Análisis táctico

Lo único que funcionó en fase ofensiva del Barça ante el Atlético fue la presión intensiva y la activación tras pérdida

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Frankie De Jong (Foto: Cordon Press)

Amanecía Barcelona, este 23 de abril, soleada y genuinamente florida. Millones de personas al paseo, entre ellas, visitantes de excepción: los futbolistas del Atleti. A media tarde había un partido como para recogerse. Quién sabe si untados de Nivea pero sin duda con el orgullo de líder intacto, en el Camp Nou se esperaba la visita del último gran rival con ganas de celebrar Sant Jordi y a poder ser media Liga. Once puntos sobre el Madrid y a trece del Atlético con nueve fechas por jugar invitaban a soñarlo; el retorno de Pedri y De Jong, a realizarlo. En fútbol el resultado suele ser de un realismo especial, ese que en literatura llaman mágico, y en el Barça el único relato válido lo escribe Pedri.

Enfrente, con sus habituales ganas de pragmatizar, llegaba Simeone con un contragolpe del todo ensayístico. «(…) encerrarse en bloque bajo. No digo que no sea competitivo y gane títulos, pero no creo que la afición y el entorno entendieran que el Barça jugase así», ya saben. Pero, miradas sobre el juego a un lado, el Cholo igualmente se presentaba con Griezmann en la alineación para que las cosas sucedan. Entre tanta rosa, el Atleti soltó un clave sobre los trigales verdes -bien regados- que escribiera Vázquez Montalbán, y transcurridos segundos Griezmann estuvo a punto de ponerle color de rosa con una delicada vaselina que acabó en el larguero. Eso fue antes de que todo se volviera tan previsible como una mala novela.

El gol: remedio contra la previsibilidad

Como Atleti y Barça pretenden jugar de manera identificable, quién sabe si interpretando bien el concepto, ambos entrenadores lo tiene fácil para imaginar al otro. Por el lado rojiblanco, Simeone volvió a emplear la estructura 5-3-2 y el grueso de futbolistas que tan buenos resultados le ha dado en el segundo tramo de temporada. Koke se quedó en el banquillo, al parecer por alguna dolencia en la previa, y su posición como mediocentro la ocupó Witsel. Arriba, en ausencia de Memphis, el elegido fue Correa y no Morata. Sin embargo, los futbolistas cambiaron poco la idea. Sabido es que contra un rival de entidad el Atleti esperaría alternando entre bloque medio y bajo con la líneas estrechas, en pretensión de atacardirecto. Y así fue.

Por su parte, Xavi decidió no forzar con Pedri y apostó por Ferran como mediapunta izquierdo, dibujando una suerte de 3-4-3 donde Balde era el hombre bisagra entre defensa y ataque. Nada nuevo bajo el sol. Sin embargo, tan sabido es que juegue quien juegue el Barça intentará explotar el modelo combinativo mediante ataques posicionales como que, por mucha insistencia estilística que Xavi le dé, sin Pedri esta propuesta es actualmente infructuosa. Veámoslo.

El partido comenzó y el Barça llevó la iniciativa. Su salida de balón fue sencilla debido a que contaba con De Jong y Busquets para iniciarla, y tanto la altura del Atleti como su número de delanteros asimismo lo permitía. Una vez en campo rival, el juego perdía previsiblemente fluidez interior, habida cuenta de que ninguno de los futbolistas azulgranas, en este caso Gavi, Ferran y circunstancialmente Raphinha, están capacitados para recibir y crear en los espacios reducidos que se dan entre las líneas. Los ataques acababan en los costados, bien desenlazados por Raphinha en la derecha o bien con Balde en la izquierda. Xavi ubicó al brasileño como extremo posicional, bien por costumbre o a fin de crear peligro a la espalda de Carrasco, el carrilero con más alma atacante del Atleti, e incertidumbre a la hora de que este subiera. Ante una zaga con tres centrales, esta intención de atacar con extremos puede ser acertada, pero en el partido hubo varias circunstancias que impidieron que surtiese efecto con el marcador en empate.

En primer lugar, los citados Gavi y Ferran tampoco son futbolistas adecuados para mover el balón con rapidez y precisión, sobre todo a esos niveles de exigencia, por lo que las recepciones de los extremos estaban viciadas de base y se dificultaba la acción técnica del regate y/o centro posterior. En relación a esto, el talento de Raphinha para superar rivales con el balón controlado no es el de Dembélé, toda vez que la única influencia ofensiva de Balde, un lateral sin virtudes de extremo clásico, es desde la irrupción en el espacio, no en ataques posicionales. Finalmente, el repliegue intensivo dispuesto por el Ateti posibilitó la zaga de cinco y facilitó las ayudas de sus interiores, De Paul y Lemar, a los costados. Con ello los extremos no pudieron sacar a los centrales de su zona para que Ferran y Gavi, el interior de ataque, encontrasen espacio que percutir, del mismo modo quepudo igualar la superioridad numérica que Lewandowski trataba de facilitar con sus constantes caídas desde el puesto de delantero centro.

Rapinha (Foto: Cordon Press)

Lo único que funcionó en fase ofensiva del Barça fue la presión intensiva y la activación tras pérdida, ya que sus jugadores sí eran adecuados para ejecutarla. Aunque los ataques posicionales se mostraron erráticos, la acumulación de futbolistas azulgranas en la mitad rival y la capacidad pulmonar y voluntad de Gavi, Raphinha y Ferran asfixiaban a los poseedores atléticos, mientras que la inteligencia de Lewandowski o Busquets hacía el resto.

Respecto al Atleti, el asunto tampoco fue mucho más interesante. Ante los futbolistas del Barça, la propuesta inicial de Simeone solo tenía una manera racional de atacar y esta era limitada, por eso apenas sucedió. Sin centrales capacitados para iniciar el juego a ras de césped, la presión a la que le sometía el Barça precipitaba las acciones colchoneras. Debido a ella, los jugadores más válidos para tratar el balón no conseguían influir. Witsel era incapaz de asumir riesgos desde zonas centrales, conceptualmente las más comprometidas, Lemar tampoco tenía desahogo para iniciar transiciones llevadas por él o por Carrasco, mientras De Paul apenas podía recibir para conectar con Griezmann y que, en ayuda de Nahuel en la apertura y Correa enel desmarque profundo,el juego fluyese. La salida directa por vía aérea no mejoraba el panorama, puesto que lanzar desde los centrales hacia delanteros como Correa o Griezmann era dar el balón directamente por perdido.

Así las cosas, el único camino rojiblanco para crear peligro era intentar recuperar el balón y contragolpear a la espalda de unos zagueros barcelonistas muy adelantados. Pero, analizadas las características de los elegidos, tampoco parecía sencillo. Recuperando la posesión en la zaga, el contraataque mediante pase largo se hacía dificultoso, puesto que en la retaguardia culé quedaba siempre uno de los tres centrales con marca sobre Correa y el imponente Araujo como corrector. Todas las opciones del Atleti pasaban por conseguir recuperar el balón mediante los tres centrocampistas y así, con la mayoría de oponentes por delante del balón, buscar una conducción válida desde los interiores para, acto seguido, asistir sobreun desmarque de ruptura de Correa a la espalda de Alonso, el central más débil del Barça. En dichas acciones, el talento de Griezmann sería útil para enlazar y también para acaparar la atención de Araujo. Comoquiera que los de Xavi no asumieron riesgos por dentro, sabedores de sus limitaciones, y que los mediocampistas del Atleti no son especialistas en la recuperación, aunque Simeone quiera hacer de cualquier jugador un gran marcador defensivo, nada de ello aconteció.

Nahuel Molina (Foto: Cordon Press)

La primera parte resultó aburrida de puro previsible. El Barça tuvo un 66% de posesión pero chutó una sola vez a puerta, por dos del Atleti, ya que en el minuto 34 Carrasco logró disponer de un mano a mano con Koundé, superándolo y entregando un pase de la muerte a Griezmann, cuyo chut salvó la siempre oportuna mano derecha de Ter Stegen.

Entonces llegó el minuto 45 y el partido cambió de verdad. El Atleti realizó su tercera tentativa de ataque, replegó tarde y Koundé encontró a Raphinha en el espacio dejado por Carrasco, al costado de Hermoso, mediante un pase largo. En ese contexto concretosí pudo darse el daño imaginado. Una vez controlado el balón, la asistencia del zurdo a una frontal del área donde esperaba Ferran acabó en el 1-0. Fue un chut sencillo al palo largo ante la pasividad de los centrales que habían reculado en exceso cuando Raphinha encaró al internacional español. Ferran había desaprovechado varios movimientos de vaciado de Lewandowski en la primera mitad y su estado de ánimo lo necesitaba, aunque su tanto le dio un crédito temporal limitado.

El Barça celebra Sant Jordi y de paso la Liga

Al Atleti no le servía siquiera el empate, si pretendía aspirar al título. El gol en contra supuso que los del Cholo se vieran obligados a adelantar metros de partida, entonces el encuentro se abrió. Carrasco ganó altura y creó varias ocasiones con su hábil fuera-dentro, pero a su vez Raphinha recibió en dos ocasiones con espacio para encarar a Hermoso y el Barça tuvo las suyas. La más peligrosa de Ferran, poco antes de ser sustituido. Simeone dio entrada a Morata en el 58, a fin de ganar capacidad de desmarque al espacio y superioridad física contra un débil Alonso. Xavi replicó ingresando a Pedri en lugar de Ferran, reestructurando hacia el dibujo de cuatro mediocampistas interiores que, según está confeccionada la plantilla, se demostró ideal esta temporada.

Con el canario en la zona de interior derecha llegaron lógicamente las mejores acciones de Raphinha, que resultó el mejor del partido. No obstante, en la misma ventana Xavi sustituyó a Alonso, sobre quien pesaba una tarjeta amarilla, y en ausencia del lesionado Christensen hubo de entrar Eric García. La debilidad defensiva de Eric trató de aprovecharla Morata, quien le tomó la espalda en varias ocasiones. Araujo necesitó multiplicarse para que nada sucediera, pero en una de dichas internadas Morata encontró a De Paul y este a Griezmann, cuyo taconazo casi hace el empate. A un cuarto de hora del final, aprovechando que el Barça ya solo disponía de dos delanteros, y urgido por las circunstancias, Simeone varió al 4-4-2 con el acceso de Reguilón en lugar de Hermoso. El Barça no se descompuso y logró mantener la ventaja, otorgando con ello un Sant Jordi redondo a la ciudad.

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