Historia del fútbol

Ruud Gullit: «Guardiola se centra tanto en la posesión que su juego a veces es aburrido de ver ¡tienen el balón todo el tiempo!»

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Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)
Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)

Fue un icono de los 80 hasta el punto de que en España había quien llamaba a los malos de Double Dragon «Gullits». Estaba hasta en la sopa y no solo por su juego, un todocampista insuperable en la marca y letal en su llegada, sino también por su look. Trenzas y un bigote en una mole de 1,90. Era imposible no ver a Ruud Gullit sobre el campo enfocara donde enfocara la cámara.

Este verano el jugador más icónico de esa época ha dado varias entrevistas recordando los viejos tiempos. En la más extensa, en Up Front, ha querido dejar claro algo, para él, la cumbre del fútbol, el pináculo, ha estado en Italia. Lo llama «El Valhalla» y deja claro que no ha sido España. Reitera «No, España no, España no». Ni siquiera cuando el entrevistador le menciona el FC Barcelona. Sigue negando y explica «todos los mejores jugadores en ese momento estaban en Italia. Era la cima. Si ibas a cualquier equipo italiano tenía a los tres mejores extranjeros del mundo».

Era una de las ligas más competitivas que jamás ha visto, «siempre tenías que estar al máximo, era un trabajo muy duro. También, todo el dinero estaba en Italia en aquel momento, eran los únicos que podían permitírselo». Su fichaje por el Milan, de hecho, se pareció bastante a ser adquirido en un mercado de abastos. Él ni siquiera fue consciente. Recuerda que estaba entrenando con el PSV, le llamaron y le dijeron que acudiera al edificio Phillips, allí le estaban esperando, que querían hablar con él: «Entro y está el señor Berlusconi ahí sentado y me dice ‘te he comprado por 14 millones’, que en ese momento era una cantidad increíble de dinero, y dije que ok».

Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)
Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)

El aterrizaje en Milan no fue demasiado áspero, porque allí ya estaba Marco Van Basten, que se lesionó al cabo de cuatro partidos esa temporada. De hecho, fueron ellos los que presionaron a Sacchi para que comprara a Frank Rijkaard. Aun así, la compenetración entre los tres no fue automática. En otra entrevista, esta vez con Rio Ferdinand para el canal de la UEFA, ha explicado que tuvieron que entrenar mucho para llegar a ese nivel de sintonía: «Marco era extremadamente rápido y tenía técnica, para mí era muy fácil asistirle, tenía una conexión con él, sabía siempre lo que estaba tratando de hacer».

Su nivel de dominio del fútbol de finales de los 80 fue tal que se puede decir que dejó un reguero de cadáveres deportivos. El más conocido, el Real Madrid del 5-0, pero también trituró en la Eurocopa de 1988 a Inglaterra y a Alemania. Los británicos tenían un buen equipo con Bryan Robson, Gary Lineker y Glenn Hoddle, pero Van Basten les hizo un hat-trick inapelable. Tal era su seguridad y confianza, que se reían de lo en serio que se lo tomaban los rivales: «Justo cuando pasamos por delante del vestuario de los ingleses, se abrió la puerta y pudimos oír ‘¡Vamos a matarlos!’ y… nos empezamos a reír, con eso ya no necesitábamos saber nada más, estaban acabados».

Sobre los alemanes, que eran favoritos para ganar un torneo del que eran anfitriones, en ese cruce de semifinales ya tenían a jugadores que dos años después se proclamarían campeones del mundo, como Klinsmann, Völler, Matthäus o Brehme, pero de nuevo Van Basten dictó sentencia en el minuto 88 firmando una remontada 1-2.  Gullit recuerda que le pidieron por favor al seleccionador Rinus Michels irse de fiesta esa noche y acabaron en un concierto de Whitney Houson, en el que estaban deseando romper a bailar, pero no podían porque les obligaban a estar en sus butacas.

Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)
Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)

De hecho, a la hora de compararse con jugadores actuales, no se queda corto. Gullit habla de Haaland y Mbappé. «Eso era un poco como yo jugaba», dice citando al francés del Real Madrid. «Todos los jugadores son únicos, por supuesto, ambos tienen técnicas diferentes y otras cosas, pero está ese ritmo. Haaland quizá juega más por la izquierda y yo podía jugar por la derecha, la izquierda y el centro, podía jugar en muchas posiciones».

Aun así, cuando recibió el Balón de Oro, sigue recordando esa gala con mucha humildad. Tuvo cierto orgullo por «haber tomado las decisiones adecuadas en la vida», pero había algo sobrevolando la situación, un elefante en la habitación, del que era perfectamente consciente: «No me consideraba el mejor jugador del mundo, Diego Armando Maradona era el mejor jugador del mundo, si se lo hubieran dado a él, lo habría entendido».

Eso sigue teniéndolo claro. Considera que Maradona es el mejor jugador de todos los tiempos. Asegura que ha visto a Cristiano Ronaldo y a Messi, pero no puede compararlos porque la somanta de palos que recibía Maradona en cada partido es algo que ya no existe: «Antes eras el objetivo, te daban patadas, te querían sacar así del partido. A Cruyff también se lo hacían, a George Best… En esa época no había protección. Ahora sí que la hay, lo que está bien, pero a Maradona vi cómo le pateaban y aún así seguía siendo determinante en cada partido que jugaba con el Barcelona o con el Nápoles. Cuando le veía, pensaba: ‘esto es fantástico, es increíble, oh, Dios’. No puedo comparar a Messi con Maradona».

Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)
Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)

Sobre su look e inolvidable imagen, pocas bromas. Terminó harto. Al menos en Italia: «Mi vida privada era muy difícil, no podía ir a ningún lado, no podía salir, no podía pasear por la calle, no podía ir de compras, no podía ir a ningún lado. Si iba a un restaurante, se juntaban mil personas fuera».

No encontró la paz hasta que llegó a Londres: «Allí de repente nadie me estaba persiguiendo. Me dije: ‘esto es agradable, esto es fantástico’. Me senté en una terraza durante dos horas y tuve la mejor sensación, la libertad. Así que Londres para mí fue un lugar feliz». Hasta el punto cogió fobia a la celebridad que en una ocasión le dijo a Beckham que no lo envidiaba en absoluto: «Estuve trabajando con él en Los Ángeles y me contó por todo por lo que tenía que pasar y, dios mío, le dije que no me cambiaría por él, además las personas que buscan la fama son las más sucias».

Otras preferencias que muestra son por Mourinho, «es un entrenador maravilloso, diferente a todos los demás, pero es fantástico». En cambio, sobre Pep Guardiola, preguntado si su Manchester City es el mejor equipo que ha existido, cree que no, es solo «uno de los mejores». No está muy convencido con su estilo, pero por algo curioso, por su absoluta eficacia: «La parte más difícil del juego de Pep es que pone tanta presión en la posesión que se vuelve aburrido, porque tienen el balón todo el tiempo».

Ruud Gullit (Foto: Cordon Press)

Pero si aburre, es porque es perfecto: «Es como en Formula 1, tienen el mejor coche, ganan todo el tiempo y ahora la gente dice que es aburrido de ver, pero dicen ¿sabes cuánto trabajo hemos tenido que hacer para esto? Yo  lo entiendo, lo que pasa es que como espectador neutral quiero ver una lucha, pero lo hacen tan bien que el rival no tiene opciones. Aun así, creo que para Pep la clave ha sido que ha dado con los jugadores idóneos en defensa, no en ataque, mira a Stones, que lo dejaba en el banquillo hasta que descubrió que podía jugar en el centro del campo. A veces solo un detalle puede cambiarlo todo, se trata de dar con la pieza del rompecabezas. Kyle Walker, del que soy un fanático, también empezaba en el banquillo». Por eso, bromea con el siguiente paso que debe dar Guardiola: «Yo le recomendaría que dimitiese, ya no se puede hacer mejor, solo se puede ir para abajo».

Sobre la dedicatoria que le hizo a Mandela cuando recibió el Balón de Oro, dice que la inspiración le llegó por la música reggae que escuchaba, que en aquel entonces tenía muchas letras sobre el apartheid. Además, Gullit comenta las barreras a las que se enfrentan los jugadores negros para salir adelente. Él mismo sufrió la discriminación y vio también cómo les afectaba a otros. Desde el principio, destaca cómo el contexto social afecta a las minorías en el deporte, tanto en su entrada como en su desarrollo dentro del ámbito profesional.

Gullit menciona que, por el color de su piel, se enfrentó a múltiples desafíos extra en su carrera. En su experiencia, ser un futbolista exitoso no era suficiente para evitar ser objeto de prejuicios. Cuenta que, a menudo, los negros tienen que trabajar el doble para recibir el mismo reconocimiento y respeto que los demás. Sin embargo, también subraya que el deporte, especialmente el fútbol, ha sido una herramienta poderosa para superar muchas de esas barreras.

«Como persona de color, puedes hacer mucho, sí, puedes»,  explica, porque cree en el potencial del deporte para empoderar a las personas, independientemente de su color. El deporte ofrece una plataforma para demostrar habilidades y talento, lo que permite abrir puertas que de otro modo estarían cerradas. Además, Gullit hace referencia a cómo el deporte es un medio a través del cual se puede contribuir de manera significativa a la sociedad y cambiar percepciones negativas que pueda haber sobre determinados colectivos, en su caso, el de los surinameses de Holanda. Para él, el éxito en el fútbol no solo se trata de victorias en el campo, sino también de cómo se pueden romper estereotipos y contribuir a la igualdad social desde el deporte.

 

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