Análisis táctico

Un partido tan impreciso como hermoso en su decadencia

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Quién diría que, a estas alturas de la historia, el Madrid de Ancelotti y el City de Guardiola, banderas del fútbol moderno, ganadores de títulos como por castigo, últimos campeones de Europa, iban a jugar un repesca Champions de dieciseisavos, ronda que suena a rancio y perdedor. Y sin embargo ahí estaban, por deméritos propios, jugando la ida en el estadio del más vulnerable, un Etihad fiel también en la derrota. Dejando un partido tan impreciso como hermoso en su decadencia.

Bellingham castiga que Guardiola juegue a dirigir

En medio de la crítica, dijo Ancelotti en la previa que Guardiola es el mejor entrenador del mundo, así que nadie se lleve a engaño. Podría precisarse que Guardiola lo es sobre todo cuando dirige y no juega a dirigir.

Dirigir es saber que vienen Vinicius, Mbappé y Bellingham, entonces tomar la decisión de poner en el sector derecho defensivo a Dias, uno de los mejores centrales del mundo ya esté medio cojo, y Akanji, central de tal envergadura que como lateral ha sido de los pocos zagueros que alguna vez mantuvo a raya al fallido Balón de Oro. Y por delante de ellos a Stones, otro defensa, que toda ayuda es poca, por supuesto el de mejor pie. Mientras que jugar a dirigir es, una vez lesionado Akanji, desatender que la temible delantera rival se ha ido al descanso sin marcar gracias a ese tipo de decisiones nominales, no a cualquier concepción táctica.

Para mantener el plan que hasta el momento le daba la victoria, Guardiola podría haber optado por retrasar a Stones al lateral, ingresando como pivote al recuperado Nico González, joven que se firmó para ello. Eso sería, a un tiempo, tener agallas y lógica. O por poner al inglés de central y pasar a Aké a la derecha, aprovechando que es zurdo y los tres atacantes de esa banda son diestros. Incluso por ingresar al contundente Khusanov, fichaje invernal de 50 millones, dejando el resto como estaba. En resumen: podría haber optado por mantener una retaguardia lo más cargada de virtud defensiva. Pero en su lugar se decidió por el flexible Lewis.

Lewis es un canterano del City a quien Guardiola ha promocionado, adula ante los medios y hace jugar hasta de portero. El técnico afirmó hace un año que ha entrenado a «jugadores increíbles», pero que Lewis es «uno de los mejores y por mucho». Como sus titularidades han coincidido con un mal City, quién sabe si será así de bueno o si Guardiola está equivocado o si lo dice para darse importancia. Pero lo que Lewis sin duda no parece es un zaguero y lo que ciertamente no será es un defensor de nivel suficiente para frenar al hábil Vinicius, que lo destrozó en cada mano a mano, o al potente Bellingham, que primero se le filtró por la espalda cuando casi hace el 1-2, luego le ganó aéreos que establecían al Madrid en la mitad rival y al final le arrebató el balón de una zancada en el gol de la remontada.

No obstante, como Guardiola es un gran técnico y ante todo conoce a los futbolistas, a Lewis lo ingresó para que actuara como lateral en fase defensiva y como volante constructor en la ofensiva. Su intención era tratar que el City acaparase el balón en la zona media con la ayuda de Lewis, jugador de pase fiable, y así este no tuviera que medirse en duelos contra la delantera del Madrid. Era el mismo rol ejecutado hasta el momento por Akanji y Gvardiol, pero pensado desde la posesión. Sin balón no hay ataque: es una máxima cruyffista, por lo que guardiolista. Y sin ataques no hay duelos. Pero la revisión fue ilusoria y entonces no salió como el técnico esperaba.

Kovacic para controlar el juego es igual a derrota

En la actualidad se prestigia mucho la identidad de un equipo, pero se olvida que un equipo puede tener una o varias de ellas y se confunde la variedad con crisis identitaria, en lugar de verla como riqueza.

Quizá la principal debilidad de Guardiola, contrario a lo que se dice, sea su mirada unidimensional del juego, la que le llevó a ingresar primero a Lewis y poco después a Kovacic, otro volante, retrasando a Stones al centro de la zaga. Tras el empate, trató de reforzar su «filosofía». Se juntarían así cuatro centrocampistas naturales ante un Madrid que dispone tres y suele quedarse con dos por el impulso atacante de Bellingham. Dicho a lo conceptual, el asunto de la superioridad numérica, sonaba bien. Sin embargo, la realidad es que Kovacic torcía el concepto y Guardiola, en su dogmatismo, no lo supo prever.

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Sucede que Kovacic es todo menos un centrocampista fiable para estabilizar el juego. Su impulso es la conducción y en el pase piensa lento. Ponerlo en primera línea, con atribución posicional y exigencia de toque es desnaturalizarlo a él y perjudicar el sistema. En eso no mejora ni a Stones. Con el croata detrás, Bernardo Silva, aún el mejor interior citizen, el único crack que parece librarse de la veteranía repentina que ha impactado al equipo -motivo fundamental de la pésima racha, como dicen Ancelotti, el propio Guardiola y cualquiera que respete la verdad del juego-, bajó aún menos a la gestación y no recibió buenos balones para ser determinante.

Con Lewis y Kovacic, además de debilitarse en defensa de manera imperdonable, la mayor cantidad de centrocampistas no se tradujo en calidad de posesión, sino todo lo contrario. El resultado de los cambios fue perder definitivamente el control. Después de que Ederson salvara a los suyos y luego regalara un pase para el empate, Kovacic ofreció un ridículo taconazo a Lewis en la medular y alguien mejor que ambos, Bellingham, se aprovechó de ello. Fue perder el partido.

Haaland contra centrales menores y Ceballos como defensor

No obstante, el gol de Bellingham llegó en el descuento de un partido que el City, siendo netamente peor, tuvo en franquicia en dos ocasiones y pudo caer de su lado debido a un par de buenas obviedades a favor. Una está relacionada con Haaland y la otra con Ceballos.

El insaciable goleador Haaland, autor de 49 goles en 48 partidos de Champions, había jugado cuatro de ellos contra el Madrid y no había marcado. Pero llegó este y marcó, además de chutar al poste. Pueden hacerse sesudos análisis sobre cada uno de esos encuentros hasta que las razones sean reveladas o, por el contrario, puede acudirse a la precisa lógica del pensador Guillermo Ockham y hablar entonces de fútbol real.

En este caso, la Navaja de Ockham dice que, debido a las ausencias del Madrid, esta ha sido la única eliminatoria donde Haaland, punta referencial de su equipo, se ha enfrentado a defensas centrales que son peores que él. Asencio estuvo bien, como viene siendo habitual, mejor que Tchouaméni, pero ambos salieron en la foto del primer gol sencillamente porque para triunfar contra un Grealish asistente y un Haaland irruptor no es suficiente con ser bueno. Haaland no marcó ante Rüdiger y compañía y sí lo hizo esta vez porque a menudo el fútbol es más simple de lo que pensamos.

Por su parte, Ceballos es otro de los buenos jugadores que, en ausencia de Kroos, Modric y cualquier nueva sintonía en el centro del campo madridista, está cumpliendo en su forzado rol de mediocentro a la vez organizador y barredor. Que, para sus características, es mucho cumplir.

Ceballos es un jugador que siempre ha pensado en lo ofensivo y desde lo vertical, mientras este Madrid de cuatro delanteros le demanda lateralidad y voluntad defensiva. Si bien por momentos logra ejecutar buenas circulaciones de toque y adecuados saltos de presión, definitivamente nadie consigue ser lo que no es, por lo que en circunstancias exigidas su ser verá la luz.

De este modo, mientras que en el derbi del fin de semana a Ceballos le fue perdonada la expulsión por una entrada a destiempo, el City pudo llevarse el partido porque cometió un penalti bruto, evitable e innecesario en la línea del área. Sirve su caso tanto como el de Kovacic, aunque la sentencia siempre caiga sobre el derrotado.

4 Comentarios

  1. Madridista de La Guindalera

    La carita de Guardiola…

  2. Alguien debería explicarle a este, imagino que muy joven, periodista algunas reglas básicas de su oficio. A saber: 1°: El Madriz siempre, siempre, siempre, juega mal. 2º El entrenador del Madriz (de Miguel Muñoz a Ancelotti y mil más) nunca, nunca, nunca tiene ni p… idea de futbol. 3º Los jugadores del Madriz, no importa cual, están sobrevalorados, y son malas personas. 4º El Madriz siempre, siempre, siempre, gana por una mezcla de potra y ayudas arbitrales. 5º Todos los seguidores del Madriz somos fachas. Si no aprende estas sencillas reglas corre el riesgo de convertirse en un Roncero 2.0 y no poder publicar en medios tan progre-panenkitas-meacolonias como este.

  3. Viendo lo que estamos viendo en España hay que destacar el arbitraje. En champions league suele ganar el que se lo merece. En España hace décadas que ocurre lo contrario demasiado a menudo.

    • No cabe duda, a este paso el Madrid va a ser, junto con el Nottingham Forest, un equipo con más Champions que ligas.
      Pero a mucha gente (bien pagada) le interesa mirar hacia otro lado …

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