la SD Correcaminos es una falla. Hay alguna anécdota de Toni Lastra, en una de esas noches de enero de mucha humedad, en los primeros años 80, convocó a la gente a entrenar. Salieron quince o veinte desde el Paseo de la Alameda y llegaron hasta el cuartel de Nazaret; ahí paraban, bebían en una fuente y subían de regreso. No existía la Ciudad de las Artes, con poca iluminación, todo muy sin preparar. Una noche Toni se subió a la fuente y dijo: «he tenido una revelación». Se volvieron a mirar al loco de Lastra que desde arriba dice «si tu mujer o tu trabajo no te dejan correr, deja a tu mujer o tu trabajo». Solo en aquel Correcaminos de los ochenta se entiende ese espíritu.

En algunas ocasiones no todo se pone tan de cara. Hubo décadas de estancamiento, donde las carreras vivían ignorando este deporte. ¿Era a raíz de estar en el calendario a la sombra de las carreras grandes del país, Marzo Barcelona y Abril Madrid, o era por un conjunto de factores donde predominaba el amateurismo? ¿La ciudad en febrero estaba a otras cosas?

Creo que llegó un punto en que el maratón se estancó. Cuántas razones hay, pues muchas. Justo llegó de manera proverbial el ayuntamiento en 2011 que vio con la Capitalidad Europea del Deporte que el maratón pillaba en una fecha muy complicada. Que se trasladase al otoño sería mejor para el turismo de la ciudad. Pero creo que, probablemente, ni siquiera sabían la buena idea que iba a ser aquello. El maratón de entonces necesitaba un nuevo impulso. Había evolucionado mucho todo el mundo del running, tanto que sobre todo demandaba profesionalidad. Pero aquel maratón era maravillosa y locamente artesanal. La gente que intervenía no podía dedicarse al cien por cien. Había carencias en comunicación, no se asistía en condiciones a otras ferias, faltaba adaptarse a las nuevas líneas y demandas del corredor. Se pedían otras cosas, en resumen. Se cambió fecha y ubicación. Se acertó con la Ciudad de las Artes y Ciencias, se entendió que un maratón es el conjunto de lugares icónicos de una ciudad.

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Entre tanto, se buscan soluciones casi marcianas. Corrí en 1995 vuestro maratón, que tenía salidas escalonadas, con tiempo compensado según unas tablas de edad.

Muchas veces los escenarios no tenían que ver tanto con una búsqueda de novedad, sino adaptar un circuito. Era algo nómada, que tenía que ajustarse a lo que quisiera la ciudad, y no tenía la palabra en pedir al ayuntamiento tal o cual cosa para poder brillar. Y luego, en 2012, aparece la otra gran zarza encendida que es la Fundación Trinidad Alfonso con Juan Roig. De la alianza correcta, con la Fundación y el Ayuntamiento, nace la concepción de que si Valencia quiere tener un gran maratón ha de escuchar qué se necesita.

Nadie estaba preparado para entender el cataclismo de aquella edición del maratón de Barcelona, que se suspendió en 2005 porque la ciudad y el evento se daban la espalda mutuamente.

Es que fíjate: el maratón de 2009, que es anteayer, se gana en hombres con 2h26 y más de 3h00 en mujeres. La participación había subido pero quedaba lejísimos de las cifras de todos los otros maratones de España, Madrid, Barcelona, incluso Sevilla y San Sebastián. Estaba muy postergada dentro del calendario. Pero esa alianza hace que comiencen a entrar profesionales del mundo de la logística, comunicación, etcétera, a ayudar a los pioneros artesanos. Y de ahí nace poco a poco entender que no se está organizando un maratón sino muchos tipos de maratones. El del récord, el del que practica turismo deportivo, de quien tiene un reto personal… se empezó a pensar en los otros grandes eventos de otros deportes, en aplicar todo aquello que ya se hacía a un maratón.

Sin que suene a publirreportaje épico, ¿existe ese documento pinchado en tu tablón, un abecé que te dan cuando llegas en 2015 y te dicen, mira, esta es la reformulación de esta carrera?

Existe físicamente la servilleta en la que escribe nuestro presidente del club, Paco Borao, en una de las primeras entrevistas que mantuvo con Elena Tejedor, de la Fundación. Donde les cuenta mirad, de aquí a aquí tenemos la etiqueta bronce de la IAAF, la de plata, la de oro, aquí organizamos un Campeonato del Mundo de medio maratón. No tengo la servilleta clavada con chinchetas, pero, como tengo el despacho de al lado a Borao, pues tengo al creador mismo.

Regresé a correr en 2016 y pude ver muchos cambios. Y con qué limitaciones y qué ventajas se enfrentaba el proyecto. Nada que no hayáis desmenuzado antes ya, pero vayamos si quieres una a una: ¿Una población de 800.000 habitantes es una desventaja competitiva a no ser que saques ese domingo a cada valenciano de su casa a animar?

Valencia es la única ciudad del mundo de menos de un millón de habitantes que cuenta con un maratón de más de 25.000 participantes. Es, más que un problema de población, un problema de extensión. Valencia tiene 132 kilómetros cuadrados. Por ejemplo, comparado con Sevilla, es de similar población pero Sevilla es bastante más extensa. No digamos comparado con Berlín, Londres, Nueva York o Tokio. La logística de salida, meta, ahí veo yo las limitaciones. La ciudad daba la espalda al maratón en los años noventa pero luego ve que con el maratón llegan cosas buenas. Hoy ya podemos dar unas cifras reales. Grosso modo, todo el mundo en Valencia tiene a alguien relacionado con la carrera, si no participa, conoce a alguien que lo hace. Si no, alguien es proveedor de la organización, o ha sido contratado directa o indirectamente para esos días fin de semana, o en seguridad, etcétera. Eso hace que tengamos una barbaridad de público: es que sacamos a 200.000 personas a la calle. Pero esto es algo muy propio de la ciudad.

Mira, en 2018 me llamó un señor diciendo que en una subasta había comprado imágenes de una carrera disputada en Valencia el pasado siglo. No le hice caso; piensa que tenemos mucha gente llamando con ideas muy peregrinas. Muchos llaman pensando que Juan Roig suelta dinero a cualquier idea descabellada y la subvenciona. Pero me mandó las imágenes. Resulta que era algo que había pasado en realidad. Una cosa absolutamente loca. Le compramos la imágenes y las mandamos a restaurar, y sacamos tres minutos y pico de vídeo demostrando lo que pasaba en Valencia en 1929 con una carrera pedestre. Durante los seis kilómetros de la carrera hay una riada de público. La ciudad entera está a ambos lados en la calle. Me quedé estupefacto que en 1929 toda esta gente pudiera salir a ver una volta a peu, como se llaman aquí. Puede haber setenta u ochenta mil personas en una época en la que la ciudad podía tener trescientos mil habitantes. Es desaforada la cantidad de gente. Mi pena entonces es esa. Tú ves que la ciudad responde. No es una piedra en el zapato que seamos solo un millón, sino que no tengamos más kilómetros de ciudad para hacer zonas de salida o llegada aún más grandes.

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Salir a ver la carrera es una excusa perfecta un día de noviembre o diciembre.

Como una gota malaya, hemos ido machacando con la idea que el maratón es un evento de la ciudad. Al final es como una ofrenda de las Fallas. Hay tanta gente que sale por curiosidad, por conocimiento, pero también por pertenencia. De sentir que la carrera es nuestra y se demuestra con sitios como Boston, donde las raíces que se echan durante cien años son tan importantes en el sentir de la ciudad. El secreto es que la ciudad abrace y considere al maratón como una fiesta local más.

Sobre la facilidad de movilizar a asociaciones y fallas, ¿va al ritmo ideado o está costando más de lo que se pensaba? Volví a correr vuestro maratón un par de años más tarde, había concurso fallero y bastantes grupos animando en las calles aunque eché de menos muchas más.

Se ha mantenido, pero es pedirles un gran esfuerzo. Ten en cuenta que después del fin de semana del maratón ya están prácticamente a tope. Pedirles que se movilicen un domingo más es exigirles mucho. Siguen estando ahí y hay animaciones en el recorrido. Y siempre van de la mano del proyecto, ojo. Pero hemos hecho lo mismo con los grandes clubes de fútbol y basket de la zona. Eso fue un acierto desde el principio. Desde 2011 se nos aceptó en una misma mesa junto con más deportes, ya que el maratón anteriormente era visto como algo muy reducido. Aunque sea de un modo simbólico, con un hermanamiento, pero se visibilizó algo: que la cosa del running había dado un paso adelante en la ciudad.

En Boston se para el partido de los Red Sox porque el maratón pasa por debajo del estadio. Hay que aliarse con los actores que tienen gran visibilidad.

Los que procedemos del atletismo, con su visión de pureza, veíamos con cierto escepticismo estas medidas de dar la mano al fútbol, tal y cual, hacer unos eventos paralelos como la Breakfast Run, porque provenimos de un deporte de tradición y clasicismo. Somos un grupo cerrado que siempre hacíamos las mismas cosas. Pero desde la Fundación nos hicieron ver que no podíamos salir nunca de ser ese evento residual si no veíamos las cosas que se montaban en otras esferas deportivas.

La carrera más veloz. La evidente obsesión de buscar siempre el mejor recorrido. ¿Quiénes se encargan de afinar todo?

No podemos olvidar a gente que ha estado durante años, como Adrés Martinez, socio del club Correcaminos, que hizo el recorrido casi hasta el 2015-16. A partir de ahí, el tamaño de organizar esto exigía un equipo que iba a poner patas arriba una ciudad entera. Ahora hay un grupo liderado por Ricardo Iñiguez y dos entusiastas de eliminar giros y hasta buscar cuestas abajo y viento de culo, Blanca Iribas y Chimo Navarro. Han propiciado marcas personales, récords nacionales y hasta algún récord mundial. Pues están 300 días al año enredados con esa tarea. Porque la ciudad tiene su propio calendario, sus obras, su Plan General de Ordenación Urbana y la cancha de juego es toda la ciudad. A lo mejor en Tokio esto supone un 10% pero aquí es todo Valencia. Cuando el equipo me llama con cualquier problema, ellos ya me tienen preparada una solución. Por ejemplo, hace años yo les apretaba totalmente obsesionado con un hecho: en el kilómetro 30 teníamos la única calle verdaderamente cuesta arriba del recorrido: la Avenida Burjassot. Además era un punto imprescindible para sacar los  últimos doce kilómetros finales a este lado del Turia (nota: charlamos en el Hotel Ilunion 4, frente al nuevo Mestalla). Pues lo consiguieron.

Ahora el 30 no pica.

No sólo no pica sino que está estudiado que tenemos más calles donde, si soplara el viento, sería dominante a favor más que en contra. Se estudian detalles verdaderamente locos: encajar los avituallamientos, que es una labor ciclópea, para que haya buenas rutas de salida de las ambulancias, sus vías de escape. Todo es un rompecabezas que ese equipo consigue encajar a las 8.15 del domingo de la carrera.

La promoción exterior es una clave. En medios, en emitir la señal de televisión. El mundo del atletismo en ruta ya ha asignado una marca de autor a la prueba valenciana.

Claro, sabemos que los atletas de élite producen un producto tractor en sus países. Está muy bien tener superheroínas y superhéroes buscando marcas de 2h02 o 2h15, pero para que los de la televisión italiana o peruana pinchen las imágenes es necesario que tú tengas atletas peruanos o alemanes vivos en la carrera. A lo mejor luchan por una mínima internacional o una mejor marca personal. Pero al mismo tiempo producen ruido en sus países respectivos y actúan de líderes en sus propios grupos de entrenamiento. Si un austriaco busca hacer esa marca personal y luego tiene alrededor un núcleo de entrenamiento donde puede hacer de altavoz de 8 o 10 corredores, van todos juntos al año siguiente. Y hacen ese peregrinaje cada uno a su nivel, lo que incrementa la señal de televisión. Nos dimos cuenta que había muchos maratones con grandes campeones pero la décima plaza estaba a diez minutos de cabeza de carrera. Y no queríamos un queso Gruyere sino un maratón total, con muchos grupos y puntos de interés. Y si fallaba un récord del circuito, que por detrás hubiera noticias y pasaran muchas otras cosas. Si tenías carrera podrías hacer grupo. Buscamos que se piense que Valencia no es un maratón sino que es un lugar donde hay una carrera constantemente planteada.

El músculo financiero. ¿Es posible explicar los pasos que se dieron?

Las grandes partidas de gasto han tenido una evolución muy grande. Hace seis o siete años la partida de élite se acercaba al 50% del presupuesto. Pero ahora es apenas un 24%. Qué áreas se potenciaron? Seguridad, dispositivo médico, la contratación de profesionales y la construcción de ese terreno de juego y eventos paralelos. Esas han crecido muchísimo. Ahora, el porcentaje destinado a logística, al brillo, la escenografía de la carrera, la recta final icónica de la Ciudad de las Artes, vestir el circuito, casi iguala al presupuesto destinado a contratar la élite. También, a medida que creció el evento hemos pasado de tener partidas externalizadas en algunas funciones a ir teniendo nuestro equipo contratado por la propia organización. Son expertos que ya tienen un proceso rodado para tener el evento más controlado y más eficaz económicamente.

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Te quitas muchos problemas si el apoyo de las instituciones es total.

Sin disminuir un ápice el apoyo de las instituciones públicas, ojo. El Ayuntamiento no pone ni más ni menos que la policía por completo el día de la carrera y los días que se precisa para eventos paralelos, cuando se pinta la raya del maratón…

Cifras crecientes cada año.

Claro, y también hay una obviedad. Si el Ayuntamiento no nos dejase la ciudad, ese día no habría carrera. Y luego señalar que los funcionarios del municipio nos ayudan con una tarea administrativa enorme, con los trámites de los permisos, las cautelas, protocolos de seguridad que son cada año crecientes,. Pero la aportación de dinero público de este maratón es menos del 1.3%

Y alquilar la Ciudad de las Artes no es gratis. Es verdad que, como cualquier evento de interés público, contamos con un precio especial pero sí que pagamos un alquiler. Igual que la Feria de Valencia: alquilarla para la feria del corredor, con el tamaño y potencia que tiene ahora, sí, es un patrocinador muy querido pero también pagamos el alquiler. El maratón de Valencia es un evento que se mueve sobre todo con recursos privados. En un momento dado Juan Roig invirtió, pero en enseñarnos como se suele decir a aprender a pescar. Cierto que nos dio en un principio más del 50% del presupuesto de la carrera. Que es una burrada, eso no es un patrocinio, sino un mecenazgo. Pero nos dijo que ojo, si tanto creéis en este evento, tenéis que demostrarlo con hechos y currar. Como queremos ser esos hijos que se independizan y pagan sus facturas, conseguimos poco a poco un equilibrio. La Fundación Trinidad Alfonso aporta sobre el 5% hoy día y no porque no lo necesite la carrera, sino porque hemos logrado adquirir un patrocinio de mercado, no de mecenazgo. Y eso a ese equipo de la fundación le tiene especialmente orgulloso. Tuvieron la visión de que se sostuviera y que no chupara ni de la teta pública ni de la de Roig.

Lo digo porque los escenarios políticos son cambiantes y movedizos, además hay varios niveles, autonómico y local.

Pero ahora hemos dado un paso más. El evento se ha hecho sostenible y hasta genera algo de excedente. Nosotros queremos que esto tenga un sentido, compartirlo. La DANA nos enseñó mucho y movilizamos 984.000€ para proyectos vinculados con el atletismo. Ya se ha ingresado dinero en ayuntamientos como Torrent, Guadasuar o Requena, donde hemos financiado cambiar el material sintético de sus pistas de atletismo, o a clubes como Catarroja donde ha habido que pagar la reposición de material arrasado, colchonetas de salto de altura, etcétera. Y eso creemos que redundará en el tejido deportivo valenciano; que sienta que el maratón es su maratón. Y por ahí vamos a continuar. Sobre todo en instalaciones y en las escuelas de base. No quiero vender filosofía de mercadillo pero el atletismo del futuro es de la base. Ayudarle es lo más parecido a la idea que en 1979 tuvieron los fundadores del club Correcaminos y luego del maratón, el espíritu de Toni Lastra, Miguel Pellicer, Isidro Rey y tantos otros. Nosotros lo queremos canalizar echando una mano al mundo del atletismo.

La opinión pública también ha cambiado durante los últimos veinte años. ¿Cómo vais capeando ese modo de hacerse notar, el runrún de las redes sociales, que crece y se multiplica?

La carrera es una carrera líder, y eso comporta responsabilidades y consecuencias. No tenemos derecho a quejarnos de que haya ruido o una opinión pública. Pero ser líder no es que te cuelguen medallas y te pasen la mano por el lomo sino que estás en boca de todos. Hay que aceptarlo con naturalidad. En un mundo donde cada uno se convierte en un opinador, se sepa o no de qué se habla, hay que aceptarlo. Escuchamos todas las voces. El equipo de comunicación y redes sociales, el servicio de atención al corredor, todos atienden y recibe todo tipo de quejas. Pero el maratón tiene que saber escuchar. La libertad de expresión es un mandato en democracia pero hay saber que todas las opiniones no cuentan igual. Yo, sobre un acelerador de hadrones en Ginebra no tengo ni idea, entonces, mi opinión no es comparable a la de un físico de prestigio. Hay opiniones extraordinariamente virulentas, encendidas y sin un conocimiento adecuado. Todo eso se lee. Tú tratas de verlo con templanza pero tiramos más a leer las opiniones de expertos en atletismo, en organización de eventos. De todos modos  es absurdo caer en la autocomplacencia. El maratón hace muchas cosas mal que no se notan pero nosotros sí que las vemos. Y no puedes morir de éxito, sordos y ciegos ante la realidad. El reto complejo era que siguiéramos una trayectoria ascendente y no ser como maratones invencibles en los 80 90 caídos tras parecer la quintaesencia. Ojo, hasta detrás de la opinión aborrecible hay algo a  escuchar, porque habrá o no información sólida pero te hace mejorar.

En el nuevo escenario en 2025, ¿los números invitan a ser optimistas o se ha alcanzado ya un tamaño y masa crítica?. ¿Qué es lo siguiente?

Pasa por empeñarnos más en la calidad, ponernos en las zapatillas de los corredores. Al menos durante 2025 no vamos a aumentar el cupo de participación ni de maratón ni del medio. Serán 35.000 y 25.000. Los compañeros del equipo del circuito me enseñaron que en dinámica de fluidos una gota desborda el vaso. Tenemos un tamaño no igualado en el mundo que nos hace ser conscientes del equilibrio entre la normalidad de la ciudad y la carrera. No podemos tomar Valencia al asalto y estresarla. En cuanto a ser un World Major, con humildad, son maratones magníficos, son los sueños que tienen todos los organizadores del mundo. He visitado varios y se me cae la baba viéndolos. Pero no queremos ser un Major. Son maratones top del mundo, pero nosotros queremos ser más un maratón tipo Tourmalet, algo fuera de categoría.

Creo que hay otras muchas cosas donde se puede afinar: la personalidad de un evento, la gente que no usa su dorsal o la proyección exterior. Lo otro es meramente crecer en tamaño y rezar que la avenida Blasco Ibáñez no se tapone si metemos 5.000 personas más.

Las Major son seis, siete ahora con Sydney, y son carreras emblemáticas por una razón cada una. Las nuevas, respetables y que tienen lugar en grandes ciudades, no tienen ninguna tradición a la altura de Nueva York o Boston. Y esta nueva oleada de Sydney, Ciudad del Cabo, o Chengdu como se habló, es un grupo en el que Valencia no se sentiría cómodo. La independencia de ser un puerto de montaña, como te digo, tiene más épica, más personalidad que sumarse a esta lista de nuevo cuño.

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Es que hay que redimensionar una capacidad hotelera entera por una llegada repentina de miles de corredores.

A eso me refiero, no se puede crecer a lo loco. Este año hay un 66% de extranjeros. No podemos dar la bienvenida a otras diez mil personas de fuera porque ya no hay habitaciones. Tener 45.000 participantes en este momento no es viable para las infraestructuras de la ciudad.

Qué lástima que la línea del tiempo nos impidió llegar a ver en Valencia un Bekele contra Kipchoge. Pero tuvimos a Kelvin Kiptum. ¿Cómo se vivió ese momento en que sí, finalmente, podía haber un momento en que Valencia acogía un tipo corriendo en 2h01?

Toni Lastra se dejó bigote durante muchos años y no se lo afeitó hasta que alguien batiera el récord de 1984, los 2h14 de Vicente Antón. No se lo pudo quitar hasta 2001 o 2002, pero habría alucinado ahora que el récord mundial está en 2h14 en categoría femenina. Nosotros no tenemos el dinero del maratón de Londres, e intentamos hacer un cóctel entre atletas nuevos y otros que vienen de pista, medio maratón y es una cantera de la que al final sale siempre uno especialmente bueno. Pero no todos se adaptan.

Normalmente probamos con tres o cuatro 4. El año de Kiptum también lo hicimos. Sabíamos que era una baza, no tanto por el 58:42 que había hecho en medio maratón de la Elite edition que hicimos, sino que volvió haciendo 59 pelados y nos enteramos que había estado lesionado y había entrenando muy poco. Pero nadie sabía que ese día cuando atravesara el muro del treinta lo haría a toda velocidad y cambiaría de ritmo. Esto no lo sabíamos. Si a Marc Roig cuando le fichó nos dice que va a hacer sesenta minutos pelados en la segunda mitad, yo habría pensado que a lo mejor es porque iban a hacer la primera mitad en 1h03, de paseo. Al final, probando muchos debutantes sale uno estratosférico.

Ese 2022 pensamos que se podía correr en 2h02, no sabíamos quién, y teníamos unas doce personas que podían optar. Teníamos a Tamira Tola, que había sido campeón del mundo.

Ese año, quien sí pensábamos que iba a batir el récord del mundo, de quien se había hecho un seguimiento casi de acoso, cómo entrenaba, yo había estado acribillando a su entorno para conocer su estado, qué recuperaba entre series, cómo ha comido, cómo ha dormido todo, era Letesenbet Gidey. El récord mundial femenino era de 2h14 de Brigid Kosgei. Letesenbet había corrido ese año en 1h02 el medio maratón, era una mujer que había sido campeona del mundo de 10.000 al sprint en Eugene, y estábamos realmente ilusionados. Podíamos pensar en un 2h12, 2h13. Ese día lo vivimos y preparamos todo alrededor de esa mujer que iba entre algodones. «¿Ha subido ya al avión?», preguntábamos. Era nuestra reina, la esperanza del récord del mundo, y por primera vez desde 1998 se podía batir fuera de los maratones tradicionales. Pero esto es deporte, y no pudo ser. Debutó con 2h16 pero Amane Beriso llegó antes, hizo 2h14.58, y ahí sentimos escaparse esa posibilidad.

Es que estaban haciendo ya 1h02 en medio maratón las mujeres. ¡Cómo no elucubrar con esas marcas!

Pensar que una mujer podía correr ya como Tigist Asefa en 2h11.53 era buah, pero cómo íbamos a imaginar que una maratoniana podría hacer el tope actual de 2h09.56. Quería que cuanto antes se batiese en Valencia, más fácil sería porque pronto podría caer. Otras oportunidades habrá y otros perfiles vendrán. Vivir la emoción de batir un récord es lo más parecido a esa sensación mágica que tenía yo en la noche de Reyes. Pero en tu ciudad y a dos pasos de donde crecías.

Cuando Kiptum dio el acelerón, recuerdo a los comentaristas dando voces emocionados, los que seguías en moto la cabeza de carrera gesticulando, fue uno de los grandes momentos del deporte en España.

Además los corredores de cabeza llevan una pantalla pronosticando el ritmo justo delante. Van informándoles del paso del último kilómetro y del tiempo final pronosticado. Cuando arranca Kiptum, el reloj predecía 2h03.30 que ya es magnífico, pero hizo un 5k en 14.00 y otro en 14.06, devastador. Como nos decía  Marc Roig desde la moto «Oye que ya proyecta 2h03», y nosotros ¡magnífico!. Al momento: «Que proyecta 2h02.15», y todos «¿pero cómo es posible?». Pues no dábamos crédito a lo bueno que salió. Para 2024 intentamos soñar con que viniera de nuevo pero tenía sus acuerdos y planes. Nada que objetar; nadie mejor que un atleta para saber que le interesa, soñábamos que si no hacía récord en Rotterdam lo intentaría en 2024 en Valencia. Incluso tenía una relación por WhatsApp muy fluida con gente de la organización y nos decía que le encantaría en cuanto pudiera resolver el calendario y los compromisos que había adquirido de repente al convertirse en la estrella mundial del maratón que era. Cuando en febrero de 2024 supimos lo de su accidente, como todo el mundo nos quedamos contemplando asombrados su número en la agenda del móvil sabiendo que nunca más podríamos mandarle un mensaje. Era un hombre super simpático, jovial, muy religioso, todo esto lo hacia único. Antes de subirse al bus en la carrera en 2022 dijo con seguridad brutal “este maratón me lo llevo yo”. Le dijimos cuidado, que aqui hay gente que ha corrido en 2h03, campeones del mundo, ojo que lo mismo … Pero con el maratón Kelvin sentía algo especial. Veremos cuánto tardaremos en ver a alguien con ese cambio devastador a partir de esa hora cuarenta.

Frente a los que nunca vendrán, los que vinieron y desearíamos que no lo hubieran hecho. Los casos de dopaje que asolan a todas las organizaciones. ¿Cómo se afronta eso?

Duele igual que nos tocase a ambas, maratón y medio, nos ha escocido en ambas. Lo peor es la sensación extraña que se te queda. A ver cómo me explico. Es casi imposible que un atleta profesional dé positivo en el control post competición. Hay que ser idiota. Se les coge en controles por sorpresa o por pasaporte biológico que es lo que nos ha ocurrido a nosotros. Me queda una sensación muy amarga. La parte de los que venimos del atletismo nos creemos de verdad lo que veíamos en la tele en los 80. Cuando no había llegado Ben Johnson y nos creíamos cualquier cosa.

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A ver, estaba la Europa del Este, Juanma. El núcleo de Santa Mónica en Estados Unidos…

Sí, pero era como una película de Rocky. Estaba Ivan Drago, que se dopaba y tal, pero llegaba Rocky y podía derrotarlo. El talento siempre acababa ganando. Con Johnson fue un torta de realidad y con la EPO hoy día ya es un cachondeo. En los contratos establecemos cláusulas para la devolución del dinero en los positivos, pero tratamos de no contratar nunca corredores con una sentencia firme por dopaje. Hombre, pueden sacar su dorsal pagando. Pero, aunque haya cumplido su sanción. Sería como en la política. Sería complicado ver en una lista electoral un tipo que ha pasado diez años en la cárcel por corrupción, y  es verdad que vemos muchas cosas raras, pero queda desvirtuado por completo. Un atleta que ha jugado con esa asociación, esa filosofía, esa cultura de esfuerzo, que la ha traicionado de manera consciente, usurpando los premios, creemos que no puedes volver a meterle en la misma rueda de atleta profesional. No quiere decir que si ha cumplido no tiene derecho a vivir, claro; pero no a participar en nuestra carrera. Porque hay un componente sentimental; un caso de dopaje es como un desengaño amoroso. Pues mira, yo no quiero que estés corriendo con nosotros. A pesar de todo, la realidad es que nos han tomado el pelo en Valencia, mucho. En el pecado está la penitencia. Nos ha costado muchísimo dinero y no hay modo que lo devuelvan.

Entendiendo, y esto es algo fuera de tono, una pena tremenda por los chavales que son carne de cañón en el mundo del atletismo que surge de los países pobres, que los ves quedarse fuera de cámara a mitad de carrera.

El dopaje te hace dudar de la cualidad más genuina del atleta y del ser humano, y es la de mejorar mediante el esfuerzo dentro de tus límites. Si rompes esa relación se produce un efecto total de desengaño. Yo sé que esto es deporte profesional, no vivo en una nube. Sé que en el mundo real la gente tiene que pagarse un plato de comida, etc. Pero incluso este chico que se descuelga y apenas araña mil euros de premio, se lo está quitando a otro. Y que si se dopa y no le pillan, un día puede hacer 2h03. Y otro, impotente, que no hace nada malo, se queda en 2h06. Todos son dignos de nuestra compasión pero yo prefiero al justo, que acepta la idea de que no puede más y es su límite deportivo, encaja mucho más en el atletismo que queremos en nuestras carreras. Va a ser muy complicado acabar con el mundo del dopaje porque va muy por delante de la ley, de los métodos de detección. Cualquier actividad humana, la política, la bolsa, los méritos en una oposición, siempre hay un atajo para hacer trampa cuando hay dinero en juego.

No estoy diciendo que el dinero sea malo, puede hacer cosas maravillosas por el deporte. De hecho, lo está haciendo en Eldoret, con decenas, cientos de personas y familias, en Addis Abeba, cuando inspiran a la gente joven. El problema está en la naturaleza humana. Hay algo en nosotros, algo oscuro de lo que no hablamos con nuestros amigos, que nos lleva a hacer trampas, con el objetivo de llegar más deprisa o simplemente llegar. Por si fuera poco, si el atletismo o el running es ejemplarizante en cuanto a inspirar cosas, el dopaje, que valga todo, es un ejemplo nocivo y contra ello hay que luchar. No linchamientos a atletas, porque no está bien, aunque los aficionados estén desengañados, porque esa persona ha cumplido ya con la pena. Pero el deporte no puede aceptarlo con los brazos abiertos. Ha roto las reglas más elementales.

Es la vida.

Nos han tomado el pelo y seguirán haciéndolo. Pensábamos antes que contratar a alguien que había sido en categorías sub18, sub20, era suficiente garantía de pureza deportiva. Si tienes a un atleta que progresa desde muy pequeño y tiene una evolución lógica, crees que es más de confiar. Pero incluso en los últimos tiempos ya ni siquiera es así. Ahora vemos talentazos que se estancaron, que tuvieron una lesión y deseaban volver, o saltarse alguna etapa del camino, si las razones son comprensibles, pero ya ni eso es garantía ciega. Porque estaremos rompiendo límites en un deporte que era algo sagrado, inspirador para el niño que veía el meeting de Niza en 1985. No quiero decirles a los niños de ahora que para triunfar hoy el mejor camino es estresar el organismo, hacer trampas y meterse lo que sea. Es un mensaje espantoso.

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Es interesante que la visión de la organización sea clara. Que haya un marco. En un maratón hay un reglamento escrito, lo firmas cuando te apuntas, y vosotros además ponéis estas condiciones extra.

De vez en cuando hacemos esta reflexión. Nosotros, con nuestra exigencia, con la ambición por tener récords, ¿estamos provocando que la gente se dope? Nos agarramos a esta respuesta: Demonios, los vendedores de fruta, ¿deben dejar de poner expositores en la calle para evitar la tentación de que la roben? El deporte debe ser ambicioso, con unas reglas. Y hay que limitar que haya gente haciendo lo que sea por llenarse los bolsillos. Pelear contra las contradicciones humanas es lo que crea héroes. Lo que te hace ser el mejor es pelear contra eso. Y vencer a los que se lo saltan.

2 Comentarios

  1. Brutal está entrevista y totalmente de acuerdo con Botella respecto a todo lo que comenta del dopaje

  2. Pingback: Juan Manuel Botella reflexiona sobre cómo era ser corredor en los años 80 y cómo ha cambiado el atletismo - Hemeroteca KillBait

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