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Juanjo Maqueda: «El Barça anterior al Dream Team para nosotros era un equipo menor que el Atlético de Madrid»

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Juanjo Maqueda (Madrid, 1969) fue uno de los talentos más prometedores de su generación. Surgido al albor de la explosión de una Quinta del Buitre que cambió la historia de nuestro país, el que fuera campeón de España en categoría juvenil con el Real Madrid se sumergió en la dinámica de la primera plantilla con apenas 17 años.

El canterano tuvo minutos, ganó dos Ligas (él guarda en casa el trofeo que le acredita como ganador de una tercera), dos Copas del Rey y dos Supercopas y también vivió la cara amarga de las noches de Eindhoven y Milán. De vuelta tras una prolífica cesión en el Logroñés, el madrileño experimentó de primera mano el intercambio de poderes en nuestro fútbol con la llegada de Johan Cruyff al banquillo del FC Barcelona y vio como una lesión en Gijón le truncó la posibilidad en consolidarse.

El ahora entrenador es el testigo perfecto de una época, del momento clave en el despertar de un nuevo estilo.

Entras en el Real Madrid siendo prácticamente un niño. ¿Tú padre era muy aficionado al fútbol?

Futbolero sí, pero no había jugado al fútbol prácticamente. Yo eché una ficha, como se hacía antiguamente, para hacer las pruebas y jugar en lo que era el Torneo Social. Por aquel entonces tendría nueve o diez años, se jugaban partidos entre chavales y fíjate mi sorpresa cuando fui a ver las listas y de entre cien o ciento cincuenta chavales habían cogido a dos y uno de ellos era yo.

Si echo la vista atrás, realmente no sé por quién hice la prueba, o quién me lo diría, pero fuimos allí varios vecinos a hacerla y entré. Yo tenía unas buenas condiciones, sobre todo físicas, porque incluso luego en el instituto estuve en el equipo de atletismo y hacía mil quinientos.

Una vez que eras seleccionado tras esa primera prueba, pasabas a formar parte de uno de los equipos que tenían como nombre el de un jugador de los que por aquel entonces estaban en la primera plantilla.

Yo lo hice en el de Vicente del Bosque, al que más tarde tuve de entrenador en el Castilla. Me viene a la memoria cuando, ya jugando en el primer equipo, se me acercaron unos niños junto a sus padres después de un entrenamiento y me dijeron que eran del equipo Maqueda. En ese momento volví atrás muchísimos años en el tiempo y me hizo una ilusión bárbara.

Eran años en los que salieron una gran cantidad de jugadores de la cantera. Ya no sólo la Quinta del Buitre, que en esa época fue mítica por los resultados y rendimiento de los jugadores, sino bastantes más. Antiguamente, cuando sólo podían jugar tres extranjeros, el resto del equipo había que completarlo con jugadores españoles y había sitio.

¿Cómo son esos primeros años?

Los recuerdo muy lejanos. Una vez que pasa el Torneo Social se hace una especie de selección y vas subiendo de categoría. Ahora que te hablo pienso en mi etapa en cadete o infantil, en la que tuve a Fleitas de entrenador y del que no me olvido por todo lo bueno que hizo: era un hombre afable, con una sabiduría y una sapiencia futbolística impresionante.

Luego fui subiendo de categorías hasta llegar al Juvenil A. Yo siempre iba un poco adelantado y jugaba con gente que era un poco más mayor. De hecho, en el momento en el que, tiempo más tarde, debuto en el primer equipo con dieciocho años era de los cinco o seis jugadores más jóvenes que lo habían hecho.

Ahora imagino que habrá varios jugadores más. Aquel Juvenil lo entrenaba Toni Grande y fue una etapa muy bonita. Esa temporada se hizo una especie de Liga entre los mejores equipos, ya que habitualmente esa categoría se dividía por zonas, pero aquel año se organizó de forma distinta y jugamos con FC Barcelona, UD Las Palmas, Real Betis, Sevilla… y ganamos.

Aquel equipo sale aplaudido del Mini Estadi el 2 de noviembre de 1986.

Sí, ganamos 0-4 al FC Barcelona. En esos tiempos éramos conocidos como la Quinta del Sabio por Eduardo Vílchez y estábamos Santi Aragón, Adolfo Aldana, Santi Cañizares, Caminero… Era un equipo fantástico. El Barcelona también. El entrenador era Rexach y hubo algunos futbolistas que luego fueron importantes y jugaron en el primer equipo como Amor o Ferrer, así como otros que también destacaron como Roura o Tito Vilanova, que era un jugador muy elegante y uno de los que más me gustaba.

Para mí, ese Juvenil del Real Madrid fue uno de los mejores. Y no sólo por ganar una Liga tan específica, sino por la calidad que tenían los jugadores y la trayectoria que tuvieron varios de ellos. De esa Quinta del Sabio, Santi Aragón, Adolfo Aldana, Caminero, Santi Cañizares o yo tuvimos nuestras trayectorias jugando en Primera División y otros como el propio Eduardo (Vílchez) sí llegaron a jugar en Primera pero no llegaron a tener tanta trayectoria, aunque sí es verdad que salieron bastantes futbolistas que llegaron a la elite.

Caminero en aquel equipo jugaba en posiciones adelantadas y tenía como espejo a Jorge Valdano.

Él jugaba en banda. Además, era raro verlo jugar ahí, porque era un jugador muy alto y corpulento, aunque técnicamente era buenísimo. Hacía unos recortes y unos regates impresionantes. En ese Juvenil actuaba en esas posiciones de ataque en banda y la verdad es que lo hacía francamente bien, aunque sí que es verdad que por sus características físicas luego se adaptó muy bien a otras posiciones más centrales. Tenía un talento y una calidad que le permitían brillar en cualquier posición.

¿Había más mimo que ahora por la cantera?

Hay una cosa clara: el tema de la cantera es muy sacrificado. No es fácil sacar jugadores así como así. Para que ahora haya oportunidades para los canteranos tiene que salir de los propios entrenadores y la exigencia que tiene el Real Madrid es muy alta.

En nuestra época, no es que tuviéramos más posibilidades, pero sí que es verdad que a veces ibas a entrenar con el primer equipo, tenías la oportunidad de jugar, demostrar lo que valías y poder quedarte era algo que era más factible que ahora.

En estos momentos, desde que se abrió la posibilidad de que se pudiera contar con tantos extranjeros, sobre todo europeos, es distinto. Tienes que ver el problema que se le puede plantear ahora al Real Madrid, con varios jugadores españoles que acaban contrato: pueden subir uno o dos desde el filial al primer equipo, pero si miras el once inicial en estos momentos, el único que juega con cierta continuidad es Dani Carvajal.

El resto no son canteranos y esto es algo que en mi época no ocurría. Era totalmente diferente. También quiero decirte que, aunque es cierto que antes había esa posibilidad de que pudiéramos subir muchos más jugadores, a los que hemos estado años en el primer equipo nadie nos ha regalado nada. Eso es así.

Comienzas a ir convocado con el primer equipo a los 17 años por Leo Beenhakker. ¿Cómo se vive el salto?

Todo tiene sus buenos momentos y también esos instantes difíciles. Me afectó más, sobre todo mentalmente, cuando verdaderamente subí al primer equipo de forma definitiva. En la temporada 1986/87 fui convocado en algunos partidos y la 1987/1988 la comencé en el Castilla, al que entrenaba Vicente del Bosque y que llegó hasta cuartos de la Copa del Rey y quedó tercero en Segunda División. Luego, en septiembre u octubre empecé a entrenar con el primer equipo porque me vieron condiciones para estar ahí y debuté en enero de 1988.

Cuando empezó la 1988/1989, ya lo hice como jugador del primer equipo y me costó mucho. Las convocatorias eran de tan solo dieciséis futbolistas y entrar era muy difícil. El día que a mí me suben del segundo equipo y debuto es porque había muchas bajas: Tendillo estaba sancionado, Sanchís estaba con tarjetas e incluso Míchel tuvo que jugar de libre y yo de central. No había gente y tuvimos que debutar Aldana y yo.

Cuando subes al primer equipo ya está brillando la Quinta del Buitre. ¿Cómo te acogieron?

La verdad es que ellos eran gente muy cercana y siempre daban facilidades a los que llegaban. No sólo Míchel, que es más cercano, también el propio Sanchís o Emilio, además de Rafa, que es más callado. Todos habíamos vivido las mismas situaciones: estar en el filial, subir al primer equipo… y la verdad que me sorprende mucho la personalidad que han tenido todos, cada uno dependiendo de su forma de ser. Los canteranos nos ayudaron en todo lo que necesitábamos, y en mi caso particular, muchísimo.

También representaba mucho Camacho, que hubo un momento en el que había que recibir una prima por un partido de Liga o de Copa de Europa y fue al club para conseguir que esa prima fuera para todos, incluso para los futbolistas que no habían ido convocados.

Ese fue un detalle de capitán y persona que tengo grabado. Algunos de los veteranos le advertían «para que vas a ir, si no vas a conseguir nada», pero él bajó, habló con Ramón Mendoza o Fernández Trigo y logró la prima para todos.

Muchas veces, en los vestuarios, siendo entrenador, el tema de encontrar a gente que verdaderamente luche por tus intereses hace que todo se una mucho más. Cuando se consiguen los éxitos es porque los vestuarios son muy buenos en ese sentido.

¿Qué da a un jugador formarse en la cantera del Real Madrid?

Es en todo, hasta a nivel personal. Los valores que te aporta el club: no rendirte nunca, trabajar al máximo siempre… es algo que desde muy pequeño te lo inculcan, pues muchas veces me viene a la cabeza el jugar con rivales siendo un niño, ir ganando diez o quince cero y pensar que en vez de quince a ver si podían ser veinte.

Era una situación en la que te hacen ser mejor y, sobre todo, también, a nivel personal. Todo lo referente a cómo ir vestido, modales. Prácticamente te forman como persona, no sólo con lo vinculado con el fútbol. Lógicamente, es mi otra familia.

Aquella generación fue un soplo de aire fresco.

La pena de aquel equipo es que no pudo ganar la Copa de Europa. Tuvimos varias oportunidades, pero ellos demostraron que tenían muchísima calidad. Por ejemplo, haber ganado cinco Ligas consecutivas, mostrar esa hegemonía que ahora parece imposible para prácticamente cualquier equipo, demuestra que marcaron una época con un estilo de fútbol muy específico de la mano de Leo Beenhakker, que yo creo que fue definitiva.

Es un entrenador al que yo tengo en muy alta estima, no sólo porque me hizo debutar, sino porque era un profesional que tenía una visión futbolística muy adelantada a su época. Muchos entrenamientos que él hacía luego se los he visto a otros entrenadores varios años después. Implantaba una metodología muy avanzada, intentaba que todos los entrenamientos fueran con balón y, de alguna manera, tener esa competitividad dentro para mejorar al equipo.

Volviendo a la Quinta, ellos han demostrado con su trayectoria que esa apuesta no fue por obligación, sino por la calidad que tenían. Yo no me olvido de una frase de Camacho: «Tirar la puerta es fácil, pero luego tú tienes que demostrar que puedes quedarte en el primer equipo del Real Madrid».

Si tienes el suficiente talento, capacidades y calidad para jugar en un estadio que te va a exigir mucho, te vas a quedar. No todo el mundo está preparado y se ha demostrado con muchos casos de futbolistas, tanto españoles como extranjeros, que se han dado cuenta que esa situación no es fácil.

Leo Beenhakker, Guus Hiddink, Johan Cruyff… esa generación de técnicos holandeses cambio el fútbol español.

Totalmente de acuerdo. Yo con Hiddink pude coincidir poco tiempo, pero cuando firmé con el Valencia fui un par de meses antes porque acababa de salir de mi lesión de rodilla y lo pude conocer.

Sin embargo, él no siguió y finalmente nos entrenó Parreira, pero sí es cierto que lo poco que pude hablar con él y en su metodología en cuanto a los entrenamientos era muy parecido a Leo. Ambos han sido una referencia en España en un momento determinado y han influido muy claramente en el fútbol de nuestro país, no me cabe ninguna duda.

¿Qué te pedía Leo Beenhakker en el césped?

En la época de Leo jugué prácticamente todos los partidos de central. Para él era un fútbol total y es verdad que los espacios eran mucho más grandes que ahora. Las posiciones eran distintas, pues recuerda que Míchel o Tendillo jugaban de hombre libre junto a un central que iba más a la marca. En mi debut me tocó marcar a Lineker.

Era un fútbol no tan táctico, sino mucho más abierto y de poder a poder. En esa época los contrarios venían a encerrarse mucho más y tenías que tener mucho talento individual para jugar por dentro. Y aquel equipo lo tenía.

Por mucho que se encerraran, el partido podía acabar con cuatro, cinco o seis a cero sin ningún problema, cosa que ahora es muy difícil. Cualquier equipo, aunque sea de una entidad inferior, te hace un partido cerrado, ordenado y con agresividad y tienes muchos problemas para poder ganarle.

Debutas ante el FC Barcelona y en la previa afirmas en una entrevista a El País que no te asusta la «responsabilidad» de hacerlo.

Aunque uno pueda presuponer que fuera justo al contrario y pudiera ser difícil debido al nerviosismo o juventud, es el partido en el que más tranquilo he estado. Yo intenté, sobre todo, ser muy práctico, jugar muy fácil, porque siempre me he caracterizado por no complicarme mucho en ese sentido.

Fue un partido muy emocionante y que he visto varias veces, pues sentir un Bernabéu lleno y vivir una experiencia de esas características no pasa todos los días. Encima tuvimos la suerte de ganar y jugué un encuentro serio, por lo que lo recuerdo con mucha emoción. Un sueño hecho realidad.

Aquel equipo venía de las famosas remontadas.

Desde que yo era joven, iba al Santiago Bernabéu y he vivido en las gradas los partidos contra el Inter de Milán, el Anderlecht… En la primera época de la Quinta del Buitre cuando acababan de subir, yo estaba en categorías inferiores, iba al campo a ver los partidos y eso es histórico. E imagino que más antiguamente también se viviría así.

Las remontadas no son una sorpresa para los que conocemos y hemos vivido el Real Madrid desde que éramos pequeños y hemos sido testigos de esa tipología de partidos. Es verdad que lo ocurrido en la última Champions ganada, contra equipos importantes y eliminar al PSG, Chelsea y al Manchester City o ganar al Liverpool en la final es algo sensacional, pues son equipos muy importantes a nivel de presupuesto y jugadores. Pero para nosotros no es una sorpresa.

La atmósfera del Santiago Bernabéu en competición europea.

La tipología del socio del Real Madrid que va a los partidos de Liga es la de un aficionado un poco un «sabio», con más exigencia, mientras que a los partidos internacionales va otra gente muy variada, que a lo mejor ha ido a un partido de esas características, por lo que se da una situación diferente. Yo sí que lo he vivido en Copa de Europa cuando jugaba: se creaba un ambiente diferente a cuando se jugaba en Liga.

La elegancia de Míchel, la pausa en el área de Butragueño, la potencia de Martín Vázquez…

Es difícil para mí quedarme con uno. Rafa, por el manejo de las dos piernas y ser un jugador más explosivo, podía ser un poco más completo. Pero Míchel, por ejemplo, era un jugador extraordinario en todos los sentidos y Manolo Sanchís era muy completo en su posición, porque era un central atípico, ya que defensivamente era muy rápido. Además, se incorporaba al ataque como si fuera un centrocampista más y tenía un juego aéreo mejor en ataque que en defensa.

Luego Emilio, es verdad, que hacía cosas muy diferentes, con esas arrancadas que tenía. A lo mejor, en el fútbol actual sería más complicado por las distancias, pero en el fútbol que jugábamos nosotros en ese tiempo, todos tenían un valor enorme. Yo me quedaría con la calidad que tenían todos en sus posiciones, porque eran los mejores sin ninguna duda.

Ricardo Gallego.

Ricardo no era un jugador de posición. Para mí, lo que manejaba muy bien era el talento que tenía para ver el fútbol con una claridad enorme, como también pasó con Bernd Schuster. Es verdad que él era un centrocampista más constructor que defensivo y debía tener al lado un jugador que defensivamente cubriera esas posiciones que él no podía, pero en la actualidad sería un futbolista como Toni Kroos: un organizador del juego total, porque tenía una visión increíble en largo y en corto.

Luego, a pesar de que es alguien muy serio cuando lo tratas, tiene una personalidad increíble, muchísima. En el Real Madrid es muy querido, pues ha estado muchísimos años y en ese vestuario tenía el respeto de todos.

¿Qué tuvo aquel equipo para ganar cinco Ligas seguidas?

Yo creo que es porque había un ambiente muy bueno y muy competitivo en todos los sentidos. Los entrenamientos eran muy buenos y cómo se entrena es cómo se compite. Además había mucha calidad y era un equipo que prácticamente jugaba de memoria. Emilio y Míchel se manejaban fenomenal, Hugo Sánchez con Gordillo y el propio Míchel se entendían a la perfección y estos le ponían unos centros increíbles.

Era un equipo completamente compenetrado y engrasado en ese sentido. Había una rivalidad muy sana y yo notaba que esos entrenamientos nos hacían mejores por la competitividad que había en el propio equipo. Cuando hay un buen vestuario con buenas personas y todos van en la misma línea es algo que va a venir rodado. Por eso se consiguen los resultados.

Aquella eliminación ante el PSV, la gran oportunidad perdida en Europa.

Un palo grande y aunque a veces en el fútbol decir que se merece algo está mal visto, fue así.  No sólo futbolísticamente, sino también por lo que ese equipo añadió al fútbol. Fue un poco injusto el no poder llegar a una final, pero así es esto.

Una decepción que demostró algo: cuando en la Copa de Europa no haces un buen partido, seas el equipo que seas, te vas. Y nos pasó en la ida en casa, en un partido en el que no estuvimos del todo bien, pues yo creo que éramos superiores al PSV.

En la vuelta también podríamos haber ganado y haber pasado la eliminatoria. Hace no mucho vi imágenes con algunas ocasiones que falló Emilio, otras de Hugo… Fue una frustración grande. Además, los que hemos jugado esa competición, nos damos cuenta de que antes eran mucho más dura que ahora desde el inicio, porque sólo jugaban los campeones.

Tras el partido, Ramón Mendoza bajó al vestuario a consolar algunos jugadores.

Gente llorando, otros golpeando las puertas… frustraciones normales en una situación así. Todos coincidíamos en una conclusión: el partido de ida no fue cómo tenía que haber sido y eso nos lastró. Y, sobre todo, cuando ves que en el segundo partido que eres superior, creas ocasiones y no tienes la suerte de marcar.

A veces el rival es superior y hay que felicitarlo, pero ese no fue el caso. Cuando te pasa eso en fútbol, sobre todo en partidos de esa entidad en competiciones tan grandes, cuesta. Fue una pena. Y más que por mí, te diría que por ellos, pues la Quinta dio mucho al Madrid, al fútbol y marcaron una época. Ellos merecían haber llegado a esa final y haber tenido la oportunidad de ganar la Copa de Europa.

Un año después, el AC Milan os mete 5-0. ¿Eran tan buenos cómo parecía?

Sí. Era un equipo como robótico, en ese sentido, porque empezó a trabajar más lo táctico. Viendo partidos del AC Milan de esa época me sorprende cómo ajustaban la línea, porque Baresi era espectacular. Reducían los espacios, te presionaban mucho más arriba y luego a parte tenían esos tres holandeses: Gullit, Rijkaard y Van Basten, que en su posición eran determinantes.

Además estaban los propios italianos como Baresi, Maldini, Costacurta, Tassotti, Ancelotti… ¡Evani, que era un jugador magnífico! Era un equipo que nos superó y cuando un equipo es mejor, es difícil y no tienes otro remedio que seguir para adelante.

En esa época demostró su nivel, no sólo por los jugadores que tenía, sino por la forma de jugar y lo que instauró Sacchi con toda su metodología. Era un equipo que hacía las cosas muy diferentes, sobre todo desde el punto de vista táctico. Fue el puente a lo que luego fue el fútbol actual.

Aquella temporada juegas sólo cinco partidos y te marchas cedido al Logroñés.

No me acuerdo los detalles con exactitud, pero llegó Oscar Ruggeri, me plantearon ir para Logroño y yo lo vi con buenos ojos. Ese año fuimos Santi Aragón, Vílchez, Rosagro y yo, los cuatro cedidos por esa situación. En mi caso, como era un jugador del primer equipo, sí que es verdad que me lo consultaron y hablando con mi agente, que en ese momento era Ginés Carvajal, vi que era una opción interesante porque con veinte y o veintiún años tenía la opción de jugar.

Aunque piensas que esa situación de subir al primer equipo puede ser bonita, también ves la dificultad y todo lo que tienes que luchar para intentar hacerte con un hueco. Y no sólo en la plantilla, sino también para jugar. Me frustraba mucho cuando veía las convocatorias y yo no estaba. A Leo tengo que agradecerle la confianza que me dio y hacerme debutar, pero a lo mejor le faltó un poco de comunicación con el jugador que no jugaba y estaba fuera.

En La Rioja pasé una etapa magnífica. Hace años estuve allí en unos actos conmemorativos y nos recordaron que esa fue la mejor temporada en la historia de la entidad. Llegamos al último partido de Liga con opciones de clasificarnos para la UEFA, pero perdimos por 4-0 ante el Valencia. Imagínate entrar a la UEFA con el Logroñés, que parecía una cosa imposible.

Yo venía de no jugar con asiduidad y eso fue difícil para mí, por lo que esta experiencia me ayudó muchísimo. Fue definitivo: jugué prácticamente todos los partidos e hice una temporada muy completa actuando en posiciones que en muchos casos no eran la mía, pues jugábamos con tres centrales y yo lo hacía de carrilero largo porque era bastante fuerte y tenía velocidad. Así que en vez de jugar como central o pivote, posiciones más centradas en las que había jugado hasta entonces, lo hice ahí y tuve un año magnífico.

 

En entrevistas de la época, algunos compañeros como Vílchez hablaban de que tras la cesión sería difícil hacerse un hueco en el Real Madrid. ¿Tú te marchaste con la confianza de que luego tendrías sitio?

Yo sí. Además, me iba cedido y tenía contrato con el Real Madrid. Me fui para olvidar esa frustración que te decía que me dejaba el no ir convocado y demostrar que podía jugar perfectamente en el primer equipo del Real Madrid. Eso es lo que demostré y por eso volví, porque si no, seguramente no hubiera vuelto.

Me lo tomé como una prueba más para  demostrar que podía tener más presencia: formar parte del Real Madrid teniendo más participación y poder, de alguna manera, ser más importante de lo que era, pues en esos primeros años jugaba poco. De hecho, después de ese año tuve ofertas buenas e importantes para poder salir del Madrid. Lo que pasa es que yo volví, estaba Toshack de entrenador, me dijo que quería contar conmigo y me quedé.

¿Ofertas?

No me faltó mucho para irme al Valencia, que por aquel entonces presidía Arturo Tuzón y estaban por ahí jugando Fernando, Roberto, Lubo Penev… Tenía un equipazo magnífico y luego fui años más tarde, pero en otras circunstancias. En esa primera ocasión estuvieron dispuestos a pagar mi cláusula de rescisión, que eran ochenta o cien millones de pesetas. Estuve en negociaciones para poder marcharme, pero el Real Madrid me ofreció renovar y me quedé en el primer equipo con otro estatus. Salir a Logroño me vino francamente bien para ser más valorado en el club de lo que había sido en mis inicios.

Luis Islas en la portería.

Era un portero extraño para nosotros, porque los porteros argentinos, como también se demostró con Fillol en el Atlético de Madrid, tenían esa forma particular de salir, etcétera. Pero luego «atajaba», como dicen ellos, muy bien. Era un portero que a mí, particularmente, me marcó por cómo paraba y su mentalidad. Aparte teníamos muchos jugadores muy importantes, como era el caso de Quique Setién o Manu Sarabia.

Quique Setién era un jugador de personalidad muy marcada.

Sí. Era un jugador con mucho talento y mucha personalidad. Esa tipología de futbolista lento físicamente pero rápido de cabeza. Luego, Manu Sarabia tenía una cabeza para jugar extraordinaria pese a ser sus últimos años. También estaban los casos de otros jóvenes como Cristóbal, que vino del FC Barcelona y estaba cedido, o Angoy, que era segundo portero.

¿Había división entre aquellos veteranos y los jóvenes?

No. Yo con Quique me he juntado mucho y con Manu alguna vez, porque además Logroño no es muy grande. Es cierto que los jugadores que fuimos cedidos del Madrid siempre coincidíamos en un restaurante para comer o para cenar y teníamos más relación. Yo vivía con Santi Aragón y Rosagro con Edu (Vílchez).

Era normal que nos juntáramos más porque ya nos conocíamos, pero ese equipo hizo una temporada así porque había un ambiente buenísimo. Luego, el entrenador, José Luis Romero, que salió de la cantera del Barça, era muy del estilo Del Bosque: conciliador. Además, veía el fútbol muy claro, daba importancia al balón, le gustaba el fútbol asociativo, de ataque. Disfrutamos mucho.

Recuerdo un 3-3 en el Santiago Bernabéu.

Yo también. Perfectamente. ¿Sabes por qué? Cuando jugaba en el Real Madrid habitualmente me tocaba cubrir a Hugo Sánchez en los entrenamientos. Y lo hice muchas veces. Pero tú fíjate la inteligencia que tenía él en el área y la listeza para ver las situaciones: En ese partido jugué de central y lo estaba marcando cuando en una jugaba le cayó el balón a Martín Vázquez. Antes de que Rafa diera el centro, yo ya estaba pensando «Hugo, Hugo», pero cuando me di cuenta ya me había ganado un metro y marcó gol de cabeza.

Él tenía esa inteligencia para ganar el segundo necesario al defensa y anticiparse. Luego estaba también la capacidad de rematar de primeras, algo que él trabajaba mucho. Le gustaba quedarse mucho después de los entrenos con alguien centrándole y él rematando.

Es el mejor jugador que yo he visto junto al brasileño Ronaldo, con el que coincidí cuando estuve de segundo entrenador en el primer equipo del Real Madrid, que era letal en el mano a mano. Hugo en el área era definitivo, sobre todo en esos remates de primera.

Decía Martín Vázquez que Hugo Sánchez salía de los entrenamientos con un taco de sus propias fotos y las iba firmando cuando le pedían un autógrafo.

Él, al coincidir con la Quinta… La Quinta tenía más protagonismo y eso a él, como es lógico, le hería un poco en su orgullo. Pero era muy competitivo y demostró en el Real Madrid que ha sido uno de los jugadores más importantes que ha pasado por la historia del club en cuanto a números. Yo siempre defino a Hugo de una manera: era un jugador que sabía muy bien sus limitaciones.

Nunca le verías driblar ni hacer cosas que no dominara en exceso. Él sabía lo que tenía que hacer y explotaba sus capacidades en el área, que era el lugar donde se manejaba como pez en el agua. Allí sacó rédito a su categoría como jugador, pues supo potenciar al máximo sus virtudes y esconder sus defectos, que los que hemos entrenado con él los sabemos.

Hablando con él me comentaba que su círculo en el Real Madrid era muy reducido y tenía más que amigos, compañeros.

Él compartía habitación con Rafa Martín Vázquez y junto a Paco Buyo tenían una buena relación los tres. Pero sí, es algo que pasa. Uno ha pasado por muchos vestuarios, pero al final somos compañeros. También hay que entender que hay una rivalidad interna, que eso también es bueno para hacer mejores a los compañeros que juegan en la misma posición, pero es verdad que no es fácil estar en equipos de categoría y luego entablar una amistad de esas que perduren más allá.

A mí me ha pasado, sinceramente. He mantenido contacto con algunos compañeros, pero en plan de amistad, amistad, es difícil. Habrá compañeros que lo puedan ser, pero yo coincido con Hugo: estás en un equipo y tú tienes que luchar por tus intereses y los del club, pero lo que encuentras son más conocidos que amigos.

Mientras tú no estás, Martín Vázquez se convierte en el mejor jugador de Europa y se marcha al Torino.  

Él tuvo un año magnífico, ofreció un rendimiento brutal y es normal que se interesaran en él. Todos aquellos grandes jugadores tuvieron ofertas, porque el mismo Hugo recibió algunas, al igual que Emilio, Míchel o Manolo, sobre todo de Italia, que en esos años era un fútbol más potente a nivel económico. Pero si juegas en el Real Madrid, no es fácil irte, porque ves el frío que hace en otros sitios.

Cuando regresas al Real Madrid tu rol es otro.

En la época con Toshack jugábamos con tres centrales, dos carrileros y tres en el medio, por lo que en el centro del campo lo hacíamos Míchel, Hagi y yo. Entonces, ¿ya sabes quién tenía que defender y correr ahí, no? (risas).

Yo sabía que mi misión era esa. Es verdad que tenía calidad para salir en alguna arrancada, porque tenía mucha potencia y a veces llegaba a la portería contraria e incluso hice algunos goles, pero sabía que en ese equipo lo importante era mantener el equilibrio y que Míchel y Hagi tuvieran el balón lo máximo posible, pues ellos tenían talento para repartir y jugar en esas posiciones.

Toshack me especificó mucho en esa posición, trabajó conmigo con ese objetivo y me puso muchos videos para mostrarme ejemplos. Yo ya la conocía, pero mejoré en varios aspectos y muchas situaciones gracias a lo que él me decía.

Había venido Luis Milla, pero tuvo aquella lesión grave e hizo que yo tuviera que jugar muchísimo en el centro del campo y sí que recibí especificaciones más concretas a la hora de jugar por parte de Toshack que de Beenhakker años atrás, pues Leo quería que todo el mundo jugara y defendiera. Era un fútbol más total en ese sentido.

John Benjamin Toshack.

Un hombre muy peculiar, en cuanto a lo diferente. Es verdad que yo tengo muy buena experiencia con él, y no por el tema de jugar de más, sino por lo que me aportó. Ahora como entrenador, te das cuenta de cosas y tengo presentes en la cabeza muchas frases suyas como la de «El domingo me cargaría a todos los jugadores.

El martes, sólo a ocho. El jueves creo que los culpables son sólo dos o tres. Al final acaban jugando los mismos once cabrones de siempre». Luego, es verdad que había un pequeño detalle que creaba mucho conflicto en el vestuario, pues cuando se perdía un partido, para él los jugadores eran los responsables.

Había otro tema, y es que sus equipos siempre empezaban muy bien, estábamos muy fuertes al comienzo de temporada e íbamos bajando. La preparación física la hacía él con un trabajo que ya tenía establecido y se trabajaba mucho para estar a tope en el inicio y luego, a los cuatro o cinco meses, caíamos. En su caso, es algo que él debía haber mejorado, pero como buen galés, era muy cabezón en muchas cosas y no cambiaba su metodología.

El año anterior fue fantástico en todos los sentidos porque supo cambiar la forma y fue la primera vez que yo vi jugar con tres centrales, dos carrileros, tres por el medio y dos puntas. Yo creo que en ese equipo, debido al talento que tenía, jugara como jugara iba a sacar rendimiento a los jugadores, pero es verdad que logró mucho equilibrio. Fue una forma de jugar que, para mí, sorprendía, era muy ofensiva y había muchos jugadores creativos.

¿Hubo roces entre entrenador y jugadores?

Sí, hubo alguna situación dentro del vestuario. Eran un poco los detalles después de algún partido que se perdía. Ahí, Toshack hablaba contra los jugadores afirmando que era su responsabilidad y alguno que otro le dijo algo en una charla. Le comentó «A ver si alguna vez es también culpa del entrenador» o «No nos tire toda la mierda a nosotros».

Es de las cosas que él no manejaba con tacto, y aunque eso no influía en el rendimiento del equipo sí es verdad que de alguna manera era criticable porque tus futbolistas son los que van a jugar el siguiente domingo. A mí no me gustaba, personalmente. Prefiero dar una charla interna al vestuario del equipo y sacar las cosas dentro del grupo y no airearlo ante la prensa.

¿Quién llevaba la voz cantante en aquel vestuario?

Míchel tenía mucha personalidad para hablar. Los jugadores más veteranos eran los que tomaban parte de esas situaciones, ellos tomaron ese testigo de los que estaban antes y en esa época era sobre todo Míchel, que siempre trata las cosas de forma muy de cara y va muy de frente en todo. Cualquier situación que había, también en el campo, era él el que tomaba la voz cantante. También estaba Sanchís.

Fernando Hierro era todavía joven.

Hierro llevaba poco tiempo. Es verdad que se juntaba mucho con este grupo, pues por cercanía vivían todos juntos ahí: Fernando, Míchel, Gordillo… esos tres o cuatro bajaban siempre juntos al entrenamiento en coche.

¡Pizo, eres mi ídolo!

Te tienes que reír, porque son cosas de broma normales que pasan como si fuera entre amigos. Hicieron una broma igual que si hubiera sido al revés. No fue algo despectivo. Puede ser algo que no te gusta escucharlo, pero tampoco hay que darle relevancia.

Esa temporada 1990/91 es muy convulsa y hay varios cambios de entrenador. ¿Desestabiliza?

No estabas acostumbrado. En esa época a los técnicos les aguantaban y tener varios entrenadores te crea más incertidumbre. Sabes que la situación no es la mejor pero los entrenadores no son responsables, sino que depende también de que los jugadores no dan el nivel adecuado u otras circunstancias, pero la cuerda se rompe por ese lado. Luego se demuestra que con el cambio no se mejoran los resultados.

Eso es algo que al Real Madrid también le ha pasado en estas épocas. Por ejemplo, cuando Julen Lopetegui estuvo en el primer equipo se venía de una situación de ganar todo y es muy difícil que no haya un año en que no se gana. Es verdad que la necesidad de que siga esta continuidad de éxitos es complicada, pero a lo mejor los jugadores tienen una marcha menos y con lo que dan no llega para ganar un campeonato.

A Toshack le releva Di Stéfano junto a Camacho.

Di Stéfano era un cúmulo de anécdotas y de situaciones increíbles vividas desde el primer día junto a él. En todos los sentidos. Para cualquier cosa tenía un chiste y era muy respetado por todos por todo lo que había logrado. No se me olvida que en la charla cuando se marchaba porque iba a venir Antic, entró al vestuario y dijo: «Bueno, muchachos, vine a echar una mano y lo que eché fue un pie».

En otra charla previa llegó y nos dijo: «Bueno, este partido se resume en tres palabras: ‘Hay que ganar’. Ahora viene Camachito y da la alineación». ¡Y le metimos 3-0 al Betis! Fíjate ahora cómo se analizan los partidos, las charlas que se dan… él, las cosas las hacía tan sencillas… Son pequeñas anécdotas, pero era un libro lleno.

Además, tenía una sapiencia futbolística espectacular. Para mí, ha sido alguien que me ha marcado con respecto a otros entrenadores. Es verdad que era mayor y entre él y Camacho llevaban las cosas, pero cuando él tenía que intervenir era clave. Para decirte un detalle o alguna cosa importante lo hacía de tal forma que se te quedaba y luego lo acompañaba con una broma o alguna cosa jocosa detrás.

Sinceramente, para mí, haber podido entrenar con él fue algo increíble. Es normal que una persona que ha sido lo que ha sido como futbolista siempre te va a aportar algo bueno. Era muy cercano, te decía todo de una forma muy coloquial. Todos sus consejos los daba de una manera muy inteligente, metodológicamente muy claros y tenía ese aura diferente a los demás.

Con él ganáis la Supercopa al FC Barcelona.

Sí, íbamos dando la vuelta de honor después de ganar el partido de vuelta y cuando le fuimos a subir para mantearlo nos decía: «Bajadme de aquí, bajadme de aquí, que me da un infarto y me quedo». Tenía cada cosa (risas). Era muy gracioso.

La ida fue en el Camp Nou con el pisotón de Hristo Stoichkov a Urizar Azpitarte.

Fue muy convulso. La Supercopa, normalmente, son partidos tranquilos, y aunque si es un Real Madrid – Barcelona suele haber competencia porque es ganar un título a un rival, no era muy relevante. Hristo Stoichkov era un jugador muy conflictivo dentro del campo.

Tú puedes ir al límite en muchas situaciones, pero él siempre intentaba sacarte de quicio. Hay jugadores que usan esas estrategias para sacar ventaja para su equipo, pero él lo hacía de una manera fea. Todo lo bueno que tenía como futbolista, con sus comportamientos dejaba mucho que desear, sobre todo dentro del campo.

En la vuelta fuiste titular.

Sí, fue el día del gol de Santi Aragón.

Tuvo que salir fuera para poder jugar habitualmente.

Fue un jugador que demostró mucha personalidad. En el Real Madrid posiblemente le costó poder demostrar todo lo que demostraron otros jugadores, porque él era un jugador de mucho talento y con muchísima calidad, pero cuando tienes el camino cerrado en un sitio, lo haces en otro como hizo él en Zaragoza jugando a un grandísimo nivel.

Poseía una visión de juego magnífica, pero había muchos jugadores en el centro del campo y esto complicaba que tuviera hueco. Era un jugador como Ricardo (Gallego), de construir el juego, talento para repartir, visión, una lectura bárbara y mucha inteligencia para jugar. Sin duda, un jugador del más alto nivel. Aparte, tengo relación con él y es un tipo sensacional.

Cuando llega Radomir Antic peligra la UEFA, pero el equipo despierta y acabáis terceros. ¿Qué hizo?

El equipo estaba mal y lo bueno que tuvo Radomir es que conectó mucho con los jugadores. Era exigente, cuando había que decir las cosas claras a quien hubiera que hacerlo se las decía y de alguna manera todos le aceptamos su rol como entrenador. No era alguien que fuera duro, pues era muy coloquial y más cercano de lo que podría parecer. Con él, el equipo tuvo muy buenos resultados y cambió radicalmente.

En su primera charla nos dijo: «Esto es el Real Madrid», dejando claro que es un club con una exigencia máxima y no podíamos seguir en esa línea. Él supo conectar muy bien con los jugadores y eso es lo más importante. Yo ahora, desde mi experiencia como entrenador, lo resumo así: «Ser entrenador es que haya una piscina vacía y que tus jugadores se tiren desde el sexto piso».

Cuando el grupo tiene esa confianza en el entrenador, el jugador va a ir a muerte con sus ideas. Y Antic fue uno de esos técnicos que convencían muchísimo, todos nos sentimos involucrados en el objetivo de cambiar los resultados y se mejoró mucho.

Era la primera temporada de Gheorghe Hagi.

Gica era un jugador extraordinario. Diferente. Tenía un talento enorme y para mí fue de los mejores de esa época, pues tenía todas las cualidades, no solo técnicas, sino también velocidad, dribling, disparo. ¡Tenía un pie muy pequeño! Un cuarenta o un cuarenta y uno. Es de los cinco mejores que he visto cuando jugué. Luego he coincidido con él en Rumanía cuando estuve de ayudante con López Caro en Vaslui, es dueño de un club allí y como persona es también un diez.

Lo primero que le aprendió a decir fueron palabrotas que le enseñaban algunos compañeros y él le enseñó varias a Hugo Sánchez en rumano.

Eso le pasó a Jankovic, que creo que un partido le expulsaron por una cosa que le respondió al árbitro después de que se lo dijeran Míchel o Tendillo, porque Miguel era también un cabroncete para eso. «Si te dicen, tú di esto», Jankovic le dijo algo árbitro y, de repente, roja. Él se quedó mirándole alucinado.

Aunque Maturana estaba firmado, Radomir Antic continúa. ¿Habló Ramón Mendoza con vosotros para conocer vuestra opinión?

No. Al menos conmigo. Sin embargo, a él le gustaba hacer comidas para hablar de todo: si venía un partido importante, qué sensaciones había… comidas que tampoco eran muy continuas pero en las que se trataba un poco cómo estaba el equipo y qué se necesitaba. Eran más como apoyo y ayuda que para poner o quitar al entrenador.

Mi sensación es que es algo que podía suceder y que él tomara la opinión de tres o cuatro jugadores importantes para saber cuál era el sentir del vestuario, que en esos momentos no tenía dudas de que Radomir tenía que seguir porque lo había hecho muy bien y había conectado con todos nosotros.

Ramón Mendoza era una persona con mucho don de gentes.

Era muy cercano, una persona muy jovial. La verdad es que él siempre trataba de motivarnos de cualquier manera. Daba igual lo que fuera, porque cuando organizaba esas comidas que hacía en su casa, él se sentía como un jugador más. También era una persona muy de mundo y a mí me gustaba mucho su personalidad. Era muy buen tipo.

¿Cómo era para negociar las renovaciones?

En ese momento no era como ahora y los agentes no hacían todo. Antes, los contratos estaban muy estipulados y cuando subías al Castilla o al primer equipo se cobraba una cantidad determinada, todos lo mismo, y no se podía negociar nada. Ya cuando había que negociar algo en el primer equipo era el representante el que lo hacía, pero él en ese aspecto -y sobre todo con la gente de la cantera- era muy cariñoso.

Sin embargo, llega el ecuador de la siguiente temporada y pese a que el equipo es líder, prescinde de Antic porque no se jugaba bien. ¿En el vestuario se vio como un error?

Sí. Yo creo que Leo dejó un legado importante en el Madrid, pero cuando lo colocaron ahí como si fuera medio secretario técnico ya fue un poco feo, pues el entrenador se ve en cuestión. Ese movimiento que se hizo, dentro no lo vimos bien. Aunque nosotros teníamos mucho cariño a Leo, porque había sido muy importante para todos y nos marcó mucho, era poner el foco sobre Antic y decirle «a la mínima que hagas te vamos a cepillar».

Eso desestabilizó el grupo y la dinámica del equipo, porque sabes que el entrenador está en la cuerda floja y fue un error. Puedes jugar mejor o peor, pero el equipo estaba logrando resultados.

 

¿Sin la destitución de Radomir Antic el Real Madrid habría ganado esa Liga 1990/1991?

Pienso que sí. Cuando llega Leo, sigue en la misma línea de siempre. No quiso cambiar nada. Futbolísticamente sus equipos han jugado muy bien, pero realmente tampoco cambió mucho el equipo para que eso sucediera.

Más que la llegada de Leo, lo que nos afectó fue la injusticia que se hizo con Radomir, con su trabajo. La gente había estado cercana a él, nos había convencido de su idea, estábamos en esa línea y nos dio mucha pena por él. Cuando una cosa es injusta, te afecta. Y al equipo le afectó.

Paulo Futre reconocía que esa Liga 1991/1992 fue la que más cerca estuvo de ganar con el Atlético de Madrid, pero una derrota con vosotros en la jornada 35 les aleja del título.

Ganamos por 3-2, yo marqué un gol al final y los dejamos fuera. Pasados los años fui al Vicente Calderón a comentar un partido del Levante, porque antes estuve allí de segundo con López Caro, y por los bares que había cerca del campo todo el mundo se acordaba de ese gol. ¡Sí que hizo daño!

También decía el propio Futre que con VAR el resultado no hubiera sido ese.

Fue una remontada más y yo creo que el partido no tuvo nada. Para nosotros fue un partido clave que nos permitió llegar con posibilidades, pues quedaban muy pocos partidos y fuimos muy al límite en cuanto al resultado, pero remontamos honradamente. Los descartamos a ellos.

Los aficionados más antiguos del Real Madrid siempre han visto al Atlético como el gran rival por encima del FC Barcelona. Esos derbis echaban chispas…

Totalmente. Para mí también lo es. El Barça de esa época, hasta que llegó el Dream Team, para nosotros era un equipo menor que el Atlético de Madrid. Con ellos era una rivalidad mucho más fuerte que con el Barça. Ahora parece más relevante y más histórico un partido entre Real Madrid y FC Barcelona por la situación de ambos equipos, pero en nuestra época con el Atlético de Madrid había mucha más rivalidad. Eran partidos a vida o muerte.

Y llega Tenerife. Del 0-2 y la Liga en el bolsillo, al 3-2 y el título para el FC Barcelona. Fue la primera de los Ligas que se perdieron de forma similar.

Fue extraño. Sobre todo la primera vez. En la segunda no pude participar, porque estaba con la lesión de la rodilla, pero el primer partido lo recuerdo muy claramente. El gol que anulan a Milla es una vergüenza, porque son varios metros en posición legal, nos poníamos 1-3 y el partido estaba completamente resuelto. Un linier tiene que ver esa situación.

¿Con todo el caso Negreira te ha vuelto el partido a la cabeza?

Fue lamentable, una vergüenza. Ahora ya, después de todo lo que ha salido, recuerdas pequeños detalles, sobre todo de ese árbitro: a mí me expulsó una vez injustamente, otros arbitrajes que tal… Lo que pasa es que nosotros en aquella época éramos muy superiores y a veces no se puede hacer nada contra un equipo muy superior. No vas a pitar diez penaltis o a expulsar a cinco jugadores.

Pero ese partido ante el Tenerife yo noté algo raro y salimos del campo indignados, porque es verdad que lo del PSV nos afectó un poco, pero esto…  Lo de Tenerife lo revivo con frustración por esas decisiones que se habían tomado dentro del partido.

Ahora, viendo algunas cosas, entiendo todas las situaciones y seguramente todo se remonta a esa época. En el fútbol puede haber cualquier resultado, pero muchas de las decisiones que fueron erróneas en contra nuestra eran algo raro que no acababas de entender.

Unos días después te partes el ligamento en semifinales de Copa del Rey frente al Sporting de Gijón y estás prácticamente un año y medio fuera.

Son meses muy duros. No es que pensara en retirarme, porque era muy joven, pero sí es verdad que no veía salida. A mí, además, se me complicó bastante porque tuve una infección en la rodilla y no fue fácil. En una recuperación de un ligamento cruzado lo normal son seis meses, pero a mí se me alargó con la infección. Además, tenía mucha adherencia en la rodilla y me hicieron una artrolisis para limpiarla, aunque a pesar de hacerlo me faltaban grados de extensión.

En los siguientes años tuve varias lesiones derivadas de esa falta de extensión. Pude jugar unos años más, pero me retiré joven. Descubrí hace poco que, oficiales, no he llegado a 70 partido con el Real Madrid.

Sí que es cierto que en aquella época se jugaban muchos partidos amistosos, torneos como el Teresa Herrera o el Carranza, por lo que habré pasado de cien partidos. Yo pensaba que había sido alguno más, pero la lesión me perjudicó mucho. Vino justo en el peor momento, porque a raíz de eso cambiaron las cosas: tuve que salir cuando acabé contrato y me fui a Valencia.

Antes de marcharte, reapareces con el Castilla.  

Me encontraba bien de la lesión porque no tenía ninguna inflamación ni nada por el estilo, pero no me sentía yo mismo. Me costó mucho coger una forma óptima y, sobre todo, estar al mismo nivel que antes, que nunca estuve porque estaban esos detalles pequeños que me perjudicaban.

En tus meses en el filial te entrena Rafa Benítez, que tenía 33 años.

Era muy metódico. Él llevaba todas las estadísticas de pases fallados, etc. Era un adelantado a su tiempo y ha llegado a donde ha llegado porque en ese momento hacía cosas que otros no. Recopilaba estadísticas de todos nosotros en diferentes aspectos, luego hacía sus lecturas de lo que era un partido y si tenía que tener charlas individuales con algún jugador las hacía para darnos instrucciones.

El Valencia al que llegas tenía un buen proyecto.

La verdad que sí. Llegó Mazinho, también Vicente Engonga… el Valencia era muy buen equipo y había grandes jugadores. Ese año jugamos la final de la Copa del Rey y la perdimos contra el Depor. Fue aquella famosa de la tormenta que se suspendió y marcó Alfredo al final.

Cuando fiché con el Valencia tuve que ir dos meses antes. Paco Roig me quería firmar sí o sí y estuve allí entrenando con ellos para que vieran como estaba y el médico no se atrevía a que firmara. Si jugué en el Valencia fue por él, por lo que le estoy muy agradecido. Para mí fue un año en el que jugué más de lo que podía esperar por cómo estaba y donde quiero destacar a la afición.

A mí me sorprendió jugar un partido de Copa del Rey contra un equipo de Segunda División B y ver el campo lleno. Eso en otros estadios como el Santiago Bernabéu, no es así. Es verdad que el Valencia o el Sevilla son equipos difíciles, porque quieren ser como los equipos grandes y pelear por los mismos objetivos. Aunque a veces se logra alguno, habitualmente acaban vendiendo a sus mejores jugadores, por lo que tienen demasiada exigencia para lo que luego pueden conseguir.

Coincides con Mijatovic.

Pedja era un futbolista muy moderno en el sentido de que no era un delantero como tal, sino un mediapunta con mucho talento que veía puerta con una enorme facilidad. Cuando tenía situaciones de gol era muy difícil que fallara.

Mijatovic formó parte de la selección de Yugoslavia que ganó el Mundial juvenil de Chile de 1987 junto a Prosinecki, con el que tú juegas en el Real Madrid.

Un futbolista monumental. Lo que pasa es que tuvo aquella lesión tan grave y, no es que fuera un error, pero se operó. Y al operarte del cuádriceps no es fácil que te quede bien. Muchas veces, sentía un pinchazo y se lesionaba casi con cualquier movimiento.

Hacía muchos controles con el exterior levantando la pierna lateralmente e incluso un día, en un entrenamiento, fue a controlar la pelota y ¡tac! se lesionó. Casi lo pasábamos peor nosotros que él, pues era un jugador descomunal. Era un centrocampista total, muy dinámico en todos sus movimientos, tremendamente competitivo, que era capaz de driblar, que chutaba, que centraba, defendía, apretaba… ¡Puf! Fue una pena, porque tenía unas cualidades enormes.

De Valencia te marchas a Albacete.

Una etapa muy sufrida, donde todo fue muy complicado y acabamos descendiendo. Hubo algunos buenos resultados como un empate a uno con el Real Madrid con un gol mío casi al final, pero luego hicimos otros partidos malísimos como una derrota 8-1 contra la Real Sociedad.

Tuvimos resultados muy dispares y el equipo no era malo, pero la Liga era muy competitiva y acabamos jugando la promoción contra el Extremadura y descendimos. Ese tipo de eliminatorias, el equipo de Primera tiene que defender su sitio y el de Segunda llega de otra manera, eso nos afectó mucho y nos dejaron fuera. El partido que jugamos allí sufrimos mucho, porque ellos venían con otra dinámica.

En Albacete coincides con Benito Floro.

En mi época del Real Madrid ya le conocía, aunque no me pudo entrenar. De hecho, él dijo de mí que yo era el Pirri de los noventa, si bien no luego no pude jugar por aquella lesión. En Albacete, a él se le veía un poco desencajado por la situación, pues había sido idolatrado años antes por todo lo que había hecho en su primera etapa y el fútbol fue muy ingrato, ya que la gente esperaba que esto volviera a repetirse. Yo creo que no se sintió respetado en Albacete.

Una de sus aportaciones fue la incorporación del psicólogo al organigrama del equipo. 

En el Real Madrid yo no estaba en el día a día en todo lo referente a concentraciones y demás, pues estaba recuperándome de la rodilla, pero me ofreció la posibilidad de charlar con el psicólogo. Yo hablé con él porque me sentía muy frustrado, me dio muchas pautas y fue de gran ayuda. Y para otros compañeros también.

Daba ejemplos para temas de focalización en el campo sirviéndote de alguna palabra como «¡Fuera!» para olvidar todo lo que habías hecho, porque tenías en la cabeza una acción que habías hecho mal y estabas todo el partido pensándolo. Él te hacía decir una palabra, la que tú querías, para salir de ese bucle y centrarte en lo que estabas haciendo en ese momento.

Hay muchas situaciones para las que yo veo muy válida la utilización del psicólogo. Él, además de darnos charlas colectivas y más generales, también ayudó a varios jugadores individualmente. A mí, con todo el tema de cómo estaba a nivel anímico por la lesión,  también.

Juegas en Racing de Ferrol y Albacete unos meses y sales de España para jugar en el Irapuato de México. ¿Qué te aportó jugar en el extranjero?

Quisiera haberlo hecho antes. Ahora que es más normal ver a los jugadores españoles fuera de aquí, a mí me hubiera gustado haberlo hecho, tener la rodilla bien y disfrutar cuatro o cinco años de otros campeonatos.

En México, con la forma tan diferente a España en la que se disputan los campeonatos de una vuelta con dos grupos y luego octavos, cuartos, semifinal y final, con campeones de verano e invierno; las diferencias dependiendo de donde juegues, pues en Veracruz hace un calor y una humedad increíbles y en Toluca estas casi sin aire por la altura… fue una experiencia buenísima.

A nivel personal, te das cuenta de que tenemos poco de lo que quejarnos. Nosotros teníamos allí diez o doce chavales a la salida de los entrenamientos con los que te ibas a desayunar pan y leche y que no tenían casi ni para comer. Son experiencias personales que me tocaron mucho en el aspecto de la vida tan consumista que tenemos en España y Europa y las necesidades reales que hay por ahí. Interiormente me llenó mucho.

Te marchas a Grecia.

Acabé en México y me ofrecieron la oportunidad de firmar otra temporada más, pero llegó el Panionios para que jugara en Grecia. Mi situación personal provocó que aceptara, porque estaba más cerca de España, aunque fuera geográficamente y no por el tema del idioma.

En Panionios tuve un buen año, porque jugué mucho e incluso disputamos un playoff entre cuatro equipos para meternos en la UEFA, pero no entramos. Allí jugué con Milinko Pantic, con el que tuve muy buena relación, y también con Thomas Christiansen, que jugó en el FC Barcelona, fue internacional y ahora es entrenador de Panamá. Teníamos un equipo interesante y mi paso por allí me aportó mucho.

Allí viviste un terremoto.

Fue un par de semanas antes de que el Real Madrid viajara allí para jugar con el Olympiakos un partido de Liga de Campeones. Por aquel entonces estaba viviendo en la planta once de un hotel, me encontraba tumbado tranquilamente y de repente vi los edificios moverse. Fue una sensación malísima.

Tu lesión fue con 24 años, pero ya no volviste a ser el mismo.

No. Me limitaba bastante al hacer giros y algunas acciones. Es verdad que en Valencia no estuvo mal el número de partidos que jugué y en Albacete también lo hice bastante. Luego al ir al México ya me sentí mejor, en gran medida también porque bajé de peso por recomendación del entrenador, pues en aquel campeonato los futbolistas son más livianos.

Pese a que los jugadores allí eran más rápidos estuve mejor, pero esas descompensaciones que te comentaba me provocaban muchas lesiones. En Grecia me ofrecieron la posibilidad de renovar por un año, pero preferí retirarme.

Ahora los jugadores están mucho mejor preparados y aunque la exigencia es mayor, si no tienen lesiones graves pueden alargar su carrera muchos años. Yo tenía treinta y todavía era joven, pero ya no me veía. Lo importante cuando eres futbolista es no tener lesiones graves de este tipo como pasó en mi caso.

¿En tu cabeza ya estaba la idea de entrenar?

Surge un poco después. Por circunstancias familiares yo en esos momentos vivía en Barcelona, hice el primer curso en Madrid y el segundo fue allí. Luego completé aquel primer curso específico para jugadores de Primera División que habían estado un tiempo determinado y ahí coincidí con Míchel, Abel… muchos técnicos que han estado y están entrenando ahora.

Hice el curso y cuando estaba en Barcelona trabajé en la Fundación del Real Madrid hasta que en un determinado momento me llamó Emilio (Butragueño) para ofrecerme la posibilidad de ser ayudante de López Caro en el filial, ya que se había ido el segundo entrenador.

Ascendimos a Segunda División en la 2004/2005 con un equipo en el que estaban Arbeloa, Jurado, Soldado, Diego López, Rubén de la Red, Javi García, Juanfran… muy buenos futbolistas. El año siguiente estábamos con ese filial cuando nos llamaron para coger al primer equipo después de que se marchara Vanderlei Luxemburgo y en noviembre o diciembre empezamos ahí.

Cuando vuelves de segundo entrenador, ¿notas mucha diferencia con respecto al Real Madrid que habías dejado en 1994?

Total. Camacho lo comentó meses antes y la verdad es que era muy distinto con relación a cuando estuvimos nosotros. Los tiempos cambian y la tipología de estos jugadores hace que de alguna manera también se extienda al resto de niveles. Tenían muchos eventos publicitarios y había que organizar cómo se iban aquí o allí. Eso lo hacían en su tiempo libre y era normal, pero es verdad que cuando nosotros llegamos al equipo había situaciones interiores complicadas entre ellos.

De cualquier modo, nosotros cogimos a un equipo que no estaba y lo dejamos segundo. Lo que nos falló fue la Copa del Rey, en aquella semifinal que perdimos 6-1 en la ida contra el Real Zaragoza y luego casi remontamos en la vuelta con ese 4-0. Fue una experiencia muy buena, pues entrenar a estos jugadores es diferente al resto.

Por allí estaba un tal Ronaldo Nazario…

Ronaldo era como un niño grande en todos los sentidos. Era un chico cariñosísimo y, como futbolista, impresionante. Me acuerdo de él en los mano a mano y muchas situaciones de ejercicios que hacíamos y era único. Zidane o el mismo Guti, que tenía un talento excepcional y estaba al nivel de todos aquellos. Otro era Beckham, que venía de la cultura inglesa y era muy profesional.

Cuando llegamos, notamos que el vestuario estaba un pelín dividido y nosotros conseguimos encauzarles a una idea de trabajo más colectivo con todos más juntos y el equipo mejoró mucho, pero ya sabes lo que exige el Real Madrid. Hubo un partido en Barcelona que empatamos a uno y merecimos ganar después de jugar 70 minutos con diez jugadores por una expulsión de Roberto Carlos. Hicimos lo que pudimos, la verdad, pues no había para hacer mucho más.

Esos jugadores eran sus propias empresas. ¿Cómo separaban el fútbol del resto de obligaciones contractuales?

Ellos lo veían como algo natural. Una cosa era entrenar y su trabajo como futbolista, y otra lo que tenían que hacer a parte. Sin embargo, pese a lo que la gente pudiera pensar, eran ejemplares en su comportamiento, te lo digo de corazón. Se juntaron una serie de jugadores que daba gusto verlos jugar. Que los resultados se dieran o no dependían de muchas circunstancias, pero como profesionales no había ni una queja.

Thomas Gravesen.

Él venía de jugar en el Everton en Inglaterra, por lo que estaba acostumbrado a ser un box to box. Nosotros jugábamos un poco como yo hacía con Toshack, con tres atrás, dos carrileros y luego en el centro del campo con un pivote y dos más ofensivos. Estaban Guti, Zidane, Baptista, que a veces también lo metíamos por ahí… Hubo un día en el que nuestro único pivote defensivo era Pablo García y estaba lesionado, por lo que López Caro me pidió que me sentara con Tomy a explicarle un poco lo que queríamos.

Él me decía «No, coach», porque no quería jugar ahí, así que yo le respondía: «Bueno, tú sabrás, porque si no juegas ahí no vas a jugar. Mira los jugadores que tienes por delante, ellos tienen más talento y más calidad que tú».

Él, al final, aceptó aunque un poco a regañadientes, pero te voy a decir que aunque a veces se volvía un poco loco y hacía cosas raras en los entrenamientos era un tío súper majo y competitivo. Para un entrenador, tener un tío así es buenísimo, pero hay que encauzarlo para que se adapte a lo que tú quieres.

Hubo un enganchón con Robinho en el que parecía que lo iba a devorar como Saturno a su hijo.

Hacía muchas bromas en los entrenamientos, cogía a los compañeros, los tiraba al suelo… Lo hacía todo en plan cariñoso, pero era muy bruto, muy bestia, aunque deportivamente para un equipo de esas características era muy bueno.

Era como el perro de todos: cuando había que trabajar defensivamente o robar un balón, el primero que estaba era él. A veces podía ser más agresivo de lo normal, pero si sabías mentalizarle y encauzarle para lo que tenía que hacer era un jugador muy válido. Yo, que había jugado en esa posición, muchas veces me quedaba con él trabajando en esas situaciones.

Ahora es multimillonario.

Sí, había estado en Las Vegas y había hecho allí un dineral. Lo leí y me hizo gracia.

Acompañas a López Caro en Levante y Celta de Vigo pero vuelves al filial del Real Madrid como ayudante de Julen Lopetegui.

Como yo había estado, Julen me preguntó para poder ayudarlo. Estábamos dos asistentes: Juan Vicente Peinado, que también estuvo en Sevilla con él y ahora está en los Wolves, y yo. Él  trabajaba más en la faceta ofensiva y yo en la defensiva. Ese año nos quedamos a las puertas de poder jugar el playoff pero el último partido lo perdimos en Canarias, en un campo de césped artificial y no logramos meternos. Intenté aprovechar la experiencia que había tenido con Juan Ramón en mi anterior etapa y ayudar en ese sentido.

Él es tu cuñado, ¿es complicado trabajar con un familiar en un puesto de tanta tensión?

No hay problema. Además, nosotros ya habíamos jugado juntos. No veas cuando me cogió para decirme: «Mira, que quiero hablar contigo. Es que estoy saliendo con tu hermana». «¿Cómo?» (risas). No lo supe por mi hermana, lo supe por él.

Nosotros habíamos sido compañeros, teníamos relación. Cuando estuve con él intenté ayudarlo lo máximo posible, siempre he sido una persona franca en ese sentido y todo lo que veía se lo comentaba. Además, Julen es muy abierto y ahí tienes todo lo que ha conseguido.

Cuando fue entrenador del primer equipo apenas estuvo unos meses.

En el Real Madrid se precipitaron claramente cuando lo cesaron, porque analiza la situación que tenía el equipo en ese momento después de que se hubiera marchado un jugador como Cristiano Ronaldo y no fichar a nadie. Luego llegó Solari, que, aunque ganó el Mundial de clubes, tampoco hizo mucho más y, más tarde, Zidane tuvo peores número que Julen esa temporada.

¿Crees que ya llegó tocado después de lo que ocurrió con la selección y su destitución por firmar con el Real Madrid?

Lo de la selección es un cuento largo de contar, porque es una decisión que interiormente creo que estaba todo el mundo en contra, hasta los propios jugadores. Puedes firmar por el Real Madrid como puedes hacerlo por el Betis y cuando acabe el Mundial vas para allá. Fue una situación ilógica y muy injusta, pues fue algo limpio y con esa decisión lo pusieron en un sitio que no le correspondía.

Así pasó, ya vimos el Mundial que se hizo. Fue una decisión dolorosa contra él, que llevaba tantos partidos sin perder con la selección, y a falta de dos días para el Mundial. Hubo cosas internas que no acabo de entender y prefiero ni saberlas. Para la gente que somos de fútbol da la sensación de que todo sucedió por lo que representa el Real Madrid. Si llega a ser otro equipo, no hubiera pasado nada. ¿Por qué?

Cuando el Real Madrid destituyó a Julen tú afirmaste que habías «sentido vergüenza de ser madridista tras ver el comunicado». En este, se apuntaba que «La Junta Directiva entiende que existe una gran desproporción entre la calidad de la plantilla del Real Madrid, que cuenta con 8 jugadores nominados al próximo Balón de Oro, algo sin precedentes en la historia del club, y los resultados obtenidos hasta la fecha».

Sí, porque es más injusto debido a que era una persona de la casa. Es como si me hubieran echado a mí. Yo lo veía así y fue un comentario que me salió del corazón. No lo dije porque fuera mi cuñado, porque podría ser el tuyo y lo vería igual. Los que hemos bebido verdaderamente de los valores del Real Madrid desde que teníamos ocho o nueve años, sabemos que esos no son.

No hay que decir que si los Balones de Oro, hay que hacer las cosas con caballerosidad. Si hablas de ser un club señor, hay que demostrarlo. Y hacerlo de verdad. No se puede hacer un comunicado de ese tipo, es un error gravísimo y por eso lo dije. Yo seré madridista hasta que me muera, pero me sentí dolido al igual que pasó por cómo se marchó Raúl, Casillas o Cristiano, jugadores que son leyendas del Real Madrid.

¿Piensas que esas declaraciones te han cerrado la puerta a volver a la casa?

No. Yo las etapas allí ya las he pasado, no voy a estar en muchas más. He sido jugador, he sido entrenador en el segundo equipo dos veces, en el primer equipo… sinceramente no veo que tenga porque volver o no al Real Madrid. Nunca he sido alguien que por estar en un sitio diga «Sí, señor» a todo. Cuando se debe criticar algo, hay que hacerlo.

En 2011 comienza tu carrera de primer entrenador.

Me sale una posibilidad en Egipto por medio de un agente que me ofrece entrenar a unos de los históricos, El Ittihad. Allí hay cuatro o cinco equipos que son los que más afición tienen en cuanto a número de aficionados, pues luego hay equipos del petróleo, del ejército, de empresas…

En febrero de 2012, una auténtica masacre en un partido entre Al Masry y Al Ahly deja más 70 muertos y casi 250 heridos. 

La verdad es que fue un año fenómeno hasta que sucedió la masacre. Yo había estado en ese campo dos semanas antes y para explicar lo que pasó hay que entender un poco la situación que había allí. Se dio el derrocamiento de Hosni Mubarak y dicen que la revolución vino un poco patrocinada por los hinchas de Zamalek y Al Ahly, que fueron los que empezaron a protestar. Esto fue como una pequeña venganza del exgobierno hacia a esa gente, porque era muy sorprendente que con todo lo que pasó en la previa del partido el árbitro no lo suspendiera.

Yo estaba viéndolo por televisión y me sorprendió que no lo hiciera, pues empezaron a tirar cohetes y lanzar objetos a los jugadores en el calentamiento. De repente, la afición de Al Masry se lanzó con machetes y pistolas, la policía no hizo nada y posiblemente estaba compinchada para que esto sucediera. Yo tenía un amigo argentino que formaba parte del cuerpo técnico de Manuel José en Al Ahly y me contaba que fue caótico: «Juanjo, veíamos caer a las personas, chavales de dieciséis años».

Fue algo que marcó mucho el fútbol en Egipto. Se paró la Liga mucho tiempo y el segundo año, como el primero fue muy bueno e hicimos un contrato alto, arreglamos la situación para marcharnos porque veíamos que no empezaba la Liga. Empezamos a entrenar en junio o julio y pasaron los meses hasta que una semana antes de Navidad todo seguía igual, hablamos con el presidente, que era sobrino del expresidente Anwar Sadat, rescindimos el contrato y regresamos a casa.

Luego, cuando volvió la competición firmé por Al Masry, el equipo en el que sucedió todo esto que te contaba y donde estuve apenas cuatro o cinco meses. Dimití porque había muchos problemas para pagar los salarios, etcétera y le expliqué al presidente que no podía sacar lo mejor de mis jugadores en esa circunstancia y me marché.

Siguiente etapa, Arabia Saudí.

Como hay mucha gente egipcia trabajando en distintos puestos de los clubes de Arabia Saudí me llegó una oportunidad en la Primera División de allí, donde había tan solo catorce equipos y llegué al que estaba en el último puesto con un punto y veinte partidos por delante. Era el Al-Shoalah y lo cierto es que lo hicimos muy bien, logramos la salvación, acabamos en mitad de la tabla e incluso me dieron el premio a entrenador revelación.

A Daniel Carreño, que entrenaba al Al Nassr, le dieron el premio a mejor técnico. De ahí me fui al Al-Fateh, que había ganado la Liga dos años antes porque los grandes no lo habían hecho bien y es como si hablamos de Valencia o Sevilla en España. Ellos estaban ahí con el título en la cabeza y tuvimos un inicio complicado en el que nos tocó enfrentarnos con los grandes de la competición y me cesaron.

Ahora vemos a Cristiano Ronaldo, ofertas millonarias a Leo Messi… pero en 2013 la Liga de Arabia Saudí no era así.

En la época en la que yo estaba era muy distinto. Ahora quieren situarse en el primer nivel y detrás de todos estos contratos que están pagando están el Príncipe y toda la gente relacionada, porque si no, no podría hacerse. El que era mi segundo entrenador, Antonio Cazorla, cogió el Ettifaq después de que echaran al entrenador. Estaba antes en el segundo equipo, que jugaba el día después de que lo hiciera el primero.

Esos partidos los disputan los futbolistas que no están convocados en el primer equipo, los que salen de lesión y algunos del filial. Están haciendo una segunda liga. En la Primera División van a jugar siete u ocho extranjeros, por lo que no van a dejar espacio a los saudís, el seleccionador ha dicho ¿qué es esto? y han organizado una competición para que los futbolistas de allí también puedan jugar. Es una Liga paralela para que puedan seguir jugando.

También entrenaste al Atlético Tetuán en Marruecos a finales de 2020.

En aquel momento mi mujer estaba embarazada y era una posibilidad que me venía bien, pues desde Tánger en cuarenta minutos estás en Madrid. Firmé en octubre y estuve apenas cuatro meses porque había problemas de varios tipos, incluidos los de pagos. Lo cierto es que fue una de las peores experiencias que he vivido en el mundo del fútbol.

Tu última experiencia en los banquillos hasta la fecha, nuevamente en Arabia.

Me llamó Al-Kawkab, que es de Al-Kharj, la misma ciudad que el Shoalah y estaba casi desahuciado después de catorce partidos sin ganar. Estaba viviendo una situación personal muy complicada porque mi hermano acababa de morir de la noche a la mañana por una muerte súbita y hablando con mi mujer me dijo que, aunque no fuera el mejor momento anímico, podría venirme bien. Aunque no estuve hasta el final, aquellos tres meses fueron buenos para la cabeza.

¿Y tu futuro?

He tenido algunas ofertas para volver a Egipto y Arabia, pero no me he decidido. España no estaría mal, pero aquí es difícil, pues yo he estado entrenando fuera durante mucho tiempo y ahora es más complicado. A ver si cuando empiecen las temporadas puedo encontrar un sitio y hay posibilidad de seguir entrenando.

2 Comentarios

  1. Pilar Maqueda Sánchez

    Querido primo, he leído casi toda tu vida deportiva y me ha gustado mucho, sé que eres un gran jugador y entrenador. Como persona seguramente sigues siendo un amor. Un abrazo.

  2. Está claro que esta entrevista se hizo en invierno, con mucho frío, porque el entrevistador no se saca la bufanda en ningún momento. Gensanta.

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