Ajedrez

¿Trampas en ajedrez?

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Magnus Carlsen denunció trampas de Hans Niemann el pasado 5 de agosto

Un apretón de manos. Así es como comienza y termina una partida de ajedrez. Antes de que el blanco efectúe su primer movimiento, el protocolo obliga a los jugadores a extender su brazo y ofrecer la mano al rival. Esta costumbre se remonta a los primeros torneos internacionales, y sólo fue interrumpida durante lo peor de la pandemia, para ser reemplazada por el choque de codos, la inclinación de cabeza al estilo japonés o un saludo equivalente.

Pero no es solo una cuestión de tradición, sino que el reglamento de la FIDE (Federación Internacional de Ajedrez) ha llegado a penalizar con la derrota a quien se negara a cumplir con el protocolario saludo, dándose un caso sonado en el año 2008 cuando el búlgaro Iván Cheparinov negó por dos veces la mano al inglés Nigel Short, en el prestigioso torneo de Wijk aan Zee (Holanda). La razón, entonces, era que Short – un controvertido gran maestro inglés – había sugerido en una entrevista que el también búlgaro Veselin Topalov podría haber hecho trampas en el momento álgido de su carrera, cuando llegó a ser campeón del mundo de la FIDE. Esto no sentó bien a Cheparinov, que había sido analista de Topalov. El árbitro hubo de intervenir, y Cheparinov aceptó por fin estrechar la mano de su rival, a lo cual Short replicó que la ofensa ya estaba hecha, y reclamó el punto en juego. En un principio, el árbitro adjudicó la victoria a Short, aunque luego el comité de apelación tomó la decisión salomónica de permitir que se disputara la partida, siempre que Cheparinov se disculpara formalmente por escrito, cosa que el búlgaro hizo. La partida se jugó bajo una gran tensión, y Short ganó, declarando nada más acabar: “Dios existe, y no es búlgaro”.

El ritual del saludo se repite en partidas de niños, aficionados y profesionales, pero ¿cómo debe interpretarse? Desde luego, no es un acto de paz antes de la inevitable guerra, sino más bien una muestra de respeto al oponente. Pero no es solo eso. El apretón de manos inicial es la rúbrica de un contrato tácito de juego limpio y simboliza el compromiso que cada parte adquiere de jugar honestamente y conforme a las reglas. Repetir el saludo al final de la partida – un gesto durísimo a veces para quien ha perdido – certifica que todo se ha desarrollado correctamente, conforme al “fairplay” exigido sobre un tablero de ajedrez.

El ajedrez, un juego honorable

El ajedrez y el honor han ido siempre de la mano, quizá por la ausencia del azar, y el propio William Shakespeare resaltaba la honradez del ajedrez frente a los juegos de dados. Sobre el tablero, durante mucho tiempo, el honor fue lo primero: como anécdota, en el siglo XIX –hasta la llegada del primer campeón mundial Wilhelm Steinitz, quien formuló los principios científicos del ajedrez– se consideraba deshonroso no aceptar un sacrificio de material, o jugar de modo excesivamente defensivo.

Jugar con honor y respetar las reglas ha guiado a la gran mayoría de jugadores a lo largo de los siglos, pero no ha librado completamente al juego de la picaresca, o de las malas artes de aquellos que priman el resultado por encima de cualquier consideración ética.

Sin ir más lejos, el “Libro de la invención liberal y arte del juego del axedrez”, del clérigo español Ruy López de Segura, sugería ya en el año 1561 colocar el tablero de forma que la mano diestra del oponente hiciera sombra al mover, o la luz le cegara los ojos.

Vladimir Kramnik enfrentándose a Deys Cori en la Copa del Mundo de Bakú en 2015

Bobby Fischer vs el imperio soviético 

Los reglamentos se han ido perfeccionando con el tiempo, y adaptándose a las circunstancias en cada momento para preservar el juego limpio, dentro del tablero y de la propia competición. Es el caso de un joven Bobby Fischer quejándose del formato del torneo de Candidatos, que se disputaba por sistema liga, lo cual daba una gran ventaja a los soviéticos, que trabajaban, en cierto modo, en equipo. Cuando un jugador soviético se quedaba sin opciones de pasar a la siguiente fase, no era extraño que perdiera con facilidad contra sus compatriotas mejor clasificados, mientras se dejaba la vida para ofrecer una férrea resistencia ante Fischer, bajo la atenta mirada de los responsables del KGB.

La FIDE decidió reemplazar el torneo liga por una serie de matches individuales, que llevaron a Fischer en volandas hasta Reykjavik para disputar frente a Spassky el match del siglo, en 1972. En aquel encuentro, por cierto, los soviéticos exigieron revisar la silla de Fischer, bajo la sospecha de que pudiera emitir radiaciones que pudieran estar afectando al rendimiento de Spassky. Se desmontó la silla pieza por pieza y solo se hallaron – por lo visto – un par de moscas muertas, que algunos dicen simbolizan el cruel destino que esperaba a los protagonistas, pero esa es otra historia.

Volviendo a las trampas, recuerdo en persona una queja sobre los rusos, en el torneo interzonal de Biel en 1993. Varios jugadores occidentales se quejaron de que los rusos se “soplaban” jugadas durante las partidas. Los acusados argumentaron que solo se saludaban y mantenían una charla informal. Cierto o falso, los árbitros decidieron aplicar con mayor rigor el punto del reglamento que prohíbe a los jugadores hablar con nadie durante las partidas, algo que hoy se tiene completamente asumido.

Deep blue vs Kasparov

Dejando al margen la anécdota del Turco, aquel autómata capaz de jugar magistralmente al ajedrez y que en realidad era un ingenio mecánico en el que se ocultaba un maestro de reducido tamaño, el primer gran escándalo de trampas en el juego ciencia se remonta al año 1997, cuando Garry Kasparov acusó a la máquina Deep Blue de haber recibido ayuda externa en un momento clave de la segunda partida. Resulta poético que hace 25 años la sospecha fuera que un gran maestro pudiera ayudar a la máquina. Hoy en día, la máquina es muy superior al hombre, tan superior que incluso un teléfono móvil puede derrotar al campeón del mundo de ajedrez, como Elon Musk echó en cara al propio Kaspárov –de forma muy poco elegante– en un rifirrafe que mantuvieron ambos en Twitter a cuenta de la guerra de Ucrania. Yo formé parte del equipo de IBM que programó Deep Blue, y puedo asegurar que, hasta donde yo sé, no hubo nada irregular. La máquina hizo un movimiento muy humano –Kasparov lo llamó “La mano de Dios”– pero eso era precisamente para lo que la habíamos programado. El tiempo ha demostrado que las máquinas pueden hacer ese tipo de movimientos, y otros incluso más increíbles.

También en el año 2006 viví de primera mano otro “escándalo” cuando en el Campeonato Mundial de Ajedrez celebrado en Elista (Rusia), el equipo de Topalov acusó a Vladimir Krámnik de recibir ayuda electrónica en sus frecuentes visitas al baño, fuera del alcance de las cámaras. Se registró el baño, se desmontó el techo y no se halló nada incriminatorio. Yo estaba en el equipo de Krámnik y sé de buena mano lo falso de aquellas acusaciones, que sin embargo lograron el objetivo de desestabilizar a Krámnik, quien llegó a perder una partida, en señal de protesta. Lo más ridículo de aquella acusación es que se refería a una partida que Krámnik ganó de pura suerte, después de que Topálov no viera un mate forzado. Han pasado muchos años y ya puedo contar un secreto: al acabar aquel encuentro lo primero que hizo Krámnik fue pedirme “consígueme un cigarro”. Yo contesté, “¿pero no habíamos dejado todos de fumar?». Ya pueden imaginar a qué se dedicaba el bueno de Vladimir en sus visitas al baño.

Bobby Fischer

El auge de la Inteligencia Artificial 

Mucho más reciente es la irrupción de “tramposos” reales, siendo el más conocido el de Igor Rausis, quien bien entrados los 50 años experimentó un aumento inaudito de su nivel de juego. Levantó tantas sospechas que se decidió vigilarlo de cerca, y se le pescó infraganti, con una foto infausta en la que se le ve en el baño, con los calzones bajados y consultando su móvil. Rausis perdió la partida, el título de gran maestro y lo peor, perdió su dignidad.

Me atrevo a asegurar que el 99% de los jugadores –y de los grandes maestros en particular– se negarían a hacer trampas, por una cuestión de principios. Recuerdo cuando empezaba a jugar y mi padre me preguntaba, por ejemplo “¿por qué no has movido el caballo?”; me sentía muy incómodo, como si esa mera conversación estuviera ya profanando un espacio sagrado.

Trampas por internet

El juego por Internet ha venido a cambiar un poco el panorama. Al igual que mucha gente en redes sociales se comporta de un modo muy distinto al que serían capaces de imaginar en la vida real, el anonimato ha alimentado los casos de jugadores que buscan ayuda externa durante sus partidas, con el objetivo de mejorar su ranking y engordar su ego (engañándose a sí mismos, claro está).

Durante diez años (2000-2010) fui director del portal jaquemate.org, un proyecto de Fundación Telefónica que permitió a miles de niños aprender y practicar ajedrez cuando apenas existían clubes online y era costoso abonarse. Los torneos que organizábamos tenían premios atractivos, y en más de una ocasión tuve que descalificar a algún muchacho que se pasaba de listo. Un ejemplo: un chaval de 10 años juega a un nivel galáctico en el torneo decisivo, y al comprobar sus partidas recientes comprobamos que apenas sabía mover las piezas. Obviamente, alguien jugó por él, o recibió ayuda de un amiguete con un ordenador. El padre me amenazó con llevar el tema a juicio “Hasta el tribunal constitucional”. Le sugerí que antes hablara seriamente con su hijo, y nunca más supe de él.

Dentro de los sistemas anti-trampas los portales de ajedrez manejan el concepto del «away», para detectar cuando un jugador sale de la aplicación de juego y vuelve a entrar. Es un comportamiento típico de aquellos que tienen dos ventanas abiertas: en una juegan online, en la otra reproducen la partida en un programa de juego, que les indica los mejores movimientos. En una ocasión tuve un chaval que salió unas 40 veces durante la partida, que ganó con un juego sospechosamente inhumano. Su explicación no resultó muy convincente: afirmó que estaba consultando su correo electrónico…

A ese mismo usuario lo descalifiqué más adelante porque tardaba siempre 4 segundos en efectuar su movimiento, daba igual si era fácil o difícil, la combinación más brillante o una jugada forzada, siempre eran 4 segundos: más o menos el tiempo que se tarda en meter las jugadas en otro ordenador y evitar así el control del away.

Trampas presenciales

En fin, sería largo enumerar todos los casos, pero quiero insistir en que el ajedrez presencial está libre de mácula, salvo casos muy contados. Nada comparable al ciclismo, donde se dice que en algún momento todos se dopaban.  Por un lado, tenemos la gran dificultad que entraña hacer trampas presenciales: se necesita un equipo tecnológico sofisticado, y uno o varios cómplices. Por otro, está el miedo a ser descubierto y pasar una enorme vergüenza, algo que por Internet no resulta tan real.

En el caso que ha saltado a la fama, del joven gran maestro norteamericano Hans Niemann, él mismo admitió haber hecho trampas por Internet en repetidas ocasiones, pero no se ha podido demostrar que hubiera cometido irregularidades en torneos presenciales.

En mi canal de YouTube, ChessFM, he analizado extensamente las partidas y todos los matices del caso. El análisis arroja fundadas sospechas de que podría haber hecho trampas en un torneo presencial en febrero de 2020, cuando hacía trampas por Internet y tenía la “ética relajada”, por así decirlo. Si fue capaz de hacerlo una vez, podría repetirlo. Sin embargo, no se puede afirmar con rotundidad que recibiera ayuda externa en la partida que desató la polémica, frente a Carlsen. El asunto es que, si un gran maestro hace trampas y las hace bien, es imposible saberlo con un 100% de seguridad, pues le bastarían un par de “ayuditas” en momentos clave.

La inteligencia artificial ha llegado para cambiar nuestras vidas. Habrá muchas cosas positivas, y alguna negativa. Pero el viejo ajedrez sigue jugándose en clubes, torneos y por Internet, haciendo feliz a mucha gente, que se pone a prueba intentado mejorar, y sigue viendo en este juego milenario un paradigma del debate intelectual al más alto nivel, donde la verdad, el arte y el honor, van de la mano.

Caso Niemann / Cronología de una crisis

  • Fin de agosto: La Copa Sinquefield anuncia la participación de Hans Niemann en lugar de Rapport, que no consigue a tiempo el visado. Varios jugadores, entre ellos Carlsen y Nepomniachtchi, solicitan a los organizadores de Saint Louis que se extremen las medidas de control de trampas, pero se hace caso omiso.
  •  2-3 septiembre: Niemann hace tablas con Aronian y derrota a Mamedyarov en las dos primeras rondas, con un juego brillante.
  • 4 septiembre: El joven GM americano derrota con negras a Magnus Carlsen, en la partida que hace explotar la polémica.
  • 5 septiembre: Carlsen anuncia su retirada del torneo, con una velada acusación de trampas. Los organizadores tratan de convencer sin éxito a Carlsen y anuncian estrictas medidas anti-trampas, entre ellas demorar 15 minutos la retransmisión.
  • 6 septiembre: Niemann reconoce haber hecho trampas online con 12 y 16 años, aunque trata de minimizar el hecho. En la misma entrevista, ofrece explicaciones convincentes sobre su victoria ante Carlsen, pero no gana ni una sola partida más en el resto del torneo (dos derrotas y cuatro tablas)
  • 6 septiembre: Niemann se queja de que chess.com le ha retirado la invitación al Global Chess Championship, torneo para el que se había clasificado. Chess.com responde acusándole de haber mentido respecto a la magnitud de las trampas realizadas.
  • 19 septiembre: Carlsen abandona tras dos movimientos su partida con Niemann en la Julius Bauer Cup. La polémica sigue creciendo.
  • 26 septiembre: Carlsen emite un comunicado acusando abiertamente a Niemann, pero sin aportar prueba alguna.
  •  30 septiembre: La FIDE anuncia una investigación
  •  5 octubre: Chess.com publica un informe contra Niemann, acusándole de haber hecho trampas en más de cien partidas online. El informe no aporta prueba alguna sobre trampas en los años 2021-2022 ni tampoco en partidas presenciales.
  • 19 octubre: Niemann completa una buena actuación en el fuerte campeonato USA, disputado bajo estrictas medidas de seguridad.

Caso Niemann –– Informe Chess.com

Texto cortesía de Revista de Ajedrez Peón de Rey

La plataforma chess.com se ha convertido en uno de los protagonistas de esta polémica, pues fue jugando en ese club online donde Hans Niemann se ganó su fama de tramposo.

El informe publicado por chess.com acusa a Niemann, nacido en San Francisco en junio de 2003 de haber hecho trampas en tres periodos: con 12 años en julio de 2015 y con 13 años en abril de 2017, en ambas ocasiones de forma puntual en el torneo de titulados que se organiza cada martes. Y de nuevo – y esta vez de forma persistente – con 16-17 años de edad, entre febrero y agosto de 2020, coincidiendo de lleno con el encierro de la pandemia. En esos siete meses, según chess.com, Niemann hizo trampas en más de 80 partidas online, en torneos con premios y en duelos que el protagonista retransmitía en directo en sus redes sociales, contrariamente a lo que Niemann aseguró en su entrevista del 6 de septiembre durante la Copa Sinquefield. Entre las víctimas ilustres de aquellas trampas habría nombres de jugadores muy destacados, como Nepomniachtchi.

Chess.com ha intentado llevar siempre con discreción estos temas, pues las trampas son sin duda una mala publicidad para cualquier club online. Según el protocolo que han dado a conocer, cuando descubren a un tramposo le ofrecen una segunda oportunidad a cambio de una confesión por escrito, que prometen mantener en la más absoluta confidencialidad.

¿Qué ha sucedido para romper la confidencialidad en el caso de Niemann? Según chess.com fue para proteger su prestigio, tras la queja de Niemann por su descalificación del GCC (Global Chess Championship). Lo cierto es que la respuesta ha sido contundente, llegando incluso a desvelar emails y conversaciones confidenciales de Niemann con los directivos de la plataforma. El informe trata de destruir la credibilidad de Niemann, pero no aporta pruebas significativas, más allá de confirmar que efectivamente el americano hizo trampas online de forma continuada en el año 2020. Niemann no ha desmentido ni contestado al informe.

Llama la atención, sin embargo, un hecho notable. Tal como explica el informe, tras un breve periodo de suspensión, chess.com decide dar a Niemann una nueva oportunidad, y en enero de 2021 retoma su actividad en ese club online, con una nueva cuenta, participando en todo tipo de eventos. Desde entonces, chess.com no volvió a detectar actividad sospechosa por parte de Niemann, y la reconciliación parecía un hecho, hasta que Carlsen decidió abandonar el torneo de Saint Louis. En menos de 24 horas, chess.com retiró con carácter retroactivo el perdón concedido a finales de 2020, y cerró la cuenta de Niemann. La justificación ofrecida es algo dudosa: preservar el prestigio del torneo GCC y de la propia plataforma. La respuesta de Niemann ha sido entablar un pleito millonario contra chess.com.

Miguel Illescas (Barcelona, 1965), es un gran maestro de ajedrez, ocho veces campeón de España. Fue asesor del equipo de IBM que desarrolló la máquina Deep Blue (1996.-1997), y trabajó como entrenador del campeón mundial Vladimir Krámnik (1999-2006). Actualmente, dirige el portal ajedrez21.com y la revista de ajedrez Peón de Rey, además de su propia academia en Barcelona.

4 Comentarios

  1. Pingback: ¿Trampas en ajedrez?

  2. Juego a diario en Chess.com y elproyecto es muy bueno. Sus adminsitradores, sin embargo, me parecen lamentables, por su debilidad moral. Por ejemplo, ahora han vetado a todos los jugadores rusos. Me imagino la cara que se le quedaría a alguien como Kasparov, que se ha jugado el físico enfrentándose a Putin, y ve que ahora lo vetan por ruso.
    Inaceptable.

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