El mes que viene cumplo 40 años. No por esperado deja de ser trágico. Hasta el momento lo he llevado bastante bien, al menos en comparación con quienes me rodean. Ni me he hecho runner ni me he apuntado a crossfit ni me he puesto pelo en la cabeza. No critico la música que escuchan los jóvenes. No añoro los años 80. Tampoco salgo a entrenar los sábados con la grupeta, aunque en todo esto subrayo lo de ›hasta el momento». Admito que mis últimos síntomas no son los mejores. Diría incluso que son los peores. Hay días que me despierto, abro aún aturdido el explorador del móvil y compruebo que lo último que había buscado en Google, borracho y en la noche anterior, era “bicicletas estáticas Decathlon”.
Me siento sucio con eso, aunque sepa que no es mi culpa. Meto la cabeza un buen rato debajo de la ducha. Por si acaso borro el historial, no vaya a ser que mis hijos cojan el teléfono sin permiso. La culpa es del paso del tiempo. La culpa también la tiene un poco Teo, uno de mis hijos. Os lo cuento.
A Teo le gusta jugar al fútbol y a mí me gusta todavía más jugar con él, pero desde hace unos meses me canso enseguida y lo que antes era diversión ahora es un tormento. Me agoto, me duelen las piernas, pido parar y jadeo. Tiene 6 años Teo, y ya no puedo. Por eso estoy empezando a pensar que necesito hacer algo de deporte para que el físico responda en nuestros partiditos callejeros. Es lo único que quiero.
Con este propósito, he emprendido la búsqueda de algún deporte digno que sirva de entrenamiento para jugar con mi hijo y no requiera mucho esfuerzo. Primero me hablaron del walking football. Como su propio nombre indica, es como el fútbol pero andando, y casi todos los que juegan son abuelos. A priori sonaba interesante, porque andando ya he jugado mucho al fútbol de verdad, y porque uno de mis sueños es ser abuelo, si aceptamos jubilado como sinónimo de abuelo. Después busqué en Youtube algún vídeo y ya no me gustó tanto el invento.
En mi cabeza era espectacular. En realidad lo era menos: un montón de alemanes con sobrepeso andando de manera ridícula, como si acabaran de fregar el pasillo y se hubieran dejado algo en el fuego. Esto lo digo por supuesto desde el respeto, aunque he de apuntar que vi a varios rozando la trampa con carreritas a destiempo. Me imaginé picándome ahí y discutiendo, intentando comunicarme con aspavientos. Visualicé mi propia decadencia sobre terreno sintético. Descarté el walking football antes de que terminara el video.
Tras esta decepción, recordé la existencia del footgolf. Como su propio nombre indica, es una mezcla de fútbol y golf. Se juega en un campo de golf con una pelota de fútbol y en lugar de palos usas tu foot. A priori también sonaba interesante, porque ya escribí aquí que me gusta el golf y mi golpeo de zurda es como su propio nombre indica, un golpeo de zurda. Después busqué en Youtube algún vídeo y ya no me gustó tanto el invento.
En mi cabeza era espectacular. En la práctica no había pensado en lo más básico: hay que andar muchísimo. No estoy en ese momento vital ahora mismo. Además si chuto muy fuerte se me carga el cuádriceps y en el footgolf hay que chutar fuerte hasta llegar al green, que tiene un hoyo gigantesco. Andar mucho y chutar fuerte: el footgolf es para mí demasiado exigente. Triste pero cierto.
Medio desesperado, la semana pasada me hablaron del deporte perfecto: el fútbol billar. Como su propio nombre indica, es como el billar pero con balones de fútbol. La mesa es algo más grande y está a ras de suelo. No hay que andar mucho y para mi zurdita es un caramelo. Y lo más importante, los vídeos son más convincentes que la Teletienda, super dinámicos y con musiquillas que camelo. Todo ventajas, este es mi deporte. Quiero un campo de esto, y lo quiero ya en mi pueblo. De la crisis de los 40 estoy sin duda perfecto. Ya estoy mirando precios.
El próximo año cumplo 40 y ya estoy en crisis, intento ser runner.
Yo cumpli los 40 y sin saber como empeze con crossfit, ni idea de que era, pero me he quedao enganchado y ya llevo 7 años practicandolo. La verdad que con un buen entrenador y sabiendo tus limites, es un buen deporte