«Estoy contento por Jannik, pero mi historia es una injusticia», lamenta Stefano Battaglino, que acaba de ser suspendido por cuatro años al dar positivo por Clostebol con una excusa prácticamente igual que la de Jannik Sinner, número uno del mundo.
«Ni siquiera debería haber jugado ese torneo, fui a Egipto para jugar otros tres, pero encontré vuelos que me venían bien y me presenté», sigue insistiendo Battaglino en una entrevista en el Corriere de la Sera. El clostebol es un esteroide anabólico que en Italia aparece en algunas cremas cicatrizantes. Se trata de un derivado de la testosterona que puede aumentar la masa muscular y mejorar el rendimiento físico de forma artificial, por eso está prohibido por la AMA.
Los tenistas que dan positivo están dejando una serie de excusas, cuando menos, curiosas. Sinner expuso que su masajista, que ha sido despedido, se produjo un corte en el dedo meñique con un bisturí para tratar los callos de los pies, se aplicó un aerosol de la maraca Trofodermin para que la herida le cicatrizase antes y, mientras, le dio masajes a Sinner en el tobillo. El tenista tiene en el pie una dermatitis psoriasiorme, por lo que aducen que por las pequeñas llagas de la afección se ha colado el Clostebol. Otra tenista, Matilde Paoletti, dijo que había acariciado un chihuahua de su madre después de que esta le hubiese aplicado el spray para curarle una herida.
Steffano Battaglino siguió la línea Sinner. Dijo que en Marruecos le había dado un masaje su fisio con las manos contaminadas por el producto, pero a él no le creyó el juez. El periódico italiano le echa un capote al deportista sancionado: «en esas dosis [las detectadas en el análisis], es completamente ineficaz para mejorar el rendimiento deportivo. Es la misma sustancia por la que Jannik Sinner también tuvo problemas, pero él logró demostrar la ‘ruta de ingestión’, es decir, el motivo de la contaminación involuntaria. De lo contrario, dada la infinidad de contactos que un atleta puede tener con jugadores, familiares y amigos, demostrar su inocencia se vuelve una tarea casi imposible, a pesar de la asistencia de excelentes abogados».
Durante la entrevista, no cesan las comparaciones con Sinner. Dice que cuando empezó a jugar al tenis de niño lo hizo en Bordighera, «donde también estaba Sinner». Es salir su nombre y le periodista preguntad directamente: «A él también le han atrapado con Clostebol ¿cuál es la diferencia?». Battaglino no lo entiende: «El medicamento es el mismo, la cantidad también era mínima, a uno nada, a mí 4 años».
Luego siguen declaraciones victimistas y enigmáticas: «Yo nunca he tomado nada, ni siquiera suplementos, pero me temo que los jueces viven en un mundo muy bonito, un mundo de US Open y Wimbledon, pero no tienen la menor idea de cómo es en otros niveles, del número 250 hacia abajo». [Battaglino era 760 en individual y 650 en dobles]
Para luego expandir las culpabilidades: «En estos niveles vale todo, el control es prácticamente nulo, desde el principio hasta el final. Por poner un ejemplo, al final del proceso, después de innumerables preguntas no contestadas por el director del torneo, localizaron al fisioterapeuta que me había contaminado accidentalmente».
Y se centra en ese hombre, porque, según él mintió cuando contestó «que siempre usa guantes y se lava las manos». Porque «Andy Roddick declaró que nunca ha visto un par de guantes en un torneo, si lo dice el ex número uno…». Porque en esas circunstancias, quiere dar a entender, todo es posible: «Si tienes entrenador, lo compartes con otros ocho atletas, lo mismo ocurre con el fisioterapeuta. Y luego, compartes habitaciones con otros jugadores, vuelos nocturnos, taxis colectivos para ir al torneo ¿Te puedes imaginar cuántos riesgos de contaminación hay?».
Preguntado por si se siente víctima de una injusticia, rompe una lanza en favor de Sinner: «Dejemos algo claro, estoy contento por él, le deseo todos los éxitos del mundo, pero estoy muy decepcionado con lo que ha pasado en mi caso, muchísimo. En el deporte, ahora soy un apestado».
Se refiere a que ya no puede continuar con este deporte: «He cambiado mi vida desde febrero de 2023, cuando me suspendieron. Trabajo en una empresa familiar y me considero afortunado. Por decir algo, si hubiese sido entrenador de tenis, me habría arruinado». No obstante, le preocupa cómo está su reputación: «Me molesta que alguien piense que soy un dopado, es decir, que haya tomado sustancias para hacer trampa: no es así, nunca lo he hecho. Y sin embargo, quien no me conoce igual solo lee el titular y me juzga, pero si cuento la historia completa, no hay quien diga que no es una locura».
Casualmente, el Clostebol en Italia, más que una locura, es una certeza. En la Serie A dio positivo Fabio Lucioni en 2018, jugador del Benevento Calcio, que tras conocer la noticia dirigió amenazas de muerte al antidopaje italiano, la agencia NADO. Al final, la sanción recayó sobre el médico del club, Walter Giorgione, por usar sustancias procedentes de su botiquín personal y no el del club.
Más adelante, dieron la citada Paoletti y un jugador junior, Mariano Tammaro, que se entrenaba con el seleccionador nacional. En este caso, dijo que se debía a que su padre le había aplicado el famoso aerosol en la rodilla. En 2023, el tenista Marco Bortolotti, en el ATP Challenger de Lisboa, dio positivo por Clostebol y, también, automáticamente adujo la ingesta accidental.
El jugador del Olimpia de Milano de baloncesto, Riccardo Moraschini, dijo que su novia se cortó un dedo cocinando. Empleó el aerosol y luego entró en el cuerpo de su novio, que dio positivo, luego se estuvo quejando, como Battaglino de que había perdido un año de su carrera por «un spray». Dos años antes, también lo había hecho el ala-pívot del club, Christian Burns. Antes de los Juegos de Río, lo hicieron el jugador de voleibol Orsi Toth y el regatista Roberto Caputo, que se perdieron la Olimpiada. La mitad de casos de Clostebol proceden de Italia, señala la AMA. En el ciclismo es una constante y está a la orden del día, el último caso fue este verano.
Honest Sport preguntó específicamente por este medicamento a unos laboratorios antidopaje y larespuesta que obtuvo fue que tras el análisis no se puede determinar cómo ha llegado la sustancia al organismo, con lo que no se puede descartar que se la estén inyectando. Un oficial de los carabineros, directamente, le dijo que su sospecha era que podía actuar para enmascarar otras sustancias más potentes.
La WADA, en cambio, sostiene que en Italia las contaminación por la crema o aerosol que contiene la sustancia suponen un reto para la agencia. Son conscientes de que la ley italiana exige un símbolo visible en el empaque de productos con sustancias prohibidas por la AMA, pero aún existe el riesgo de exposición accidental. Estudios recientes han investigado si el metabolito de clostebol puede aparecer en la orina de atletas debido a contactos accidentales con estos preparados terapéuticos, lo que plantea un desafío en la distinción entre el uso legítimo y el dopaje».