30 años en el fútbol dan para mucho. En el caso de Beatriz Álvarez Mesa (Oviedo, 1983), más aún si esos años has sido futbolista, directiva, y Presidenta de la primera liga profesional de fútbol femenino en España. Llevar un club de barrio a la máxima categoría, o convertir Liga F en la mejor liga del mundo, parecen objetivos inalcanzables para la mayoría. Sin embargo, fluir, apoyarse en el talento de las futbolistas y rodearse de personas leales, facilita el trabajo. El fútbol femenino español vive una extraña paz institucional que no había vivido nunca bajo el mandato de una mujer que ha sabido negociar, ceder e imponer, pese a que algunos aún la señalan como una Presidenta de Paja. Este tercer año tras la profesionalización deja muchos retos abiertos para el futuro y una mirada a largo plazo: convertir la liga española en un producto autosuficiente.
En Asturias siempre se te nombró con los dos apellidos, Beatriz Álvarez Mesa, aunque en Madrid esto ya se ha acortado.
Ya, mi madre tiene un disgusto… siempre ha insistido en Mesa, además que es un poco el apellido diferente, pero bueno, de hecho me llaman Bea Álvarez.
Es que a las madres hay que tenerlas siempre presentes.
Sí, pero terminan acortando todo, y de hecho, no usan ni el Beatriz. Qué le voy a hacer. Mucha gente me pregunta si Bea o Beatriz, pero coloquialmente la gente cercana me llama Bea, así que te acabas acostumbrando a que lo usen también los no tan cercanos.
Empezaste jugando a fútbol con 12 años, esta carrera larga vinculada al deporte comienza ahí.
Tuve la suerte de ir a un colegio público en Oviedo en el que había un profesor de Educación Física que promovía los patios activos, y organizaba partidos de fútbol. No era una obligación, pero generábamos una competitividad sana, había muchas niñas en mi colegio que jugaban, y sí, me federé a los 12 años, pero mucho antes ya jugaba a fútbol con mis compañeras y compañeros de clase. Todas mis amigas jugaban, incluso las cuatro o cinco que mantengo ahora de aquella época. Era muy natural, estaba muy normalizado, y eso es lo que me impulsó, ese profesor que nos animaba a jugar. De hecho, de ahí salió un equipo federado, el Covadonga.
El Covadonga, que todavía existe.
Exacto, y ese equipo estaba formado por niñas que habían ido al colegio de Pando que es donde yo estudiaba. Conseguimos que de ahí naciera un equipo, éramos muchas, te hablo de 20 ó 25 jugadoras en ese momento.
Y en vez de ir con ellas al Covadonga, tú decides ir al Oviedo Moderno, en aquella época el Peña Azul Oviedo Femenino.
Lo decido porque yo era la más joven, todas eran como 3 ó 4 años mayores que yo, estuve un año entrenado con ellas en un campo de arena, pero ellas iban todas juntas al instituto, yo aún iba al colegio… ellas eran amigas, y después de ese año de entrenamiento, con el ascenso a Liga Nacional del Oviedo, deciden crear un filial, buscan entre las más jóvenes de la zona, que estaba por ejemplo Montse (Tomé) en el Romanón también, y era un grupo mucho más de mi edad, del 82-83, y me sentí muy cómoda. Fui a probar, eran niñas de mi edad, el nivel era más alto… y me enganché.
Cómo se ve ese salto de liguilla de colegio a fútbol federado. Ese momento en el que te ves ya con un chandal de un equipo, una equipación, ya es un sentimiento distinto.
Para que te hagas una idea, el partido en el que debuté, que fue contra el Luarca, me puse mala, con fiebre, y todo por los nervios. Tuve que posponerlo a la siguiente jornada. En aquel momento había pasado de ser una afición a una pasión, compartía con niñas de mi edad ese sentimiento por el fútbol y eso incrementó mi gusto por el fútbol, iba más allá del balón y del campo, era el vestuario y esas amistades que haces.
¿Todavía conservas gente de esa época?
Sí que conservo gente del Oviedo Moderno, pero ten en cuenta que viví 25 años ligada al club de una forma u otra. Fueron muchas etapas de mi vida. Tengo dos grupos, por ejemplo. Uno se llama «Viejas glorias» y otro «Oviedo Moderno», y fíjate que con quien más me relaciono es el grupo de las que fueron jugadoras conmigo que a quienes tuve cerca cuando era Presidenta. Como Presidenta se incrementó la distancia con las jugadoras. Ellas pertenecían a otra generación, eran más jóvenes que yo… y tampoco pretendí nunca que fueran mis amigas. Sabía cuál era mi espacio, mi sitio, y guardaba un poco la distancia. Me costó mucho ese tránsito de estar en el vestuario a no estar, de tener que tomar decisiones. Era una distancia necesaria para poder gestionarlo también.
¿Qué te lleva, 10 años después de empezar a jugar a fútbol, a dar ese paso a la directiva?
Hay varios factores. El primero, el último año que jugué, que estaba en la máxima categoría, había sido mi mejor año en todos los aspectos: a nivel deportivo, rendimiento, venía de una fractura de peroné y el año anterior había jugado muy poco, y esa última temporada la disfruté muchísimo. Jugué de titular prácticamente toda la temporada y disfruté mucho. Pero venían niñas por detrás que tenían muchísimo más talento que yo. Yo era una jugadora de relleno, no tenía una relevancia dentro del equipo, si me iba, llegaría otra mejor que yo y con más futuro. Estaba ese sentimiento de mirar por las que venían detrás.
Además, terminé mi carrera y a mí personalmente estudiar y jugar a fútbol me había resultado fácil de compatibilizar, de hecho, el deporte me ayudaba a organizarme con los estudios y nunca tuve un problema, pero en el momento en el que empecé a trabajar, ya quería dar el paso, trabajaba de educadora social, por turnos, fines de semana… ya no era mi espacio. Quería seguir vinculada al fútbol, pero no sabía tampoco en aquel momento de qué manera.
También es cierto que ahora vemos la edad de retirada de las futbolistas mucho más adulta. En aquel momento con 15, 16 años estabas debutando en Primera División, y más en un club como el Oviedo Moderno que era un club de cantera que no tenía dinero para fichar jugadoras de fuera. Con 22, 23 ya llevabas años viajando por España en autobús, en unas condiciones difíciles. Cuando terminabas de estudiar y llegaba el momento de trabajar, ahí todo el mundo dejaba el fútbol por un tema de incompatibilidad.
¿Quién dirías que es la jugadora de más talento que has visto en el Oviedo Moderno?
Se me vienen a la cabeza varias compañeras de equipo cuando era futbolista, jugué con muy buenas futbolistas. Merche, de Pravia, que también lo dejó relativamente joven y jugaba en el centro del campo con Montse… guerrera, con calidad, muy completa. Sí que es cierto que Montse era un poco la calidad del equipo, y además ahora al ser una persona pública la menciono mucho, pero también hubo muchas antes que ella, eran futbolistas de una calidad técnica tal vez más de ahora que de aquel momento en el que no teníamos preparación ni recursos.
En mi etapa como directiva, me apetece destacar a una que la conocí ya muy pequeña, Irene del Río. Fue una de las futbolistas que marcaron mi etapa como Presidenta. Era una crack fuera y dentro del campo, porque una futbolista tiene que sumar y nunca restar, e Irene nunca restaba.
Coincido en Ille, pero si miramos ahora el panorama del fútbol español reconocemos nombres que han pasado por el Oviedo Moderno como Iris Arnaiz, Pecas, Lucía García…
Es que te diría que después de Irene, la futbolista que yo mencionaría es Lucía. Era un talento innato. Venía de un pueblo pequeño, Pola del Pino, en una situación familiar de cuatrillizos, y la niña llegaba de jugar en les caleyes como decía ella, y cuando llegó todos los entrenadores me decían: no tenemos una futbolista entre las 200 que hay en el Oviedo Moderno como esta niña. Y no sabía ni lo que era un fuera de juego. Era innato.
Hablemos de ese cambio de ver el fútbol desde el campo a verlo desde la tribuna.
Fueron años de transición que transcurrieron con naturalidad, pero fueron duros emocionalmente. Lo contrarrestaba con la motivación que tenía por el reto, pero había pasado de ser una más a tener que tomar decisiones sobre gente que había sido mi compañera, con la que había un vínculo afectivo. Era muy difícil. A final de temporada no quería estar, le decía al Director Deportivo: «hazlo tú», porque me costaba mucho sentarme delante de futbolistas a las que quería mucho y tener que decirles eso de «esta temporada tu rendimiento no ha sido el esperado…».
A nivel institucional tenías que hablar por primera vez en voz de las futbolistas también.
No he vuelto a ver entrevistas de aquella época, de cuando tenía 25 ó 26 años. Cuando era futbolista era yo la que solía hablar con la prensa, dentro de la cobertura que se nos hacía, y me tocaron muchos marrones de dar la cara. Pero no he vuelto a ver entrevistas de aquellos años, y me pregunto cómo hablaba, porque seguro que me temblaba la voz, me atragantaba… pero para mí hablar por ellas no era tan difícil. Recuerdo un consejo de un entrenador cuando empecé a estudiar los títulos y aún no sabía qué iba a hacer en el futuro, me dijo: «todas las decisiones que tomes, párate y piensa qué hubieras hecho si fueras la futbolista. Trata siempre de empatizar, porque desde ahí vas a tomar siempre mejores decisiones». A veces la inercia la aleja de todo eso, pero aún ahora me paro y pienso en esa frase.
Parece un buen consejo.
Sí, porque muchas veces pierdes eso de vista. Y evidentemente no siempre ayuda esa decisión, porque las perspectivas son muy distintas en algunos aspectos, pero no puedes olvidarte de cómo lo vería la futbolista, es muy importante también.
Pero las decisiones de los directivos suelen ir condicionadas por factores externos, como el económico.
Desde mi experiencia, que he pasado por todos los estamentos del fútbol, salvo el arbitraje, podría decir que la visión no es que sea diferente, es que a medida que vas ocupando cargos más elevados, tienes una visión más amplia de la situación. Tienes en cuenta a más agentes y más factores. Cuando eres futbolista la visión es más endogámica, ves el fútbol desde dentro, qué es lo que a ti te afecta… siempre se dice que son más egoístas, y no es que la futbolista sea egoísta, es que su atención está en el terreno de juego y en todo lo que le condiciona.
A medida que va subiendo escalones en la gestión, dirección deportiva, presidencia de un club, esa burbuja la ves desde fuera, y ya no está solo la jugadora: está la jugadora, están sus compañeras, está la dirección deportiva, el club, los presupuestos, la parte institucional, la cantera… y ahí es donde se toman decisiones condicionadas por muchas más cosas. La amplitud de miras es importante, salir de la burbuja y ver todo desde fuera es necesario y no se pueden atender las decisiones solo de una parte.
La cantera es uno de esos factores. En Asturias, durante décadas, el Oviedo Moderno fue el equipo fuerte con una cantera que iba nutriendo a otros equipos del Principado precisamente por esas decisiones.
Hubo una evolución. Cuando el Oviedo Moderno empieza a crear su escuela, solo el Femiastur, que empieza al poco tiempo, tiene una. Era algo natural. Nosotros lo vivíamos así. Mi foco estaba puesto en las más pequeñas, en equipos benjamines, alevines, en crecer en la base… y luego es verdad que había jugadoras que estaban en categoría regional que no daban el paso al primer equipo, y ese era un círculo de futbolistas que podían nutrir a otros equipos.
Al principio era un poco violento. Futbolistas que habían crecido con nosotros llegaban a los 18 años, que era una edad de formación prácticamente, y tenían que decidir a qué otro equipo ir. Era duro. Pero para nosotros era necesario, podíamos formar futbolistas, podíamos crecer en la base, pero teníamos un equipo en la máxima categoría (que a veces ascendía y a veces descendía, pero que estaba ahí arriba siempre), con unas posibilidades dentro de Asturias muy limitadas, y en esa base tenía que haber garantía de futbolistas que podían nutrir al primer equipo. Esa fue la parte más dura, hacer pedagogía tanto con las futbolistas como con los clubes asturianos que entendían que les llegaban los desechos del Oviedo Moderno, que era en realidad lo que nutría a la mayoría de los equipos de liga regional. Hacíamos una labor para todos, y yo intentaba que ellos invirtieran también en la base para poder fomentar las canteras no solo desde el Oviedo Moderno, como más tarde hicieron otros, el Femiastur, el Gijón Fútbol Femenino, incluso el mismo Sporting años después.
También el Oviedo Moderno fue el primer equipo en traer jugadoras de otras provincias, incluso de otros países.
Cuando yo era futbolista ya había alguna futbolista de fuera, Susana Temiño que era de Zaragoza, Pris de León… era algo excepcional porque, al no pagarnos nada, tenían que facilitar absolutamente todo para traer este tipo de jugadoras. Cuando yo dejo de jugar y soy Presidenta del club, ahí me vuelco con la escuela y empiezan a aparecer jugadoras de fuera. Creo que es el proceso natural de profesionalización. Estábamos empezando a profesionalizar la Primera División con la llegada de Iberdrola, la aparición de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino en 2015… había un cambio de mentalidad, nos teníamos que autoexigir más. Si no había futbolistas de cantera que pudieran dar el nivel, había que traer dos o tres de fuera para reforzar la plantilla. Aún así, éramos el club con menos futbolistas de fuera de la máxima categoría.
Existen muchas barreras que lastran los proyectos deportivos de los clubes independientes y regionales.
La mayor barrera que existe todavía en la base del fútbol femenino es la mentalidad. Hay muchos clubes que todavía no ven la necesidad de tener un equipo femenino, y no hablo de necesidad solo, hablo de conciencia. Hay muchos que no quieren, hay muchos que piensan que no es viable o que tiene un impacto negativo en el club, cuando cualquier equipo de cadete o juvenil que vas a tener también tiene un gasto. Parece que ven el fútbol femenino desde la perspectiva de «si me va a costar, no». Es verdad que se han ido rompiendo barreras y hay muchos clubes que han evolucionado, pero esto todavía sigue. Y conlleva que el fútbol femenino no esté en las mejores condiciones en cuanto a infraestructura, instalaciones, situación dentro de un club… que no se le tenga en el lugar que le corresponde.
Creo, no obstante, que existe una evolución. Evidentemente, si en 30 años que llevo vinculada al fútbol femenino no hubiera visto una evolución estaríamos muy deprimidos. Pero siguen existiendo esas trabas.
Del Oviedo Moderno das un salto a la política regional.
No sé si fue un tema casual o causal, cualquiera de las dos me valdría. No soy una mujer de política, no había tenido ninguna vinculación con ningún partido político ni conocía a nadie de la política asturiana, y fue un poco sorpresivo. Me llamó una persona que había estado conmigo en el Oviedo Moderno que me dijo que buscaban a alguien que viniera del mundo del deporte, que conociera el barro y que Berta Piñán había preguntado por mí. A las pocas semanas llegó esa llamada y con ella el síndrome del impostor con todas las inseguridades que surgen y que jamás le habrían surgido a un hombre. Había gestionado un club, pero no sabía nada de política. Pero era una oportunidad no solo de aprendizaje, también de poder hacer cosas para el deporte asturiano que yo misma venía reivindicando y tenía la oportunidad de solucionar.
Me entendí pronto con Berta, tuvimos mucha conexión y tomé la decisión. Fue casual, pero creo que no todo en la vida llega por casualidad o por un golpe de suerte. Llevaba 25 años de mi vida en el deporte, también era un trabajo que me había llevado a dejar mi nombre ahí.
En ese salto a la política, ¿cómo te sentiste de cómoda?
Me sentí muy apoyada desde el principio y con mucha confianza desde arriba. Nadie me impuso nada, que es algo de agradecer. Me dejaban hacer en todo momento. Pero también es verdad que, a los seis meses de tomar posesión, llega la COVID. Mis tres años en la Dirección General de Deportes del Principado están condicionados por la pandemia, que fue un aprendizaje para todos. Ahí ya no me sentía impostora, lo éramos todos. Todos teníamos la misma experiencia. Me ayudó mucho en la gestión venir del deporte y tener esa empatía para tomar decisiones que podía tomar en aquel momento, que muchas venían impuestas. Pero cuando estaba aterrizando en mi proyecto, en las ideas, en las políticas que quería desarrollar… todo se vio condicionado.
Y llega la decisión de profesionalizar la primera división de fútbol femenino, y la propuesta a que seas tú quien la presida por parte de la candidatura de la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino.
Fluían las cosas de una forma rara. Llevaba tres años desvinculada de la Asociación, en todos los aspectos. No había vuelto a hablar con las personas que estaban en la Asociación ni con los clubes. Estaba centrada en otra etapa de mi vida. Cuando recibo la primera llamada, pensaba que venía porque había entrado en la Comisión Directiva del Consejo Superior de Deportes por uno de los puntos a tratar, la profesionalización del fútbol femenino como representante regional. En aquel momento la Presidenta era Irene Lozano. Habló conmigo por teléfono y me dijo que un punto muy importante era la profesionalización y que le encantaría contar conmigo y que pudiera vivir ese momento. Me pareció buena idea, la propuesta iba a salir, nadie se oponía políticamente a ello, y había una motivación importante.
Cuando me llaman para ser la persona de consenso de los clubes, me pilló a pie cambiado. Embarazada de ocho meses, a punto de sacar la Ley del Deporte en el Principado, intentando organizar mi vida, conciliar y la política, y no me lo esperaba en absoluto.
Dices que nadie se oponía a nivel política. Pero es el punto álgido de una guerra entre la Real Federación Española de Fútbol y los clubes de fútbol femenino.
Cuando hablo de a nivel político, hablo del CSD. No es que no fuera un tema de discusión, es que se votaba y se celebraba la profesionalización. A nivel institucional había quienes se oponían desde el principio, como la RFEF gestionada por Luis Rubiales, que hizo un informe desfavorable al CSD para que no hubiera una liga profesional. Hay que agradecer a Irene Lozano lo que tenemos hoy en día, fue una persona que apostó, tomó una decisión firmemente y no se echó atrás.
¿Cómo son esos primeros pasos de la liga profesional, y los de tu hija, porque nacen a la vez?
A mí solo me preocupaban dos cosas: cómo iba a poder gestionar mi maternidad, porque siempre he sido una persona que se había volcado con sus hijos, y ahora nace Alma y no iba a poder estar tan cerca o viviendo la maternidad de la misma manera.
Por otro lado, por la parte profesional solo tenía una preocupación: las personas con las que yo iba a hacer este viaje. Si yo me comprometía, hasta dónde llegaba el apoyo y la lealtad de las personas que me rodearían. Si algo tuve en mi vida profesional y personal son personas muy cercanas que me protegían, me cuidaban y que eran leales. Podemos tener diferencia de opiniones en un equipo, debates internos, es productivo y es bueno, pero que sean leales. Y en el fútbol palabra lealtad no es tan sencilla. Hay muchos intereses y es complicado crear un grupo de trabajo así. Esa era mi única preocupación, tener un grupo de trabajo con el que construir, con el que confluyeran ideas comunes de a dónde queríamos ir. Y siempre lo he notado, no solo de mi equipo, también de los clubes.
Me sorprendió, porque llevaba tres años fuera del fútbol, pero había estado muchos en la Asociación, muchos encuentros, muchas reuniones, muchas batallas, incluso antes de la creación de la Asociación, con Lola Romero, con Pedro Malabia… para mí esa confianza y ese cariño con el que pensaron en mí los clubes, fue el pilar fundamental del proyecto. Sobre eso puedes crear y construir, y puedes equivocarte o acertar, pero las personas del equipo de trabajo que me rodean eran fundamentales. Evidentemente, a lo largo del camino surgen satisfacciones o decepciones, y eso hay que vivirlo de una forma natural. Pasa en la política, en el fútbol, en la vida misma, pero para mí lo más importante era sentir esa lealtad de las personas que me rodeaban.
Estás hablando de las batallas. ¿Cómo son? Porque solo pudimos ver una, antes de la Supercopa de España en Salamanca, que fue retransmitida por la RFEF y en la que se debatió sobre el Plan Élite y fue muy tensa, con ese careo entre Alcaine y Rubiales.
El periodo entre el 2019 y el 2022, que es donde nace Liga F, fue una época de muchas batallas, de fango y barro. Todo lo que sé de ese momento es por lo que me cuentan, no lo viví, pero fue una época de mucho desgaste, de pérdida de energía para muchos y muchas. Yo llego cargada de esa energía y con una imagen mucho más limpia, y creo que eso me podía permitir poder entrar de otra manera. Una persona que venía de la Comisión Directiva del CSD, de gestionar un club amable para el resto de España, que había peleado siempre desde una forma muy sana, y podía empezar un poco de cero. Pero yo no era una ingenua. Yo sabía perfectamente quién era Luis Rubiales, sabía de esos tres años de tortura que habían pasado los clubes.
Yo llego para empezar de cero, pero pronto me sitúo en la misma casilla que el resto. En mis primeras llamadas con Luis Rubiales él ya entra en su actitud de chantaje, presionando, tratando que fuera una servilista más, tratando de comprar mi voluntad «a cambio de». Y para mí fue muy importante marcarle límites desde la primera llamada que tiene conmigo. Que supiera quién era y hasta dónde estaba dispuesta a llegar. Ahí hice un trabajo psicológico muy importante, ser muy clara y muy leal conmigo misma, de lo que quiero y de lo que quiero ser. En esa primera llamada ya supe que no nos iba a facilitar nada, que esto no dependía de personas, que él quería convertirnos en súbditos o enemigos, no había otra opción para él. Decidí no ser su súbdita y me convertí en enemiga.
No suena a «presidenta de paja», que es como se te ha vendido desde un inicio por parte de la prensa federativa.
Sí, y creo que aún hay determinadas personas que lo piensan, pero me da bastante igual. A mí me importa lo que piensa la gente que me conoce, la gente de mi equipo que me ha respetado siempre desde que llegué, el respeto por mis decisiones que incluso en algún momento no van en la misma línea que el resto. Pero mi equipo de trabajo confía en mí, me ven como a una persona con capacidad de liderar. Y yo también he aprendido que se puede liderar desde muchos sitios. El liderazgo en el mundo del fútbol es masculino, y sí que es cierto que las mujeres lo hacemos desde otro punto y aprendí a valorarlo. Probablemente, si hubiera sido un hombre, también habrían pensado que era un Presidente de Paja, si no era por Javier Tebas sería por el CSD o por quien sea, pero creo que no debemos dar importancia a lo que se ha vendido desde ahí.
Liga F presenta muchos desafíos, uno de ellos el económico. Lo primero que se presenta es un convenio con LaLiga en el que se consiguen 42 millones de euros.
Cuando entramos, lo hacemos en un contexto en el que había muy poco tiempo para ponerse a gestionar la liga. En esos primeros meses, se crea una alianza con LaLiga que nace de los propios clubes, son los mismos, en aquel momento 12, y tenían las mismas inquietudes y necesidades. La oportunidad con LaLiga surge de conversaciones internas con la agencia comercial y de la necesidad de llegar a potenciales patrocinadores en tres meses para dar una estabilidad a los clubes.
La agencia de la liga nos ofrece un contrato en el que cerramos 42 millones para las cinco primeras temporadas de Liga F de mínimo garantizado donde ellos se comprometen a llegar a potenciales patrocinadores, y a partir de los beneficios que pudiera dar en cada uno de los años, se reparte. Como cualquier otro contrato de agencia en el que se consiguen patrocinadores, pero en este caso era la agencia de LaLiga que tenía cierta llegada ya a las marcas que apuestan por el deporte. Entendimos que en aquel momento había que firmar un contrato de agencia sí o sí, LaLiga era la mejor opción. Y sí, nos garantizó 42 millones en los primeros cinco años, lo que era algo muy por encima de las expectativas que teníamos en el arranque de la profesionalización.
Y otra partida presupuestaria que abre la Liga F es la del CSD para que los clubes adapten sus condiciones a una liga profesional.
Hubo tres cosas fundamentales. Por un lado la parte comercial que ya hemos comentado, por otra la subvención del CSD y la tercera vía de financiación, que era el tender televisivo. Esas fueron las tres patas en las que nos centramos para dar una estabilidad en esos tres meses de urgencia. Y creo que cumplimos los objetivos: el tender salió pese a las amenazas de la Federación para atascar y torpedear una vez más la emisión de partidos. Tenía claro que había que ser valientes, había que dar un paso, la primera división tenía que ser televisada, los clubes tenían que tener una estabilidad económica, había que sacarlo adelante. A día de hoy no han podido denunciar nada porque no se ha hecho nada mal, pero en aquel momento todo eran amenazas para crear inestabilidad y dividir a los clubes. Ahí tuve el apoyo unánime, lo sacamos adelante, 35 millones en las primeras cinco temporadas. Ya hablábamos de 77 millones que gestionaba una competición que venía de cero.
Y la tercera pata económica era ese apoyo que el CSD decidió dar en los tres primeros años a Liga F, que en un primer momento eran 5 millones de euros por año y que después pasaron a ser 7,5 tras el boicot arbitral, porque el CSD dió 2,5 para financiar parte del coste de las árbitras. Al final fueron esos siete millones y medio de euros anuales, 2,5 directos para los clubes, 2,5 para sufragar el tema arbitral y otros 2,5 para gestión, con los que pudimos sacar proyectos muy importantes para los clubes y crear la propia estructura de Liga F.
Acabas de abrir aquí dos melones: el de los campos y el de las árbitras, preocupaciones que, me imagino, compartes con los aficionados.
Comparto alguna más, pero claro que sí. Voy a hablar de retos, no de preocupaciones, que puedes tener muchas, pero creo que esto está en nuestras manos así que son retos: el crecimiento de audiencias y el crecimiento de asistencias, que van de la mano de otras muchas cosas. De mejorar el producto audiovisual, del crecimiento en cuanto a apertura de estadios, las instalaciones de los clubes… va de la mano de muchas cosas. Pero creo que son dos «debes» en los que hemos mejorado y aún debemos mejorar más.
¿Cómo estamos de audiencias?
Estamos satisfechos con el crecimiento, aunque estamos buscando medidas que implementar en otras temporadas para que aún mejore más, teniendo en cuenta que hay un incremento considerable. El último dato que tengo es de la jornada 27 y hemos duplicado ya las audiencias de la temporada pasada, son datos de crecimiento importantes.
Y en el caso de las asistencias estamos, y hay que ser críticos, lejos del objetivo que pretendemos. Hay una mayor apertura de estadios, hemos pasado de abrir seis estadios cuando la liga no era profesional a este año que estamos por encima de las 40 aperturas, gracias a la apuesta de los clubes. Es nuestro gran deber. Al margen de que cuando se abren los grandes estadios se consigue fidelizar a un mayor número de espectadores, todavía estamos lejos del objetivo y hay determinados partidos donde la asistencia no alcanza los números que buscamos.
¿Cómo podemos fidelizar a la audiencia? El fútbol femenino peca de lo mismo que el masculino, hay equipos que condensan la mayor parte de la afición y al equipo pequeño le cuesta que el aficionado local se vincule.
Desde Liga F lo que hemos hecho con los clubes es un proyecto de Fan Experience a través de una empresa especializada en el mercado mundial que ha hecho la evolución en otras ligas potenciales. Estamos ahora en una fase más analítica, viendo la casuística concreta de cada uno de los clubes porque hay mucha variación entre unos y otros, a nivel territorio y a nivel clubes. Es necesario este análisis para implementar medidas de cara al crecimiento de asistencias y de todas las activaciones que se pueden hacer y experiencias que se pueden consumir en torno a un día de partido.
Pero al margen de eso, trato de hacer mucha pedagogía de que no nos conviene compararnos con el fútbol masculino. Parece que la expectativa del fútbol femenino sea llenar los grandes estadios como hace el fútbol masculino, cuando el resto del deporte está muy lejos de estos datos. Un partido de baloncesto de la ACB, o un partido de la ASOBAL de Balonmano, un partido de fútbol sala… y ya no voy a otros deportes practicados por mujeres que están mucho más lejos de esos números del fútbol masculino. Creo que hay que crear un producto propio, diferenciado.
Hemos hecho un estudio muy amplio de cuál es nuestra comunidad, y el objetivo es ampliarla sabiendo cuáles son los potenciales grupos de personas dentro de la sociedad que pueden pertenecer a Liga F. No todo el mundo se va a ver reflejado en los valores de Liga F, en cuestiones de género, valores que abanderamos como la LGTBIfobia en el deporte. Entiendo que no todo el mundo se ve ahí, pero nosotros tampoco pretendemos ser para todo el mundo. Pretendemos ser un lugar donde quepan todos y todas las que quieran estar, y queremos ir creciendo en ese sentido. Sabemos cuáles son los focos en los que queremos estar y lo que necesitamos es tiempo para tener un impacto de marca. Digo una palabra muchas veces, y es que el fútbol femenino sigue siendo muy endogámico. Lo conoce mucha gente que está dentro del fútbol femenino. Pero tenemos que salir de ahí y Liga F tendría que llegar a ser, espero que en pocos años, una marca reconocida en España. Que una persona vaya por la calle y reconozca el logo de Liga F, que reconozca a las futbolistas. Nos queda mucho camino por hacer, llevamos tres años y hay que tener paciencia y tiempo.
Liga F seguirá siendo Liga F con la entrada de MOEVE, ¿no?
Este era un paso importante para nosotras después de todo lo que nos ha pasado con el Title Sponsor. Llevábamos tiempo preocupados y en busca de un Title Sponsor que dé nombre a la competición, que aporte valor y que sea un foco de atracción, que te dé un soporte y una estabilidad, que transmita un mensaje de seguridad para dentro y para afuera.
Para nosotros, ir de la mano de Moeve ha sido maravilloso. Además, lo hacemos en un viaje que abarca todo el fútbol: un fútbol para todos y todas. Fútbol inclusivo, desde todas las partes, desde la discapacidad, desde la perspectiva de género, y creo que también es importante poder ir de la mano de alguien con quien compartes valores, a parte de que sea un patrocinio, que la parte económica que te da estabilidad también es importante. Pero a la hora de compartir valores hemos encontrado unos socios que nos van a acompañar en este camino y que nos van a hacer crecer, además con una visión de futuro, pensando en las niñas que jugarán en Liga F.
Vivimos una extraña paz institucional que no habíamos vivido nunca, tanto con RFEF, como con sindicatos tras la firma del II Convenio Colectivo de Fútbol Femenino. ¿Hacia dónde rema esa unión de fuerzas que tanto ha costado conseguir?
Esa paz debería haber sido lo habitual, pero parece que como nunca lo fue, la vivimos como algo extraordinario. La valoramos como algo extraordinario cuando poder hablar con la Federación, que los clubes se reúnan con su Presidente y la Presidenta de Liga F juntos, algo que parece extraño, debería ser lo normal cuando estamos todos en el mismo barco y con los mismos objetivos.
Ahora tenemos el foco puesto en dos comités que se han formado, el de competición y el arbitral, para valorar los cambios necesarios de cuestiones de coordinación en los que tanto Federación como Liga tienen que llegar a acuerdos. Estamos valorando conjuntamente un sistema nuevo de competiciones que pueda generar de alguna manera una competición mucho más igualitaria y más atractiva para el espectador, desencasillándonos un poco de la liga masculina. En la liga femenina, al ser algo mucho más novedoso y en la que la gente está mucho más abierta, queremos generar otro sistema, otras competiciones, fijándonos tal vez en formatos como la NBA, con Finales, con expectación… otro tipo de atractivo al que le estamos dando una vuelta conjuntamente.
Y luego está la parte arbitral, en la que estamos valorando la implementación de algún sistema de Video Support que pueda contribuir a la mejora del arbitraje en Liga F. En concreto estamos valorando un mecanismo que no es el VAR común que está implementado en LaLiga porque por cuestiones obvias de infraestructuras y económicas no podemos asumirlo a día de hoy, pero existen otros tipos de competiciones tanto en fútbol en otros países como en otros deportes que está implementado y funciona bien.
Es un sistema que está en fase de prueba con FIFA y hemos solicitado la posibilidad de incorporarlo a Liga F y ver cómo funciona este proyecto piloto. Es un Video Support que minimizaría los errores arbitrales. Tenemos el soporte de la televisión, con lo cual los tiros de cámara que puedan corregir determinados errores los tenemos, y vamos a intentar avanzar en este proyecto y ver si podemos implementarlo si no es en esta temporada, en la siguiente, pero lo antes posible.
¿Se compara Liga F con otras ligas extranjeras?
Continuamente, ¿no? Es la pregunta estrella: la fuga de talentos, la liga inglesa, la liga de Estados Unidos… Claro que se nos compara, y es normal. Es nuestra industria. Nadie te va a comparar con ligas que por desgracia están muy lejos de una liga profesional. Pero hay ligas que son referentes desde hace muchos años y tienen un camino recorrido y consolidado con las que se nos compara desde el minuto 1. Nos estaban dando la catalogación de profesional y ya nos estaban comparando con la liga inglesa que lleva una década siendo profesional. Desde el minuto 1, sin paciencia.
No vivimos ajenos a esto, sabemos que estamos lejos de algunas ligas, no de muchas, estamos muy bien situados en el mapa mundial, y así nos valoran desde fuera, que eso también es importante, saber cómo te ven desde ligas que llevan ya muchos años trabajando, y esto habla muy bien del trabajo que llevan haciendo los clubes y las futbolistas desde España. Pero, efectivamente, como producto a desarrollar, a nivel económico, audiovisual, infraestructuras, estamos en un momento muy incipiente. Es nuestra tercera temporada, con lo cual nos quedan muchos pasos que dar. Tenemos que ir centrándonos en esos retos, en ir cumpliendo objetivos, en ir creciendo, y en poco tiempo nos situaremos al nivel de las ligas referentes.
Hablabas de la fuga de talentos. Cada vez estamos viendo jugadoras más jóvenes en Liga F que destacan. ¿Qué puede ofrecerles la liga para que sigan haciendo su carrera aquí?
Si en algo es España referente mundial, y te diría la primera liga mundial por encima del resto, es en el talento de nuestras futbolistas. Eso no es fruto de la casualidad. Es fruto del trabajo de muchas personas que han apostado por ellas, y del trabajo de ellas que ha sido desde hace muchos años, muy bueno. Es una cuna de talento, de cantera. La Selección Española en categorías inferiores ha ganado Europeos y Mundiales. Hay gente muy joven en la Primera División con un talento brutal que sale de las canteras de los clubes. Y es importante seguir nutriendo eso, seguir volcándose en las canteras y en un trabajo que no se puede perder a medida que nos vayamos profesionalizando.
Pero creo que es natural también que se abran barreras con otros países. En un deporte profesional eso ocurre. Ahora parece que la gente se extraña porque las futbolistas vayan a jugar a Inglaterra, Francia, Alemania, Estados Unidos… es lógico y normal. Forma parte de la profesionalización del deporte ir abriendo esos caminos. Igual que se van futbolistas, llegan otras. Ocurre en el fútbol masculino de manera natural. Y también es una oportunidad para ellas de decidir dónde quieren estar en cada momento, a veces son decisiones personales y otras profesionales, y no nos hace ser peor liga que una futbolista se vaya al extranjero o que una futbolista de otra liga venga aquí no significa que seamos mejor liga tampoco. Y lo importante es no perder de vista la competición y entender que las futbolistas tengan cada vez más opciones de ligas importantes en las que jugar, es natural en el momento que vive el fútbol femenino a nivel global.
Antes hablabas de que en tu salto a la política sufriste el síndrome del impostor. En estos años al frente de Liga F, ¿te ha atacado alguna vez?
No. En Liga F siempre me he sentido muy segura. Es mi espacio, es mi sitio. Es un sitio en el que creo que tengo mucha legitimación. No soy la mejor, no me considero la mejor en absolutamente nada, pero tampoco lo hago con complejo. Soy una persona que conoce bien este mundo, a los clubes, a las futbolistas, al entorno. Eso me legitima a la hora de tomar decisiones y liderar este proyecto. Nunca me he sentido con complejo.
Es cierto que es un mundo muy masculinizado, machista también, y he sido señalada por muchas personas como persona no capaz. Un sector de la sociedad me juzga por ser mujer, y cualquier otra mujer habría tenido el mismo juicio. Y otra parte más endogámica del fútbol femenino quizá hubiera situado a otra persona por afinidad, pero que los clubes hayan confiado siempre en mi me ha hecho más fuerte. Una buena líder no es la mejor, es la que se sabe rodear de los y las mejores. He hecho un equipo con mucho talento y esa es la clave de Liga F.
¿Cómo se gestiona el desgaste personal y familiar de la exigencia de un puesto como este?
Soy una privilegiada. A las mujeres se nos sigue atribuyendo la conciliación. En mi caso no es así, mi marido es quien se está dedicando a la crianza de mis hijos en los momentos que yo no estoy, y ha sido una decisión de equipo, de los dos (con tres niños sería imposible de otra manera), y tengo una familia que me apoya y cada vez que no estoy está pendiente de todos. Soy una privilegiada en ese sentido. Cuánta gente y cuántas madres trabajan en otros trabajos mucho más sacrificados y no pueden ver a sus hijos en todo el día. No me victimizo en absoluto, a veces es complicado, me gustaría pasar más tiempo con mi familia y no estar en tantos sitios a nivel profesional, pero intento hacer una balanza de las cosas y lo veo desde una postura absolutamente privilegiada.
¿Te ves en cinco años liderando Liga F?
Por mi forma de ser, nunca me proyecto, quitando en el Oviedo Moderno que parecía que iba a estar perpetuada porque nadie quería tomar el puesto y parecía que iba a seguir ahí siempre. No estuve en el Oviedo Moderno de Presidenta durante tantas temporadas porque yo quisiera, sino porque me tocaba ser la Presidenta, y nadie quería hasta que me fui. Ahí me veía perpetuada incluso cuando ya no tenía la energía o la motivación para seguir, pero no podía irme y dejarlos tirados.
Quitando esa época, en la que aprendí mucho, no me proyecto. No me proyectaba como Directora General de Deportes más allá de la legislatura, no me proyecto más allá de un año que me queda como Presidenta de Liga F, y sí que es cierto que el equipo que me rodea lo hace, los clubes me hablan a futuro, porque en estos cuatro primeros años los dos primeros han sido de batallas políticas y es ahora cuando podemos empezar a implementar políticas y a poder crecer, y es cuando empezamos a vivir este proyecto y lo bonito que es este proyecto. Pero no me proyecto más allá, dentro de un año veremos qué pasa. La vida da muchas vueltas y no he tomado aún ninguna decisión.
2030, la agenda que tiene todo el mundo marcada. ¿Cómo ves Liga F ahí?
Es difícil pensar en cómo la voy a ver porque si voy al pasado tampoco habría pensado que jamás tendríamos una liga profesional. A veces las expectativas han estado por encima y muchas veces por debajo. No sé cómo estaremos en 2030 pero seguro que ya será una liga consolidada, que era uno de los objetivos de nuestro plan estratégico en estos primeros años, consolidar una liga profesional.
Espero que sea una liga sostenible, a nivel económico y deportivo, en la parte más atractiva, en la que los clubes tengan un nivel igualitario, aunque siempre habrá clubes con una capacidad mayor o menor, ocurre en todos los deportes. Pero que sea una liga atractiva en lo deportivo, y sostenible en lo económico. Que seamos capaces de generar lo que gastamos. Ese es el camino, hemos crecido mucho en estos tres años, y por supuesto que veo que todos los clubes puedan alcanzar esa sostenibilidad y que dejen de decir que somos subvencionadas o que el fútbol femenino no genera. Lejos, y sin tener que estar con comparaciones continuas con el fútbol masculino, que nunca vamos a llegar ahí.