Entrevistas

Brian Jackson: «Contra la Cibona, Petrovic me pellizcó el culo y me pitaron falta a mí por darle un codazo»

Es noticia
Brian Jackson
Brian Jackson durante la entrevista.

Han sido muchos los americanos que han jugado en equipos españoles, pero muy pocos los elegidos que se han convertido en leyendas en nuestro país. Brian Jackson (1959, Los Ángeles, EE.UU.) es uno de ellos. Cotonificio de Badalona, Real Madrid, Magia de Huesca y Caja San Fernando fueron los clubes que disfrutaron de su calidad técnica y humana a lo largo de los doce años que permaneció en España.

Sí, disfrutaron, ya que este alero mormón de más de dos metros de altura está considerado uno de los mejores extranjeros que han pasado por la ACB, competición en la que actualmente ocupa la tercera posición en la clasificación de los máximos anotadores históricos.

Charlamos con él durante más de dos horas. Sobre su exquisita mecánica de lanzamiento y el haberse hecho querer por compañeros, entrenadores, directivos y aficionados. En definitiva, uno de esos deportistas que han dejado huella en España.

¿Qué tal? ¿Cómo te encuentras?

Pues muy bien, me encuentro bien. Estoy aquí, en el trabajo. Ahora vivimos en Virginia, que es un estado en el Este de Estados Unidos. Aquí, con mi mujer, nuestro perro y trabajando. Tengo ganas de jubilarme.

¿En qué trabajas?

Soy administrador en una escuela para niños de primaria, de 5 a 11 años.

¿Saben tus alumnos, o la gente de la escuela, que has sido una estrella del baloncesto en nuestro país?

Pues un poco, pero no mucho. Antes sí, pero ahora, que soy mucho mayor, siempre me dicen cosas como: «¿Por qué no has jugado al baloncesto, Mr. Jackson, con lo bien que se te da?». Cosas así. Después del homenaje en Huesca del año pasado saben un poco más.

Ese homenaje a los integrantes del mítico Magia de Huesca fue en febrero de 2023 ¿fue muy emotivo volver a esa ciudad?

Sí. Estuvimos en España casi dos semanas, visitamos museos y cosas así. Y luego fuimos a Huesca y, desde el primer el día, estuvimos haciendo cosas, viendo a la gente. No sé, era algo muy especial volver al viejo Pabellón del Parque, ver a mis compañeros, a los directivos, fueron como una familia con la que compartí mucho tiempo.

Creo que no habías vuelto a España desde que te retiraste.

No, no. Sí, habían pasado muchos años, demasiados. Ahora tenemos ganas de volver más.

Estuviste en Madrid y Huesca.

Sí, Huesca había cambiado bastante. Creo que había más gente, más cosas. Había un Starbucks, cosas así (risas). Estaba un poco diferente.

¿Cuántos hijos tienes?

Tengo tres hijos, ya son mayores. Patrick, que tiene, no sé, cambia cada año (risas). Tiene 40 años. El otro 38 y el pequeño creo que 32 ahora. Son todos chicos.

¿Ha seguido alguno de ellos tus pasos en el baloncesto?

Sí, los dos mayores hasta High School. El pequeño jugaba al béisbol.

¿Qué recuerdas de tu infancia?

Era un niño un poco travieso, pero solía caer muy bien. Soy de una ciudad cerca de Los Ángeles, que se llama Palos Verdes, que es una península al lado de Manhattan Beach. Vivíamos cerca de la playa y nos gustaba mucho ir allí. Empecé a jugar al baloncesto con 12 o 14 años, pero me gustaba el surf y todas las cosas relacionadas con la playa. Tengo tres hermanas y un hermano. No sé, ¿qué más?… (risas).

Brian Jackson
Brian Jackson en el Caja San Fernando (Foto: Cordon Press)

Te gustaba mucho el surf.

Sí.

¿Y qué otros deportes practicabas antes del baloncesto?

Cuando era pequeño jugaba al béisbol, también practiqué un poco de fútbol americano, pero un día me dieron bien fuerte, me asusté y no volví a hacerlo. Creo que tenía diez años.

Me has dicho que empezaste a jugar al baloncesto a los 12 o 14 años. ¿Recuerdas el momento exacto?

Fue mi hermana. Tenía esa edad y me dio una pelota. Me dijo que tenía que jugar al baloncesto. Ella creía que iba a ser un buen candidato para el equipo del instituto. Creo que me insinuó eso porque iba a entrar en la High School y quería que me motivara, me sintiera cómodo con la transición y comenzara bien esa nueva etapa, que me adaptara y me integrara bien con mis nuevos compañeros para que no me sintiera solo.

Mi hermana sabía que iba a ser muy difícil entrar en el equipo y quería que estuviese bien preparado. En cuanto me matriculé en el instituto, me apunté para jugar al baloncesto en el equipo. Recuerdo que mi entrenador obligó a todos los que tenían el pelo largo a cortárselo si querían estar en el equipo. Para mí esa decisión fue muy difícil de tomar, pero al final, todo lo que he logrado se lo debo a mis entrenadores, incluyendo a este de la High School.

¿O sea, que te lo cortaste?

Sí, sí.

¿Mucho?

Mucho, mucho. Teníamos dos días para hacer las prácticas para poder entrar en el equipo. Después del primer día, el segundo entrenador me dijo: «Tienes una buena oportunidad para entrar en el equipo, pero te vas a tener que cortar el pelo». Fue una de esas decisiones difíciles que tienes que tomar en la vida.

El entrenador principal era el que ponía las reglas, pero el ayudante del entrenador fue el que me dijo que para poder entrar en el equipo me tenía que cortar el pelo. Al día siguiente me presenté con el pelo cortado, demostrando a mis entrenadores que quería formar parte del equipo.

Éramos muy buenos, teníamos a Bill Laimbeer, que jugó después en los Pistons. Yo estaba en décimo grado y aquel año mi equipo ganó el campeonato, aunque yo todavía no formaba parte del equipo en ese momento.

Tus entrenadores se fijaron en ti desde tu primer entrenamiento.

Sí, pero fue difícil porque había muchos jugadores intentando entrar en el equipo. El entrenador asistente me dijo después que el entrenador principal había comentado sobre mí que parecía que tenía talento y tenía opciones de entrar en el equipo, pero había cosas que tenía que hacer.

Al entrenador principal no le gustaba el pelo largo, tenía reglas muy estrictas. Y yo, como en mi tiempo libre hacía mucho surf, me había presentado con un look muy surfero, con el pelo largo… Y ahora no tengo pelo (risas).

Tuvimos un entrenador muy bueno que nos enseñó los fundamentos del baloncesto. También me dijo que tenía que empezar a jugar por fuera de la canasta para poder seguir jugando, es decir, tenía que aprender a jugar más lejos de la canasta porque en la High School medía ya 2,03 metros y jugaba siempre cerca del aro.

¿Tu característico tiro a canasta empezó ahí? ¿Naces con un don o fue a base de practicar y practicar?

Con 15 o 16 años practiqué, no sé, cuatro o seis horas al día durante el verano. Y durante la temporada estuve tirando tres o cuatro horas al día, practicando y practicando para coger el toque de balón o el toque de muñeca. Mi entrenador siempre nos decía que teníamos que practicar por nuestra propia cuenta, aparte de los propios entrenamientos que teníamos. Además, entre los 15 y 16 años mi estatura aumentó alrededor de 15 centímetros en un año, lo que fue bastante.

¿Y qué tipos de ejercicios realizabas por tu cuenta para coger ese toque de balón y mejorar tu tiro a canasta?

Eran varios ejercicios, pero sobre todo era tirar. Empezaba lanzando cerca de la canasta, como a una distancia de medio metro del aro, y tenía que meter diez canastas sin tocar el aro, es decir, tenían que entrar limpias, y cuando metía esas diez canastas me alejaba un poquito, dando un paso para atrás, y tenía que meter otras diez canastas sin tocar el aro desde esa nueva distancia. Y así una y otra vez… Tenía que meter diez canastas limpias desde cada posición. Esto lo hacía en otra escuela que estaba muy cerca de mi casa, donde había muchas canastas.

Brian Jackson
Brian Jackson en el Real Madrid

¿Fueron duros esos inicios en la High School?

Aquellos años fueron muy difíciles, pero ahí fue donde aprendí el valor del baloncesto y lo que quería hacer. Fue ahí donde aprendí los buenos fundamentos, y después había que practicar y practicar…

Fuiste seleccionado en el puesto 26 del Draft, pero no tuviste la suerte de jugar en la NBA. ¿Tenías la esperanza de llegar a la mejor liga del mundo o lo veías como algo muy lejano? ¿Cómo viviste esos años en la universidad?

Cuando entré en la universidad siempre tuve la meta de jugar en la NBA. Tuve mucho apoyo esos años de toda la gente, de los entrenadores, amigos… Llegué a jugar cuatro años en la universidad y los Portland Trail Blazaers vinieron a verme. Tenían que decidir si elegirme a mí o a otro jugador, Jeff Lamp, como su primera elección en el Draft, pero le escogieron a él primero, en la primera ronda.

¿Crees que tenías nivel para haber jugado en aquella NBA?

Sí, creo que sí. Después de haberme seleccionado en el Draft, el entrenador de los Blazers, Jack Ramsay, me sugirió que entrenara más para coger más músculo porque estaba muy flaco, es decir, que hiciera más pesas. También me sugirió que fuera a Europa para jugar y entrenar.

Me llamaban por teléfono y me preguntaban: «¿Estás levantando pesas? ¿Qué estás haciendo?». Se interesaban mucho por mí. Pero un día,  el entrenador me vio y me preguntó: «¿Tú estás haciendo ejercicio?». Y yo le dije: «Sí». Pero mentí, no estaba haciendo mucho ejercicio. Y entonces me preguntó: «¿Cuánto estás levantando?». Recuerdo que había una máquina para trabajar los hombros, y yo le dije: «He levantado ocho discos de pesas en total». Entonces el entrenador me dijo: ‘Ok. Vale, vamos a probar». Y cuando fui a probar solo podía cargar con tres discos. No estoy muy orgulloso de esta historia…

No fue un comienzo muy bueno…

No, pero aquello me sirvió de lección ya que, durante el verano, no había trabajado como tenía que haberlo hecho para entrar en el equipo. Ahí aprendí que tenía que prepararme y trabajar para conseguir mis metas.

Jugaste la Summer League con los Blazers.

Sí. Recuerdo que la defensa era mucho más dura de lo que estaba acostumbrado. El presidente de los Blazers me dijo: «Puedes hacer todo lo que has hecho en la universidad, pero tienes que trabajar más y estar más fuerte». En la Summer League había mucho nivel.

En la temporada 81/82 fichas por el Cotonificio de Badalona entrenado por Aíto García Reneses.

No conocía casi nada del equipo, pero tenía dos opciones, ir a Europa o jugar en la CBA. Aíto, que era el entrenador del Cotonificio, habló con mi agente y cuando pude ver la oferta, la ciudad y el equipo, me encantó, así que fiché por el Cotonificio. Mi idea era ir por un año, mejorar y regresar para intentar jugar en la NBA. Fue la mejor decisión que pude tomar. En el equipo tuve muy buenos compañeros y un entrenador increíble. Una introducción perfecta al baloncesto europeo. Además, nos lo pasamos de maravilla.

¿Habló contigo Aíto antes de tu fichaje?

No lo recuerdo exactamente. Creo que me vio en la Summer League, pero habló más con mi agente.

¿Tenías otras ofertas de Europa?

Sí, creo que el Limoges de Francia se interesó por mí. Sin embargo, sentía que la oferta del Cotonificio era la más segura, la mejor que podía tomar. Muchas veces no sé por qué he tomado ciertas decisiones en mi vida, pero todas las que he tomado en el baloncesto siempre han sido buenas.

Brian Jackson
Combinadi de americanos en España que se mediría a la selección española. Brian Jackson, de pie, primero por la izquierda vestido de corto.

¿Cómo fue tu adaptación a España y a Badalona?

En principio, un poco difícil. Recuerdo que cuando llegué a Barcelona me estaban esperando en el aeropuerto, me recogieron en un coche y me llevaron directamente a la montaña para empezar a entrenar, creo que era en Montjuic. Para mí aquel año fue un poco extraño por el tipo de preparación física que hacíamos. Corriendo, corriendo…

¿Era muy diferente la preparación física en Estados Unidos a la que se hacía en España?

Sí. Creo que los primeros años todos los americanos pensábamos que era un poco extraño entrenar así.

Se corría mucho, ¿no?

Sí, se corría mucho. También se usaban otros métodos de entrenamiento, como algunos tipos de saltos a los que no estábamos muy acostumbrados en Estados Unidos, y que hoy se han popularizado. Recuerdo que con el Real Madrid nos reuníamos algunos días en la Casa de Campo para hacer entrenamiento físico y correr en grupo.

Una mañana, Wayne Robinson y yo estábamos un poco cansados y después de un par de kilómetros en los que todos corrían como conejos, incluso Romay, bajamos el ritmo mientras los demás seguían. Pensábamos que podríamos escondernos y descansar para reunirnos más tarde con el equipo.

Después de hablar un rato y echarnos unas risas, llegó el momento de encontrarnos con el resto. Empezamos a correr despacio y nos dimos cuenta de que estábamos completamente perdidos. Tardamos unos 45 minutos en encontrar nuestros coches y, en ese momento, ya se había ido todo el mundo. Tampoco estoy muy orgulloso de esto, pero fue todo idea de Wayne.

¿Cómo fue tu año en el Coto?

Uno de mis años favoritos en España. Estuve con Aíto, con Joaquim Costa, Andrés Jiménez… Un privilegio estar con ellos. Me siento muy afortunado de haber tenido a uno de los mejores entrenadores en España y haber jugado con jugadores tan buenos.

Tuvimos muy buenos momentos, pero me quedo con haber podido disputar la Copa Korac jugando contra mi ídolo, Sidney Wicks, del Carrera Venecia. Al repasar mi carrera en España, mis mejores recuerdos no son solo los grandes partidos y los títulos, también las experiencias vividas con mis compañeros de equipo, con los clubes y las ciudades.

Y todo esto empezó durante mi primer año en Cotonificio, donde después de cada partido en casa nos juntábamos todos en un restaurante y comíamos conejo, patatas fritas, pan con tomate y, por supuesto, alioli, mientras directivos, esposas y jugadores brindaban y se felicitaban unos a otros. Estos encuentros se hacían con mucha frecuencia y es lo que más me impactó de todos los clubes en los que jugué.

Estas relaciones luego siguieron, porque, a lo largo de los años, me enfrenté a algunos de estos mismos compañeros de equipo, Aíto, Costa, Jiménez, Pou, Freixanet, Cuesta, Galcerán y Héctor.

¿Qué tal con Aíto?

Aíto era muy inteligente. Sabía mucho y podía sacar lo mejor de cada jugador. Sabía cómo hacerlo. Siempre me sentí muy cómodo con él. El equipo estaba preparado específicamente para poder ganar a los clubes más fuertes de la liga. Creo que quedamos en tercer lugar. Éramos un equipo modesto, pero lo hicimos bastante bien, sorprendimos a muchos de los de arriba. Ese año también jugamos la Copa Korac.

La temporada siguiente, la 82/83, tu destino es el Carrera Venecia de la Serie A de la Lega, competición en la que creo que fuiste el máximo anotador. ¿Qué diferencias había entre el baloncesto italiano y el baloncesto español?

Después de un año en Badalona pensé que una de las mejores opciones era fichar por algún equipo italiano. Venecia me hizo una oferta, que era como tres veces mayor de lo que cobraba en España. En aquella época Italia tenía mucho más dinero que España y muchos americanos se iban allí para poder jugar con los mejores. También aprendí durante ese periodo, pero después de jugar ahí durante algún tiempo, creo que mis años en España fueron mejores que en Italia.

Después de una temporada en Venecia fichas por el Real Madrid.

Cuando estaba jugando en Venecia, me llegó una oferta de España, de uno de los mejores equipos, el Real Madrid, y acepté sin pensarlo. Estaba negociando un año más en Venecia, pero cuando el Real Madrid mostró interés en mí fue un sueño hecho realidad. Quería ser parte de un equipo campeón, tanto en la liga como en Europa, y con el Real Madrid aspiraba a ello.

¿Era un sueño para cualquier americano que estuviese en Europa jugar en el Real Madrid?

Sí, creo que sí. Después de conocer un poco de Europa aprendí que había dos o tres equipos muy grandes en España, y algunos en Italia. Cuando me llamaron del Real Madrid fue un sueño para mí.

Brian Jackson
Club Baloncesto Peñas. Brian Jackson de pie, primero por la izquierda vestido de corto.

¿Qué es lo que más te impresionó del Real Madrid a tu llegada?

Creo que la calidad de los jugadores, los entrenadores, el club… Todo impresionaba mucho. La expectación que despertaba el Madrid era muy grande, mayor que en otros sitios. Tuvimos la oportunidad de ganar ligas, copas… Fue muy importante para mí jugar en este equipo. Y otra vez tuve la oportunidad de jugar con uno de los mejores entrenadores y con tres o cuatro de los mejores jugadores que había por entonces en Europa.

Era increíble jugar con Corbalán como base. Recuerdo que llegué a Madrid conduciendo mi Volkswagen descapotable desde Venecia. Llegué con mi mujer, nuestro hijo Patrick, de dos años, y nuestro perro. No sé cómo lo hicimos.

El Real Madrid nos alojó en un bonito hotel donde vivimos muy bien durante, más o menos, una semana, hasta que encontramos una casa en Mirasierra. Pensaba que el hotel lo iba a pagar el Madrid, pero más tarde me llegó la factura. De todos modos, esa semana fue una buena introducción a los entrenamientos de verano y a la calidad y profesionalidad del club.

¿Cómo era entrenar con Lolo Sainz?

Con Lolo, al igual que con Aíto, muy bien, creo que más de lo mismo. Recuerdo que corríamos mucho, haciendo contraataques…

El otro americano del equipo era Wayne Robinson. Tenías muy buena relación con él, ¿no?

Sí, Wayne Robinson y yo éramos muy amigos y siempre hablábamos sobre qué podíamos hacer para intentar mejorar al equipo. Pero… recuerdo algo que nos pasó a Wayne y a mí. Como puedes imaginar, es muy importante mantener la concentración y evitar distracciones durante la temporada. Pues bien, Wayne y yo nos creíamos golfistas y aprovechábamos todos los magníficos campos de Madrid y sus alrededores.

Esto, por supuesto, llegó a oídos de Lolo, que convocó una reunión para recordarnos que eso no estaba permitido y que teníamos que dejarlo. Por desgracia, ya nos habíamos comprometido a jugar en un Pro-Am a la mañana siguiente y pensábamos que podíamos ocultarlo.

A la semana siguiente, Lolo nos llamó y nos multó con un montón de pesetas. Cuando le preguntamos cómo se había enterado, nos enseñó un periódico con una foto de Wayne y mía con Manuel Piñero en la portada. Fue un gran escarmiento, aunque era vergonzoso jugar con los profesionales. Esto también fue idea de Wayne.

¿Y qué tal con los jugadores españoles?

Tuve muy buena relación con ellos, con Martín, Romay, Robinson, Iturriaga… Teníamos muy buen rollo tanto dentro como fuera de la cancha, nos llevábamos muy bien. También competíamos mucho durante los entrenamientos. Eran muy buenos con nosotros, siempre nos ayudaban a los americanos para integrarnos bien en el equipo.

Recuerdo que Fernando Martín me llevaba a cenar o la discoteca de vez en cuando, y también me enseñaba Madrid, me hacía sentir como si estuviera en casa. Fernando Martín era muy generoso y muy paciente con los fans, además de ser especialmente responsable con los jóvenes que lo admiraban. De hecho, Wayne Robinson y yo siempre dejábamos que saliera primero del autobús para que evitase la multitud de fans que iban a su encuentro. Y lo mismo sucedía cuando íbamos a la discoteca, todas las chicas se acercaban a Fernando Martín.

Brian Jackson
Cromo de Brian Jackson en la ACB

En vuestra época el baloncesto se hizo muy  popular en España, enganchó a mucha gente. Erais unos ídolos para muchos.

Para un americano como yo era muy sorprendente ver la admiración que había por los jugadores y por el club. Aquello me enseñó lo importante que era el Real Madrid.

Tu compañero de habitación era Iturriaga. Me comentaste, en otra ocasión, que tuvo mucha paciencia contigo. ¿Por qué?

Wayne Robinson y yo salíamos de noche y, a veces, volvíamos muy tarde. Creo que Iturriaga pensaba que teníamos que ser un poquito más profesionales. Había veces que cuando llegaba a la habitación, Juanma ya estaba durmiendo. Se acostaba temprano y le molestaba un poco que llegara tan tarde. Por eso tuvo mucha paciencia conmigo. No sé si quiero contar todo esto… (risas).

¿Cuál fue la clave de aquel Real Madrid que ganó casi todo? ¿Por qué se ganó tanto en tus dos años en el equipo?

Éramos un equipo que jugaba muy bien. Estábamos compenetrados y siempre muy atentos al juego. Además, siempre nos aprovechábamos de los puntos débiles de los rivales. Hicimos un gran trabajo en equipo y un excelente juego por dentro y por fuera. Lolo sacó lo mejor de nosotros y, realmente, optimizó nuestras fortalezas. Yo sabía que si trabajaba para abrirme, Juan Corbalán me pasaría la pelota para tirar.

Recuerdo la final de la Recopa 83/84 contra Milán, con unos tiros libres decisivos que lanzaste al final del partido. ¿Qué se te pasaba por la cabeza en aquellos instantes? ¿Notabas mucho la presión en situaciones así?

Pues sí, pero siempre recordaba los fundamentos del baloncesto. No pensaba en los errores o lo que podía salir mal, sino practicar las rutinas y no pensar en nada más. No pensaba en nada negativo, como por ejemplo, qué pasaría si no entrase la pelota. Aquellos tiros libres fueron muy difíciles, pero fue una buena oportunidad de poner práctica lo que tanto había entrenado. Solo pensaba en meter la canasta y en nada más.

Solo os faltó ganar la Copa de Europa, pero la Cibona os derrotó en la final de Atenas en el 85 cuando, a priori, era considerado el rival más débil al comenzar la fase final. ¿Os pillaron por sorpresa en el primer partido en Zagreb? ¿Os sorprendieron en ese primer duelo?

Sí, un poco. No conocía mucho sobre este equipo, pero me sorprendió la calidad de los jugadores, sobre todo, la calidad de los hermanos Petrovic. Recuerdo lo bien que jugaba Dražen Petrovic y cómo él podía controlar el juego, no solo físicamente, también mentalmente. Siempre encontraba la manera de enfadar a los otros jugadores y sacarles de quicio.

¿Cómo vivisteis el final de aquel partido? La derrota, la humillación, el comportamiento de Petrovic… ¿Había mucha rabia por todo lo ocurrido al concluir el encuentro?

No fue diferente a otro tipo de partidos. Normalmente, de un partido o sales contento por haber ganado, o sales enfadado por haber perdido y buscas la manera de mejorar en siguientes ocasiones. En estos casos negativos, normalmente estás ansioso por jugar otro y poder demostrar que puedes jugar mejor y ganar. Los partidos contra la Cibona siempre eran duros.

Por lo general, sabíamos que Petrovic conseguiría sus puntos y nos limitábamos a cerrar a los demás. Petrovic controlaba el ritmo del partido, tanto físicamente con sus habilidades, como mentalmente con sus artimañas. Por ejemplo, en un partido me pellizcó el culo mientras yo volvía a defender y, por supuesto, me pitaron falta a mí por responder con un codazo. ¡Muy astuto!

¿Por qué os ganó la Cibona en la final de la Copa de Europa 85? ¿Crees que si el Madrid hubiese jugado al cien por cien hubieseis ganado esa Copa de Europa?

Creo que sí, pero esa pregunta no está bien planteada. Creo que simplemente no jugamos muy bien ese partido y la Cibona sí, pero el mérito de ese equipo fue que nos sacaba de nuestro juego. No nos dejaron hacer nuestro baloncesto, pero esto sucedió hace mucho tiempo… ¿Todavía le interesa a alguien? (risas).

Fue un partido que me gustaría jugar otra vez, te lo aseguro. Nos quedamos muy decepcionados. En lo que a mí respecta no jugué bien y creo que nunca llegamos a entrar en el partido, es decir, no hicimos nuestro baloncesto.

Les permitimos llevar la iniciativa del encuentro y controlar demasiado el juego. La Cibona era un gran equipo y nosotros no estábamos en nuestro mejor momento. Pienso que perdimos por culpa de nuestros errores.

¿Por qué se produjo tu salida del Real Madrid? ¿Fue un fallo de tu agente?

No sé exactamente lo que ocurrió. Me fui de vacaciones con la familia pensando que estaba todo bien, y entonces me llamó mi representante y me dijo que el Madrid había firmado un contrato con otro jugador. No sé si le puso mucha presión al Madrid… creo no supo muy bien cómo negociar con ellos. O puede ser que también preguntara demasiado al Madrid y pusiera demasiadas condiciones, y el Madrid dijera: «Ya es suficiente».

Corbalán me comentó que fue porque tu agente estuvo ausente y no consiguieron localizarte.

Yo también escuché eso. Creo que mi representante no entendió la dinámica de la negociación con el equipo porque yo habría regresado al instante.

Estabas en el Real Madrid cuando Sabonis rompió el tablero en un Torneo de Navidad jugando con la Unión Soviética. Creo que aquello ha sido una de las cosas que más te han impresionado.

Sabonis era un jugador que podía hacer de todo, pasar la pelota, jugar por dentro, jugar por fuera… Cuando rompió el tablero demostró toda la fuerza que tenía. Lo rompió por el lado, no de frente, y encima con una mano. Normalmente los jugadores lo rompen cuando machacan de frente, por el lado es mucho más difícil. Ahí nos enseñó toda la fuerza que tenía. Nos quedamos todos en shock.

brian jackson

¿Qué anécdotas recuerdas junto a tus compañeros del Real Madrid?

Han sido muchas… Por ejemplo, recuerdo que Corbalán y Rafa Rullán marcaban la pauta de los entrenamientos. Iturriaga podía correr eternamente. Puede que no haya mejor jugador en contraataque que Itu, aunque Carlos Montes estuvo cerca.

Todos intentábamos sentarnos cerca de Rafa en las comidas por su habilidad preparando las ensaladas. ¡Y nadie puede comer los flanes como Romay, que se los comía de un solo bocado!

Además, siempre me impresionó que Corbalán y Del Corral pudieran estudiar medicina y competir a tan alto nivel. Alfonso era otro gran defensor y la verdad es que mejoré jugando contra él en los entrenamientos.

Una vez Fernando Martín me llevó a comer a un club privado donde obviamente todos le conocían y nos trataron como reyes. Recuerdo pensar que estaba muy bien salir con Fernando.  Wayne y yo siempre le preguntábamos a Antonio y a Fernando Martín por dónde podíamos dar una vuelta por la noche.

También recuerdo un día en el que Corbalán y yo fuimos a casa de Antonio Díaz Miguel a comer. Estuvimos hablando de baloncesto y comimos percebes y caviar. Un gran recuerdo con un gran entrenador.

Por último, en un partido que jugamos en San Petersburgo, Chechu se las arregló para intercambiar casetes americanos, Levi’s y otras cosas por caviar. Todos nos pasamos del límite y, por supuesto, nos lo confiscaron en la aduana. ¡Gracias Chechu!

Después de tus dos años en Madrid te vas una temporada a Italia y, en la 86/87, fichas por el Magia de Huesca. ¿Por qué Huesca?

Yo pensaba que otro equipo mayor me iba a hacer una oferta, pero se iba haciendo tarde y llegó la oferta de Huesca. Viendo que el tiempo pasaba y no llegaba esa oferta, en teoría mejor, acepté la de Huesca casi sin pensarlo. Y esto fue otro ejemplo de una decisión que tuve que tomar de manera muy rápida y, al final, fue una muy buena decisión.

¿Cómo fue el cambio de vivir en Madrid a vivir en Huesca?

Fue increíble. Pudimos visitar muchas zonas históricas y nos sentimos parte de la ciudad. Huesca fue la ciudad donde eché mis raíces más profundas y durante seis años también tuve la misma amistad con mis compañeros que había vivido en mis anteriores equipos.

Recuerdo el ternasco que comíamos en el restaurante Ibón y en el Hotel Sancho Abarca. En febrero del 2023, cuando volví a España y me reencontré con los jugadores y entrenadores, retomamos nuestra amistad como si no hubiera pasado el tiempo. El trato seguía igual con toda la gente del equipo, Iñaki Iriarte, Ramón, Jaime Ventura, Hall, Alocén, Pagés, Hernández, Sabater, Pardo, Périz, Puig, Nicolau… Espero de verdad que sean capaces de volver a la ACB.

¿Era muy diferente la presión que se generaba en un equipo como el Real Madrid, en el que estabas obligado a ganarlo todo, a la que tenías en Huesca?

La verdad es que era muy parecido. En el Madrid hay que seguir ganando títulos, y todo el mundo juega por la misma causa, para intentar ganarlo todo. En Madrid había mucha expectación por el equipo y luchamos mucho por eso. Y en Huesca era similar, era muy importante para la comunidad.

Me comentó Iván Pardo, compañero tuyo en Huesca, que lo que más recuerda de ti es lo bien integrado que estabas en el equipo, y que con Granger Hall siempre hablabas en castellano, incluso un día os escuchó discutir en nuestro idioma.

(Risas). Me acuerdo un poco. Sí, de vez en cuando discutíamos en castellano para que los demás supieran que estábamos enfadados. Yo entendía lo importante que era para la ciudad el equipo, y nosotros, Granger y yo, queríamos ser parte de ese equipo, de esa ciudad. Es uno de los mejores americanos con los que he jugado, siempre estaba ahí para enfrentarse a los pívots contrarios. Pero no solamente éramos Granger y yo, Iván y los demás eran increíbles.

Brian Jackson
Brian Jackson con el Real Madrid

Se creaba un ambiente muy difícil para los rivales cuando jugabais en vuestro pabellón. La gente animaba mucho.

Sí, no solamente por la emoción que ponía el público, también físicamente. Con la atmósfera que se creaba en el pabellón nunca era fácil para los rivales jugar contra nosotros en nuestra casa. Tenían que jugar muy fuerte para poder ganarnos. Nosotros siempre sorprendíamos a los otros equipos. Teníamos la sensación de que podíamos ganar a cualquiera en nuestro pabellón.

Cuando volví en febrero pasado, me encontré fuera del hotel con Alfredo Vizcarro, que era uno de los directivos del club, y fue muy emotivo porque nada más vernos nos pusimos a llorar. No salieron estos sentimientos por todo lo que vivimos juntos esos años. Creo que en Huesca alcancé la felicidad plena, tanto jugando al baloncesto como en mi vida personal.

¿Era muy cercano y familiar el trato con la gente de Huesca?

Sí, teníamos muchos amigos. Nos saludaban, nos invitaban a cenar… Teníamos una relación muy buena. Además, siempre había muchos niños en el pabellón cuando estábamos entrenando y hablábamos y jugábamos con ellos. Se puede decir que ahí fue donde más realizado me he sentido como jugador de baloncesto y como persona.

Después de seis años en Huesca fichas por el Caja San Fernando de Sevilla, equipo en el que finalmente te retirarías.

Sevilla fue probablemente el mejor lugar para terminar mi carrera. Fue otra oportunidad para poder jugar en un equipo que estaba tratando de hacer las cosas bien. No estoy tratando de ponerme filosófico, pero como ya me he hecho mayor, ahora entiendo, no solamente la importancia de jugar bien, también la importancia de sentirte bien con la ciudad y con las personas que te rodean.

En Sevilla, una vez más pude jugar con algunos de los mejores americanos, como Trumbo, Lockhart y Middleton. Y exteriores como Lafuente, Llorente, Montes y Azofra Alberto Pesquera introdujo algunas ideas nuevas en defensa y aprovechó los puntos fuertes ofensivos de los americanos y nacionales, como Raúl Pérez y Benito Doblado. Chus Llano fue un gran vínculo entre jugadores y entrenadores, además de uno de los mejores capitanes de equipo con los que he jugado. Y la ciudad de Sevilla… ¡qué te voy a decir!

Cuéntanos. ¿Cómo se vivía en Sevilla?

Muy bien. Fue increíble. Fue durante la Expo del 92. Además la Feria… Sevilla es una de las ciudades más bellas y más interesantes de todas en las que he vivido. Pero también he vivido en otras ciudades muy chulas, como Madrid, Barcelona, Huesca o Venecia, pero…

Aquellos años en Sevilla fueron el comienzo de algo grande. Tu última temporada allí fue la 94/95 y, la temporada siguiente, el Caja San Fernando disputa la final de la ACB contra el Barcelona.

El equipo era muy bueno y yo sabía que era el comienzo de una buena etapa para el club. Se estaban haciendo muy bien las cosas.

¿Qué es lo más duro cuando te retiras?

No sé, es difícil de explicar, pero creo que después de tantos años resulta muy difícil reconocer que hacías algo en lo que eras reconocido, el baloncesto, una faceta muy importante de mi vida, pero tenía que dejarlo y buscar otras ocupaciones que me dieran la felicidad que me daba jugar al baloncesto.

Aprendí, en una edad muy temprana, que era muy bueno metiendo canastas, pero me resultó muy difícil encontrar otras cosas en la vida similares a esa facilidad que tenía para meter canastas. El baloncesto fue muy importante durante mucho tiempo y lo duro de la retirada es el vacío que se queda. Aunque aprendí que todo lo que había aprendido cuando estaba jugando al baloncesto se podía transferir en la vida de uno.

Estás considerado uno de los mejores triplistas que han pasado por España, de hecho ganaste un concurso de triples en la ACB. Pero, ¿te sentías más cómodo tirando de tres o de cuatro o cinco metros?

De cuatro o cinco metros. Sí, era mi tiro favorito. Siempre trataba de practicar en los entrenamientos las posiciones en las que iba tirar en los partidos.

Actualmente eres el tercer máximo anotador histórico de la ACB, aunque con mejor promedio (22,1 puntos por partido) que los dos primeros, Herreros (14,9) y Villacampa (17,8). Además, a pesar de ser un gran tirador de tres, eres el tercero que más canastas de dos has metido, una clasificación generalmente encabezada por los pívots. De hecho, el primero es Arlauckas, el segundo Granger Hall empatado contigo, y el cuarto Felipe Reyes. Tiene mucho mérito que siendo alero estés tan arriba en esta clasificación. Eso dice mucho de tu calidad.

Gracias (risas). No sé qué decir…

Brian Jackson
Brian Jackson frente a Essie Hollis (Foto: Nuevo Basket)

A pesar de ser un grandísimo tirador, todos destacan de ti tu virtud para jugar en equipo. Me dicen que eras un jugador muy poco egoísta. ¿Te tuvieron que decir en algún momento tus entrenadores o compañeros que tiraras más a canasta?

Siempre he creído que un buen jugador contribuye con los demás compañeros del equipo, pero siempre hay que estar preparado para recibir la pelota y hacer lo que sea necesario para que el equipo gane. Sí, hubo gente que me decía que tirase más a canasta, pero no recuerdo ahora mismo quién.

Te has enfrentado a grandísimos equipos y jugadores a lo largo de tus 12 temporadas en España.

Sí, jugar contra el Joventut o Barcelona siempre era un reto, tenían muchos buenos jugadores. Defender a Epi o Sibilio era difícil. Sibilio era una amenaza tanto por dentro como por fuera. ¡Y Epi! El tío nunca dejaba de moverse. Era muy difícil concentrarme en mis puntos fuertes mientras intentaba aguantarle el ritmo. Margall, aunque era conocido por su tiro, era un defensor muy duro. También estaba Villacampa, que siempre hacía las canastas más decisivas en los partidos. Cuando jugaba contra él, me limitaba a gritar: «¡Cambio!», para que otro compañero le defendiera.

¿Intentaban tus rivales desconcentrarte durante el juego para evitar que metieras tantas canastas? ¿Había mucho trash talking en tu época?

Sí, absolutamente sí. En muchos de los partidos había rivales que te hablaban y te decían cosas para intentar desconcentrarte. Estos rivales intentaban entrar en tu cabeza y sacarte de quicio. Petrovic era un ejemplo muy bueno de esto. A mí no me decía nada, pero sí podía ver cómo se lo hacía a los demás.

¿Tenías alguna manía cuando jugabas al baloncesto?

Durante el calentamiento previo a los partidos, tenía que meter el último tiro. No podía empezar el partido sin haber metido el último tiro en el calentamiento. Estaba tirando y tirando, y si fallaba el último tiro, tenía que volver a tirar hasta que la metiese para poder empezar el partido.

Eres mormón.

Es algo muy importante para mí y que también trato de practicar. Empecé cuando estaba en Gorizia, mi segundo equipo en Italia. Fue algo muy bueno para mi familia. Para nosotros es muy importante cuidar bien nuestro cuerpo y servir a otras personas.

[Muchas gracias a Zurelvys Alegre por su gran ayuda en esta entrevista]

5 Comentarios

  1. José Agustín García Talavera

    Francamente interesante la entrevista de Javier Balmaseda a la leyenda baloncestista Brian Jackson, conducida magistralmente a modo de repaso cronológico y evolutivo de su vida y obra (legado baloncestístico).
    Muy curioso y elogiable me ha parecido el hecho de reconocer que en su etapa en Huesca alcanzó la felicidad junto a un grupo «mágico» de jugadores, directivos, población oscense… De hecho el equipo se llamaba «Magia Huesca».
    Y enriquecedoras todas las anécdotas aportadas sobre sus dos temporadas en el Real Madrid, especialmente la 84/85, coincidente con el boom de la Cibona de Zagreb pilotada por el mito (adorado/odiado) Drazen Petrovic.

    Etcétera, etcétera. Todo interesantísimo.

    Una vez más, y ya van muchas: Chapó, Javier.
    Excelente artículo.

  2. Grandes recuerdos de un grandísimo jugador. La pena es que por lo que fuera (hay varias versiones), no renovara con el Madrid. Se hubiera convertido en un jugador aun más legendario de lo que ya es. Por otro lado, Javier Balmaseda merece una sección exclusiva suya. Más entrevistas con jugadores de baloncesto, por favor. Es un crack.

  3. Una vez más lo vuelves a hacer Javier: nos muestras el lado más humano de una estrella del baloncesto. ¡Felicidades!

    • 👏👏👏 Bravísimo Javier, hoy he rejuvenecido leyendo tu artículo y me parecía que fue ayer cuando Brian Jackson coincidió con un elenco magnífico en el Real Madrid.
      Esa época creo que fue para mí la etapa más bonita del baloncesto Español y sobre todo dónde solo había baloncesto en su esencia más pura, además gracias por esas ilustraciones y fotos tan maravillosas.
      De nuevo bravo!

  4. Buena entrevista, pero a ver si de una vez se acaba la tontería de no contar las estadísticas previas a la creación de la ACB. Son décadas de baloncesto que se pueden ir a la basura una vez que no queden vivos más protagonistas.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*