Selección Española

La última España sin Eurocopa

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Selección española de Miera, que no logró llegar a la Eurocopa. De pie, de izquierda a derecha: Zubizarreta, Míchel, Solozábal, Vizcaíno, Abelardo y Martín Vázquez; Agachados, de izquierda a derecha: Butragueño, Manolo, Eusebio, Goikoetxea y Manolo Sanchís.
Selección española de Miera. De pie, de izquierda a derecha: Zubizarreta, Míchel, Solozábal, Vizcaíno, Abelardo y Martín Vázquez; Agachados, de izquierda a derecha: Butragueño, Manolo, Eusebio, Goikoetxea y Manolo Sanchís.

La Federación Española decidió cesar al seleccionador durante la clasificatoria para Suecia ‘92. España estaba cerca de quedar al margen de la fase final. Sólo acudían los líderes de cada grupo y a los de Suárez no les daba ni para el segundo puesto. Aún era marzo de 1991. Dos derrotas en cuatro partidos. Primero ante Checoslovaquia y luego el 3-1 contra Francia que comprometía demasiado la clasificación.

Era un drama porque desde 1980 España había estado en todas las fases finales. Perder los siguientes amistosos en casa ante Hungría y Rumanía resultó definitivo para el técnico. Dada la deriva del equipo, alcanzar la Eurocopa se antojaba imposible. Suárez, alabado en sus inicios y criticado desde el Mundial, cayó.

Miera se impone a Clemente

Los directivos pusieron sobre la mesa tres nombres para suceder a Suárez. Los candidatos, Aragonés, Irureta y Miera, eran técnicos tan distintos como respetados en el país. En cuestiones de estilo, si la apuesta por el contragolpe pertenecía a Aragonés, Irureta encarnaba lo táctico y Miera era el aspirante continuista. Entonces se decía que, como con Suárez, los equipos del santanderino representaban el fútbol ofensivo. Disponer pocos zagueros y atacar sin pelotazos estaba de moda por el impacto del Barça de Cruyff en aquella Liga.

El debate se resolvió a favor de Miera, aunque no por su propuesta de juego. No era algo que centrase la preocupación de los directivos. Más bien lo importante era el interés de cada quien.

Mientras se filtraron informes de los problemas psíquicos que había sufrido Aragonés, el Oviedo renovó a Irureta. Así ambos quedaron aparte y Miera, único libre de contrato, lo tenía hecho.

Entonces Clemente, cesado poco antes en el Athletic, se ofreció a su amigo Villar. La decisión tomada se tambaleó. El presidente de la Federación quería dar el banquillo a Clemente pero, dadas las circunstancias, no pudo imponerlo. Finalmente se hizo una votación al respecto. Por once votos contra cuatro, el elegido fue Miera.

Butragueño (Foto: Cordon Press)
Butragueño (Foto: Cordon Press)

Preguntado en El País, el nuevo seleccionador resumió así lo acontecido: «Experimenté cierta inquietud. Sabía que tenía claras posibilidades de ser elegido. Se me había planteado una oferta concreta y la había aceptado. Cuando la terna inicial se deshizo y me quedé solo, creí que el acuerdo sería rápido. Pero entonces se extendieron extraños rumores según los cuales incluso parecía que las conversaciones conmigo se habían desarrollado de modo diferente al real».

A por un estilo propio

Sea como fuere, Miera fue anunciado a finales de mayo. Declaro que «la Selección española de fútbol debe encontrar sus señas de identidad, su personalidad, su propio estilo. No debe seguir jugando en función del adversario. No podemos pasarnos horas y horas estudiando cómo se va a desenvolver para actuar nosotros en consecuencia». Eso achacaba a la España de Suárez.

La única preparación que tuvo Miera para encontrar su equipo ideal fue un amistoso contra Uruguay, jugado en septiembre. Se estrenó con victoria por dos goles a uno el mismo día que la clasificación para la EURO se esfumaba. Paralelamente, Francia había ganado su partido más difícil. «Confiábamos en el milagro de Checoslovaquia, máxime tras conocer que ganaban por uno a cero, pero sinceramente sabía que Francia era casi invencible. Los galos cuentan con un bloque formado por ocho jugadores que juegan en el Marsella y eso se nota cuando se sitúan en el terreno de juego con el equipo de la selección», dijo Miera. Maldito Papin, para qué remontas.

La eliminación era sólo virtual. Y España un país de fe cristiana. Aquella noche ya se vio la propuesta de equipo que, para ser parte del milagro, en adelante presentaría Miera.

La última España de la Quinta

Miera fue el último técnico que pensó la selección a partir de los miembros de la Quinta del Buitre. El debate entre convocar a jugadores de un Madrid venido a menos o hacerlo del irruptor Barça estaba en la prensa. A Miera se le decía madridista porque había sido jugador blanco en los sesenta y asistente del emblemático Muñoz en la selección durante los ochenta.

A diferencia de con Suárez, futbolistas como Nando, Bakero, Amor y Beguiristain no tuvieron incidencia en la España de Miera durante la clasificatoria. Si bien en las alineaciones entraron otros azulgranas: Zubizarreta, Ferrer, Eusebio, Goikoetxea, Soler. Preguntado al respecto por El País, Miera contestó que «a veces es bueno disponer de líneas en bloque, compenetradas. Pero hay que escoger siempre a los mejores».

Lo cierto es que Míchel y compañía aún eran futbolistas determinantes. Sin ir más lejos, Butragueño acabaría Pichichi aquella Liga y Martín Vázquez lideraba el Torino, en puestos europeos del competitivo Calcio.

Ningún miembro de la Quinta pasaba los 27 años y Miera aún confiaba en que, bajo sus directrices, obtuvieran el éxito definitivo: «Michel y Butragueño, que ya estuvieron con Muñoz y conmigo en México, como los demás, aún tienen tiempo por delante para demostrar con triunfos de fronteras afuera sus notables condiciones. Están algo marcados porque les ha faltado eso, conquistar Europa con el Real Madrid. Pero todavía no han dicho su última palabra».

Táctica tradicional y dibujo de moda

A inicios de los noventa se dedicaba mucha atención a la cosa táctica porque eran tiempos de cambio. Cada vez más técnicos se apuntaban a la zona, debido a los éxitos recientes de Sacchi en el Milan. Miera, de corte tradicional, quitó importancia al asunto: «Que si los marcajes al hombre, que si por zonas… Lo básico es que lo que se haga se haga bien». Antes de decidir continuar con el sistema de marcación combinada usado por los seleccionadores españoles a lo largo de la historia.

De pie de izquierda a derecha: Zubizarreta, Nando, Míchel, Vizcaíno, Goikoetxea; Agachados, de izquierda a derecha: Amor, Butragueño, Bakero, Sanchís, Quique Sánchez Flores y Juanito.
De pie de izquierda a derecha: Zubizarreta, Nando, Míchel, Vizcaíno, Goikoetxea; Agachados, de izquierda a derecha: Amor, Butragueño, Bakero, Sanchís, Quique Sánchez Flores y Juanito.

En cuanto al esquema, el 3-5-2 era tendencia en España y fue el empleado por Miera. Zubizarreta continuó como portero. Los centros al área estaban muy prestigiados y el del Barça era una garantía. Aunque Miera recuperó a Buyo para las listas, no hubo debate respecto a la titularidad.

Delante de Zubi, el técnico pretendía que la defensa se adelantase en fase ofensiva. Por ello quiso rápidos marcadores de punta, con independencia de su talla. Si Suárez había apostado por la estatura de Nando y Juanito atrás, ahora ambos quedaban fuera de las alineaciones.

Sanchís ejerció de marcador derecho en patrón mixto, mientras el izquierdo fue Solozábal. Dos líderes en una zaga inamovible. Toda elección tiene su ventaja y su inconveniente: esos marcadores se lo pusieron difícil a la Francia de Papin, pero Eslovenia los castigó desde el centro lateral. Los centímetros atrás los daba exclusivamente el líbero, Abelardo, una elección a lo cruyfista.

A Cruyff se le criticaba establecer a Koeman como líbero en su Barça. Sin embargo, a Miera tampoco le importó que su hombre cerrojo fuera un jugador lento, siempre que tuviese inteligencia táctica, buen juego aéreo y toque de balón. Abelardo, aún en el Sporting, tenía 20 años, debutó con Miera y se hizo indiscutible. Fue la suya en general una selección joven, donde sólo el portero rozaba la treintena.

Una España de fútbol a ras de césped

Con esos mimbres el equipo iniciaba el juego por raso. En esta fase, los de Miera priorizaban dos vías de ataque: salida por los costados o por el centro centro en vertical.

El sector derecho era el más dotado para la generación, con Sanchís y Míchel escalonados. Una vez el balón estaba en la banda, la jugada se aceleraba a partir de la divisoria del campo. De manera recurrente el receptor buscaba pases medios al delantero de su sector.

Butragueño y Manolo fueron los delanteros elegidos por Miera como titulares, mientras Moya y Álvaro se mantenían como opciones secundarias. Futbolistas rápidos en distancias cortas, con técnica suficiente para cubrir el balón y generar la jugada. Todos eran adecuados para trazar desmarques de ruptura hacia los espacios laterales que se abrían por la atracción del pasador.

Su defecto era la altura, que impedía aprovechar el juego directo y las asistencias aéreas de centradores como Míchel y Goikoetxea. De ahí que, reducida su incidencia, la posición de carrilero fuera la más cambiante en nombres y rol de aquella selección.

En los costados Miera aceptaba distintos perfiles y elegir un futbolista u otro matizaba la propuesta. «Cuando Michel, que estuvo medio tiempo como carrilero por la derecha, y Goikoetxea entraron por la bandas, la defensa suramericana fue un pasacalles», se leyó en El País sobre el estreno. No obstante, los carrileros llegaban a línea de fondo sólo esporádicamente, centrando sus labores entre la defensa y el centro del campo. Con la elección de Míchel y Goiko España ganaba profundidad y contraataque, además de nivel. Pero perdía la contención dada por jugadores como Cristóbal, Eusebio o Bango, también usados por el seleccionador.

Hierro como eje del juego

En cuanto a la salida por el centro, el eje fue Hierro. Secundario para Suárez, el malagueño pasó a jugador clave en la España de Miera. Actuó de pivote, con la misión de barrer y ganar duelos en fase defensiva. Pero sobre todo para aprovechar su excelente pase medio-largo en la ofensiva.

Para aquella clasificatoria, aún no se había activado la ley de la cesión al portero y los equipos no presionaban a los centrales de manera sistemática. Hierro se ofrecía atrás e inmediatamente buscaba el pase a poca altura para los atacantes, principalmente hacia Butragueño, que caía desde la punta en virtud de su naturaleza.

De ese modo se activaba de cara a una segunda línea compuesta por el creativo Martín Vázquez y el pujante Vizcaíno. «Hierro arrancaba por detrás para salir creando y Martín Vázquez estaba más arriba, tratando de construir y finalizar», explicó Miera tras el partido contra Francia.

En la franja ofensiva el juego era muy móvil y rápido. Se daban apoyos, rupturas, acciones individuales y conjuntas a tan alto ritmo que rara vez se controlaban los tiempos. Este fue el aspecto que condenó al equipo ante Islandia, despidiéndose del europeo.

Islandia cuestiona a Miera y la Quinta

A aquella España tan vertical y espontánea se le atragantó un equipo defensivo como Islandia. La mayoría de sus futbolistas no eran siquiera profesionales. «Mis jugadores lo han intentado, pero nunca han podido entrar en el juego. Me siento hundido. Esta derrota supone un bochorno que quizá perdure en el fútbol español», sentenció el seleccionador.

Los de Miera no dominaron la fase de posesión y, ante un rival que no quería la pelota, tampoco el contragolpe. España estaba pensada para ejercer presión intensiva desde sus volantes y sus marcadores centrales, que se contaban entre los mejores de Europa.

De pie, de izquierda a derecha: Bango, Vizcaíno, Abelardo, Hierro y Solozábal; Agachados, de izquierda a derecha: Butragueño, Cristóbal, Manolo, Sanchís y Martín Vázquez.

A partir de ahí salían en contraataque como tantas veces lo hiciera el Madrid de la Quinta. Pero desactivada esa vía, Miera no tenía ningún Jankovic, ningún Schuster que dominase el partido a su antojo desde el corazón del juego. Ni siquiera un Gallego. La iniciativa de España fue errática e Islandia le hizo dos goles en el desenlace del partido, tras sendos centros diagonales mal defendidos.

La Quinta fue señalada por algunos directivos de la Federación y buena parte del entorno. «Quizá alguno de los intocables recupere la ilusión por jugar en el equipo nacional cuando se quede fuera de la selección en ocho o nueve convocatorias», declaró un dirigente.

Papin oscurece la mejora

Tal fue la magnitud de aquella derrota que Villar y Miera cruzaron declaraciones públicas. El presidente declaró que «se están perdiendo partidos desde enero pasado. Le he dicho a Miera que es necesario hacer cambios». Mientras el seleccionador, que no veía clara ninguna revolución, se defendió contestando que «los dirigentes de la Federación tienen su parcela y yo la mía. Cada parte tiene carta blanca para trabajar. Haré los cambios que crea oportunos, pero las decisiones viscerales no llevan a ninguna solución».

Aunque para el siguiente partido introdujo a Cristóbal por Míchel alegando que «frente a Francia, quizá el equipo europeo más fuerte en este momento, necesito disponer de alguien más defensivo que él en la banda derecha. No se trata de un castigo. Tampoco ningún federativo me ha presionado en su contra». Y poco después, concluidos los partidos para la Eurocopa, prescindió de Martín Vázquez.

En cualquier caso, la justificación inicial de Miera parecía sincera, ya que poco tiempo atrás había avisado de que la «mutación francesa» era «muy curiosa. Con Michel Platini, todo él exquisitez técnica sobre el césped, lo que prevalece es el empuje. Ha formado un once muy aguerrido». Toda vez que apeló por «recuperar la furia española, de la que hoy se habla en sentido peyorativo, en su buen sentido: recobrar el carácter».

En efecto, aquella Francia contaba con Boli y Angloma atrás, Fernández en el centro o Cantona arriba. Futbolistas duros y de máximo nivel. El partido fue muy disputado. Se jugó en el Villamarín, el día de la Hispanidad. Lo ganó Francia gracias a Papin. Como en la ida. Los Balones de Oro no se dan por casualidad. «Francia está en racha. Se han visto desbordados durante todo el partido, pero marcaron en dos jugadas esporádicas y desafortunadas. Lo único que ha fallado es el resultado, y eso es lo único que siento», analizó Miera. Fue el primer partido perdido en Sevilla por la Selección española.

Miera es cesado y gana los JJOO

Miera dijo que sólo falló el resultado. En ese particular, pudo sacarse la espina ganándole a Checoslovaquia. Fue un «partido apático», en palabras del seleccionador. Sin embargo, aun en la victoria, la Selección no parecía mejorar tanto como para llegar a convencer. «Sólo un poquito mejor», tituló el diario As.

Tras varios amistosos, Miera duró hasta el primer partido de clasificación para USA ‘94. No le sirvió ganar a Albania por tres goles a cero, puesto que la directiva seguía en su contra. También había estado enfermo. Todo suma cuando se quiere despedir a alguien.

Cortés Elvira, segundo de abordo en la Federación, insistía en que habían de «ser muy exigentes con la Selección». Mientras otro dirigente, según recogió El País, apuntaba estar «de acuerdo con Cortés Elvira cuando propugna la necesidad de cambios en la selección desde que perdió en Islandia. Miera, al resistirse a ellos, debe pagar las consecuencias. Es el momento oportuno».

Llegó Clemente a la absoluta. Y la Quinta pronto desapareció. A Miera se le confió una sub-23 que, con varios futbolistas de su confianza y similares principios de juego, ganó los JJOO de Barcelona ‘92.

 

 

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