
A una hora de la semifinal, el CSD concedió la cautelarísima al Barça pero Flick no pudo usar a Olmo, por lo que perdió un puntal del equipo. Los puntales son importantes siempre, aunque se vuelven imprescindibles sólo ante rivales de entidad. Como el Athletic no consiguió estar a su altura debido a sus ausencias, la de Olmo fue bien cubierta y el Barça no lo sintió.
Un Athletic sin figuras se muestra irreconocible
Valverde no pudo alinear al lesionado Sancet y al tocado Nico, entonces perdió directamente la mitad del equipo: todas sus posibilidades con balón. Sin sus figuras desapareció el vértigo, faltaron las ocasiones, porque es la calidad de Sancet quien activa esas jugadas tan identificativas y el desborde de Nico quien las desenlaza. Por eso la entrada de Nico en el último tramo del partido, a riesgo de su salud, coincidió con los mejores minutos del Athletic.
Y si ellos son una mitad del equipo la otra es el pressing que tan bien suelen ejecutar los de Valverde. Pero, afortunadamente para Flick, el Barça sí contó con Pedri, el mejor centrocampista del momento, quien desactivó la presión en las primeras líneas y evitó las pérdidas en la mitad rival. Los vascos establecieron una marca hombre a hombre de Beñat sobre Pedri en los inicios, pero el canario se movió de un lado a otro y cada recepción, aun de espaldas, fue un acto creativo. Beñat no es Gatusso, pero ni el más pegajoso hubiera pasado una buena noche ante Pedri en tal estado.
Al cuarto de hora, Pedri había continuado una jugada hasta atraer a los zagueros y dar el pase lateral en el momento preciso. Percutiendo en tiempo y forma, Balde lo aprovechó para asistir al primer palo, donde el ratonil Gavi se adelantó a los centrales para abrir el marcador. La capacidad de atracción de Pedri permitió que Gavi brillase. En la segunda parte, Vesga tampoco consiguió detener, incluso cansado, al de Tegueste, por lo que el Barça se mantuvo superior. Pero no todo fue Pedri.
Mientras que el juego barcelonista salió en el sector izquierdo entre cercanos, por el opuesto Casadó no influyó en los inicios porque Unai sí consiguió anularlo mediante su marca personal. Casadó es muy bueno, pero no es Pedri bajo presiones, por lo que el cauce fue distinto. Ante esa situación, Cubarsí encontró a los alejados con su abrumadora capacidad de interpretación y pase, principalmente a un Lewandowski muy activo en las caídas de apoyo. De ese modo, desde Pedri y Cubarsí, la fase de posesión del Barça fue buena, en contraposición a la de su rival. Algo igualmente previsible.
En el Athletic, el triángulo de iniciación central compuesto por Unai, Vivian y Paredes se mostró insuficiente para salir con claridad ante la capacidad de Raphinha y Lamine Yamal como puntos de presión, auxiliados por un Gavi todo pundonor. Unai no es diestro en el pase, Vivian es un sobresaliente defensor limitado en la construcción, toda vez que Paredes, el mejor de los tres para esas labores, actúa a pie cambiado, lo que entorpece la naturalidad del movimiento en acciones que se deciden en milésimas de segundo.

El segundo y definitivo gol se inició por un mal pase medio de Unai que desencadeno la presión del Barça: tras recuperación alta de Íñigo y asistencia de Gavi, marcó Lamine. La acción decisiva de Gavi, quien en los ataques se dedicó a unir cercanos, fue el broche a su buen partido como recambio del insustituible Olmo.
Así las cosas, ante el empuje de los delanteros rivales, Unai se vio forzado a lanzar, activando una vía igualmente defectuosa, puesto que si bien la estatura de Guruzeta y Berenguer no les acompaña en los aéreos, la complexión de Iñaki es de cara a transitar, mostrándose un delantero sin virtud en fijaciones cuerpo a cuerpo. Íñigo se llevó la mayoría de duelos desde su frontalidad.
Mediada la segunda mitad, los ingresos de Nico y De Marcos en el Athletic, así como el de De Jong y la retirada de Lamine por los azulgranas (vestidos de verde) permitieron que aquellos tuvieran sus oportunidades. Una jugada virtuosa de Nico la llevó a la red De Marcos, inhabilitado finalmente por fuera de juego. Mientras De Jong estuvo cerca de regalar un gol, pero fue anulado porque, en el robo, Djaló había tocado el balón haciéndolo ilegal.
El Barça estará en la final y jugará Olmo. También lo hará Szczesny, que siendo netamente mejor que Peña le ha llegado la titularidad de casualidad, debido a que el canterano se retrasó a la cita de activación decretada por Flick antes del partido. Y es que ya se sabe que a quien está en ventura, hasta la hormiga le ayuda.
La táctica de Arrasate fue insuficiente ante el contragolpe del Madrid
Sabedor de las capacidades de los atacantes del Madrid, dijo Arrasate en la previa que intentarían que el partido no se convirtiese en un ida y vuelta. Lo consiguió sesenta minutos, tiempo en que la táctica pudo aguantar las inclemencias del talento.
A fin de conseguirlo, el técnico vasco propuso estrechar el 4-4-2 en bloque medio, limitando los saltos de presión y reduciendo el espacio a la espalda de sus zagueros. Mientras su plan para dañar fue el ataque directo.
Para el contragolpe, Larin, el delantero más rápido del Mallorca, se emparejó con Tchouaméni, el central más lento del Madrid, en el sector izquierdo. Como mediocampistas cercanos estuvieron Morlanes y Darder a pie cambiado, buenos pasadores de tendencia interior para atraer rivales y asistir la profundidad.

El sector opuesto funcionó también en vertical pero de manera diferente, haciéndolo desde el mejor futbolista bermellón. Las recepciones estáticas y de cara ejecutadas por Muriqi son de nivel mundial, por lo que hay que aprovecharlas. En esa banda estuvo Dani como complemento, el más rápido de los mediocampista.
Cuando el Mallorca pudo encontrar a Muriqi, este consiguió bajar el balón y sacar a Rüdiger de una zona que trataron de aprovechar Larin y Dani. El kosovar ganó cuatro de los seis duelos aéreos disputados y así el Mallorca creó peligro en la primera mitad. Incluso estuvo a punto de adelantarse en el minuto 18 con una jugada exacta en la que participaron los tres atacantes y Larin mostró su oscuridad goleadora.
Por parte del Madrid, Ancelotti dispuso un sector dominante con balón en salida y el opuesto en ataque. La idea era iniciar raso por la derecha, aprovechando a Tchouaméni como central, para así atraer el bloque rival y, desde el pase largo de Valverde, activar la diagonal en la que se juntaban Bellingham, Vinicius y Mbappé.
Sin embargo, comoquiera que el Mallorca no se adelantaba en los inicios, el Madrid pudo avanzar con tranquilidad hasta la mitad rival a través de combinaciones por todo el ancho, llegando la mayoría de ellas previsiblemente por el costado izquierdo. Aquí se vio el cara a cara de Maffeo contra Vinicius en toda su plenitud (encaradas, regates completados y frustrados, choque, frases de reto, simulaciones…), ya tradición del fútbol español.
De tal modo, el Madrid consiguió establecerse alto incluso cuando ingresó Asencio por la lesión de Tchouaméni, poco antes de que el partido se desnivelara. Fue en el minuto 62 cuando Rodrygo recuperó el balón en la divisoria y, con el Mallorca partido, completó un contragolpe letal donde él mismo chutó al poste y Bellingham llevó el rebote a la red. El Mallorca había controlado las posesiones blancas, pero en cuanto Darder bajó la guardia por dentro, el mejor contraataque del mundo lo condenó.

Detrás en el marcador, los de Arrasate hubieron de dar un paso adelante, entonces los ataques madridistas se sucedieron. Ingresó Ceballos, el mejor pasador corto del equipo, quien tomó el control y precisó el 99% de sus pases. A la fiesta de la izquierda se sumó Rodrygo, y acabaron por llegar varias ocasiones más y dos nuevos goles, el último de ellos a cargo del propio brasileño.
Habrá Clásico en la final, será el tercero consecutivo. Pedri o Vinicius. Lamine Yamal o Mbappé. Bellingham u Olmo. ¿Qué gran futbolista la desempatará?