Vivimos en permanente campaña, y en 2023 aún más. En el tiempo que tarda usted en leer este artículo, en toda España se habrán descubierto catorce placas correspondientes a otras tantas inauguraciones de polideportivos, apeaderos, rotondas y todo tipo de instalaciones de ámbito nacional, municipal y autonómico. Por suerte o por desgracia, el mundo del fútbol es inmune a los plazos electorales. Tenemos campañas todos los años y todo el año. De hecho, se recurre con demasiada alegría a esa palabra, «campaña», para denominar lo que en realidad no son más que barbaridades, maledicencias o simples patochadas. La proliferación obedece a dos motivos, perfectamente compatibles: el mero desconocimiento del término y un claro afán victimista.
La pasada semana, Relevo publicó que Gavi había provocado cierto malestar en la RFEF durante la última concentración de España: quiso borrarse de una firma de fotos a aficionados, no digirió bien la suplencia ante Escocia y enfadó a algún compañero por entrenarse con demasiada dureza. «Gavi deja sombras en la última concentración», tituló este medio, de muy reciente creación pero de honda tradición madridista, a juzgar por lo que pudimos leer en Sport poco después: «Campaña de la ‘caverna’ contra Gavi». Me pregunto si en este diario hicieron algún esfuerzo por confirmar o desmentir la noticia o si, simplemente, corrieron a etiquetar al medio que la publicaba para defender a un jugador del Barça de tan incómodo titular. El autor de este último texto, Albert Briva, desacreditaba la información de Relevo al estar firmada por «periodistas afines al entorno de Dani Ceballos». Puestos a jugar con las fuentes de los demás, en adelante Sport debería dotar a sus propios contenidos de un mayor contexto metaperiodístico. Por ejemplo: «Hemos eliminado un párrafo de esta noticia porque le ha sentado mal al entrenador del Barça».
Ya a cualquier cosa le llamamos «campaña». Una campaña es algo mucho más serio, que requiere de una programación, de un concierto; debe ser sostenida y sistemática. Admito que tengo el umbral bastante alto porque ni siquiera tengo claro que lo de la Cope con Luis Enrique en el último Mundial fuera una campaña. En la emisora sobraban individuos que lo tenían entre ceja y ceja, sí: Manolo Lama, que le criticaba con los mismos argumentos que semanas antes le servían para exculpar a Simeone; Paco González, que vendió como una humillación nacional jugar con pantalón rojo; Juan Antonio Alcalá, desaparecido desde que le pillaron manipulando un audio del Twitch del técnico; y Emilio Pérez de Rozas, autor de una barbaridad de tal calibre que es mejor no recuperar ahora. Aun así, en El partidazo de Cope todos estos críticos convivían con los luchistas, que a menudo eran mayoría, mientras el conductor del programa, Juanma Castaño, trataba de armonizar las opiniones de unos y otros. Como aquelarre era notable pero en términos de campaña dejaba demasiados cabos sueltos.
Un ejemplo para incluir en los manuales de Periodismo, si guardaran relación alguna con la realidad, es la guerra entre la Cadena Ser y Javier Clemente durante sus seis años y un día como seleccionador (1992-1998). Curiosamente, allí estaban varios de los citados en el párrafo anterior, solistas en la orquesta de José Ramón de la Morena. En El larguero todo eran palos, sin el menor matiz, tocara o no, contra un entrenador a su vez nítidamente alineado con José María García. El ataque por tierra y mar se completó por aire cuando el Grupo Prisa compró As y colocó al frente a Alfredo Relaño.
Una campaña es lo que montó Josep Pedrerol contra Iker Casillas, al que apresó entre sus dientes y no soltó ni cuando se exilió a Oporto. También estaba en campaña As cada vez que trataba de vendernos que Iker era el yerno de España, «con todo lo que nos ha dado». O lo que hizo El País con José Mourinho, al que arreaba hasta en secciones tan variopintas como Televisión o Internacional —esta vez no es una exageración: lean «Alerta en Europa por otro volcán islandés»—. Estaban en campaña contra Gareth Bale las cámaras que le vigilaban durante cada partido en que no iba convocado para denunciar que abandonaba el estadio antes de tiempo, mientras se omitía que algunos de sus compañeros se iban a la vez o incluso antes. Estaba en campaña Marca la temporada que a Eduardo Inda le dio por comparar en portada a Arjen Robben con Leo Messi, como si fuera a colar. Por supuesto, eran campañas y muy zafias las que Inda perpetraba contra cualquier personaje que se le cruzara, ya fuera Guardiola o Pellegrini. Están en campaña los que cuelan con calzador a Enríquez Negreira en cualquier conversación.
Yo reclamo el derecho a opinar que Vinícius es insoportable cuando el balón no está en juego, o que Gavi tiene suerte de no ver más tarjetas, sin que nadie me recrimine que estoy en «campaña» contra uno y otro. Es mucho más fácil librarse de una crítica reduciéndola a las supuestas intenciones aviesas de quien apunta; así se evita ir al fondo del asunto, no vaya a tener razón, por malintencionado que sea.
Relevo no es que sea «de honda tradición madridista», es que es de Vocento…
Magnifico artículo.Directo, escueto y ameno.Tantos intereses y envidias coloristas en este deporte, empiezan a dar asquito.
Personalmente creo que es deleznable que personas que defendian las agresiones de pepe como «intensidad» se echen las manos a la cabeza con Gavi, que de momento no ha lesionado ni hecho daño a nadie.
Que si, que deberia tener mas amarillas, y que siendo un niño como es, tiene que calmarse, muchos culés lo reconocen, pero si tiramos de hemeroteca (vease a manolo sanchis con poli rincon incitando a que le rompieran la pierna a Neymar) brilla por su ausencia los «periodistas» Que se intentan acercar a un relato lógico de los hechos, al final quien paga la imprenta se deja ver en las opiniones.
Pero si bien puedo entender que no le guste el término campaña ¿cómo podemos señalar, con qué término, el hecho de que de repente un jugador se coloque en el centro y se vigile de sobremanera y exageren los reproches a sus actitudes? (Claro está, cuando esos mismos gestos en otros pasan desapercibidos).
Es decir, en todos los medios salio cuando gavi se picó con ceballos y el otro con el uno, pero no fue hasta que hicieron videos de historia de ese conflicto que no vi yo, por ejemplo, el tiron de ceballos en el anterior partido a gavi ¿me explico? Cuando hubo ese tiron, apenas lo oí mencionado en las tertulias deportivas, mientras que cuando es gavi el que ejerce violencia, sale hasta el la BBC xD.
En fin, que hoy es gavi y mañana les dará por camavinga, y luego por otro, pero si que creo que el hecho de que la mayor parte de los medios de comunicación tengan su centro en madrid se nota en estos conflictos.
Salud.
Decir que Gavi va pasadísimo no es campaña. Y decir que no recibe ni la mitad de tarjetas que merece, tampoco. Y no ha lesionado a nadie, eso es cierto y hay que decirlo. Casemiro en el Real Madrid, tampoco.
«Hay una campaña contra mí» es el equivalente a «el profe me tiene manía».
Muchas veces, es una excusa barata para desacreditar rápidamente una información perjudicial para los intereses de mi equipo. Aunque es cierto que hay situaciones que rozan el acoso, como las descritas en los casos de Clemente, Bale o Pellegrini. Lo más peligroso es cuando toda o la gran mayoría de la prensa se alinea en un frente. Campañas de un medio en concreto, por mucha influencia que tengan, suelen poner en evidencia al acosador; el mejor ejemplo es Inda, que quedó señalado como un payasete sin rigor ni ética desde su etapa como director de Marca.
Ahora, también hay que tener mucho cuidado con lo contrario. Está mal dar palos sin ton ni son, toque o no, de forma orquestada.
Pero minimizar, esconder o proteger otras, es si cabe más peligroso. Y más si hay dinero de por medio. El Barça o la LFP dan mucho dinero a medios, que deberían declarar los conflictos de intereses en sus páginas, más allá de los colores de sus deportistas.
El FC Barcelona ha traficado con órganos (el turbio caso Abidal); su director de cantera ha sido acusado de pederastia; se ha demostrado que tenían a sueldo durante años al vicepresidente del CTA. Y poco le pasa, poco aparece en medios, y las sanciones brillan por su ausencia. Mediapro oculta las imágenes de los aficionados en San Mamés tirando billetes blaugranas y en España esos delitos justo prescriben a los 3 años .
Algo tiene que pasar.
Inda es un tipo deleznable.
Inda es que un defensor público de la mentira como arma política y de comunicación, su explicación de la post-verdad (en youtube está ese video) se estudia en algunos sitios similar a las lineas de comunicación Trumpistas en EEUU.
Él lo llama post-verdad, allá se llama «teoría de los hechos alternativos», básicamente mentir para generar unos sentimientos en las personas y sembrar la duda de determinados hechos. En españa el caso mas claro es Aznar con el 11M, que sigue diciendo que es ETA, o Ayuso y la derecha mediática cuando quisieron responsabilizar a P. iglesias del tema de las residencias… Que al final cala. En un pais o sitio justo, deberia multarse e inhabilitar a quien miente, puesto que ofrece jn servicio, al igual que multan o inhabilitan al abogado que no defiende, o a la frutera q vende comida contaminada. Pero vaya no creo que lo hagan porque cerrian la mayoría de medios de comunicación.
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