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No dejes que la verdad te estropee un buen agravio

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Antonio Añover (Foto: antoniolu6.wixsite.com/antonioao)

Antonio Añover, redactor del diario La Razón, alucinaba el pasado domingo con el comportamiento de algunos colegas especializados en deporte: «Cómo puede ser que en la Cope hablen de la entrada de Bellingham a Correa del pasado domingo y porque hoy esté jugando se oigan comentarios como «le tenía que haber dado más fuerte». Algunos «periodistas» solo son forofos que escriben».

Como la frase reseñada era de tarjeta roja, varios de los tuiteros alertados por Añover quisieron poner nombre y apellido al ofensor, imagino que para proceder al preceptivo linchamiento. Él había dado la alerta, pero lo desconocía: «Es la primera vez en años que escucho Tiempo de juego, más que nada porque he estado en peñas y bares con menos bufanderos que los que hay en ese programa. No he reconocido la voz, pero el comentario ha existido». Se le notaba ciertamente escandalizado.

Como enseguida le dijeron en los comentarios —y Jot Down Sport ha confirmado mediante fuentes de toda solvencia, es decir, revisando el podcast del programa—, la frase fue pronunciada por Gonzalo Miró. Algo previsible, por otro lado, debido a una mera cuestión de probabilidad: si escogemos a un hombre o a una mujer al azar de entre toda la humanidad, seguramente el agraciado sea chino o indio. Igual sucede con el omnipresente Miró, que es seguidor confeso del Atlético de Madrid y que, por tanto, había hecho el comentario con toda su ironía.

Todos podemos tener problemas para identificar el sarcasmo. A mí, al menos, me ha pasado unas cuantas veces. No reviste mayor gravedad pero, combinado con otras carencias, tiene sus riesgos. Cuando quieres colocar a alguien en la picota por algo que ha dicho o escrito, conviene tomarse ciertas molestias: repasar la frase y su contexto e identificar al autor son dos muy básicas y especialmente aconsejables si eres periodista. En un ecosistema como las redes sociales, donde cualquier individuo puede decir cualquier cosa, ese celo es justo lo que debería marcar la diferencia entre el periodista y los forofos que escriben.

Las respuestas al tuit de Añover son para echarse a llorar. Algunos incluso atribuían la frase a Paco González y a Santi Cañizares, que debía de ser lo que les pedía el cuerpo. Pocas cosas mejores que el victimismo para reforzar los vínculos y el sentimiento de pertenencia. Entre mil cosas más, hemos de reprochar a la Real Academia Española que su diccionario sólo –sólo– recoja una acepción para el término «victimismo»: «Tendencia a considerarse víctima o hacerse pasar por tal». Me parece una definición incompleta. En algún punto habría que considerar el placer indescriptible que sienten muchas personas, y en particular los aficionados al fútbol, al describirse como el centro de una ofensa o, aún mejor, un buen complot. Podría pensarse que los victimistas son gente irritada cuando es justo al contrario: gente que disfruta enormemente denunciando las persecuciones de las que son objeto. Quizá porque eso les hace creer que los demás se acuerdan de ellos más a menudo de lo que en realidad sucede.

Más de dos días después, Antonio Añover no ha borrado su tuit ni ha aclarado que la frase incendiaria no era más que la broma de un atlético. Por algún motivo que desconozco y tal vez nos quiera explicar, no lo ha considerado oportuno. Por tanto, sigue siendo leída y amplificada por gente que se pasará años exhibiendo una herida tan inexistente como placentera. No dejes que la verdad te estropee un buen agravio.

Un comentario

  1. Pingback: Querido narrador, seguramente no eres gracioso

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