
El puesto de arquero tiene varias descripciones: ingrato, solitario y para locos. Se habla de una personalidad particular a la que le cabe una responsabilidad mayor, porque de su seguridad depende el resultado del equipo. La elección tiene varios componentes, «por vocación o por descarte», escribe el escritor argentino Juan Sasturain en su texto El día del arquero. «La vocación pateadora es primeriza, natural, instintiva. La atajadora, no. La primera tiene que ver con la ardorosa actividad infantil, la participación directa sólo limitada por el grado de iniciativa para correr como un desaforado detrás de la pelota. La arqueridad, en cambio, se vincula a un cierto grado de madurez. El que ataja es porque ha vivido. Aunque sea un poquito», sostiene.
Carlos Fernando «Mono» Navarro Montoya (59 años), en esta explicación que hace el escritor para la elección de esta posición en la cancha, se puede decir que se ubica en la que tiene que ver con la vocación. Desde chico supo que ese era su lugar. A los seis, cuando iba a jugar a la plaza de su barrio en Floresta (ubicado en la Ciudad de Buenos Aires), improvisaba un arco con los troncos de los árboles y se pasaba las tardes atajando los remates de su hermano. Su padre (Ricardo Jorge Montoya) que fue arquero profesional, nunca le insinuó nada sobre su labor ni influyó para que el joven Carlos tomara este sendero.
«Cuando mi viejo vio que quería atajar, sí me empezó a enseñar. Recién ahí. Lo mismo pasó con mi hijo (Ezequiel, 27). Hay un video de él chiquito, en el que tiene puesto mis guantes, pero yo nunca le dije nada. A los 5 años, la maestra del jardín le preguntó que quería ser cuando sea grande y dijo, quiero ser arquero como mi papá», cuenta Navarro Montoya a Jot Down Sport, sentado en un bar de Tandil – ciudad con más de 140 mil habitantes, ubicada al sudeste de la provincia de Buenos Aires, Argentina – mientras termina de darle un sorbo a la gaseosa que pidió y se saca fotos con la gente que se acerca a saludarlo.
Protagonizó una carrera de futbolista que duró 20 años y retiro mediante, una vez cruzada la línea de cal, se preparó para ser entrenador. Sus primeras armas como director técnico comenzaron en 2013, al frente de Chacarita Juniors cuando militaba en la Primera B Metropolitana (tercera categoría del fútbol profesional argentino), en 2020 se mudó a la tercera división de España para comandar Deportivo Guadalajara y hasta hace poco, estuvo en Santamarina (duró siete partidos y fue desvinculado por resultados adversos), equipo tandilense que compite en el Federal A, campeonato de la tercera categoría del fútbol argentino, organizado por el Consejo Federal, órgano interno de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA).
Admirador de Hugo Orlando «El Loco» Gatti –de quien hace poco se lamentó su fallecimiento– construyó su performance atajadora – Sasturian dixit – influenciado por mirar a su ídolo, al punto de llegar a copiarlo también en la forma de vestir. Algo que a los 16 años le valió una gran lección del entrenador Juan Carlos «Toto» Lorenzo, en uno de sus primeros entrenamientos con Vélez. «Llegué vestido con una media arriba, otra abajo. El Toto vio algo en mí y me mandó a cambiar. Después me mandó a llamar y lo primero que me preguntó era si sabía por qué me había echado. Ahí me dijo, usted tiene que aprender una cosa: en este momento no puede ser ni el décimo arquero de la primera, pero tiene unas condiciones que a mi criterio indican que puede ser el mejor arquero del mundo», recordó con una sonrisa.
Y siguió: «Lo traje aquí para que aprenda y mire mucho a Pumpido, escuche mucho y hable poco, y otra cosa más: lo mandé a cambiar porque usted tiene que entender que Hugo Orlando Gatti ya existe, usted tiene que ser Navarro Montoya.
Extraordinario, yo tenía que ponerle mi impronta a lo que soñaba ser. Son cosas que en algún momento te sirven, ya sea para trasladar a los chicos o a los grandes ahora. El futbol es un aprendizaje constante».
Se convirtió en ídolo de Boca y obtuvo cinco títulos: Supercopa 1989, Recopa 1990, Copa Máster 1992, Torneo Apertura 1992 y Copa de Oro Sudamericana 1993. Y disputó más de 400 partidos. Su nombre pasó a ser sinónimo del Xeneixe y su carrera creció tanto que se abrieron las puertas del exterior. A finales de los 90’ arribó a España y defendió el arco de Extremadura, Mérida y Tenerife. «Después de Boca, mi intención era vivir esa experiencia en España, mostrar mi estilo, mi manera de jugar y prendió y a la gente le gustó. En aquel entonces, tal vez, parecido a mí, estaba (José Francisco) Molina, el arquero de Atlético Madrid, después eran todos arqueros muy europeos», dice.
Su impronta lo puso como uno de los referentes de los 90’ para las nuevas generaciones que soñaban con la posición de arquero. Su llegada a España no pasó desapercibida y causó asombro en los aficionados que todavía no acostumbraban a ver que en ese puesto se podía jugar tan adelantado y tanto con los pies. El primero en interesarse en Navarro Montoya fue Johan Cruyff, cuando el neerlandés era entrenador de Barcelona. Lo pidió para integrar el equipo Culé, pero Boca en ese momento no aceptó venderlo.
«En el 93’ fuimos a jugar un triangular con Boca en el que participaban Tenerife y Barcelona. Salimos campeones y recuerdo que ese triangular tenía la particularidad de que terminara como terminara el partido, tenía que haber una tanda de penales. Nosotros le ganamos al Barcelona y al Tenerife, y la verdad que jugué muy bien. Por eso fue que (Cruyff) preguntó por mí y hubo una intención de llevarme, pero Boca me declaró intransferible, porque en ese momento (los hinchas) no hubieran soportado mi venta», explica.

Navarro Montoya no duda al decir que cumplió todos sus sueños como futbolista y que el mayor fue ser jugador de Boca. Durante la nota se saca alrededor de 15 fotos. La mayoría, jóvenes que están dando sus primeros pasos en el fútbol y otros, hinchas Xeneixes, que vienen con camisetas azules y amarillas para conseguir su firma. No pone un pero, acepta todos los pedidos. «Sí, por favor. Lo que quieran», responde ante la timidez de quienes se acercan con teléfono en mano y la sonrisa de estar delante de una figura que no postergó sus deseos.
¿Qué aspectos del futbol te sirvieron para la vida?
Creo que el deporte en general es una fuente de valores y es una fuente de ejemplos que te sirven para la vida, un periodista de años, Fernando Pacini, dijo que se juega como se vive y yo creo que tiene que ver con eso y que tiene que ver con la raíces e idiosincrasia de cada lugar, no es lo mismo el futbolista habitante de Argentina, que el del norte de Brasil, el centroamericano o el norteamericano.
Estas cosas cuando las llevas a jugar, como cuando la llevas a cualquier tipo de relación interpersonal, porque el deporte en sí es eso, relaciones interpersonales que se vinculan con un fin deportivo, mediante un equipo de futbol…el meollo de la cuestión para mí siempre es la relación humana, el famoso vestuario que es un ejemplo de convivencia formidable, porque en él habitan distintas historias, distintas personalidades, distintos caracteres, distintas maneras de reaccionar ante una misma situación. Eso te forma, te educa.
¿Cuál es la tarea de un referente?
La tarea de un Líder es la de gestionar los egos, los egos son los que hacen tener diversas conductas, a veces es tan malo un ego muy fuerte como la ausencia del mismo. El ego es algo que te moviliza y a veces la ausencia puede ser algo que te inmoviliza. El Líder debe gestionar esto y un entrenador debe tratar a todos por igual, en cuanto a la responsabilidad y obligaciones.
No existe un grupo sin líder, no concibo un grupo de ninguna índole si no hay referentes, no hay ídolos, si no hay quienes marcan el camino y dan el ejemplo, por lo menos yo no conozco un grupo humano que no haya tenido un Líder, un referente.
Para el entrenador es necesario el referente dentro del vestuario…
El vestuario es un lugar para los futbolistas, para mí sigue siendo un santuario para ellos. Creo que el futbol le sigue perteneciendo a los futbolistas, por más que en los últimos tiempos haya una sobre exposición de los entrenadores. Eso a veces hace mucho mal porque nos alimenta demasiado el ego y nos hacer creer a los entrenadores que nosotros ganamos los partidos y los partidos los ganan y pierden los futbolistas. Nosotros somos facilitadores, damos argumentos, damos respuestas a los interrogantes que tiene el futbol, damos herramientas, pero le pertenece a ellos y el vestuario es su lugar, es su casa.
¿Por qué crees que se dio esa sobre exposición del entrenador?
El entrenador vive en los extremos. Si no consigue los resultados y no sostiene los procesos, a veces lo despiden prematuramente. Por otro lado, cuando el éxito te acompaña se dice el equipo de…
La función del entrenador como comunicador, debido a la multiplicación de medios y de redes sociales, ha cobrado una importancia, es el vocero de una institución. Las conferencias de prensa las hacen los entrenadores, no los futbolistas, ni siquiera el presidente, entonces eso ha constituido que la importancia del entrenador tenga una relevancia que antes no tenía y eso a veces difumina la importancia real de un entrenador: la que tiene que ver con la formación y la gestión del grupo en el día a día.
En esa gestión de grupo, también está la importancia de saber llevar a los líderes, ¿Cómo se trabaja la administración de los egos?
Es muy importante conocer a la persona, al futbolista se lo conoce rápidamente, pero a la persona no, entonces tenes que generar un vínculo. A veces no lo generas directamente, pero sí tu ayudante de campo o preparador físico. En un plantel, a los jugadores los tenes que tratar por igual, en cuanto a la responsabilidad, la obligación, a la exigencia, pero en el diálogo no. Ante una misma situación no se puede tratar igual a todos, porque tienen diversas personalidades, diversas historias, sensibilidades disimiles, entonces es ahí donde es tan importante, para no herir susceptibilidades, no invadir y a la vez no parecer distante, y conocer a la persona. Eso es fundamental.
Y después, hay algo, que, aunque a veces sea doloroso, se debe utilizar: la verdad. Los futbolistas inmediatamente estudiamos al entrenador. En el momento que abrió la puerta, nosotros lo estamos estudiando y sabemos muy bien cuando nos mienten. El conocimiento es un gran aliado del entrenador, porque obviamente es un puente inmediato al respeto del futbolista. El problema es cuando el tipo que está enfrente tuyo no es lo que esperabas, entonces ahí es más difícil, por eso es tan importante ir siempre con la verdad.
¿Cómo fue tu formación?
Mi formación comienza cuando decido jugar a la pelota. Desde chiquito se está aprendiendo. Siempre digo que trabajé mucho tiempo como formador, eso me hizo más completo como entrenador y yo aprendí que no podes escindir a la persona del futbolista, entonces desde pequeño estás aprendiendo, después capaz que esa capacitación te sirvió para jugar en primera división o no. Aprendí muchísimo de los entrenadores y aprendí de lo que hay que hacer y lo que no, porque la vida es eso: en cualquier profesión, en cualquier actividad, aprendes lo que sirve, lo que no sirve, lo que es bueno y lo que es malo. Jugué 25 años al futbol y contando las divisiones inferiores casi 30, siempre tuve entrenadores y maestros y de todos aprendí.
Ahora que soy entrenador de profesionales, rescato cosas que tenía guardadas en el archivo del Toto Lorenzo cuando subí a primera división. En mi primera práctica, tenía 16 años y me dio enseñanzas espectaculares que todavía me sirven.
¿Qué entrenadores fueron parte de tu formación?
El Coco Basile, Pastoriza, el flaco Menotti, Juan Malillo, Pedro Troglio…
¿Y entrenadores que no tuviste, pero consideras que no podés saltear de tu formación?
Obviamente Guardiola, junto con Johan Cruyff, ahí hay un antes y un después. En algunas cuestiones del fútbol no hay antiguo y moderno, o clásico y moderno, en algunas cosas es el futbol de siempre, pero creo que Guardiola en ese sentido, como el flaco Menotti en el futbol sudamericano… hay entrenadores que no cambiaron el futbol, pero lo hicieron mejor. Guardiola es uno de ellos, Cruyff es otro y Menotti otro.
Son futbolistas que hasta pusieron cambios contraculturales, que modificaron lo que a veces es tan difícil y mejoraron su idiosincrasia. Cada región, cada lugar, tiene sus particularidades y Guardiola venció esa barrera cultural, en Alemania, en España, Cruyff lo mismo. También admiro a Vicente del Bosque, porque tiene la sabiduría de poder generar esa relación con los futbolistas y sobre todo le valoro que ante el éxito y la derrota siempre mantiene el mismo talante.
Nosotros, los entrenadores vivimos en vaivenes emocionales bastante fuertes y Vicente siempre mantuvo una línea, después tiene una sensibilidad futbolística que coincide mucho con la mía. Si te pones a pensar, el tipo formó la mejor selección española de todos los tiempos, con un futbol extraordinario, tuvo la sabiduría de aprovechar ese fenómeno que fue el Barcelona de Guardiola y lo amalgamó con jugadores de Real Madrid. Hay que tener mucha sabiduría y mucha sapiencia para amalgamar esos egos.

Ya que mencionas a Vicente del Bosque, viajemos a España, ¿Cómo fue tu paso por el país?
Tengo amor por España porque me trataron muy bien. Por ejemplo, con Tenerife no jugué porque me fracturé la mano, pero sin embargo fui dos veces nominado por los hinchas para jugar el partido de las estrellas. Después gente como (Iker) Casillas y (Víctor) Valdés, siempre me nombraron como su referente en algunos aspectos del juego. Son satisfacciones muy lindas que tuve en lo deportivo.
Rompiste algunas estructuras en su juego…
Sí, pero no fui el único, aunque sí éramos pocos los que nos adelantamos 30 años en el tiempo. En aquel entonces, jugábamos como se le pide que jueguen ahora a los arqueros: que sean una alternativa con los pies, que den buenos pases, que sean el último defensor y el primer atacante, todas esas cosas que nosotros hacíamos, digo nosotros, porque el primero fue Amadeo Carrizo, el primer arquero jugador que existió, pasando por el loco Gatti, por el flaco Herrera, Comizzo, por Molina en Europa, René Higuita, Jorge Campos… nosotros entendíamos que el arquero, además de atajar, podía jugar y que debía hacerlo. El tiempo nos demostró que estábamos en ese camino.
¿Se sentía como algo osado en ese momento?
Para mí era natural, lo heredé. Mi viejo era arquero y un gran admirador de Amadeo Carrizo, entonces evidentemente me trasmitió eso. Yo no lo vi jugar a mi Papá, pero me enseñó, fue mi primer maestro. Me enseñó eso de mirar quién entra, de estar jugando adelante del arco, de caminarlo y no correrlo, todas esas cuestiones que tienen que ver con la técnica del arquero y que hoy se demanda, hablan del arquero y lo primero que preguntan es cómo juega con los pies. Antes era como atajaba y nada más, pero se produjo ese cambio de que el arquero tiene que atajar y jugar.
Si no hubieses jugado al fútbol, ¿Qué serías?
Profesor de historia. Me gusta mucho la historia y leer. También me engancho con las películas de historia.
En general, se dice que el jugador de futbol no lee, que no se vincula con lo cultural. ¿Es así?
Ese es un estereotipo que se ha creado en el futbolista que tal vez alguna vez existió, pero creo que el mundo ha evolucionado y esa evolución ha llevado a que el futbolista entienda y comprenda que tiene que adquirir conocimiento. Por otro lado, el futbol no es para todos y tampoco da para todos.
Siempre le digo a los chicos de inferiores que hay que prepararse para la otra vida, porque en el mejor de los casos que seas jugador, más allá de tu solvencia económica, cuando termina tu carrera, a los 30 y pico de años, sos un jubilado prematuro y queda toda una vida por delante. Hay que prepararse para la otra vida y el conocimiento es fundamental, tener otras inquietudes, otra posición, otro oficio.
La gente está confundida con el futbol, porque lógicamente ve a los Messi, a los Ronaldo, los lujos con que viven esos pocos y piensan que son muchos y es al revés, el futbol está plagado de futbolistas de primera división, y mucho más los del ascenso, que terminan su carrera y necesitan seguir con lo que hacían mientras jugaban al futbol: trabajar. Muchos chicos que juegan al futbol si no tienen otro trabajo no tienen solvencia económica, por eso hay que preparase y hacerles entender que su vida no termina con el futbol.
¿Tuviste temor que no se te diera con el fútbol?
Lo que pasa que empecé a jugar y me fue bien, hablo desde el lugar que pude tener continuidad para jugar, no hablo de lo económico, sino de continuidad para jugar. Debuté a los 18 años, muy joven para un arquero en aquella época y seguí. Nunca paré. Pero hay chicos que a los 21/22 años le dicen que no, quedas libre, y tenes que salir a buscar tu vida, otro equipo, otra institución, otro club. Por ahí de primera tenes que ir a otra categoría o a otro país, no es fácil, es muy difícil. Hay que ayudar a los chicos a que entiendan que se puede dar eso y lo tiene que entender la familia.
¿Cómo describirías el sueño de un futbolista? ¿Son siempre los mismos?
Los futbolistas siempre tenemos el mismo sueño: avanzar desde lo deportivo y salir campeón, todos soñamos con ser campeones, por más que por ahí la realidad nos indica que tenemos pocas posibilidades, todos nos preparamos para ser campeones y el futbolista es un rebelde, lucha contra el contexto, las circunstancias, los pronósticos, contra las decisiones, contra sus problemas y esa rebeldía permite ilusionarse, te permite aspirar a lo que pareciera no ser posible.
Algunos lo logran, todos estos chicos tienen ilusión, hasta el más grande que tiene 31/32 años se entusiasma con progresar o realizar un contrato mejor en el mismo lugar. Somos rebeldes y sobre todo en lugares como Sudamérica con todas las dificultades que hay. El futbolista sudamericano tiene esa personalidad y por eso lo valoran tanto en otros lugares.
Los europeos tienen otro contexto, ahí no hay tanta rebeldía, lo que si puede haber es un motor importantísimo a partir del orgullo, el amor propio, el ego, ellos sí luchan para ser mejores, para alcanzar el éxito, para seguir escalando en el tema económico, ir a un club mejor, pero desde chicos no tienen las necesidades que tenemos acá, por eso no se utiliza tanto la rebeldía. La personalidad del futbolista sudamericano, nuestro talento, surge de la necesidad de poder ganarle a una mala cancha, a una mala pelota. Eso es una forma de rebeldía.
Desde hace unos años se habla que se está perdiendo el potrero, ¿Es así?
Hay lugares en los que sí, pero hay lugares que en vez de potreros hay escuelas, academias y no deja de ser bueno porque te permite seguir realizando el deporte, sociabilizarte, compartir. Por ahí en la escuela disminuye la capacidad de improvisar o la capacidad de resolver algunas circunstancias que no están previstas, pero en una escuela de futbol no hay pozos y la pelota no va a picar mal.
Es muy importante el formador. A medida que se fueron acabando los potreros fue tomando mucha importancia la figura del entrenador y formador y del creador, ellos no tienen que olvidar que el futbolista tiene que jugar, el futbol tiene tres etapas, la primaria que es la infantil, la secundaria que es la juvenil y la universidad que es la profesional.
En la etapa primaria los chicos tienen que jugar para aprender, en lo juvenil es cuando vos te acercas más a la etapa profesional, tienen que terminar de aprender para jugar, pero en esta etapa que es la fundamental, lo que es la primaria del futbol, muchas veces tratan a los niños como seudo profesionales o seudo futbolistas, y no, esta es una etapa de aprendizaje, a esos chicos no los tenes que tener dando vuelta la cancha, le tenés que dar la pelota todo el tiempo, le tenes que inculcar el juego, tienen que jugar para aprender.
Le tenés que incentivar todo lo que tiene que ver con el juego y la improvisación. No existe juego que no necesite la creatividad, porque si no deja de ser juego y el futbol sigue siendo un juego, profesional, con responsabilidades, con intereses, con todo, pero cuando empieza a rodar la pelota todo eso se difumina y queda el juego. Hay que preparar al futbolista para jugar.
¿Crees que lo comercial le ganó la batalla definitiva al deporte?
A mí no me asusta la palabra comercial o la palabra negocio en el futbol, lo que me asusta es la palabra corrupción.
¿Y no está un poco atado eso?
Depende la conducta de las personas. El mundo no nos hace a nosotros, nosotros hacemos al mundo. El deporte no nos hace a nosotros, nosotros es lo que le hacemos al deporte. Este es un futbol profesional que se ha globalizado. Antes era imposible pensar que un futbolista que juega en el futbol de ascenso vaya a jugar a Malasia o a Arabia. Hay que entender que el futbol es una industria y que hay gente que se comporta bien y gente que se comporta mal.
¿Cómo analizas al fútbol dentro de este contexto?
El futbol es una herramienta formidable de expansión de valores y me parece estupendo que vaya a distintos lugares, distintas civilizaciones, porque es un deporte inclusivo, es un deporte que te aleja de la calle, como todos los deportes, que te enseña valores. El futbol nunca va a perder ese aspecto social porque es justamente eso, una herramienta social poderosísima e igualitaria: en el futbol juega el bajo, el alto, el fuerte, el débil, el rico, el pobre, el blanco, el negro y eso es un elemento.
¿Cómo te caracterizas en tu rol de entrenador?
En el juego me gustan los equipos asociativos, creo mucho en los equipos que tienen la pelota, pero con el fin de hacer el gol. Como dijo alguna vez Guardiola… «tener la pelota por tenerla es una porquería», coincido totalmente. Me gustan los equipos que aprovechan el ancho de la cancha, el largo se comprime no es siempre el mismo, creo en los equipos que tienen futbolistas dotados técnicamente. El futbolista tiene que tener una capacidad técnica, una capacidad cognitiva y física.
¿Tu incursión en el periodismo te aportó herramientas para comunicar y formar?
Estuve 8 años en el multimedio Marca, comenté partidos, tenía un programa de radio propio, fui conductor y trabajé en todos los soportes: web, televisión, radio. Fue una enseñanza fenomenal, me gusta mucho la comunicación y esa enseñanza la compartí con Santiago Segurola, Miguel Ángel Méndez, quienes me formaron y me enseñaron a comunicar de una manera y con respeto y tolerancia con el que opina diferente.
La comunicación es fundamental, es una forma de ordenar al colectivo como entrenador también, saber comunicar ante un grupo es muy importante, saber comunicar al público, solo el hecho de estar hablando y dialogando con alguien, estas comunicando cosas, muchas veces te sirve para vincularte, para mí es muy importante.
Dijiste que cumpliste todos tus sueños como futbolista, ¿Cómo entrenador que sueños tenes?
En mi evolución como entrenador, lograr que un equipo juegue como uno quiere o desea es muy importante. No me gustaría que ningún futbolista se cruce de vereda cuando me vea venir caminando, me gustaría que cuando me vea, sonría, me dé un abrazo y nos sentemos a tomar un café, eso es muy importante. Después mi sueño, digo, en Boca viví todo: campeón como hincha, como jugador, como director general de las Inferiores, como director técnico de la quinta División, me falta salir campeón con la primera…mi sueño, no lo puedo negar, pasa por ahí también.
¿Hay chances?
Eso lo tengo que construir yo, tengo que construirme como entrenador, tengo que crecer como entrenador, y ojalá algún día pueda tener la chance.