Opinión

Con el racismo, el fútbol no es el problema: es un espejo con un altavoz gigante

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Vivimos en un país donde se vota y se juega al fútbol al mismo tiempo y en el que hace una semana llamaron, otra vez, mono a Vinicius y nos hemos hartado a escuchar en la mayoría de medios de comunicación que aquí no hay ningún problema. Por eso VOX, un partido que no sólo no esconde, sino que exhibe, su racismo y que criminaliza y deshumaniza incluso a los menores migrantes, ha subido claramente y será la llave para gobernar en la Comunidad Valenciana y Aragón. Y hay quien no ve ninguna relación en ello. El fútbol como universo aparte, como escenario oligofrénico para vociferar -más que analizar o debatir- sobre cuestiones tan trascendentales como el racismo y que acaba convirtiéndose en una jaula de grillos donde los que más fuerte se golpean el pecho, indignados perdidos, son los hombres blancos heterosexuales que no ven racismo por ninguna parte y a los que les hiere profundamente que se diga que sí, que España lo es.

Este domingo en Mestalla, en la grada multada y cerrada, la pancarta que pedía respeto para los aficionados valencianistas era el doble de grande que la antirracista. Y nadie se llevó las manos a la cabeza. Para que así fuera tuvieron que pasar obligatoriamente por varios filtros para que se aprobaran y entraran al estadio, pero el racismo quedó en segundo lugar en las prioridades. Lo primero era defender el honor ché, claro. Desde los medios de comunicación se ha fomentado el discurso del agravio a la afición, ya no sólo del Valencia en particular, sino de la de España en general. Desde hace una semana, día tras día, noche tras noche, periodistas mayoritariamente blancos nos han explicado que el racismo es malísimo, pero que España no es de ninguna manera racista, ¡qué exageración! Argumentos como que el racismo de verdad no es el que sufre Vinicius, comunicadores que tienen conocidos con la piel negra que presentan como prueba irrefutable e hiperventilados por la retirada de la sanción al jugador que añadían la coletilla de que a Militao o a Camavinga no les insultan. El retrato final ha sido nítido y hay quien sigue apuntando sólo al fútbol como el problema, cuando es simplemente un espejo de la sociedad en la que vivimos, la misma que ha votado a VOX y que normaliza los discursos fascistas.

Las conductas racistas, xenófobas, homófobas y machistas se detectan claramente en algunas gradas de animación y hay determinados estadios en los que los ultras gozan de unos privilegios inauditos. Todos los periodistas deportivos que hemos viajado por los campos de España tenemos detectados cuáles son los sospechosos habituales. Mestalla, por ejemplo, lo es. Igual que La Romareda, Cornellà o el Metropolitano, pero ninguno está libre de pecado. En el Santiago Bernabéu se escucharon gritos homófobos dirigidos a Pep Guardiola en el último partido de Champions. Y en el Camp Nou racistas contra Vinicius que fueron denunciados por LaLiga en marzo.

La sobreactuación del Real Madrid y de Florentino Pérez aprovechando el asunto para sus guerras particulares y su campaña contra el estamento arbitral es otra muestra más de la instrumentalización de un problema, pero vamos, que ahí está Isabel Díaz Ayuso -que ha arrasado- y que hace seis días cuando recibió al equipo de baloncesto que se había proclamado campeón de Europa soltó: «Me gustaría agradeceros el trabajo que ha realizado tanto el club como Florentino Pérez, emprendiendo desde hace ya muchos años el poner a raya cualquier actitud violenta o intolerante tanto en vuestros partidos como en el estadio. Y en eso habéis sido siempre un ejemplo». Y eso después de que nadie del club dijera ni pío sobre la actitud violenta de Yabusele.

Podría seguir con los «pues anda que tú» y los «y tú más» hasta escribir un artículo tan largo que nadie se terminaría -incluyendo mis familiares y allegados- pero no es la intención. Nombro algunos de los últimos y más sonados. El fútbol, con su altavoz gigante, no debería ser el faro que nos guíe para debatir asuntos claves porque contiene, por defecto y por exceso, algunos de los problemas que hay que combatir. Es un entorno hipermasculinizado con todo lo que eso conlleva. Señores hablando con otros señores, que sólo se relacionan con señores y que sólo admiran y tienen como referentes a señores en un porcentaje altísimo. Si seguimos apuntando al fútbol para dialogar, por ejemplo, sobre racismo mientras la ultraderecha hace el agosto en mayo y no somos capaces de unir los puntos… definitivamente, el balón no es el problema.

5 Comentarios

  1. Entiendo el cabreo frente a la debacle de ayer y la necesidad de cargar contra alguien,pero es un error infantil cargar sobre el rollo identitario de los hombres heterosexuales blancos. ¿Acaso es el populismo extremista no está lleno de mujeres? ¿Acaso la identidad sexual es signo de alguna prevalencia o privilegio?
    ¿Acaso ser blanco es un signo de algo o caemos en en el mismo error de bulto en que caen esos supremacistas que creen que los negros son unos descerebrados?
    Sí quieres combatirlos no caigas en sus mismos prejuicios y mentiras solo del lado contrario
    https://suicidasperezosos.blogspot.com/

  2. Gemma Herrero hasta hace nada pergeñaba zurullos culpabilizando a una víctima del racismo. Ahora, solo ahora, se rasga las vestiduras. Eso sí, que no falta la puyita al RM y a su presidente. Instrumentalización, dice la ínclita. Con bazofia como esta, corriendo voy a suscribirme a JD.

  3. Es desolador, desolador.

    Qué poca vergüenza tiene Usted, señora Herrero. Lleva desde enero poniendo a Vinicius en el foco, una más. Le recuerdo titulares suyos: «El Madrid se distrae con Vinicius» o «A Vinicius solo hay que protegerle de sí mismo «. Erre que erre acusando al chaval de provocar.

    ¿Pero qué dice Usted? ¿No le da vergüenza? Florentino y Laporta tuvieron la valentía de echar a Ultras y Boixos de sus estadios, a costa de amenazas. Mientras, el Frente (con muertos a sus espaldas) quema un maniquí de un mono en la previa del derbi madrileño, o cuelga un maniquí ahorcado de un puente con la camiseta de Vini.
    Usted apenas le dedicó media línea, menos palabras que al comunicado de Gil Marín sobre los árbitros y como un artículo y medio menos que a la agresión de Yabusele en la tangana del Wizink

    Su demagogia, oportunismo e hipocresía son absolutas Gemma, y me generan una repulsa infinita. Como lector asiduo de Jotdown no puedo más que sentir pena y nostalgia por la bola, cuyo legado está siendo pisoteado por periodistas como usted.

  4. Siempre que leo sandeces como las escritas en este artículo, me acuerdo de la estadística que mostraba una clara correlación entre el número de ahogados en piscinas en Estados Unidos y el estreno de una película de Nicolas Cage. Cada año que el actor americano sacaba película, el número de personas ahogadas aumentaba claramente.

    En primero de facultad de periodismo deberían enseñar que correlación no implica causalidad y que al hacer artículos tan simples y demagógicos se falta al respeto al lector.

    El razonamiento de la periodista es: la causa de los insultos racistas a Vinicius es el auge de Vox y sus ideas xenófobas. Sus argumentos son tan pobres que parecen escritos por mi hermano pequeño adolescente.

    3 pinceladas:
    – En el fútbol siempre ha habido violencia, insultos, y racismo. Hace 15 años más que hoy, y hace 30 años más que hace 15 (https://m.youtube.com/watch?v=BVypwQNqL3w)

    – El mayor avance en sacar a los ultras, la violencia y el racismo de las instituciones lo lideraron Joan Laporta y Florentino Pérez al expulsar a los radicales de los estadios.

    -La causa principal de los insultos racistas a Vini es el antimadridismo febril y la falta de educación y respeto de aficionados e hinchas, y no que en España el racismo esté en alza como muestra el éxito de Vox el 28M. El racismo siempre ha estado allí, y es que este es un país podrido con un periodismo enfermo, más preocupado del show (con ataques constantes desde el Chiringuito) y los malabares morales y la mentira (con Gemma echando leña al fuego y acusando a Vini de ser el problema para ahora rasgarse las vestiduras de forma patética), en un batiburrillo de hipocresíal y antimadridismo o antiflorentinismo tan zafio que da asco.

  5. Pingback: «Al loro y al tema», cuando Luis Aragonés ya veía que el fútbol femenino español iba a despuntar

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