Almudena Álvarez (Móstoles, Madrid, 1982) se proclamó campeona de Europa de peso superpluma el pasado 9 de noviembre de 2024, tras vencer por decisión técnica a la también española Marián Herrería. La victoria fue la culminación de una carrera breve pero intensa, en la que se inició pasados los 30 y no dio el salto a la profesionalización hasta que rozaba los 40, algo insólito y más en el femenino.
Nos reunimos con ella en la Cafetería La Flecha, en el centro de sus Móstoles natal, no muy lejos del gimnasio Olimpia donde entrena y da clases. Hará la entrevista con un brazo en cabestrillo, consecuencia del combate que le dio el título europeo y al que asistieron 1500 personas en el Polideportivo Los Rosales de la localidad madrileña.
No es su primera lesión. En 2018 se rompió la mano derecha cuando participó en un combate para la selección española y estaba planteando por primera vez el salto al profesionalismo. Antes, en 2011, cuando aún no se había subido a un ring por primera vez y su deporte era el fútbol sala, llegó a fracturarse las dos muñecas.
Decir que la suya es una historia de superación suena a lugar común, pero es difícil no agarrarse a él. Lesiones aparte, ha aprendido a convivir con la báscula después de superar la anorexia cuando era adolescente. A eso la ayudaron, además del deporte, las Spice Girls y Street Fighter. Por el camino fue tres veces consecutiva campeona de España amateur, de 2017 a 2019, y este mismo 2024 consiguió el cinturón ya como profesional.
En el combate por el título europeo su look estaba inspirado en Mel C, la ‘spice’ deportista. Antes, en su carrera profesional (6-2-0, 2 KO) ha subido al ring con unos pantalones inspirados en ‘Thriller’ de Michael Jakcson, en la bandera de la Comunidad de Madrid –a nivel amateur fue varias veces campeona regional- y en la bandera del Orgullo LGTBI.
Antes de empezar nos comenta que en su momento tuvo una grabadora del mismo modelo que la del redactor. Cuando se tituló en Imagen y Sonido llegó a trabajar para la productora de José Luis Moreno y a entrevistar al mismísimo Federico Jiménez Losantos en plena efervescencia de la teoría de la conspiración del 11M. «Me daba miedo y luego era un tío supercorrecto y muy abierto».
Durante la entrevista se deja manejar por nuestro fotógrafo para pasar con sus dos cinturones, el de campeona de España y el de Europa, ganados ambos en 2024. Al retratarlos, nos señala un detalle: en el local reza «Campeón» de España.
¿En qué momento empiezas con el deporte?
Pues con nueve años o así, en el fútbol sala. A mi de pequeña siempre me gustaba jugar en el patio con los niños, al fútbol. O a la piscina, me iba a jugar sola. Empecé con nueve y luego de adolescente lo tuve que dejar, por la anorexia. Tampoco es que me cortase la carrera o algo así, luego volví.
Estuve cuatro y luego volví de forma natural. Yo lo máximo que he llegado a jugar en fútbol sala es Primera Regional, porque nunca me lo tomé en serio como para aspirar a más, además. Era una cosa de jugar para pasármelo bien con mis amigas. Siempre he sido muy competitiva, pero llegó un momento en el que vi que era impensable que una mujer pudiera vivir del fútbol, no te digo ya del fútbol sala.
Bueno, que ahora también es impensable que pueda vivir del boxeo, al menos en España. Pero yo qué sé, tío, ahora a lo mejor, con más madurez, pues me tomo las cosas más en serio. Aunque tampoco es que me vaya a salir muy rentable. Pero eso, volví con 17 años o por ahí, puede que lo dejara con 14. Hay momentos de esa parte, la de la anorexia, que los tengo como que no existen. No me acuerdo de muchas cosas de esta etapa.
¿Qué recuerdas?
Estar con amigas. Que era fan de las Spice Girls (se ríe). Pero no es algo que tenga como muy vivido, no como otros recuerdos de joven o de niña, que te paras a pensar y los vives. He vuelto un poco a partir de la entrevista con El Mundo que hice después de ganar el campeonato de España, que lo conté por primera vez. Por la impresión que te da que te pregunten por el peso, cuando te haces boxeadora profesional, y yo llevaba años sin acercarme a una báscula.
¿No es algo que comentes fuera de tu círculo?
O ni eso. Alguna vez mi madre me lo ha soltado, en alguna discusión. Pero no es algo que piense todo el tiempo. Ahora ya de adulta pienso que una de mis mejores amigas tenía anorexia y bulimia y yo lo que intentaba era imitarla, parecerme a ella. También creo que en los 90 era como una enfermedad que sucedía más, igual ahora tienen la adicción al móvil (señala tanto el suyo como los nuestros, colocados boca abajo sobre la mesa de la cafetería) o en otra generación fue el botellón y el alcohol. Y a mí, o a nosotras, nos tocó la anorexia.
Lo tengo tan nebuloso que tampoco recuerdo cómo fue salir de ahí. No sé si cuando volví a jugar al fútbol lo estaba superando o fue el mismo proceso. Sí me acuerdo que al principio, cuando empecé otra vez, a la mínima que me hacían una carga me caía al suelo. Y yo decía, «joder, ¿por qué me caigo tan rápido?» Mismamente corriendo no controlaba, no tenía estabilidad porque había bajado muchísimo de peso.
O sea, salir fue también alejarse de una época adolescente, ir conociendo a otras personas… Pero la anorexia es como el alcohol para el que ha sido alcohólico. Aunque no pruebe ya una gota de alcohol, sigue siéndolo. Es un poco difícil de deshacerte de eso. Ahora mismo, por ejemplo, con la lesión, siento que tengo cierta ansiedad porque no puedo entrenar. Pero claro, no sé si es eso, que sigue ahí, o que por mi estilo de vida lo puedo llegar a confundir, porque al final ya estoy acostumbrada a entrenar todos los días.
Como te falta algo…
A ver, después del combate pensaba parar, pero una cosa es porque a ti te apetezca y otra por obligación. Ahora he dejado también de dar clases, que al final es mi trabajo, también porque uno de los gimnasios donde las doy está en Las Rozas y no puedo conducir. Pero otra de las veces que me rompí sí que fui a dar clases y fue un error. Hay que cogerse la baja, que para eso está. Además, es que no las voy a dar bien, porque puedo dirigir y dar indicaciones, pero no hacer manoplas, por ejemplo. Que de todos modos estos meses tampoco he puesto ni una para no cargarme los brazos y hacerme daño.
¿El fútbol te ayudó con la anorexia?
A ver, cuando haces deporte, sea el que sea, sociabilizas. Y cuando sufres anorexia lo que haces es todo lo contrario, te aíslas. Buscas excusas para no ir a comer, a cenar, dejas de hacer esto o lo otro. Todo lo que suponga estar con más gente comiendo, tú no lo haces. Entonces, por eso te digo que quizás el volver al fútbol sala fue lo mismo que salir, porque volví a salir.
También conocí a otro grupo que no eran las de antes, de hecho rompí definitivamente con ese grupo, que era un poco tóxico. Y tuve mi primera relación con una chica, que yo no había estado nunca con una chica. Que quizás era algo que también estaba ahí. Ahora todos los chavales son bisexuales. Es que no entiendo nada.
¿El deporte en aquella época era un lugar seguro para eso?
¿Para las lesbianas? ¿El fútbol, dices? (Se ríe) El fútbol era el caldo de cultivo. No lo sé, igual en deportes que se entendía que era todo más masculino… Como que por ejemplo el voleibol era todo más heterosexual… excepto si lo jugaban tíos. (Se vuelve a reír) Son prejuicios, y ahora hay muchos menos. Vamos, una barbaridad menos, los chavales lo tienen super normalizado.
Los que tienen comentarios de mierda son gente de nuestra generación y más mayores. Pero vamos, que yo te diría que a mi me ayudaron a salir del armario las Spice Girls, más que el fútbol. (Se ríe con más ganas) Sí, tío, porque empezaron a hablar libremente de la sexualidad. Entonces igual que en mi primer combate profesional me subí al ring con un pantalón con flecos así de la bandera LGTBI, en el del europeo quise ir con el look de Mel C. Todo tiene su aquel.
En fútbol sala juegas en el Fútbol Sala Femenino Móstoles y el AD Alcorcón.
Sí. Es lo que te contaba, en Primer Regional. Y luego en el CD La Villa, también de aquí de Móstoles, ya en mi última etapa. Pero fíjate que eso fue porque una chica, que era la novia de un chico que venía a boxeo, me preguntó si yo jugaba al fútbol, porque les faltaban jugadoras en regional y tal.
Y dije, bueno, venga. Ahí fue cuando lo compaginaba, incluso los entrenamientos. Que llegó un momento en el que era imposible. Me lesionaba igual jugando al fútbol que boxeando y al final me perjudicaba a la hora de competir. En boxeo estás tú sola. No es como fútbol, que si no puedes un fin de semana, juega otra.
Pero tu primer contacto con el boxeo había sido a raíz de una lesión anterior en las muñecas haciendo de fútbol sala…
No, o sea, es raíz de mi hermano. Mi hermano iba a boxeo al mismo gimnasio donde yo entreno, al Olimpia de aquí de Móstoles. Pero yo pensaba que era un deporte solo de hombres, no veía a ninguna chica, no había. Pensaba que directamente no las admitían. Nunca lo llegué a preguntar, pero es como que en casa no te dice nadie: «Oye, ¿tú quieres hacer boxeo como tu hermano no?».
Nadie te dice nada, tú entiendes que no es para ti. Cuando me acerqué fue ya de adulta, porque una amiga me dijo, oye, me han dicho que el boxeo viene muy bien para fortalecer, ponerse en forma y tal, quiero probar. La acompañé el primer día y al final ella no se quedó, pero yo sí. Porque también me dije, ah, pues mira, me va a venir muy bien para fortalecer las muñecas, porque esto fue poco después de la lesión.
¿Cómo fue esa lesión en la que te rompes las dos muñecas?
Pues… yo siempre digo que fue jugando al fútbol sala… y fue jugando al fútbol sala, pero la realidad es otra. Fue que me enfadé. (Hace una pausa). Me enfadé mucho porque no pitaron fuera. Nos paramos todas las jugadoras menos la que llevaba el balón, que siguió y metió gol. Entonces yo me fui enfadada diciéndole al árbitro, «pero como no has pitado, si ha sido fuera…» Y con el enfado salí corriendo por la puerta de emergencia y di un salto, como que le fui a dar una patada para abrir y luego fui con toda la fuerza de las manos hacia la barra que abre… y no se abrió.
Y si me ves… Salgo de ahí con el cipote que estaba montando. Y claro, me empieza a doler esta (se señala la izquierda, la que ahora tiene sana)… porque se me desplazó… y un dolor. Me tiré al suelo y todo. Y fui así a cogerla, porque estaba completamente deformada… y también se me caía la otra (mueve la derecha, ahora escayolada) porque también estaba rota.
Pero bueno, yo creo que siempre he sido fuerte, porque llegué al hospital… es verdad que me moría de dolor en el coche… pero recuerdo que llego al hospital y me dice la primera doctora que me atiende: «bueno, ¿qué te ha pasado?». Y yo: «pues nada, esta me la he fracturado y en esta tendré un esguince». Y dice: «no, no te estoy pidiendo que me des tú el diagnóstico, digo que qué has hecho», ¿sabes?(Se ríe).
Estuve casi dos meses inmovilizada. Y al principio me tenían que dar de comer, limpiarme el culo y hacerme la coleta. Luego ya cuando esta (la izquierda) me dolía menos y estaba más liberada, pues algo me manejaba. Es que me acuerdo que un médico me dijo con cara de pena y todo «te has fracturado las dos muñeca» y yo «bueno, ¿qué le voy a hacer?». Y él «es que a ver cómo te limpias ahora el culo» (se ríe) pero no riéndose como estoy yo ahora, sino súper serio.
Y luego me dijo «puedes ir en plan Vegeta (cruza los brazos delante del pecho, un poco también al estilo saludo Wakanda de Black Panther) o en plan súper guerrero» (coloca las manos hacia arriba con las palmas hacia dentro a los lados de la cabeza). Real que iba así por la calle. Porque tienes que tener en alto el brazo, no puedes bajarlo, para que suelde bien. Surrealista, o sea, me paraba gente desconocida a preguntarme qué me había pasado y yo tenía que contar que había sido jugando al fútbol.
Y para qué veas si soy competitiva de la vida, estaba jugando en una liga municipal en ese momento. O sea, yo era la típica incapaz de enfrentarme a nadie ni hablarle mal al árbitro. No sé qué me pasó, quizás estaba en un momento de mi vida que necesitaba soltar rabia. A lo mejor, o no sé.
Y recuperándote de la lesión vas por primera vez a boxeo…
Sí, a ver, ahora ya con el tiempo, lo que he descubierto es que el boxeo me vino muy bien porque con él ganas mucha frialdad para pensar. Es un deporte en el que tienes que tomar decisiones rápidas que muchas veces son sin pensar, automáticas, pero en todas tienes que ser fría. Entonces, ahora me doy cuenta de que ha ganado eso y también tranquilidad, una tranquilidad que antes no tenía ante momentos que lo normal es que te vuelvan un poco loca. Creo que eso es en lo que más me ha ayudado en mi vida, fuera del ring.
Entonces, ¿cómo es el principio?
Bueno, no voy todos los días, porque me empieza a doler un montón al darle al saco. Me dolían las muñecas. En fin, empiezo en el Olimpia, que es donde sigo todavía, con Anthony Crespo, Tony, que ahora es el dueño y mi entrenador, pero entonces era otro alumno como yo, con otro entrenador, José Cortés, que ahora está retirado y vive en Ibiza y fue el que se lo traspasó a él, aunque vino a mi velada por el título.
Lo único que ha cambiado es que la parte del gimnasio que ahora es como al final de la calle y son trasteros, él tenía una sala de pesas. Tony lo ha ampliado, pero hacia el otro lado, ahora es como el doble de grande que cuando yo empecé. Y al principio yo iba por lo que te decía, ponerme en forma y reforzar las muñecas. Empecé a combatir porque me apuntó él, sin avisarme ni nada. Es cuando me preguntó qué edad tenía y el peso, para apuntarme a unos campeonatos amateur.
¿El momento de la báscula del que hablabas antes?
Hombre, claro. Porque yo no sabía cuánto pesaba, no lo he sabido durante años. Yo había estado muchos años sin pesarme, alrededor de13 años. Porque cuando tú sufres anorexia intentas controlar el peso exacto. Recuerdo que era muy consciente de que si bajaba más de equis cantidad ya era un enredo para mi salud o que me iban a pillar. No me acuerdo ya de cuánto era, quizás me puse 50 kilos como margen.
Total, que te apunta sin pedirte ni permiso…
Me dijo: te voy a apuntar unos campeonatos. Me apuntó a unos campeonatos de la Comunidad de Madrid novel. Directamente, o sea, sin haber hecho yo ni siquiera un combateinterclub, que sería como un amistoso con alguien de tu mismo nivel de otro club. Yo apenas había guanteado incluso en el gimnasio. Que recuerde que pensé, ¿y este señor?
Le dije: bueno, pues si me apuntas, hazme la oferta que estás poniendo ahora de la cuota del gimnasio, y así me ahorro algo, y tal. Es que es un poco agarrado. Y luego resulta que fui y no había nadie de mi peso, que en femenino no es tan raro, así que no tuve que pelear. Al final no empecé a pelear, ya te digo, a ese nivel amateur, hasta algo después, cuando el Olimpia ya se lo estaba quedando Tony. Habiéndome entrenado él un mes ya.
Debuté… el próximo febrero va a hacer 10 años, o sea, en 2015. Llevaba dos años boxeando en ese momento, que recuerdo que ya sí que había igual dos chicas que boxeaban y competían en el gimnasio, pero lo dejaron pronto y no pasaron de amateur. En campeonatos de Madrid o así. Que bueno, que ahora lo digo así, pero que yo iba sin ningún tipo de idea de competir, porque ya me veía mayor, con 32 años. Ya ves.
Así que todo empieza casi que por casualidad, dejándote llevar.
Joder, ya te digo. Competí en febrero, en amateur, la primera vez esa que te digo, que fue un nulo. Y me lo tomé a mal. O sea que al final, no es que fuese mal perder, es que pensaba, joder, si es que no he ganado ni esto, no voy a ningún… Lo que pasa es que yo ya entrenaba todos los días. Y ya tenía el concepto de que si tú entrenas, tienes que competir, porque siempre había entrenado fútbol y había competido. No concebía el hecho de ir a entrenar y no probarme. Entonces, ha sido un poco así.
Por ejemplo, la primera vez que fui a unos campeonatos de España amateur perdí, con una chica más experimentada. Piensa que yo había llegado a la final de los campeonatos de Madrid con tres peleas, o con dos, que ya no me acuerdo, muy poco. Mi tercera o cuarta pelea, esto en amateur, fue ya en el campeonato de España. Que al final todo eso te viene bien. Y en esos campeonatos descubrí que me encantaba, a pesar de haber perdido.
Dije: esto es lo mío. Porque me gustaba mucho el ambiente que se respiraba. Que estábamos toda la gente allí, que nos gustaba lo mismo y que compartíamos lo mismo gustos y al final todos nos apoyábamos. No sé, me gustó mucho la experiencia.
De hecho, yo estaba opositando a la Policía Nacional y lo dejé, porque me di cuenta de que no estaba convencida. Salí de allí pensando, joder, me molaría dedicarme a esto, como entrenadora, ¿eh? En ese momento lo veía en plan, oye, pues continuar en esto y el día de mañana entrenar a otros. Porque estaba la cosa de que me veía mayor para ser profesional, ni me lo planteaba. Salí con aquello tan claro que tenía que echar la inscripción para el examen de las oposiciones esa semana y no lo hice, pasé.
Y ya no me acuerdo bien de las fechas, pero a lo mejor ese mismo 2015, o, te digo, en el 2016, vamos, unos meses, empecé a dar clases. Me dejó Tony una hora allí en el Olimpia, una hora malísima que no venía ni Dios, pero yo si me aparecían uno o dos daba la clase y estaba feliz. Más adelante, como en 2017, en realidad, empecé a trabajar en un gimnasio de boxeo que no llevaba competidores, que era de boxeo sin contacto, por entrenar.
Si lo pienso ahora, fue como que muy pronto. Lo miro ahora, echando la vista atrás, y realmente todo lo que he ido queriendo hacer, lo he hecho. No sé cómo, pero lo he hecho.
¿Y hacerte profesional?
Al principio eso ni me lo planteaba. Luego cuando gané los primeros campeonatos de España, en 2017, ya se lo dije a Tony. Que si él me veía para ser profesional. Y él me dijo que si el boxeo profesional en España es una mierda, que si luego quién te lleva… Se lo planteamos a José Cortés, que ya estaba jubilado, porque fuimos a Ibiza a verlo, y me dijo: yo no te veo preparada.
Así que yo seguí en amateur un año más y gané los siguientes campeonatos de España, en 2018, que pensé otra vez en ello, en dar el paso. Pero coincidió que fui a Cantabria a pelear con la selección española y me rompí la mano. Y esa vez me la rompí bien, pero bien, bien. Me rompí este meta (se señala un nudillo de la mano izquierda, la que ahora tiene sana) y eso fue con operación, placa, tornillos y todo. Ahí dije: bueno, se acabó.
Fíjate que en esa concentración yo había tenido una conversación con un entrenador. Con Jacobo Sánchez, que en paz descanse [nota: histórico boxeador madrileño y preparador olímpico, fallecido en 2023 con apenas 45 años y padre de la joven boxeadora Sara Sánchez, campeona de España. En 2018 preparaba a la selección femenina para los Campeonatos del Mundo que se celebraron en India]. Me dijo, oye, tú te has planteado pertenecer a la selección, y mi respuesta fue: a ver, yo estoy mayor. Yo no voy a meterme en la selección española porque, ¿qué me queda un ciclo olímpico, y gracias? Yo no puedo vivir como las chavalas de 18 o 20 años que tenéis ahí, que nos les pagáis nada, y venirme aquí y costearme yo las cosas. Yo me voy a hacer profesional. Y él: bueno, bueno, tú piénsatelo. Y fíjate, me pasa lo de la mano.
En todo ese proceso ya no te planteas si profesionales o amateur, porque tu preocupación es, madre mía, a ver cómo me va a quedar la mano. Después de recuperarme, entonces sí, digo, voy a los campeonatos de Madrid… y los gané. Así que me atreví con los de España y los gané también, en 2019, por tercera vez consecutiva.
Ya como que solo te quedaba eso, el paso a profesional.
Yo lo veía así. Porque además empiezo a trabajar con Javier Pardo en su gimnasio, porque es el entrenador de Jennifer Miranda [boxeadora española campeona del mundo de peso pluma desde este octubre] y yo entrenaba mucho con ella en aquella época. Y le propuse que me llevase a nivel profesional y me dijo que sí. Javier es el CEO de la cadena The Boxer Club, fue el preparador físico de la selección española mucho tiempo y fue a los Juegos de Río en 2016, quiero mencionarlo porque me ha ayudado mucho, sobre todo a nivel mental.
Pero, ¿qué pasó entonces? Que yo no podía con tanta carga de trabajo y de entrenamiento. Trabajaba con él en dos gimnasios y estaba todo el día en Madrid, entrenando sola allí, en las horas que tenía libres. Me tenía que mover de un gimnasio a otro y acababa muy cansada los viernes, también entrenado última hora con ellos. Me estaba volviendo un poco loca ya, porque no podía ni venir a Móstoles, no pasaba por mi casa. El día que salía a las siete de la mañana era tarde. Me estaba volviendo un poco tarumba.
Ahí volvió a mi cabeza lo de ser policía (se ríe). Pero esta vez municipal. Total, que me reduje las horas, casi dejé el boxeo. Lo dejé aparcado un tiempo porque me dediqué a eso, pero seguía estando en forma, porque al final tienes unas pruebas físicas muy exigentes y municipal son peores que las de nacional.
Entonces llegó el COVID, y se pusieron en contacto conmigo de aquí de Cruz Roja, para hacer algún vídeo, que si era boxeadora. Recuerdo echar muchas horas en casa haciendo sombra. Y claro, tienes mucho tiempo para pensar, en casa, en plan, que pena haberlo dejado por estudiar la opo… Además estaba viviendo con mi madre entonces, y a lo mejor salía un reportaje en televisión de una chica boxeadora, y me decía, «fíjate, lo que podías haber sido». Que eso me pasó un poco de factura, el confinamiento, como a todo el mundo supongo con eso de estar encerrados, pero también por la mala relación con mi madre.
Así que cuando se relajó el encierro empecé otra vez a ir a boxeo, pero como para entretenerme, y una amiga, una compañera, me lió. Me dijo: «te veo bien. ¿por qué no te apuntas a los campeonatos de Madrid?» Y yo no quería porque pensaba: si estoy con la oposición, estoy con la oposición. Pero fui, vamos, me apunté o me apuntaron, y gane en Madrid, y dije: pues me voy a los de España.
Y ahí te digo que me robaron. En la primera pelea, me robaron. Perdí. Por los puntos, y no sé ni cómo. Recuerdo que vino Gabriel Escobar [boxeador de Leganés, oro europeo en los Juegos de Minsk 2019 y olímpico en Tokio 2020] al vestuario con otros chicos de la selección española que estaban con él y me dijo: yo no entiendo como han puntuado esto, pero tú no has perdido, tú has ganado todos los asaltos. Que dije: ya.
Por entonces trabajaba en el gimnasio de Gabriel Campillon [entrenador y boxeador español, natural de Leganés, campeón del mundo de peso semipesado en 2009] que es, o bueno, no sé si decir que era, mi amigo. Acabamos regular, pero no por él, sino por su socio, que entonces insistía en que me hiciese profesional y que me llevaban ellos la carrera profesional. Y ahí, que lo tenía completamente destacado, dije que sí.
Que de hecho mi pareja por entonces no quería que boxeara. Que ya me conocía como boxeadora, pero empezamos cuando yo estaba con la oposición y cuando volví a boxear no estaba de acuerdo.
¿Por qué acabasteis mal?
Porque me liaron para pasar a profesional, supuestamente me iban a llevar la carrera, me iban a ayudar un montón, y luego no me ayudaron nada. Solo en la primera pelea, cuando hice el debut. Me buscaron cómo debutar, ahí es verdad que pusieron dinero. Pero luego no sabían como iba nada.
El tema es que un boxeador profesional es un producto. Tú lo sacas, lo tienes que publicitar y tienes que invertir en él para que sea mejor ese producto. Y luego ya sacar rédito de él, cuando empiece a pelear, le vaya bien, tenga peleas grandes, puedas organizar una velada grande. Ellos ese concepto no lo entendían.
Campillo ha sido boxeador, pero su socio no, y no tiene ni idea. Él simplemente quería que yo debutara para tener su gimnasio más nombre y para meter la cabeza en ese mundo y porque quiere estar metido en todos los jardines. Es un listo. Y cuando vio que había que empezar a invertir, lo que me iban prometiendo cambiaba.
Entonces hubo muy mal rollo entre eso y que en el gimnasio me dejaron de pagar. No que me dejasen de pagar un mes, sino que me decían que me iban a pagar más tarde. Empecé a discutir con él y empezaron cosas raras.
Me quisieron bajar el sueldo y les dije que eso no se puede hacer de manera unilateral. No me puedes bajar el sueldo, yo tengo que estar de acuerdo y si no estoy de acuerdo, tú me tienes que despedir. Bueno, te lo puedes imaginar, empezamos a discutir y al final me fui porque no iba a estar ahí a disgusto.
Pero que son todos iguales. O sea, como ahora está tan de moda el boxeo, la gente se piensa que va a montar un gimnasio y se va hacer de oro. Y puedes ganar dinero, pero tienes que trabajar tú. Lo montas tú, tienes a otros empleados… vas a ganar a lo mejor, pero va a haber muchos meses que a lo mejor solo cubres gastos. La gente ahora con Topuria, con esto, con lo otro…
Un gimnasio es muy difícil de llevar. No es como estar una jornada de 8 horas, le echas más, ni estar delante de un ordenador, trabajas con gente. Tienes que tener entrenadores, poner manoplas, crear la clase, atender lo de uno, lo de otro… Son muchas cosas y una persona sola al final se quema. Y está muy mal pagado también el trabajo.
Y cuando los dejas, ¿qué haces?
En ese gimnasio, como era la única entrenadora de la tarde, sabía que mucha gente se iba a venir conmigo automáticamente. Porque me tenían a mi sola por la tarde y a veces a los mejore estaba con 40 personas. Y bueno, hablé con otros gimnasios de Las Rozas, que hubo uno que parecía que sí pero no se dio, yo creo que porque no contratan mujeres, aunque no me lo dijeron, pero eso pasa.
Y otro que trabajaba un amigo y acababa de abrir y tenían poca gente que me dijo que sí. Se vinieron conmigo, pues eso, unas 40 personas, pero sin forzarles ni nada, simplemente les dije, oye, me voy a este sitio.
Y la parte del boxeo profesional, cuando vi que no nos estaban ayudando y muchas veces el que ponía dinero era Tony, mi entrenador, pues nos sentamos y decidimos que me llevase él y ya está. Él no había llevado a nadie, ahí su andadura profesional empieza conmigo. Entonces, claro, hemos cometido errores. Que es normal. Él ha aprendido y también ha apostado por mí.
O sea, él no es mi manager. Porque lo normal es que tú no necesites un manager hasta que ya haces una pelea importante. Para el campeonato yo ya firmé con un manager, Kike Soria, que lo veríais en el combate y vino al pesaje y tal. Es uno de los más veteranos y de los más conocidos del panorama nacional. Pero no es promotor.
Una cosa es tu manager y otra el promotor, el que organiza la velada. Entonces de eso ya se ha encargado Tony, para el campeonato de España y para este, el de Europa. Y antes yo mismo organicé una velada para poder aspirar al campeonato de España.
Porque veníamos de perder dos peleas. Que una para mí la perdí injustamente, fue un poco encerrona. No estábamos todavía con Kike y él nos trajo a una suya que ya había salido fuera de España. Normalmente cuando tú sales fuera, vas un poco de paquete. Quiero decir, si no la tiras, seguramente te van a robar la pelea. Eso es así en el boxeo, porque invierten tanto dinero en una velada que no van a traerse a una para que les gane en casa. Hay un poco de choriceo ahí, cuando sales fuera de España.
Entonces, para mi fue una encerrona y perdí sin tener que perder. Que os puedo mandar la pelea porque la tengo aquí en el móvil. Y la otra que perdí es cuando me llaman para el WiZink Center. La primera velada que se va a hacer en el WiZink Center, a nivel profesional, con muchas caras conocidas… y luego fue un churro, perdieron pasta porque no se llenó. No solo que el sitio es muy grandes, es que las entradas eran muy caras.
Ahí no se si pierdo bien porque no he vuelto a ver la pelea, no me han pasado el vídeo. Para mi lo gestionaron todo bastante mal. Además, en ese combate me rompieron la nariz de un cabezazo y me tuvieron que operar, todo el rollo… Y claro, yo para poder… Yo estaba empecinada en que quería disputar un campeonato de España, y para poder hacerlo tenía que llegar de una pelea ganada.
Así que organicé una velada en el estadio del Rayo Vallecano, en el gimnasio El Rayo. Que ya había hecho una el año anterior, pero sin meter yo dinero, simplemente me había encargado de organizarla para que fuese una velada mayoritariamente femenina, de peleas de chicas. Y esta segunda vez me encargué de hacerla yo igual, pero peleando yo y poniendo yo dinero, a medias con el dueño.
Perdí pasta porque en cuanto se te caen dos peleas, ya son cuatro boxeadores que dejan de venderte entradas. Y eso a lo mejor en una pelea de la magnitud de un campeonato, como la del otro día, pues vale, porque vinieron 1500 personas. Pero en un gimnasio donde entran 300 personas, como mucho 350, ya se nota mucho.
¿Cómo buscas una rival para una pelea que necesitas ganar?
Pues a ver. Yo lo hablé con Tony. Le dije que qué opinaba de traer a una chica que me viene bien, porque bueno, viene hacia delante pero no viene como un miura, no es excesivamente fuerte, te deja trabajar. Aquí tiene que haber un punto también de estrategia con las rivales que te van cogiendo, y ahí fue donde fallamos nosotros con Eva Cantos, con la chica esta que me ganó dos veces, porque fue ella las dos veces, la de la encerrona y la de WiZink Center.
Entonces llamamos a Soria, que es el que busca siempre todos los cruces, es el manager por excelencia, y él nos propuso a Katherine Quitana. Y nada, pues la gané.
En esta etapa también me gustaría hablar de que el último empujón me lo ha dado mi psicólogo deportivo, Carlos Duarte, que forma parte de un equipo llamado Mentor Sport. Lo llamo Sir Ian porque es igual que Magneto, vamos, que Ian McKellen (se ríe).
¿Y de ahí te postulas al campeonato de España?
Es que eso lo gestionó todo Tony. Sabíamos que queríamos hacerlo, y que en superpluma lo podíamos hacer, porque en pluma no estaba la cosa clara del todo. Porque yo era pluma, que es una categoría inferior. No teníamos muy claro si podíamos hacerlo en ese peso porque lo tenía otra chica que no sabía si lo iba a dejar, si lo defendía o qué. Así que fue: vamos a superpluma, que está vacante.
Así que fue mirar, ¿quién hay en este peso la primera? Y era Alba Sánchez, que yo con ella había peleado cuatro veces en amateur. Sabía que me iba a dar trabajo pero que iba a estar disputado. Se podía haber ido a cualquier lado, pero pensaba que era más fuerte que ella porque de cuatro peleas en amateur yo gané tres. Así que se lo propusimos a sus entrenadores, a su manager, y dijeron que sí. Hablamos con la Federación Española y nos dijo que efectivamente yo podía disputar él título de superpluma y ella también y que ok, que adelante para el cambio de categoría, que además para arriba siempre es más fácil.
Siempre es más fácil subir categorías que bajarlas, pero como mucho una. Lo que ha hecho Marian [Herrerías, su rival por el título europeo], de subirse dos, cuando tendría que haber estado ya una categoría menos de lo que estaba antes, es un suicidio, con su altura. Ella era supergallo, pero tendría que haber sido gallo, y luego se sube a superpluma saltándose pluma. De golpe y porrazo, es subirse cuatro kilos.
Que al final os conocéis todas…
Sí, a Alba, por ejemplo, la conocía también por compañera de trabajo, no solo por las peleas, porque es de aquí, de Madrid, y también es profesora. Y con Marian coincidíamos en campeonatos de España, en los amateurs. Porque claro, al final conoces a gente de muchas comunidades. También, luego cuando me fui a pelear a Cantabria con la selección, que me rompí la mano, aquello lo organizaba su entrenador.
Entonces ahí como que ya, pues eso, entablas relación, también por Instagram, que me escribió para animarme con la lesión, y ya alguna vez hablaba con ella. Y cuando estábamos preparándonos para la primera pelea contra Eva Canto, que es esta chica que me gano de las dos veces… Bueno, o quizás fue antes, o coincidió, hablando con Tony. Ella, Marian, iba a venir a Madrid a hacer sparring, porque ellos estaban preparando el Campeonato de España, que lo hizo contra una zurda. Entonces, cuando yo me enteré, le dije, oye, yo te puedo ayudar. Yo me puedo poner de zurda.
Así que vino a Madrid e hicimos sparring dos o tres días. Y luego, cuando yo me tenía que preparar la pelea contra Eva Cantos, que coincidió con una Semana Santa, nos fuimos allí a Cantabria para prepararme la pelea. Porque Marian viene mucho hacia adelante, era más bajita… Se parecía más a ella. Me quedé en su casa esos días y veíamos vídeos las dos, comentábamos, pues mira esto, mira lo otro, igual hazlo así…
Es curioso porque comentabas antes la diferencia con el fútbol sala, que era que aquí estás sola, pero es un deporte en el que creas mucha comunidad…
Claro, totalmente. Pero creo que me viene del fútbol. Es como que yo no concibo esto sola. A ver, sola. Lo que quería decir, vamos, es evidente, es que no hay nadie que te pueda suplir en ese momento. Pero el deporte yo lo concibo así porque hasta que empecé en esto siempre he hecho deporte en equipo, tengo esa base. Entonces entiendo que a lo mejor quien no ha competido en un deporte de equipo lo lleve de otra manera.
También, creo que las mujeres somos diferentes, a lo mejor vosotros sois más independientes a la hora de competir. Nosotras, como te diría, entre nosotras nos ayudamos más… vosotros a lo mejor tenéis más… En el mundo del boxeo, me refiero, sois diferentes, como que os picáis más. También es otro tipo de chico el que practica boxeo, aunque ahora esté cambiando el perfil. Siempre se ha tenido la idea de que el que hacía boxeo era como más más tío chungo, más altivo, ¿sabes lo que te quiero decir?
¿Eso lo notas tú en el gimnasio?
En el Olimpia quizás no tanto. Es que ya te digo que está cambiando mucho el rollo, ahora es más deportivo. Antes del boxeo se consideraba otra cosa, no deporte como tal. O sea, el que era muy deportista no hacía boxeo ni al boxeador se lo miraba así, yo creo que había la imagen como de que el que boxeaba era un macarra. Yo tenía a mi hermano en boxeo, entrenaba… pero no competía.
Pero es que para subirte ahí… ojo. Hay gente que tú los ves en el gimnasio, que técnicamente son buenísimos, que físicamente también, que los ves haciendo sparring y dices, joder, es bueno, ¿eh? Pero muchos. Y luego no son capaces de subirse, o no quieren. También no solo por el hecho de subirte, sino por todo lo que conlleva, que a veces es dejar un montón de cosas de lado. No poder hacer lo que te apetece, a veces dejar de lado a tus amistades… Si quieres hacer las cosas bien.
Igual que un sparring no tiene nada que ver con una pelea. Cuando haces sparring es que hasta lo disfrutas, pero en el combate no, porque estás pendiente del resultado. En el sparring practicas cosas, asumes que te vas a llevar golpes y que lo que sea que falles lo puedes corregir, porque estás probando. Pero cuando te subes al ring tienes que tener claro lo que vas a hacer y que todo eso que has entrenado salga. La pelea siempre sale peor que el sparring, vaya.
Que bueno, que nosotras hacemos de sparring la una a la otra. En España no existe la figura del sparring que cobra como tal, que sí que está en Estados Unidos. O sea, a alguno le habrán pagado algo porque le eche jeta. Pero que cuando yo he hecho de sparring es porque a mi me viene bien. En España hacerte profesional es que empiezas a cobrar por las peleas… si cobras, cuando cobras, es como que ya hay dinero por medio, pero nadie deja su trabajo.
Simplemente sube el nivel de exigencia porque hay dinero por medio y gente que está invirtiendo en ti, pero ya está. De amateur no gastan dinero en ti, a veces si vas a pelear fuera, como mucho te pagan el billete de tren. A no ser que seas parte de la selección española, que ahí ya dices, pues igual cobras algo. Que antes no cobraban las chicas.
Pero sigue siendo muy precario, ¿no? Tú les dijiste que no.
Es que cuando me lo ofrecen a mi, no cobraban. A lo mejor si hubieran cobrado yo hubiera dicho, bueno, un tiempo aquí, disfrutando la experiencia, aprendiendo un poco más y tal.
¿Has notado que haya cambiado la idea del boxeo femenino?
Puf. Creo que está cambiando, pero por parte de los que formamos parte del mundo del boxeo. Me explico: por parte de entrenadores y por los propios compañeros. Pero los aficionados, todavía muchos no lo terminan de ver, pero porque yo creo que están muy fuera de eso.
Entonces ves que comentan: «pues no entiendo por qué van a hacer un título de España, si tienen muy pocas peleadas dos». Y es como: pero chicos, si es que hay muy pocas mujeres, no podemos tener el mismo volumen de peleas que vosotros porque somos menos y es de cajón, o sea, es hacer matemáticas. Vamos a hacer antes un campeonato de España con menos peleas que vosotros, que somos menos, o sea, ya rápido te rankeas. Ojalá fuésemos más.
Si fuésemos más, sería más sencillo. No sabes lo difícil que es traer a alguien de fuera para pelear, o salir tú fuera. Y me refiero fuera de tu ciudad o tu comunidad, no fuera de España. Cuando ellos sin embargo… Para nosotros es que ya te salga una pelea es complicado… Te quedas sin mujeres.
¿Por eso se subió de peso tu compañera?
Bueno, ella se subió por una cuestión más bien física. Porque dice que no quiere sufrir, que es una gordita y ya está, no quiere sufrir. Hay gente que se sube o se baja para poder competir porque cuanto menor es el peso, menos gente tienes. A los hombres en los pesos bajitos les pasa lo mismo. Aunque te pueda venir bien para disputar un cinturón, en un momento dado, te quedas pronto sin alternativas, igual te tienes que subir.
¿No ves que entren más chicas ahora?
Sí, de un tiempo a esta parte vienen más al gimnasio. Es que cuando iba mi hermano yo creo que había solo una chica y me enteré de que existía mucho después. También se ha puesto muy de moda, porque hay influencers que se han puesto a entrenar y lo suben y lo cuentan. Pero no se plantean competir, pueden hacer guantes entre ellas, o con algún chico, pero muy flojo.
Ya no es como antes, ahora se va a jugar al gimnasio. Para mucha gente es solo entrenar, ponerse en forma. Si hay contacto, es jugueteo. Cuando yo entré al gimnasio recuerdo que Cortés ponía a guantear a la gente el primer día, a veces sin saber nada de boxeo.
Yo decía: esto es criminal. Los ponía a hacer guantes pero bien, que se llevaban alguna. Porque él quería ver hasta qué punto se podía hacer un competidor o no de cada. Antes los gimnasios de boxeo estaban concebidos para competir, no de forma lúdica. Es de un tiempo a esta parte cuando se ha puesto de moda y ya no es para competir.
¿Ahora es un deporte con más popularidad?
Sí pero no. No se apuesta por la figura deportista para verlos en la televisión y demás. Se hacen las veladas pero como las deI Ibai, de famosos. Es que es lo que yo digo, que ahora tú tienes que ser famoso para pelear, no te vas a hacer famoso peleando.
¿Eso lo notas a nivel profesional?
Para que la velada sea llamativa a ti te tiene que conocer el aficionado, te tienes que vender un poco por las redes. Yo apenas les doy chicha. Supongo que les podría dar más pero, no sé, soy de otra generación y tardo ocho horas en hacer algo. Además, me entra como de pronto una ansiedad… En plan, tío, llevo cuatro horas con esto. Me quita demasiado tiempo y creo que a veces no merece ni la pena. Sí, te van a conocer y tal, pero es que tampoco te asegura nada. Y si van a la velada, pues ok, pero al final te van a pagar la misma mierda. Económicamente te va a dar igual.
¿Por eso quieres una pelea fuera de España? ¿Tanto por cuestión deportiva como económica?
Claro, son ambas cosas. Lo primero es verte en un espacio, pues yo que sé, pues el Wembley Arena en el Reino Unido. Verte en un estadio así, tiene que ser la hostia. Y luego enfrentarte a una tía ya de nivel, que no quiero decir que aquí no haya a nivel, pero una tía de nombre, porque allí se las da mucho más bombo, y por eso cobran ya unas cifras… O verte en el Madison, yendo al Madison Square Garden a pelear.
No es tan difícil, ¿eh? O sea, tienen que alinearse un poco los astros y alguien que te lleve bien. Pero otra compañera, Tania Álvarez, simplemente habiendo ganado el Campeonato de España, necesitaban a una, pues la típica que de paquete para rellenar, que había hecho las peleas justas en amateur para pasar a profesional… y ahí que fue. Porque su carrera está muy bien llevada, con muy buena estrategia. Y peleó Skye Nicolson, que es una tía super top. Es verdad que le dio un repaso, pero no sufrió, no la tiró al suelo… Salió bien, la tía perdió como tenía que perder. Y ahí ha estado, en el Madison.
Y digo, mira, si otras lo han logrado, es una cuestión de hacer fuerza, de intentarlo. Y además la cosa es no ir con el pensamiento de «no me voy a esforzar porque sé que voy a perder». Me esforzaría como si pudiera ganar, porque eso además nunca se sabe, esto es boxeo. Aunque es verdad que a nosotras es más complicado hacernos un KO, pero puede pasar, tienes que ir con esa prudencia. Yo he hecho un par de KO, pero han sido KO técnicos. Y uno a una chica que yo creo que le sacaba peso, que se veía que era más floja.
¿Y ahora cómo llevas la báscula?
Bien, o sea, no me obsesiono. De hecho, no me suelo pesar. No me subo a la báscula por controlar, porque no me quiero ir de madre. Me obsesiona cómo me veo yo físicamente, no en el espejo, sino a nivel de rendimiento. Si me veo bien, que me estoy moviendo bien, no lo pienso mucho. Y tener presente que después de una pelea tienes que engordar algo, más luego lo que conlleva la preparación. Pero el peso no me preocupa, ya no se me va de las manos.
¿Y con la edad te han dicho algo?
Hombre, claro. El primero que me lo dijo fue mi entrenador, José Cortés. Me acuerdo que me dijo algo así como «bueno, tú estás para dos o tres peleas». Eso fue cuando me preguntó la edad para ir a debutar de amateur, que le dije que tenía 30 años. Que ya ves ahora.
¿Y cuántas peleas llevas ya?
Pues no tantas, ¿eh? En amateur no llegué a treinta porque llega un momento, como somos tan pocas, que ninguna chica quiere enfrentarse contigo. O sea, cuando eres campeona de España, el entrenador no la pone contigo porque piensa que la vas a mear. Llegó un momento que solo tenía la opción de pelear en campeonatos: apuntarme y pasar rondas. Era frustrante, porque estaba todo el año entrenando para hacer solo dos o tres peleas.
Y luego ahora ya Tony de broma me lo dice en el gimnasio. Les dice a los demás: «mirad, chavales, aprended, la vieja esta va a ser campeona de Europa». (Se ríe). Siempre me pone años, el tío, les dice que tengo 45. O mi padre, que la última vez que quedé con él me dijo que si me planteaba retirarme ahora. Le dije que tengo claro que igual no voy a estirarlo mucho más, pero quiero intentar conseguir algunas cosas antes, como lo de pelear fuera, porque si no, siento que me va a faltar algo.
Yo sé que seguiré vinculada al boxeo, que entrenaré. Pero ahora mismo es complicado. Ser boxeadora y entrenadora es difícil. Cuando estás tú a punto de pelear, estás más pendiente de lo tuyo que de lo de los demás. No puedes poner manoplas, como te decía antes. Si yo por ejemplo, hubiera tenido mi gimnasio, no estaría compitiendo, porque tendría que dedicarlo todo a eso. Tony peleaba, quiso seguir peleando y vio que era inviable. Su cabeza al final tenía que estar en un sitio y en otro, y si quería dedicarle tiempo a los chavales, tenía que elegir.
También nosotras en los 40 tenemos como un momento álgido, que no hay tanta diferencia si te cuidas y entrenas. En los chicos no es igual, hay mucha diferencia entre un chaval de 20 años y otro de 40, se nota mucho más. A nosotras el declive nos viene más tarde, ya con la menopausia.
¿Qué crees que haría falta para que el boxeo tuviese más repercusión?
Yo que sé, es que veo cada cosa. Telemadrid sí se ha interesado, pero a veces en los medios deportivos veo noticias de golf. ¿A quién le interesa el golf? También yo creo que lo que sale muchas veces es boxeo amateur, y eso al final la gente no lo quiere ver. Y hay peleas de nivel muy bajo, cruces que se sabe cuál va a ser el resultado, porque son muy desiguales.
A nivel ya profesional te digo. Ves algunas peleas que el otro es un saco, lo que se llaman jornaleros, como se les dice. Yo entiendo que a un boxeador, como a mí me ha pasado, cuando tiene que debutar le pones alguien que más o menos asequible. Pero el que sabe un poco no lo compra.
Entonces, bueno, yo creo que va un poco por ahí. Muchas veces dicen que hay que hacer las peladas más atractivas… que si un concierto que si no sé qué … Perdona, que las del Reino Unido no tienen conciertos, a lo mejor al principio puedes tener un previo de música y ya está, y llenan y hacen más dinero que aquí. Pero las peleas suelen ser de calidad. Creo que por ahí el boxeo femenino se está abriendo un poco más de camino porque el aficionado ve que las peleas son más igualadas.
Mira el combate del título. 1500 personas, en la Federación estaban alucinando, los periodistas de boxeo estaban alucinando. Es algo que ya no se ve, y aquí en Móstoles. Significa que estamos haciendo las cosas bien y que a pesar de que muchos tengan miedo a meter mujeres, tenemos tirón. Y que como las dos teníamos una trayectoria, la gente decía: pues no se sabe lo que va a pasar. (Se ríe). Yo tenía claro que iba a ganar, pero bueno, en los foros y tal, la gente comentaba en foros y decían, esta pelea merece la pena, está igualada.
Como que saben que muchas veces cuando peleamos entre chicas españolas tenemos un nivel bueno y más o menos igualado y van a ser combates que luego van a dar que hablar.