Aintzane Encinas (Donostia, 1988) ha hecho de los sueños el motor de su vida. Y eso que tuvo que empezar creándolos, en una ciudad que se volvía loca con la Real Sociedad, pero que no contaba con equipo de fútbol femenino en el club. Eran los años en que el Añorga era uno de los mejores equipos de la División de Honor, pero eso quedaba muy lejos en un fútbol femenino cuyas redes de comunicación apenas tenían alcance.
Cuando finalmente se creó la Real Sociedad femenina, Aintzane fue seleccionada para formar parte del equipo y cumplir el primero de sus grandes sueños. Con los años se convertiría en la futbolista con más partidos en la historia de la Real femenina y a día de hoy, sigue trabajando en el club de su vida, ahora contribuyendo a que otras futbolistas hagan también sus sueños realidad.
Nos encontramos con Aintzane en uno de los lugares más solicitados por los turistas que visitan Donosti, con la imagen más representativa de la ciudad como fondo. Repasamos con ella una trayectoria deportiva que se ha ido desarrollando a la par que el propio fútbol femenino.
Una trayectoria que empieza en el equipo del colegio, jugando junto a un montón de chicos, que sigue con ella como protagonista del crecimiento de la Real Sociedad de fútbol femenino y que, una vez que ha colgado las botas, le ha permitido disfrutar del fruto de muchos años de trabajo, representados en el título de la Copa de la Reina logrado por el equipo. En resumen, una trayectoria brillante, que suma cerca de 380 partidos con la Real. Tal vez sean 381 o 382… ¿quién sabe? Por desgracia, la cifra exacta ya no lo podremos conocer.
¿Cómo es que no se sabe el número exacto de partidos que has jugado en la Real?
En esa época no se llevaba un registro oficial de los partidos que jugábamos. No había datos estadísticos, ni se grababan los encuentros como se hace hoy. Todo eso llegó mucho después, cuando el fútbol femenino empezó a tener más visibilidad y recursos.
Hoy es totalmente diferente. Se graban todos los partidos de todas las categorías y la Liga F transmite cada uno de ellos. Hace unos años, todo esto era impensable, pero la evolución ha sido rapidísima y ahora tenemos la visibilidad que necesitábamos para generar referentes y dar un seguimiento real al crecimiento que estamos teniendo. Hoy en día, las jugadoras tienen todo. Todavía quedan muchas cosas por conseguir, pero hoy en día cuentan con mucho más.
No sé si llegan a tener dos camisetas por partido como tienen los chicos (risas).
No, no. Eso sigue sin suceder. De hecho, hubo un momento en el que a nosotras nos pedía la camiseta un niño o una niña que se había acercado a ver un partido y, claro, no es tan fácil como sucede con los chicos, que se quitan la camiseta, la regalan y les reponen otra. Nosotras sólo teníamos un juego o dos para toda la temporada y suerte si todavía lo tenías al final.
Todavía, jugando en Primera, estuvimos muchos años sin nombre en la camiseta y con números del 1 al 11. Después hubo un año en el que nos preguntaron qué número queríamos llevar. Además, ese año nos hicieron una camiseta de corte más femenino. También fue la primera vez que llevamos un patrocinador. Hoy ya puedes comprar la camiseta de la Real del equipo femenino, que es un avance más. Las condiciones que teníamos, comparando con las que hay ahora, no tienen nada que ver.
Claro. Habrá niños, niñas y adultos también que pedirán la camiseta del femenino, con el nombre de Nerea (Eizagirre) o de Amaiur (Sarriegi).
Hace poco, cuando la final de Copa de Zaragoza entre Real Sociedad y Barcelona, me mandaron una foto de una persona que yo no conocía, con el número 20 y «Aintzane» en la camiseta. Claro, me hizo una ilusión tremenda, porque yo hace tiempo que no juego y esa camiseta no era regalada por mí; porque yo las tengo, casi todas, localizadas (risas).
Es un síntoma de que están cambiando algunas cosas. Admiras o eliges por algo a una jugadora y ¿por qué no vas a poder llevar su camiseta? Sea hombre o mujer. Igual que las niñas tienen más normalizado llevar el nombre o el apellido de un futbolista, ¿por qué no de una futbolista? Hace poco leí en prensa que unas de las camisetas más vendidas del Barça eran las de Alexia y Aitana.
Eres joven para ser futbolista. De hecho, podrías estar jugando todavía.
Lo que pasa es que pasé trece años en la élite y compaginando muchas cosas. Es que el fútbol de antes no era como el de ahora. Nosotras entrenábamos a última hora de la tarde, después de haber estado algunas trabajando, otras estudiando. Venir de la universidad desde Vitoria todos los días a Zubieta… Hay momentos en los que tienes que valorar: Sigo con mi trabajo o sigo jugando a fútbol.
Porque, en ese momento, ser futbolista no era tu trabajo. Éramos jugadoras de fútbol. Las sesiones de gimnasio que teníamos las puedo contar con los dedos de las manos. Durante la semana, como mucho era un día. Ahora, incluso las jugadoras más jóvenes pasan por el gimnasio todos los días para hacer prevención o lo que sea. Todo eso entró mucho más tarde para nosotras.
¿Hay un año en el que la Real femenina da un salto o es un proceso progresivo?
Creo que es un proceso; que tiene mucho que ver con el momento en el que las instituciones, La Liga, la federación, pusieron mucho más de su parte para conseguir que el producto fútbol fuera mejor. Desde apoyar a los clubes, decirles que tengan mejores condiciones, que se va a televisar y van a cambiar las cosas.
Yo creo que ese es el salto, cuando las grandes instituciones dijeron: «vamos a emitirlo, tenemos que hacer que esto crezca de una vez por todas». Tiene mucho que ver con el post-mundial, en el que las jugadores dicen «no podemos ir a un Mundial sin prepararnos», no puede ser que las condiciones sean estas…
Cuando se plantan ante Quereda, el seleccionador.
Sí, pero no era solo el seleccionador. Era un golpe en la mesa, queriendo decir: nosotras queremos profesionalizar algo que hacemos como tales y necesitamos que nos acompañéis, que nos tratéis como tal.
En el fútbol femenino tengo la sensación de que las jugadoras vais por delante de las decisiones institucionales. Primero abrís camino y luego llegan los cambios.
Sí, creo que es así y es una pena que, al final, no podamos dedicarnos a lo que nos gustaría. Siempre parece que tenemos que estar en la parte reivindicativa, en vez de tener el mismo trato a nivel de instalaciones, horarios de entrenamiento, nutricionista, preparadoras o preparadores físicos. Todo el personal disponible y lo mejor cualificado que haya también a disposición del femenino.
Parece que hasta ahora ha tenido que ser, no porque los clubes entendieran que hay que darles lo mejor, sino porque las jugadoras, con su calidad, su juego en el campo, han ido demandando eso. Y mucha gente que estaba se ha ido quedando a un lado, porque su preparación no era suficiente para estar a ese nivel.
A eso le añadiría que, cuando han llegado los cambios, cuando se han empezado a jugar partidos en estadios, el público ha respondido también. Quiero decir que para entonces ya existía una demanda a la que no se estaba respondiendo.
Es que creo que es eso también. Al final, acercar el deporte femenino a la gente hace que se quiera ver. Porque son otros valores los que transmite, la cercanía que transmiten las jugadoras… es más familiar. Cuando vas a la grada del mismo Reale Arena, el ambiente es completamente diferente en un partido del masculino y del femenino. Es menos hostil hacia las jugadoras. Las familias se atreven a ir con sus niñas y niños pequeños.
Muchas veces me siento en el Reale Arena al lado de personas que llevan a su hijo y a mí me da vergüenza lo que dice el niño y sobre todo, lo que dice el padre. Que, al final, el niño replica lo que dice el padre. Y estamos en un sitio en el que tenemos bastante educación en ese aspecto. Digamos que en el Reale Arena no somos tan hostiles, pero hay de todo y yo misma he vivido situaciones que piensas: ¿le dirías eso a cualquier otra persona en su trabajo?¿Saltarías contra un panadero, por ejemplo?
Creo que ese ambiente diferencial lo generan también las jugadoras. Creo que hay menos trampa, menos violencia… No sé si es consecuencia de que haya menos presión, pero creo que es un fútbol más limpio.
No es por comparar. Es diferente. Transmite otro tipo de valores y a las personas que les gusta el fútbol, les gusta los dos, el masculino y el femenino. Te gusta el fútbol, incluso habrá partidos femeninos que te parecerán mejores que algunos masculinos que has podido ver. No es cuestión de comparar, porque yo también me he aburrido viendo partidos de otras divisiones o lo que sea.
Al final, creo que el fútbol femenino, sobre todo, es muy familiar. Las gradas, lo que genera en las personas… Me han llegado a decir padres de niños o niñas que entreno: «me encanta cuando abren Anoeta, porque quiero enseñarle a mi hijo que esto existe». Por ejemplo, con los cromos de La Liga unos padres me comentaron que había venido su hijo del campamento con cromos de fútbol femenino preguntando por qué no tenían antes esos cromos.
Cuando les cuentas a las jugadoras a las que entrenas cómo era el fútbol con el que creciste tú, ¿qué te responden?
No cuento mucho, pero sí es cierto que las generaciones que vienen ahora saben de dónde venimos. Alguna vez sí hemos contado cosas y cuando oyes una queja porque la camiseta no le queda bien o no sé qué, igual les cuentas que antes no teníamos nada de eso.
De mí misma no les cuento mucho, pero sí les cuento historias de lo que pasa en el resto del mundo, porque he estado en diferentes países y he visto diferentes condiciones y aquí llevamos un avance muy grande respecto a otros lugares. Lo entienden mucho más explicado así, no tanto por lo anterior.
Porque, una vez que les has dado la equipación para entrenar o pueden acceder cada semana a comprar unas botas, cuando les cuentas que hay sitios en los que no tienen botas o días de entrenamiento, que entrenan cuando pueden, porque tienen que ir a sus casas a hacer la comida o que directamente no pueden jugar a fútbol, ahí sí que dicen ¡qué afortunada soy!
Al final todo es un proceso. En la Real hemos tenido sólo un equipo hasta hace relativamente poco. Los cuatro equipos que hay hoy en día es algo nuevo. El equipo infantil cadete se creó el año pasado. Antes, si se lesionaba una jugadora, no podías tirar de la cantera, porque no había.
De hecho, el nacimiento del segundo equipo de la Real es posterior a tu retirada.
Bueno, yo cuando era jugadora, ya era entrenadora. Entrenaba a niñas en diferentes sitios. Cuando dejo de jugar, en la Real me proponen continuar como entrenadora. Me pasé una temporada entera entrenando por todo Gipuzkoa a jugadoras de los equipos convenidos con la Real, porque entonces no existía el filial todavía. Ese mismo año traemos a Zubieta a diferentes jugadoras para configurar el que va a ser el equipo B, que se termina creando la siguiente temporada.
El filial de la Real de chicos siempre se ha llamado Sanse. ¿Cómo se le llama el de chicas?
Real Sociedad B. No le conozco otro. Si quieres le ponemos uno.
Sí. Me parecería lo propio (risas). A mí me gusta que, aunque oficialmente se llame Real Sociedad B, se le siga conociendo como Sanse.
Bueno, dentro de la casa alguna vez sí me han preguntado ¿qué tal va el Sanse femenino?
Vamos a empezar por el principio. En tu caso, abril del 88.
22 de abril del 88. Me dijeron que tenía un número mágico. Yo no entiendo mucho de numerología, pero, no sé por qué, el 22 del 4 del 88 como que es un número mágico.
¿Cómo empiezas a jugar a fútbol?
Nosotros vivíamos en Larratxo. Empecé estudiando en un colegio de Herrera, pero enseguida pasé a Mundaiz. Iba todos los días desde Larratxo, pero siendo muy pequeñita nos cambiamos a Amara y toda la vida me he sentido de Amara.
Cuando hablas de que empezaste a jugar con tu hermano en el barrio…
Eso es en Larratxo. Ahí hay un cole abierto que es como el sitio de juego en el barrio. Jugaba con mi hermano y sus amigos.
Imagino que, en tu generación, quienes jugarais al fútbol, seríais las únicas chicas entre un montón de chicos.
Sí. No me gusta llamarlo así, pero somos supervivientes del patio. Pasa también con los chicos; los que sobreviven al patio siguen jugando al fútbol y otros se dedican…
A la fotografía (interviene Andoni Lubaki) (risas).
Al final, si tienes cualidades y las personas que juegan en el patio te aceptan, continúas jugando. Hay mucha gente que se queda en el camino por eso y muchas veces, siendo la única chica, te tenían que aceptar. Hay chicas que se han quedado en el camino porque, en ese momento, igual no tenían esas cualidades y no les dejaban jugar porque no eran buenas o porque… Al final es eso, si tienes cualidades estás dentro. Yo tenía ese talento y claro, me elegían.
¿Eras de las primeras elegidas en el patio?
Sí, tenía la suerte de que sí. Siempre lo he tenido relativamente fácil para relacionarme con los chicos a través del fútbol. Pero tenía compañeras que no y que también querían jugar. Claro, cuando no te eligen es duro y hoy en día eso pasa menos, porque ya hay equipos de chicas.
He estado en muchos países fomentando la igualdad a través del fútbol y sé el vehículo que es en ese sentido. Al final, en ese caso no les importa si eres mujer, les vas a contar cosas y es el fútbol lo que les importa. Te preguntan ¿has jugado a fútbol?, ¿has sido profesional?, ¿conoces a este o a este otro?…
¿En esas situaciones hay una respuesta positiva? ¿No hay un rechazo por ser mujer?
Todo lo contrario. Les llama la atención y sobre todo, empodera a muchas de las mujeres que están ahí. Se sorprenden y te preguntan ¿es posible eso? ¡Ah, que eres entrenadora! ¿y yo también puedo ser entrenadora? Muchas veces llama la atención que haya mujeres entrenadoras, ¡ah, que hay mujeres que se han dedicado al fútbol en su vida!
Estuve en Jordania en dos campos de personas refugiadas y allí jugar al fútbol te conecta; da igual el idioma, el fútbol te conecta con las personas del mundo y eso es lo más grande que a mí me ha regalado. El poder viajar, el poder ver y a través del fútbol, conectar con niños, niñas o personas adultas incluso.
A día de hoy, ¿en qué punto crees que está el fútbol femenino en España, comparando con otros países?
Está en un punto de crecimiento. Todavía está creciendo y desarrollándose. Los clubes están apostando mucho más y quieren que su equipo femenino esté también en lo más alto. Se están dando facilidades a las jugadoras… Está en ese punto, todavía en desarrollo. Se están consiguiendo muchas cosas. Respecto a otros países… depende de cuáles.
¿Es un referente para otros países del mundo?
Es muy reconocido a nivel mundial. Utilizar ese vehículo para seguir desarrollando, en mi caso el fútbol femenino, es un privilegio. Yo me siento privilegiada de poder acompañar, también en otros países, ese proceso que aquí está en crecimiento, pero en otros países ni siquiera ha nacido.
En las instituciones todavía tenemos muchos avances que hacer respecto a la mujer; en puestos de dirección y en la consideración sobre todo. En considerar profesionales a las futbolistas. No decir «estas niñas mira lo que están pidiendo», que todavía se oyen expresiones de esas. No es por ser reivindicativa, pero se oye «vamos a hablar con las niñas». Las niñas no, son las futbolistas. ¿Qué están pidiendo las futbolistas?
¿Incluso en equipos de adultas se usan esas expresiones?
Sí, también. Cuando hay una reunión con los chicos o tienen alguna petición, ¿se dice «voy a hablar con los niños?» No creo que se digan cosas como esa. Todavía es una concepción muy social; hace falta un cambio y tratar a las profesionales como profesionales. No son tus niñas, no son las niñas. Son futbolistas. Y si están haciendo una demanda, es por algo también. Esa modernización cultural de las instituciones con más recorrido ha cambiado cosas, pero todavía quedan muchas por cambiar.
¿Desde que empezaste a jugar siendo pequeña supiste que te gustaba mucho el fútbol?
Sí. Mi madre me cuenta anécdotas como que yo utilizaba las muñecas para ponerlas como bolos, chutar el balón y tirarlas. No me importaban las muñecas, me gustaba chutar el balón. También era algo que le veía hacer a mi hermano, que siempre se ha dedicado al baloncesto, pero, en ese momento, él jugaba al fútbol y yo quería jugar también. Yo lo veía como algo súper normal, pero tenía que ser aceptada para jugar. Por si acaso me llevaba mi balón, porque si no me dejaban jugar…
¿Te dabas cuenta de que la aceptación social no era la misma si eras hombre o mujer?
Hoy en día ocurre menos, pero sí es diferente. De hecho, entonces no existía la Real Sociedad. Todos mis compañeros querían jugar en la Real y yo también. Yo era de la Real y quería jugar en la Real, pero no existía el equipo femenino. Era algo imposible. Hoy en día, las niñas ya pueden soñar con jugar en la Real o ganando el campeonato del mundo.
¿Solías ver partidos de la Real?
A veces, pero no mucho. No tengo recuerdo de ver muchos partidos. Me gustaba el fútbol, pero lo que más me gustaba era jugar yo. A veces he escuchado decir, sobre todo a Lillo, que muchas veces se sigue soñando futbolista y yo me sigo soñando jugando yo misma. Claro que hoy en día es desde otro aspecto, pero yo empecé a jugar porque me gustaba jugar a mí, no por ver cómo jugaban otras personas. Me atrajo el juego en sí y eso es lo más chulo.
Cuando eras niña y soñabas con ser futbolista, ¿qué forma tenía ese sueño?
Soñaba con jugar en los grandes estadios, jugando grandes partidos y con la camiseta de la Real. Igual no me soñaba más que a mí (risas). Esa es la dificultad de soñar algo que no existe. Yo veía la serie completa de Oliver y Benji y pensaba que estaba en esos dibujos jugando con la camiseta de la Real. Después, cuando me dijeron que iba a existir la Real, ya podía soñarme realmente ahí. Es un sueño cumplido.
Que otras niñas puedan soñarse donde quieran, sea futbolista o lo que sea, pues es una suerte. ¿Por qué, si un niño puede soñarse ahí, una niña no va a poder?
¿Cuál fue tu primer equipo de fútbol?
En Mundaiz con los chicos, con los de mi clase. Me cambiaba en un vestuario aparte y si íbamos a un campo que no tuviera un vestuario para mí, primero se cambiaban ellos o al revés. O iba cambiada de mi casa. Hasta que no pude, jugaba con los chicos.
¿A qué edad no pudiste?
Catorce años. En ese momento tenía que ir a un equipo femenino. Entonces vino una persona del Añorga a uno de mis partidos con los chicos. Que yo no sabía ni que existía el Añorga. ¡Fíjate el desconocimiento! Porque no se hablaba de fútbol femenino y eso que es un equipo histórico. Vinieron a decirme «¿Quieres jugar en el Añorga?»
¿Cómo supieron de ti?
Pues alguien les diría que había una chica jugando con chicos que hacía algo bien.
¿Sabías quiénes eran Arantza del Puerto o Ainhoa Bakero?
Yo jugué con Arantza del Puerto. Tenía 15 años y ella 32. El primer año voy a entrenar y digo «¿Qué es esto? Si voy a entrenar con chicas». Ahí empecé a conocer lo que era el Añorga y enseguida me ponen a jugar con las mayores. De hecho, podías jugar en el equipo senior a partir de los quince años, que en ese momento jugaba en categoría nacional, con Arantza del Puerto, Larraitz Lucas… pero como todavía no tenía la edad, algún partido jugué con una licencia que no era mía.
Cuando nos convocan para unos entrenamientos en Zubieta, me enteré de que se iba a crear la Real femenina y esa fue la primera vez que fui allí; que ahora llevo más de veinte años yendo.
Se hicieron entrenamientos con más de cien jugadoras de diferentes clubes guipuzcoanos. Ahí ya empiezo a soñarme jugadora de la Real, pero pensaba «a mí que van a cogerme, que soy muy pequeña».
Antes de llegar a la creación de la Real femenina. Cuando compartes vestuario con Arantza del Puerto, te contaría historias de una etapa anterior, sabrías que había sido no sé cuántas veces internacional…
Pues me enteré muy tarde de todo eso.
Igual no sabías ni que había selección española femenina.
Sí, sí, tanto como eso… Sabía que había varias de las mayores que estaban en la selección y Arantza del Puerto era una de ellas. Se comentaba entre nosotras y te enterabas, claro. Luego, para mí, jugar con las mayores ya era… imagínate.
Al final, esas cosas hoy se dan menos. Que una chica de catorce años, que es lo que tenía yo, esté jugando con una de 32 en ese momento lo veía súper normal. Pero hoy en día, aquí en Gipuzkoa, en Euskadi en general, lo tenemos todo muy bien organizado. Hay infantil, hay cadete, hay juvenil, regional, regional de honor… Hay toda la escalera.
La creación de la Real femenina fue una decisión a nivel de la provincia de Gipuzkoa.
Sí, los clubes convenidos pensaron que hacía falta alguien que sea la punta de la pirámide.
¿Y el Añorga o el Oiartzun estaban de acuerdo? Porque, si surgía la Real, iba a suponer un techo para el crecimiento de estos equipos.
Pero los recursos que tenía la Real no eran los mismos que los que podían tener Añorga u Oiartzun. El Oiartzun jugó en Primera División contra la Real, pero los recursos que podía tener la Real, como club profesional masculino, eran mayores. De hecho, Oiartzun y Añorga fueron de los grandes impulsores de la Real femenina, cediendo a varias de sus mejores jugadoras. Del Añorga nos fuimos cinco jugadoras y del Oiartzun creo que otras tantas.
Ese detalle creo que habla muy bien del fútbol guipuzcoano.
También existía el Athletic femenino ya, que venía de ser el Leioa, que había llegado a Primera División y se lo comió el Athletic. En Gipuzkoa todo el mundo estaba con la idea de que tenía que haber esto mismo. Igual la decisión vino por otras cosas, no lo sé, pero entiendo que, si tu decides que tus mejores jugadoras vayan a la Real, es porque estás con esa idea.
Te llamaron para hacer dos entrenamientos en Zubieta. ¿Después de eso ya se hace la selección de quiénes ibais a jugar en la Real?
Nos llamaron para jugar un torneo en Tolosa, pero todavía no era la selección definitiva. De hecho, creo que en ese equipo no participó ninguna jugadora del Oiartzun y participaron otras jugadoras que, después, no fueron elegidas para la Real.
La frase que te dice Iñigo Domínguez, que vas a convertirla en icónica, ¿es después del torneo de Tolosa?
Es después, sí. Nos citan en Zubieta a todas las que habíamos ido al torneo de Tolosa y otras más. Mira, en Tolosa yo le metí gol al Rayo y ya era feliz con eso. Ahí yo jugaba y me divertía. Era como estar todo el rato en el sitio de tus sueños.
¿Qué significaba para ti ir a Zubieta?
La primera vez fui a los entrenamientos que te he comentado y ya estaba alucinando con las instalaciones, el sitio, el campo de entrenamiento… Acostumbrada al campo de gravilla de Mundaiz…
¿Sabes que, en los años setenta, la Real entrenaba en Mundaiz?
Sí, sí, por eso. Luego pasé al campo del Añorga, más pequeñito y de repente, ver la dimensión de los campos de Zubieta para mí era supersorprendente. Y cuando fuimos al torneo de Tolosa jugamos en un campo de hierba natural. En esa época casi no había torneos femeninos y para mí todo era como un sueño. «¡Que vamos a jugar con camisetas de la Real!».
Claro, nos veíamos raras, porque estás acostumbrada a ver a tu compañera con la camiseta del Añorga, no con la de la Real. Todo eso se da en un momento en el que estás todavía viviendo un sueño, en los inicios, que juegas sólo por el amor al juego, por la pasión que te genera y todo me hacía una ilusión terrible. Es una sensación de incredulidad. ¿Esto está pasando?¿Estoy entrenando con la Real? Con quince años, en Zubieta, con las demás y decirles a las mayores «¡a mí que me van a coger!» y me decían «¡Calla, anda!».
¿Ellas ya veían que te iban a coger?
Bueno, alguna me lo comento. «¡Que sí, cómo que no!». Pero no me lo podía creer. Y entrar en esa sala, con Garbiñe e Iñigo, fue… Me acuerdo muchísimo de esa frase porque entré nerviosa, seria, con cara de dímelo rápido. Porque habían pasado otras compañeras delante y a algunas les habían dicho que sí y a otras que no.
Como si te dijeran si entras a la universidad o no.
Algo más fuerte todavía, porque era si me cogían para mi sueño o no. Todo el rato pensaba que no, pero tienes esa parte que te dice ¿y si es que sí? Claro, allí fui yo sola. Mi padre me llevaría en coche, pero la que entró fui yo. Hoy en día, si te sientas con una jugadora para decirle su futuro, como club, te sientas también con su representante o algún familiar; que es una de las cosas que ha cambiado mucho, porque las jugadoras enseguida tienen representante. Antes te representabas tú misma.
¿Esa evolución hacia un fútbol con representantes desde muy joven crees que es buena?
Es un paso natural, porque, claro, las familias desconocen muchas cosas que se están moviendo ya. Al final, si tu familia es tu representante, muchas veces desconoce qué es lo que se va a poner en un contrato. Cuando me tocó a mí, me planté allí para que me dijeran mi futuro. A mí me imponían mucho Garbiñe e Iñigo. Entonces me dijo: ¿Tú nunca sonríes? Pues empieza a hacerlo porque vas a jugar en la Real.
¿Te lo dijo porque entraste muy seria a la reunión? Porque hoy te he visto sonreír unas cuantas veces (risas).
Sí, me lo dice porque entré muy seria. No sé si porque sabía que luego iba a hacer la frase icónica (risas). Muchas veces lo he comentado con Iñigo, porque hablo mucho con él. Como entrenador me hizo cambiar mi manera de entender el fútbol. Pero me lo dijo porque entré nerviosa, seria, cohibida y a una niña de 15 años, con esa frase, le iluminas la cara.
Hay una charla de Iñigo Domínguez, ya como entrenador, que te impactó mucho.
Esa fue en el primer ascenso. De Iñigo recuerdo muchas charlas como entrenador. Hoy en día está en el City, que se fue allí con Lillo.
¿Por qué te impactó tanto?
Por su forma de contarnos las cosas, de contarnos el fútbol. Lo relacionaba mucho con la vida. Esa charla, por ejemplo, nos pasó un reloj Casio que estaba parado en no sé cuántas horas. Ahí nos habló del tiempo que llevaba, que llevábamos todas esperando ese momento. Luego él y Garbiñe nos dieron un abrazo a cada jugadora antes de salir a jugar.
Como entrenador, Iñigo ha sido quien más me ha marcado. En su forma de entender, de conocer el fútbol, de expresarse, a mí me llegaba mucho. Era la persona que me conectaba con el fútbol que me gusta vivir.
Encaja bastante en la manera de ver el fútbol de Lillo.
De hecho, él se forma con Lillo. Los dos son de Tolosa. Luego, Olabe le propone a Iñigo entrenar al femenino, cuando estaba en la Real entrenando a chicos. Coge el femenino temporalmente y ese «temporalmente» fueron tres años maravillosos; para mí al menos y creo que para nosotras.
Un amigo que es entrenador de fútbol sala femenino me decía que, una vez que te identifican como entrenador de equipos femeninos, es muy difícil pasar al fútbol masculino y al mismo tiempo, es muy difícil que a un entrenador del masculino, le den una oportunidad en el femenino. No sé si esto ocurre en el fútbol grande también.
Hay una cosa que sí que creo. Si eres buen entrenador, entendiéndolo como alguien que sabe comunicar, que sabe del juego y que sabe de personas, porque al final tienes que liderar a un grupo de personas, independientemente de que el grupo sea masculino o femenino, estás capacitada para ello.
¿Qué pasa? que muchas veces, lo que ha pasado hasta ahora es que las personas que no tenían esa capacitación para el fútbol, han terminado en el femenino. Eso también es una de las grandes cosas que han cambiado. Sí que tenemos características diferentes, pero las personas que tienen herramientas de conocimiento suficientes como para llevar un equipo masculino, pueden llevar el femenino y al revés.
Muchas veces me han preguntado ¿por qué no entrenas a un equipo masculino? Y he entrenado a niños también, pero siempre respondo que a mí me gusta estar en este lugar porque creo que aporto cosas que yo no tuve; entrenadoras, entrenadores formados… En ese momento ni siquiera entrenadoras; bueno, tuve a Garbiñe. Gente que lo hacía con la mejor intención y de la mejor manera posible. Pero formación, liderar el grupo, saber de personas…
Tú entras en la Real con 15 años, la más joven del grupo. Pero era una equipo nuevo. En todos los equipos hay determinadas jerarquías, determinados roles. ¿Cómo se adquiere eso en un equipo totalmente nuevo?
Sucede de una manera muy natural. Cada una va encontrando su sitio. Yo en ese momento era la pequeña y tenía ese rol. Luego, cuando me fui haciendo mayor, que entraron jugadoras más jóvenes, ya tenía otro rol distinto. En cualquier equipo en el que entras vas teniendo que encontrar tu lugar.
¿Cómo elegisteis quién iba a ser la capitana?
No lo elegimos nosotras, lo eligió el club. Eligieron a Larraitz Lucas como capitana. Muchas jugadoras habían coincidido en la selección de Euskadi, entonces, ya tenían mucho recorrido juntas. Entiendo que, cuando vas a hacer un equipo como la Real, ya sabes más o menos a quiénes vas a elegir, porque del Añorga podían haber ido muchas más. De hecho, Arantza del Puerto no va con las primeras que van a entrenar con la Real. Yo creo que en la Real ya sabían qué era lo que querían.
En los inicios con la Real jugasteis en campos de Regional, de Tercera…
Ya con la Real hemos jugado partido oficial en campo de gravilla y con un Mikasa, que es el único balón que resiste en ese tipo de campos. Pero, al final, las vivencias esas son maravillosas. Si no, ¿qué te iba a contar yo en esta entrevista? (risas).
La Real empezó desde la categoría más baja y llegó en dos temporadas a Primera División.
Todas éramos jugadoras que, la mayoría, veníamos de categoría Nacional. Bajamos alguna categoría para después subir con la Real.
Entiendo que al principio teníais un equipo por encima del nivel de la categoría.
Sí, o eso quiero pensar (risas). Subimos en dos temporadas, pero con polémicas incluidas.
¿Te refieres al ascenso de Canarias?
Sí. Nosotras empatamos con el Sporting de Huelva aquí en casa. Vamos a Canarias y ganamos. Entonces, tenían que jugar el equipo canario y el Huelva. Ese partido acaba suspendiéndose porque hay puñetazos… Entonces teníamos que esperar a una decisión extradeportiva.
Garbiñe Etxeberria e Iñigo Domínguez habían ido a Canarias a ver el partido y salieron casi escoltados porque se generó tal trifulca… Ese día nosotras estábamos juntas aquí para vivir el partido. No se podía ver en televisión, pero nos informaban las redes. Y de repente se armó.
¿Cómo recuerdas el ascenso a la Superliga?
Pues con una ilusión tremenda. Ya estábamos donde queríamos estar todas.
Claro, cuando nace el equipo, el objetivo era llegar a Primera. Ese sacrificio que decías que tuvisteis que hacer bajando alguna categoría era con idea de subir a Primera División.
Es que nunca lo vivimos realmente como un sacrificio. O, al menos yo, nunca lo viví así. Era cumplir mi sueño. Pero sí es cierto que el objetivo de ese equipo era llegar a Primera División.
Marcaste en el debut de la Real en la Superliga.
Sí. De penalti.
¿Fue de penalti? Eso le quita un poco de épica (risas).
Marqué en el primer partido. Ya está (risas).
El primer año terminasteis en media tabla y en ningún momento corristeis el riesgo de bajar.
Bueno, el primer año el objetivo era mantenerse en la categoría. Luego ya han ido cambiando los objetivos. El primer año que entramos en Copa de la Reina, porque antes jugaban los ocho primeros equipos, también fue una consecución más.
Eso fue en 2011, que llegasteis a semifinales y os eliminó el Barcelona.
¿Sabes que el Barcelona descendió contra nosotras, no?
¿El Barça descendió de categoría?
El Barça descendió jugando contra la Real Sociedad. Eso no pueden decirlo muchos equipos (risas). Jugábamos en Barcelona además y les ganamos. Ahora es el club que más ha apostado por el femenino; en presupuesto, en profesionalización…
Claro, ves una foto de la plantilla del Barça femenino y ves un staff enorme, que no sucede en otros clubes de Primera masculina hoy en día. Entonces, si quieres conseguir algo, también pasa por profesionalizar el equipo y cuántos más profesionales tengas para ello, los resultados se van a dar.
Creo que el fútbol femenino está todavía en un punto en el que, haciendo inversión te conviertes en un equipo puntero. El Rayo lo fue en su día, el Levante, el Athletic también, luego el Atlético…
El Espanyol también tuvo un momento muy bueno. Era mejor que el Barça. De hecho, Alexia ha jugado en el Espanyol, porque era el equipo bueno de Barcelona. Las jugadoras o las que tienen mucho talento, quieren estar en los equipos que apuestan más por el femenino. Lo de One Club Woman, igual que en los chicos, cada vez pasa menos. Eso era del fútbol romántico, de los que lo vivíamos de otra manera.
¿Crees que el fútbol femenino no mantiene ese romanticismo?
No, ya no. Antes sí, pero ahora ya no. Un poco, quizás, en alguna. Pero claro, si me estás hablando de Aitana, que siempre ha jugado en el Barça y que ahora es la mejor pagada del mundo, pues normal que se quede, porque estás en tu club y es el mejor. Esa es una de las partes que se ha perdido. Pero bueno, igual que los representantes. En el momento en el que entran representantes y demás, hay movimiento y en el fútbol femenino hay mucho movimiento ya.
¿No podemos creer en otra Aintzane Encinas en la Real?
Ojalá que sí. Yo soy la primera que quiere que superen el número de partidos que he jugado en el club. Cada vez es más difícil, pero ojalá que haya muchas One Club Woman, en la Real sobre todo.
No sé si lo sabes, pero la Real es el club de Primera que más One Club Men tiene en toda su historia.
También el que tiene más universitarios y universitarias en sus primeras plantillas. Si de algo podemos presumir es de eso y me parece algo muy destacable. Las carreras duales, entender que al fútbol le puede sumar tener otro tipo de conocimientos para la toma de decisiones etc.
Tú jugaste en una Real en la que teníais que compaginar el fútbol con estudiar o trabajar. ¿Esa situación se mantiene o el fútbol femenino se puede considerar ya una salida profesional como tal?
En algunos casos se puede considerar una salida profesional.
Una jugadora que debuta en Primera División con 17-18 años, ¿podría dejar de lado los estudios para centrarse en el fútbol?
Podría suceder, aunque no está sucediendo. Hay muchas jugadoras que hacen una formación a distancia. También hay muchas más facilidades para mantener esa carrera dual, vía online, por ejemplo, y es cierto que le damos mucho valor en la Real a la parte de los estudios.
Durante la semana las jugadoras tienen tiempo de estudio en Zubieta con profesores que les pone la propia Real Sociedad para ayudarles. El valor que se le da a formarte como persona para el después y también para el durante es muy grande.
Soy un poco escéptico con este tema. No sé hasta qué punto es decidida la apuesta de la Real por los estudios o es un brindis al sol. No sé si llegarían a echar a un jugador por no aprobar las asignaturas.
¡No, hombre! Sí te acompañan en tu camino, aunque no apruebes. Hay una unidad de educación, Hezkuntza se llama, que se encarga de contactar con los tutores y tutoras de todos los jugadores y jugadoras para ver cómo van sus estudios. Hay un envío de notas, hay refuerzos. Si hay un caso en el que los estudios van destacadamente mal, con esos jugadores se toman medidas; no de expulsión, pero sí de acompañar para que puedan mejorar.
En el año 2008 debuta Irene Paredes en la Real, seguramente la mejor jugadora que ha salido del club. ¿Fue un salto para el equipo?
Esto es algo que comparto con muchas jugadoras de hoy en día. Algo que dejó Irene es que, para mí, es la jugadora a la que mejor he visto entrenar. Sus entrenamientos eran como la competición, independientemente de contra quién jugáramos el fin de semana. Porque, cuando tocaba jugar contra el Athletic o me da igual contra qué equipo, siempre daba el máximo en cada entrenamiento.
Eso se lo digo hoy a las jugadoras. Cuando vino Irene a la Real, no era la Irene de hoy en día, era una jugadora totalmente distinta. Venía de lanzar jabalina y de jugar en el Zarautz. Muy buena en lanzamiento de jabalina, deja el atletismo para venir a la Real.
¿Hacía las dos cosas?
En el Zarautz le permitían hacer las dos cosas. Pero al llegar a la Real tuvo que decidir. Cuando llegó, técnicamente era una jugadora normalita. No controlaba todavía su cuerpo, llegaba tarde a los balones… Ese año le sacarían unas cuantas tarjetas, porque hacía entradas duras. Tenía un cuerpo todavía por terminar de desarrollar y le quedaba muchísimo por aprender.
Por eso le doy tanto valor a la manera en que entrenaba, que le ha hecho ser la mejor o una de las mejores centrales del mundo. Y cuando era joven no era la Irene que es hoy en día. Ha estado en el Athletic, ha estado muchos años en Francia… Ha hecho muchas cosas y esa evolución le ha llevado ahí.
Eso que dices me recuerda mucho a Carles Puyol.
No lo sé. He coincidido varias veces con Puyol, pero no le conozco como para saber si es así. A Irene sí que le conozco y no he visto a nadie entrenar a ese nivel. Quizás porque venía del mundo del atletismo y ahí el deporte individual se concibe de otra manera, pero ese es uno de los grandes valores de la carrera de Irene.
Irene se fue al Athletic, que le ha quitado bastantes jugadoras a la Real. Igual que ocurre con los chicos, ahora la Real sí que es capaz de ofrecerle a una jugadora lo mismo que puede ofrecerle el Athletic.
Hubo un momento que el Athletic era el club que ganaba ligas. De hecho, Irene gana una liga con el Athletic. En ese momento no podías competir; ya no hablo a nivel económico, hablo a nivel deportivo. Y en estos momentos puedes competir a nivel deportivo, incluso, en los últimos años, puedes estar un poco por encima.
Muchas veces las jugadoras no se mueven por interés económico. Eso es algo que se puede decir. Muchas veces te mueves por interés deportivo. Eso sí que mueve a muchas jugadoras. Y hoy en día muchas quieren venir a la Real por algo: porque se están haciendo muy bien las cosas.
En tu caso, siempre has jugado en la Real. ¿En algún momento has tenido la tentación de salir a otro equipo?
Hubo un momento en que sí estuve tentada. También por la parte de buscar subir el nivel deportivo, pero la Real era mi club, mi familia, era todo. Yo soñaba de niña con jugar en la Real.
A día de hoy el fútbol femenino mueve mucho más dinero. Eso hace que la tentación para cambiar de equipo sea mucho mayor.
Sí, ha cambiado mucho el tema económico. No al nivel de las cifras del masculino, sino a unas cifras que te permiten dedicarte sólo a eso. Hoy en día hay jugadoras que incluso se están yendo a Arabia, porque allí también quieren darle un impulso al femenino. Ya se está moviendo ese mercado y algunas jugadoras quieren alargar un poco su carrera deportiva.
Puedes pensar «me quiero asegurar de que en los próximos años pueda tener cierto nivel económico» y entonces decides una cosa o la otra. Verte en esa situación te lleva a un lugar o a otro. Entiendo que eso es lo que sucede también con los chicos. Al final tienes que pensar en tu futuro económico, en tu familia… Hay gente a la que le cuesta entender que alguien se mueva de aquí a allí y no saben cuáles son sus circunstancias, su situación personal…
La Real fue el primer equipo en profesionalizar a toda la plantilla.
El primero en hacer un contrato como futbolistas a todas, porque ya había equipos que pagaban a las jugadoras. No eran ni contratos a jornada completa, pero ese se fue un gran paso de la Real.
Eso fue en la temporada 11/12. ¿Había ya una apuesta de la Real por el fútbol femenino?
Bueno, demuestra que se querían hacer las cosas de la manera más legal posible. Porque había otros clubes que tenían contratadas a las jugadoras, pero como trabajadoras de la tienda o encargadas de la limpieza. Eso está publicado en prensa. No existía esa consideración con las futbolistas. Entiendo que la Real quiso hacerlo de la mejor manera posible, aunque tú puedes hacer un contrato por 3 euros.
Bueno, hay un mínimo salarial (interviene Andoni Lubaki).
No, en ese momento no había.
De hecho, tú participaste en la firma del convenio.
Sí, con la AFE hice algunas cosas. Tuve la oportunidad de colaborar en algunas reuniones previas al acuerdo y aunque no formé parte de la mesa negociadora directamente, estuve muy cercana al proceso y sabía de primera mano lo que sucedía en cada una de esas reuniones. El año pasado se logró firmar un convenio que establecía unos mínimos salariales y unos reconocimientos a las deportistas que hasta ahora no existían, algo que ya era necesario desde hace tiempo.
Sin embargo, este año el convenio aún está sin firmar. Aunque se dio un paso adelante, en la práctica, las condiciones de las jugadoras deben de continuar mejorando. Continuamente nos enfrentamos a la inestabilidad y falta de protección en aspectos clave. Es frustrante, pero seguimos en el camino por conseguir un trato más justo.
Antes hablábamos de que en el fútbol femenino las apuestas de los clubes han ido por detrás del esfuerzo de las jugadoras. En el tiempo que has sido jugadora, ¿has estado satisfecha con la apuesta de la Real?
A ver, me hubiera gustado que la apuesta fuera superior. Porque, al final, tienes la sensación de que hay que ir abriendo camino, no sólo jugar. Parece que tienes que ir siempre tirando de una cuerda y llevando más peso del que tienes que llevar como futbolista. ¿Por qué si uno tiene unos recursos, yo no tengo los mismos? Y no te hablo ya de recursos económicos.
Me hubiera gustado tener las condiciones que hoy en día tienen las jugadoras. Pero bueno, eso se ha ido consiguiendo porque hemos ido abriendo ese camino las jugadoras anteriormente. Igual que las que jugaron antes nos abrieron el camino a las que vinimos después. Ojalá haya un momento en el que la apuesta sea tan importante que las jugadoras sólo se planteen jugar, entrenar… Llegar a ese momento en el que no tengas que estar reivindicando nada porque ya está, ya eres considerada como profesional, te tratan como profesional, entrenas como profesional…
Las futbolistas en general no tenéis ningún ánimo por revindicar. Os encantaría no tener que reivindicar.
Es cierto que no nos gusta estar constantemente reivindicando, pero las futbolistas nos vemos obligadas a hacerlo, porque, lamentablemente, todavía hay muchas situaciones que no son adecuadas. Es crucial que quienes asumen la gestión y el liderazgo, entiendan que estas peticiones no provienen de «niñas» o «chavalas» que se quejan sin motivo.
Son demandas de futbolistas profesionales que conocen profundamente las necesidades de su deporte, que quieren rendir al máximo y saben lo que se requiere para que el fútbol femenino siga avanzando. Nuestras reivindicaciones son legítimas y deben ser tratadas con la seriedad que merecen.
No es justo que tengamos que esperar a que ocurra algo tan visible y grave como lo que sucedió en el Mundial para que la sociedad finalmente reaccione y se implementen cambios. No estamos pidiendo caprichos, estamos exigiendo condiciones acordes al alto nivel de las jugadoras, un liderazgo responsable y el respeto que debería ser inherente a cualquier deportista profesional.
En la temporada 11/12 ganáis la Copa Euskal Herria, que creo que es tu único título con la Real.
¡Eso es lo más polémico que me has dicho! (risas) Bueno, he ganado esa Copa y dos ascensos. Me habría gustado haber ganado algún título más (risas).
¿Qué importancia tiene esa Copa?
Bueno, es un título que la mayoría de las veces jugamos la final contra el Athletic y esa fue la primera vez que les ganamos. Suponía ver que éramos capaces de ganar al equipo que era el más puntero en ese momento. Fue la ruptura con el «no podemos llegar a» y decir «estamos aquí».
En 2014 Nahikari debutó en la Real. En su caso, creo que sí supuso subir un peldaño el nivel del equipo.
Nahikari nos dio muchísimo. Viene del Añorga y creo que el primer partido ya inicia de titular, contra el Levante y ese día hace un partido buenísimo. Nos dio un punto más por el nivel que tenía, como jugadora y porque no teníamos una delantera de esas características. Entonces, enseguida se hace con el puesto y empieza a marcar goles, que es lo que hace muy bien.
Ese mismo año el Barça os elimina de la Copa después de ganaros 0-1 aquí y empatar a cero allí.
(Aintzane se queda pensando) No me acordaba, la verdad. Hay gente que se acuerda de todos los partidos. Yo me acuerdo de cosas muy puntuales y la mayoría tiene que ver con cómo me estaba sintiendo, igual por el perfil de persona que soy. Pero probablemente será como dices.
Este Barcelona no era todavía el súper equipo que conocemos ahora.
No, no creo. Si empatamos… (risas) Es que el nivel del Barcelona de los últimos años es muy difícil de alcanzar, porque tienen a las mejores del mundo.
Hay un momento muy duro para vosotras, que es el fallecimiento de Tximist.
Sí, sí. Tximist era un confidente y amigo de la mayoría del equipo. Muchas veces a la entrenadora, al entrenador, le ves con una distancia distinta a la que ves a las preparadoras, fisios… y Tximist cumplía ese patrón de persona súper preparada, supercomprometida con cada jugadora.
Para él cada jugadora era realmente un proyecto y trataba de mejorar las condiciones físicas de cada una, pero sabía cuándo necesitabas otra cosa. Cuándo necesitabas hablar, cuándo había que meter caña y sobre todo, nos apoyaba muchísimo a todas. Entonces, fue un golpe muy duro para el equipo porque era muy querido en toda la Real.
Creo que tuvisteis que tomar la decisión de si ir al funeral o jugar partido.
Nos enteramos de que había fallecido justo después de los reyes, el 7 de enero. El funeral fue el sábado y teníamos partido en Zaragoza. Entonces, a las que más tiempo habíamos pasado con él, el entrenador nos dejó decidir si queríamos ir al funeral. Decidimos todas ir al partido. Vamos a Zaragoza, empezamos perdiendo y le dimos la vuelta. Acabamos ganando y de ese partido me acuerdo mucho. De otros igual no, pero de ese sí.
A los seis meses organizas la primera edición de la Tximist Cup.
Yo organizaba eventos deportivos y tenía la intención, hacía tiempo, de organizar un torneo de fútbol sala. Había habido otros torneos en otros sitios y pensaba que el polideportivo de Hondarribi era un sitio espectacular para hacerlo. Lo hablé con Tximist porque tenía ahí su empresa, porque no sólo trabajaba en la Real.
De hecho, fue entrenador de fuerza de Leire Olaberria, que tiene una medalla olímpica en ciclismo, también de Aritz Aramburu, de casi todos los pelotaris… Ha sido muy reconocido dentro del mundo del deporte, porque llevaba la preparación de fuerza de los más top.
Yo le comenté la idea del torneo y ya está, no volvimos a hablar del tema. Una semana antes de fallecer me manda el contacto de Kalixa, el concejal de deportes de Hondarribia. «Aintzane, me acuerdo que habíamos hablado de este tema. Te mando el contacto». A partir de ahí decidí que el torneo llevara su nombre.
¿Qué es hoy en día la Tximist Cup?
Hoy es un torneo internacional al que han venido los mejores clubes del mundo, más de 10.000 jugadoras y he creado la Fundación Tximist. Al ir creciendo el torneo y he podido tener recursos, porque claro, nadie te cuenta que para crear una fundación tienes que poner 30.000 euros, entonces, cuando hubo recursos para crear la fundación, decidí que todo lo que fuera relacionado con el deporte, sobre todo femenino y con niñas, fútbol internacional… lo haría con la fundación. Ahora estamos haciendo proyectos súper bonitos, esta temporada vamos a lanzar un par de proyectos más.
¿Cuántas ediciones de la Tximist Cup lleváis?
Este año va a ser la novena edición. Cuando empezamos era tocar puertas, no había casi torneos femeninos y, entiendo que también por el trato que tenían con Tximist, el ayuntamiento de Hondarribia me abrió las puertas. Supongo que tampoco esperarían lo que está sucediendo.
Que hayamos traído a jugadoras de más de veinte países distintos, invitamos a equipos por la labor que hacen por el fútbol femenino… Ya te digo, el torneo se ha hecho muy grande y ha ganado prestigio porque es un torneo con una historia de verdad, creado por una jugadora que cumple sueños de pequeña en otras botas. Estas niñas están cumpliendo el sueño que yo tenía de jugar contra los mejores equipos, con las mejores condiciones posibles…
¿Puede ser el torneo de fútbol femenino más grande de Europa?
Igual sí, no lo sé. De más prestigio probablemente sí, porque no sé si algún torneo ha llevado al Wolfsburgo, Barça, Olympique de Lyon… los mejores equipos del femenino. El primer año fue de fútbol sala, pero luego ya lo hicimos de fútbol once. Mi idea ha sido crear como una Youth League femenina, que no existe.
Me da la sensación de que te mueves mucho por sueños y por ilusiones y te gusta que se conviertan en realidad. Has fundado un club, un torneo, una fundación…
No, empecé creando un club que no tiene equipo. Era la herramienta para organizar los eventos que quería hacer, campamentos, campus… El primer campus con nombre de mujer en Gipuzkoa lo creé yo: Aintzane Encinas Camp empezó siendo. Entonces no había ninguno para chicas en Gipuzkoa y no sé si en España, no me atrevo a decirlo.
¿Por qué no hay eso? El torneo es un fiel reflejo de eso, de jugar contra las mejores, porque ese era un sueño que tenía. Y que ahora lo cumplan otras niñas, que puedan jugar ahí y que pueda ir a otros lugares y contar lo que he vivido.
Sobre todo, jugar con niñas de otros países, niños también. Que tengan nuevos referentes; porque yo no tenía referentes, yo me pedía en el patio ser Gaizka Mendieta o Pep Guardiola. Todos los niños se piden un nombre. Yo no me pedía, no existía la posibilidad de pedirte Nerea Eizagirre o Alexia Putellas; entonces yo me pedía un chico, porque eran los referentes.
¿Por qué Mendieta o Guardiola, que tienen tan poco que ver contigo?
No lo sé. Habría escuchado que eran buenísimos. No sé por qué, me pedía siempre Mendieta. Cuando era más pequeña jugaba de centrocampista, bueno, de todo, da igual.
No sé si te identificas, pero podrías ser una jugadora del estilo de Griezmann. (se ríe Aintzane)
¡Qué va! No sé ni cuál es mi estilo. Yo era una jugadora muy rápida. Luego ya fui perdiendo esa velocidad. Después he coincidido como embajadora de La Liga con Mendieta, que encima me cayó fenomenal. Porque a veces pasa que conoces a un referente en tu vida y es un estúpido, pero me pareció un tío majísimo.
Sin embargo, no le he dicho nunca «de pequeña yo me pedía ser tú». Para diferentes cosas he contado con él o él ha contado conmigo, pero nunca se lo he dicho. Yo, gracias al fútbol vivo en un sueño constante que voy haciendo realidad para mí y para muchas otras niñas. De ahí viene el torneo, de ahí viene la fundación y probablemente llegaremos a más personas, sobre todo porque se consiga una igualdad en diferentes países del mundo.
Aquí estamos más cerca cada vez de conseguir que el trato sea el que debe de ser y tenemos una herramienta tan potente como es el fútbol y ser referentes en otros países también, para mí es un camino muy bonito por recorrer.
Te retiras con 29 años. Una edad un poco joven para una deportista.
Es una mezcla de muchas cosas. Una de ellas, que el camino, en ese momento, no era el que es hoy en día. Son muchos años en la élite. Muchos años de tener que compaginarlo con trabajo. Todavía en esa época entrenábamos por la tarde, después de salir de estudiar o de trabajar.
Hay cosas que consumen mucha energía y a mí, tantos años en la élite me generaron un desgaste. Los últimos años no juegas tanto, las jugadoras que vienen jóvenes tienen más protagonismo y les tienes que dejar ese lugar. En el femenino también es más habitual retirarse más joven. Por esto también, porque las condiciones no son las mismas.
¿Como jugadora nunca has vivido del fútbol?
No. Ni como entrenadora tampoco, si te vale de algo (risas). Todo lo que hago tiene que ver con el fútbol, pero no vivo de la Real. Nunca he vivido de la Real. Habrá gente que piense: «esta lleva veinte años en la Real, tiene que estar forrada». Es que para mí ir a Zubieta no es trabajar. Llevo 20 años yendo a seguir con mi sueño.
¿Los trabajos que has hecho fuera de la Real siempre han tenido que ver con el fútbol?
La gente cree que sólo he estado en la Real, pero yo he hecho muchas cosas. Me formé en la universidad en ciencias de la actividad física y del deporte, que todavía era licenciatura, porque veía mi recorrido encaminado con el deporte. Pero he hecho muchas más cosas. Claro, yo no vivía del fútbol. Respiraba fútbol, pero no vivía de él.
Una vez que te retiras, a Maialen Zelaia y a ti os dan la insignia de oro y brillantes. ¿Cómo fue ese momento?
Pues muy emocionante. Sobre todo compartirlo con la familia, que estaban en el palco. Justo estos días me han dicho la fecha. Fue en septiembre de 2017 en el partido contra el Valencia. ¡Jo, salir a Anoeta y que te aplaudan…!
¿Durante tu carrera llegaste a jugar en Anoeta?
Como jugadora de la Real no. Es una de las espinitas que tengo. Jugué con la selección de Euskal Herria, en un partido contra Estonia.
¿Cuando te retiras ya pasas a entrenar con la Real?
Sí, porque yo siempre había tenido esa inquietud. Cuando era jugadora ya entrenaba en el Deutsche Schule y en el Liceo Santo Tomás. Para cuando me retiré ya tenía todos los títulos de entrenadora, entonces, en la Real me proponen seguir en el club. Había hecho algunas cosas de tecnificación y luego fue como una continuación.
Después la Real ganó la Copa de la Reina. ¿Cómo lo viviste?
Con mucha emoción sobre todo. Muchas jugadoras de aquel primer equipo estuvimos en Granada invitadas por el club. Fue el primer gran título para el equipo y uno de los días de fútbol más ilusionantes que he podido vivir. ¡Y ni siquiera estaba en el campo jugando!
Siendo honestos. ¿Te dio envidia?
Hombre, un poquito sí, claro. Me hubiera gustado vivirlo como jugadora, porque sé lo que supone ganar un título.
Dentro de que en tu generación habéis vivido muchas dificultades, también habéis contribuido al crecimiento fútbol femenino y habéis vivido una época en la que se han abierto muchas oportunidades.
Si nos comparas con otras más pioneras que nosotras… Otras nos abrieron el camino. Está Garbiñe Etxeberria, que ha sido entrenadora y directiva, pero nunca pudo ser jugadora de la Real. Hay pioneras que hicieron que se normalizase el ver a una mujer jugar al fútbol. Nosotras hemos abierto otros caminos y las de hoy en día tienen otras oportunidades distintas. Para todas y para todos hay oportunidades y caminos. Después cada uno va eligiendo por cuál recorrerlo.
¿Hubieras preferido vivir el fútbol femenino actual?
A eso creo que te puedo responder muy fácil. Porque no sería la persona que soy hoy si no hubiera vivido las cosas que viví en su momento y no hubiera tenido los sueños que he tenido. Mi mayor sueño era jugar en la Real, se hizo realidad y hoy en día tengo sueños distintos. Después me ilusionó crear un torneo, crear una fundación… Quizás, si fuera futbolista en este momento, mi camino sería muy diferente. Entonces, me quedo con lo que he vivido y con el camino que he dejado para otras. Me quedo con formarles, verles llegar a la élite, cumplir sus sueños, viajar y seguir aprendiendo.
Una entrevista muy interesante que me ha servido para conocer más a mi profe Aintzane
Interesante y muy cercana. Sirve para hacerse una idea de cómo ha ido creciendo el fútbol femenino en España. Y parece una tía muy emocionada con lo que hace, debe molar trabajar con ella.