Entrevistas Historia del ciclismo

Santiago Revuelta: «Jacques Anquetil me confirmó que Bahamontes le vendió un Tour de Francia»

Es noticia

Hay viento cálido de abril, viento que viene del Cantábrico. Entrar al Museo del Ciclismo Santiago Revuelta que hay en La Albericia, a las afueras de Santander, te convierte en ese niño goloso y con nervios que visita una tienda de chuches. Mira, la bici de Eddy Merckx; mira, un maillot de Jacques Anquetil; mira, esta máquina de los años veinte, esta de los años cincuenta, la musette de Hinault, el trofeo de Bahamontes. Hay, incluso, vehículos, automóviles, motos, banderines, más bicis, sobre todo bicis. Por encima de las doscientas, de cualquier año, de cualquier equipo, de este campeón, de aquel gregario. Y luego están los jerseys, que cubren paredes hasta donde te alcanza la vista, que te hacen achinar los ojos, así, para poder distinguir detalles, marcas, pespuntes.

Están, claro, todos los maillots que tuvo el Grupo Deportivo Teka.

Este Museo del Ciclismo es el legado de Santiago Revuelta (Santander, 1941) para el mundo que vivió durante toda su vida. El que aun vive, porque se ve todas las pruebas, se conoce todos los campeones, te comenta detalles de éste y aquel. Santiago ha sido ciclista, organizador, editor de la mítica Meta 2Mil, mecenas. Cocinero y fraile, sí. Pero, sobre todo, el nombre de Revuelta aparece ligado a un equipo legendario, uno de esos que los aficionados con cierta edad (ay) visualizan rápidamente. Maillot maillot blanco y azul. Dietzen, Lejarreta o Chozas. Grupo Deportivo Teka, nada menos, que fue decano de los españoles, que ganó una Vuelta, que amasó victorias a montones. Él era patrón, coordinador, quien firmaba y pagaba, quien negociaba coches y patrocinios. Imaginen si tiene historias para contarnos aquí. Rodeado de bicis. Como debe ser.

¿Recuerdas tu primera bici?

Sí, sí, joder, como para no acordarme… Bueno, la primera de carreras, con la que empecé a correr, fue una Macario, la compré a piezas. Carmelo Morales, un ciclista de Castro Urdiales, venía a Santander con una mochilita pequeña y me traía… un día un cambio, otro unos pedales… Según iba pudiendo pagar me traía piezas. Recuerdo que en una balda del armario de casa puse papel de plata, e iba dejando allí todo. Lo último que conseguí fue el cuadro de Macario. Lo pagué en dos letras, y me lo armó aquí, en Santander, José Luis Calderón, que también fue ciclista y tenía taller.

Es aquella famosa bici que pagas trabajando los domingos.

Sí, iba a un concesionario de camiones y coches que hay aquí, y me decían «oye, que necesito esta pieza o esta otra, que la arregles». Entonces los domingos yo iba allí, cogía la pieza, la metía en una bolsa y se la llevaba a mi amigo Eduardo Benot. Él salía todo negro de grasa, por el cárter, que antes los mecánicos estaban todo el día así, y la arreglaba. Luego devolvía la pieza al taller. Me daban veinticinco pesetas.

¿Por trabajar el domingo?

(Sonríe). No, no… por trabajar toda la semana y también domingo.

Tú naces en Santander.

Sí, yo nací en Vista Alegre, bajando de los Salesianos, al lado de la Atalaya. Ahí nací yo, mis padres también eran de Santander.

Fue en 1941… imagino que aquello sería, entonces, un espacio de huertas.

Sí, casi todo huerta. Cuatro o cinco casas seguidas en lo que es la cuesta, y una a la izquierda muy grande, que es donde yo viví. Esa casa se quemó, luego la restauraron y estuvo allí mi tío hasta hace muy poco, tenía 101 años. De allí fuimos a (la calle) General Dávila, y en General Dávila estuve viviendo hasta los 16 años, que ya empecé a cambiar de casa.

¿Cómo era el Santander de la posguerra?

Te puedes imaginar. Por citarte el ciclismo… era un ciclismo de alpargata. Los primeros que empezaron a introducir bicicletas de cierta categoría, además de los tres fabricantes españoles (BH, Orbea y GAC), fueron los italianos. Eso sí, aquí estaban Otero, Macario y Marotias, que fabricaban cuadros y montaban bicis. Marotias, por ejemplo, estuvo de aprendiz en Peñacastillo, donde Lucas Pérez, el padre de José Pérez Francés.

Ese Marotias es una leyenda… es quien luego proveyó de cuadros piratas a los mejores del mundo.

Sí, hasta a Eddy Merckx, los pintaban con otros colores porque no podían llevarlos, tenían otros contratos. Me contó una vez Robert Lelangue, el director de Merckx… me decía que si fueron donde Pepe Marotias, por la fama que había cogido. Venimos a que nos haga seis cuadros para este hombre…. Dos para subir bien, cortos de cola… dos para bajar bien y dos para contrarreloj. Saca Pepe sus cintas de medir, para tomar las medidas a Merckx, y Eddy dice que no, que ya trae él las medidas apuntadas. Y el otro que no, que las medidas las coge él, porque el cuadro lo hace él. Se miraron Lelangue y Merckx extrañados, pero tenía tanta fama Marotias… Se toman medidas, terminan, y dice Pepe que tardará tanto tiempo, y que serán 60.000 pesetas cada cuadro. ¿Y eso? Pues lo que me tienen que pagar por cuadro, ahora me deben dejar una señal. Los otros con los ojos muy abiertos, Lelangue que dice: «¿usted sabe quién es este señor?». Y Marotias contesta: «Sí, es Eddy Merckx, me quito el sombrero». Y Lelangue sigue… «¿usted no sabe que todas las casas de cuadros… Pinarello, Colnago, Bianchi… que todos quieren que lleve su material, y que le pagan por ello?». Ya, pero es que yo soy un modesto artesano, y mi familia tiene que comer. Y eso se hace solo de una forma… cuadro hecho, cuadro cobrado. Ellos se enfadaron, y se fueron sin nada. Luego volvieron a por dos cuadros nada más, y después a por el resto, a través de una persona.

Empiezas a correr con doce o trece años, ¿no?

Las carreras aquellas que se llamaban golfas, sin licencia ni nada. Y luego ya empezamos a correr cuando llegaba la Vuelta, que en recta de meta se hacía un circuito de ida y vuelta. Dábamos la vuelta en un cono y corríamos. Era en Tabacalera, donde estaban los barracones de Solvay. De punta a punta, veinte vueltas o las que fuesen, y luego esprintábamos.

Entiendo que corrías por toda Cantabria.

Sí, sí, claro. Tengo fotos de carreras ganadas en Torrelavega, en Astillero, en Peñacastillo… gané unas cuantas, era esprínter.

A las carreras, ¿ibas en bici?

Sí, al principio sí. Luego ya tuve una Vespa. Hice un soporte atrás para la bici e íbamos a correr con eso. Otras veces con la Ducati de Pando, uno que era muy aficionado a la bicicleta, iba de mecánico con nosotros. Y así tirábamos a Bilbao o por ahí, Ventura y yo.

Ventura es Ventura Díaz, que fue un profesional muy destacado.

Sí, él corría en una categoría superior, en independientes, y yo lo hacía en aficionados de primera. Podían correr todos juntos. Así que corrí con Ventura, con Emilio Cruz, Martín Piñera, toda esta gente…

¿Llegas a correr alguna carrera profesional?

Sí, la Vuelta a Asturias. Bueno, era open, podíamos correr nosotros y los profesionales.

¿Y qué tal te fue?

Bueno, yo era esprínter, y me defendía bien subiendo. Y eso que tenía peso, ¿eh? Metro ochenta de estatura, muy alto para la época. Ahora estoy en uno setenta y seis.

¿Y por qué no insistes?

Porque había que echar algo a la boca. Había que comer, y había que trabajar, y te decían en casa que eso no podía ser.

Y, ¿en qué trabajas, exactamente?

Pues de todo. Trabajé en una farmacia, también en una tienda de ultramarinos de lujo, para aprender, porque íbamos a quedarnos la familia con una tienda de barrio. Y trabajé donde los hermanos Bárcena, en electricidad. Se trabajaba, ¿eh?… muchas horas. Y si no andabas listo, salía la mano a relucir, te daban unos coscorrones que no veías… Cuatro trabajos tuve.

Vayamos al Teka… ¿Cómo entras en contacto con la empresa?

Mi mujer era vecina de Gómez Casuso, el patrón de Teka, y cuando yo iba a buscarla a casa pues empezamos a hacer relación, a vernos, hola Pepe, hola Santiago, y tal. Un día estábamos en una carrera, por Cazoña, y coincidimos allí. ¿Qué? ¿Al vicio? Pues sí, al vicio, a él le gustaba mucho la bicicleta, incluso Teka patrocinó una Vuelta a Cantabria en aquel tiempo. Estábamos allí, esperando a los corredores, y pasó una pequeña caravana publicitaria, y allí iba un camión de Teka. Le pregunté, él dijo que patrocinaban el Gran Premio de la carrera. Joder, para ser el Gran Premio lo veo muy pobre al camión, muy corto de publicidad. Y Casuso me miró, me dijo si me daba esa impresión. Pues sí. Baja mañana por mi oficina y hablamos. No, hombre, no, yo no me quiero meter en líos de nada. Que sí, que bajes. Bueno, bajé, le di mi opinión de cómo aprovechar ese Gran Premio, y él sacó más partido, claro.

¿Tenías experiencia?

No sé por qué, pero a mí se me daba muy bien todo el tema de las carreras. Organicé, cuando ganó Bahamontes el Tour de Francia en 1959, el Critérium de La Magdalena. Fue con Román Sánchez Acevedo, y trajimos a todos los grandes. Y por eso lo de Casuso… pues salió bien. Un día, tiempo más tarde, viene Ramón García, presidente de la Federación Cántabra de Ciclismo, y dice si conozco a Casuso… Es que nos patrocina un equipo amateur, y quieren deshacerlo. Yo le digo que lo conozco, pero que no me comprometan, que no tengo amistad suficiente como para esto. Pero Paco Peral, un periodista, y García me hicieron ir con ellos a la reunión. Fuimos a Teka, empiezan a hablar…

¿Qué año sería eso?

El 74, dos antes de dar el salto a profesionales. Bueno, estamos allí, y hay un momento que Casuso dice… «Santiago, joder, vienes y no dices nada, no hablas nada». Yo iba de acompañante, eh. Digo que, en mi opinión sería conveniente que no quitasen el único equipo amateur que hay en Cantabria. Y entonces Casuso dice «Vamos a hacer un esfuerzo los dos… si yo patrocino el equipo tú lo llevas». Y yo que no, que nada de líos, que acababa de poner una librería, de libro usado, y no quería más cosas. Los otros dos venga a apretarme, me daban pataditas, cada vez más fuerte.

Y te convencieron.

Sí, al final sí. Con la condición de que siguiera el mismo director, no quería llegar y quitarle de primeras. Luego ya, si me falla, tiramos sin él, pero por ahora que siga.

¿Cuál era exactamente tu labor? En el Teka, digo, porque lo de patrón, que es como decimos a esto en ciclismo… es tan amplio.

¿Mi labor? Pues lo primero firmar corredores. Luego buscar toda la ropa, el material, todo lo que necesita el equipo. Estudiar un calendario de carreras de España y el extranjero que le interesase a la firma correr…

¿Tenías decisión técnica en carrera?

Nada, nada. Una vez me preguntó Perurena… oye, ¿qué hacemos? ¿Qué hacemos?, ¿ahora me preguntas? Si te lo vengo diciendo hace una hora. No… Tú eres el director, decide tú.

¿A ti te gustaba ir en el coche?

Poco, muy poco. He ido muchas veces. La etapa de la Cima Coppi, en el Giro de 1976, por ejemplo, que ganó Gandarias en Gardeccia… Ahí iba yo, y me apeaba del coche para empujar porque aquello estaba… La carretera tenía piedras, y barro, y todo, y el R-12 iba con las ruedas en falso, patinaban. Me tenía que apear yo y empujar, y Julio San Emeterio, el director, me decía, «Santiago, sube, sube, que te matan». Los tifosi, como venía Bertoglio y otros ciclistas a muy pocos segundos, a treinta o cuarenta, querían que pillasen a Gandarias. Pero nada, este aguantó, aguantó, y ganamos la etapa. He ido a muchas carreras, pero no completas. Iba dos o tres días para apaciguar cosas cuando había problemas. Entre corredores y auxiliares, o con el director. O cuando tenía que firmar alguna cosa concreta, o algún critérium donde querían llevar corredores míos.

Los famosos critérium post-Tour que llevaban dos agentes franceses, ¿no?

Sí, yo me llevaba con Doucet, él me llamaba y me decía «tengo contratos para Agostinho y para Dietzen, ¿Cuándo nos vemos?». Pues en la etapa tal. Llegaba, estaba con el equipo, solucionaba cosas, y luego quedaba con este hombre, firmábamos en la cena y ya. Todos estaban como locos por correr, daban mucho dinero, un contrato post-Tour podían ser dos o tres millones de pelas. Una locura. Primero en un sitio, por la mañana, luego todos en coche o a un avión de doce o catorce plazas, y a correr en otro pueblo. Dos o tres millones de pelas. Se ganaba mucho, y es que entonces los ciclistas no tenían un contrato… de Bahamontes se habla, y es la pura verdad porque me lo confirmó Jacques… se habla, digo, que vendió un Tour de Francia a Anquetil. Bahamontes… eso que dicen del helado… es que tenía un miedo terrible a las bajadas, y lo que hizo fue guarecerse en el carrito de los helados, esperando a que llegara alguno del pelotón.

Los colores del Teka, tan característicos… ¿de dónde vienen?

Los puse yo, en base al azul y blanco, que es la bandera de Santander. Luego íbamos introduciendo pequeños detalles cada año. Pero el primero fue rojo, lo tienes ahí (Santiago señala a su espalda, donde cuelgan todos los maillots que usó el equipo). Es del año 74.

Con ese corréis algunas pruebas open, y hasta Tom Pomar gana etapa en la Vuelta a Cantabria, en Torrelavega.

Pomar no cuajó como profesional, podía haberse hinchado a victorias, quizá le tenían que haber dado más oportunidades. Pero ahí, en el tema de las renovaciones, yo jamás intervendría. El director me pasaba una nota al final del año… me vale, me vale, me vale, no me vale. Una vez me vino un ciclista quejándome, y al final abrí una carpeta. Mira, esto ¿qué son? Partes de carrera. El director, de cada prueba, enviaba un informe de cada ciclista, de cómo se ha portado cada corredor, de lo que él había visto. Yo estaba en casa y, lógicamente, no me enteraba de muchas cosas. Entonces le dije a este ciclista… vamos a buscar un parte, uno de octubre, final de temporada. Firmado por el director. Recomendación para el año próximo: Fulano me vale, Mengano también, el otro no. Yo a los directores les tengo que dar libertad, no inmiscuirme en su trabajo, no puedo imponer a nadie porque quiera, o porque es de aquí. Aunque nosotros pasamos veintisiete corredores de Cantabria en el equipo profesional, ojo.

Con ese maillot azul y blanco entráis en el pelotón profesional. Año 1976, Guimard empezando su dominio, Merckx de capa caída, el Kas terminándose.

Merckx de capa caída… bueno, ya no es dominador de antes, pero es que dominaba lo que quería, Eddy Merckx. Yo lo he visto hacer cosas… Él siempre llevaba una llave allen… iba montado y con el culo apretaba, movía el sillín, iba probando, dos, tres kilómetros. Un sibarita, buscaba la perfección. Así que hacía eso dos kilómetros, paraba y ajustaba. Yo eso lo vi subiendo un puerto, se quedaba descolgado, y en cuanto cogía el tranquillo al sillín empezaba a pedalear y, antes de llegar arriba, cogía a los otros, los atacaba, se marchaba. Yo eso se lo he visto a Merckx. O ganar una etapa y estar esperándole un masajista con una bolsa de avituallamiento, cogerla y hacerse otros cien kilómetros para preparar el Mundial o lo que fuese. Los otros corredores se quedaban asustados.

En el pelotón… ¿caía mal?

Caía mal porque disputaba todo… era un sentimiento no tanto de admiración como… mira, él regalaba el dinero a todos sus compañeros, tenía el contrato con Molteni o con Fiat y nunca entraba en los premios por victoria. No le interesaba el dinero, era solo ambición deportiva.

¿Cómo era aquel ciclismo en el que desembarcáis vosotros?

Era… fue un año o dos antes, quizá, la transición entre un ciclismo de alpargata y un ciclismo moderno. Puedes verlo por las bicicletas que tenemos aquí… las del 76, o el 77… Todo es más moderno.

Los contratos eran solamente por los meses que se corría, ¿no?

Sí, diez meses. Con seguridad social y todo, claro. Yo tuve dos reuniones con el Ministro de Trabajo para meter auxiliares y corredores en la Seguridad Social. Es cuando fui presidente de los grupos deportivos, sería el año 87 u 88.

O sea que, hasta entonces, no había Seguridad Social para los ciclistas, y cobraban solo diez meses.

Sí, quienes cobraban doce meses era porque corrían ciclocross… claro, si te corría también en invierno pues… Pero lo normal era dividir el sueldo entre diez meses.

¿Y el material? Aquel primer año corréis con bicis Alan, ¿no?

Casi todo el material que necesitamos lo compramos a mitad de precio a Otero, en Madrid. Y el resto me fui con Casuso y el jefe de ventas de Teka, y los acompañé a Italia. Ellos iban a buscar una máquina o algo así, y yo fui a la feria de la bicicleta en Milán, a buscar spónsors. Fui a una agencia de publicidad y cogí un desplegable de aquellos de antes, los que salía el coche en grande. Entonces yo fui con esa idea y en la agencia me hicieron tres copias diferentes con tres coches y los colores que pedí. En una salía un R12, en otra un Volvo y en otra un Ford. Tenías que tener cuidado al visitar a los posibles patrocinadores para no equivocarte. Si uno me fallaba, me iba al siguiente. En Renault me dijeron que el quince por ciento de descuento y una condición: al terminar una carrera los coches inmediatamente a un garaje de Renault, a repasarlos enteros, para que no se quedasen colgados y dieran mala imagen. Los coches siempre tenían que estar impolutos, como nuevos.

Las bicis, ¿se las quedaban los ciclistas?

Yo regalé muchas, muchas, aunque nosotros las vendíamos. Pero regalé, sí. Lo que pasa es que no a todo el mundo, solo al que se lo merecía.

A mí me han chivado que en aquellos primeros años había cierta carestía de maillots, de coulottes, de guantes. Imagino que no solo en Teka…

Eso no, eso sí que no. En el equipo no solamente nunca faltó nada, sino que hemos llevado siempre el mejor material. Empezaba la temporada y les dabas dos maillots, dos coulottes y dos de todo a cada uno para empezar, porque era temprano, y había que hacer la ropa. Pero para Andalucía, la Vuelta al Mediterráneo, Niza, todo eso… dos maillots y dos coulottes. Luego según se iba gastando, o se caían, o se rompían íbamos reponiendo… o si habíamos ganado y había que subir al pódium. Veías ropa sucia y…

¿Cuánto podía costar un equipo en aquella época? A finales de los setenta.

El primer presupuesto fue de cincuenta millones.

¿Y el último?

Trescientos. Bueno, no llegó a trescientos, precisamente se cortó el tema porque querían dejarlo en doscientos. Me dijeron que me compusiera con ello, que ajustase aquí, allá. A última hora se fueron poniendo las cosas peor directamente con Teka en Alemania, aquí no había problemas. Es que siempre tenemos imprevistos… igual un coche se había despeñado por un precipicio y tenía que pagarlo (menos el quince por ciento). Entonces iba con la factura, te la abonaban y ya está. Ese último año salió el equipo, pero con menos nombres de los que teníamos firmados.

Volvemos al principio… vuestro primer líder potente es Agostinho.

Bueno, era Agostinho, era Gonzalo Aja, que hizo quinto en un Tour con el Kas, era Abilleira, que lo teníamos para la montaña…

A mí me interesa el portugués, su personalidad… ¿cómo era?

¿Cómo era? Pues Agostinho es un hombre que yo lo cogí tirando tiros en Mozambique, de mercenario.

Pasó a profesionales con De Gribaldy.

Bueno, es que había dejado de correr…estuvo con De Gribaldy, con Géminiani… luego lo deja y se vuelve a Mozambique, a pegar tiros. Conseguí hablar con él a través de un jugador luso del Racing… Él me hace de contacto, habla con una mujer, le localizan, y le ofrecemos a Agostinho un puesto en nuestro equipo recién formado. Y lo conseguí. Me acompañó a la firma Miguel Santiago… menudo viaje. Estaba nevando, toda la carretera blanca, y él llevaba una escopeta en el coche. De vez en cuando veía un prao donde había sordas, paraba y se ponía a pegar tiros. Y, bueno, fuimos a la frontera de Portugal, estuvimos allí hasta las dos y pico de la mañana, que sacamos a un fotógrafo de la cama para inmortalizar el momento.

Pero… ¿le conocíais?

No, no, qué va… preguntamos en un surtidor de gasolina que estaba abierto si conocían algún fotógrafo. Y hubo suerte. Fuimos a casa del tío, le sacamos de la cama y le traemos. Llevé dos maillots, se los puse a Agostinho y foto. Él había empezado muy tarde en la bici y era una mula, tenía una fuerza bestial.

¿Hablaba de la guerra?

Algo hablamos, sí. En una ocasión que estábamos por Andorra compró una pistola. Yo alucinaba. Tino, que tenemos un problema, cómo vamos a pasar la frontera con eso. Y él contestaba «qué miedo tienes, Santiago, qué miedo tienes». Me dijo que tenía licencia de armas, para cazar, y le pregunté si alguna vez había… «No sé a cuántos he tumbado ya». Era un tío muy serio, pero estaba muy curtido, sabía latín.

Luego fichas a Thévenet, que en aquel momento era casi un apestado, porque había reconocido el uso de sustancias dopantes.

Bueno, pero es que la historia… Verás, Thévenet gana su segundo Tour de Francia y se lía con la hija del organizador de los Seis Días de Grenoble. Vamos, que se meten en un hotel y se tiran allí no sé cuantos días sin salir de la habitación, nada más que comer y dormir, comer y dormir (sonríe). Cuando se enteran de la situación en Francia… ninguno lo quiere… se ofrece a un equipo, a otro, y nada. Entonces yo, a través de un amigo mío, entró en contacto con Bernard, hablamos y nos reunimos. Le pregunto que qué ha pasado… mira, me he liado hasta ocho días pegándole a la comida allí, como un lobo, y luego he salido en dos carreras, y no iba bien, porque ni entrenamiento ni nada. Y al final tiró de la ayuda, empieza a tomar lo que no tenía que haber tomado y da positivo. Todo el mundo lo sabía y…Yo le digo que si me promete que va a hacer las cosas bien, y no me va a buscar ningún problema, le damos la oportunidad. Con tu prestigio, tu nombre, al menos que te vean bien en la carretera. Publicitariamente, por el dinero que le fiché, era muy rentable. Firmó. Y luego resulta que en una etapa del Tour…

Llega a hacer segundo en una jornada, creo…

Sí, pero es otra. Una en que llovía, había ventisca, nieve… Estábamos en meta y faltaba un pelotón que venía a trece o catorce minutos. Me pregunta Mir (Jaime Mir, el asistente del Teka, que arropaba a los ciclistas después de cada etapa) que qué hacemos. Nos quedamos aquí, a esperarle. Llega el pelotón, el autobús de rezagados que se hace siempre, y viene Thévenet, iba jodido. Mir le limpia la cara con una toalla nada más llegar, lo peina, le da un maillot limpio… Aquello era un festival, como dieciocho cámaras de televisión, fotógrafos, todos arremolinados, metiéndose los codos, grabando a Mir mientras limpia a Thévenet. Bernard es una bellísima persona, hace poco estuvo aquí, está muy agradecido, porque le dimos la oportunidad de correr y olvidar todo aquello.

¿A Tarangu nunca lo tentaste?

Tarangu tenía aquel rollo con la Federación. Yo lo traje aquí, a que le hiciera una biopsia del hígado el doctor Abaitua, y se demostró que tenía problemas por una enfermedad que pasó de niño, o algo así, tenía el setenta por ciento de su hígado como si fuera corcho. Le dijimos que se tenía que cuidar, que estaba muy mal. A través de Gimondi pudo correr unos meses con Bianchi.

Entonces con Teka… ¿nada?

Bueno, yo lo tuve hablado para dirigir al equipo, como luego vinieron Perurena o Barrutia. Mi primer director fue Julio San Emeterio. Pude haber fichado a Pérez Francés, pero su mala hostia… era un hombre difícil. Lo de Tarangu no salió, estuvimos hablando, pero me dijo que cambiar de vida, para él, de ciclista a director… el hombre ya andaba… ere buen tipo, pero tenía un carácter raro.

Decía Perurena que era un lunático, que depende de cómo saliera la luna tenía un día u otro…

Sí, sí… y luego que se levantaba una mañana y salía por allí con cara larga, le preguntabas ¿te liaste anoche?, y decía «salí a un pub, a dar un garbeo» Le tenían que decir que, joder, que esto, la noche… Y él: «cagonsos, hoy os voy a demostrar quién es el Tarangu» Y empezaba a dar hostias en el pelotón hasta que se iba solo, hasta que reventaba el grupo. Lo que pasa es que cogía unas milanas (pájaras) terribles, pero tenía mucha clase… mucha clase. Yo he conocido ciclistas que, sin ser primeros espadas, tenían clase para regalar.

Vale, un aprieto… dime el que más.

Joder, hay muchos…mira, para mí un gregario que tenía una clase enorme era Joseph Bruyère. Cogía la cabeza y era como Agostinho, que partía todo. Igual no llegaba, pero… Y la clase… Fíjate, nosotros tuvimos aquí uno que todos los compañeros destacaban lo bueno que era, y es Marino Alonso. Luego estuvo de gregario en los cinco Tours de Indurain.

Y de fuerza… ¿Merckx o Hinault? Porque antes hablamos de Eddy…

Hinault también… cuidado con el bretón. Tenía mucha, mucha clase.

Llegaste a tocarlo para Teka, ¿no?

No, a él no. A Sean Kelly, a Van Impe… pero no el Van Impe de Dormilón, al Van Impe para ganar la Montaña en el Tour. Lo toqué en París, en una fiesta a la que fui con Bahamontes.

A principios de los ochenta sois el equipo más grande de España, y llega lo de la Vuelta del 81, que sale de Santander… sin el Teka. Escribe Dalmases en El Mundo Deportivo eso de «Estakazo». Quería preguntarte, primero, por vuestras relaciones con la prensa, porque habéis tenido directores con carácter fuerte.

Mucho, muy fuerte. Y algunos bastante más ignorantes de lo que la gente sabe, o piensa.

¿Te refieres a alguien en concreto?

Yo he tenido tres directores que eran mucho peores que la imagen que ha cogido de ellos la gente, periodistas incluidos. Lo digo porque lo viví. Lo viví en el coche, lo viví por teléfono, cada día me tenían que llamar, o les llamaba yo para ver qué tal. Y si abandonaba un tío pues hablabas con el corredor, y él te contaba, te contaba el comportamiento del director, lo que pasaba con él. Yo a Linares una vez le dije «Toño, lo que acabas de decir a ese corredor no me vale… y no me vale a mí, ni a ti, ni a él». Coño, y por qué.

Mira, si un corredor se retira no le puedes decir «vete a tu casa, entrena y cuando estés bien te pongo a correr», porque le cargas con una responsabilidad enorme. Ese tío, aunque esté muy bien y se vea muy fino, si viene a correr y tiene la desgracia de que ese día va mal, o tiene una tendinitis, o ha dormido mal, o ha pasado lo que sea y se te retira… ¿qué haces? Has arruinado la carrera, la continuidad del chaval. No… llámale y dile «quédate en casa, entrena como sueles entrenar tú, lo mejor que sepas, y si tienes alguna duda dímelo, cuídate… el punto lo tienes que coger, tarde o temprano le vas a coge». Pasa que a veces te llega a la forma cuando no la esperas, y hay otras que estás machacándote y no acabas de…

Hay otros dos directores que te decepcionan. Intuyo que uno de ellos ganó un Tour.

Sí, con el Bic, aciertas. Ese es uno de ellos. Pero no me ha decepcionado porque haya sido mal director, ni siquiera llegó a ejercer. Yo a Ocaña le aceleré la curación de su pierna, que lo hizo el Matorro, no sé si conociste al Matorro, Gonzalo Torre, de Torrelavega, que era masajista del Racing. Él me dijo, toma, llévale esto, un líquido en un tarro de cinco litros, con raíces de jengibre y alguna cosa más… Estaba considerado un poco brujo, y tal. Yo no creo en ellos, pero en algunas cosas, por el motivo que sea, aciertan. Y se lo llevé a Ocaña, que estaba en Francia, en un hospital, tuvo un accidente con un tractor en Mont-de-Marsan, y estaba muy deprimido, ya hablaba de pegarse un tiro. Su mujer me aparta y me dice que Luis está muy mal, que está desesperado, que está diciendo cosas que le dan mucho miedo, dice que ya no le vas a fichar de director porque tiene once clavos en una pierna. Y yo que no se preocupase, el próximo día que venga traigo un contrato y ya.

Hablé con Casuso: «vamos a darle a este hombre una oportunidad, el contrato firmado, que le dé ánimo». Cuando llegué allí, a su habitación le di el contrato: «toma, lo lees luego, cuando me marche». Y él responde: «¿y por qué cuando te marches?» «Pues porque así no tienes que rebatir nada, ni yo tengo que rebatir nada». Cogió una moral… fue a la presentación del equipo en silla de ruedas, le había venido de maravilla el líquido. Hasta que vamos al Tour, y allí se creció, le dio por coger un coche, que lo tenía totalmente prohibido por el médico, y querer dirigir una etapa, sin haber dirigido nunca antes al Teka. Linares me llama, oye, que este ha cogido un coche. Hablo con él… Luis, esto no lo puedes hacer, es malo para ti, para Teka y para todos. Vale. Y al otro día que me llama otra vez Linares, oye, que vuelve a las andadas.

Total, que me fui para el Tour y me encuentro otra papeleta… Viene Nico Emonds y me dice «Santiago, vengo a pedirle perdón, si él acepta yo me retracto, no quiero líos». Coño, perdón… ¿por qué? Bueno, es que me ha venido Luis Ocaña con un contrato, me ha dicho que no voy a ganar menos pero que, de momento, no me puede poner qué equipo es al que voy a ir. «Coño, ¿y firmas un contrato en blanco, sin equipo y sin nada?» «Sí, me he fiado de su palabra, y tal…» Otros dos corredores me dijeron que habían firmado con Ocaña.

Eran contratos para el Fagor.

Hablo con el patrón de Fagor, le explico. Si Ocaña sigue con la misma cabeza hoy me pasó a mí y mañana te puede pasar a ti. Luego hizo exactamente lo mismo, se fue a Mavisa, después al Café de Colombia, al Tulip con Hortelano…

Y el tercer director que te decepciona… ¿Perurena?

Peru… yo lo único que puedo decir de Peru es una cosa, y es que su palabra, para mí, vale más que cualquier firma. Un tío honrado, sano, noble… todo lo que quieras. Eso sí, muy cerrado, muy obtuso. Pero serio. Te contaré una anécdota. Un día, para chincharlo, le dije «Peru, vamos a decir a fulano que esto es blanco». Y él, «Cagondios, pero que esto no es blanco, que esto es negro». No había forma humana, ni diciéndole que era una broma, se ponía loco, se encabronaba, se enfadaba. Un día me dijo que le gustaría tener libertad para firmar a los corredores, para negociar los contratos. Venga, pues perfecto, se llevó los papeles, los firmados, los apalabrados. Me llama al cabo de una semana y me dice «te voy a devolver esto», ¿eh? Pues, coño, ¿ya firmaste a todos? A ninguno, a ninguno… prefiero que lo sigas haciendo tú. Esa es la parte más difícil de un equipo.

Todos piden.

A mí me han venido líderes de equipo pidiendo que renovase a sus amigos, a los compañeros de habitación, que era un gran apoyo para él, que por tres millones estaba hecho. Y luego llegar el paisano y preguntarle… «Oye, qué te gustaría cobrar en Teka». «No, pues lo que usted me diga». Le paso el papel… Tres millones, y el otro haciendo así, resoplando: «¿tres millones?, ¿no puede algo más? Es que es poco». Ahí rompo el contrato… y él que por qué rompo el contrato. «A mí me gustaría seguir en el equipo, tengo amigos…» bueno, seguimos hablando y le pongo otro papel en la mesa… Dos millones. «Pero coño, si me daba tres». Ya, pero no los quisiste, es esto o nada. Y va el tío y firma. Es que sois la hostia, no os entiendo… rompo el contrato, vuelvo a escribir tres millones, y se lo tiendo… Ahí tienes los tres millones, pero me vas a decir por qué pediste más. «¿Sabe qué pasa?, que al ver los tres millones de golpe he pensado que podría sacarle más y eso…» De esos casos… todos los que pienses.

Los periodistas… ¿qué tal os habéis llevado con ellos?

Pues me he llevado bien con todos menos con tres.

¿Siguen siendo conocidos a día de hoy?

Joder, sí que lo son.

¿Nombres?

Pues no debería, pero como no han robado nada, y son solo discrepancias… Uno es Simón Rufo. Otro no lo diré por respeto, porque ya no vive. El tercero, que tampoco diré su nombre, me pidió un día un coche prestado para ir donde un amigo, se lo dejé y me lo devolvió a los diecisiete días, teniendo que ir yo a buscarlo a su ciudad. Llegué allí y me dijo de ir a comer. A una marisquería, pagué yo. «Esta va a ser la última comida que me pagues», dijo. A Anquetil también le invité alguna vez a marisco aquí en Santander, con Julio Jiménez. Jacques pidió Moët & Chandon.

¿Con José María García qué tal te llevabas?

Pues tuve una polémica gordísima. El año que no salimos en la Vuelta a España nos tiramos a matar… Aquel año a Chico Pérez, en Santander, estuve a punto de pegarle. Él era del equipo de García, me arrepiento muchísimo de aquello.

¿Mandaba García tanto en la Vuelta?

Joder, era socio… no constaba en ningún lado, pero era socio. José María me llamaba a mí y me decía: «¿cuánto tienes? ¿un kilo?». «Pues mira, no, ando un poco justo, como mucho medio». «Vale, pues te apunto medio». Y así.

O sea, le dabas medio millón de pesetas para que hablase bien de Teka.

Bien o mal, pero que hablase del equipo, del patrocinador. Si no pagabas eran «los hombres de San Emeterio», «los montañeses», «los del corredor cántabro». Pero nunca salía la palabra Teka.

¿Eso te lo han pedido otros periodistas aparte de él?

Eso no, otras cosas. Pero García se portaba como un caballero, porque daba esa publicidad y mucha más de la que yo hubiese podido pagarle.

Entiendo que eso se lo hacía también a otros equipos.

Pues no lo sé… a mí me lo pidió porque tenía que cumplir con su medio y traer publicidad, supongo. Nosotros fuimos los primeros en meter una emisora en el coche, y era de García. Eso me costó un disgusto con (José Manuel) Gozalo. Pidió lo mismo y tuve que negarme, porque ya estaba la de García y sería ya demasiado.

De aquella José María tenía buena relación con Luis Puig (Presidente de la Federación, después Presidente de la Unión Ciclista Internacional), y tú con Luis Puig nunca congeniaste.

Y sin embargo después… una vez por Andorra nos cruzamos mi mujer y yo con Puig y su esposa. Me chistaron, miro… joder, si es El Chino. El Chino, tú, con las peleas que hemos tenido, qué querrá ahora. A nosotros nos debía cuatro millones, nos prometió ese dinero la Federación cuando sacamos Teka, para ayudar. Lo mismo que a otros equipos, ojo, pero a nosotros no nos lo dio nunca. Cuando tocaba reelección iba diciendo a la gente que cobraría, y con intereses. Una vez que picabas… olvidado.

¿Y luego llegáis a tener buena relación?

Lo que te decía de Andorra, que miro y es él. Viene, pregunta qué tal estoy, nos presentamos todos. Le dice a su esposa… ¿recuerdas ese paisano que siempre te digo que me sacaba de quicio, que me volvía loco? Y ella, sí, un tal Revuelta. Pues este es (sonríe). Nos disculpamos los dos, siento mucho lo que pasó, y tal, nos dimos la mano y a partir de ahí ya hablábamos sin problema.

Volvamos a las Vueltas a España. En 1981 es cuando no salís, en 1982 es cuando ganáis. Con Marino Lejarreta, después de que descalificasen a Ángel Arroyo unos días después de subir al pódium definitivo como primero… Una forma un poco rara, ¿no?

No, rara no. Recuerdo haber ido a dos controles, porque se pidió el contraanálisis, pero es que fue una cosa clarísima. Sucede que Arroyo buscó sus defensas, y sus cosas, y tal… Arroyo dio positivo, igual que lo dio Pedro Muñoz con nosotros. Yo le dije, Pedro, dime la verdad. Y él siempre decía que no, que no, que no. Y entonces fuimos hasta el final, porque pensábamos que debía salir la verdad. Así que hablé con el doctor y… Mira, Santiago, me dijo, anécdotas te puedo contar cientos de deportistas que han pasado por aquí, y esto está muy claro…

¿Tú alguna vez has visto a algún ciclista tuyo doparse?

Sí.

¿Con qué?

Mira, ese día casi me matan. Uno, que ya había tomado y estaba pinchando con la misma jeringuilla a otros dos compañeros.

¿Eso fueron dos veteranos que venían del Kas?

Sí. Tres, realmente. Sin nombres… Veo que en algunas cosas vienes muy informado (sonríe). Verás que te soy sincero.

Te pido la misma sinceridad… ¿promovió el equipo Teka algún tipo de doping entre sus ciclistas?

No. Rotundamente no, nunca. Yo me he cansado de decir «no». Hay corredores que me han venido al coche a por algo, o que, aun hoy, vienen buscando «árnica». En Teka a veces llegaban, oye, que necesito esto y aquello, y decía Julio (el director), «eso, al patrón». Y el patrón, que era yo, se negaba.

¿Y nunca has sospechado de nadie? Por un rendimiento anómalo, por ejemplo.

Bueno, he visto corredores comprados en escapadas…

Eso imagino que está a la orden del día, con pagos de por medio. Pero yo me refería a otra cosa… a alguien que camine en un par de meses más de lo que debería, vaya.

Ah, eso… Sí, claro. En mi propio equipo. Tenía un corredor muy bueno con temporada mala, y él sabía que el contrato siguiente iba a ser mucho más bajo… había que salvar el año de alguna manera, igual que hacen ahora…

Teka abandona el pelotón en 1990… un poco antes empieza a merodear por el ciclismo Eufemiano Fuentes… ¿tú lo llegas a conocer?

Sí, claro.

¿Y sabías a qué se dedicaba?

Él me dijo que era médico, claro.

Pero médico de curar o médico de…

No, no, médico de esto, de esto.

Vamos, que esa gente pululaba por el pelotón, por los hoteles, y, entiendo de lo que dices, todos sabíais a qué se dedicaban.

Pues sí, claro. Pero nadie podrá decir que a mí me han visto o que yo he tenido algún trato con… Años después Ángel Casero gana la Vuelta a España… ganó a Sevilla en la última etapa. Dos días antes le llama por teléfono Eufemiano Fuentes, que es el médico de Sevilla. Le dice que ha traído las bielas de Italia, que quedamos para entregarlas, y tal. Nosotros, en el Meta2Mil, recibimos una cinta con esa conversación grabada. Eso nos lo depositan en el buzón del periódico, eh. Aquello, lo de las bielas… traerá algo más ligero, pero bielas no. Lo publicamos, nos metieron a juicio y me costó dos millones, uno a Casero y otro a Eufemiano, por atentar contra la honorabilidad de las personas.

¿Quién crees que os hace llegar esa cinta?

¿Aquello? Un masajista del equipo.

En los ochenta, con Teka… alguna vez llegó un médico ofreciéndose… yo os aumento rendimiento si hacéis lo que os mande.

Que yo sepa no. Igual con directores… es posible. Ofrecimientos de médicos sí, pero con esas palabras, con esa crudeza… no.

Al final de vuestro paso por el ciclismo profesional es cuando empieza a extenderse el uso de EPO. Eso, en el pelotón, ¿se sabe?

Lo saben todos los corredores… bueno, la mayoría. El control antidoping antes era un trámite, la gente llevaba peras con orina de otro debajo del sobaco, o entre las piernas con cinta adhesiva, no se querían desnudar delante del médico, no había problemas. A veces incluso se pinchaban agua oxigenada en la vejiga antes de mear, porque el agua oxigenada diluía el tema. Estas cosas se sabían desde siempre en el pelotón. Hay gente, lógicamente, que va muy sana, que compite bien…

¿Y por qué esos no levantan la voz?

Porque tienen miedo, tienen miedo. Mira aquello que salió de Manzano en AS, que se le enfrentaron todos los ciclistas. Yo ahí pensaba «no os metáis en líos, no os metáis en líos, él sabrá porqué lo dice, y lo que hace». Y alguno me decía que era un chivato y tal, que perjudicaba al ciclismo. No, mira, al ciclismo le perjudica lo que se hace, no lo que cuenta este.

En los ochenta, que es lo que más conoces tú… ¿tan fácil era llegar a estas cosas?

Sí, facilísimo. Del todo.

¿Alguna vez estabas en una carrera y has pensado «mira, este chico ha ganado de forma sospechosa»?

Hombre, eso sí. Y en critériums y tal sí que sé de anfetaminas, para aguantar el tren de mañana, tarde y noche. De todas formas, piensa que en mi equipo lo teníamos claro… el día que tengas un problema te vas a la calle. Y así ha sido.

A Pedro Muñoz lo echaste.

Lo eché, sí. Y a otros dos. Uno de ellos llegó a amenazarme y todo.

¿Nombres?

No, nah… él siempre desvía la conversación cuando le preguntan sobre esos tiempos. Y a mí no me verás hablando de ello nunca. Así que queda ahí…

Teka es el primer equipo que trae colombianos a Europa…

Tomate Agudelo, Patrocinio Jiménez, Edgar Corredor… Ellos se ponían tristes, porque echaban de menos a la familia. Un año los metí en un piso propiedad de Casuso, en plena calle San Fernando de Santander, cerca de donde yo tenía la oficina, para poder estar con ellos de forma constante. A qué hora salís a entrenar, por dónde, qué vais a hacer… Estaba encima. Terminé por traer a sus esposas para que estuvieran juntos, porque no eran personas… Una añoranza…

Eran muy buenos, pero rendían más en Colombia que aquí.

Más, mucho más. Y eso que de la que vienes de Colombia aquí, al nivel del mar, vuelas… Ellos hicieron cosas, pero no les veías la alegría, las ganas de atacar.

¿Por dónde entrenaban los colombianos?

Pues normalmente iban por La Montaña, tiraban a Sarón, Solares, Alisas, bajaban para Matienzo, salían a la carretera de Colindres y hasta casa… ciento y pico kilómetros y zurraos, eh. Si andaban bien, pero es que no tenían ilusión.

Vamos a vuestro último año, que es 1990. Os vais justo antes del gran boom, del primer Tour de Francia que gana Indurain, cuando entran más medios y patrocinadores. ¿Eso te deja un mal sabor de boca?

Bueno, piensa que nosotros entramos con solo dos equipos profesionales, que eran Kas y Super Ser. Acababan de irse Monteverde y Karpy. Luego llegamos a tener once equipos. Era mucho más fácil, sí. Ahora volvemos a estar igual que en los setenta, cuando empezamos.

Pero ahora los equipos son una especie de multinacionales, ¿no? El Teka era el equipo de los cántabros.

Sí, claro, pero ojo… a nosotros nos llamaron «el equipo de la ONU», porque en todos los sitios donde se iban abriendo delegaciones de Teka necesitaban su fichaje para las bicis. Portugueses, alemanes, italianos, el noruego… Así que la ONU. Y cántabros… yo llegué a tener veintisiete corredores profesionales de Cantabria. Eso me hace sentir orgulloso. Yo he llegado a hacer carreras con siete u ocho cántabros. La gente lo valoraba mucho, porque es algo que no ha ocurrido muchas veces.

Quería preguntarte por la sección de balonmano de Teka, que llegó a ser el mejor equipo del mundo.

Aquello lo fundé yo. Me llamó el presidente de la Federación Cántabra y yo fusioné al equipo del La Salle Buelna, que iba a desaparecer, y uno de Santander. Seiscientas mil pesetas costó, en el año 1975. Imagina, menos mal que las pude pagar mes a mes. Luego se lo coloqué a Teka y tuvo mucho éxito. Estuve allí hasta… creo que el ochenta y uno, el año antes de la Vuelta a España que ganamos con Lejarreta. Es que entonces teníamos en ciclismo el equipo amateur, el profesional, que a veces se dividía en dos para correr simultáneamente por España y Francia… Le dije a Casuso que no podía con todo. Se hizo cargo él directamente con José Antonio Revilla. Los grandes triunfos llegaron, en el balonmano, después de irme yo, a partir del ochenta y muchos…

No quería irme sin preguntar sobre la Vuelta Ciclista a Cantabria, que tú organizabas… ¿qué pasó?

Lo de siempre… Aquí hubo un presidente de la Federación que hasta escondía los estatutos que la Vuelta a Cantabria debía llevar a Tráfico, sin realizar la gestión de presentarlos. Aquella Vuelta se perdió, otras veces llegábamos a última hora por culpa de situaciones parecidas. Este elemento, el presidente, quería ser mánager de equipo, y buscaba que le ayudase, que le llevase a alguna casa para buscar patrocinio. Yo no podía hacer eso, claro… imagina que se enteran en Teka de que estoy haciendo gestiones con otras casas comerciales para sacar otro equipo… imposible. Así que hubo ahí una enemistad, hasta que en una reunión federativa para fijar el calendario de la temporada siguiente, con todos los miembros de clubes y tal, se dijo «Vuelta a Cantabria, de tal fecha a tal fecha». Y yo me levanté y dije «la Vuelta a Cantabria queda libre para quien la quiera organizar». El presidente había dicho que la quería organizar con los clubes de Cantabria y repartir el dinero entre los clubes de Cantabria, y dije que eso me parecía fenomenal, que lo hicieran. Y hasta hoy… no se volvió a hacer la Vuelta a Cantabria. También organizábamos el Circuito de El Sardinero, o la Cronoescalada a La Atalaya, y ahora… nada. Esas carreras ya no existen. Eran otros tiempos.

14 Comments

  1. Muy curioso que quién puso a Revuelta en contacto con Agostinho fue Quinito o Damas.

  2. Interesante entrevista aunque no queda nada elegante los comentarios, negativos ambos, sobre el recién fallecido Bahamontes. Poco elegante en el entrevistado y menos aún en el titular de una entrevista que es muchísimo más

    • La verdad no tiene porqué ser escondida Si Bahamontes se vendió,esa es la historia.Esconderla no es preciso.

  3. Fernando Álvarez Cienfuegos

    Interesantes imágenes entrevista.El mundo del Ciclismo y todo lo que le rodea es apasionante…Los ciclistas además de duros , fuertes y sufridos tenían que ser muy listos para poder navegar en un pelotón de 120 atletas con el colmillo retorcido.
    Yo me acuerdo de seguir las vueltas , Tours y Giros desde los doce años…Me acuerdo cuando Jesús Loroño ganó la vuelta del 57 y el año maravilloso de 1959 , cuando Bahamontes ganó el Tour….de los grandes sprnters..Miguel Poblet , las máquinas Belgas Van Looy , Van Stembergen…..y Como no de Fausto Coppi , el más grande y de Louison Bobet…Enfin años maravillosos…

  4. Florentino

    Siento mucho que no haga referencia a Rodríguez Inguanzo.Aunque siempre agradeceremos sus memoriales.Gracias

  5. José Emilio

    Extraordinaria entrevista de ciclismo. Gran trabajo periodístico de preparación y conocimiento. La obligación del periodista es preguntar con sentido y generar confianza con el entrevistado. Y esos motivos, brillan por su presencia. ¡Enhorabuena!. Entrevista larga que sabe a poco.

  6. Álvaro

    Interesante entrevista con un mítico del ciclismo, se olvidó de un paisano mío, que le dió muchos triunfos en etapas y vueltas de una semana, Jesús Blanco Villar.

  7. Mario S. E.

    Espectacular entrevista a un sabio del ciclismo. Memoria portentosa. Y unas anécdotas increíbles. He pasado un rato muy divertido. Gracias Santiago.

  8. Enrique Mateos

    Interesantísima entrevista

  9. Me ha gustado de principio a fin. Conozco a Santiago y a todos los ciclistas que ha nombrado. Y tenía olvidado su museo que tan pronto pueda visitaré.
    Sobre la venta del Tour no soy capaz ni de creerlo o no creerlo. Lo que si recuerdo que en años posteriores al 59 Bahamontes anduvo como una moto en el Tour.
    De todas formas muchas gracias a Santiago que nos ha hecho pasar un rato muy ameno recordando aquellos años que no volverán.

  10. Pingback: Marino Lejarreta: «A Fignon lo tuve agarrado de la pechera para tirarlo a la cuneta»

  11. Pingback: Tour de Francia: Hazañas y miserias, «sígueme si puedes»

  12. Pingback: El Águila y el Relojero: Cuando Bahamontes pudo ganar el Tour 1964 en los cuatro Cols

  13. Pingback: Lo más visto de Jot Down Sport en 2023: De Meho Kodro a Jennifer Hermoso, pasando por Scariolo - Jot Down Sport

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*