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Andrés Guardado, la versatilidad futbolística en el patio ilustre de quienes firman hasta cinco mundiales

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© Pablo Garcia/DAX via ZUMA Press Wire

Solo ocho jugadores tienen el privilegio de haberse vestido de corto hasta en cinco ocasiones para disputar una Copa del Mundo. La recompensa es tan dulce como exigente; ser uno de los elegidos requiere no sólo de un extraordinario fondo físico, bien mimado a lo largo de los años, sino de una estabilidad futbolística proyectada hacia el infinito. En estas coordenadas brillan nombres tan efectistas como los de Messi o Cristiano, pero también es posible encontrar la discreción más absoluta, y no por ello menos reseñable, de figuras ya clásicas como la de Andrés Guardado.

El mexicano entró en este particular olimpo mundialista tras ser convocado por la selección para la pasada cita catarí, siempre con el beneplácito del Tata Martino y el auspicio sentimental de una afición que respeta la memoria. El mediocampista no pasó de la fase de grupos, pero disfrutó de la titularidad contra Argentina y volvió a ofrecer buena parte de ese repertorio propio en el que se mueven al unísono el liderazgo, la personalidad y el fútbol sereno. El quinto mundial de Guardado acabó pronto, de manera muy precipitada, teniendo en cuenta el caudal de ilusión que había depositado en el que fue su último encuentro con el cuadro nacional.

Retirado de la tricolor tras el naufragio en tierras árabes, el Principito entró en la historia del fútbol habiendo acumulado en sus botas cinco mundiales, pero reconociendo de manera pública que ya está mayor para un sexto. Esta revelación de honestidad ejemplifica bien el papel que el jugador viene desarrollando en el Betis durante esta etapa casi anochecida de su trayectoria. Con treinta y seis años asume bien la suplencia, vibra con las titularidades y todavía conserva aspiraciones a corto y medio plazo, como la de clasificarse esta temporada para jugar en Europa. También en este territorio es único, y es que estamos ante el mexicano que más partidos ha disputado en el viejo continente: 500. Ni el mismísimo Hugo Sánchez puede presumir de esa marca.

Para entender la omnipresencia mundialista de Guardado no sólo basta con atribuirle físico y constancia; el futbolista, dotado de una gran versatilidad para moverse sin problemas entre el lateral, el mediocentro y el extremo, ha sabido envejecer asumiendo una inteligente actitud de reciclaje sobre el césped. Con Manuel Pellegrini hace de interior en el dibujo, lejos de incorporarse al ataque pero sabiendo manejar como nadie los tiempos del equipo, haciendo jugar a sus compañeros y aportando constantemente una buena salida de balón. Guardado ya no es el carrilero de veintiún años que habitaba en la línea de fondo de Riazor ni el lateral defensivo del Valencia ni del Bayern Leverkusen, pero tampoco le hace falta para seguir siendo determinante cada fin de semana en la media cancha del Villamarín.

El Principito debutó en un Mundial con tan solo diecinueve años, en los octavos de final de la Alemania de 2006, siendo todavía canterano del Atlas y habiendo firmado solo un manojo de minutos en primera división. Formó parte de los veintitrés convocados y fue el as que Antonio La Volpe se guardó en la manga para sorprender a los aficionados. El tapatío no solo no se arrugó en su estreno, sino que además volvió loca a la zaga albiceleste, aportando profundidad y desborde por una banda que conquistó desde el primer minuto. Tal vez no fuera del todo justa la derrota por dos goles a uno, pero al menos el duelo sirvió de escaparate para que Europa fijara su atención en Guardado.

El Deportivo lo acabó fichando al cabo de los meses y permaneció en la Coruña durante cinco campañas. No se olvidan ni su juego incisivo ni sus permanentes centros al área desde el costado izquierdo; durante esa época labró su imborrable huella de potente surtidor, de carrilero vitalista. Fue justo ese rol bien construido para el desenlace de las jugadas lo que persuadió a Javier Aguirre para meterlo en la siguiente convocatoria mundialista. Pese a que la mayoría de los pronósticos en las apuestas deportivas en ApuestasOnline colocaban a Guardado en el once titular, el técnico optó finalmente por desterrarlo al banquillo de forma intermitente, privándolo de completar los noventa minutos en cada uno de los tres partidos que llegó a disputar. Su rendimiento en Sudáfrica fue más gris que protagónico, también por un exceso de cautela ante el aviso de ciertas molestias físicas.

Valencia y Leverkusen fueron sus clubes antes de encarar su tercer Mundial. Con el propósito de resurgir como futbolista para la patria, el Principito aterrizó en Brasil 2014 a las órdenes del Piojo Herrera y listo para desenvolverse en su nueva demarcación, en el centro del campo. Lejos de la explosividad ofensiva de antaño, el jugador mexicano, ya con veintiocho primaveras, fue determinante en la sala de máquinas azteca. Su equipo volvió a quedarse en octavos, pero el recital de Guardado en la fase de grupos, doblegando a la Croacia de Modric y Rakitic, no se borra de la memoria. De hecho, fue en el minuto setenta y cinco de ese encuentro donde cuajó el único gol que ha marcado en una copa del mundo.

Este cambio de posición sobre el terreno de juego fue tal vez lo que inició su etapa de madurez como futbolista. Nos gusta pensar que el hecho de que se cortara la melena de rizos que lucía hasta aquel entonces no fue sólo un gesto fortuito, sino un símbolo elocuente, una forma de expresar la transición que va de la juventud hacia la mesura. En 2015 ficha por el PSV Eindhoven, gana un par de ligas y dos años más tarde desemboca en el Betis, donde se hace titular en el esquema de Setién y sella una temporada con veintinueve partidos, dos goles y ocho asistencias. Con estos méritos reverberando en la retina de Juan Carlos Osorio, el de Guadalajara, una vez más, logró hacerse un hueco entre los seleccionados para representar a su país. Esta vez fue en Rusia 2018. Guardado salió de inicio en los cuatro choques que abordó México, pero en todos ellos terminó siendo sustituido; el reflejo del desgaste físico empezaba a dejarse notar.

Las temporadas restantes en Heliópolis han dejado a un Principito más conservador, con porte de capitán, de sabiduría, de pieza integradora. Pellegrini sigue confiando en él, le da su sitio en la plantilla, pero sabe que todo se acaba, que el jugador cumple contrato este verano. Todavía le quedan, eso sí, grandes tardes de buen fútbol con la camiseta verdiblanca.

Un comentario

  1. Curiosamente, fue también un compatriota suyo el primero en alcanzar esa marca: el meta Antonio Carbajal, presente en los Mundiales que van desde 1950 a 1966. Se despidió de las Copas del Mundo dando un beso al poste de su portería.

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