Análisis táctico

João Félix en el país de las maravillas

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João Félix (Foto: Cordon Press)

Había pedido jugar en el Barça. Dijo que era su sueño desde niño. Se dio la peripecia y João Félix llegó a Barcelona para disfrutar del fútbol. También con ánimo reivindicativo. Lleva tres días en el equipo y ya lo juega todo, asiste en plan Laudrup, marca, sale MVP. Sus porcentajes de gol, asistencias, regates e intervenciones por partido se han duplicado con respecto a su etapa en el Atleti. Es el mismo futbolista que ayer acusamos de fraude, sólo que las circunstancias han cambiado.

Xavi habla de que «João Félix es un talento natural». Quiere decir que siempre tuvo el fútbol que ahora exhibe. ¿Y acaso Alicia no pasaba de gigante a enana según su autoestima?, que diría Loriga. De cualquier modo, el cambio de João se explica entero desde la lógica futbolística, siendo lo mental un agradable añadido.

El nivel de la alineación, el modelo de juego, el respeto hacia su ser en el campo o las características de sus compañeros. Prácticamente todo es distinto, más adecuado para el portugués. Cuando vuelva Pedri el Barça será la conjunción perfecta.

João Félix y la mediapunta

Dice Lewandowski que «João Félix juega hacia adelante y crea espacios con o sin balón». Cada jugador tiene su ser y el de João se encuentra cerca del área rival, en auxilio del delantero centro. Él es mediapunta.

Cabe precisar que en España llamamos mediapunta al jugador que hace labores de enganche -explica el historiador Eduardo Ustáriz– pero en realidad el enganche es un centrocampista mientras el mediapunta es un delantero. Concretamente, es el también llamado segundo delantero. De ahí que el ariete polaco asegure que su compañero «piensa como un jugador ofensivo».

No obstante, el mediapunta ideal ha de tener tanto calidad como equilibrio en sus aptitudes, ya que se considera la bisagra entre el centro del campo y la delantera. João cumple la máxima y por eso Valdano escribe que en el Barça parece el futbolista que «hace un lustro deslumbró en su relación con el juego y con el gol».

Un mediapunta juega de arriba abajo

João Félix y el balón se estiman pero no hay que equivocar roles. Algo habitual puesto que los grandes mediapuntas confunden por su calidad. Se ha de precisar porque en fútbol un matiz puede significarlo todo. No en vano, la delicadeza al confeccionar una alineación es lo que define a un buen técnico.

El argentino Latorre fue mediapunta e indica lo siguiente: «yo sentía jugar al lado del nueve. Podía tirarme atrás pero como delantero. Tenía que jugar de arriba hacia atrás, no muy lejos del arco. Eso da lugar a una confusión de roles, porque muchos entrenadores me ponían de cuarto volante o de enlace, y yo no era eso».

A menudo Simeone quiso ver a João de abajo arriba, gestando la jugada y llegando al gol después de recorrer medio campo. Fracasaron ambos. Por su parte, Xavi dijo que «João Félix es un jugador rápido que se puede adaptar a las tres posiciones de arriba». Un análisis inadecuado, puesto que cada ubicación tiene sus exigencias y no conviene desnaturalizar futbolistas. No se trata de adaptarlos, sino de favorecerlos.

Por fortuna para el Barça, hasta el momento João sólo lo ha actuado de mediapunta izquierdo. Su sector de influencia constante ha sido el ángulo del área rival, con libertad para abrirse hasta la cal o para ingresar en el rectángulo según pida la jugada. Retrasándose a su antojo para tocar pero sin la exigencia de asumir la manija en los ataques. Ahí empieza el éxito.

João Félix en un Barça complementario

Éxito de viable estabilidad. Y es que con el fichaje de João Félix el Barça ha aplicado en la parcela ofensiva una fórmula central del fútbol: nivel más complementariedad.

Para ilustrarlo, acúdase a la historia. Sirva de ejemplo el Real Madrid que Valdano y Cappa dirigieron en 1994. Laudrup tenía alma de enganche (aunque pasara media carrera como delantero), era un maestro de la asistencia, y Raúl fue un mediapunta de época. De similar entidad futbolística, el primero estaba para crear juego, acelerarlo y asistir, mientras el segundo colaboraba de ello e interpretaba los espacios para llegar a definir. Mientras tanto, Zamorano se dedicó por completo al gol, su virtud. La complementariedad del grupo era global y el resultado fue recuperar el campeonato de Liga.

En el Barça actual Pedri es enganche, João es mediapunta y Lewandowski es delantero centro. Hágase el sencillo parangón con los chicos de Valdano. Se trata de respetar sus cualidades y el juego irá solo. Si Xavi también tiene a Gündogan y De Jong como aquel Madrid tuvo a Martín Vázquez y Redondo, además de una retaguardia a la altura, miel sobre hojuelas o equipo aspirante a Champions.

El gol se tiene y se paga

En lo referente al nivel, João Félix tiene lo definitivo. «Si pasas la barrera de la gambeta burlona y tienes gol, estás en otro rango de jugador», apunta Latorre. Seas del tipo de jugador ofensivo que seas, el gol es lo que finalmente te lleva al nivel superior, como demuestran los Cinco grandes. O Raúl, Balón de Plata. O Griezmann, de bronce. Por eso el Atleti pagó 127 millones por João cuando tenía 19 años. La razón estaba en los 15 goles, además de las 9 asistencias, sumados en 27 partidos con el Benfica.

João jugaba mucho, como dice Valdano, pero sobre todo marcaba mucho, entonces la probabilidad de ser un elegido aumenta. Y el gol no se pierde porque va de serie. Esta temporada ha jugado cinco partidos y ha hecho tres goles actuando en la zona donde, el ejercicio pasado, Gavi hizo dos en toda una Liga.

João Félix no es Gavi ni Ansu

Pero no es culpa de Gavi. Él es centrocampista y hubo de jugar casi todo el curso 22/23 en funciones de mediapunta. Sin embargo, el equipo contaba con Ansu y Ferran para la labor. ¿Por qué Pedri, cuando jugó alguno de ellos, no los encontró? Por nivel pero, sobre todo, por sensibilidad.

João Félix (Foto: Cordon Press)

Declaró Fernando Santos, seleccionador de João en Portugal, que «los jugadores que están en la selección son de una calidad enorme. Ahora, no se pueden comparar cosas que no son comparables. Cristiano Ronaldo y João Félix no tienen características iguales. Son dos jugadores de grandes cualidades, pero son completamente distintos».

Cada gran futbolista es su pormenor. Ansu y Ferran siempre jugaron de extremos o de delanteros centro y no por casualidad. Si, como dice Lewandowski, João mira mucho arriba, ellos miran todo el tiempo arriba y de distinta manera. Menos sensibles que el luso para el toque, su técnica en espacios reducidos no sobresale y la lectura del centrocampismo deja que desear. En un Barça posicional de juego errático, el mermado Ansu y Ferran no encontraban soluciones a problemas que se planteaban complejos. Mientras que João ha sido parte de la mejora común.

João Félix en el modelo del Barça

Tras dos meses de competición, parece claro que João Félix no es lo que se vio en el Atleti. Pero, ojo, tampoco es un crack. Dijo Menotti que los futbolista se clasifican en «buenos, muy buenos, excelentes y, sólo algunos, mágicos». Alguien mágico puede estar por encima de cualquier circunstancia pero el resto necesita el hábitat adecuado para alcanzar la excelencia.

João Félix (Foto: Cordon Press)

Así como João no tiene capacidad para ser enganche o delantero de referencia al máximo nivel, tampoco puede jugar al contragolpe noventa minutos de partido ya sea desde la mediapunta. El Barça es un equipo de tradición combinativa y entonces con João la cosa fluye. De Jong le lleva el balón a Gündogan y este encuentra al luso en su zona de influencia. Lo hacen con facilidad porque «los buenos se entienden», como dice Xavi.

El país de las maravillas

En el Barça de hoy todo va según la lógica. João Félix encuentra su identidad futbolística. Ya no se ahoga en sus propias lágrimas y aún guarda un trozo del pastel de crecimiento. Espera a Pedri para asentar su buen juego. La Champions espera a ambos para ser levantada. ¿Menguará el Barça al mirar de cerca a la despiadada reina, o se revelará ante ella?

2 Comentarios

  1. Joao FELIZ y 10 más.

  2. Pingback: El Barça se descuelga de LaLiga aunque Xavi se empeñe en no ver la realidad

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