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Equals: la serie documental de la UEFA contra los prejuicios en torno al fútbol femenino

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‘Equals’ es el nuevo documental sobre el fútbol femenino lanzado en UEFA.tv

Desde el pasado 14 de marzo, la antigua Primera Iberdrola, ahora Liga F, es una competición profesional. Una noticia con dos lecturas: positiva, porque las futbolistas podrían dedicarse con garantías económicas y laborales a su profesión; y negativa, por lo tarde que llegó. En un país donde los partidos de fútbol base y amateur llenan campos y condicionan la organización de los fines de semana, resulta complicado pensar que muchas de las opiniones vertidas sobre el fútbol femenino se rijan por motivos técnicos, de nivel, y no por prejuicios sociales.

Equals es el nombre de la serie documental que ha estrenado la UEFA para acercarse al fútbol femenino de la mano de sus protagonistas. En total, en seis entregas de veinte a veinticinco minutos, la producción busca hablar de distintos temas que rodean al fútbol, femenino y a veces masculino, a través de los testimonios de las jugadoras durante la celebración de la pasada Eurocopa de Inglaterra 2022. Si bien cada una de las piezas trata un tema en concreto, la igualdad será el denominador común; una palabra que, como dice la periodista británica Alex Scott, sigue asustando en la sociedad actual.

El crecimiento de inversión, desarrollo, nivel y seguimiento popular que ha experimentado el fútbol femenino en los últimos años ha sido despampanante. Según Statista, en España había casi cuarenta y cinco mil mujeres con licencia federativa en 2014. Siete años después, la cifra ha subido hasta más de sesenta y siete mil. Las fichas masculinas se colocan por encima de las novecientas mil. Durante Equals, en ningún momento se pretende que datos como estos sean paritarios. Sin embargo, sí se insiste en que el trato a ellas debe ser igualitario. «Not on being paid but the way you are treated», destaca Alex Scott. [No en el salario sino en la manera en que somos tratadas] Ya contamos en esta casa que Alexia Putellas, que tiene dos Balones de Oro, cobra el salario mínimo de LaLiga. Todavía queda mucho camino por recorrer.

Basta con observar las calles y los campos de fútbol base para darse cuenta de, cada vez, más niñas juegan al fútbol. Sobre todo en edades tempranas, es habitual encontrarse partidos de competición mixta. La única presidenta mujer de una federación nacional de fútbol, Lise Klaveness, de Noruega, insiste en la importancia de crear espacios para las niñas en las primeras categorías del fútbol. «Jugar con chicos puede cohibirlas y hacer que abandonen el fútbol. Es necesario que se formen en ambientes donde factores como la vergüenza afecten lo menos posible. En Austria, por ejemplo, no había campamentos de fútbol para chicas, así que monté el mío propio», cuenta la jugadora del Bayern de Múnich Sarah Zadrazil.

Actualmente, la gran mayoría de clubes profesionales de fútbol masculino tienen una sección femenina. No ocurre así en el fútbol base. Los motivos merecen un debate aparte, pero se hace difícil pensar que las jugadoras de la Segunda División Senior de Jaén puedan alcanzar un mínimo de ritmo competitivo jugando una liga compuesta por tres equipos. Tessa Wullaert, capitana de la selección belga y jugadora del Fortuna Sittard, reconoce que tuvo la suerte de encontrar un club para chicas cerca de casa, pero que esa no es la realidad de todas las niñas. La primera piedra es crear más equipos.

«Esta ola debe mantenerse»

Para Francesca Sullivan, Global Female Football Player Management en Adidas, el fútbol femenino no puede ser una moda. Ella se refiere a «la ola», en concreto. Las subidas en inversiones publicitarias no han hecho más que empezar, ahora es cuando se empieza a ver a futbolistas –ellas– protagonizar grandes spots publicitarios y a ocupar las lonas de los estadios de fútbol que visten las gradas. Parte de este proceso de refuerzo en la apuesta por este balompié ha sido el incremento en la presión mediática sobre las jugadoras. Ellas mismas lo admiten: en muy pocos años, la asistencia y la atención en sus partidos se ha multiplicado.

Una presión que es necesaria para la gunner y flamante ganadora de la Eurocopa Leah Williamson: «A mí me gusta esa presión: ver el estadio, la gente, la importancia del partido. Odio perder, puede afectar mucho a mi estado de ánimo. La presión es fundamental para que el fútbol femenino crezca, tenemos que rendir al máximo». Palabras que subraya la portera del AC Milan Laura Giulliani: «En cada acción intento hacer la mejor parada. Tenemos esa presión porque nos jugamos cosas muy importantes». La jugadora del Benfica Jéssica Silva también celebra que la presión sobre ellas haya subido, «significa que somos más notables». Hasta hace poco, critica, no le importaban «a casi nadie».

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Tessa Wullaert

Equals resulta una serie documental tan disfrutable porque se cuela en las bambalinas del fútbol femenino de élite y lo desnuda de la infantilización con que muchas veces se trata en la sociedad. Hay dureza, tensión y muchos nervios. Sin ánimo de levantar polémicas, las respuestas son de mucho mayor calidad que las que acostumbramos a ver en el fútbol masculino. El motivo no se especifica en ningún momento. Las jugadoras, tan sinceras y con mensajes bien construidos, ayudan sobremanera al aficionado a entender cómo están viviendo esta profesionalización de su fútbol.

Cuando se habla de igualdad, Sullivan lo resume en tres conceptos: facilidades médicas, inversión económica y recursos para los entrenamientos. Wullaert confiesa que, sobre todo, los equipos son quienes tienen la mayor responsabilidad para alcanzar la igualdad de trato. Si bien la UEFA, FIFA o federaciones pueden hacer mucho por mejorar los recursos de los equipos femeninos o captar patrocinadores potentes, son los clubes quienes deben incorporar esa cultura de igualdad. Cuenta la capitana que en la academia de su antiguo equipo, el RSC Anderlecht, solo había un gimnasio y que, cuando estaba ocupado por los jugadores del equipo masculino, ellas no podían hacer uso de él: «Eso es la igualdad que pedimos. No pueden tratarnos como a niños de quince o trece años», concluía Tessa Wullaert.

«Debemos crear modelos y ejemplos para las nuevas generaciones que vienen. Esto no puede quedar aquí y tenemos que seguir invirtiendo en recursos y oportunidades para las chicas» – Francesa Sullivan

La excepción del norte

En 2017, las selecciones noruega femenina y masculina pasaron a cobrar lo mismo. Erling Haaland y la única persona del país que puede presumir de tener un Balón de Oro en su casa, Ada Hegerberg, ganan lo mismo cuando defienden al combinado nacional. A pesar de que en Equals no se exija hacer las cosas así, Hegerberg, leyenda viva del fútbol a pesar de sus veintisiete años, presume orgullosa de esta «excepción escandinava».

Noruega, que tiene una octava parte de los habitantes de España, en 2017 multiplicaba por cinco el número de equipos femeninos seniors: 553 frente a 113, según Statista. El mismo centro de investigación colocaba a otros tres países vecinos por encima de nuestro país en el mismo ranking: Finlandia (293), Suecia (1.006) y Dinamarca (2.170). Linda Sällstrom, delantera de Suecia, ofrece una explicación cómica a estos datos: «Los escandinavos somos así, tenemos una larga historia en la lucha por la igualdad laboral entre hombres y mujeres. Creo que es por nuestro clima. Como casi siempre es malo y tenemos que estar en casa, hemos aprendido a olvidarnos del exterior y a centrarnos en lo importante, nuestras metas», dice mientras se ríe. Cierto o no, los datos refrendan sus opiniones. Las jugadoras de los países escandinavos opinan en la misma dirección: sus países están dando grandes pasos hacia la igualdad en el fútbol nacional respecto a otros en Europa.

Nadine Kessler, exjugadora y actual máxima responsable del fútbol femenino europeo, interpela a la entrevistadora para preguntarle si cree que podría hacer las preguntas con la silla rota. Silencio; a esas cosas se refiere cuando dice que necesitan mejorar los recursos: asientos con todas las patas en buen estado.

Un hito como la emisión de partidos de fútbol femenino en televisión ha contribuido mucho a su expansión y popularización internacional. Los partidos de Pernille Harder defendiendo el escudo del Chelsea se pueden ver en Dinamarca. Así puede crear ejemplo y modelo a seguir para las niñas, ya pueden verla desde sus casas. Hasta entonces, la gente de su propio país no podía saber cómo lo estaba haciendo en Inglaterra. En España, a Vero Boquete solo se le podía ver en los partidos de la selección –no todos–. Ahora ni eso. Una grandísima noticia, «aunque no perfecta»: «La diferencia con ellos sigue siendo grande, sus recursos son mucho mejores todavía».

Su compañera blue Magdalena Eriksson también destaca el impacto de ganar una medalla. A la vuelta del Mundial de Francia 2019, cuando Suecia se hizo con un meritorio tercer puesto, Eriksson confiesa que notó un cambio en el respeto que sus compatriotas mostraron por su equipo: «Hubo un cambio total en la admiración que recibimos». Sarah Zadrazil también percibe ese aumento del interés en Austria, le impresiona «ver el estadio a reventar» ahora. Por eso necesitan oportunidades, para que no tenga que llegar un bronce mundial para que su gente se vuelque con ellas y puedan estar tranquilas de que la inversión de tiempo ha merecido la pena.

Lia Wält, atacante del Arsenal, lamenta que en su Suiza natal muchas chicas tuvieran que jugar gratis o «buscar trabajos normales» antes que apostar decididamente por sus carreras ante el riesgo de quedarse sin nada. El fútbol no les daba seguridad. Esta falta de garantías también hacía –y hacen– temer a las familias, que a veces mirar con recelo las inversiones de tiempo que hacen las jugadoras desde edades muy tempranas. Para Nadine Kessler, los padres son, a veces, las pocas ayudas que reciben las niñas cuando empiezan a engancharse al fútbol, por eso es tan fundamental su papel en esas fases de la formación temprana. La mediocampista del Bayern Giulia Gwinn no recibió el apoyo de su madre al principio y entrenaba en el Friburgo a sus espaldas.

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Alexia Putellas y Nadine Kessler

Del todo a la nada

Un estudio impulsado en 2014 por la FIFA concluyó que las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir lesiones de rodilla. Pippa Bennett, antigua responsable de los médicos de la selección inglesa, declaró a la BBC que, en los equipos femeninos que trabajó durante sus quince años de carrera, «hubo una media de cuatro y cinco jugadoras con rotura de ligamento cruzado anterior en algún momento de su trayectoria». Hay distintos motivos. Ali Monajati, especialista en estas lesiones y profesor de la Universidad de East London, apunta motivos hormonales, musculares o anatómicos para explicar esta tendencia.

Las caderas de las futbolistas, más anchas, fue uno de los motivos señalados en la investigación de la FIFA. También un supuesto menor desarrollo en los músculos de la rodilla. En cualquier caso, estas roturas pueden tener a las futbolistas de seis a nueve meses fuera de las canchas.

Alexia Putellas se perdió la pasada Eurocopa por una rotura de ligamento cruzado, precisamente. El doble galardón del Balón de Oro de Alexia está endosando una enorme notoriedad e importancia al fútbol femenino en nuestro país, también con un FC Barcelona en modo súper campeón y una selección española que, cada vez, ilusiona más. El pasado abril, el Camp Nou se llenó hasta la bandera con 91.648 personas presenciando el Barça–Wolfsburgo de Champions. «Que griten el nombre de Alexia como lo hacen con Messi es un logro enorme», destaca Nadine Kesller. Y es que Alexia es muchísima Alexia.

Sus ídolos eran Henry, Ronaldinho, Ronaldo, «luego Messi, claro», porque en su casa no se veía fútbol femenino. No tenía acceso. Más tarde, cuando sí pudo ver partidos, le encandiló la clase de Camille Abily, Louisa Nécib y la propia Nadine Kessler. Su familia seguía mucho al Barcelona, pero al masculino. Putellas, por suerte, es el estandarte de un balompié español que, como reconoce Vivianne Miedema, ha dado «massive steps»; increíbles pasos.

Ella también se rompió el cruzado hace apenas un mes. Al igual que Marie Antoniette Katoto y Simone Magill. Ali Monajati advierte de que, ante la falta de recursos que sigue acusando el fútbol femenino, estas lesiones pueden tener consecuencias peores que en el fútbol femenino: «Ellas mismas, los clubes o las federaciones tienen que hacer inversiones muy grandes durante el proceso de recuperación». El ostracismo en que muchas de ellas se vieron durante su período fuera del césped, aparece en ‘Equals’ con testimonios duros. Este es el mejor trabajo del mundo, pero puedes ir de héroe a cero en nada, advierte Kessler. From hero to zero.

Putellas, por ejemplo, reconoce cuánto le ha costado afrontar la realidad de que no puede jugar. Todavía recordamos su discurso en la gala del pasado Balón de Oro donde mostraba sus ganas por volver a jugar con su madre visiblemente emocionada.

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Vivianne Miedema se rompió el ligamento cruzado anterior el pasado diciembre y su presencia en el Mundial peligra

Crear modelos reales

En palabras a El País, Kessler opinaba que el negocio del fútbol femenino no podía ser un copy and paste de lo que ya hay en el masculino. En ‘Equals’, tanto ella como Alex Scott apuntan que la mejor ventaja de su fútbol respecto al de hombres es la posibilidad de crear «real models, not role models». Es decir, dar una imagen de que las estrellas del balompié son más sencillas y accesibles que las que estamos acostumbrados a ver en LaLiga, Premier League, Serie A u otras súper competiciones.

Este es el mayor reto de ‘Equals’. Una de las primeras frases de la serie documental es que esta ola de fútbol femenino no puede detenerse; que sería una pena que la siguiente generación de niñas no disfrutase estos beneficios. Parece que no será así, los registros de audiencia que hacen los partidos cada vez son más imparables y nada hace pensar que la evolución se detendrá. También en el nivel. Kessler, que se retiró en 2016, asegura que el rendimiento y el físico de las jugadoras ha mejorado muchísimo en poco más de un lustro.

La posibilidad de crear modelos reales, esto es, estrellas del fútbol que visibilicen problemas de la sociedad actual, se muestren fuera de la burbuja que sí existe en muchas esferas del balompié masculino y accesibles a su público, puede ser una oportunidad para crear escuela. Es un «nicho» de mercado que funciona muy bien en muchos jugadores y que, de momento, son la excepción.

«Tenemos que tender puentes para la próxima generación de niñas» – Sarah Zadrazil

A futuro para ser ‘Equals’

La clave para el fútbol femenino, dice Kessler, está en el equilibrio entre la inversión económica y humana en recursos. Es necesario que haya buenas máquinas y campos de entrenamiento, pero también suficientes entrenadoras y preparadas con formación de altura que estén dispuestas a mejorar el rendimiento de las futbolistas.

Equals ofrece una visión profunda y sin tapujos de este fútbol en auge. El avance de la UWCL irá a más, y se espera que pronto se ponga en marcha una competición como la Europa League masculina, a fin de subir la competitividad entre clubes del continente.

Esta pieza ha tratado de respetar uno de los estigmas que sigue persiguiendo a este fútbol: llamarlas chicas y no futbolistas. Así se llama el libro de Danae Boronat, una de las periodistas deportivos que más está haciendo por dar un lugar importante a la Liga F o la Copa de la Reina en España. Poco a poco, además, las periodistas están poniendo voz a grandes partidos de la LaLiga Santander y ocupando las sillas de las mesas de análisis y tertulias del país. Más que un «por fin», que sí, a uno le sale avergonzarse. Porque en 2023 esto debería estar más que integrado y normalizado.

‘Equals’ pide una igualdad de trato y oportunidades que, en boca de las futbolistas, todavía no ha llegado. De momento, el apellido de «femenino» se antoja complicado de quitar. De momento, cuando se habla de fútbol a secas se sobreentiende que se refiere al masculino. Sin apellido. Ocurre en muchísimos deportes, hay que especificar qué competiciones es de mujeres y cuáles no. En los Juegos Olímpicos no pasa, se pone apellido a todo: hay final de ‘100 metros femenino’ y ‘100 metros masculino’. Es un simple detalle. Hay tanto camino hecho como por hacer todavía. Leah Williamson despide esta serie documental interpelando al público en general: «If you got the fever, join us!»

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Leah Williamson con la Eurocopa conseguida el pasado verano

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