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Todo lo que usted siempre quiso saber sobre la píldora anticonceptiva en el deporte* (*pero nunca se atrevió a preguntar)

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¿Recuerda aquella frase con la que empezaban todas las historias de Asterix? “Toda la Galia está ocupada por los romanos… ¿Toda? ¡No! Una aldea poblada por irreductibles galos resiste, todavía y como siempre, al invasor”. Imaginemos que los romanos son los profesionales de la ciencia del deporte y que la Galia se extiende por todas sus investigaciones. ¿Qué equivaldría a la aldea de Asterix en términos de indiferencia, desinterés o vete tú a saber qué otras razones? Una pista: se trata de lo mismo que, a los seis años, le producía la misma indiferencia o desinterés si usted tenía pichurrina. En efecto: estamos hablando del sistema reproductor femenino.

Ya, lo sé. Tampoco es ninguna sorpresa. Es probable que conozca a personas que defienden que lo de la baja por regla dolorosa es un invento para vaguear o que hay tipas que se ponen a criar como conejas por eso de los permisos de maternidad y lactancia. Por existir, a día de hoy existen personas que siguen creyendo que la mayonesa se corta si la bates teniendo la regla. Para toda esta gente, el Levítico es casi ensayo contemporáneo con aquello de «cuando la mujer tuviere flujo de sangre, y su flujo fuere en su cuerpo, siete días estará apartada; y cualquiera que la tocare será inmundo hasta la noche». ¡Pero aquí estamos hablando de ciencia!, dirán algunos. ¿Y desde cuándo la política en ciencia es lo mismo que el método científico?, responderán los más avispados.

Agnes Jepkemboi Kiprop

La realidad de hoy en día es que, salvo contadas publicaciones, el cuerpo de la deportista de élite se estudia y moldea al detalle en todo excepto en aquellos aspectos relacionados con la propia condición biológica femenina: se mide cada gramo de grasa que ingiere; se monitoriza cada paso que da, cada latido, la frecuencia respiratoria en carrera, en reposo, los niveles de distintas hormonas en sangre; se controla todo lo que también se controla en los deportistas con cimbrel, pero claro, ahí abajo no hay badajo. Hay una misteriosa maquinaria cuyo uso y disfrute obliga a sus usuarias a tomar precauciones para no quedarse embarazadas, si es que ese es su deseo. Y algunos de esos tratamientos emplean hormonas que pueden afectar al rendimiento deportivo.

¿Y por qué no recurren a otros métodos anticonceptivos? Obviando la respuesta de que esas deportistas harán con su cuerpo lo que les salga del coño y ahorrándonos un abanico de alternativas que va desde las clásicas (preservativo, marcha atrás) hasta lo puramente esotérico (insertarse en la vagina excremento de cocodrilo y leche ácida, saltar siete veces hacia atrás tras el acto sexual, cortar los testículos de una comadreja viva, envolverlos en piel de ganso y usarlos como amuleto), tomar la píldora acostumbra a promover períodos regulares. Y la regularidad, prima hermana del control, es básica en la práctica y competición profesional de cualquier tipo de deporte.

Sin embargo, aquí empieza el caos de datos y conclusiones. Las fluctuaciones en los niveles de diferentes hormonas producidas por la menstruación están asociadas a la reducción de la fuerza muscular, mayor sensación del dolor, variaciones en la forma en que el cuerpo almacena energía o un aumento de temperatura interna que provoca que la fatiga se produzca antes. El uso de la píldora anticonceptiva no sólo reduce notablemente estas fluctuaciones, sino que además hace que el sangrado sea menor y mucho más predecible. Visto así, ¿qué puede tener de malo su uso?

Existen testimonios de atletas profesionales que afirman haber ganado fuerza y velocidad al dejar de tomar la píldora tras el consejo de sus entrenadores. En una encuesta realizada en 2011 sobre 123 esquiadoras y biatletas se observó que el 71% de las participantes usaban la píldora y que casi la mitad confesaban que el uso de esta solución anticonceptiva les hacía ganar peso, perder fuerza y resistencia, sufrir cambios de humor que afectaban a su concentración y, como consecuencia, una pequeña debacle en términos de rendimiento competitivo. Ah, pero algunos estudios dicen demostrar que la píldora no influye en los músculos de las deportistas, mientras otras investigaciones concluyen exactamente lo contrario. ¿Va quedando claro?

Las razones del pifostio investigador son varias, claro. Para empezar, no toda píldora tiene la misma composición (en cuanto a tipos de hormonas y en cuanto a porcentajes de las mismas) ni cada composición afecta de la misma forma a cada mujer. Las fórmulas que contienen noretindrona y norgestimato pueden tener un efecto beneficioso en las reservas de glucógeno muscular. Añadir estrógeno o desogestrel puede eliminar los efectos adversos de la píldora sobre el metabolismo de lípidos y carbohidratos. Como vemos, nada está asegurado: todo puede ser en función de.

Sumado al despiporre de fórmulas y a la escasa bibliografía sobre el asunto, existen aún más razones para poder concluir que a día de hoy no se tiene lo que viene siendo ni puta idea de cómo evaluar el rendimiento deportivo de quien usa la píldora anticonceptiva. La mayoría de estudios de este tipo se han realizado sobre una población no deportista. Tampoco se están empleando los mismos métodos para decidir qué días deben realizarse las medidas ni tampoco se evalúa a las deportistas teniendo en cuenta el uso de un número de píldoras determinado. Aunque mi razón favorita es, sin duda, que se haya excluido sistemáticamente a las mujeres de muchos estudios sobre rendimiento deportivo por las complejidades del ciclo menstrual y sus efectos en los resultados de la investigación. Lo siento, no puedes, estás en esos días del mes.

Quedémonos, sin embargo, con que el siglo XXI ha llegado tarde pero llega a esta disciplina y empiezan a verse acciones que arrojan algo de luz sobre los misterios de la píldora. En el Mundial femenino de fútbol de 2019, la selección norteamericana monitorizó los ciclos menstruales de sus jugadoras para optimizar sueño, entrenamiento o nutrición. El Chelsea ha hecho lo propio desde entonces para tratar de mejorar rendimientos y reducir riesgos de lesión. Y empiezan a aparecer asociaciones interesadas en investigar más y mejor los efectos de la menstruación y el impacto de la píldora en todo tipo de deportistas. Quién sabe si, dentro de poco, una atleta profesional podrá tener una idea clara sobre el tipo de medida anticonceptiva que mejor le irá para su práctica deportiva. Mientras tanto, lo de la comadreja y la piel de ganso no parecen una mala opción.

Un comentario

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