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Cristianismo contra la ansiedad: Sydney McLaughlin-Levrone

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Sydney McLaughlin-Levrone
Sydney McLaughlin-Levrone (Foto: Cordon Press)

Campeona olímpica en 2020 y del mundo en 2022, con el récord del mundo en 50,68 segundos, Sydney McLaughlin-Levrone es una de las deportistas más brillantes del planeta. Viene de una familia de atletas, su padre Willie McLaughlin corrió también los 400 vallas y su madre, Mary Neumeister, corría en el instituto y fue directora de un equipo masculino. Sus hermanos también han sido corredores, aunque ella era la que más talento tuvo.

Se puede decir que el atletismo es su vida, la única nota diferencial es la insistencia de su padre en que todo lo que han logrado se debe a su profunda fe cristiana, pero al margen de eso, no hay nada que indique que esa mujer no es una superdeportista concebida para acumular medallas. Sin embargo, algo falla. A sus 24 años, en lugar de ser la sensación de las pistas de atletismo, lo que ha sido la norma en su carrera ha sido cómo las evita.

Así se pasó todo el 2023, missing, hasta su aparición espectacular este mes de mayo, a pocas semanas de París. Un regreso con fuerza, confirmado este fin de semana en Los Angeles, batiendo sus mejores marcas personales.

Llevaba sin competir desde el 8 de agosto de 2022 en Székesfehérvár, Hungría. El año pasado no pudo disputar el Mundial de Budapest por una lesión de rodilla. Su entrenador Bobby Kersee, considera que este tipo de preparación con apariciones muy bien seleccionadas, digan lo que digan los periodistas, es el secreto del éxito.

Aunque para Michael Johnson, plusmarquista en los 90 de los 200 y 400 metros, se trata de un problema económico. Los premios de los certámenes ordinarios no compensan los viajes ni las estancias, y los desfases horarios son perjudiciales para el estado de forma. Quizá eso explique que McLaughlin esté patrocinada por New Balance, que no le impone ninguna presencia para pagarle un millón y medio al año, en lugar de Nike, que suele adjuntar cláusulas en ese sentido.

Sydney McLaughlin-Levrone y Femke Bol (Foto: Cordon Press)
Sydney McLaughlin-Levrone y Femke Bol (Foto: Cordon Press)

Sin embargo, el preparador de una de sus grandes rivales, la neerlandesa Femke Bol, que acaba de batir su propio récord en los 400m, ha manifestado que sus plantones crean una situación «molesta» para el atletismo y «muy triste», porque los aficionados se merecen ver competir a estas dos deportistas con mayor frecuencia. La cuestión es que McLaughlin odia los focos. Ha dicho reiteradamente que detesta la fama, que no le interesa, que es «tóxica».

¿Es su personalidad? Habría que creerla. Por ahora, solo hay especulaciones en otras direcciones. Se dice que pudo estar arrastrando problemas de rodilla, tampoco faltan las sospechas de dopaje. Este tipo de hipótesis son frecuentes cuando hay comportamientos extravagantes en el atletismo, pero en contra de ella juega también la figura de su entrenador. Kersee tiene varias de estas en su historial.

Por ejemplo, Shawn Crawford, en 2013, fue suspendido por dos años por no dar información completa sobre su paradero fuera de la competición para los controles antidopaje. Crawford había elegido a Kersee para dejar atrás a Trevor Graham, sancionado por dopaje.

Cuando se hizo pública esta sanción, Kersee dijo que el atleta ya se había retirado del atletismo. Pero esto sería solo el modus operandi, Kersee proviene del Clan de UCLA, fue entrenador de Marion Jones, dopada confesa; Jerome Young, positivo por esteroides en 1999; Calvin Harrison, positivo en 2004; Antonio Pettigrew, positivo por EPO en 2010, o Dennis Mitchell, positivo en 1996. Años de barra libre.

Sydney McLaughlin-Levrone (Foto: Cordon Press)
Sydney McLaughlin-Levrone (Foto: Cordon Press)

De hecho, él mismo fue sancionado por no colaborar en una investigación de la USADA. Y aún más grave fue la confesión de Darrell Robinson, en el lejano 1989, que acusó públicamente de haber visto Carl Lewis consumir esteroides y que Florence Griffith Joyner (que experimentó un cambio fisico y resultados impresionante ese año) le compró hormona del crecimiento, y añadió que Kersee le explicó a él cómo emplear esas sustancias.

El entrenador dijo que la acusación se debía al impacto mediático del positivo de Ben Johnson y que todo el mundo quería sacar un rédito del interés de los medios. Robinson –que había cobrado por su entrevista- tuvo que retirarse prematuramente del atletismo al recibir el rechazo de toda la comunidad estadounidense de esta disciplina, pero no fue el único que habló.

La velocista canadiense Angela Bailey manifestó que Kersee entrenaba con métodos solo aptos para deportistas dopados. Victor Conde, presidente del centro «nutricional» BALCO, que estuvo en la cárcel por distribuir esteroides, dijo que en los Juegos del 88 se encubrieron positivos. Si esos encubrimientos siguen produciéndose hoy ¿Cómo pensar que en los 80 no iba a suceder?

En cuanto a McLaughin, quizá haya que buscar explicaciones en su autobiografía, Far Beyond Gold: Running from Fear to Faith, publicada en enero de este año. Ahí  confiesa que pertenecer a una familia tan obsesionada con este deporte es una rémora en lugar de un plus. Desde pequeña sintió una presión familiar excesiva y temió no cumplir con las expectativas tanto de sus padres, como de los entrenadores y el público.

A los 8 años, viendo los 4×400 de Pekín 2008, sintió la llamada del atletismo y pensó que estaba predestinada para ganar. Hasta tal punto, que llegó a creerse que había venido a este mundo solo para eso y entendió que para ser querida y respetada por los demás solo podía ganar.

Sufrió ataques de pánico y de ansiedad, algunos incluso antes de proclamarse campeona olímpica en Tokio. Tenía toda su autoestima vinculada al triunfo y eso le llevó a que, en un montón de situaciones, sintiera un miedo paralizante: «Un miedo que te congela, te para en seco, te hace olvidar todo por lo que has trabajado y todo lo que deseas, es como una maldición y está fuera de tu control».

Sydney McLaughlin-Levrone (Foto: Cordon Press)
Sydney McLaughlin-Levrone (Foto: Cordon Press)

En Río 2016, corriendo los 400 vallas, ella misma se autosaboteó en esta espiral neurótica. Según confiesa: «Cuando llevaba 100 metros, me quedé a solas con mis pensamientos, mientras enfilaba la recta final, me encontré sin la necesidad, ni siquiera el deseo, de ganar, y mientras soportaba los instantes más dolorosos de la carrera, el esfuerzo final, solo rezaba. Así tiré la carrera».

Su carrera continuó con altibajos, pero logró salir adelante, como ya adelantaba su padre, gracias a la religión. Cuando se casó con el exjugador de la NFL, Andre Levrone JR, compartir la fe con él sirvió para que esta se multiplicara.

En esas páginas habla de «transformación espiritual».  A partir de ahí, «iba a tener que dejar de lado mi ansiedad y confiar en Dios». Explica que la religión para ella era solo ir a misa los domingos, pero le faltaba algo, que era introducirla en todo lo demás que hacía, ya fuese su matrimonio o su profesión. En Tokio, cayeron dos medallas.

Su marido la convenció para entender una filosofía ligada a una interpretación radical de la Biblia: «comprendí que mi vida no se trataba de mí, se trataba de mostrar al mundo el poder, la sabiduría, la bondad, el amor y el perdón de Dios». Y se conoce que funcionó: «No me di cuenta de lo mucho mejores que serían mi vida y mi carrera al poner la confianza en Él, y una vez que lo he hecho, he encontrado felicidad y fortaleza. He vivido muchos momentos increíbles, pero solo ahora, que tengo a Cristo como piedra angular, realmente estoy viviendo».

Es decir, su vida ya no la pertenece, ni siquiera su destino: «he aprendido a estar en paz con la incertidumbre, de lo único de lo que estoy segura es de que Dios tiene un propósito para mí que es más grande de lo que puedo comprender, todo lo que puedo hacer es seguir trabajando duro y disfrutar el proceso, sin importar a dónde me lleve». Como dijo el sabio Larry David: «si la cosa funciona…»

4 Comments

  1. Esta atleta tiene 2 grandes apoyos: Dios es uno, el otro, los anabolizantes que se toma.

  2. Lux Interior

    Dios que pedazo de atleta es la Bol, estoy deportivamente enamorado de la neerlandesa, la madre que la parió…este año mi Femke se come a esta yanki con patatitas como y cuando quiera, ya lo veréis.

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